Mantecado
Los personajes no me pertenecen, son de la gran Rumiko Takahashi. Esto es sin fines de lucro, solo diversión por y para los fans.
Bienvenidos sean a "Siete días con Sweet" subiré un one shot diario de mi fandom favorito.
¡Disfruten la lectura!
—O—
Pleno verano en Nerima, hacía un calor extremadamente sofocante y no tenía deseos de convertirme en chica para refrescarme. Acompañaba a Akane a las compras de la cena, Kasumi le encargó varias cosas y no podíamos llegar sin ellas, sin embargo mi bonita e iracunda prometida estaba enojada ¿la razón? mi bocaza. Como nunca debía decirle "te ves hermosa con esa solera" estampada de pequeñas flores de color blanco el fondo era un celeste cielo muy bonito, apenas le cubría sus rodillas y sus cremosos y blancos hombros estaban expuestos ante los pequeños tirantes que lo sujetaban. Su delicado cuello se veía en todo su esplendor y su melena brillaba voluminosa. Así es, Akane se ponía cada vez más hermosa.
Sus palabras fueron "eres un maldito cretino" sí, estaba enojada. Y no la culpo, porque la ofendí con mi estúpido comentario.
Me acerqué para sostener la bolsa pero ella alzó su respingada nariz y me despreció alejándose unos dos metros de mí, rodé los ojos fastidiado y enojado conmigo mismo por lo imbécil que podía ser a veces.
No tenía más opción que seguirla desde cerca, la chica era el centro de atención, las miradas curiosas y otras tantas libidinosas me tenían en alerta. De pronto oí un "mira nada más, ¿acaso no es la menor de los Tendo?" seguido de un "es bellísima, en realidad las tres lo son" era el colmo ¡qué se creían estos idiotas! voltee a verles con reproche y eran un par de chicos de Furinkan, iban en un curso más arriba que nosotros los pude reconocer.
Era hora de actuar, debía barrerlos de la escena y mientras me debatía entre enviarlos hasta el fondo del mercado o darles unos aletazos con las corvinas frescas del señor Ito, los dos intrépidos y mal afortunados sujetos se movieron de mi radar.
Escucho esa sonrisa que adoro, y la busco como un perro sabueso. Era Akane con sus mejillas coloradas rodeada del par de idiotas que acababa de perder de vista. Le buscaban conversa, ella respondía afablemente y sonreía ante algún chiste malo que uno de ellos comentó, porque claro, seguramente sonrió por mera cordialidad. Mi prometida no se da con cualquiera menos con esos grandotes del equipo de basquetbol, pero ellos non eran rival para mí, el gran Saotome.
¡Los despacharía de una sola vez, no quedarían con ganas de acercársele nunca más!
—Akane —la llamo claramente y sé que me oyó pero ella decide ignorarme —¡Akane! —exclamo esta vez, uno de ellos me ve brevemente pero como ella no me presta atención sigue en su plática.
Aprieto el puño furioso, necesito que me vea por una sola vez. Miro la punta de mis tenis e intento contener el hecho de que me ignore deliberadamente. Alzo la vista para ir y llevármela lejos interrumpiendo su acomedida plática pero ninguno de los tres está. Mi radar se activa y no logro encontrarla por ninguna parte.
De pronto veo a lo lejos a Mousse quien lleva dos bolsos pesados de mercado en su mano, me acerco para preguntarle por Akane...
—Hey Mousse, ¿has visto a Akane? —el chico pato mira con suspicacia.
—Se te perdió tu prometida ¿Saotome? qué perdedor, ella pasó hace unos instantes junto a dos altos chicos —respondió.
—Nadie se ha perdido, y deja la joda.
—¡Mejor largo de aquí Ranma, ando con mi querida Shampoo y no quiero que te vea! —bufa molesto por mi presencia, la voz cantarina de la china se acerca y tampoco deseo encontrarme con ella así es que vuelo de allí tan rápido como un pájaro.
Sigo caminando y de súbito me encuentro con Uchan, mi amiga me palmea la espalda y me invita a su carrito de okonomiyakis, ella vende sus ricas pizzas japonesas cada viernes en ese mercado; le va muy bien y me alegra pero tengo algo más importante que hacer en estos momentos, incluso el hambre que suelo traer se ha esfumado.
—¡Vamos Ranchan, te haré uno de camarón y pulpo delicioso! —Chillaba entusiasmada —además, hace rato que no pasas tiempo conmigo —agregó colgándose de mi cuello.
—Estoy ocupado ahora, en verdad no puedo...
—Akane está divertidísima sin ti, no seas tontito yo sé cómo prestarte atención —mencionó un tanto atrevida.
—¿Por qué lo dices? —pregunto curioso al oír su nombre en su boca.
—Desde aquí puedo verla —responde señalando con su dedo justo en frente de donde estamos, una pequeña fuente de soda con un ventanal grande dejaban ver a Akane sentada y acompañada sirviéndose un mantecado.
La menuda chica veía con ojos titilantes el delicioso postre, su pequeña mano lo afirmaba muy bien como evitando que la tremenda bola de encima se fuese a caer, lo llevó a sus carnosos labios y lo lamió con gusto, ¡eso no lo toleraría! es más ¡jamás! comer helado era solo de los dos, por qué compartía ese momento con ese par de imbéciles que le sonreían de forma desmedida.
Moví el cuello de un lado a otro intentando pobremente liberar la tensión que se acumulaba ahí.
—¡Ranchan! —gritó mi amiga de infancia y la verdad la oí tan lejano porque mientras más me acercaba a la maldita heladería mis sentidos se nublaban.
Entré furioso, realmente lo estaba, ella me ignoraba podía tolerarlo pero que se paseara con ese par delante de mí claro que no.
Me acerqué hasta sus mesas y la sombra de mi cuerpo sobre ellos hizo que los tres me quedaran viendo expectantes...
—¿Sabes quién es ella? —pregunté tan fuerte que Akane se sobresaltó.
El tipo más próximo soltó una risita burlona y luego me dijo...
—¡Piérdete!
Una lástima que la banana split que tenía justo en frente de él acabase de maquillarlo por completo, hundí su rostro entre la salsa y el helado. El otro chico se sorprendió y se puso de pie para lanzar un golpe pero lo tomé por el borde de su fea camisa.
—Ella es mi prometida ¡par de imbéciles! —le grité tan cerca de la cara que los ojos de miedo que puso me hicieron pensar que se orinaría de la pura impresión.
Acto seguido los arrastré hasta afuera y de un par de patadas en el culo les dejé más que claro que con Akane no era posible nada de sus fantasías.
Cuando volví a mirar adentro ella se había marchado en absoluto silencio, recién estaba volviendo a mis cabales y la chica no estaba por ninguna parte. Ha de estar enojadísima, que ni siquiera reclamó o me puso la mesa de sombrero. Esto no pintaba nada de bien, estaba condenado a una semana de infinito desprecio.
Y todo por decirle que "ese disfraz de chica te sienta bien" soy un idiota, ese postre lo iba a compartir con ella, era un acuerdo desde el desayuno pero cómo no logro decirle lo que me provoca, mi cerebro no conecta con mi corazón y termino ofendiéndola de la peor forma posible.
Era hora de regresar a casa, buscarla solo terminaría en más discusión y no quería herirla más de lo que ya lo había hecho. Me disculparía con ella, porque no soporto su indiferencia.
Caminé apenas un poco y en un pasillo algo solitario la encontré, estaba apoyada sobre el muro lamiendo su cono de mantecado con rostro triste. ¿Quién come helado triste? Yo era el culpable y pensé en dejarla ahí pero mis pies caminaron hacia ella cual imán, porque Akane era mi cable a tierra aunque otras me hacía perder la cordura.
—Akane yo...
—Olvídalo Ranma, siempre es lo mismo contigo. ¡Estoy cabreada de tu actitud niñata! —escupió con tono enfadado.
—Lo sé —respondí consciente de ello.
—No, no lo sabes. ¿Sabes por qué accedí a comer helado con ellos? —Preguntó descolocándome —Porque ese par de desconocidos, fueron amistosos y me invitaron a pasar el calor con mi postre favorito.
—Pero ellos solo querían una cita, estaban coqueteándote y me ignoraste Akane —repliqué.
—¡Y qué! —Exclamó con absoluto descaro dejándome boquiabierto —Tú solo te limitas a "celarme" y luego los encaras enrostrándoles algo que en el diario no somos.
—¿Cómo que no somos? Sí lo somos, eres mi prometida.
—Solo para estas ocasiones, para las demás soy "la marimacho" "poco femenina" "disfraz de niña" —alzó la voz en eso último. Tragué duro ante su verdad, tenía toda la razón.
—Lo siento tanto Akane —susurré haciendo una reverencia sincera, ella estaba sorprendida.
—Mejor volvamos a casa, solo quiero estar en paz —indicó.
—Pero en verdad lamento insultarte esta mañana, y todas las anteriores, por favor acepta mis disculpas —insistí sin dejar mi reverencia.
Ella se inclinó y levantó mi rostro tocando mi mentón, me vio a los ojos y creo que pudo sentir mi profundo arrepentimiento. Sé que decirlo no era suficiente, que era momento de actuar y que ella notara esos cambios de forma tangible.
Esbozó una dulce sonrisa, esa que me enamoró la primera vez que la vi.
—Está bien, llevemos las compras antes de que Kasumi se ponga nerviosa —asentí incorporándome.
Akane dio unos pasos y la llamé deteniéndola, giró a verme y señalé su mantecado derritiéndose en su mano.
—Creo que ya no lo disfruté —mencionó.
Me acerqué intrépido, alzo su mano y poso mi boca sobre lo que quedaba de la deliciosa bola de vainilla. Casi de inmediato se puso toda colorada, sus ojos me veían atónita.
—¡¿Pero qué haces?! —chilló nerviosa.
Levanté mi rostro y me perdí en sus ojos, nunca me había acercado tanto y no pude contener el deseo enorme de probar sus labios. La besé sin miramientos, sus labios estaban cálidos en comparación a los míos por haber probado recientemente el mantecado.
Cerré los ojos pero estoy seguro de que ella ni siquiera parpadeó, quedando congelada ante nuestro primer beso.
Me separé luego de unos cinco segundos, no decía nada, esperaba un vuelo directo a Tokio pero no, estaba demasiado estupefacta.
—El mantecado está muy bueno —musité —aunque no tanto como probarlo en tus labios —agregué.
Entonces volví a lamerlo, esta vez ella me esperaba con los labios entre abiertos y solo me dejé llevar como todo un inexperto, entrar a ese pequeño recoveco era la gloria, su tímida lengua jugueteaba con la mía y nos separábamos solo para saborear el dulce mantecado y volver a besarnos hasta acabarlo.
Entre risas nerviosas regresamos a casa, Kasumi agradeció que llegáramos a tiempo y nos comprometimos a ir todos los días por las compras necesarias para la despensa y nevera del hogar, y claro, de paso servirnos un goloso mantecado a solas.
Fin
Estimado lector, he aquí el primer capítulo de estos "Siete días con Sweet" es una pequeña dinámica que me inventé para mis vacaciones de invierno. Todas las historias serán aptas para todo público, muy rosas y bonitas. Espero me puedan acompañar con sus lecturas y comenten para saber qué les pareció.
Cada capítulo es inspirado en diversos fanart que he encontrado en redes.
Desde Chile una fanática más de Ranma.
Sweetsimphony._
