Bueno primera esta historia no es mi fanfic a solo me dieron permiso de traducirla su creador Greed720 (Aplausos) espero que la disfruten por favor si les gusta seguir al creador de esta historia.

También si serian amables en decirme, si hay alguna parte en la traducción que sientan que no concuerde, por favor sean amables en decirme para corregirlo.


(Última vez)

Apretando los dientes ante ese pensamiento, y ante la idea de ser manipulado por unas viejas arpías. Percy no podia decidir si estaba feliz de estar vivo y bien, y de tener potencialmente otra oportunidad en la vida. O si tuviera que estar enojado por tener que hacer las cosas de nuevo, y que le robaran su descanso eterno en el último momento.

"¿No escucho que se está limpiando?" La voz de Sally Jackson flotó a través de la puerta abierta.

"¡Muy bien, estoy en ello!" Percy respondió instintivamente, con el ceño fruncido mientras miraba la pocilga de la habitación. No estaba seguro de lo que esperaba de su situación actual, pero lo que sí sabía era que al menos intentaría disfrutarla mientras pudiera.

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Capítulo 2

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(Con Percy)

Buscando en el armario de su habitación, Percy se las arregló rápidamente para conseguir algunas piezas de ropa que encajaban con sus gustos particulares: un par de vaqueros negros, una camiseta azul con algún diseño al azar en la parte delantera y una chaqueta negra. No era elegante, y ciertamente no era tan protector como le hubiera gustado, pero serviría.

Con un par de zapatillas deportivas de aspecto raído, el cuerpo de Percy estaba casi en piloto automático, ya que, en lugar de centrarse en vestirse, seguía pensando en su situación actual y en la absoluta locura de todo aquello.

Estaba vivo y, de alguna manera, tenía tres o cuatro años menos de los que debería tener. Además, al parecer era un orgulloso miembro del Campamento Media Sangre, y un semidiós.

Todo era muy extraño.

Sin embargo, la parte más loca y agradable de todo esto era que estaba viviendo con su madre, y no bajo el mar con algunos de los socios de su padre.

Sin embargo, había algunas cosas que no habían cambiado, como por ejemplo que todavía podía sentir el mar, y su conexión con él era tan fuerte como siempre.

Eso era un punto brillante, al menos, después de todo el mar, y su conexión con él era una parte importante de lo que lo hacía, él. Esa conexión, siempre estaba ahí en el fondo de su mente, lo calmaba cuando estaba enojado, y lo consolaba cuando estaba molesto. Le daba fuerza cuando se sentía débil, y lavaba sus preocupaciones cuando se sentía ansioso.

El mar había sido más padre para él que cualquiera de sus padres reales. No es que eso fuera especialmente justo para su madre, después de todo, ella no había tenido la oportunidad de criarlo adecuadamente antes de que el colosal imbécil de su padre la eliminara del panorama.

Mientras terminaba de atarse los zapatos, Percy se concentró en lo que había averiguado sobre su situación actual.

Seguía teniendo sus habilidades, y había conservado la misma cantidad de control sobre ellas que siempre había tenido. Aunque, pensándolo bien, eso no era una gran sorpresa, ya que sus habilidades provenían de su propio espíritu o alma semidivina, o como quiera llamarse, y no de su cuerpo.

Al fin y al cabo, como recordaba que le habían dicho hace tiempo, los dioses y los seres divinos no eran criaturas biológicas, sino construcciones celestiales de energía pura y divina, que simplemente adoptaban formas físicas para interactuar mejor con el mundo que les rodeaba. Sin embargo, sus verdaderas formas eran tan intensas que destruían la mente y el alma de cualquier mortal que las contemplara, o en el caso de los Titanes, sus verdaderas formas no solo destruirían la mente y destrozarían el alma de quienes los vieran, sino que también desintegrarían los cuerpos de cualquier mortal que tuviera la mala suerte de estar cerca de ellos cuando abandonaran sus formas físicas.

En cualquier caso, dejando a un lado el dolor de cabeza de lo que eran los seres divinos, sus poderes estaban grabados a fuego en su alma, y no eran un proceso biológico, lo que sin duda es la razón por la que seguía siendo capaz de utilizar las mismas habilidades en este cuerpo más joven y débil, que había sido capaz de utilizar en su cuerpo más antiguo.

Sin embargo, por desgracia, no se puede decir lo mismo de su memoria muscular, ya que tras probar sus formas de arma de asta y espada con un práctico palo de escoba mientras barría los peores trozos de vidrio rotos de su habitación, antes de pasar la aspiradora, ya se había dado cuenta de que no estaba a la altura.

Sus movimientos eran torpes, sobre todo porque su mente no se había dado cuenta de que era más débil y más bajo de lo que debería, y de que su alcance no era el mismo que antes.

Sabía que esto era un problema, y que tendría que rectificarlo lo antes posible. Esto significaba esencialmente que tendría que entrenar en serio cuanto antes, para grabar los movimientos y reflejos adecuados en su cuerpo.

Era una pena que no pudiera montar esa mierda o algo así. Sin embargo, desgraciadamente este era el mundo real, y no se podían saltar esos obstáculos. No hay atajos en la vida, pero eso no le impedía buscarlos cuando podía.

Levantándose y poniéndose de pie, y rodando los hombros, Percy volvió a mirar su habitación recién limpiada, reprimiendo el repentino impulso que tuvo de patear a su contraparte en este mundo por haberla dejado tan desordenada para empezar. Luego, con un suspiro, cerró la puerta y se dirigio a la cocina para esperar la llegada de sus "amigos".

Sinceramente, el hecho de haber ido al Campamento Media Sangre con, y ser amigo de, las malditas migrañas que eran Thalia Grace y Annabeth Chase para empezar, era todavía una de las cosas más difíciles a las que se estaba acostumbrando.

Aun así, siempre había sido adaptable y flexible, era una de sus mayores fortalezas. Siempre fue capaz de reaccionar rápidamente, y luego seguir la corriente.

Dicho esto, mientras se sentaba en la encimera de la cocina y miraba a su madre, Sally, a pesar de que la mujer de aspecto amable seguía trabajando en la cocina, una parte de él tenía mucha curiosidad por saber qué era lo que se suponía que estaba haciendo en Maine de todos los lugares, con dos semidiosas, en pleno invierno.

"Entonces, ¿estás seguro de que estás contento de llevarnos?", preguntó Percy de repente. Una leve sonrisa se extendió rápidamente por su rostro al ver una olla a un lado, dentro de la cual pudo espiar que todavía había algo de la oscura ambrosía que era el café chapoteando, del cual, por supuesto, se sirvió rápidamente una taza, después de todo, quién era él para negar tal bondad enviada por el cielo.

"Por supuesto". Su madre respondió, con una leve sonrisa en el rostro, mientras dejaba de secar algunos platos y lo miraba. "¿De qué otra manera esperas llegar a Bahía Harbour? No puedes volar hasta allí, el hermano de tu padre te haría volar en cuanto lo intentaras, y el servicio de tren desde Nueva York hasta Bahía Harbour es bastante malo. No, es más fácil así, además me sentiría mucho más cómodo dejándote a ti y a tus amigos allí yo mismo, además Quirón ya me ha compensado el viaje, así que realmente no hay problema."

"Bueno, se agradece igualmente". Percy asintió. Era una mujer amable, y también generosa. También era bastante charlatana. Ya le había dado algunas cosas con las que trabajar, por ejemplo, ahora sabía que estaba en Nueva York. Además, su falta de voluntad para decir el nombre del Rey del Olimpo -después de todo, de quién más podría estar hablando cuando dijo que alguien lo haría "volar desde el cielo"- y su falta de sorpresa sobre su habilidad para controlar el agua y crear hielo en su habitación, hicieron que descubrir que su padre en este mundo era Poseidón fuera sorprendentemente fácil.

Pensar en la ironía que había detrás de eso casi le hizo reír. Su padre, o en realidad su antiguo padre, montaría en cólera homicida ante la idea de que su némesis, el usurpador Poseidón, le robara "su" campeón.

Honestamente, la idea de lo enojado que estaría el titán, le hizo sonreír.

"Oye, no es necesario ser tan formal". Su madre interrumpió sus pensamientos, con una extraña mirada en su rostro. "Soy tu madre, cuidar de ti está en la descripción del trabajo".

Percy no pudo evitar sonreír ligeramente ante eso. ¿Era esto lo que se había estado perdiendo?

"Por cierto, ¿desde cuándo tomas café negro?" Su madre continuó con curiosidad.

Percy miró su taza al oír eso, antes de encogerse de hombros con una sonrisa torcida. Que más podía decir, de alguna manera no creía que ella apreciaría la verdadera explicación de que él era una especie de intruso trans dimensional que había robado el cuerpo de su hijo de alguna manera desconocida, y debido a algunas razones desconocidas, todas las cuales probablemente tenían algo que ver con que las Parcas eran viejas sociopatías y controladoras.

Poniendo los ojos en blanco, su madre negó con la cabeza. "Te digo que parece que cada día cambias más".

"Se llama crecer, nos pasa a todos". Percy no pudo evitar comentar con un poco de sarcasmo.

"Bueno, al menos hay cosas que no cambian". Contestó su madre, que ahora volvía a sonreír mientras ponía los ojos en blanco. "Entonces, señor adulto, ¿supongo que está listo para irse?"

"Sí, solo estoy esperando que lleguen los demás". Percy asintió, antes de que un ligero ceño se extendiera por su rostro. "Sin embargo, todavía no entiendo del todo la razón por la que vamos todos a Maine".

Su madre le dio una mirada extraña ante ese comentario. "¿Qué quieres decir? Pensé que se explicaba por sí mismo, tu amigo Grover encontró un par de semidioses y necesitaba ayuda para extraerlos. Tú, como buen amigo, dijiste que sí... o al menos así me lo explicaste..."

"Sí, ya lo sé", mintió Percy, su mente se arremolinaba mientras repasaba lo que acababa de escuchar, su mente se dividía, ya que una parte se quedaba con la conversación, mientras que la otra mitad seguía procesando y pensando en torno a todo lo que había escuchado, y todo lo que podía recordar sobre el Campamento Media Sangre y lo que habían estado haciendo en el último par de años. "Pero aun así, los sátiros suelen olfatear a los semidioses y luego los llevan ellos mismos al Campamento. Normalmente no necesitan apoyo. Debe haber algún problema, o algún peligro, para que quiera que los tres le ayudemos".

Su madre asintió con una mirada pensativa. "No me sorprendería que hubiera monstruos atraídos por su olor, sobre todo siendo dos".

"Puede ser, pero aun así, los semidioses deben ser bastante fuertes, eso o han tomado conciencia de lo que son. Si no, ¿por qué este asunto solo surge ahora?", murmuró Percy para sus adentros, su mente seguía dando vueltas mientras sacaba cosas medio olvidadas y retazos de información que había recogido a lo largo de los años.

Recordaba que algo había sucedido en Maine hacía unos años, o al menos en su mundo. Había sido en la época en que el debilitado Kronos había sido destronado y devuelto a la Fosa, con sus hermanos, el nuevo triunvirato, Oceanus, Hyperion y Iapetus, asumiendo su manto y el control de la resúrgete facción de los Titanes.

Sin embargo, él no había participado personalmente en esos acontecimientos, después de todo, en aquel momento su padre no se había puesto detrás de Kronos, no cuando el Titán del Tiempo estaba todavía tan débil y sin cuerpo. Eso y que el Corrupto aún no se había redimido, o al menos a los ojos de su padre, de sus fracasos en la primera Titanomaquia.

Aun así, recordaba haber oído fragmentos de lo que había sucedido. Pero, eso había sido principalmente en forma de su padre, burlándose de su hermano, Kronos, por su fracaso, y de su sobrino, Atlas, por su incompetencia.

Todo había comenzado con los hermanos Di Angelo.

En ese momento, fue como si una bombilla se hubiera encendido en su mente. El peligroso dúo de hermanos, los hijos de Hades, ellos, recordó, se habían visto envueltos en los acontecimientos que habían sucedido por aquella época.

Ellos dos, junto con la hija de Zeus, un hijo de Hermes y una hija de Atenea, ellos tres y el Teniente de la Caza, habían frustrado el plan de Atlas, liberado a la diosa capturada, Artemisa, y matado al huésped humano de Kronos, el hijo de Némesis... Ethan... Naka-algo.

Los detalles exactos de lo que pasó, no los recordaba, o nunca se los habían contado. Pero lo que sí recordaba era que había terminado con una victoria total y completa de las fuerzas del Olimpo, y una completa derrota y diezmación de la creciente base de poder de Kronos. Un duro golpe teniendo en cuenta su anterior fracaso a la hora de destruir las defensas en torno al Campamento Media Sangre, para poder acabar con los semidioses griegos, y su incapacidad para introducir un agente en el Campamento Júpiter.

Sinceramente, no era de extrañar, o al menos en su mente, por qué Kronos había sido traicionado. Sus logros en la era moderna habían sido poco impresionantes.

"Sinceramente, no lo sé. La mayoría de estas cosas de semidioses están por encima de mi cabeza..." Su madre se encogió de hombros.

Percy asintió ante eso. "Bueno, supongo que lo averiguaré cuando llegue allí".

Eso y que esperaba obtener algunas respuestas más concretas sobre qué más era diferente aquí.

¿Los hermanos Di Angelo seguían siendo hijos de Hades?

¿Seguía siendo Thalia la líder del Campamento Mestizo?

¿Seguiría esa chica Annabeth uniéndose a los Cazadores de Artemisa y, junto con sus hermanas en la Caza, seguiría siendo una espina en su costado en los años venideros?

¿Seguiría el hijo de Hermes derribando la nave de Kronos y provocando indirectamente la caída del Titán Señor del Tiempo?

¿Seguiría la Gran Profecía llegando a su repentina y anticlimática conclusión dentro de unos días?

Tenía tantas preguntas que también necesitaba respuestas.

¿Seguía su padre por aquí, esperando en el fondo para apuñalar por la espalda a su hermano herido y debilitado, y luego, con sus hermanos, usurpar su posición y su destino para aplastar el Olimpo y retomar el mundo en nombre de los Titanes?

Una leve sonrisa se dibujó en la boca de Percy ante ese pensamiento. Recuperar el mundo podría ser un poco exagerado.

Para ser más realistas, los Titanes conquistarían el territorio del Panteón Grecorromano, una de las facciones más fuertes del mundo, tras lo cual volverían a entrar en un mundo muy diferente al que habían conocido anteriormente. Un mundo en el que competirían y lucharían con los poderes de los demás panteones del mundo, como el nórdico, el egipcio, el celta y la otra casi media docena de panteones que seguían activos y relevantes en el mundo.

En cualquier caso, una cosa estaba clara. Las cosas en este lugar, en este peculiar reino, iban a ser diferentes a las que él conocía y recordaba. La gente podría ser diferente, y también el futuro. Después de todo, él no había sido un hijo de Poseidón en su antigua vida.

Antes de que pudiera seguir pensando en las cuestiones que le rodeaban, él y su madre, que se habían sumido en un cómodo silencio, se vieron sorprendidos por un repentino golpe en la puerta.

"¡Oh, deben ser tus amigos!" Su madre chirrió con entusiasmo. "¡Hace tiempo que espero conocerlos bien!"

Ah, sí, Percy hizo una mueca, sus antiguos enemigos y sus aparentes nuevos amigos. Esta era una reunión que podria haber pospuesto por un tiempo más, para que al menos pudiera asimilar los extraños acontecimientos y resolver como iba a actuar y reaccionar ahora que había aceptado su situación actual. Pero, afortunadamente, era adaptable y, con su capacidad de dividir sus procesos mentales, la multitarea era un juego de niños.

"Vamos, no hagas pucheros, Percy, no voy a avergonzarte delante de tus amigos". Su madre se rio mientras se apartaba del mostrador, le revolvió el pelo, que él aguantó a regañadientes, y se dirigió a la puerta cercana.

"Madre Tierra, dame fuerzas". Percy murmuró una oración silenciosa, sus ojos se cerraron por un momento, antes de que, sin otra palabra, bebiera los restos de su café caliente. El calor, por suerte, no le molestaba en absoluto, debido principalmente al práctico hecho de que era resistente al calor tanto por dentro como por fuera. Después, se levantó, se alisó el abrigo y se obligó a esbozar una sonrisa torcida.

Por lo que había dicho su madre hasta el momento, se llevaba bien con las dos chicas, incluso eran buenas amigas. Si era algo más que eso... bueno, eso era algo que tendría que averiguar. Aunque personalmente esperaba que no, aunque solo fuera por el hecho de que complicaría innecesariamente una situación ya de por sí complicada.

Además, todavía estaba un poco crudo, en el sentido metafórico, después de que su última especie de novia/amante ocasional, Kelli, intentara comérselo tras una apasionada noche de sexo, y no había sido en el sentido sensual de la palabra, sino más bien en el sentido literal.

Basta con decir que su ruptura había sido repentina, rápida y sin duda mortal.

Sacudiendo la cabeza y reteniendo un escalofrío al pensar en aquella bestia vampírica y loca, y disfrutando del hecho de que era poco probable que volviera a cruzarse con aquella literalmente devoradora de hombres, Percy volvió a centrarse en el aquí y el ahora, incluso cuando su oído preternaturalmente agudizado captó el murmullo audible de las voces que bajaban del pasillo cuando su madre abrió la puerta para dejar entrar a las dos chicas en el apartamento.

"Así que tú debes ser Annabeth, eres exactamente como Percy describió. Es un placer conocerte, y también quiero darte las gracias. Nunca tuve la oportunidad de hacerlo, pero gracias por intentar ayudarme cuando me secuestraron, y gracias por cuidar de Percy desde entonces. No tienes ni idea de lo que significa para mi saber que tiene amigos como tú ahí fuera con él, cuidando su espalda". Percy se encogió al escuchar las palabras de su no-madre, con un tono de voz tan bajo que, en circunstancias normales, sería imposible de escuchar para alguien que no tuviera un oído sobrenatural.

Sin embargo, por desgracia, Percy podía oír lo que estaba pasando y, por lo tanto, se sintió avergonzado de segunda mano por las palabras. Lo cual era especialmente extraño teniendo en cuenta que "él no era el hijo del que ella hablaba".

"No pasa nada, señora Jackson, de verdad. Es un buen amigo y cuida mi espalda tanto como yo la suya". Contestó una voz femenina igualmente suave.

Casi podía oír en su voz la vergüenza mortificada que ella debía sentir.

También pudo oír una risa ahogada de la otra chica.

"¡Thalia!", siseó Annabeth, una breve inhalación siguió al siseo, sin duda por el codazo que la hija de Atenea le dio a la hija de Zeus en el costado.

"P-Perdón..." Otra voz replicó, sus palabras no contenían ni un ápice de remordimiento. "Y cómo le va, señorita J, soy Thalia. No puedo decir que conozca a Percy tan bien como lo hace Anne aquí, pero lo conozco lo suficiente".

Esta voz era ligeramente más alta y más informal que la otra. Le hizo pensar a Percy en una persona relajada y fácil de llevar.

Estaba muy lejos de la llamativa chica punk-rockera que blandía lanzas y tenía una versión falsa de Aegis, que él recordaba. Aquella chica, la que él conocía, era un auténtico infierno, intensa y despiadada, era un enemigo mortal, y además implacable.

En su último combate, el que le había costado la vida, había perdido la cuenta del número de veces que la había derribado o alejado, sólo para que ella volviera a atacarle momentos después.

Al final había necesitado varias lanzas solidificadas de agua altamente ácida, y una garra revestida de quitina que le atravesó el pecho para derribarla, e incluso entonces había conseguido infligirle cerca de una veintena de heridas. Todo ello a pesar de que era bastante resistente en ese momento y tenía una moderada resistencia a los rayos.

La joven que conocía era un terror en el campo de batalla, y un enemigo formidable. Por ello, le costaba un poco comparar a la chica que conocía con el tono desenfadado y amistoso de la chica de la puerta.

Lo mismo podría decirse de la nerviosa hija de Atenea. La Annabeth Chase que él había conocido era decidida e implacable. Había poseído una mente estratégica muy superior a la suya, y un intelecto crudo y natural, que probablemente habría dejado al propio Koios perplejo durante al menos un momento o dos.

Nunca pensó que la escucharía tartamudear nerviosamente por las palabras de un mortal, incluso un mortal tan cálido y amable como parecía ser su madre.

"Ah, sí, Percy también te mencionó. ¿Eres la chica que se convirtió en un árbol?" La voz de su madre continuó, sin inmutarse por la despreocupación de Thalia.

Una vez más se escuchó un bufido de risa, solo que esta vez provenía de Annabeth.

"¡Cállate, Anne!", siseó Thalia, antes de que con una risa ligera y ligeramente forzada elevara el tono de su voz, más en el rango que un humano normal sería capaz de escuchar, incluso cuando volvió a hablar. "Pero sí, esa soy yo. Entonces, ¿Percy está dentro, Señorita J?"

"Oh, bueno, sí, por supuesto. ¡Entra, entra!" Su madre contestó rápidamente, la sonrisa en su cara de alguna manera audible en sus palabras, incluso cuando el sonido de ella cerrando la puerta sonó, y el sonido de los pasos en la alfombra viniendo hacia él se hizo audible.

"¡Oye, Percy!" La voz de Thalia Grace estalló a través de la cocina, incluso cuando la propia chica, una belleza de pelo oscuro en punta, con ojos azules eléctricos y una sonrisa descarada en su rostro, irrumpió en la habitación.

"Thalia..." Percy asintió con torpeza, y sus ojos verde mar recorrieron su forma familiar, observando la chaqueta de cuero negro con tachuelas metálicas que llevaba, las brillantes botas negras Doc Martin y los vaqueros negros ajustados, con una cadena retro de plata en la cadera. Si combinamos su atuendo con la conocida pulsera de plata que llevaba en la muñeca y la tachuela de plata que llevaba en la nariz, la chica se parecía bastante, quizá en un setenta por ciento, a la que él había conocido.

Solamente que la que había conocido era mayor, y nunca le había sonreído amistosamente, como lo estaba haciendo ahora, ni se había acercado a él sin un arma en la mano, o algún tipo de armadura.

"Abajo, pececito, al menos invítame a una copa antes de revisarme". Thalia se rio, sus ojos azules brillaron mientras se acercaba a él y le daba una palmada en el hombro.

"Erm..." Percy contestó con elocuencia, con la mente acelerada mientras intentaba encontrar la mejor manera de reaccionar.

"Retrocede un poco, Thals". La voz de Annabeth Grace sonó a continuación, la cabeza de la chica de pelo rubio rizado se agitó de un lado a otro, haciendo que su cola de caballo rubia hiciera lo mismo, incluso mientras una ligera sonrisa se extendía por su rostro bronceado, y sus ojos grises tormentosos brillaban con diversión. Mientras hablaba, entró en la habitación, con la madre de Percy, que parecía desconcertada, siguiéndola. "Cerebro de Alga no está acostumbrado todavía a tú... singular estilo de humor".

"Sí, sí..." Thalia sonrió, dando una palmada en el hombro de Percy de nuevo. "Supongo que lo entiendo. No pudimos hablar como es debido en verano, no con todo lo que estaba pasando."

"Cierto", asintió Percy, encontrando rápidamente su equilibrio, mientras se fijaba en el hecho de que Thalia no lo conocía bien. Mientras que Annabeth, por el apodo francamente vago, lo conocía un poco mejor, y tenía al menos una relación amistosa con él.

Además, por el tono y la cadencia de la voz, así como por las propias palabras y sus implicaciones en cuanto a la inteligencia, podía deducir al menos que a menudo se exasperaba con él porque tomaba decisiones precipitadas o porque no tenía los conocimientos, probablemente de mitología griega, que ella esperaba que tuviera.

Mucho de eso, por supuesto, se basaba en conjeturas, y en la lectura de palabras y expresiones, utilizando la mayor capacidad de pensamiento que le daba su habilidad para dividir sus procesos de pensamiento. Pero aún así, al haber crecido rodeado de monstruos, hermanos y "amigos" poco fiables y traicioneros, se había vuelto bastante experto en la lectura de personas y criaturas.

"Aun así, supongo que te debo algún agradecimiento por todo el asunto del Vellocino de Oro. Sin ti y sin Anne, y sin Grover también supongo, seguiría siendo un árbol, eso o estaría muerta". Thalia volvió a sonreír. Aunque esta vez su sonrisa era más hueca, más falsa, y su tono, también parecía tener un toque amargo que no había estado allí antes.

"Eso y Clarisse". Dijo Annabeth, sus ojos grises y tormentosos pasaron de él a Thalia mientras hablaba.

"¿Qué, esa vaca excesivamente agresiva, totalmente compensada y con cerebro de músculo?" Preguntó Thalia bruscamente, su humor se animó rápidamente.

Annabeth se limitó a poner los ojos en blanco, antes de volver a mirar a Percy. "Así que esa es Thalia. Pero realmente, ¿cómo están las cosas Percy? No te he visto bien desde el final del verano".

"Sí, estoy bien. Solo que han pasado muchas cosas, ustedes saben. He tenido mucho en qué pensar". Percy se encogió de hombros. Fue una respuesta bastante neutral.

"Pensar, bueno, eso es nuevo para ti Cerebro de Alga". Annabeth se rio, con una rápida y traviesa sonrisa en su rostro.

Percy ladeó una ceja y le dio una mirada seca ante eso. "Grosero".

"Oh, ¿qué es esto, ninguna respuesta ingeniosa? ¿O finalmente has desarrollado un filtro?" Annabeth se rio de nuevo, sus ojos se arrugaron un poco de una manera linda.

"Bueno, basta de coquetear ustedes dos". Thalia interrumpió bruscamente, con una ligera sonrisa aún en su rostro. "Estás haciendo que la señorita J, se sienta incómoda".

"¡Thalia...!" Murmuró Annabeth, su cara y sus orejas se tornaron un poco rosadas al apartar bruscamente la mirada de Percy.

"Oh, no, no me hagas caso". Su madre sonrió. "Únicamente estoy disfrutando de que me cuenten algunos de estos chismes".

Mirando entre su madre y los dos asesinos entrenados, Percy no pudo evitar soltar un suspiro de cansancio. ¿Era esta su vida ahora? Tal vez había tenido razón en su primera conclusión, y esto era una especie de extraño castigo divino.

"Entonces, ¿no deberíamos irnos?" Percy finalmente ofreció, su mirada cambiando de Thalia a Annabeth, incluso cuando las dos se centraron en él de nuevo. "Es un largo viaje hasta Maine".

"Sí, tienes razón, chico pez. Cuanto antes partamos, antes podremos alcanzar a Grover y evacuar a los novatos". Thalia asintió.

"El viaje nos dará tiempo para planificar". Annabeth intervino a continuación, con sus ojos grises y tormentosos entrecerrados por el pensamiento. "Por lo que dijo Grover, cree que hay un monstruo en Westover Hall, y uno muy poderoso. Si no, no creo que hubiera pedido ayuda. Tendremos que movernos con cuidado, sobre todo porque habrá otros niños por aquí, mortales".

Una mueca se extendió por el rostro de Thalia ante las palabras de la niña de Atenea. "Sí, no había pensado en eso. ¿No dijo Grover que esta noche se celebraba el baile de fin de curso, o algo así?"

"Sí, así que estarán todos reunidos en un mismo lugar, eso debería darnos la cobertura que necesitamos para colarnos, coger a los semidioses y salir antes de que el monstruo se dé cuenta de lo que estamos haciendo". Annabeth asintió.

"¿Eso o podríamos intentar identificar al monstruo y deshacernos de él primero?", ofreció Thalia.

"No, podría tener aliados. Eso y no queremos causar demasiada escena, eso y recuerda, no queremos poner en peligro a los mortales más de lo necesario." Annabeth negó con la cabeza.

"Espera, ¿entonces vamos a un baile de graduación del colegio?". Percy interrumpió, con el ceño ligeramente fruncido mientras miraba el atuendo casual de Annabeth, completo con un par de botas gruesas, pantalones vaqueros y un grueso abrigo azul oscuro hinchado, el atuendo punk rocker de Thalia, y su propio atuendo casual, decididamente no elegante o protector. "¿No deberíamos, ya sabes, llevar un conjunto de ropa formal de repuesto para poder pasar desapercibidos?"

Annabeth le dio una mirada de sorpresa ante eso. "Es una buena idea".

"Pero no es necesario, Quirón me ha enseñado algunos trucos con la Niebla. Puedo arreglar nuestra entrada e invitación. Solo tienes que seguirme la corriente". Thalia guiñó un ojo, con una leve sonrisa en su rostro.

"Ese puede ser el plan A", asintió Annabeth. "Pero siempre es bueno tener un plan B".

"Sí, los monstruos pueden ver a través de la Niebla, y creía que la idea era entrar sin llamar demasiado la atención". Añadió Percy a continuación.

"Pueden ver a través de la Niebla, claro. Pero ¿has olvidado que también pueden oler a los semidioses? En cuanto entremos en la escuela sabrán que estamos allí". Contestó Thalia, la sonrisa se le borró de la cara. "Tú y yo, somos hijos de los Tres Grandes, somos básicamente un buffet ambulante para los monstruos".

"Entonces, ¿qué sentido tiene el clandestinaje si, de todas formas, nos van a descubrir en cuanto entremos en el colegio?". Replicó Percy, antes de fruncir el ceño, mientras una idea aparecía en su mente. Siempre le habían gustado este tipo de conversaciones, los debates de ida y vuelta y las reuniones de estrategia. Le resultaba tan familiar, que casi se sentía nostálgico. "A menos que uses eso. Tú y yo, Thalia, tenemos las presencias más grandes. Los dos podemos acercarnos por el frente, causar una escena, conseguir toda la atención sobre nosotros, incluyendo la atención del monstruo. Annabeth mientras tanto, puedes colarte utilizándonos como distracción, agarrar a los niños y salir de allí".

Los ojos de Annabeth se entrecerraron mientras pensaba en sus palabras. Su mirada sagaz se fijó en él. Era desconcertante, casi se sentía como si ella estuviera tratando de ver a través de su carne y en su núcleo. "Podría funcionar. Tengo mi sombrero, y si ustedes dos causan una escena podría entrar y salir rápidamente sin ser visto o notado. Bien pensado, Cerebro de Alga, parece que has aprendido algo sobre tácticas mientras has estado fuera".

Percy sonrió torpemente en respuesta. Había una posibilidad de que hubiera exagerado.

Dicho esto, pensó, su sonrisa se volvió ligeramente más genuina. Que podian hacer si se daban cuenta de que actuaba de forma diferente a la habitual. Al fin y al cabo era un adolescente, estaba en una edad en la que la gente tiende a encontrarse a sí misma. Si alguien sospechaba, una respuesta sencilla sería que estaba creciendo y madurando.

Sería una respuesta mejor que la verdad. Después de todo, si dijera la verdad, ¿qué pasaría? ¿Había manicomios para semidioses que se doblegaban ante la presión y perdían la cabeza? ¿O tal vez intentarían exorcizarlo? Eso sí que era un pensamiento aterrador.

"Para mí tiene sentido". Percy se encogió de hombros, con una sonrisa en la cara mientras miraba a Annabeth. Solo para que su sonrisa se debilitara ligeramente al ver que su expresión cambiaba un poco. Aunque no en una expresión de sospecha o curiosidad, sino que casi parecía una decepción. Aunque no estaba del todo seguro de lo que podría haber hecho para decepcionarla, en esta vida. Pero en cualquier caso, sabía que tendría que vigilarla. La chica era demasiado inteligente, tanto para su propio bien como para el suyo.

"Podemos resolver los detalles en el coche". Interrumpió Thalia.

"C-Correcto", asintió Thalia, antes de volver a mirar a Percy y Annabeth. "Sí, así que podemos arreglar los detalles del viaje hasta allí, pero tu idea parece bastante sólida, Percy. Aun así, como la que tiene más experiencia en este tipo de cosas, creo que lo mejor sería que ambos siguieran mi ejemplo cuando lleguemos allí, ¿ok?"

"¿No has sido un árbol durante el último par de años?" Percy replicó, con una ligera irritación en el pecho por la presunción de la otra chica. Era un poco mezquino, lo sabía. Después de todo, por lo que él sabía, el Percy que Thalia conocía podría ser completamente inútil. Pero aun así, el hecho de que ella se creyera mejor que él, lo irritaba un poco.

"Golpe bajo, chico pez". Thalia hizo una mueca. "Pero eso no significa que no pueda seguir corriendo alrededor de ti".

"Ajá", contestó Percy de forma poco convincente.

"Oye, no nos metamos en esto ahora". Annabeth, haciendo el papel de mediadora, intervino rápidamente. "Como has dicho antes, deberíamos irnos. ¿Supongo que tienes todo lo que necesitas, Percy?"

Asintiendo bruscamente con la cabeza, Percy estaba a punto de decir que sí, antes de recordar rápidamente una cosa importante. No tenía todo. No tenía un arma, de hecho todo lo que tenía en el bolsillo era un bolígrafo y una cartera claramente anémica.

"Sí, claro, aunque solo tengo que preguntarle a mi madre dónde está mi arma". Dijo finalmente Percy tras unos momentos de reflexión.

Al ver su habitación había llegado a la conclusión de que el Percy que todos conocían era algo desordenado, o al menos en lo que se refiere a la limpieza. Como tal, estaba bastante seguro de que no estaba más allá de los reinos de la posibilidad de que pudiera afirmar razonablemente que no podía recordar dónde había dejado su espada / lanza / daga / cualquier arma de Bronce Celestial que este Percy usara.

Personalmente, esperaba una lanza o una espada, serían las opciones ideales. Cualquiera de esas dos, o preferiblemente un tridente. Si no, era lo suficientemente bueno con una maza, un hacha o una daga para arreglárselas. Sin embargo, el peor de los casos sería que acabara cargando con un arco. El tiro con arco no era realmente su fuerte.

"Bueno, supongo que está en tu bolsillo. En serio, no me digas que de alguna manera has perdido tu espada mágica, ya sabes, tu espada mágica que está encantada para volver siempre a ti..." Annabeth puso los ojos en blanco, su tono exasperado. "En serio, ¿qué te pasa hoy? Estás en todo, la mitad del tiempo se te ocurren ideas ingeniosas, la otra mitad te olvidas de cosas obvias... estás actuando bastante raro..."

Una vez más, casi podía sentir la decepción que se desprendía de ella.

Metiendo las manos en el bolsillo, Percy saco lo único que tenía, además de su cartera. El bolígrafo.

"Ves, ahí está". Annabeth suspiró.

"Vamos Percy, ponte las pilas". Thalia se rio. "No es muy temprano".

Forzando una risa ante eso, Percy se encogió de hombros. "Sí, lo siento, es una estupidez, lo sé, pero para ser justos me acabo de despertar, hace como una hora, y tuve una larga noche, la noche anterior".

"Excusas, excusas". Thalia sacudió la cabeza.

"Tal vez sea eso". Murmuró Annabeth, sus grises tormentosos volvieron a clavarse en él. "Creo que deberías dormir un poco de camino a Maine. Este trabajo es importante, todos necesitamos estar al cien por cien".

"Claro, por supuesto". Percy asintió.

Annabeth, sin embargo, se limitó a seguir mirándole expectante durante unos segundos, como si esperara algo más, antes de suspirar y apartar la mirada.

Frunciendo el ceño, Percy se dispuso a hablar de nuevo. Sin embargo, antes de que pudiera hacerlo, su madre volvió a entrar en la cocina con un abrigo, las llaves del coche en una mano y una mochila en la otra.

"Bueno, vamos entonces, cuanto antes nos pongamos en marcha, antes llegaremos. Próxima parada Bahía Harbour, Maine".