Disclaimer: Esta historia no me pertenece, los personajes son de Stephenie Meyer y la autora es fanficsR4nerds, yo sólo traduzco sus maravillosas palabras.

Disclaimer: This story doesn't belong to me, the characters are property of Stephenie Meyer and the author is fanficsR4nerds, I'm just translating her amazing words.


Thank you Ariel for giving me the chance to share your story in another language!

Gracias a Yani por ser mi beta en esta historia.


Veintisiete: Edward

5 de octubre de 2022

Cambridge, Inglaterra

—Ella es genial.

Miro a Corin, que… sí, es sexy. No esperaba que Bella se lo dijera a la cara, pero debí haberlo sabido.

—Creo que el sentimiento es mutuo —digo, sacudiendo la cabeza con una carcajada. Corin sonríe.

—¿A qué se dedica?

La miro. Todos vamos de regreso al campus para una clase y Bella se fue muy crípticamente a hacer unos recados. No sé qué significa eso exactamente y en realidad me siento un poco ansioso por descubrirlo. Incluso conociéndola tan bien como la conozco, Bella se las arregla para sorprenderme de forma constante.

—Es escritora —digo, esperando que lo deje ahí. Corin asiente.

—¿Oh? ¿Qué escribe?

Carraspeo.

—Uh. —Probablemente no está bien decir que porno, a pesar de que es una descripción acertada. Miro a Corin y ella sonríe, comprendiéndolo.

—¿Erótica? —adivina. Me sonrojo, solo un poco, y asiento.

—Sí —digo, riéndome—. Es buena.

Corin sonríe y carraspeo.

»Actualmente trabaja como editora en una editorial de Londres. —Hago una pausa. ¿Quiero compartir la tercera manera altamente inusual con la que mi esposa aporta para el gasto? Cuando Corin me mira, al parecer esperando que siga hablando, respiro profundo—. También hace muchos videos de TikTok. —No sé cómo carajos funciona eso, pero los malditos videos que ha estado grabado de nuestras vidas en los últimos dos años han pagado al menos un par de recibos.

Corin alza una ceja.

—Oh, ¿en serio? Me resultó un poco conocida, la verdad.

La miro, sorprendido.

—¿En serio? —Puedo escuchar mi propio escepticismo y se ríe.

—Sí. Puede que haya visto un video o dos. Pero ahora me mantendré alerta.

Pongo los ojos en blanco. Maravilloso. Mis nuevos colegas están a punto de ver un lado de mí que probablemente no deberían. Al menos, no si planeo mantener mi dignidad profesional.

—¿Cuánto tiempo llevan juntos? —pregunta. Sonrío, feliz de poder contarle sobre cómo nos encontramos Bella y yo. Corin es buena onda, relajada y muy astuta. Desde que la conocí supe que, dada la oportunidad, probablemente Bella y ella se llevarían bien, y creo que tenía razón al respecto, si el que hoy intercambiaran números de teléfono es indicación alguna.

Regresamos al campus y me siento feliz al pensar que tal vez, solo tal vez, Bella y yo de verdad estamos empezando a hacernos una vida aquí.

—¡Nena! ¡Estoy en casa!

Aviento las llaves a la mesita que está junto a la puerta y cuelgo mi abrigo, dejando mi mochila en el piso.

—¡En la cocina! —grita Bella. Voy para allá y veo a Bella parada detrás de la pequeña isla, está usando un cárdigan sobre su delantal—. ¿Cómo estuvo tu clase? —pregunta, sacando artículos de una bolsa de compras. Asiento, inclinándome sobre el mostrador para besarla.

—Bien. Creo que intentaré reunirme con el doctor Stewart la próxima semana para hacerle unas preguntas.

Bella asiente y veo que saca un tarro de aceitunas verdes. Frunzo el ceño.

—¿Para qué es eso? —pregunto. Bella detesta las aceitunas, y aunque a mí no me disgustan, literalmente no hay razón para que tengamos un tarro.

—Son para más tarde —dice crípticamente. Frunzo el ceño.

—B-bien —extiendo la palabra—. ¿Estás preparando la cena? —pregunto, mirando su delantal. Hace un sonidito de ajá—. ¿Qué vamos a cenar? —No veo comida afuera y la miro cuando me sonríe.

—Es martes de tacos.

Me animo.

—¿Estás preparando tacos? —Extraño los tacos. No hemos probado comida mexicana desde que dejamos LA. Tenemos miedo de probar de lugares aquí cerca.

Bella me sonríe, se quita el cárdigan y lo deja caer al piso. Se aparta de detrás del mostrador y es entonces cuando me doy cuenta de que va desnuda debajo del delantal.

Dios mío.

No puedo evitar reírme de mi loca y caliente esposa.

—¿Asumo que me voy a comer tu taco? —resoplo. Sonríe y se para entre mis brazos.

—¡Síp!

Mis manos bajan por su espalda para apretarle el culo.

—Mi favorito.

Entrelaza sus manos entre mi cabello.

—Más te vale. Nada de tacos escoceses para ti.

Le doy una nalgada y grita sorprendida.

—Era más probable que quisiera comerse tu taco —le digo.

Bella sonríe.

—Le gusté, ¿verdad? —Se ve jodidamente presumida.

Deslizo las manos debajo de su culo, acunando su coño. Gime y abre las piernas mientras empieza a empujar sus caderas sobre mi palma.

—Más vale que yo sea el único comiéndose esto —la provoco. Sus dedos agarran mi camiseta cuando muevo mi otra mano para traerla hacia enfrente, mi palma hace presión en su clítoris mientras mis dedos provocan su entrada.

—Carajo, sí —gime—. Ya.

Sonrío. Ciertamente no me lo tiene que decir dos veces.