Capítulo 7

Una vez terminada la redacción de la carta dirigida a Hannes, que empezara la misma tarde de la fallida excursión a su casa, Mikasa se apuró en llegar con Trueno, quien lo extrañaba tanto como ellas. El perezoso golden retriever, medio ciego debido a su edad, había empezado a invadir los salones de la casa buscando al hombre que le llevaba en las tardes a pasear. En su última incursión, le había mostrado los enormes dientes a Madam, ganándose el castigo de permanecer amarrado gran parte del día.

Se encaminó después sin mucho afán, a la habitación de la tía, aquejada por un fuerte dolor lumbar, encontrándola absorta en un viejo álbum de grandes fotografías por las que pasaba sus dedos, derrochando melancolía, pero al ver detenida en la puerta se recompuso de inmediato y enderezando el tronco dejó el libro a un lado.

A esa misma hora, Sasha acompañaba en los ensayos a la exigente Annie, que se convertiría en el número principal del show nocturno. La rubia era bastante ambiciosa, siempre decía que lo único que le gustaba era cantar, pero se había topado con la férrea competencia de Petra que era, además, una de las chicas más bellas del burdel, acaparando las preferencias del concurrido público masculino. Annie proveía de una familia de comerciantes que habían visto en ella, la esperanza para ascender en la sociedad comprometiéndola en matrimonio con el primogénito de un acaudalado dueño de minas. Así que, cumpliendo con el plan familiar se casó de blanco con campanas y flores en una capilla, pero esa misma noche se marchó abandonando al gordinflón marido, porque había decidido que no era lo que quería para su vida. Llegó al burdel sólo con una maleta de ropa, firmando todos los contratos que le impusieran, con tal de no regresar a casa jamás, volviéndose en poco tiempo también, la amante favorita de un reducido número de caballeros.

-Están muy altas las notas todavía, así no llego…. laaa,laaaa,laaaa ,laaaaa

-Ay, niña perdona, intentémoslo nuevamente. Uno, dos, tres…

-«Je t'aime, je t'aime Oh oui, je t'aime Moi non plus , Oh, mon amour…"

-Mucho mejor!

Evitando los duros los comentarios que se escuchaban en el comedor, Mikasa y Sasha almorzaban en la cocina, alejadas del fuego, entre los olores del ajo y el eneldo. La tía se los permitió desde aquel lejano día en que debió presentarse en el colegio, para explicar el grosero vocabulario que utilizara Sasha con una abusadora mocosa.

-Ella anda muy nerviosa últimamente - observó Sasha – se le pierden las llaves y olvida las cosas … no ha acudido al comedor en varios días, tampoco parece tocar lo que le llevo al despacho. Y ese dolor que menciona, me recuerda al que tuvo cuando peleó esta casa en los tribunales.

-Y se desquita con Trueno, ayer no dejaba de gritarle para que se callara. Y él siempre ha odiado a los recolectores de basura, les ladra hasta que se pierden de vista, y le gruñe al chofer… igual es gracioso.

-Pero lo pateó, estoy segura porque ahora le gruñe de lejos. El pobrecito extraña mucho al tío, deberíamos llevárselo.

-Le puse en la carta que venga por él – se quedó pensativa antes de continuar - Es que no entiendo por qué no se lo llevó.

-Siempre decía que era su perro.

-De cierta forma creo que lo entiendo – la miró significativamente – Cómo no iba a querer irse, si es en lo único en lo que pensamos desde hace más de tres años.

-Los veintiuno nos tienen que pillar preparadas, o sino nunca me lo perdonaré.

-Si al menos tuviéramos un salario. Hasta el inútil del deshollinador recibo uno … cuando viene.

-Hoy estuve ensayando con Annie, es realmente buena.

-Esa chica tiene un público selecto.

- ¡Siiii, recibe muchas flores… que envidia me da! – dijo soñadoramente, pero chocó con la mirada de Mikasa – me gustan las flores, es sólo eso. Creo que ella saldrá de aquí con un anillo de brillantes o un contrato millonario. Está determinada a triunfar.

- ¡Así que te ha conquistado!

-Es muy valiente. Si lo piensas, no la hemos visto nunca cabizbaja.

-Es verdad…. A nosotras nos queda todavía – dijo Mikasa, volviendo a sus preocupaciones.

La noche del día lunes solía ser la menos concurrida de la semana. En esa fecha solían llegar señores de otras ciudades que andaban de paso, ya sea en viajes de negocio o en trámites de tipo judicial. Por lo que eran sujetos desinhibidos que probablemente no regresarían.

Sasha al piano acompañaba a las hermanas Font, que interpretaban temas y balabas del repertorio local, mientras algunas parejas bailaban apretadas en el salón, aprovechando la escasa iluminación para besarse de manera furtiva o se hacían acaloradas promesas que cumplirían en las adoseladas camas del transitado segundo piso.

Mikasa ya había hecho girar la ruleta en más de diez ocasiones, porque un cliente con figura de flamenco y de desgarbado andar, obsesionado por ganar al menos en una ocasión, no dejaba de apostar al mismo número, el once negro.

La chica no había notado la presencia del joven de ojos claros, que la observaba a media distancia, previniendo que ella pudiese alejarse alertada por su presencia. Le había esperado pacientemente y cuando ella comenzó a guardar el naipe, se acercó despacio y con modales educados y formales, la saludó.

-Buena noches. Estuve observando su juego y aunque el otro día me dio una paliza, no solo a mí, también a mis amigos, no he podido con las ganas de verla jugar nuevamente. Pero como soy un hombre prudente y sensato, he evitado acercarme demasiado para no caer en la tentación de apostar en su contra.

Mikasa estaba incómoda, lo que menos deseaba era llamar la atención del público masculino y justo a su lado, un joven nada feo intentaba ligar con ella. Pero casi de inmediato, escuchó que le advertía una voz muy parecida a la de Madam, que ese educado joven con miraba intensa y voz seductora buscaba un revolcón. Precisamente con ella, que no era parte del equipo de chicas disponibles. Sintiéndose ofendida, se dispuso a aclararle la situación para que no le quedara duda alguna de que ella se había dado cuenta de sus intenciones.

-Disculpe "señor", si lo que está buscando es una piel suave para follar, se ha equivocado de persona. Perdone que se lo diga, pero es un hombre torpe, cuando en el salón hay por lo menos diez chicas hermosas observándole – y diciendo esto caminó triunfante hacia la salida, para evitar las réplicas. Pero el presuntuoso joven no habría sido capaz, porque estaba petrificado en el lugar.

Una cabellera rubia apenas se divisaba, sumergido en extensos documentos legales, era Armin intentando leer las solicitudes de patentes para inventos que debía revisar a diario. Con invenciones tan descabellados como una máquina rasuradora que prometía afeitar a un grupo de diez hombres al mismo tiempo - ¡rechazado! - puso con el timbre grande en la portada de la carpeta y firmó con su bonita letra de bachiller.

-Pero Jean, a ti nomás se te ocurre presentarte así, es obvio que una chica tan seria como ella se lo tomara a mal…

- ¿Ah sí? ¿Y qué habrías hecho en mi lugar? ¿alguna estrategia cerebrito? – dijo cabreado.

-Pues yo me habría olvidado de ella.

-Ya, pero no seas pesado y dame un consejo útil.

-Está bien, lo mismo que le dije a Eren, que la debía desafiar.

-¡Qué tiene que ver ese bastardo…!

-El me preguntó primero.

Habían pasado varios días desde que Mikasa le viera por primera vez, y esa lluviosa noche con escasa concurrencia, notó su propia expectación apenas le vio acercarse a la mesa de juegos. Él se detuvo una milésima de segundo de más, para observarle mientras barajaba las cartas, y ella se dijo entonces que vendría por lo mismo que su amigo, al que despachó con tan poca consideración, volviendo a centrar su atención en el trabajo.

El casino volvió a ganar, pero la partida fue muy reñida, ya que el joven médico le había demostrado que, podía desenvolverse a su nivel. Y para la desgracia de ambos, a ninguno le gustaba perder.

Eren había fumado las dos horas que permaneció apoyado en la mesa de apuestas, casi nunca lo hacía, pero creyó que sobrio no podría llevarle el ritmo a la chica, de manera que optó por el cigarrillo. Para cuando terminó la partida y vio que solo él quedaba frente a la mesa, se animó y bebió de un sorbo el contenido del vaso de vino.

Se puso de pie casi enseguida, volteándose a mirar hacia el obscuro salón, mientras Mikasa guardaba las fichas. Escuchó que ella algo le decía, acerca de una tal Mimi. Se volteó y la miró, encontrándose con sus ojos brillantes, que le devolvían una intensa mirada. Le parecía que ella le volvía a repetir algo, pero no entendía qué era. Y entonces, sintió la opresión en el pecho que le hizo doblarse de dolor, cayendo bruscamente al suelo.