Primero que nada, quiero disculparme con las personas que me siguen en esta plataforma. Simplemente, lo dejé abandonado, porque me es más sencillo publicar en wattpad, donde me encuentro como "Spark_Valkov"

Quiero agradecer a las personas que me siguen o que siguen esta -larga- historia:

Hokuto Sexi

Brenda Perez

KanrojiLovely

Neula Cha1n

selinatania54

De verdad, muchas gracias por estar pendientes.

Sin más comencemos.

~°~°~ Capítulo XX: La Conciencia ~°~°~

~°~°~Parte I ~°~°~

Se cumplían ocho días en que nadie lograba obtener palabra alguna del perpetrador de aquel ataque terrorista. Las amenazas y el encierro en "el hoyo", la cárcel más pequeña y oscura de todas, no causaba el efecto esperado. Aquel hombre no presintió los golpes desnudos que recibió del detective. Cada choque entre su cuerpo y los puños estaba cargado con un odio inconmensurable, y cada vez le imprimía aún más fuerza. Aunque no era observable, el daño de esa tortura ilegal estaba haciendo estragos en su psique. A pesar de que su cuerpo soportó bastante, sus palabras comenzaron a brotar, con tal de dejar de sentirse abrumado, para tener sosiego.

—" Al fin decidieron proseguir el viaje. El sendero que los había llevado a la colina reapareció en el lado norte; pero no lo habían seguido mucho tiempo cuando advirtieron que se desviaba a la derecha. Pronto empezó a descender abruptamente, y sospecharon que llevaba al Valle del Tornasauce, que no era de ningún modo la dirección que pensaban tomar. Lo discutieron—"

—Si le sigues leyendo eso ni le darán ganas de despertarse –interrumpió Minos, quien estaba entrando a la habitación.

—¿Ya comiste? Te trajimos el almuerzo —anunció Aiacos.

—Gracias, no tengo hambre. Además, ¿cómo lograron entrar comida al hospital?

—Rada, hasta la pregunta ofende, ¿no te recuerdas del internado? —dijo Minos con soltura, recordando ciertos productos que ingresaba a la institución y de los cuales nunca fue sorprendido.

—Bueno, no importa si no tienes hambre, come o tendré que tirarlo a la basura –insistió Aiacos, preocupado por el estado de salud de su amigo.

Conversaron sobre los recuerdos de su adolescencia, los maestros, el estado actual de algunos de sus ex compañeros, con alguna que otra frase despectiva. El inglés se sentía extrañamente bien, la comida era deliciosa y la compañía agradable. Hasta que la acidez de Minos se hizo presente.

—¿Y si no despierta?

—¿Qué? –preguntó Radamanthys, perplejo, pensando por un segundo si había escuchado bien.

—¿Qué procede si no despierta? Es decir, podrían pasar meses, años… ¿han pensado en desconectarlo?

Aquello dejó perplejo al inglés. Claro que lo había pensado antes, y se esforzaba mucho por enterrar esas cavilaciones, por ocupar su mente con el exceso de trabajo. La posibilidad lo aterraba, y lo asaltaba cuando se encontraba en la soledad de su departamento. ¿Cuándo regresaría a ese lugar con Kanon? ¿A ver películas en el sofá? ¿A batallar con el agua fría que dejaba el griego luego de bañarse? Al observar la pequeña cocina, se preguntaba, ¿cuándo vencía el cereal de granos integrales? Ese que compró solo por Kanon. ¿Cómo preparaba la carne de cordero que tenía congelada? ¿Debía abrir aquel frasco de yogurt para asegurarse de su estado de descomposición? ¿Cómo hacer para que su cocina y casa vuelva a tener aquel delicioso aroma? Para que se sienta nuevamente como… un hogar.

—Minos, eres un idiota —replicó Aiacos luego de darle un puntapié en la espinilla —Radamanthys ya entiende lo que puede ocurrir.

—Bueno, pero mientras él está aquí aburriendo a Kanon con El Señor de los Anillos, Pandora está en la ciudad, esperando ver a su inolvidable ex —terminó de decir con una sonrisa libidinosa de lado.

—¿Pandora está en la ciudad? —Preguntó de inmediato, arrepintiéndose de ser tan precipitado.

—Si, parece ser que está de vacaciones —sonrió Minos. —Vino sin compañía.

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La habitación de las paredes celestes estaba atiborrada de personas la mayor parte del tiempo. Amigos y alumnos de la universidad, compañeros de su anterior trabajo, clientes del mismo café, hasta alumnos de las clases de natación de todas las edades. Algunos de los niños llegaban a contarle sobre el nuevo maestro y sus avances, junto con algún dibujo o tarjeta hecho por ellos mismos.

Cada visita llegaba con alguna historia interesante que pudiera llamarle tanto la atención como para hacerlo reaccionar y despertar de su letargo. Había cierta esperanza en que ello sucediera pronto. Sin embargo, para algunos les era muy difícil ver a alguien tan carismático y activo en aquel estado, de cierta forma vegetativo. El tiempo de espera era incierto.

Su mejor amigo, Milo, no podía concebirlo. Sus visitas terminaban en rabietas o en llantos emotivos, y Camus ya estaba harta de eso. Todos los días hacía malabares con su tiempo y con las mentiras que debía decirle a su padre, ya que él no consentía su relación con Milo y debía mantenerla en secreto. Ese día, el griego llegó solo al hospital, hecho una bestia. Su verborrea no tenía inicio ni final, quejándose de su padrastro, de su medio hermano, de lo mucho que le costaba conseguir trabajo con un sueldo decente, pero principalmente, de los conflictos que tenía con Camus. Presentía que algo malo ocurría en su casa, pero ella no le permitía ayudarla. La impotencia que sentía al no poder hacer algo al respecto, pesaba enormemente en sus hombros. El no poder hacer nada por las personas que más quería en el mundo… el sentirse tan… inútil.

Lloró. Y derramando sus lágrimas en la mano de su amigo que sostenía con fuerza. De pronto, sintió un ligero apretón como respuesta. La emoción lo inundó, y se hizo presente la esperanza de que Kanon abriera los ojos y le diera algunas palabras de aliento. Aquello no pasó.

En otro momento, Shura y Aioria visitaron a Kanon. Aioria leía lo que le comentaban sus amigos en las redes sociales, con el entusiasmo que lo caracterizaba. Shura necesitaba un respiro de aquella voz que lo había estado taladrando toda la mañana, así que salió por un momento. Aioria estaba muy exaltado, contando todo en cuanto había pasado en la facultad. Los chismes que recorrían los pasillos y las sanciones que tendría aquel profesor acusado de acoso sexual.

Le hablaba de todo, casi sin respirar. En su verborrea, distinguió algunos movimientos en el rostro de Kanon. En su emoción, se acercó para ver detenidamente, y siguió hablando, cuestionando. Kanon frunció el ceño. Eufórico, Aioria corrió a tapar las ventanas con las cortinas para evitar que la luz le molestara. Hablaba, preguntaba, animaba, "¿Hay mucha luz? ¿Te molesta? ¿Te sientes bien?, ¡Tú puedes hacerlo!, ¡Vamos!" Frunció la boca. Sus párpados comenzaron a separarse.

"¡Kanon! ¡Kanon! ¡Kanon! ¡Kanon!" parecía un disco en malas condiciones que se seguía reproduciendo.

—Cá… lla… te…

El juicio había sido bastante largo, arduo pero victorioso, se sentía satisfecho con su trabajo y con el resto de los casos. La mayoría se trataba de personas LGBTQ+, víctimas de crímenes de odio o de actividades fraudulentas. Por lo tanto, su trabajo era delicado, y se tomaba el tiempo necesario para estudiar y practicar cada defensa, de manera que se estaba ganando bastante reconocimiento como profesional y como una noble persona.

Estuvo ocupado toda la mañana. Quería ir a ver a Kanon en su hora de almuerzo, pero ese día no tendría el privilegio. No había revisado su teléfono, y cuando tuvo la oportunidad de descansar mientras tomaba un capuchino por la tarde, se dio cuenta que tenía más de 20 llamadas perdidas de Saga y otras tantas de Milo, Camus, y demás "amigos de Kanon", quienes ya podía considerarlos amigos suyos. Revisó sus mensajes y sólo le puso atención al más importante, el de Saga:

"Despertó"

~°~°~ Continuará ~°~°~

¡Ya despertó! Ahora, ¿Qué creen que ocurrirá? ¿Será que Radamanthys ya tenía planes con Pandora? ¿Por qué Aioria es tan hablador? ¿Regulus quedó traumado por todo lo sucedido? Todas estas preguntas serán respondidas (o no) en el próximo capítulo :D