Ilegítima

había sido una tarea casi milagrosa por mi parte para quitarme de encima a esa persona, junto con su armadura, notando que era la Duquesa Kruger, mientras la ponía en la mecedora que me gustaba, era cómoda pero no podía llevarla a la habitación sin causarle más daño.

Sabía cómo era la Duquesa pero nunca la había visto, según lo que había leído de ella en un periódico abandonado, cuando la habían boletínado, era alta, cabello color como la noche, ojos del color de las piedras preciosas como las esmeraldas y sobre todo era la líder de los maestros de la espada.

Este título se les daba a personas que tenían una habilidad excepcional con el manejo de la espada, y un control increíble con la magia y ella era la mejor de todo el continente eso, todos lo sabían, yo lo sabía.

-entonces se supone que eres mi esposa-dije al aire mientras la veía sufrir.

Mi esposa tenía calentura y una herida en el costado muy grave que para una persona normal sería fatal con un cero por ciento de sobrevivencia pero sabiendo que ella era una maestra y que también para tener ese título los maestros pueden manipular su cuerpo con magia, haciendo que las heridas se puedan regenerar más rápido o de forma alarmante si es que tienes un buen manejo, básicamente se supone que ella debe de ya no tener esa clase de herida preguntándome que habrá pasado seriamente.

-ugh-

De un momento a otro veía que cobraba la conciencia.

-no se mueva demasiado, aún no se cura al 100 pero ya que está despierta puedo tener tu permiso para lavarte la herida tal vez por eso aún no ha cerrado-le dije teniendo varios trapos y agua que había preparado

-quién eres? -

-soy Sakura Fujino, aunque hace poco me he casado, entonces mi apellido es otro y soy la dueña de este lugar, entonces empezaré de acuerdo? -

Sinceramente no quería tener ese tipo de conversación, se supone que no era yo con quien se había casado sino Sakura y para que una mujer ilegitima se case con un noble es la peor atrocidad, en esta clase de Mundo que se rige por lo noble de tu sangre, es por eso que se evita tenerlos y yo fui el producto de algo que no debió de pasar.

Si la Duquesa se enterara de que yo no soy Sakura, me espera la muerte y la caída de la familia Fujino, aunque eso no importa pero no quiero librarme de esta nueva vida que tengo, era la primera vez que disfrutaba de poder hacer lo que yo quisiera sin que nadie me estuviera pegando.

-ugh, casarte?, siento que he escuchado tu nombre-

-shh, relájese lo más que puedas-

Ya tenía todo listo y notaba como enterraba sus uñas en la mecedora mientras le quitaba su camisa la cual casi se fusionaba con su piel, en el momento que lo hice escuche como la madera de la mecedora crujía.

-tranquilícese por favor, sé que duele pero no es bueno que haga más esfuerzo se dañara más las manos, así que mejor tome mi mano-

-pero… -

-si, tanto le preocupa, así evitará dañarse-

No pensaba que la Duquesa tuviera consideración alguna, con alguien extraño, en realidad la Duquesa era una extraña noble.

-bueno listo, le he puesto algunas vendas nuevas, mañana las cambiare de acuerdo?, tiene hambre?, puedo hacer un poco de sopa antes de que se vuelva a dormir -

Le dije dirigiéndome hacia cocina pensando en que ella no podría comer cosas duras por un tiempo.

No tardé demasiado en regresar con dos cuencos de sopa uno para la duquesa y otro para mi.

-espero que le guste, por el momento es lo único disponible sin hacerle esperar, puede comer sola?, o le puedo ayudar -

Le decía mientras le daba el cuenco de sopa y una cuchara, note sus pocos esfuerzos, entonces suspiré dejé a lado mi cuenco en la mesa y tome de nuevo el suyo y le ayude a comer.

-gracias-me decía ella

-no me agradezcas aún, necesita sobrevivir para hacerlo-

-Supongo que tienes razón, pero dijiste que estabas casada no es cierto?, que clase de esposo tienes para que te deje sola aquí, con alguien como yo -

-con alguien como usted? -

-si, no sabes quién soy y si lo hicieras no harías todo esto-

-Claro que se quién es-conteste y notando que estaba sorprendida-nunca te había visto pero sé que eres la única Duquesa del imperio, Natsuki Kruger-dejando aún lado el cuenco de sopa y poder tomar el mío mientras me sentaba en la otra silla

-entonces… -

-si, tu eres esa clase de "esposo" quien me dejó aquí -

-entonces tu.. eres mi esposa, pero como… -

-creo que tienes peores problemas ahora así que mejor descansa-me levanté de nuevo y tome una de las mantas que tenía cerca y se la puse

-pero… -

-tranquila, solo trata de recuperarte no me iré a ningún lado, este es mi hogar-

Sentía que era extraña que no podía bajar la guardia pero nada de lo que me decía a mi misma seguía firme con ella. Era extraño pero aún era más extraña la situación en la que me encontraba.

Había ganado la guerra, regresábamos a casa cuando uno de mis subordinados más cercanos me atacaba por la espalda y caía al mar, con una herida que no paraba de sangrar y que se negaba a cerrar, junto con las palabras de él, indicándome que había sido la familia real quien había dado la orden.

Pensé que era una acusación falsa pero ese pensamiento se deshizo cuando recordaba las palabras de la princesa heredera Alicia, quien me había recomendado el llevarme conmigo la reliquia familiar sin que nadie lo supiera, y al llegar a tierra firme evite toda clase de contacto con alguien, mientras reunía información, dándome cuenta que la familia imperial había sido quien había dictado que yo era una traidora.

Entonces sabía que nadie podría invadir como tal la pequeña mansión que mi madre había dejado o eso pensé, por que al notar que había luz en esta mansión abandonada me hizo tener la esperanza de que algunos de los que conocí en el ducado hayan venido para acá, pero también ese pensamiento se esfumó, como era posible que ellos vinieran aquí si podrían tacharlos también de traidores.

Quería saber que había pasado con ellos, con el ducado, quien aún seguía vivo y quien murió, pero sobre todo tenía un enojo muy profundo con aquellos que me han traicionado.