Nota: El capítulo es parecido, pero no igual, al 16 de la versión 2
Habían pasado tres semanas desde su llegada a Rosings, y ya no podía negar que lo que había empezado siendo una extraña fascinación por Elizabeth Bennet, había derivado contra su voluntad en amor. Estaba profundamente enamorado de Elizabeth Bennet, de eso estaba completamente seguro. La única duda que aún tenía, era si debía dejar de lado todo lo que su familia le habían inculcado desde la infancia sobre la importancia de hacer un matrimonio basado en dinero y conexiones. Como persona meticulosa que era, había escrito en una hoja los motivos por los cuales casarse con ella era una degradación. Incluso pensaba por momentos, que una unión con Elizabeth, podría afectar negativamente las posibilidades de que Georgiana hiciera un buen matrimonio.
Si bien más de una vez al día se repetía a si mismo las desventajas de dicha unión, lo cierto era que su corazón le pertenecía por completa a ella, y poco a poco le iba ganando la batalla a su cabeza.
Enseguida que descubrió que la Sra. Collins no era la Jane Bennet, y preocupado por la reputación de la familia Bennet - y en particular de Jane - le encargó a uno de sus hombres de confianza que fuera a Meryton y discretamente averiguara si había algún tipo de rumor sobre Bingley.
Lo que le reportó a los pocos días lo dejó satisfecho, ya prácticamente no se hablaba de Bingley, y lo poco que se decía era que se había ido sin siquiera despedirse de los vecinos que habían sido muy amables con él. Nadie mencionó que hubiera un compromiso real entre Jane Bennet y Bingley, si decían que el caballero le había prestado mucha atención a Jane, pero que después se había ido. Nadie culpaba a Jane, y en general la reputación de los Bennet no había cambiado drásticamente.
Después de tener esa información, quedó mucho más tranquilo, ya que era un impedimento menos en la lista de dificultades que debía asumir si finalmente se inclinaba por casarse con Elizabeth.
A raíz de una conversación que tuvo con su primo, donde despectivamente comentó al pasar que Bingley era una marioneta de su hermana, y después de tener el reporte favorable de la familia Bennet, Darcy le mandó una carta a su antiguo amigo para avisarle que había visto en Rosings a la Sra. Collins y definitivamente no era Jane Bennet.
En la carta, se abstuvo de decirle nuevamente que como caballero debía volver a Hertfordshire, ya que después del baile en casa de Lord Matlock se habían distanciado. En más de una ocasión estuvo tentado de preguntarle a Elizabeth si sabía que Bingley le había propuesto matrimonio a su hermana, pero no se animaba.
Había pospuesto su regreso a Londres por una semana más, y pensaba aprovecharla al máximo para decidir si Elizabeth Bennet iba a ser o no Elizabeth Darcy.
En las tres semanas que llevaba en Hunsford, Elizabeth había recibido tres cartas de Jane. Las cartas eran relativamente cortas y carecían del entusiasmo de antaño de su hermana, pero en particular, en la última de ellas, se notaba que de a poco Jane se estaba recobrando de su melancolía.
Para no recordarle al 'canalla' que la había abandonado, Elizabeth en sus cartas omitió decirle que el Sr. Darcy también estaba en Kent. Para su sorpresa, reconocía que su relación con el caballero de Derbyshire había mejorado sustancialmente en las últimas semanas.
Se habían encontrado casualmente en los senderos de Rosings en varias ocasiones durante sus paseos matinales. Generalmente, Darcy la acompañaba en sus paseos y la escoltaba a la casa parroquial. Durante dichos paseos hablaban de varias cosas, como ser literatura, música, sus respectivas haciendas, entre otros temas. Sin lugar a dudas, el Sr. Darcy era un hombre muy inteligente y en la medida que lo conocía mejor, disminuía radicalmente su antipatía. No era tan simpático, ni agradable como su primo, pero estaba comenzando a disfrutar aún más de su compañía que la del coronel Fitzwilliam. Además, Anne afirmaban vehementemente que el Sr. Darcy era un buen patrón, un hombre justo, honesto y honorable. Pese a todas las excelentes cualidades que Anne le atribuía, también reconocía que su primo era un hombre que estaba acostumbrado a mandar y no tenía muy en cuenta la opinión de los demás. Lo justificaba porque desde hacía varios años tenía muchas responsabilidades en sus hombros, ya que estaba a cargo de más de una hacienda, varios negocios, y de su hermana que era varios años menor.
Sumado a ello, una mañana en que por casualidad se encontró con el coronel Fitzwilliam – sin el Sr. Darcy - en uno de sus paseos, a raíz de un comentario que ella hizo sobre el Sr. Wickham, el buen coronel muy preocupado le pidió que, por su bien, se mantuviera lo más alejada posible de ese canalla. Le contó varias historias de jóvenes que había engañado, deudas que no había pagado y que Darcy se encargó de pagar. Además, le contó que Darcy lo había compensado con 3000 libras cuando el muy sinvergüenza decidió no ordenarse.
Quizás en otras circunstancias, Elizabeth habría desconfiado de lo que decía Anne y el Coronel Fitzwilliam, quizás habría incluso defendido al Sr. Wickham, pero a raíz de lo que sabía sobre el Sr. Bingley, había llegado a la penosa conclusión de que los hombres que eran extremadamente 'encantadores', podían ser poco confiables, volubles e incluso algunos de ellos unos canallas.
