La semana siguiente - el día anterior a que Elizabeth volviera a Longbourn - recibieron la terrible noticia de que Anne estaba nuevamente muy enferma. El doctor desafortunadamente diagnostico que tenía tuberculosis y que lamentablemente no había nada que se pudiera hacer. Anne tenía los días contados, y estimaba que iba a vivir unos pocos meses más.

Lady Catherine, al escuchar al doctor, lo primero que hizo fue negar lo que decía, y mandó llamar urgente al médico de los Darcy que vivía en Londres. Lamentablemente, al día siguiente que llegó dicho doctor, el diagnóstico no cambió.

Resignada de que esta vez, contrario a años atrás, no iba a poder hacer nada por salvar a su hija, convocó urgente a sus sobrinos a una reunión a puertas cerradas. Por el testamento de su esposo, Rosings pertenecía a Anne, pero si Anne no se casaba, lo iba a heredar un familiar lejano. Lady Catherine, siempre había soñado que Darcy se iba a casar con Anne, y que la iba a cuidar cuando ella ya no estuviera. Al pensar en sus dos sobrinos, se dio cuenta que, su otro sobrino, también era un hombre honorable que, si volvía nuevamente al frente de batalla, capaz que la próxima vez no sobreviviría.

Los dos primos, si bien no tenían interés amoroso por Anne, ambos la querían, y estaban muy tristes por la noticia. Lady Catherine, con su franqueza característica y con lágrimas en los ojos, enseguida les contó su plan.

"Sobrinos, lamentablemente, por más que me cuesta aceptarlo, no hay nada que se pueda hacer para salvar a mi querida Anne. Sólo hacer que sus días sean lo más confortables posibles." Hizo un gesto con la mano para impedir que sus sobrinos hablaran y continuó, "El motivo por el cual los convoqué a mi despacho, es porque debemos actuar pronto. Los dos doctores coinciden en que le queda muy poco tiempo de vida, y lo que quiero es que uno de ustedes se case con Anne." Nuevamente hizo un gesto y continuo, "En otra situación habría demandado que tú, Darcy, cumplieras con tu deber, pero después de pensarlo mejor, creo que en estas circunstancias preferiría que fuera Richard quién se casara con ella."

"¡¿Qué?!" Richard exclamó muy asombrado.

"Si, Richard. La última vez que estuviste en una batalla en el continente, casi pierdes la vida. Estas aun recuperándote, pero quién garantiza que, si vuelves al frente, vas a tener la misma suerte. Ya hay demasiadas muertes y desgracia asociada a la familia Fitzwilliam. Mi hermana Anne murió joven, yo perdí varios embarazos, y ahora voy a perder a Anne. No puedo permitir que otro de mis familiares cercanos muera si puedo evitarlo. Lo único que pido a cambio es poder seguir viviendo en Rosings."

Después de discutir por casi dos horas los pormenores del plan de Lady Catherine, acordaron ponerlo en acción. Ese día hablarían con Anne, y al día siguiente Richard iría a Londres a tramitar su renuncia y compraría una licencia especial para poderse casar lo antes posible.

Enseguida que se enteraron de la triste noticia en la casa parroquial, los Collins y Elizabeth fueron a Rosings a dar apoyo a Lady Catherine y a Anne. En Rosings, el ambiente era muy sombrío y no se escuchaba siquiera el ruido de los sirvientes. Después de que el ama de llaves los hizo esperar unos diez minutos, Mary y Elizabeth fueron recibidas por Anne en su habitación, mientras que al Sr. Collins le dijo que Lady Catherine lo iba a llamar cuando lo precisara.

Anne al ver a sus amigas llegar, esbozó una sonrisa y trató de incorporarse. Su dama de compañía se levantó enseguida a tratar de ayudarla, pero Anne negó con la cabeza y le pidió que se retirara ya que quería conversar tranquila con Mary y Elizabeth.

A pedido de Anne, no hablaron de su enfermedad, sino de anécdotas divertidas de cuando eran pequeñas. Anne les contó sobre su próximo matrimonio con su primo el coronel Fitzwilliam y las esperanzas de que Lizzy se pudiera quedar más tiempo en Kent.

Elizabeth le prometió que iba a hablar con su padre y el Sr. Collins para tratar de volver en unas semanas, y si no podía convencerlos le iba a mandar varias cartas por semana.

Al irse ese día de Rosings, Elizabeth se sintió muy triste. Era muy probable que no pudiera volver a tiempo para ver nuevamente a Anne, y también irónicamente parte de ella lamentaba que seguramente no iba a ver más al Sr. Darcy.

Poco más de un mes atrás, esa perspectiva la habría alegrado, pero después de conocerlo mejor debido a todas las veces que conversaron durante sus paseos matinales y sus visitas a la casa parroquial, reconocía que era el caballero más inteligente, bien informado y guapo que había conocido…