El sol resplandecía ese día, sin embargo, el verano estaba a punto terminar. Sobre su caballo, un joven atravesaba el bosque a gran velocidad, llevaba prisa por llegar a su destino.
Mientras tanto, cerca de ahí, cuatro señoritas se encontraban en el jardín de una elegante residencia. Tomaban el té a media mañana, reían y conversaban de trivialidades como hacían con regularidad, cuando fueron interrumpidas por una de las mujeres del servicio.
-Disculpe señorita, alguien la busca.
-Pero si no espero a nadie. ¿Quién es Gisselle?
-Creo que es el hijo del Duque de Granchester, señorita.
-¡Terry! - exclamó sorprendida, poniéndose de pie, acción que fue imitada por las jóvenes que la acompañaban -¡Vamos! ¡¿Qué estás esperando?! ¡Déjalo pasar de inmediato! - le ordenó de forma brusca.
Después, volteó a ver a sus amigas y con una sonrisa triunfadora les dijo con presunción...
-Les dije que Terry está loco por mí, no ha podido contenerse en venir a verme sin haber avisado antes.
-Eliza, cuanta envidia te tengo - le dijo Louise.
Ella, sonrió y comenzó a arreglar su cabello, mientras su mirada se dirigía al frente para ver entrar al apuesto joven que la visitaba. Entonces, sus ojos se abrieron de la impresión al ver como Terry atravesaba el lugar para llegar a donde ella estaba.
"Dios mío además de ser noble, rico y ese título que portará muy pronto, es un hombre realmente atractivo".
Pensó, mientras sentía cómo por fin probaba la victoria, cuando días antes había sido rechazada por él.
Cuando el joven llegó al lugar, todas tenían una expresión de asombro, sorprendidas por su belleza y su varonil figura.
-Terry, que sorpresa tenerte por aquí - lo saludó, mostrándole su sonrisa más encantadora.
Pero él, con su rostro inexpresivo, no correspondió galantemente al saludo como solía hacerlo por educación.
-No es una visita de placer si me permites decirlo, pero tenía que venir personalmente a dejarte algo muy claro.
Al escuchar la voz firme y desafiante del joven, Eliza presintió que había molestia en él.
-No te entiendo, Terry - dijo un poco desconcertada.
-No... seguramente no - respondió con sarcasmo, y con un ademán le pidió a un hombre del servicio que le entregara lo que llevaba en sus manos, algo que había pasado desapercibido para todos hasta ese momento.
-Si algo no tolero en las personas, es la hipocresía y la mentira - le dijo, mientras ponía sobre la mesa en la que estaban tomando el té, una canasta, la misma que Eliza había llevado para él, tres días antes. -No entiendo el por qué se ha esparcido el rumor de que almorzamos juntos el día que fuiste a mi villa y he traído esto para refrescarte la memoria - continuó diciendo, mientras todos observaban la canasta con los bocadillos y bebidas intactos.
El rostro de Eliza comenzó a desfigurarse.
-Pero... Te... rry...
-Creo que malinterpretaste las cosas, y creí que era necesario que te recordara lo que paso ese día; no almorzamos, no compartimos un tiempo juntos, ni nada parecido. Sólo acepté por cortesía esta canasta, lo cual he de decir que me arrepiento, así que te la he traído para que no haya más malentendidos.
Después de las tajantes palabras del joven, Eliza, sólo lo miró con ojos llenos de ira, pensando quién podría ser la culpable de la humillación que estaba viviendo.
-Por favor, no te molestes en volver a visitarme - dijo, antes de marcharse.
Se dio la vuelta para dirigirse a la salida, pero después de un momento, regresó sobre sus pasos y se acercó de nuevo a ella.
-Y también te pido que no molestes a Candy. Si lo haces una sola vez más, no seré tan educado como en esta ocasión - le advirtió, viéndola fríamente a los ojos.
Eliza sintió un escalofrío recorrer sus entrañas, mientras trataba de ocultar lágrimas de impotencia.
Todos quedaron perplejos y en silencio por lo que acababan de presenciar y en la mente de la humillada joven sólo podía pensar en un solo nombre "Candy".
"Maldita huérfana, me las pagarás".
.
Horas más tarde, después de haber acabado las clases en el colegio de verano, Patty, Annie y Candy salían de la puerta del edificio, donde las esperaban Stear y Archie. Annie y Patty se sonrojaron al verlos, Candy los recibió con una alegre sonrisa.
-¡Hola, chicos!
-¡Hola Candy! - respondieron los dos jóvenes.
-¿Cómo has estado? Hace tiempo que no te vemos. No nos acompañaste al picnic el otro día - le dijo Archie.
-Es verdad Candy, nos has hecho falta - agregó Stear.
-Lo siento, es que me he dedicado a conocer el bosque. No quería estropear sus planes.
-Tú no podrías estropear nada, Candy - dijo Archie.
Annie, al ver la atención que el joven tenía con su amiga, decidió cambiar de tema.
-Chicos, ¿por qué no nos vamos ya? Creo que se hace tarde.
-Tienes razón Annie, vamos - concluyó Stear.
Subieron a un sencillo carruaje que los hermanos Cornwell habían conseguido en la villa de su familia, y se dirigieron al lago para empezar su agradable cita.
Cuando llegaron al lugar, Archie y Stear ayudaron a bajar a las jovencitas. Candy, miró a su alrededor y su corazón comenzó a latir de prisa, al divisar la figura de quién ella esperaba encontrar ese día.
"Terry" "A pesar de todo cumpliste tu promesa".
pensó, suspirando al ver que estaba recargado en uno de los árboles.
Él, al verla llegar, se enderezó y le brindó una sonrisa de bienvenida.
Aunque era bueno tratando de esconder sus emociones, su corazón también se emocionó de saber que había llegado. Entonces, dejando una de las ramas que tenía en sus manos, comenzó a caminar hacia ella.
Hasta ese momento los demás no se habían percatado de la presencia del joven inglés. El primero que lo hizo fue Archie.
-Es Granchester ¿Qué hace aquí? - se preguntó, frunciendo el ceño. Los demás, excepto Candy, se dieron cuenta de su reacción.
Entonces, Annie nuevamente intervino.
-Archie, Candy lo ha invitado. Nos lo ha contado en el colegio.
El semblante de Archie se endureció aún más. Sabía que Candy mostraba aceptación y cierta complicidad por Terry, sin embargo, para él, no era más que un engreído aristócrata.
Al ver la expresión de su hermano, Stear también se acercó a él y le dijo en voz baja
-Vamos Archie, pasemos un rato agradable. Fue Candy quien lo invitó.
Entonces, trató de controlar sus impulsos, mientras Terry llegaba donde ellos estaban.
-Buenas tardes - saludó cordialmente
Todos respondieron a su saludo, incluso Archie, pero con una mueca de desaprobación, de la que hasta el mismo Terry pudo darse cuenta, pero aquello poco le importó.
-Hola, Candy - le dijo, mirándola fijamente.
-Hola, Terry, me alegro de que hayas venido - respondió con una sonrisa. Luego se dirigió a sus amigos - Disculpen, Archie y Stear, durante el trayecto olvidé comentarles que invité a Terry a pasear con nosotros. Creo que todos podemos pasar una tarde agradable.
Al ver la sonrisa que la joven les dirigía, Archie se relajó.
-Buena idea Candy, entre más seamos, es mejor. Bienvenido, Terry - le dijo Stear, extendiendo su mano para saludarlo.
-Gracias - contestó, dándole la mano también.
Por su parte, Archie sólo guardó silencio.
Desde el día de la fiesta blanca, al menor de los hermanos Cornwell, le había incomodado saber del lazo y amistad que empezaba a formarse entre Candy y Terry; información que obtuvo por Patty, ya que había insinuado, sin pensarlo, que tal vez el retraso de Terry, a la reunión que Eliza había organizado, se debía a que podría haberse enterado de que Candy no asistiría a la fiesta, y por lo tanto él tampoco desearía hacerlo.
Si todo era cómo había escuchado, probablemente habrían pasado la tarde juntos. Sin duda se había dado cuenta antes de que el futuro Duque estaba interesado en ella, pero lo que detestaba imaginar era que a Candy no le fuera indiferente.
A pesar de que Archie sabía qué Candy no le correspondía, no podía dejar de pensar que si no fuera por ese joven arrogante, él podría tener algún día la oportunidad de entrar en su corazón.
Después de un momento, Candy y Terry comenzaron a caminar alejándose poco a poco de los demás. Stear y Patty se encaminaron a revisar los botes que usarían para dar el paseo. Mientras tanto, Annie se quedó al lado de Archie, tratando de llamar su atención con una amena plática, y, a pesar de que él no perdía detalle de cómo Candy conversaba con su invitado, la acompañó amablemente.
-Me alegra que hayas venido - dijo nuevamente Candy a Terry.
-¿De verdad? - cuestionó él, con su clásica sonrisa de lado.
-Claro que sí - respondió convencida -. Ya verás que no te arrepentirás. Además, a los chicos también les ha dado gusto verte por aquí.
Entonces, el joven comenzó a reír, recordando el semblante de Archie. Candy no comprendía el por qué reía de esa manera, ya que no había dicho nada para que lo hiciera.
-¿Estás segura? - preguntó sarcásticamente.
-Por supuesto que sí, te han recibido muy bien. Es bueno que hagas nuevos amigos.
Entonces Terry se preguntó si Candy realmente no sabía de los sentimientos de Archie. Seguramente no, a veces era una chica raramente excepcional y despistada.
En ese instante fueron interrumpidos por la voz de Stear.
-Candy, Terry, vengan acá - les pidió en voz alta.
Se apresuraron a la orilla del lago donde se encontraban los demás, y pudieron ver cómo observaban extrañados, un artefacto que estaba en el suelo.
-¿Qué es lo que pasa? -preguntó Candy, al ver los rostros desconcertados de sus amigos.
-Pregúntale a mi hermano, se trata de otra de sus grandes ideas.
-Ya Archie, aún no lo hemos probado ¿y estás diciendo ya, que no servirá? - se defendió Stear.
-¿Qué es Stear? - preguntó de nuevo, Candy.
-Es un pequeño invento que he diseñado en estos días. Lo pondremos en uno de los botes y hará que el paseo sea más fácil. No tendremos que usar los remos porque con tan sólo encenderlo y maniobrarlo, dará la dirección que deseemos. Un prototipo similar ya ha sido creado en Estados Unidos, el cual usa gasolina; sin embargo, el mío no la necesitará, ya que produce el movimiento con la misma energía que proviene del agua.
-Ah... ¿Es eso? -respondió un poco insegura al escuchar la explicación, ya que conocía bien el fin que tenían las invenciones de su amigo.
-Vamos Candy, ¿no me digas que tienes miedo? - le preguntó Stear.
-¿Miedo yo? Noo ... es sólo que... Es la primera vez que lo probarás, ¿verdad?
-Así es, y será un placer si deseas ser tú la primera en usarlo
-Ah... yo creo que... será mejor ver cómo lo manejas y así aprenderé de tu ejemplo.
-Hermano, no lo has probado aún ¿y quieres que alguien más se ponga en peligro? ¿Qué tiene de malo usar los remos? - le preguntó Archie, empezando a desesperarse.
-Yo iré contigo Stear - dijo Patty de repente.
-¿De verdad Patty? - preguntó él, entusiasmado.
-Claro que sí, me encantaría - contestó mientras acomodaba sus gafas, sonrojada y con una tímida sonrisa.
-Entonces está decidido, no hay tiempo que perder. Candy, lo haremos nosotros y después ustedes podrán probar - le dijo Stear, guiñándole un ojo.
-Me parece bien - contestó la joven, sonriéndole.
Entonces Terry que hasta ese momento guardaba silencio, se acercó a ella y le dijo al oído.
-Al parecer tu amiga te ha salvado de un gran lío.
-Bueno, digamos que los experimentos de Stear son realmente interesantes, pero creo que será mejor usar los remos esta vez.
Después de unos minutos, las parejas se dirigieron a los botes. Annie y Archie subieron juntos. Patty y Stear como habían acordado, serían equipo, así que se apresuraron a instalar el controversial invento; y en el tercer bote: Candy y Terry.
-Bueno, damas y caballeros, están a punto de presenciar un evento que podría cambiar la forma de pasear en bote como hasta el momento los conocemos. Observen con atención - dijo Stear, desde su bote y empezó a jalar varias veces una cuerda del artefacto, sin lograr con éxito que encendiera.
-Olvídalo Stear, no pongas en peligro a Patty - le gritó Archie.
Después de unos intentos más, la máquina comenzó a funcionar y sorprendentemente el bote empezó a andar, mientras Stear reía de felicidad.
-¡Ahora lo ven! Funciona y llegaremos al otro lado antes que ustedes.
Todos quedaron maravillados al ver que el bote se movía como el joven les había dicho. Candy comenzó a aplaudir alegremente, diciéndole:
-¡Es maravilloso, Stear! ¡Lo has logrado! Pero no te confíes te alcanzaremos.
-Inténtenlo si pueden - les gritó, lleno de euforia.
-Vaya, lo ha encendido. Sólo espero que no suceda uno de tantos accidentes - dijo Archie a Annie, evidentemente sorprendido.
-Así que lo ha logrado - expresó Terry, mientras comenzaba a mover los remos.
-Él realmente pone empeño a todo lo que hace y ahora esa pequeña máquina los hace avanzar a gran velocidad - mencionó Candy.
Después de remar por un tiempo, Terry comenzó a bajar el ritmo, mientras disfrutaban en silencio del sonido de la naturaleza.
El joven miraba fijamente a Candy. Ella sujetaba con su mano, el sombrero que llevaba para cubrirse del sol y disfrutaba de la agradable brisa. Entonces, al darse cuenta de la mirada insistente de Terry, recordó que un día antes la había besado y le había confesado también, que ella, era la única persona con la que él quería pasar su tiempo.
Al enfocar de nuevo la mirada a su rostro, notó que seguía examinándola con una débil pero encantadora sonrisa.
Sin saber qué decir, comenzó a inquietarse y como era ya su habitual manera de reaccionar, empezó a hablar lo primero que vino a su mente.
-¡Que día tan agradable! ¿No lo crees?
Ante la reacción de Candy, Terry comenzó a sonreír internamente. Sabía que su mirada la había inquietado y aquello le divertía, así que no contestó para comenzar el juego entre ambos que él tanto disfrutaba.
Al darse cuenta de que él no respondía y seguía observándola en silencio, la joven decidió seguir hablando.
-Estas vacaciones han sido maravillosas, me gustaría que duraran más tiempo. No quiero volver al colegio en Londres. Y tú, Terry ¿quieres regresar?
-¿Quién querría regresar a ese lugar? - respondió irónicamente.
Candy sonrió.
-Tienes razón. Entre otras cosas, es un alivio que se hayan ido los osos. Gracias a ello pudimos venir a disfrutar el día de hoy, como lo habíamos planeado antes.
-Si, y aún si no fuera así, de todos modos, tendríamos la dicha de seguir viéndote practicar tu entretenimiento favorito ¿no es así? - le dijo, sonriendo traviesamente.
-¿A qué te refieres? - preguntó ella.
-¿A qué más que no sea verte colgada de los árboles del colegio de verano?, o si lo prefieres de todo el bosque de Escocia. Debo reconocer tu agilidad para saltar de las bardas a los árboles, señorita Tarzán - siguió burlándose el joven.
El rostro de Candy no paraba de ruborizarse por las insistentes miradas y burlas de Terry. Sabía que se refería a un día antes, cuando ella había intentado salir del colegio a advertirle de los osos que merodeaban por el bosque, y la manera tan inapropiada en que él la había encontrado, trepando de los árboles y la barda del colegio.
-No habría tenido que hacerlo si no hubiera creído que estabas en peligro. Pero ya veo que eres un malagradecido - espetó molesta. mientras Terry seguía riendo a carcajadas.
-No hagas esas muecas, sabes bien que tus pecas se marcarán aún más, y no olvides que el sol hoy tampoco está a tu favor.
-¡Terry! - exclamó, tratando de darle un golpe en el brazo, pero debido al repentino movimiento y a que el viento comenzaba a correr con más ímpetu, el sombrero de la joven voló hacia el lago.
En ese instante, escucharon un sonido parecido a una explosión, alarmados buscaron de donde provenía.
-¡Stear, Patty! - gritó Candy
-Es el bote del inventor - dijo Terry y sin pensarlo, comenzó a remar a toda velocidad para poder auxiliarlos.
Archie y Annie también se dieron cuenta de inmediato de lo ocurrido. Alarmado, Archie comenzó a remar rápidamente para llegar lo antes posible.
-¡Dios mío, parece que se han hundido! No logro verlos. No lo entiendo, Stear y Patty saben nadar - dijo Candy, preocupada.
-Si no han salido es porque deben estar desmayados o tal vez atrapados - mencionó Terry, entonces se puso de pie - Candy, necesito que sigas remando lo más rápido que puedas, mientras tanto, yo intentaré llegar nadando primero.
-¡Pero, Terry! - exclamó, temiendo también por la vida del joven, sin embargo, no pudo terminar de hablarle porque él ya se había lanzado al agua.
Candy, inmediatamente tomó su lugar y comenzó a remar con todas sus fuerzas como él le había pedido.
A la distancia, Archie se dio cuenta de que Terry se había lanzado al lago para tratar de llegar antes al bote de Stear y le pareció buena idea, así que sin explicar nada a Annie, lo hizo también. Ella, temerosa, no sabía qué hacer, pero al ver que Candy remaba hacia donde se dirigían los demás, comenzó a hacer lo mismo.
El primero en llegar donde había colapsado el bote, fue Terry. Se dio cuenta de que estaba casi destruido. Al no encontrar a Patty y Stear, se sumergió de inmediato en el lago y pudo ver que el joven inventor, se encontraba inconsciente y atrapado entre una de las tablas arruinadas del bote; le costó trabajo liberarlo, ya que su ropa estaba enganchada en una de ellas. Después de unos segundos lo logró y de inmediato lo llevó a la superficie. En ese momento, Archie llegó junto a ellos.
-¡Stear! - gritó, mientras trataba de ayudarlo. Pero Terry lo detuvo.
-La chica de lentes, no la encuentro. Búscala mientras lo llevo a un bote.
Archie tardó en contestar, pero, volviendo en sí, hizo lo que Terry le había pedido. Entró en el agua para tratar de encontrar a Patty, quién probablemente también se encontraba atrapada como Stear.
En ese momento Candy estaba por llegar donde se encontraba Terry. Y comenzó a gritar para que supiera que estaba cerca.
-¡Terry! ¡Aquí estoy!
Él, al escucharla, nadó hacia ella y la joven de inmediato los ayudó a subir al bote.
-¡Stear! ¡Oh, Dios mío! ¿Dónde está Patty? - le preguntó Candy, con lágrimas en sus ojos, mientras lo recostaban.
-Archie ha ido a rescatarla - contestó Terry, mientras comenzaba a remar rápidamente hacia la orilla. Mientras tanto, la joven trataba de reanimar a Stear.
Cuando por fin llegaron, lo colocaron con cuidado, sobre el césped.
-¡Stear! ¡Reacciona! - le pedía acongojada, Candy.
El joven, comenzó a recobrar la conciencia. Unos momentos después, llegaron Archie, y Annie, llevando a Patty sobre sus hombros, débil pero consciente.
-¡Stear, hermano! ¿Estás bien? - le preguntó Archie, cuando llegó junto a él.
-Oh... ¿Qué ha pasado? - preguntó Stear, aturdido, mientras se tocaba la cabeza por el intenso dolor que sentía.
-¡¿Cómo que qué ha pasado?! ¡Lo que pasa siempre! - respondió molesto, Archie.
-Cálmate Archie, él aún está muy débil - le pidió Candy, mientras Stear trataba de sentarse. - El bote estalló, porque lamentablemente tu invento falló, Stear - continuó diciendo la joven.
-Oh, lo lamento tanto. ¿Están todos bien?, ¡¿Dónde está Patty?! - preguntó de pronto, al recordar que la joven lo acompañaba.
-Aquí estoy Stear. Estoy bien - respondió, inclinándose junto a él, llorando de alegría al saber que él también se encontraba a salvo.
-Bueno, creo que sólo ha sido un accidente. Afortunadamente no ha pasado a mayores. Lo mejor será que vayan a casa. Deben descansar y revisar que ninguno de los dos tenga alguna herida de gravedad - sugirió Candy.
-Candy tiene razón - respondió Annie.
-Si, será lo mejor ¿Vendrás con nosotros, Candy? - Preguntó Archie
-Creo que lo que necesitan es espacio para llevar a Patty y a Stear recostados. No se preocupen por mí, puedo llegar al colegio yo sola.
-Yo te acompañaré - dijo Terry.
Tal comentario hizo molestar aún más a Archie, pero debido a la situación decidió dejar las cosas así.
-Está bien, Candy. Nos veremos en la cena entonces - finalizó Annie.
Mientras ayudaban a subir a Stear al carruaje, éste se acercó a Terry y dándole la mano le dijo
-Gracias Terry, creo que te debo una. Me has salvado la vida.
-No agradezcas, hemos tenido suerte - contestó.
Después de esto, se despidieron. Candy y Terry observaron cómo el carruaje se perdía en el bosque.
Cuando por fin desapareció, el joven dirigió su vista a ella. Sabía que era una chica que se preocupaba por los demás, a veces más de lo que debería.
-No te preocupes. El inventor y la chica de lentes estarán bien - mencionó, tratando de animarla.
Candy dejó de observar el camino por el que se habían ido sus amigos y lo miró también.
-Sí, lo sé. Patty está bien y Stear es un chico fuerte... Muchas gracias por salvarlo Terry - le dijo con una tierna mirada.
Él sonrió.
-Fue una suerte que pudimos llegar a tiempo.
-Lo sé. Aunque Stear tiene buenas intenciones, a veces es algo ocurrente con sus inventos.
-Sí, me di cuenta perfectamente.
Ante el sarcástico comentario del joven, los dos rieron.
-Y dime ¿cómo te sientes después del intenso ejercicio? - preguntó él
-Estoy bien, Terry... ¿y tú?
Entonces, al observarlo detenidamente, Candy se dio cuenta que además de estar completamente empapado, su camisa tenía rasgaduras y unas manchas de sangre en el brazo.
-¡Terry! ¡Estás sangrando! - exclamó preocupada.
Hasta el momento, él tampoco se había percatado de ello y al comprobar que era así, sólo sonrió.
-No te preocupes, no es nada. Debió ser con los pedazos de tablas que quedaron del bote.
-Déjame ver - le pidió ella.
Acercándose a él, tomó su brazo y comenzó a revisarlo. Mientras tanto, Terry se deleitaba observando su rostro.
-No es profunda. Pero es mejor desinfectar y curarla. - le dijo, mientras examinaba su herida.
Al dirigir de nuevo su rostro hacia él, se dio cuenta que la miraba detenidamente. Fue entonces que se percató de la cercanía de los dos, entonces se alejó de repente.
-Quiero decir... puede empeorar. Es mejor que... te atiendas lo más pronto posible - trató de explicarle, atropellando sus palabras.
-No te preocupes pecosa, ya te he dicho que no es nada grave. Pero si gustas puedes ser mi enfermera el día de hoy - le dijo, acercándose a ella con una cínica sonrisa.
El rostro de Candy comenzó a cambiar de color, al escuchar el descaro con que el joven le hablaba.
-No seas engreído, Terry. Bien has dicho que no es nada de qué preocuparse, así que no creo que necesites de mí - pronunció irritada por la facilidad con la que él la sacaba de sus casillas.
Terry comenzó a reír y se alejó de ella.
-Está bien. Tú te lo pierdes. Pero... ¿qué te parece si me acompañas a la villa? Pronto partirás a Londres.
Candy cambió su semblante al escuchar la invitación y recordar que las vacaciones estaban por terminar.
-Ah... sí, es verdad... Mañana empezaremos a empacar todo. Y nos iremos pasado mañana - expresó con un dejo de tristeza en su voz.
-Entonces podemos aprovechar el día de hoy para dar un último ensayo.
-¡Tienes razón, Terry, es buena idea! Creo que todavía falta tiempo para la hora de la cena.
-Vamos entonces. Mi caballo está por allá - le dijo indicándole el lugar.
En ese momento las nubes comenzaron a cubrir el cielo, así que se apresuraron al ver que se avecinaba una tormenta.
No les tomó mucho tiempo llegar a la villa. Cuando Terry ayudaba a Candy a bajar del caballo, la lluvia comenzó a caer fuertemente.
-Vamos Candy, apresurémonos - le pidió mientras tomaba su mano.
Comenzaron a correr y reír, al sentir la lluvia fresca caer sobre ellos, pero al dar un mal paso, Candy resbaló y cayó al suelo.
Terry, al darse cuenta, la auxilió inmediatamente.
-Candy, ¿estás bien? - preguntó preocupado, mientras la ayudaba a levantarse.
-Sí, estoy bien. Sólo me he resbalado. Qué torpe soy - respondió apenada con su vestido cubierto de lodo.
Intentó ponerse de pie, mientras Terry la sujetaba del brazo. Pero al tratar seguir caminando, sintió un malestar en su tobillo. Él, al ver la mueca de dolor que la joven hizo, se dio cuenta de que se había lastimado.
-Déjame, yo te llevaré.
-Pero Te...rry... no tienes que hacerlo. Puedo llegar yo sola - respondió sonrojada cuando sintió que la levantaba en brazos.
-Al paso que vas llegaremos por la noche... - bromeó él, - por favor, déjame llevarte - insistió nuevamente con voz dulce.
-Terry... - pronunció tenuemente, mirándolo fijamente como él lo hacía, deleitándose en sus intensos ojos, profundos como el mar.
Mientras, el atardecer se asomaba entre las colinas...
Ella pudo observar detenidamente como la lluvia enmarcaba el varonil rostro del joven y cómo los mechones de su cabello cubrían su frente, dándole una visión de ensueño. Su corazón empezó a golpear fuerte contra su pecho. Le parecía que, a pesar de la tormenta, él podría escucharlo. Por un momento se preguntó cómo era posible que ese chico que aparentaba ser tan duro en el colegio la sostuviera con tanta delicadeza. Sin negarse más, sólo le brindó una tierna sonrisa.
Candy no sabía que el corazón de Terry también latía vertiginosamente. Él, se deleitó observando lo hermosa que era y la forma con que la lluvia acariciaba esas pequeñas pecas que se encontraban dispersas por toda su cara. En ese instante sentía que había tomado a un ángel entre sus brazos. La tímida sonrisa de la joven le decía que accedía a que la llevara en brazos, así que, sonriéndole también, comenzó a encaminarse hacia la entrada.
Las manos de Candy se aferraron al cuello de Terry. Puso la cabeza sobre su pecho. Quería escuchar si su corazón latía con la misma fuerza que el suyo. Sabía que debido a los fuertes truenos le impedirían escucharlo, pero en su interior quiso pensar que era así.
...
Espero hayan disfrutado mucho este capítulo, así como yo al escribirlo 💕
El próximo es el final
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Gracias infinitas por leer y acompañarme en esta aventura ️
