Una invitación al baile
—¿Qué? —Malfoy sigue igual de atónito y no sólo no ha guardado su varita, sino que ahora la empuña con más fuerza.
—Que si… —Harry se atasca, aunque tiene que emplear toda su fuerza de voluntad en detener el efecto del hechizo. Detrás de él, Ron gime dolorosamente y Hermione resopla, cabreada, y eso le hace perder el escaso control—. ¿Querrías venir al baile conmigo?
—¿Te estás burlando, Potter? —La expresión de incredulidad de Malfoy es muy similar a la que Harry mismo habría puesto de estar la situación invertida. De pronto, todos esos silencios serios entre ellos, todos esos últimos meses en los que, en lugar de burlarse el uno del otro o insultarse, han apretado los labios y asentido, pierden todo el sentido.
—No, te lo juro. Yo… —consigue decir Harry, libre por fin de la influencia del brebaje ahora que este ya ha cumplido su cometido. Sin embargo, la tensión y el esfuerzo que ha estado aplicando para resistirse al influjo del artículo de los gemelos lo ha dejado agotado y drenado de energía. Las rodillas le tiemblan y nota la cara roja de vergüenza. A su alrededor, todo el mundo lo está mirando con sorpresa y atención, y está convencido de que todo el Gran Comedor es un murmullo donde su pregunta se va extendiendo de boca en boca y pronto será la comidilla del colegio—. Oh, mierda.
—No es lo que parece —se apresura a explicar Hermione, siempre leal. Ron también da un paso adelante, flanqueándole y dispuesto a apoyar a su amiga.
—Parece que Potter me está pidiendo ir con él al baile… Granger —masculla Malfoy con desdén. Harry intenta agradecerle con la mirada que haya utilizado el apellido de su amiga en lugar de ofenderla, aunque no recuerda cuándo fue la última vez que ocurrió algo así que hiciese que Malfoy utilizase sus peores insultos.
—¡Sí! —contesta Harry, contento de haber recuperado el dominio de su cuerpo y de su voz—. Quiero decir, ¡no! Es una broma que… —Malfoy levanta la ceja y sus labios se fruncen de nuevo en una expresión de desprecio. Sujeta la varita más fuerte y Hermione y Ron se apresuran a imitarlo, lo cual provoca una sucesión de varitas más o menos disimuladas apuntándoles desde la mesa de Slytherin. Harry, tratando de controlar mínimamente la situación levanta ambas manos en son de paz, mostrando que él no lleva varita ni está dispuesto a agredir a Malfoy, pero no se le ocurre cómo explicarse sin empeorarlo.
—Mira, Malfoy. Mis hermanos son gilipollas y pretendían gastar una broma a Harry. —Aliviado, este suspira. Parece que Ron y él siguen estando en consonancia, porque su amigo parece haber llegado a la misma conclusión de que no quiere retomar la guerra con Malfoy. Aunque la explicación no es técnicamente cierta. O sí, si tienen en cuenta los antecedentes y el objetivo de la mayor parte de los productos que fabrican los gemelos—. Ha bebido una poción experimental que le ha obligado a hacer esto, no es algo que él haya elegido.
Eso, si el brebaje de Fred y George realmente funciona como ellos dicen que lo hace, tampoco es técnicamente cierto, pero Harry supone que es una idea mucho mejor que admitir que Draco Malfoy podría ser el primero en una hipotética lista de personas a las que invitar a un baile navideño.
—Entonces, ¿son tus hermanos quienes se están burlando de mí? —La voz de Malfoy sigue sonando glacial, pero Harry nota que ha bajado levemente la varita. Sigue habiendo sospecha en sus ojos y sus amigos están tan alerta como hace unos segundos, pero Harry tiene la impresión de que él tampoco quiere romper esa especie de tregua.
Por primera vez desde que se ha plantado frente a la mesa de Slytherin, cree que puede funcionar. Si ni él, ni Ron, ni Malfoy, están dispuestos a pelear, no lo harán. Y Hermione es la más juiciosa de todos ellos, así que tampoco lo hará. Y tanto Parkinson, como Crabbe y Goyle y el resto de amigos de Malfoy, están teniendo el buen tino de no empeorar la situación. De hecho, Harry está dispuesto a jurar que ve más curiosidad que hostilidad en la mirada de la chica de pelo oscuro. Y, en el caso de Greengrass, Nott y Zabini, que cuchichean entre ellos, su charla suena más a un cotilleo que un plan de ataque.
—En realidad, pretendían burlarse de mí. Creo —dice Harry, echando un vistazo a la mesa de Gryffindor. La intuición no le ha fallado y allí están los gemelos, un poco incorporados en el banco para ver con claridad qué ocurre y haciéndole gestos de ánimo a Harry mientras sonríen igual que si hubiesen declarado el día festivo.
—Por lo visto, la poción obliga a quien la toma a invitar al baile a la persona que más alta este en su "lista de candidatas".
—Oh, tierra, trágame. —Harry gime, desolado, al oír a Hermione. Es capaz incluso de distinguir en su tono las comillas. Su amiga parece comprender que su afán de explicar las cosas didácticamente lo ha traicionado y ha empeorado la situación, haciendo que Malfoy entorne todavía más los ojos, con la mirada tan oscura que parece negra en lugar de gris.
—Aunque es una tontería. La tomó ayer, si funcionase correctamente, debería haber hecho efecto mucho antes, debe haber algún error. Nadie debería tomar pociones experimentales —se apresura a añadir Hermione, hablando a toda velocidad—. Además, ¿quién tiene una "lista de personas con las que asistir a un baile"?
—Yo la tengo —dice Malfoy, cáusticamente, apretando después los labios en una fina línea—. Pero Potter no la encabeza, desde luego. Ni remotamente.
—Gracias a dios —suspira Harry, que considera justa la pulla y se ve incapaz de devolvérsela, pues quedaría como un niño pequeño que trata de ocultar una evidencia—. Esto… De verdad que no pretendía burlarme ni quería… Esto… Malfoy… —Tartamudeando, Harry se rasca la nuca, despeinándose más de lo que ya está, sin saber qué más decir para no cagarla, aunque no parece que Malfoy vaya a atacarlo o insultarlo si no lo ha hecho ya—. Lo… lo siento, ¿vale?
Inconscientemente, Harry ha pasado de despeinarse a tenderle la mano, que Malfoy mira con cautela y sorpresa. Cuando se da cuenta de qué está haciendo, Harry está a punto de retirarla pero, creyendo que eso se vería mucho peor y podría ser tomado como algo hostil, traga saliva y la deja extendida. Sin embargo, tras mirarla durante varios segundos, Malfoy niega con la cabeza.
—Disculpas aceptadas —dice, no obstante, guardando la varita. Harry, avergonzado y un poco enfadado porque el chico no le haya estrechado la mano, esconde ambos puños, apretados, en los bolsillos de la túnica—. ¿Algo más, Potter? ¿Pedirme matrimonio, quizás, con alguna otra excusa endeble?
—Malfoy… —murmura Harry en tono de advertencia. Sin embargo, por primera vez desde que lo conoce, Malfoy sonríe durante un instante y no lo hace con malicia ni con burla. Bueno, sí, hay un toque burlón en la forma en la que se alza la comisura del labio superior, pero no hay desdén ni desprecio. Y, siendo sincero consigo mismo, es otra pulla justa.
—No puedes culpar a un hombre por aprovechar sus oportunidades —responde Malfoy, volviéndose de nuevo hacia la mesa e ignorando a Harry, que sale del Gran Comedor dando zancadas, intentando no pensar en las carcajadas que se alzan desde la mesa de Slytherin, que probablemente tengan que ver con él y el estúpido efecto del brebaje de los gemelos.
—Es un imbécil —masculla Harry cuando están lo suficientemente lejos como para que nadie los oiga. Hermione, con cara de culpabilidad, le tiende su mochila, que Harry acepta con un seco agradecimiento.
—Siendo justos, tú tampoco le estrechaste la mano en su momento —dice Hermione, aguda. Harry pone los ojos en blanco y resopla.
—Piensa que podía haber sido peor —silba Ron, apoyándose contra la pared, pensativo—. ¿Qué tal te encuentras?
—Bien, supongo —dice Harry, pasándose la mano por la cara y frotándose los ojos con cansancio—. Es sólo… no quería cagarla.
—Lo entiendo. Yo tampoco —asiente Ron, apretando los labios.
—Tú también te has dado cuenta, entonces —dice Harry, con un suspiro.
—¿De que te gusta Malfoy? No te negaré que es raro y que no me mola mucho que mi mejor amigo…
—¡No! —Hermione los chista, mirando a su alrededor, y Harry baja la voz, sintiéndose peor a cada segundo que pasa—. Me refería a que desde lo del dementor del partido de quidditch del curso pasado no… Espera, ¿por qué ibas tú a creer que me gusta Malfoy?
—Porque es la persona que encabeza tu lista para ir al baile —dicen Hermione y Ron al mismo tiempo.
—Por dios, parecéis Fred y George, hablando a la vez —dice Harry, molesto en realidad por lo que han dicho y no por cómo lo han dicho—. Además, el brebaje no ha funcionado.
—Yo diría que sí. —Hermione lo mira con cara de circunstancias y se encoge de hombros—. Aunque no está bien que Fred y George estén utilizando sus experimentos de artículos de broma en la gente y algún prefecto debería pararles los pies.
—Deberíamos centrarnos en el hecho de que Harry ha pedido ir al baile a Malfoy.
—Tienes razón —asiente Hermione.
—Oh, dios. Lo he hecho, ¿verdad? —Sus amigos, apretando los labios en una sonrisa nada alegre, asienten—. Creo que esto bate todos los récords. Lo de Delacour y Chang se queda en nada.
—Estoy de acuerdo.
—¡Ron! —dice Hermione, escandalizada.
—Tiene razón. —Por primera vez desde que ha empezado todo, Ron sonríe de verdad, conteniendo una carcajada—. Merlín, le has pedido a Malfoy que vaya contigo al baile, tío. —Gimiendo de nuevo, con la cara roja por la vergüenza, Harry cierra los ojos, intentando borrar la escena de su memoria.
