Peace could be an option

Capítulo 63


Abby llevaba un par de horas manejando con rumbo al norte por la interestatal 87, buscando la salida que debía encaminarlos al pueblo cercano a donde Charles sintió a su primo. Desvió la mirada hacia el este con algo de preocupación, se encontraban recorriendo los límites de la reserva Catskill y aunque el paisaje de verano era precioso, no deseaba que su destino fuera en medio de un área natural. Los poderes de Steven, según lo que su tío pudo explicarles, requerían contacto físico para funcionar y un bosque tupido sin dudas se podría volver una pesadilla para localizarlo rápido.

―Debiste dejar que yo manejara ―opinó Erik al notarla tensa.

―Yo llegué primero al carro ―respondió sin darle mucha importancia, pese a que era inusual que ella manejara cuando viajaban juntos por carretera en trayectos no tan extensos.

―Un par de segundos no iban a cambiar nada ―insistió, mirándola con intensidad―. Necesitas enfocarte.

―Estoy tratando de relajarme, pero no estás ayudando.

―No es lo mismo. No te recomendaría que te relajes, dudo que tu primo vaya a recibirte de buena gana cuando te vea.

―Esta es la parte que no extrañé todos estos años ―soltó frustrada.

―¿Discutir? Algunos consideran que es saludable para las relaciones.

―Discutir sobre cómo manejar situaciones donde podríamos salir lastimados o incluso muertos ―aclaró frunciendo el ceño, pero sin desviar la mirada de la autopista.

―No vamos a morirnos ―aseguró Erik.

―Te creo, pero tampoco me tranquiliza ―susurró―. No quiero a Steven muerto y mucho menos que tú lo mates.

―Si es como tu tío teme es una opción que necesitas aceptar.

―No estás ayudando… ―insistió ella.

―Si te hace sentir mejor, creo que cualquiera de nosotros podría contener a tu primo sin llegar a extremos de matarlo.

―¿Tan difícil era decir eso desde el principio? ―cuestionó, pese a que en el fondo no había palabras que pudieran ayudarla en ese momento.

―Pero contenerlo puede volverse algo vistoso ―advirtió, si llegaban a verse en esa situación él priorizaría mantener a su familia a salvo, aunque significara acabar rápido con Steven.

Abby no respondió, comprendía lo que implicaba que alguien los viera mostrando sus dones. La vida tranquila que tenían dependía en gran medida que mantuvieran un perfil bajo, Erik en especial, pero ella también, sus poderes eran conocidos por el grupo anti mutante.

―Dobla a la izquierda en la siguiente salida ―indicó Erik tras varios minutos en que ambos quedaron en silencio.

Abby asintió con desgano, como temía estaban por ingresar al bosque, aunque guardaba la esperanza que el pueblo fuera lo suficientemente grande como para mantenerlos a buena distancia del entorno natural.

El anuncio de una vieja mina clausurada hacía un lado de la ruta les dio la bienvenida, pero lo que a primera vista presagiaba un lugar en decadencia por la pérdida de una gran fuente de empleo, los sorprendió con un pueblo que seguía manteniéndose vibrante. La calle principal estaba alineada con algunas viviendas, en su mayoría de paredes blancas, intercaladas con diversos negocios mostrando sus productos en amplios escaparates. Una iglesia frente a una rotonda sobresalía como la zona de reuniones para los habitantes, que por lo que se podía apreciar a primera vista no debían llegar a los mil. Calles de menor envergadura se perdían hacia los lados de la avenida principal, con casas construidas con amplia separación entre ellas, rodeadas por densos arbustos llenos de flores y grandes árboles.

Abby decidió estacionarse al frente de un restaurante, quizás podían pedir algo de comer a la vez que preguntaban por el paradero de Steven o Alex.

―Hay que evitar preguntar por tu primo o Alex.

―¿Y cómo los vamos a encontrar? ¿Paseando?

―Haciendo las preguntas adecuadas para que alguien nos comente si han estado por aquí.

Abby frunció las cejas, pero decidió asentir y dejar que él se encargara, al final Erik tenía años de experiencia en la materia.

Por la hora, aún podían ordenar el menú de desayuno, algo que les venía bien luego de haber tomado la carretera sin considerar llevar comida para el camino. La mesera era una señora de rostro amable que en cuanto Erik le preguntó por cosas para ver en el pueblo le indicó con algo de pena que iba a acabar desilusionado.

―No vinieron hasta acá buscando algo para ver, ¿no?

―Tomamos un mal desvío en la ruta y pensamos que quizás podíamos aprovechar. Nos preocupamos un poco con el cartel de la mina, pero el pueblo se ve tan cuidado que nos convencimos de que debían tener alguna atracción local ―explicó Erik, provocando que Abby sintiera que estaba viendo desde otra perspectiva el momento en que conoció a Erik años atrás.

―Muchos trabajan en la ciudad cercana, pero se rehúsan a mudarse, por eso el pueblo no se desmoronó.

―Una pena ―comentó Erik, tomando un sorbo de su café―. Aunque puede que una bendición disfrazada, los lugares turísticos acaban siendo invadidos por jóvenes que sólo causan desorden.

―No nos quejaríamos si un par de familias se mudaran ―expresó la mujer sonriéndoles.

―La iglesia tiene cierto encanto.

―Es uno de los edificios más viejos ―asintió la mujer y luego torció la boca mientras decidía si seguir hablando―. Si les gusta ver edificaciones antiguas hay un par de casas con historia en el pueblo, pero les recomendaría que se mantuvieran alejados del orfanato, lo reabrieron hace poco.

―¿Sucedió algo en el pueblo? ―Abby no pudo contenerse a intervenir, estaba imaginando que de alguna manera algo, o alguien, había dejado recientemente a un montón de niños huérfanos.

―No, no. Son niños de otros lugares, supongo que decidieron transferirlos aquí por lo alejado.

―¿Niños problemáticos? ―preguntó Erik.

―No exactamente. No quiero sonar cruel, pero son niños que sus padres no los quisieron cuando comenzaron a mostrarse diferentes ―explicó la mujer con cierta incomodidad.

―¿Mutantes?

―Eso creo, nadie en el pueblo los ha visto bien, pero es lo que la gente comenta.

―Creo que entonces sólo daremos unas vueltas en el automóvil antes de irnos ―comentó Erik, cerrando el tema―. Esto no lo había previsto ―masculló cuando la mesera los dejó solos―. No puede ser coincidencia que tu primo desapareciera del mapa y que justamente aquí sea donde Charles lo sintiera.

―¿No debería de haber mencionado que es un pueblo con un montón de niños mutantes?

―Debería, a menos que tampoco los sintiera ―respondió Erik, desviando la mirada hacia la ventana, tratando de percibir si algo parecía estar fuera de lugar en el pueblo.

―El tío Maxwell dijo que Steven prefería a las niñas. ―Abby sintió un escalofrío al imaginar que un orfelinato debía de ser un lugar sumamente atractivo para Steven.

―En este momento no sé si tu primo va a ser nuestro problema mayor ―opinó Erik―. Alex debe haber ido al orfanato si es que tiene un mínimo de capacidad para investigar ―declaró, dejando su taza de café a un lado y colocando el pago más una propina sobre la mesa.

Que varios niños mutantes fueran abandonados por sus padres no debía ser una sorpresa, pese a que en las noticias la mayor parte de historias con tono negativo hacia los mutantes sólo eran sobre protestas muy específicas. Sin embargo, la combinación de eventos que los llevó hasta ese recóndito pueblo era preocupante. Steven era un hombre de cuidado, pero el que Charles se hubiese visto incapaz de localizarlo por tantos meses y al parecer desconociera que acabó en una zona habitada por varios mutantes jóvenes sin dudas requería que actuaran con mucha cautela.

. .

Una gran residencia de inicios de siglo, alejada del pueblo, fungía como el orfanato. Los grandes terrenos que rodeaban la propiedad se veían descuidados, provocando que el lugar estuviera oculto a la vista de algún transeúnte que se desviara un poco. Pero Erik no tenía la intención de sólo observar a la distancia, estacionó el automóvil a unos pasos de la puerta de entrada con la idea de indagar sobre una posible adopción.

Costó un poco convencer a Abby para que participara, mentirle al responsable del orfanato no le incomodaba, pero imaginaba que una pareja apareciendo ahí podía levantar en vano los ánimos de los niños y eso no le sentaba bien. A pesar de esto cedió, si Steven estaba rondando la zona iba a haber algo más trágico que unos niños descorazonados al final.

No transcurrieron más de unos instantes desde que tocaron la puerta hasta que fueron recibidos por una mujer que no encajaba en absoluto en la visión de alguien que trabajaba con niños. El vestido corto y escotado, de colores vibrantes y muy ajustado a su figura en combinación con unas botas, altas hicieron que por un momento pareciera que acababan de interrumpir a alguien que estaba por dirigirse a un club con sus amigos.

Erik habló rápido, relatando que se encontraban interesados en ver si en el orfanato podían encontrar al miembro que completaría su familia. La expresión de sorpresa ante sus palabras no pasó desapercibida para el mutante, pero no pudo distinguir si era por ver una pareja aparecer sin previo aviso en un lugar tan alejado o debido al tipo de niños que albergaba y no esperaban que nadie fuera a estar interesado. Una sonrisa falsa se dibujó en el rostro de la mujer y los invitó a ingresar, provocando que Erik reconsiderara que quizás su visita no era sólo inesperada sino inoportuna.

―Por favor, esperen aquí ―pidió, luego de guiarlos a una pequeña sala que parecía jamás había sido renovada desde que la casa fue construida―, en unos momentos el doctor Essex vendrá a hablar con ustedes.

―¿Doctor? ―cuestionó Abby extrañada.

―Es el director del orfanato ―respondió la joven, retirándose.

―No creo que debimos de haber venido así ―opinó Abby un tanto nerviosa, observando los viejos sillones desgastados donde el diseño floreado estaba tan borroso que le tomó unos momentos darse cuenta de que combinaban con el sobrecargado papel tapiz de la habitación―. Este lugar parece un museo abandonado ―opinó, con la mirada clavada en unos candelabros polvorientos de diseño intrincado que descansaban sobre una mesa baja.

―Algo no está bien ―advirtió Erik sintiéndose bastante inquieto ante la carencia de las características típicas que solían apreciarse en un orfelinato, incluso uno en decadencia. Él había sido suficientemente desafortunado para acabar en uno al terminar la guerra y una de las cosas que más recordaba era como durante el día los sonidos de niños jugando o peleando eran una constante, ya fuera al interior o el exterior del orfanato.

Abby iba a preguntarle si creía que los niños estaban bien; si eran mutantes abandonados quizás los cuidados ofrecidos eran incluso peor de lo que normalmente uno escuchaba sobre los orfelinatos. Sin embargo, unos pasos acercándose hicieron que decidiera no decir nada y casi de inmediato un fuerte dolor de cabeza la invadió, provocando que cayera de rodillas al suelo.

Erik sintió el mismo dolor, pero reconoció de inmediato la sensación.

―Me alegro de que recuerdes nuestro primer encuentro, Magneto.

Abby logró reconocer la voz de Emma Frost, a la vez que escuchó el crujir de varios objetos en la habitación.

―Siempre tan agresivo ―intervino Emma, tomando su forma de diamante para recibir el embate de los objetos metálicos que volaron hacia ella―. Vértigo ―llamó, provocando que la mujer que recibió a la pareja se le uniera en el ataque con sus poderes.

La nueva sensación de mareo sumada al ataque telepático previo de Emma terminó por provocar que Abby perdiera la conciencia de inmediato. Erik logró resistir inicialmente la sensación de vértigo que provocó la acompañante de Frost, pero cuando la telépata se volvió a unir a la ofensiva mental, se encontró incapaz de tolerar por más tiempo, cayendo también en un estado de inconciencia.

―No debiste haber abandonado el casco en Washington. ―Las palabras con un tono de burla fueron lo último que Erik logró escuchar.


Notas de autora: No puedo creer todo lo que me he tomado para este capítulo; once meses. Es como cuando andaba trabajando de noche, pero esta vez fue culpa de la maestría. En realidad, culpa de la mudanza, este capítulo debí haber podido escribirlo, pero mis muebles no llegaban y estuve casi en modo campamento por más de un mes, así no podía escribir y luego simplemente empezaron las clases. Ya he pasado la parte más fuerte de los estudios, así que espero poder retomar la escritura de forma más constante, aunque no quiero prometer nada.

Y con esto dicho, igual siento que debo de ponerle más empeño, el fic cumplió su séptimo año el primero de mayo. Según mis notas la historia va a tener 78 capítulos en total, aunque puede que se achique un par o se alargue un par, pero es un aproximado bastante confiable.