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Disclaimer: Naruto no me pertenece, de lo contrario el NejiTen sería oficial
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Disfruten la lectura.
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Capítulo 17.
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Presionó el botón para activar las luces estacionarias del auto antes de detenerse junto a la acera, agradeciendo porque aunque era invierno no estaba nevando ese día, aunque la temperatura estaba bastante baja y solo por eso no había quitado aún los seguros para abrir las puertas.
- Te veré pasado mañana en la noche — dijo Gaara tras rozar sus labios a modo de despedida
- Que tengas un buen viaje — musitó quitando los seguros y sonrió al verlo bajarse, viendo que ahora él abría la puerta de atrás y se inclinaba hacia Yumiko
- ¿Te portarás bien?
- No te vayas, papi — ella se mordió el labio sin que él lo notara, le seguía siendo extraño que su hija le dijera de esa forma al pelirrojo
- Solo serán 2 días, te traeré algo — le dio un beso en la coronilla a Yumiko — las amo — volvió a despedirse, tomando la maleta que estaba en el suelo detrás de la silla del copiloto y dar la vuelta, acercándose a la ventana de ella. Por lo que bajó el vidrio y contuvo sus ganas de tiritar por el viento helado
- Me harás falta — admitió tras un nuevo beso
- Y tú a mí — ella sonrió para no verse triste — te aviso cuando llegue — fue la despedida ahora sí del todo, Gaara se separó y cruzó hacia la estación del tren
Ella esperó un poco hasta que lo vio ingresar, subiendo los vidrios antes de apagar las luces estacionarias y volver a unirse al tráfico normal, ahora en camino a la cita con el pediatra y posteriormente a dejar a su hija en el jardín infantil. En la parte trasera Yumiko tarareaba desde su silla especial la melodía que sonaba en la radio.
Siempre le gustaba escuchar al pediatra decirle que su hija era una niña sana y que estaba nivelada con los niños de su edad, de hecho desde que había cumplido los 2 años ya podía verla en el percentil adecuado para su edad real y no para la edad corregida. Del consultorio salió para regresar al auto y ahora ir hacia el jardín en el que estudiaba su pequeña.
Cuando estuvo sola en el auto, pensó en Gaara, en su relación hasta el momento. La semana anterior habían celebrado el cumpleaños 27 de él, o sea que 2 años atrás había sido esa tarde cuando él intentó besarla y eran casi 2 años desde que ellos habían empezado su noviazgo. Sonrió para sí misma, una relación que iba muy bien.
Apenas si llevaban unas semanas saliendo cuando él le había presentado a su familia. Rasa, su suegro, les había dado la bienvenida con alegría mostrándose feliz porque entre todas las mujeres posibles Gaara hubiera elegido una que también era japonesa, aunque ella nunca aclaró que era casi una exiliada. El hombre también había jugueteado con Yumiko durante la tarde, diciendo que era importante que la pequeña aprendiera japonés porque a futuro podrían ir todos de viaje a su país natal. Luego había estado quejándose luego porque ni Temari ni Kankuro le habían dado ningún nieto hasta el momento, a lo que los hermanos del pelirrojo habían rodado los ojos.
Eso no había sido un buen primer paso con su familia política, con excepción del padre de estos, a los hermanos de su novio todavía los veía algo reacios a interactuar mucho con su hija. No es que dijera que las tratarán mal, siempre las tenían en cuenta en las reuniones familiares y en más de una ocasión había salido de compras con su cuñada.
A quien definitivamente veía algo apático era a Kankuro, y no ayudaba en la relación con su cuñado el hecho que Yumiko le dijera papá a Gaara. Y todo se debía al hecho que el pelirrojo había entrado a sus vidas justo cuando su hija estaba aprendiendo a hablar. Ella la había corregido la primera vez que le dijo de esa forma al pelirrojo, pero él solo había sonreído y dicho que no tenía problema en que le dijera así. Y así se había quedado, lo cuál a veces le daba una sensación extraña, pero a la vez le gustaba ver ambos se habían vuelto tan cercanos. Ver cómo se llevaban Gaara y Yumiko le recordaba la relación que ella misma había tenido con su padre, jamás había visto a su novio despreciar a su pequeña, siempre hacía planes que las incluyeran a ambas.
Estacionó en el College y se dirigió al salón, iba un poco tarde para su primera clase del día, pero le había avisado al profesor la clase anterior al respecto. Cuando estaba por salir sintió su teléfono vibrar, revisándolo disimuladamente para comprobar que era un mensaje de Gaara diciéndole que ya había llegado a su trabajo.
Su siguiente clase era el seminario de Narrativa, era la tercera materia en los 8 cuatrimestres que llevaba de su carrera que era dictada por Kankuro. Mientras esperaba en el salón que el hombre llegara, le contestó a su novio, guardando el teléfono en cuanto su cuñado entró. Esos ojos oscuros rara vez la veían con aprecio, pero el enojo en su expresión había aumentado desde principios de enero cuando Gaara había aceptado una mejor oferta laboral y ya no trabajaba para el College. Ella no había estado involucrada en su decisión, tan solo le había dicho a su novio que lo apoyaría en su elección y el pelirrojo después de pensarlo unos días dijo que aceptaría.
Era una importante empresa con presencia por toda la provincia, lo que implicaría que cada tanto su novio tendría que viajar por un par de días para ir a visitar las otras sedes, era el único punto negativo, pero el salario sería el doble del que tenía en el College y tenía mejor futuro en cuanto a poder crecer dentro de la compañía, porque luego de los años que llevaba en el lugar decía que se sentía algo estancado.
Así que ese era su segundo viaje, en el anterior apenas había estado 1 noche afuera, en ese iban a ser 2 y había optado por tomar el tren por comodidad. Según él así no se estresaría por el tráfico a la entrada y salida de Toronto, y una vez en la ciudad a la que era enviado difícilmente saldría de la oficina, por lo que ir en su propio auto no era necesario.
Por su parte conservaba su trabajo en la biblioteca, admitiendo que entendía a Kankuro en lo de no gustarle que Gaara ya no trabajara allí, a ella también le hacía falta ir cada tanto al área de sistemas con la excusa que el software no servía y pasar la tarde al lado de su novio. Saliendo luego hacia el departamento en el que oficialmente no vivían juntos, pero el pelirrojo pasaba casi todas las noches allí.
Ajustó su abrigó antes de regresar a su auto, era la hora de ir por su hija e irse para su departamento. Se había mudado al tercer piso de la misma casa donde vivía desde que había llegado a vivir a Canadá, la diferencia es que el lugar tenía 2 habitaciones por lo que en la habitación de su hija ella había hecho un hermoso mural. La parte para la sala y el comedor también era mucho más amplia, recordándole ligeramente su propio departamento en el otro país en el que ya no pensaba más que cuando hablaba con su suegro.
El lugar era algo justo teniendo en cuenta que Gaara prácticamente vivía con ellas, pero de momento no le parecía necesario conseguir algo más, si todo iba bien para finales de agosto iba a terminar su carrera y ya cuando estuviera trabajando a tiempo completo buscaría otro departamento, probablemente podría hablar con su novio para elegir algo entre los dos.
Sonrió para sí misma, le gustaba como sonaba eso.
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Para su segundo aniversario Gaara la invitó a almorzar un hermoso restaurante a las afueras de la ciudad, ella había mandado a hacer un juego de bufanda, gorro y guantes bordados en el color favorito de él, le gustaría haberle hecho algo personalizado, pero no tenía mucho tiempo libre y al casi vivir juntos le era difícil esconderlo. La persona le dijo que había tenido un percance y se lo entregaría unos días después, por lo que ella ya se había excusado en que su regalo estaba retrasado.
Cuando salieron del restaurante se fueron a un lago que quedaba por el camino, habían dejado los patines pero eso no les impidió deslizarse un rato sobre el hielo con sus zapatos invernales. Era una pena que Yumiko no los hubiera acompañado, pero obviamente esa era una pequeña celebración de ellos como pareja y ya luego seguirían con sus planes familiares.
Antes que el sol empezara a descender, ellos se encaminaron al auto, hacía frío y no querían ganarse una hipotermia. Ella iba adelante cuando sintió que Gaara tiraba de su mano, por lo que se detuvo y se giró, quedando ahora congelada por la imagen ante ella.
- Tenten — el pelirrojo estaba arrodillado en el duro hielo, con una pequeña caja entre la que había un anillo — no sé si es precipitado, pero sé que lo he pensado mucho... — ella sintió su respiración acelerarse — te amo, quiero que seamos una familia y pasar el resto de mi vida contigo... ¿quieres casarte conmigo?
- ¿Por qué? — fue su respuesta ante las palabras elegidas para hacer la propuesta, él se vio contrariado
- Porque te amo — aclaró él — estoy seguro que quiero formar una familia contigo, que envejezcamos juntos...
- Una familia — murmuró ella para sí misma — ¿hablas de hijos? — necesitaba saber si a eso se refería
- Puede ser, no ahora, claramente — Gaara se puso de pie al ver que ella había dado un paso atrás — Tenten... — ella sentía que iba a hiperventilar — podemos hablarlo más adelante, en un par de años cuando Yumiko esté más grande
- Tú quieres tener hijos — dijo sintiendo que le era imposible respirar, a la vez que una lágrima se resbalaba por su mejilla — lo siento
Había corrido, primero hacia el auto y luego se había ido a varios metros de allí, estaban en medio de la nada y al no haber pensado que la salida terminaría de esa forma ella no tenía su propio vehículo. Se sentó en el suelo ligeramente escondida por un árbol y lloró amargamente. Ella amaba a Gaara, estaba segura, pero solo en ese momento recordaba las palabras que le habían dicho en el hospital cuando Yumiko había nacido. Esas palabras a las que ella no les dio importancia porque las consideraba irrelevantes en ese entonces, pero ahora retumbaban en su cabeza una y otra vez. Era algo que jamás le había dicho a nadie.
No supo cuánto tiempo estuvo llorando, tan solo que el sol ahora sí se estaba ocultando y ella tiritaba. Se puso de pie y buscó en su teléfono la opción de pedir un taxi o algo que pudiera llevarla a su departamento, notando entonces que Gaara todavía estaba ahí, sentado en el capó del auto viendo a la nada.
- No te iba a dejar aquí — dijo sin verla y ella dudó por un momento — vamos, es tarde
Ella agachó la cabeza antes de subirse al auto, el ambiente entre ellos se sentía pesado e incómodo y no era para menos. El pelirrojo no decía nada, ella tampoco quería conversar de cualquier cosa solo por romper el silencio, era una propuesta de matrimonio lo que acababa de pasar y terminar de forma catastrófica.
- Gaara, yo... — empezó cuando él estacionó frente a su departamento — no te dije que no, es solo que...
- Está bien
- No, no lo está — no le parecía el momento para que él jugara su papel usual de lucir impasible — no está nada bien, pero... es solo que no puedo aceptar
- ¿Estás casada? — sabía que su insinuación era hacia el progenitor de Yumiko
- No, jamás te ocultaría algo así... pero sí te he ocultado algo y es el motivo por el que no puedo casarme contigo — ella respiró profundo — son 2 cosas para ser más específica
- Creí que confiabas en mí
- Lo hago, lo hago — ella extendió la mano para posarla en su brazo, pero la retiró de una vez — y de verdad te amo, pero... — ahora fue su teléfono el que la interrumpió. Era Sakura, quien estaba siendo la niñera de Yumiko, por lo que le escribió un mensaje para confirmarle que ya había llegado pero que subiría en unos minutos — ¿recuerdas lo que te dije sobre el hombre con el que engendré a Yumiko?
- ¿Que no estaba listo para ser padre?
- Sí, sobre eso... la verdad es que él ni siquiera sabe que tiene una hija, es algo complicado, pero... nunca le dije que estaba embarazada, tampoco voy a hacerlo — se mordió el labio, a pesar que cada tanto despertaba asustada al tener la pesadilla de lo que había pasado tiempo atrás y que Gaara a veces la calmara, la realidad es que nunca le había contado lo ocurrido ni a él ni a nadie. No era capaz de decirlo en voz alta, y en ese momento no se sentía preparada para hacerlo — su familia me pidió que no le contara, él... él es unos meses menor que yo y... — le sabía mal decirle algo que no era la completa verdad — bueno, su familia me paga para que nunca le diga respecto a Yumiko ni lo busque para pedirle nada
- ¿Qué?
- Es complicado, es una familia muy rica e importante y... bueno, no querían que mi hija hiciera parte de su familia, fue por eso que llegué a vivir aquí — buscó en su bolso, casualmente tenía allí el cheque de ese mes que iba a ir a consignar al día siguiente, por lo que se lo mostró — cada mes me envían dinero, al principio eran mi única forma de subsistir, pero he estado ahorrando lo que gano en la biblioteca por lo que tan pronto me gradúe y pueda trabajar a tiempo completo dejaré de cobrarlos, nunca he querido nada de ellos... eso es lo primero que te he ocultado
- ¿Qué es lo segundo?
- Es... tiene que ver con lo que dijiste de formar una familia...
- No creo que lo que me acabas de decir sea realmente un problema, aunque admito que no me agrada que me lo hayas ocultado — él estaba serio — tampoco te estoy diciendo que dejes de estudiar y tengamos ya un hijo, sabes que adoro a Yumiko... podemos irlo viendo mucho más adelante, tal vez...
- No — aclaró con dolor — no podemos, Gaara, yo... — tuvo que respirar profundo para poder darse impulso y seguir hablando — yo ya no puedo tener hijos — vio sus ojos turquesa abrirse por completo — él doctor me lo dijo cuando nació Yumiko, hubo una complicación en la cesárea, nunca entendí muchos de los temas médicos, pero... en ese momento no me importó y no pregunté nada más, solo me importaba que mi bebé estuviera sana, sin embargo ahora...
- Tenten...
- No, no digas que está bien — pidió — dijiste que quieres formar una familia, si bien no es ya mismo, quieres tener hijos a futuro y... y lamentablemente yo no soy una mujer que pueda dártelos — limpió una lágrima — no es algo que puedas tomar a la ligera, tampoco puedo ser egoísta y ocultarte la verdad, si quieres tener hijos debes buscar una mujer con la que sí puedas hacerlo
- Eso...
- Te amo, te juro que te amo... pero no puedo hacerte esto, no puedo aceptar casarme contigo cuando sé que no podré hacerte feliz — un hipido se le escapó, debía irse — ahora sabes la verdad sobre mí, siento mucho no habértelo dicho antes — soltó el cinturón de seguridad y abrió la puerta, pero antes de bajarse se estiró para besar su mejilla — si las cosas fueran diferentes, te habría dicho que sí — susurró
No esperó que él dijera nada más, se bajó del vehículo y corrió a las escaleras. Cuando estaba buscando las llaves para abrir la puerta escuchó el auto ser encendido y cómo se alejaba. Por lo que solo entró y se derrumbó junto a la puerta, sintiendo de nuevo sus lágrimas correr sin control por sus mejillas.
Sakura la había confortado, tratando que dejara de llorar porque su hija estaba alterada al verla de esa forma. Ella había limpiado sus mejillas para luego abrazar a Yumiko, buscando la calma en su pequeña, debía recordarse que todo lo que hacía, lo hacía por ella y era su verdadera prioridad.
La semana de lectura había empezado, por lo que ella había refunfuñado en su mente, si fuera una semana normal habría podido entretenerse entre sus clases y su trabajo para no pensar en el vacío que sentía en su pecho. En el hecho que su relación había terminado, aunque Gaara no lo hubiera dicho directamente, pero ¿qué hombre podía seguir una relación luego de una propuesta de matrimonio fallida? Ella misma le había dicho que buscara otra mujer, pero no por eso dolía menos.
El lunes en la noche había caído en la tentación de hablarle, de saludarlo por medio de un mensaje porque ingenuamente creía que si él no le había terminado oficialmente significaba que de alguna manera podrían encontrar la forma de salvar su relación. Para el martes ante la falta de respuesta se había dicho que no, era obvio que ya no eran una pareja y ella debía cumplir lo de soltarlo, dejarlo ir para que fuera feliz con una mujer que sí le diera la familia que él quería. El miércoles había soltado una maldición en voz baja cuando recibió el regalo que había mandado a hacer para Gaara por su aniversario, optando solo por dejarlo en el armario y olvidarse que existía.
El jueves seguía revisando su teléfono sin saber exactamente qué esperaba, no había tenido ninguna señal de vida del pelirrojo, entendía lo que eso significaba, pero la ausencia igual dolía. Ni siquiera en sus primeros meses en Canadá se había sentido de esa forma, en ese entonces se había aferrado a su nonata, a dejar de lado sus fantasías y ser fuerte para llevar su embarazo. Ahora se repetía que tenía aferrarse a lo mismo, a su hija.
- Mami — ellas estaban sentadas almorzando — ¿en dónde está papi?
- En... — tuvo que pasar saliva pesado — está trabajando, cariño
Era un buen momento para volver a odiarse a sí misma por haber dejado que su hija le dijera de esa forma a Gaara, pero siempre lo había visto a él tan feliz porque Yumiko le dijera así que no se opuso. Y ahora además de lograr sobrellevar su propio duelo por su relación, tenía que sumarle a sus pendientes el explicarle a su hija que el pelirrojo jamás había sido su padre y que no regresaría.
El viernes ya había terminado todos sus pendientes del College, por lo que había recorrido su departamento antes de decidir que saldrían porque no soportaba estar allí encerrada, en su armario no solamente estaba el regalo que no le había entregado sino que también había ropa de él, en la alacena podía ver varios alimentos que cuando iban juntos al supermercado compraban por él, en la sala había colgada una foto de ellos 3... necesitaba que el lunes llegara pronto para poder ocupar su cabeza en algo más, sabía que era solo cuestión de tiempo para que dejara de doler.
El domingo estaba un poco más calmada, aunque el día anterior había caído de nuevo en la tentación y esta vez lo había llamado, siendo enviada directamente al buzón de voz. Lo que más la lastimaba era que Gaara simplemente hubiera decidido desaparecer, de alguna forma sentía que si la hubiera gritado o le hubiera dicho que la odiaba al menos habría demostrado un sentimiento. No ese horrible y odioso silencio.
Después del almuerzo Yumiko había bostezado, así que ella la había llevado a la cama para que tomara su siesta, recostándose a su lado hasta que la vio quedarse dormida. Eran solamente ellas de nuevo, y no lo veía como un reto, después de todo era su hija y sabía que siempre estaría dispuesta a hacer todo lo que hiciera falta por ella.
Le era imposible pensar en estar con alguien más de nuevo, con tener una nueva relación a futuro. Mucho menos si tenía en cuenta lo rápido que había avanzado todo con Gaara, porque la misma noche que habían tenido su primer beso se habían acostado, y al día siguiente tras ese desayuno juntos habían acordado que su noviazgo había empezado precisamente desde el segundo en que ella lo besó. Casi desde el principio también él había empezado a quedarse en el departamento, durmiendo juntos en el sofá cama hasta que ella se había mudado, también había conocido a su familia apenas unas semanas después. En retrospectiva parecía apresurado, pero la realidad es que siempre se había sentido casi natural la forma en que todo se fue dando.
Estar en la cama junto a su hija no hacía nada por aplacar los pensamientos de su cabeza, por lo que se levantó para irse a la cocina, lavando los pocos trastes sucios y luego revisando el refrigerador para decidir qué sería la merienda y posteriormente la cena. Estaba empezando a picar un tomate cuando escuchó unos golpes en la puerta, al abrir se quedó inmóvil al verlo allí de pie porque él tenía llaves.
- Hola — fue Gaara quien saludó primero
- Hola — contestó ella finalmente en voz baja — sigue — se hizo a un lado para que él pudiera pasar — supongo que... — "vienes por tus cosas", completó en su cabeza, de ahí que hubiera tocado en lugar de entrar como normalmente hacía y que tampoco la hubiera besado al saludarla, pero no había sido capaz de pronunciar la frase completa
- Lo siento por no haber llamado antes, mi teléfono murió la semana pasada y... — explicó él sin terminar la frase
- Está bien — fue su turno de tratar de lucir tranquila — estoy haciendo la merienda de Yumiko ¿quieres café?
- Sí, gracias — ella asintió, regresando a la cocina. Centró su atención en llenar la tetera y luego ponerla al fuego — Tenten — escuchó que él la llamaba, aunque sonaba cerca, por lo que se giró para ver qué pasaba — ¿quieres casarte conmigo?
- ¿Qué? — fue su primera reacción, incapaz de procesar que de nuevo lo veía arrodillado frente a ella con la pequeña caja mostrando el anillo
- Sé lo que me vas a decir, y no me importa — él sacó el anillo — tú eres mi familia, Yumiko y tú lo son... ya tenemos una hija
- ¿Hablas en serio?
- Dijiste que me dirías que sí si las cosas fueran diferentes, lo pensé toda la semana y estoy totalmente seguro que no me importa lo que dijiste, quiero pasar el resto de mi vida contigo
- ¡Sí! — fue casi un grito a la vez que se agachaba para poder besarlo. Ella también estaba segura de querer pasar el resto de su vida con él.
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No quería levantarse, eso era un hecho. Se había despertado alrededor de media hora atrás, pero estaba muy cómodo y no tenía la mínima intención de moverse de esa cama a menos que fuera obligatorio. En todo ese tiempo se había dedicado a ver a la castaña a su lado, su prometida, la mujer que la tarde anterior le había dicho que sí se casaría con él.
Fue entonces cuando la alarma de ella sonó, a lo que la escuchó musitar algo de mala gana antes de dar un manotazo a la mesa de noche para que el aparato se callara por un momento, pero volvería a sonar 10 minutos después. Tenten siempre posponía la alarma 1 vez, buscando sus brazos para guarecerse en estos hasta que volviera a sonar. Era increíble lo mucho que había extrañado despertar de esa forma durante la semana que había estado fuera.
- Es injusto, quiero tener vacaciones de verdad — se quejó la castaña cuando la alarma volvió a sonar
- Podemos hacerlo el otro año, ya habrás terminado tus estudios y yo podré pedir vacaciones en mi nuevo trabajo — propuso y ella sonrió — podría ser también nuestra luna de miel
- Luna de miel... me encanta como suena eso — él sonrió también — aunque me gustaría una boda en primavera — ahora él enarcó una ceja y la vio sonrojarse — no estoy diciendo que la ceremonia sea en un par de meses, ni...
- Hablaremos de la fecha en la noche, se te hará tarde para tus clases — Tenten hizo un puchero — yo despertaré a Yumiko
- Gracias
Ese era el concepto de ser obligatorio salir de la cama, que su prometida se levantara y que él fuera a tratar de despertar a su hija. Yumiko tenía un sueño pesado, aunque una vez se levantaba se volvía bastante activa y se veía llena de energía. Antes de entrar al dormitorio de la niña fue a la cocina, poniendo la tetera al fuego para adelantar algo del desayuno.
- Yumiko — dijo sacudiéndola ligeramente — despierta, Yumiko — tal y como la madre, la escuchó balbucear algo antes de darse la vuelta — Yumiko, es hora de levantarse
- 5 minutos más, papi — él sonrió de lado, le gustaba que le dijera de esa forma
- Me comeré tu cereal si no estás lista a tiempo para desayunar
Eso logró el objetivo, que la versión miniatura de la castaña se sentara en la cama y bostezara. Todavía adormilada y con sus ojos claros entrecerrados la vio ir al baño, por lo que él tendió la cama y buscó en los cajones la ropa para ese día, dejando las prendas sobre la cama. Tenten se asomó a tiempo en la habitación infantil para llevarse a Yumiko a la ducha, así que él regresó a la cocina. De la alacena sacó una bolsa de su té favorito y preparó un café muy cargado para la castaña.
Ya que había mencionado el cereal, lo dejó en el comedor junto a la leche, troceando unas fresas y luego dejó ese plato también con lo demás, ese sería el desayuno de Yumiko. Para Tenten y él hizo huevos revueltos con pan tostado, en todo el proceso había notado que había varios faltantes en la alacena, y ya que tenía el día libre podría ir esa tarde al supermercado.
Su auto tenía instalada la silla especial para Yumiko, por lo que se ofreció a llevarlas y recogerlas, no tenía planes para ese día. Así que todos se subieron al vehículo, escuchando a la menor tararear desde la parte trasera, siendo la primera parada el jardín infantil. En el College se despidió de Tenten con un beso, ya le había dicho que además de ir al supermercado iría a comprar un nuevo teléfono y le avisaría tan pronto lo tuviera.
Antes de arrancar había visto a Kankuro, quien claramente estaba molesto porque él se hubiera prácticamente desaparecido por 1 semana. Ya bastante le reprochaba su hermano su cambio de trabajo, su relación con Tenten y ahora su tiempo incomunicado. Claro que su familia había sabido que de su trabajo había surgido un contratiempo y había tenido que viajar de improviso, también había pasado primero con ellos al regresar antes de ir a buscar a Tenten para volver a proponerle matrimonio. Así que Kankuro le había dicho que más le valía pasar a almorzar a la casa ese día, por lo que su día libre ahora estaba ocupado.
Obviamente le había sentado mal que Tenten rechazara su propuesta de matrimonio, aunque había quedado confundido porque no tenía sentido la forma en que ella había llorado tras negarse. También le había costado procesar la información que ella le había dado, no lo del dinero que recibía por una razón extraña, eso le era irrelevante y no iba a pensar en el hombre que no sabía que era padre. Lo que no podía creer al principio era lo relacionado a que la castaña no podía tener hijos.
Esa era una conversación que ellos no habían tenido, si bien hacían planes a futuro sobre viajar o irse a vivir juntos después que la castaña se graduara, no habían hablado respecto a tener un hijo. De hecho dado que los condones de la primera vez habían sido de sabor a chocolate, él le explicó a Tenten que no los había comprado y había sido una especie de broma de su hermano, pero para ellos se volvió algo así como un juego cada tanto probar nuevas opciones. A él no le incomodaba usarlos y nunca le había preguntado directamente a Tenten si ella tomaba algún anticonceptivo.
Y mientras trataba de procesar lo ocurrido, había recibido una llamada de su trabajo avisándole que tendría que viajar al día siguiente a primera hora. Había un problema que requería su presencia inmediata y todavía era incierta la cantidad de tiempo que tendría que irse. Al no estar seguro en qué punto estaba su relación con Tenten, no le había escrito, siendo su padre quien lo había llevado a la estación del tren.
Había estado todo el lunes sumergido en su trabajo, teniendo que pasar la noche de largo. El martes apenas si había dormido un par de horas en la mañana cuando tuvo que volver a su trabajo, antes de dormirse había visto el mensaje de la castaña y se dijo que le contestaría en la noche, aunque no sabía exactamente qué decirle. El problema fue que la madrugada del miércoles cuando por fin terminó su jornada se dio cuenta que su teléfono se había muerto por completo y no encendía. Y su trabajo lo mantuvo completamente ocupado, impidiéndole ir a comprar un nuevo celular.
Pero por más que su trabajo lo mantuviera ocupado, una parte de su mente se dedicaba solamente a pensar en Tenten. Dándole vueltas una y otra vez al dolor que habían mostrado los orbes chocolate al confesarle que ella ya no podía tener hijos, al decirle que no podía ser egoísta y que él debía buscar una mujer que sí lo pudiera hacer feliz.
¿Era tan importante para él tener un hijo propio? O biológico, porque sin importar las palabras de Kankuro, él realmente quería a Yumiko como si fuera su hija. La cuidaba y estaba pendiente de ella, teniendo sentido en su mente que la menor le dijera padre, porque así se sentía. Por eso le había propuesto matrimonio a Tenten inicialmente, porque realmente se veía con ella a futuro y consideraba que ya eran una familia.
Y esa fue su convicción el domingo cuando por fin regresó a Toronto, la mujer que lo hacía feliz era ella. Era con Tenten con quien quería pasar el resto de su vida.
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Att: Sally K
