Capítulo 03
—¡Atención niños! El día de hoy, vamos a presentar a un nuevo estudiante.
—¿Un nuevo estudiante?
—¿Un nuevo compañero?
—¿Tendrá algún quirk?
—¿No tendrá uno?
—Niños, niños, no sean de esa manera. No todo en la vida es tener un quirk y ya. Aparte, tenemos al nuevo estudiante con nosotros por lo que será mejor que cotorreen entre ustedes. ¿Quieres presentarte muchacho?
—Oh, eh… bueno… soy Midoriya Izuku y…
—¡¿Tienes algún poder?!
—¡Sí!
—¡¿Qué puedes hacer?!
—Eh… ¿señor?
—¿Mm?
—Creo… creo notar su postura algo rara. ¿Le duele la espalda?
—… un poco. He estado teniendo problemas con ello hace poco y el dinero que gano como profesor no me permite hacerme ver por alguien que…
Ante los ojos de todos, el pequeño Midoriya tomó la mano de este maestro que estaba algo encorvado. Con esto, todos vieron cómo esa aura y destellos envolvía al maestro lo que no solo sorprende al resto de niños presentes sino también al maestro que conforme pasaba los momentos de que era envuelto de aquello, ese dolor de espalda desaparecía y su postura se volvía más y más erguida.
Este maestro abrió sus ojos de manera en shock mientras veía al pequeño niño, presentado como Izuku Midoriya, en lo que pasaba a una mirada inédita para sonreír.
—El dolor… ¡el dolor se fue!
—… tengo poderes curativos —fue lo que dijo entonces el pequeño peli verde mientras miraba al resto de chicos presentes en la clase.
—… gracias por esa presentación —debía salvaguardar las apariencias el maestro. Tosió un par de veces para reganar algo de compostura—. Bueno, espero que él haya satisfecho la curiosidad de todos —algunos estaban asombrados, otros no tanto. Pero el hecho que ahora tienen un compañero nuevo con dicho poder, estaban contentos—. Ve y toma asiento allí —señalaba en la mitad de la clase—. Hoy será un día ligero para ti. Trata de ir de a poco y si tienes dudas, pregunta lo que gustes.
—Gracias, maestro.
El pequeño Midoriya asentía en lo que era mirado por el resto de niños en lo que tomaba asiento en el lugar designado. Era raro para él estas miradas. En niños, claro. No creía que niños pudieran verte de esta manera pero, ¿cómo olvidarse de una sensación como esta? Sea aquí o su vida pasada, todos te mirarán de esta manera. Dudas, curiosidad, asco, es muy normal.
Ya en el lugar asignado y mirando al compañero de banco que iba a tener, que le saludó también, miró al frente y al maestro que ahora se le notaba mucho mejor que antes y con una gran sonrisa, producto de su poder de curación.
Será un gran reto aprender todo de nuevo.
Dos días atrás…
—En serio Inko, no sabes lo mucho que lamento que Katsuki hiciera eso con Izuku…
—N-no, no te preocupes por nada Mitsuki. L-las cosas ahora es-están bien…
—No, en serio. Nunca pensé que mi hijo haría esas cosas con él… a pesar de haber crecido casi juntos… no sé qué pensar sobre mi hijo ahora…
—En serio, no hace falta que te preocupes. Estoy segura que pronto las cosas se solucionarán. Son peleas de niños…
Aunque Inko debe de admitir que pequeñas disputas de niños ya no son si uno termina casi hospitalizado. Se preguntaba cómo terminarían las cosas sin que su hijo no tuviese ese poder de curación. Se sigue preguntando cómo es que lo obtuvo. Pero, su hijo parecía tan feliz y ella misma está tan feliz que no quiso saber.
Silencio algo incómodo ocurrió entre estas dos hermosas madres.
Mitsuki, como se podía esperar por ella, vino para pedir disculpas en nombre de su hijo. No quiso venir. Se negó rotundamente en venir porque no quiere ver a un inútil como lo es Izuku. Suspiraba mentalmente al ver cómo su hijo realmente cambió al desarrollar su particularidad. Más allá de eso, también se enteró de algo.
Mientras tomaban un buen té, Mitsuki terminó su pequeña taza, terminó de dar unos pequeños sorbos, mirando a Inko.
—Escuché por otras madres que piensas cambiar de primaria a Izuku
—Sí —respondió al instante—. Él me pidió eso… —Mitsuki le miró sorprendida. Ella, la madre del pequeño niño explosiones, creyó que era ella, Inko, quien decidió cambiarlo—. Me dijo que quiere empezar de nuevo… y dijo que por más que pueda defenderse de Katsuki, no quiere preocuparme si se lastima o si lo lastima… —también tragó, preocupada por ello. Ella cree que esto son peleas de niños y todo se solucionará pero su hijo es muy terminante con esto—. Por eso asistirá a otra primaria…
—… —ella se lamentaba por esto. Hacía muecas de lástima, pensando en su hijo—. ¿Es un lugar bueno?
—Es un poco lejos de aquí pero tengo entendido que es un buen lugar
—Espero que tu hijo se adapte rápido
—Yo también lo espero…
De nuevo había silencio.
Es complicado de explicar esta situación que están viviendo ambas madres. Una vino a disculparse por su hijo y decirle que el mismo no cometerá actos parecidos o iguales a los anteriores presentados y la otra le revela que cambiará a su hijo a raíz de esto. Es difícil para ambas todo esto y no saben qué hacer en corto.
De mientras, teníamos al pequeño Midoriya que estaba escuchando todo esto. Fue algo muy noble por parte de la madre de Bakugo en venir hasta aquí para pedir disculpas y decir que todo se evitaría por completo. Entiende el papel que juega Mitsuki… o tal vez no. No comprende el sentimiento de madre e hijo pero sí entre hermanos. Un hermano mayor a veces debe bajar la cabeza por culpa de su hermano menor si este comete una tontería. El orgullo de las personas a veces deben dejarse de lado en estos casos y eso hacía esa hermosa madre que estaba viendo en estos momentos en silencio.
Negó.
No perdonaría a ese chico. Sabe muy bien que de volver a verlo, será para problemas. No solo para él sino para su madre y su madre, Inko. No quiere que tampoco baje la cabeza si es que él se defiende y realiza cosas contra otros chicos que le han molestado por no tener ninguna particularidad con antelación.
—¿Madre?
Decidió aparecer. Ambas madres miraron a su dirección.
—¿Hijo? —Inko miró a su hijo sorprendida pero luego, le miró con una gran sonrisa—. ¿Qué sucede?
—¿Qué pasa? —es bueno ser tonto en estos momentos—. ¿Por qué está la madre de Bakugo? —señalando a Mitsuki.
—Solamente vino a hablar conmigo —y de paso, le bajó el dedo a Izuku—. Y señalar a las demás personas está mal —en silencio asintió—. Estamos teniendo una charla de madres.
—Oh —abrió su boca, sorprendido—. Pero, ¿de qué?
—Es cosa de adultos —fue Mitsuki quien dijo esto. Ella reposó su mano en los cabellos del pequeño Midoriya para revolverlo. Este no dijo nada y solo mostraba una molesta cara por ser sacudido de esa manera—. Ya seguro crecerás y podrás tener estas charlas
—Pero mamá dijo que son charlas de madres y yo no puedo ser mamá…
—…
—…
Es un buen punto.
—Cosa de adultos cariño —insistía la mujer de cabello color crema, rubio, marrón muy claro, el color que ustedes quieran pues—. Ya crecerás y seguro serás un excelente adulto y un excelente hombre
—… —sabe muy bien que lo dijo con mucho cariño pero, ¿por qué se sintió incómodo por ello?—. G-gracias…
—¿Puedo preguntarte algo? —miró primero a su madre. Ella asintió. Luego de eso, miró a ella y asintió—. ¿Podrás perdonar a mi hijo?
—… —ah, esta pregunta. Suspiró—. Sólo quiero que él se disculpe primero… y sea sincero.
—¿Sólo eso?
—Sólo eso.
Midoriya sabe perfectamente que eso no va a pasar. Conociendo cómo es y será Bakugo, no se disculpará por nada del mundo. Quizás en el futuro podrá convivir con el más no ser amigos ni nada salvo compañeros puesto que… ¿disculparse? ¿Él? Bah, como si esas cosas pasaran. Por ende está muy seguro que como no pasará, de nuevo lo pensaba, no afectará mucho en su vida.
—Eres un buen niño, Izuku —una vez más, sintió un fuerte frío en su espalda que recorrió toda la misma al escuchar las palabras de esta—. Espero que cuides también de tu madre cuando seas grande
—Haré que sea la madre más feliz del mundo
—Ow, eres una monada. Espero que cuando tengas una novia también la hagas muy feliz…
De reojo miró al lector.
¿Es muy normal que madres digan esto a niños ajenos de 6 años? ¿Es algo muy normal? ¿Sucede siempre? ¿Cómo es la cosa en estos casos?
Lo único que tuvo que hacer fue asentir, apenado por esta pregunta porque en serio le tomó bastante desprevenido.
Actualmente, receso.
Estaba solo.
El resto de niños parecían jugar entre ellos, muy felices. No conoce a nadie por lo que no es preocupante que no juegue. Con saber, de hecho esto es muy normal, que poco a poco será integrado al resto de chicos y tendrá nuevos amigos. Por ende, sólo se limitaba a mirarlos.
Es curioso también puesto que se mostraron, no todos claro, sorprendidos por su particularidad y aun así, nadie se acercaba a él. ¿Importa? No. Aunque una parte de él se muere por que uno de ellos se acerque y le hable, le pregunte más cosas de sus poderes, que mantendrá en secreto de todas maneras, y demás mierdas. No tiene idea de lo que hablan los niños hoy en día, más también en una sociedad como esta. ¿De qué hablarán? Según escuchaba, puramente de héroes, que quieren ser como sus ídolos, como sus figuras que tienen de ellos, muchas otras cosas más.
Los niños a veces son un mundo muy diferente, muy alejados de la realidad… o eso piensa él. No es un niño, es básicamente un hombre que pasa los 30 años dentro del cuerpo de un niño… que mal que suena eso, por Dios. Sólo hay que saber que tiene la mente de un hombre de 30 años, cuerpo de un niño de 6 años. Creo que así suena mejor… ¿no?
—¡Oye! ¡Niño nuevo!
Fue sacado de sus pensamientos.
Miró en dirección por donde provenía la voz. Vio… ¿una chica de color rosa? Sí, cree que era de color rosa. Su cabello también era rosa y llevaba unas antenas en su cabeza. En secreto mostró su sorpresa puesto que la reconoce muy bien, no tanto al chico a su lado.
—…
—¿Qué sucede? ¿No quieres hablar? ¡Venga! ¡Vamos! ¡Seamos amigos!
—… ¿okey? —decía no muy seguro—. …
—Uh, claro, claro. Olvidé de presentarme —llevó su pequeña mano a su pecho, todo con una gran sonrisa—. ¡Yo soy Ashido Mina! —eso ya lo sabía. Se supone que debía conocerla cuando esté dentro de la academia pero aquí está, destrozando un poco los eventos de este anime. Curiosidad le dio si es que esto será representado en un manga a la gente que no vive en un mundo así… o animarlo. Luego de eso, ella señaló al chico a su costado—. ¡Él es Eijiro Kirishima!
—¡Hola!
¿No se supone que ese chico tenía cabello rojo y ojos del mismo color? ¿Está olvidando algo?
Quizás no recuerde para nada esto. El Kirishima frente a él tiene el cabello normal, osea hacia abajo, y de color negro y sus pupilas no tienen color alguno. Él recuerda que era de color rojo tanto el cabello como sus ojos. ¿Había algún error? Lo desconoce. Aun así, reconoce esos dientes con forma de tiburón.
Si habrá visto mujeres en el mundo del anime con ese tipo de dientes y las que habrá dedicado con ellas… algo que no se dirá qué precisamente porque, vamos, ustedes ya lo saben.
—Un… gusto… —debía seguía el juego a la situación. Cuando vuelva a casa, podrá estar sorprendido por este hecho—. …
—¡Ven! ¡Vamos a jugar con el resto de chicos! —señalaba Mina con una sonrisa en lo que tomaba de la mano a Midoriya—. ¡Nos falta un doctor y tu quirk nos viene muy bien!
Ah, así que por eso se acercó ella a hablarle.
Por un momento se sintió el protagonista de un anime… a ver, lo es pero al mismo tiempo no… es y no es… ustedes entienden. Pero a veces, la realidad puede ser demasiado decepcionante.
Horas después, departamento Midoriya
—¿Lo dices en serio?
—Sí… mamá. Hice muchos amigos en este primer día. Fue… fue divertido.
—¿Todos fueron amables contigo?
—Sí, lo fueron. Creo que se debe a mi particularidad. Muchos chicos que se lastimaban jugando veían a mí y pedían casi llorando que les cure… fue divertido.
—Me alegra saber que te hayas divertido y que todo haya salido muy bien.
Inko estaba preocupada porque él no quiso hablar en el trayecto a casa. Era un viaje largo y quería saber mucho de su parte. No quiso decir nada porque estaba un poco cansado. Durmió en el trayecto en sus brazos. Parecía a veces actuar muy maduro para su edad pero sigue siendo un lindo niño. Ya en el departamento, este parecía tener ánimos de querer contarle sobre cómo le fue.
—…
—¿Mamá?
—Oh, perdona hijo. Solamente pienso la felicidad que me trae verte sonreír de esa manera —una vez más, como era de ella, lloró un poco para abrazarlo. El pequeño ya no se molestaba por este accionar de su madre. Se acostumbró rápido en ese sentido. No correspondió porque apretaba con fuerza—. Realmente me haces muy feliz, hijo. Espero que puedas hacer más y más amigos…
—N-no… —Inko supo al instante que lo estaba más o menos matando con el abrazo. Lo bajó para dejarle respirar, dándole unas palmadas en la espalda, así como limpiar un poco su atuendo actual que era todavía el de la primaria—. …y sí, yo también espero eso.
Cuarto de Midoriya
Fue un día normal para él.
Si bien tuvo la chance de conocer a dos de los que en el futuro serán sus compañeros en la escuela de héroes, también conoció gente buena. Son niños, sí. Eso no quita que en el futuro estos no sean incluso amigos. No tiene recuerdos de estos por lo que es muy seguro que ninguno termine entrando a la escuela.
Pero, ahora en su cuarto y tranquilo, quería familiarizarse con su pequeño poder.
Estamos en el tercer capítulo, no hay manera de guardar el secreto del poder que acaba de obtener gracias a venir a este mundo y por lo tanto, se va a decir… además, el autor tampoco es que sea muy bueno aguantando este hecho.
El ángel, él por ser un fan de Star Wars, le brindó un poder único y que más o menos ha querido experimentar desde siempre. Era fan de muchas cosas pero de esto, es algo que siempre quiso, además de encontrar interesante el hecho de manejar cosas por medio de la Fuerza.
Sí, le dio el poder que los Jedis pueden sentir, que pueden usar, sea tanto para el bien como para el mal… aunque él no se inclina por ese lado… de momento.
Tenía una forma de poder curar a la gente por medio de este poder. Hoy casi sufre un desmayo por tener que curar a los niños. Se lastimaban para que él les cure. No tiene un gran control de cuánto puede usar. Sabe que curó a más de 10 chicos y casi que se desmayaba. No sabe qué cantidad tiene en sí pero puede hacer un estimado con lo de hoy. Eran heridas, raspones muy leves. Si llegasen a ser heridas mortales, primero que duda si puede hacer algo. Segundo, no sabe si su cuerpo o la Fuerza que él posea sea suficiente o aguante tanto. Por otro lado, saliendo de lo que son los poderes curativos, había experimentado el poder de mover cosas a través de la Fuerza y que, por mera curiosidad, había fijado su vista en algunas cosas del cuarto, las numerosas figuras de acción, que pueden ser muñecas para cualquiera, y trató de mover algo. No hubo resultado. Suspiró ante esto.
¿Esto sería fácil?
No.
Normalmente, cualquier niño a esta edad, en el mundo de Star Wars, que pudiera sentir la Fuerza, que tuviese algo de eso dentro, que fuera uno con la misma, es normal. Para eso se entrenaban a pequeños niños capaces de poder sentir dicho poder para convertirlos en grandes Jedis en el futuro… pero hay un detalle. El detalle es que ellos tenían, tuvieron maestros que les enseñaban todo lo que había que saber. ¿Él? Puede investigar cosas en internet de cómo se puede manejar… pero sabe también que eso no sirve de mucho. No había alguien en este mundo que fuera capaz de controlar algo como lo que tiene él. ¿Había parecidos? Cree que no. Bajaba sus hombros.
—Yo también acepto algo así —se tomaba de sus hermosos cabellos verdes, con un estilo a un brócoli, en lo que miraba derrotado las cosas—. …Roma no se construyó en un día… —era lo único que podía decirse. Al menos con el entrenamiento, auto entrenamiento por falta de un maestro, de la Fuerza, podrá alargar su ciclo de vida. Puede que supere los 100 años de edad y recién ahí empiece a envejecer—. …¿cómo era que hacían? Meditaban…
Midoriya retrocedió hasta el centro de su cuarto. Tomó algunos muñecos suyos, figuras de acción, para ponerlos a unos cuantos centímetros frente de él. Usó la típica pose de meditación, cerrando sus ojos, tratando de concentrarse en dichas figuras. Trató de recordar lo que sabe de este poder y de cómo puede manifestarse. Con sus ojos cerrados y algo concentrado, la Fuerza es aquello que está presente en todos los seres vivos, en la vida orgánica, es lo que nos rodea, lo que podemos a veces ver, a veces sentir, a veces experimentar, a veces tocar. La Fuerza es lo que en cierta manera une a todos por igual… es algo espiritual, algo que puede ser considerado por Dioses aquellos que la experimentan, solo siendo muy pocos los privilegiados…
Podía sentir los objetos adelante suyo. Eran objetos inanimados pero podía más o menos sacar un estimado de su localización. No solo eso, con esta concentración suya sobre la vida, podía sentir también a alguien fuera. Era su madre, posiblemente. La Fuerza en ella, dudando enormemente que ella pueda usarlo como él lo hace ahora, es grande. Eso significa que está viva y muy bien… y así debe ser. Quería, centrándonos de nuevo en las figuras, hacer que flotasen pero por más que hiciese todo lo posible, no había forma.
Ahora sí que necesitaba un buen maestro para esto.
De mientras, Inko estaba pensando qué hacer ahora mismo. Había limpiado todo. Se aseguró que la casa estuviese en óptimas condiciones. Habló con su esposo que está en el extranjero por cuestiones de trabajo. Le contó sobre su hijo y que tiene poderes despertados. Costó convencerle pero luego de un rato, le creyó. Estaba demasiado contento. Es algo para estarlo. Ahora piensa en esto y su hijo seguro en el futuro será un gran apoyo para la gente.
Recordó Inko que debía decirle a su hijo que viniera porque tenía que hablar con su padre. Tuvo que colgar porque tenía que hacer algo importante. Por ende, fue con una sonrisa enorme para abrir la puerta de cuarto de su hijo.
—¿Hijo? —entraba como si nada, sin tocar. Porque eso es lo que las madres hacen—. Tu padre quiere hablar contigo y… ¡OH POR DIOS!
Entrar al cuarto de tu hijo para ver cómo estaba flotando en el aire, encima de eso estaba dando vueltas lentamente con sus ojos cerrados, moviendo también sus figuras de acción que estaban igual que él. Se asustó de pensar que la casa ahora estaba embrujada y con dicho grito que había dado, logró entorpecer la meditación de Midoriya que abrió sus ojos muy sorprendido por ese grito y como estaba dando giros y quedó de cabeza, cayó al suelo… con la cabeza.
3 dorilocos después…
—¡Tengo que llamar a un caza fantasmas! ¡Nuestra casa está embrujada!
—¡No es así mamá!
—¡Sí! ¡Yo sé lo que vi! ¡Estabas flotando en el aire como el resto de tus cosas!
—¡No…! ¿El resto de cosas flotaban?
—¡Sí! No solo tú hijo, ¡casi todas tus figuras estaban flotando!
—… ¿lo conseguí? —no puede estar seguro de ello. Lo único que sabe era que había logrado concentrarse lo suficiente, más o menos, como para que las dos figuras que había tomado flotasen. ¿El resto? Sonaba imposible. Quizás su madre estaba exagerando. Negó para luego presionar el teléfono de la casa para colgar la llamada. Su madre le miró muy sorprendida, casi llorando… de nuevo. ¿Cómo era que podía llorar tanto esta mujer?—. Mamá, mamá… que también tengo otro poder…
—¡¿Otro poder?!
—Sí… no sé pero creo que se relaciona con el anterior ¿sabes? —decía un poco complicado. Es difícil de explicar. Habrá gente que, si es que realmente logra entrenar lo suficiente esto, verá lo que puede hacer con la Fuerza, curar, mover cosas con dicho poder, ayudar a los demás con escudos que les puedan defender, aumentar sus velocidades… todos pensarán que tiene como 10 quirks pero no es así. Su madre, obvio, estaba incrédula de nuevo—. Eh, no sé si funcione pero, mira…
Según comprende esto de su poder y de lo que ha visto en películas y ha leído en libros y demás, extendió su brazo, con la palma abierta, apuntando a la sala, apuntando a la mesa, apuntando al centro de mesa mismo para atraerlo.
¿Qué sucedió?
Entendió un poco mal todo.
Al haber hecho eso, en vez de atraer todo, lo que generó fue una fuerte onda que empujó todo lo que había en la sala contra la pared del departamento, el balcón del mismo, volando casi todo afuera lo que ocasionó destrozar dicha pared… además de la mesa, sillas, sofá, televisión… cayendo por la nueva ventana de la casa.
—…
—…
—…
—…
Izuku e Inko se quedaron congelados, más que nada el primero porque no buscaba hacer eso, abriendo sus ojos de par en par y mirando de reojo a su madre que del shock, terminó desmayada.
Izuku retrajo su brazo. Miró a su madre. Se sentó a un costado de ella. Cerró sus ojos. Pudo sentir que está viva. Se aseguró por si acaso. Está bien. Ver eso, y no le culpa, le hizo que se desmaye. Pero, más importante, voló una parte de la sala del departamento fuera del edificio… atrayendo posiblemente una atención innecesaria de los vecinos, de muchas otras personas…
—… creo que la acabo de cagar…
Efectivamente, Midoriya… la cagó.
