Capítulo XXIII: Dolorosa verdad.


El sonido de sus cuerpos sudorosos chocando, mientras unos pequeños gemidos eran ahogados, hacía que la experiencia se sintiera mucho más satisfactoria.

—Sí, justo ahí... No pares... —Logró decir con su voz entrecortada, aferrada a sus brazos como si soltarlos le significara la muerte.

Hacía tiempo que no habían podido estar juntos de esa manera. Durante la recuperación, Sesshomaru no había tenido demasiada movilidad y casi siempre era ella quien hacia el trabajo. Aunque era satisfactorio, de todas formas, extrañaban esa necesidad y desespero que mostraban ambos cuerpos cuando intimaban, y ese día, después de dos meses, finalmente habrían podido hacerlo de manera mucho más libre y pasional. Moviéndose uno contra el otro, buscando la mayor cercanía, sin miedo, ni dolor.

Tras un largo gemido, Rin alcanzó su clímax, y poco tiempo después de mantener ese delicioso y constante movimiento, Sesshomaru, también.

—Dios mío... Estuviste grandioso —expresó apenas respirando el poco aire que sus pulmones podían retener—, ¿seguro que estás bien?

Él, abrazándola por un lado mientras descansaba, enterrando su cabeza en su largo y ahora sudoroso cuello, respondió:

—Sí, estoy perfectamente. —Apenas le habían quitado el yeso del brazo, el último que le quedaba, hace unos días, por lo que aún debía ir con cuidado, pero eso no impedía que pudiera mover sus caderas a su antojo (y al de ella).

—¿El lunes empiezas a trabajar? —preguntó Rin, sintiéndose embelesada por esas suaves caricias en forma de besos que ahora llegaban a su hombro derecho.

—En efecto, hoy se cumple mi reposo.

—Pero el doctor dijo que aún no puedes conducir, y tienes que hacer rehabilitación.

—Jaken será mi chofer durante un tiempo, y la rehabilitación son solo unas horas al día que puedo hacer cuando termine mi jornada. —Rin hizo un ligero, pero a la vez sonoro, puchero de descontento, cosa que, con toda la intención, llamó la atención del hombre a su lado.

—¿Hay algún motivo por el que quieras evitar que trabaje, Rin?

—No —negó poco convencida, pero luego de hacerse la difícil volteó la cara para verlo de frente —. Bueno... Es que me vas a hacer falta durante el día... Además ya no podremos tener relaciones mientras mis niñas están en la escuela.

—Entonces aprovechemos al máximo el día de hoy —comentó posicionándose peligrosamente sobre ella, empezando a besarla con un poco más de intención—. Aunque... —Se detuvo, manteniéndose a una distancia especialmente corta y tortuosa —¿Cómo que tus niñas?

Rin lo miró confundida al principio, ¿estaba celoso?, ¿acaso eso le molestaba? No lo había dicho con mala intención, simplemente era una manera cariñosa de hablar, así como pudo decir "mis pequeñas" o "mis bebés". No creyó que se ofendería ¿O sería más bien que él estaba haciendo un pequeño drama para exponer un punto? Sea como fuere, no pudo evitar reír sutilmente al ver cómo el hombre hacía su pequeña exigencia. De todas formas no se la dejaría tan fácil, no señor, se aprovecharía al máximo de ese momento. Después de todo, todavía les quedaba un tema por resolver.

—Son mis niñas —respondió, colocando sus brazos alrededor de su cuello, sonriendo traviesa y coqueta, observándolo tras sus largas y abundantes pestañas—. Que yo sepa, su padre no se ha presentado, ¿o sí?

Sesshomaru frunció el entrecejo algo indignado por el contrataque, pero cómo tomar en serio a esa mujer si lo miraba con esa cara tan inocente, esperando a que él le siguiera el juego de alguna manera. Por su puesto que lo haría ¿Quería jugar?, pues él era todo un experto.

Sin responder a su pregunta comenzó a besarla con vehemencia, dejando su mente totalmente en blanco, preparándola para soltarle lo siguiente:

—Mañana. — Rin, inundada en esa bruma de deseo que le hacía entender con lentitud, cuestionó mentalmente —. Mañana les diremos.

Por un momento su cabeza se enfrió. Sus ojos se abrieron como platos y el inminente calor que sentía con cada beso que recibía, desapareció.

—¿Ma-mañana?

Al notar su reacción, el hombre tomó un poco de distancia.

—¿Estás de acuerdo?

—S-sí —respondió saliendo de sus pensamientos —, pero... ¿Estás seguro?

—Lo estoy —afirmó él, mirándola con determinación.
Rin sonrió un poco sonrojada y asintió con latente emoción.

—¡Está bien! —rodeó nuevamente su cuello con sus delgados y delicados brazos, y lo atrajo muy cerca de sus labios —, pero por el momento, siguen siendo mis niñas.

Tras un gruñido de queja, el hombre se dispuso a besarla con algo más de necesidad, como si quisiera robarle completamente el aliento. Tal vez de esa manera dejaría de decir cosas para molestarlo.
El segundo round estaba por comenzar, y por las suaves y traviesas risas de Rin, sabía que ella estaba perfectamente preparada.

...

Día sábado por la tarde, la familia decidió salir a comer afuera, lo que en realidad significaría ir a Wacdonald's. Sesshomaru seguía sin gustarle mucho el lugar, pero de cierta forma ya se había acostumbrado. Luego de pasear por un rato, regresaron al apartamento. Las niñas estaban felices, cada una con un nuevo juguete, un peluche de un dragón de dos cabezas, en su mano. Tenía que admitir que muchas veces accedía a comer en ese lugar, porque sabía que esos muñecos baratos las iban a emocionar. Sin importar que él o Rin pudieran comprarles algo mejor, el simple hecho de recibir un juguete con la comida era lo suficientemente emocionante, además de que tenían un pequeño parque a su disposición ¿Qué mejor lugar que ese? Ahora que lo pensaba, tal vez podría conseguir algo similar para su terraza.

Ya estás imaginando demasiado, se reprochó mentalmente así mismo. Ni siquiera le habían dicho la verdad a las niñas y ya estaba pensando en cómo consentirlas más. Y hablándose de eso, justo cuando la noche hizo acto de presencia, él y Rin decidieron que era momento de hablar. Ya les habían dado el tiempo necesario, incluso diría que las habían estado endulzando todo el día para que la noticia no les cayera como balde de agua fría. Al menos sabrían que él era bueno con ellas.

—Setsuna, Towa, hay algo de lo que tenemos que hablar —dijo Rin, arrodillándose en el piso, justo frente al sillón en donde ellas permanecían sentadas.

—¿Hicimos algo malo? —preguntó Towa, abrazando su peluche nuevo.

Rin rápidamente negó con la cabeza, lo cual hizo a ambas calmarse.

—¿Recuerdan aquella clase que tuvieron en donde les hablaban sobre los miembros de la familia? —Las pequeñas asintieron ante la pregunta—. Bien —sonrió Rin —, ¿recuerdan que les dije que para ustedes yo era como mamá y papá?

—Sí, porque nosotras no tenemos papá —afirmó Setsuna, recordando que, en aquel salón, ellas eran las únicas en decir eso.

—Sí, bueno... — Rin bajó la cabeza un tanto nerviosa —. La verdad es que, yo no fui del todo honesta esa vez...

Ellas se miraron un poco confundidas ¿Acaso su madre había mentido?

—En aquel tiempo no tuve el valor de decirles, pero ustedes sí tienen un padre.

—¿Tenemos papá? —preguntó Towa muy curiosa. Aunque ambas vivían felizmente con su madre, no les era del todo indiferente el tema del padre, especialmente cuando veían a otros niños hablar de los suyos —¿Quién es?

—Pues... —En ese momento el miedo empezó a invadirla de nuevo, sus inseguridades se hicieron presentes y Sesshomaru se dio cuenta de ello, creyendo pertinente tomar ahora la palabra.

—Soy yo —soltó sin más. Sin esperas, sin palabras bonitas. Estaba seguro de que Rin querría matarlo por su falta de tacto y sutileza, pero ya había puesto las cartas sobre la mesa, darle vueltas al tema solo lo complicaría más.

Las niñas lo miraron aún más confundidas y a su vez incrédulas.

—Ah, ah —negó Setsuna —, el señor Sesshomaru es el novio de mami.

—Él... tiene razón. —Ya lo había dicho, ya no había vuelta atrás, así que aprovechando el impulso de su muy directa confesión, Rin habló —. El señor Sesshomaru y yo nos conocemos desde hace mucho y... Nos separamos por diferentes motivos cuando yo estaba embarazada de ustedes. Él no sabía de su existencia. Yo nunca se lo dije, hasta hace unos meses.

—¿Mami mintió? —preguntó Towa.

—Sí —afirmó rápidamente —, y eso estuvo mal, no debí hacerlo nunca. Me arrepentí y decidí arreglarlo. Es por eso que lo busqué y le dije toda la verdad y... Por eso estamos aquí. —Las miró con algo de temor en sus ojos. En el fondo tenía miedo, pero sabía que era lo mejor —. Towa, Setsuna... El señor Sesshomaru, es su padre.

...

Sesshomaru se encontraba en la terraza de su apartamento, mirando las nubes turbulentas que amenazaban con una pronta tormenta. El domingo había comenzado pesado, y con toda razón. Hacía apenas un día que él y Rin habían decidido decirle la verdad a las gemelas y... Nada fue como esperaban, o más bien, fue exactamente como temían. Al principio a ambas les costó asimilarlo, puesto que la etiqueta de "el novio de mami", no era fácil de quitar, pero cuando finalmente lo entendieron, todo se fue a pique. Ambas niñas lloraron, pero no de felicidad. Realmente no supo encontrar un motivo ¿Miedo?, ¿decepción? ¿Podría un niño de esa edad tener ese tipo de emociones ante tal confesión?, tal parece que sí. Ambas se negaron a aceptar la verdad, o más bien, a aceptarlo a él. Aún no olvidaba la cara de Setsuna cuando en llanto dijo:

—"Nos engañaron. Dijeron mentiras"

O la de Towa cuando decía que no era cierto, como si ella misma no quisiera creerlo.
Se sentía como un idiota, uno que sin quererlo lastimó a las personas más importantes de su vida. Pero si él estaba así, Rin estaba mucho peor. Cada vez que entraba a la habitación empezaba a llorar. Había hablado con sus hijas. Trató de dejarle claro que ella siempre las amaría, pero ellas seguían conmocionadas, y con ese sentimiento terminaron por irse a dormir.

Ese día, no había empezado mejor. Las pequeñas como siempre obedecían a su madre, pero su ánimo era completamente diferente. Todo era tan ajeno, como si no estuvieran cómodas estando ahí ¿Y cómo iban a estarlo?, se sentían engañadas, viviendo en una casa con la persona que menos querían ver.

Observó a Rin salir de la habitación de las niñas y dirigirse hacia la suya propia. Las gotas empezaban a caer, así que decidió seguirla, y como ya esperaba, estaba llorando en la cama.

—¿Siguen afligidas?

Rin, que con sus manos intentaba secar su rostro hinchado, respondió:

—Todo es mi culpa. Es por mí que están así.

Su tono amargo y abatido, creaba un vacío enorme en la boca de su estómago.

—No digas tal cosa —ordenó —. Es normal que reaccionen de esa manera, ya se les pasará.

—No lo sé —sollozó por lo bajo —, siento que les he fallado...

Podía entenderla, de cierta forma él se sentía igual, aunque no se le veía tan afectado como a ella, a fin de cuentas, Rin fue quién crio a las niñas, pasó mucho más tiempo con ellas, él apenas se estaba adaptando. Era claro que sus reacciones serían diferentes, aun así el sentimiento era fuerte y aunque no lo demostraba, le dolía ver esa reacción.

—Voy a hablar con ellas —expresó acercándose a secar sus lágrimas.

—No, no creo que sea buena idea. —Inmediatamente Rin se alteró. No era que no quisiera, simplemente tenía miedo de que las cosas empeoraran.

—Rin —la llamó con suavidad —, no puedes evitar que hable con ellas. En algún momento tendrá que pasar y creo que es mejor que sea ahora.

La mujer, un poco dudosa, asintió quedamente. Tenía razón, si querían que todo saliera bien, él tenía que ser parte de ello. Debía dejar sus miedos de lado y comprender que no estaba sola en eso.

Sesshomaru se encaminó a la habitación de las niñas, quienes estaban en sus camas. Towa tenía uno de sus juguetes en la mano, preguntándole a Setsuna si quería jugar, mientras que su hermana, simplemente se mantenía acostada, abrazando su almohada y dándole la espalda.
El sonido de la puerta las alertó. Creyeron en un principio que era su madre, pero al ver a Sesshomaru, ambas se tensaron.

—¿Interrumpo algo? —preguntó al ver sus expresiones. Cómo detestaba tener que lidiar con ello. Antes lo veían con una sonrisa de oreja a oreja, y ahora, era como si fuera un completo desconocido. No, peor que eso quizá —. Creo que ustedes y yo tenemos una conversación pendiente.

Ambas niñas encogieron sus hombros, con la diferencia de que Towa lo veía asustada, o tal vez insegura, y Setsuna, más a la defensiva.

Necesitaba ser sutil, directo, pero sutil. Tratar de recordar que eran niñas y que debía tener mucha paciencia.

Se sentó en el suelo, buscando estar a la altura de la cama y no verse tan enorme frente a ellas.

—Es obvio que no les agradó saber la verdad sobre su madre y yo.

—Nos mintieron. Mami y usted dijeron mentiras —dijo Setsuna.

—Es cierto, eso hicimos —afirmó —, pero no era nuestra intención lastimarlas.

—¿Entonces por qué no dijeron la verdad? —preguntó Towa con sus ojos llorosos, abrazando a su dragón de dos cabezas.

—No es sencillo. —miró a ambas con seriedad, esperando que de alguna forma pudieran entenderlo a él y a Rin.

—Claro que sí. Solo tenían que decirlo y ya —exclamó Setsuna semi enfadada.

—¿Eso creen? —cuestionó tranquilo —Díganme ¿se les hizo fácil saber que yo era su padre?

Towa negó con la cabeza, Setsuna simplemente calló.

—Es porque es difícil de asimilar. Para mí también lo fue. —Miró hacia abajo pensando en sus próximas palabras. Lo que diría a continuación podría dejarlo peor, pero les aclararía muchas dudas. Esta vez sería completamente honesto —. Rin deseaba decirles la verdad desde un principio. Quería que yo me presentara y que tuviéramos una buena relación, pero... Yo me negué.

Ante esto Towa inclinó la cabeza confundida. Setsuna por su lado, dirigió ligeramente la mirada hacia él. Ambas de alguna manera, esperando que continuara.

—Nunca quise tener hijos, y saber que las tenía tan pronto no fue la mejor noticia del mundo para mí.

—¿No nos querías? —preguntó Towa.

—No al principio, y eso le dificultó todo a Rin —confesó —. Es por eso que ella no les dijo quién era yo. No quería que supieran que su padre no estaba interesado en ustedes. Ni siquiera estaba interesado en tener una relación seria con su madre. —Estaba seguro de que tanta sinceridad le podía jugar en contra, lo supo al ver la cara de decepción de Towa, y el creciente rencor en la mirada de Setsuna, pero debía ser honesto con ellas —. Pasaron muchas cosas —continuó luego de unos segundos en silencio —, y esos cambios hicieron que yo decidiera intentarlo. Intentarlo con Rin e intentarlo con ustedes, pero para eso iba a necesitar tiempo. Tiempo de conocerlas, de acostumbrarme a su presencia. Es por ello que esperamos tanto para decirles la verdad. Rin solo estaba intentando que yo no me viera forzado a nada. —Se puso de pie con suavidad y las miró seria, pero gentilmente desde arriba —. Si hoy estoy aquí es porque ambas me importan. Si quieren verme o no como su padre, ya eso quedará en lo que ustedes deseen. De todas maneras yo estaré siempre cuando me necesiten, y esta, siempre será su casa, ¿lo entienden?

Ante la interrogante Towa escondió su cara en su dragón de peluche y asintió quedamente. Setsuna en cambio, desvío la mirada. Sesshomaru esperó una respuesta de su parte y al no obtenerla, simplemente cerró los ojos y tras un suspiro, se retiró. Al menos había dejado todo claro, ahora no había más que hacer. Solo quedaba esperar a que la situación mejorara de a poco, después de todo eran niñas, viviendo en la misma casa, seguro pronto volverían a la vida que conocían...

O tal vez no.

La convivencia se hizo muy incómoda. Gracias a las palabras de Sesshomaru, las niñas volvieron a actuar normal con su madre, aunque les tomó un día más para recuperarse, pero con respecto a él... Nada.

Setsuna lo trataba como a un desconocido, uno del que desconfiaba completamente, y Towa actuaba como si tuviera miedo de hablarle, por lo que para no incomodar, él intentaba mantener distancia. Casi igual que cuando las conoció, peor. Tenía que ganárselas de nuevo, pero esta vez con un verdadero prejuicio de por medio, uno que no las dejaría acercarse tan fácilmente. Con el pasar de las semanas, decidieron llevarlas al psicólogo infantil que atendió a Setsuna cuando tuvo problemas de sueño, pero en esta ocasión no sirvió de nada. Ninguna de las niñas cooperó, así que probaron con cambiar a una muy reconocida — y cara — psicóloga, llamada Midoriko. Sesshomaru fue quien la consiguió. Tal vez una opción femenina las haría sentirse más en confianza, y ayudaría un poco a la situación...

—Dime Towa, ¿te gusta tu nueva casa? —preguntó la psicóloga de largo y sedoso cabello, y labios finos de rojo carmín, refiriéndose al apartamento de Sesshomaru.

Towa se removió en su asiento algo incómoda y empezó a mover las piernas con la mirada clavada en el piso.

—Bueno... Tiene un televisor grande y nuestro cuarto es enorme, hay espacio para todos nuestros juguetes.

—¿Y eso te agrada?

—Sí —respondió tímida, como si tuviera miedo de equivocarse; sin embargo la sonrisa de Midoriko la hizo sentirse un tanto más calmada.

—Qué hay del señor... ¿Setsumaru?

—El señor Sesshomaru —corrigió rápidamente.

—Ah sí, el señor Sesshomaru —sonrió, fingiendo haberse equivocado —¿Qué opinas de él?

—Pues... —Nuevamente bajó la mirada, un tanto nerviosa —. Setsuna desconfía de él porque nos dijo mentiras...

—Pero, ¿qué hay de ti? —preguntó con voz suave —, ¿tú también desconfías de él?

—¿Yo? —La mujer asintió, dejando a la niña pensativa —A mí... A mí me agrada el señor Sesshomaru.

—¿Ah sí?

—Sí —afirmó con timidez.

—Entonces, deberías tratar de volver a hablar con él. —Towa rápidamente negó con la cabeza, como si la mera posibilidad le diera pavor —¿No?, ¿por qué no quieres hablarle, si te agrada?

—Es que... —la niña se veía cohibida y con una expresión medianamente triste —. Tal vez yo ya no le agrade.

—¿Acaso él te lo dijo? —Ella negó —¿Te ha tratado mal alguna vez? —Volvió a negar, ahora de manera mucho más insistente —. Entonces, no hay razón para que pienses eso. El señor Sesshomaru sigue contigo después de todo lo que pasó ¿No crees que eso es señal de que no te rechazará?

La niña se mantenía insegura. Una parte de ella quería creerle, pero la otra desconfiaba.

—Dime, Towa —preguntó, ahora buscando darle seguridad —¿Hay algo que te gustara hacer con el señor Sesshomaru antes de saber que era tu padre?

La niña lo pensó un rato y luego sonrió inconscientemente.

—Me gustaba cuando jugaba con nosotras en su tablet.

—¿Jugaba con ustedes?

—Bueno, solo nos veía jugar, pero era divertido.

—¿Y ya no lo hace?

—No, Setsuna y yo no le hemos pedido más la tablet.

La mujer sonrió y se inclinó hacia el frente, buscando transmitirle toda la confianza posible.

—Tengo una idea, ¿por qué no intentas jugar con él hoy? —La niña negó rápidamente con la cabeza — ¿No quieres?, ¿crees que eso pueda molestarle? —Towa no supo qué responder, el solo imaginarlo la ponía nerviosa. La psicóloga entonces buscó un punto medio — ¿Sabes?, tal vez él también extraña jugar contigo ¿Qué te parece si hacemos esto?, pídele a tu mami que pida la tablet por ti, pero —se detuvo rápidamente —tú ve con ella, ¿de acuerdo?

La pequeña se encogió de hombros y asintió quedamente. Sí que era cierto que no se veía muy alentador su comportamiento, pero la psicóloga podía notar que ella estaba más dispuesta a solucionarlo que Setsuna. Ambas niñas tenían el mismo problema, tenían miedo de volver a confiar, pero cada una reaccionaba diferente y por eso, Midoriko debía trabajar por separado con ellas.

Rin, por su parte, seguía preocupada. No sabía si era el desespero por que todo se solucionara, pero el avance en las niñas, no le parecía suficiente. A pesar de los comentarios que le dio la psicóloga, una gran parte de ella sentía que las estaba obligando a algo que ellas no querían, y eso la atormentaba.

...

Sesshomaru se encontraba sentado en la terraza de su apartamento tomando una copa de vino. El clima empezaba a enfriarse en esa época del año, por lo que hacía un poco de brisa, y el sonido de la ciudad empezaba a mermar debido a la hora. Le habría gustado cerrar sus ojos y quedarse dormido en ese lugar, pero Rin estaba dándose un baño en la tina, sabía que duraría horas ahí, por lo que él tenía que encargarse de las niñas, y por encargarse se refería a estar atento. Claro que ellas eran muy tranquilas, especialmente ahora que el ambiente se encontraba tan tenso y ni siquiera se atrevían a salir de la habitación cuando sabían que su madre no estaría presente, pero de todos modos dejarlas sin supervisión alguna, era una opción nada responsable, así que simplemente decidió leer un poco en su tablet.

Escuchó la puerta de la habitación sonar, seguido de unos pequeños pasos que en principio, no se dirigían hacia él, pero que después fue notando cada vez más cerca.
Dirigió la mirada en dirección a la entrada de la terraza y vio a Towa, tímidamente asomada, como si estuviera planteándose acercarse. Se lo haría más fácil.

—¿Pasó algo? —preguntó sereno. A veces parecía que usara el tono de voz que usara, ellas siempre reaccionarían como si les gritara.

—Es que... —balbuceó la pequeña, moviéndose nerviosamente de un lado a otro —¿Mami aún no termina de bañarse?

—No todavía —respondió —. Dime, ¿necesitas algo?

Towa se tensó, pero al parecer lo que quería era lo suficientemente importante como para no haberse ido de ahí.

—Yo... Mmmm —Sesshomaru inclinó ligeramente la cabeza ¿Tan difícil era hablar con él? —¿Estás utilizando la tablet?

—¿Qué? —preguntó anonadado. Definitivamente no era una pregunta que esperaba.

—Es que... —La niña se veía muy nerviosa, y estaba seguro de que si permanecía más tiempo ahí, se iría corriendo.

—¿Quieres jugar?

Towa levantó la mirada sorprendida. Era exactamente lo que quería.
Sesshomaru se la extendió para que la tomara, causando que la niña sonriera inocentemente.

—Solo tengan cuidado. —Towa se acercó a él y la tomó, aún algo nerviosa —¿Conoces la clave?

—Sí —afirmó la niña.

—¿Puedes ponerla frente a mí? —pidió el hombre. Más que nada para ver cómo la niña utilizaba el aparato, tomando en cuenta que por primera vez, la usaría sin que él la supervisara.

Towa, utilizó el botón y como toda una experta oprimió los números que siempre lo veía poner. "0321". La niña volteo la tablet y se la mostró. En efecto, la había desbloqueado.

—Muy bien —asintió —, puedes llevártela.

La pequeña sonrió como no lo había hecho en mucho tiempo, al menos no para él, y se retiró tras un agradecimiento y una leve reverencia.

La realidad es que Towa, justo como la psicóloga le había dicho, pensaba decirle a su madre que pidiera la tablet, pero al ver que aún estaba bañándose y que Sesshomaru ya la había visto, intentó hacerlo por su cuenta y para su sorpresa, funcionó bien.

Aunque después...

30 minutos, luego de haberles dado el aparato, Towa volvió con él, cabizbaja y más nerviosa que antes. Algo había pasado.

—¿Qué ocurrió?

—Estábamos jugando y... —sus manos empezaron a temblar ligeramente y sus ojos estaban empañados —. Te prometo que fuimos cuidadosas, pero de pronto... Ya no funciona.

Sesshomaru levantó una ceja y extendió la mano para revisarla él mismo. Al principio Towa dudó en dársela, pero terminó por hacerlo.
El hombre presionó el botón de encender repetidas veces y en una de ellas un símbolo apareció en la pantalla.
Con que era eso.

—No pasa nada —expresó levantándose del asiento para adentrarse a la casa, con la niña siguiéndole los pasos —, solo se ha quedado sin batería. —Tomó un cargador que estaba ya conectado en la sala y la enchufó —. Podrán usarla de nuevo cuando haya cargado por completo.

—¿No está dañada?

—No.

Towa soltó aliviada todo el aire de sus pequeños pulmones, tras un largo suspiro.

—Hiciste bien en decirme —elogió, dándole unas pequeñas palmaditas en la cabeza para luego retirarse de regreso a la terraza, perdiéndose aquella bonita y enorme sonrisa que la niña le había dedicado solo a él.
Desde entonces, Towa se veía un poco más optimista cuando Sesshomaru estaba cerca. Aún cautelosa, pero con más disposición a acercarse.

¿Quién diría que una tablet ayudaría tanto?

A pesar del pequeño avance, Rin, seguía sintiéndose intranquila. En una charla con la psicóloga de las niñas, le expresó su molestia al respecto, que no quería que sus hijas se sintieran forzadas de ninguna forma.

"Les tomará tiempo. Deja que tengan su espacio."

Fueron sus únicas palabras, pero Rin seguía sintiéndose insegura con el pasar de los días, especialmente por Setsuna. Towa de cierta forma, se veía más cómoda con Sesshomaru, incluso ahora se acercaba a él para pedirle la tablet, y de vez en cuando, le hacía una que otra de sus preguntas; sin embargo había algo que parecía frenarla, o más bien, alguien.

Rin sabía que mientras Setsuna estuviera así de reacia a convivir con Sesshomaru, Towa mantendría cierta distancia. Ya no era como cuando estaban frente a un extraño, en donde la mayor de las gemelas, ignoraba completamente si su hermana era o no desconfiada. Ahora había sentimientos involucrados, sentimientos fuertes. Towa y Setsuna habían sido heridas por igual, por ende, era natural que siendo la mayor, quisiera avanzar junto a su hermana, lo que ocasionaba que su trato hacia Sesshomaru, fuera muy limitado, a pesar de que se le veía más interesada que antes.
Pensando en las palabras de Midoriko, Rin entonces, tomó una decisión.

—Voy a volver a mi apartamento —dijo decidida en el teléfono, logrando escuchar a Kohaku, quien estaba del otro lado, atragantarse con su bebida.

—¿Qué estás diciendo? —preguntó un tanto alterado —, ¿piensas irte así nada más?

—La psicóloga dijo que las niñas necesitarían espacio, y luego de pensarlo considero que es la mejor opción para todos. No te preocupes —aclaró —, esta noche hablaré con Sesshomaru y le avisaré.

—¿Le avisarás? —cuestionó dudoso.

—Sí, y arreglaré todo para estar lista el lunes. Qué bueno que no puse el departamento en venta. —Kohaku estuvo a punto de responder, pero ella lo interrumpió al ver la hora —. Tengo que ir a buscar a las niñas al colegio. Kohaku, te llamaré después. —Y antes de siquiera escuchar la respuesta, colgó.

La decisión de Rin era muy apresurada y él lo sabía. Intentó decírselo un par de veces durante el día, pero ella era terca como mula. Cuando algo se le metía a la cabeza, era difícil persuadirla de lo contrario. A pesar de su tiempo en convivencia, aún tenía esa costumbre de tomar decisiones por sí misma cuando se sentía desesperada.

...

Esa noche Sesshomaru llegó un tanto cansado. Las cosas se habían complicado en la oficina, generándole un poco de estrés que le dejó un ligero dolor de cabeza. Por suerte había resuelto todo exitosamente, pero sin dudas volver a casa, era lo que más necesitaba.

—¡Bienvenido! —Corrió Rin a recibirlo, dándole un ligero beso en los labios. Definitivamente no importaba qué tan estresante fuera el día, valía la pena si al volver, podía obtener caricias como esa. En el momento en que ella lo miraba sonriente y corría hacia él para besarlo, sus músculos se relajaban de tal manera que era hasta adictivo. Siempre, a su manera, lo hacía sentir en las nubes, hasta que levantó la mirada y notó algo fuera de lugar.

—¿Maletas? —cuestionó cuando vio un par en su sala.

—Ah sí, quería hablar contigo al respecto, pero mejor después de cenar.

Pero Sesshomaru no estaba convencido de ello, así que decidió insistir.

—Rin —la llamó, cuando ella tranquilamente se dirigió a la cocina. Colocó las llaves de su casa sobre la mesa de entrada, junto a su celular y cartera, antes de seguirla — ¿Dime, qué pasa?

—Calma, no es nada malo —expresó tranquila, pero él la miró seriamente, esperando a que ella continuara —. He pensado mucho en todo lo que está pasado y decidí que lo mejor para todos, es que las niñas y yo volvamos por un tiempo a mi apartamento. Ya sabes, para que ellas tengan su espacio y así puedan volver a acostumbrarse a ti.

¿Que no era nada malo, decía?
Sesshomaru quedó completamente pasmado, intentando entender cómo era capaz de decir semejante cosa, sin sentir que sus palabras tuvieran peso alguno.

—¿Y decides eso así nada más? —preguntó esperando encontrar una respuesta con sentido.

—Bueno, claro que te lo iba a comentar —aclaró Rin, confundida por su reacción —, pero pensé que era mejor hablarlo después de comer, debes de tener hambre —agregó, volviendo a restarle importancia.

Realmente ella no lo entendía, ¿verdad?

—Rin —volvió a llamarla —¿Cómo vas a decidir algo así sin siquiera consultarlo conmigo?

—Ya te dije que sí te lo iba a comentar, solo que no quería hacerlo de inmediato, no es tan importante.

—¿Que no es tan importante?, ¿te das cuenta de lo que estás diciendo? —cuestionó, empezando a sentirse algo más que hastiado —¿Piensas llevarte a las niñas así nada más?

La voz de Sesshomaru empezó a elevarse, algo que llamó la atención de las gemelas que jugaban en su habitación, y que guiadas por la curiosidad, decidieron salir para ver qué sucedía.

—Creo que ya te dije la razón, es para darles un tiempo. Ellas necesitan tener su propio espacio y tal vez de esta forma sea más fácil.

—Tener su propio espacio no es llevárselas de la casa, Rin. Eso es solo un paso atrás.

—¿Y cuál es tu solución? Ellas no se sienten cómodas y no quiero obligarlas a quedarse.

—¿Y por eso decidiste que lo mejor era llevártelas?

—¡Son mis hijas!, ¡si lo hago, es por su bien!, ¡porque quiero que todo se solucione!

El tono de voz de ambos empezaba a resonar en todo el apartamento, algo que hizo que ambas niñas, que miraban escondidas la discusión, se sintieran intimidadas.

—¡También son mías, y no estoy de acuerdo con tu decisión!, ¡huir no es parte de la solución!

—¡No estoy huyendo! —exclamó —, ¡solo hago lo que es mejor para ellas, para todos!

—¡¿Y no se te ocurrió que antes podías discutirlo conmigo?!

—¡Pero qué egoísta eres! —explotó Rin, golpeando la mesa con sus puños —, te estoy diciendo que lo estoy haciendo por ellas, porque necesitan su espacio ¿y tú solo te indignas porque no lo discutí contigo? —Sus mejillas estaban rojas, producto de la acalorada discusión —. Independientemente de lo que hubiéramos hablado, la resolución sería la misma. Ellas no te verán como un padre si se quedan aquí, sintiéndose incómodas. Necesitan alejarse un poco, entiéndelo por favor, sino nunca llegaremos a ningún lado.

Sesshomaru entonces, que sentía que la vena de su frente estaba a punto de explotar, tomó una bocanada de aire, intentando calmarse para no seguir en esa discusión, gritándose el uno al otro.

—Tienes razón, esto no llegará a ningún lado —expresó decepcionado. Las palabras que utilizó dejaron a Rin algo confusa. El hombre llevó una de sus manos a su cara y empezó a caminar hacia la sala —. Puedes irte si eso quieres. —Tomó sin pensar sus llaves y se dirigió a la puerta.

—¿A dónde vas? —cuestionó al ver que iba de salida.

—Voy a darte el espacio necesario para que te vayas —abrió la puerta y cruzó el umbral —, y cuando regrese, espero no encontrarte aquí.

—Sesshomaru... —lo llamó, esperando que se detuviera, pero él no lo hizo, al contrario, dio un portazo y desapareció por las escaleras, dejando a Rin completamente pasmada, sin saber cómo reaccionar.


Bueno. Sabíamos que esto no iba a ser fácil. Lamento siempre agregar problemas al asunto jaja, no los dejo descansar.

Prometo subir el siguiente capítulo esta semana (y si puedo trataré de que sean dos).

Mientras tanto, hagamos un juego.

¿Quién creen que tiene la razón en esta discusión?, ¿Sesshomaru o Rin?

Justifiquen su respuesta, jajajaja.

Nos leemos y gracias por el apoyo en sus reviews.