Disclaimer: Esta historia está inspirada, en parte, en el universo de Harry Potter de J.K Rowling. Salvo algún que otro personaje de mi invención, todos los ambientes, personajes, argumentos, hechizos y todo lo reconocible pertenece a la autora, yo solo los tomo los mezclo y agrego cosas.

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Capitulo 21:

Prendió la última vela y sonrió. El departamento había quedado tal como lo había imaginado, solo esperaba que a Draco le gustase la sorpresa. Para asegurarse de que aquella inmensa cantidad de velas no causaran un accidente, Hermione lanzó un conjuro que evitaría que se consumieras e incendiaran la casa si llegaban a caerse.

Mientras se observaba en el espejo para comprobar que su atuendo estuviera perfecto, el horno pitó indicando que la comida estaba lista. Ella estaba realmente nerviosa, quería que todo saliera como lo había planeado.

Finalmente ella se animaría a usar el sugerente conjunto de ropa interior que Ginny le había regalado en su anterior cumpleaños y que le daba demasiada vergüenza ponerse, incluso ante Draco. Él lo había descubierto unas cuantas semanas atrás y no paraba de suplicarle que lo usara. Draco incluso se había puesto de rodillas y recorrido todo el departamento tras ella implorando por verla vestida con aquellas diminutas prendas de cuero de dragón.

Dadas las noticias que Harry le había traído esa tarde, Hermione había decidido darle a Draco su regalo de cumpleaños por adelantado. Ella estaba organizando una muy romántica cena y al finalizar le daría el paquete que tan celosamente había escondido por días.

Cuando se hicieron las siete de la tarde, los nervios ansiosos que había tenido comenzaron a mutar en algo mucho más desagradable. Se suponía que Draco tenía que volver alrededor de las seis y aun no lo había hecho. La comida hacía rato se había enfriado y Hermione había optado por envolverse en un albornoz cuando las diminutas prendas verdes habían comenzado a hacer que tuviera frio.

Cuando se hicieron las nueve, Hermione comenzó a desesperarse. Draco jamás se ausentaba por tanto tiempo sin avisar de algún modo. Ella sabía que él aun tenía problemas para ejecutar su patronus así que él le enviaría una nota con una lechuza o utilizaría el aparato muggle que tanto insistía en que ella tuviese encima todo el tiempo.

Para las diez claudicó. Se vistió completamente y estaba a punto de salir a buscarlo a donde fuera pero lo pensó mejor, así que buscó el aparato muggle y comenzó a llamar a sus amigos.

Björn le dijo que todos ellos habían tenido el día libre ya que ella planeaba estar todo el tiempo en casa y no había visto a Draco ni oído nada de él desde el día anterior.

Franck le dijo que había cruzado un par de palabras con él esa mañana pero nada que le diera una pista de donde debería estar ahora. Él tan solo había ido al ministerio a llevarle unos panfletos de la logia de la pureza que había visto en una taberna la noche anterior.

Alex no sabía nada de él desde hacía unos días. Su madre había enfermado y no se encontraba en el país en ese momento.

Estaba a punto de llamar a los aurores pero decidió pensar que él quizá estuviera en el ministerio, porque quizá había surgido algún avance importante en la búsqueda de la logia de la pureza. Hermione envió un patronus a buscarlo pero su nutria volvió con el mensaje sin entregar. Él estaba fuera del alcance de la magia del patronus.

Exactamente a las doce de la noche envió un patronus a Harry. Seguramente él estaría enterado del paradero de Draco. Hermione estaba segura de que su nutria encontraría a Harry donde sea que estuviera porque su corazón le decía que ellos no estaban juntos.

Luego de buscarlo en el ministerio, en casa de Andrómeda Tonks e incluso en San Mungo, Harry emergió de la chimenea del departamento de Hermione. Eran las tres de la mañana y no tenían idea de donde podría estar Draco en ese momento.

- ¡Harry!, por favor dime que lo encontraste.

- No, lo siento mucho. El último sitio donde lo vieron fue el atrio. Las tiendas del callejón Diágon están cerradas hasta la mañana, así que no sabemos adonde fue luego de comprar la sortija.

Las lágrimas comenzaron a brotar de forma involuntaria de los ojos de Hermione mientras observaba el regalo que había planeado darle cuando llegase. Draco no desaparecería así porque sí, sin motivos aparentes. Él al menos se despediría y le daría una pequeña explicación, aunque esta no fuera exactamente la verdadera.

- Le sucedió algo, estoy segura.

- No lo sabemos, Hermione. Quizá descubrió una pista de la logia y decidió investigar por sus propios medios.

- No, Harry. Él está en peligro. Puedo sentirlo.

- ¿Qué quieres hacer?

- No lo sé, realmente no lo sé. Tengo miedo.

Hermione dejó el regalo sobre la mesa y se arrojó a los brazos de Harry hecha un mar de lagrimas. La opresión en su pecho le decía que algo malo le había pasado a Draco y la enloquecía no saber qué hacer para encontrarlo.

Harry también estaba preocupado. Draco era uno de sus amigos y no saber su paradero era difícil. Mientras palmeaba suavemente la espalda de Hermione su vista se dirigió al objeto que ella había estado contemplando un instante antes y sonrió. Ella lo había conseguido. Luego de meses rastreando su paradero lo había logrado y eso le decía que ella también encontraría a su dueño.

Sobre la mesa, encerrado en una pequeña caja de terciopelo azul que ahora estaba abierta, el anillo de plata con el emblema Malfoy descansaba ajeno al drama que se desarrollaba a su alrededor.

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Desde la guerra y para una mejor organización, en el callejón Diágon habían hecho delimitar lugares específicos para aparecer y desaparecer. Además de las chimeneas publicas y el muro trasero del Caldero Chorreante, este era uno de las tres formas de acceder al callejón.

Mientras caminaba hacia el sitio más cercano de desaparición, Draco se volteó para observar a la vieja y esta le sonreía mientras le hacía señas de que se colocase el anillo con su emblema familiar.

Feliz de tenerlo consigo, Draco hizo caso y se lo colocó cuando arribó al sitio de desaparición. En ese momento alzó su mano para mostrarle a la vieja que se lo había colocado y ella movió sus labios mientras hacia una floritura con su varita. Draco la observó confuso mientras sentía la típica sensación de que un gancho se aferraba a su ombligo y tiraba de él.

Cuando el mundo dejó de girar y aterrizó en el suelo como un bulto poco ceremonioso, se incorporó de forma veloz y se vio rodeado por un montón de capas purpuras y una capa roja que cubría, inequívocamente, el cuerpo de una mujer.

Antes de que pudiese tomar su varita, su pistola o cualquier cosa que le sirviese para defenderse, el mundo se volvió negro y perdió la conciencia.

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Hacía tres días que Draco había desaparecido y las únicas noticias que habían tenido de él eran las de la bruja que atendía en la tienda de joyas y que aun había seguido muy enojada con él por haberle hecho creer que compraría una sortija decente.

Al día siguiente de la desaparición, Harry había puesto en marcha un escuadrón de búsqueda y naturalmente todo el mundo mágico se había puesto al tanto de la sorpresiva evaporación del prometido de la candidata.

Dos días después, Rita Skeeter había escrito una compleja columna en El Profeta donde hablaba del supuesto romance entre Draco y Lavender Brown. Ella incluso había acompañado sus afirmaciones con una serie de imágenes móviles donde podía vérselos a ambos demasiado cerca y con las manos de Lavender toqueteando de forma sugerente a Draco.

Si bien aquello había impactado a Hermione, ni por un instante lo creyó. Draco podría estar sosteniendo a Lavender y luego ella podría estar tocándolo pero si veía su rostro, notaba que él no estaba cómodo con esa situación.

El último discurso de Hermione como candidata se acercaba peligrosamente y ella no tenía cabeza para concentrarse en él. Incluso pensaba seriamente el no presentarse a ese último mitin o incluso dimitir de su candidatura. Todos estaban convencidos de que el secuestro de Draco se debía a eso.

- debes mantener la calma, Hermione. Draco volverá. Él es demasiado testarudo como para dejarse mantener en cautiverio por tanto tiempo. Ten fe, volverá a ti.

- tengo miedo, Alex. No sabemos dónde está, no tenemos una pista siquiera. Nadie sabe nada. Él incluso podría estar muerto ahora y yo no lo sé.

Franck se acercó a ellas con dos tazas de humeante té de lavanda para intentar calmarlas. Mientras todos estaban cayendo lentamente en una espiral de desesperación él trabajaba a toda velocidad en un conjuro de rastreo. Solo le quedaba por conseguir un elemento más para realizar el hechizo pero era el más complicado de conseguir y por eso aun no había anunciado su idea. Draco tenía por costumbre eliminar todo rastro de su cabello para evitar que alguien lo usara en una poción multijugos y ahora no tenían ni siquiera un cabello de él para rastrearlo.

- calma, Hermione. Si te desesperas y haces un mal movimiento arruinaras tu carrera inútilmente. Estoy seguro de que la logia secuestró a Draco para que dimitieras. Él se cabreará conmigo si permito que lo hagas y aparece en tu puerta sano y salvo más tarde.

Mientras conversaban un sobre salió de la chimenea y todos se sobresaltaron. Aquel no era un medio convencional de entrega de correos y no estaban seguros de cómo habían hecho para que aquello sucediera.

Luego de que Björn le lanzara varios hechizos para descartar veneno, o algún conjuro asesino, Hermione pudo tomarlo y romper el lacre de tinta rojo sangre que lo cubría.

Al sacar el pergamino que estaba pulcramente doblado, un corto mechón de cabello rubio platino, manchado de sangre, cayó al suelo.

Al desdoblar el pergamino, Hermione solo encontró una oración escrita en letras mayúsculas y con tinta roja.

DIMITE A TU CANDIDATURA

Y MALFOY VOLVERÁ A TI EN UNA SOLA PIEZA.

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Draco volvió a pelear con las cuerdas que lo mantenían amarrado a la silla. Había perdido la cuenta del tiempo que llevaba allí encerrado pero su ira no había parado de crecer. A juzgar por lo cerca que se encontraba de un animal rabioso, él podía deducir que hacía varios días que lo mantenían en cautiverio.

En los últimos días él había estado amarrado a aquella silla y nada más que pan y agua se le había dado. Solamente cuando él se había cansado de gritar que alguien debía dejarlo ir al baño, un par de tipos cubiertos de pies a cabeza con túnicas purpura le ponían una capucha sobre la cabeza y lo llevaban por un largo pasillo lleno de obstáculos hasta un baño sucio, sin ventanas y carente de señas particulares que le permitieran saber donde estaba.

Draco sospechaba que estaba encerrado en alguna especie de mansión solariega en ruinas. Si bien ellos lo hacían agacharse cada cierta cantidad de metros para esquivar objetos y saltar para franquear obstáculos, él estaba seguro de que el pasillo era completamente despejado y alfombrado con una tela gruesa y suave. Él lo sabía porque lo primero que había hecho cuando fue encerrado, solo, en el baño había sido quitarle las suelas a sus botas y de esa forma él había logrado sentir que el suelo estaba alfombrado mientras lo trasladaban desde su celda.

- Ey, ¿hay alguien ahí? Dejar tanto tiempo solo a un huésped es de muy mala educación.

Nadie respondió. Las cuerdas comenzaban a lastimar sus muñecas y tobillos y eso era molesto. Lo que más le molestaba era su propio olor a sudor. Drac odiaba realmente la sensación de estar sucio y tener la misma ropa por cuatro días era casi un pecado capital desde su punto de vista. Soportaba sin problemas las rondas de crucios que los secuestradores le lanzaban cada cierto tiempo pero no soportaría por mucho tiempo más su propia suciedad, él no era un bárbaro.

Al salir de Azkaban él había desarrollado una especie de manía y no pasaba un solo día sin que se bañase al menos dos veces y muy probablemente jamás usaba la misma ropa por doce horas seguidas. Ni siquiera durante la guerra de Francia él pasaba tantos días sin cambiarse o al menos lanzarse una enorme cantidad de hechizos de aseo.

- ¿Ya se quedaron sin ideas para los interrogatorios?, estoy seguro que una buena ducha y ropa limpia me pondrían a cantar como un pajarito.

La puerta se abrió de pronto y por ella entró la misma mujer de la capa roja que había visto antes de que alguien golpeara su nuca con un pesado objeto contundente.

- Es increíble, sigues siendo tan snob como siempre.

Draco bizqueó entre la penumbra intentando adivinar quién era la mujer que habló pero la capa le impedía observarla completamente. Su voz le sonaba de algún sitio pero tampoco podía recordarla, además ella había hablado tan poco que no había tenido tiempo de memorizar el tono exacto de su voz.

- No soy un muggle bárbaro. Creo que el aseo es algo importante.

- no en realidad. – dijo la misteriosa voz. – estar sucio te recuerda a Azkaban y eso es lo que te molesta.

Draco alzó una ceja pero no negó ni afirmó lo que la mujer dijo.

- no te ofendas, pero tu pareces conocerme muy bien mientras que yo no tengo la más remota idea de quién eres.

En ese momento la mujer bajó la capucha y se acercó a la única luz encendida de la sala.

- Es triste que me hayas sacado de tu memoria de esta manera, Draco. Por culpa de Granger todas nosotras hemos pasado a ser simples objetos decorativos del fondo. ¿No es así?

- ¿Astoria?

- Bravo, bravísimo. Draco Malfoy, el lobo blanco, ha hecho la primera deducción brillante desde que volvió al país.

- Astoria suéltame. ¿Qué clase de juego es este?

Draco volvió a tirar de las cuerdas que ataban sus manos pero como las miles de veces que lo intentó antes, no consiguió nada. Mientras le decía que lo soltara porque se estaba cansando de esa situación ella lo apuntó con la varita y él no tuvo más remedio que guardar silencio y comenzar a despedirse mentalmente de Hermione.

- Fregotego.

Cuando una agradable sensación de limpieza comenzó a recorrerlo, Draco lanzó un suspiro y abrió sus ojos. Quería reír, había sentido miedo de Astoria y ella solo le había lanzado un hechizo de limpieza.

- ¿puedes soltarme ya, Astoria?

- no lo haré. Tu sangresucia aun no anuncia su retiro de las elecciones así que te quedarás allí hasta que ella lo haga.

Snape tenía razón cuando le decía que a veces su poder de deducción era el de una babosa parapléjica.

- un momento. ¿Perteneces a la logia?

Astoria lanzó una carcajada algo maniática y Draco se encogió un poco. Ella sonaba bastante loca en ese instante.

- YO, soy la logia. Siempre fui yo.

Él y sus hombres sabían desde hacia unas cuantas semanas que la líder era una mujer pero nunca, ni en sus mas locos sueños, hubiese imaginado que esa líder era la dulce Astoria Greengrass.

- tu jamás tuviste ideas puristas, Astoria. ¿Qué clase mala broma es esa?

Astoria conjuró una silla y se sentó frente a él con las piernas cruzadas y sus manos delicadamente apoyadas sobre su regazo, como toda una dama de alcurnia.

- es verdad, nunca tuve ideas puristas. De hecho aun no las tengo pero soy Slytherin, Draco. El fin siempre justifica los medios y si debo usar a un manojo de fanáticos de la pureza para llegar a mi meta, lo haré.

Draco se removió incomodo. Ella ahora no sonaba tan loca y eso era bastante más aterrador.

- ¿y cuál es esa meta? Digo, si se puede saber.

- destruir a Granger y destruirte a ti. Aunque puedo estar dispuesta a negociar la segunda parte de mi plan.

- ¿Qué fue lo que Hermione te hizo para que quieras destruirla?

- ¡CRUCIO!

Draco había comprendido de mala manera que a su secuestradora no le agradaba que él pronunciara el nombre de su prometida.

- Discúlpame por eso, Draco. Es que el nombre con H hace que mis nervios se crispen.

Se había mordido la lengua debido a lo inesperado de la maldición y tuvo que escupir la sangre que se había amontonado de repente en tu boca.

- descuida. Un desliz lo tiene cualquiera.

Si bien él estaba listo para insultar a todos sus antepasados, sabía que si quería mantener hablando a Astoria, él debía mantener su insolencia al mínimo.

- ¿por qué quieres destruir a Granger?

- sencillo. Ella acabó con mis sueños y yo acabaré con los suyos. Me llevó años decidirme a hacerlo pero ahora estoy a punto de conseguirlo.

Creía tener una idea de por qué ella podría estar enojada con Hermione pero jamás se le hubiese ocurrido que su primera novia podría reclutar asesinos solo por vengarse de un antiguo amante. Draco no creía que él valiese tanto la pena.

- ¿puedo preguntarte que te hizo realmente?

- existir. Eso hizo. Con ese aire virginal, su asquerosa inteligencia y esa actitud de mosquita muerta me quitó absolutamente todo lo que he querido.

- ¿todo?

- sí. Todo empezó durante el torneo de los tres magos. Perseguí a Krum por meses para que me invite al baile de navidad. Incluso le supliqué a Theodore Nott para que hablara con él, y ¿que hizo el famosísimo Víctor Krum?, invitó a la sabelotodo de pelo de arbusto.

Draco recordaba aquel baile y que había asistido acompañado de Pansy pero no mucho más. Ni siquiera podía recordar haberle lanzado más de una mirada a Granger durante toda la noche.

- ¿creaste una logia que mató a cinco personas inocentes solo por eso?

Astoria bufó.

- Por supuesto que no, ¿por quién me tomas? Aun hay más…

La bruja descruzó suavemente sus piernas y las cruzó en la dirección opuesta a como las mantenía segundos antes.

- cuando fue mi turno de entrar en sociedad, se dio a conocer que sus padres habían sido encontrado muertos. Todos los asistentes a mi fiesta cuchicheaban a cerca de la pobre Granger que ahora era huérfana.

Draco rodó sus ojos. Cuando los padres de Hermione fueron dados por muertos, él aun estaba en Azkaban y realmente jamás le había preguntado a Astoria, cuando eran novios, como había sido su fiesta de entrada a la sociedad.

- había perdonado aquellas trasgresiones cuando me convertí en tu novia. Ella no parecía prestarte más atención que a Potter así que decidí que no era una amenaza. ¿Pero qué hiciste tú? Comenzaste a hablar de ella en todo momento, a quedarte embobado viéndola ir y venir del brazo de Weasley y seguramente a pensar en ella mientras tenias sexo conmigo.

Draco se esforzó por no rodar sus ojos. En esa época él no había asumido completamente sus sentimientos por Granger y no recordaba haber fantaseado jamás con otra mujer mientras tenia sexo con Astoria.

- eso ultimo te aseguro que no fue así, Tory.

- ¡CRUCIO!

¿Ahora que dije?, pensó Draco. Él solo había usado el apodo cariñoso que solía usar cuando eran jóvenes, no creía que aquello ameritase un crucio. Otra vez había sangre en su boca y tuvo que escupir. Comenzaba a asquearse de aquello. Narcissa se enfadaría con él si lo viera hacerlo.

- Perdiste el derecho de decirme Tory cuando me cambiaste por ella.

- sabes que eso no fue lo que sucedió, Astoria. Me fui a Paris.

- te fuiste porque esa inútil se casó con el inútil de Weasley… En fin, el día que me dejaste estaba segura de que me pedirías matrimonio. Estaba más que convencida de que eso sucedería y sin embargo, solo rompiste mi corazón y te marchaste.

- Lo siento.

- No, no lo sientes. Te fuiste sin mirar atrás. Me olvidaste en cuanto me tuviste fuera de tu vista. Me dejaste aquí para que me pudriera.

- Astoria…

Con su mano libre ella comenzó a señalarlo. Ella estaba profundamente enojada, según Draco podía notar.

- Te fuiste y no pensaste en lo que me sucedería. Mi padre estaba furioso al enterarse de que me habías dejado. Él había consentido el noviazgo porque le había asegurado que pronto nos casaríamos pero no fue así. Cuando te fuiste, mi valor era casi nulo. Nadie, en su sano juicio quería casarse con los despojos de Malfoy.

- Astoria, tu no eras virgen cuando comenzamos a salir.

Ella se paró y comenzó a caminar por la sala.

- eso mi padre no lo sabía. No tienes idea la humillación a la que me sometió. Me ofreció como mercancía defectuosa en todas las grandes casas del país y ninguno me quiso. Terminé casándome con el idiota de Goyle. ¡No tienes idea lo asqueroso que eso fue para mí!

- yo no lo sabía.

- Por supuesto que no. Solo te importaba Granger. Solo te importa ella. Mandé cientos de cartas a Francia y todas volvían con el lacre intacto.

- Jamás me llegaron, Astoria. Además, te recuerdo que yo estaba hasta la nariz en una guerra.

- Lo sé. Y también se que solo permitías que llegaran las cartas de Granger y las de tu madre. Eso también lo averigüé. Culpa de Granger terminé en esta horrible mansión, con un esposo troglodita al que tuve que asesinar porque me daba asco que intentara tocarme.

Draco tragó grueso. Gregory Goyle no era el tipo más inteligente de la tierra pero en algún momento de su vida habían sido amigos o al menos secuaces y era un golpe fuerte saber que Astoria lo había matado.

- Cuando Goyle murió, fui feliz por un tiempo. Tenía su dinero y era libre al fin. Pero luego ella presentó su candidatura en el Wizengamot. La fantástica Hermione Granger ahora seria ministra de magia y tendría que verla y oír su nombre en todos lados por los próximos años. No lo soporté y comencé a tramar mi plan.

Mientras hablaba, Astoria se movía por la habitación y gesticulaba. Draco le prestaba atención pero por momentos se distraía pensando en por qué todos los malos solían hacer esa clase de soliloquio en vez de entrar, matar e irse.

Nunca hubiese pensado que su novia de la adolescencia se convertiría en una villana cliché, pero ahí estaba, contando su plan sin darse cuenta que él no la estaba escuchando del todo.

- Pensé en hacer que su matrimonio terminase de forma escandalosa. Dormí con ese asqueroso traidor de la sangre por meses y ella jamás lo notó. Lo convencí de dejar su carrera de auror y de que los hijos arruinarían su vida. Incluso le di amortentia al idiota. Nada fue suficiente para que su divorcio fuese en malos términos. Ellos incluso volvieron a ser buenos amigos luego de separarse.

Maldita comadreja, pensó Draco. Ahora tenía sentido todo lo que había sucedido en el matrimonio de Hermione. Ella se culpaba por el fracaso de su pareja pero resultaba que Weasley había estado engañándola todo el tiempo.

- Cuando arruinar su matrimonio no fue suficiente, pasé a la acción. Supuse que un par de víctimas fatales la harían repensar su postura pero no sucedió. Llegaste tú, con tu brillante armadura y la protegiste a capa y varita. Lograste meterte en sus bragas y la hiciste inaccesible. Pero cometiste un error, Draco. No cubriste todos los puntos débiles de Hermione. Dejaste el más importante desprotegido y esta noche me haré cargo de golpear justo donde a Hermione Granger más le dolerá.

- Un momento, ¿qué planeas hacer, Astoria?

- Ya lo verás. ¡Avada!...

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N.a: Fin del capítulo 21. Espero que les haya gustado y que quieran dejarme sus opiniones. Estamos en la cuenta regresiva de esta historia. Ya conocemos a nuestra villana y pronto sabremos como acaba esta historia. Para quienes se preocupan, puede que a veces demore en publicar pero sepan que terminaré esta historia a como dé lugar. Sin más, ¡Hasta la próxima!