Disclaimer: Esta historia está inspirada, en parte, en el universo de Harry Potter de J.K Rowling. Salvo algún que otro personaje de mi invención, todos los ambientes, personajes, argumentos, hechizos y todo lo reconocible pertenece a la autora, yo solo los tomo los mezclo y agrego cosas.
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"Era el Egipto amado por los dioses, la tierra sagrada que ocupaba el centro del universo."
La reina sol - Christian Jacq
Capítulo 3: La rosa del Nilo – Parte 1.
Al llegar al ministerio ellos clasificaron cuidadosamente los objetos que habían copiado del museo. Sabían que al ser duplicados estos se deteriorarían con rapidez pero esperaban que soportasen lo que durara la expedición. Todo el mundo sabía que los objetos copiados estaban destinados a degradarse rápidamente, era por eso que uno no podía simplemente copiar las cosas ya que estas carecerían completamente de valor monetario.
Hermione guardó las prendas y armas, ordenadas de acuerdo a la épocas de cada ventana, en un morral simple de cuero gastado que Draco cargaría y que habían hechizado para que no tuviera fondo. También colocó una tienda mágica de campaña y algunos implementos modernos de pociones que debían procurar no perder para no alterar la historia. Ellos también llevarían elementos básicos de higiene y medicamentos modernos pero no estaba muy segura de que pudieran usarlos allí a donde iban.
Mientras ella empacaba, Draco revisaba los libros en busca de algún hechizo de último momento que pudiera serles útil durante el viaje. A él le hubiese encantado invertir roles con Granger pero ella prácticamente le había golpeado cuando lo sugirió. Al parecer tenía cierta manía que le impedía dejar que otro empacara sus cosas y a él ahora mismo le gustaba como lucia su nariz.
Cuando ambos culminaron sus labores, tenían un brillo de satisfacción en sus ojos. Ellos estaban listos para comenzar la travesía más extraordinaria de sus vidas.
- Son las cuatro de la mañana, quizá deberíamos dormir algo antes de que Stone venga con el Alphwyn.
Hermione secundó la idea y se dirigió al armario para buscar el equipaje que había guardado esa tarde cuando llegó al ministerio. Se daría, quizá, la última ducha caliente en mucho tiempo y quería disfrutarla.
Cuando salió del baño pudo ver que Draco estaba usando un pijama de seda negro, como toda su ropa, y leía un libro de historia antigua ayudado por un pequeño velador que colgaba de la pared sobre su propio sofá.
- Esperé a qué salieras para avisarte que iría a dormir al pabellón de descanso. Estaré aquí temprano, antes de que Stone venga.
Draco colocó el señalador que apuntaría la página donde había cortado su lectura y se puso de pie dispuesto a marcharse, pero antes tomó la varita que había puesto bajo la almohada.
- No es necesario que te vayas. - dijo Hermione mientras secaba su cabello con una toalla. - estaremos viviendo juntos en una tienda por los próximos meses, una noche no hará la diferencia.
Draco se encogió de hombros dándole tácitamente la razón y volvió recostarse en el sillón. En vez de retomar su lectura, él observó fijamente la rutina de Granger. Luego de colocarse alguna clase de crema en el rostro, ella había comenzado a secar su cabello con una toalla. Su madre y Daphne tenían sus propias habitaciones y él jamás había visto la rutina nocturna de mujer alguna y tenía que admitir que aquello lo tenía curioso.
Ella lucía un pijama de dos piezas de una tela que parecía suave y esponjosa. La cosa, horrenda comparada con los pijamas de Daphne, tenía gatos color naranja dibujados sobre un fondo color borgoña. A decir verdad, esa era la primera vez que Draco veía a una mujer en un pijama tan poco sugerente o someramente erótico. Eso estaba bien, él no tenía intenciones de ver a Granger en negligé.
- tus rizos… han vuelto.
Ella lo miró sorprendida. Desde el día que se había colocado la poción de alisado, su cabello se había mantenido cayendo sobre su espalda como una cascada color chocolate completamente lacia. Al parecer, con la ducha, lo último de la poción se había lavado y ahora sus rizos habían hecho acto de aparición mientras ella quitaba los nudos del cabello con sus dedos.
- Parece que la poción alisadora ha dejado de hacer efecto.
Draco se había estado preguntando cómo era que ella se había deshecho de su característico peinado por los últimos doce días. A él jamás se le hubiera ocurrido que ella fuera tan vanidosa como para someterse a hechizos que modifican la apariencia del cabello.
- ¿Volverás a usarla?
- No. No he tenido tiempo de comprar más de esa poción. ¿Por qué?
Estuvo a punto de decirle que eso era bueno porque el cabello alisado le quitaba bastante ímpetu a su personalidad pero se contuvo. Sin sus rizos ella se parecía a cualquier bruja del montón y claramente ella no era alguien común. Aunque Draco Malfoy no confesaría aquella obviedad ni siquiera bajo tortura.
- Porque si debemos esconder el Alphwyn, esa maraña a la que llamas cabellera puede sernos útil.
Su comentario había sido desagradable y desconsiderado pero una cosa era ser civilizado con ella y otra muy distinta era admitir que su peinado alborotado la hacía verse algo salvaje e indómita. Casi sensual.
- Vete al infierno, Malfoy.
- Ya estuve allí, Granger. Créeme, no es un sitio donde quieras iniciar un negocio de bienes raíces. Hace demasiado calor.
Su instinto era seguir enojada con él después de que su respuesta no le diera pie para iniciar una discusión acalorada, pero en lugar de eso comenzó a reír mientras se dirigía a su propio sofá.
- Sera mejor que vayamos a dormir. No sabemos exactamente qué vamos a encontrar del otro lado del los portales del Alphwyn. Quizá pase tiempo antes de que podamos descansar adecuadamente.
- Bien Descansa, Granger.
Dijo antes de apagar el velador con su varita y girarse hacia la pared para poder dormir. No quería admitirlo pero aquel día había sido agotador y sabia que los próximos no serian menos.
- Que descanses, Malfoy.
Ella contestó desde la oscuridad de la oficina y luego de unos minutos de reflexión se sumió en un profundo sueño.
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Stone estaba nervioso. Él no había podido pegar un ojo en toda la maldita noche. En vez de enviar chicos tan jóvenes a esa travesía debería ser él quien tuviera la valentía necesaria para ir a buscar a Mackinnon, pero claramente no la tenía.
Una vieja lesión en un hombro derecho le impedía ser un duelista rápido, su vista no era la de la juventud y no podía ni quería dejar sola a su esposa. Además, su primer nieto estaba en camino y no podía perderse su nacimiento.
Eran muchas las excusas que Stone tenía para evitar ser quien fuera a buscar, en el peor de los casos, el cadáver de quien fuera su mejor amigo y compañero de trabajo por más de veinte años. Harvey era el padrino de su preciosa Anne y quien le había presentado a quien después se convirtió en el amor de su vida. ¿Cómo traería él, solo, el cuerpo sin vida de Harvey?
Con un par de conjuros no verbales de su invención hizo visible el compartimiento secreto que había usado todo este tiempo para esconder la piedra del tiempo. Al abrir el cofre que la contenía, el Alphwyn le devolvió el fulgor iridiscente que la delataba como una piedra especial.
- Por favor preciosa llévalos y tráelos a salvo…
Christopher besó la piedra como si fuera un objeto sagrado y luego la escondió entre los pliegues de su chaquetón. Tenía que entregarles la piedra del tiempo a los inefables que traerían a Mackinnon a casa.
Hermione y Draco aún continuaban con la discusión que habían tenido al despertar. Según él, si ella deseaba igualdad no debía pedir preferencia a la hora de usar el baño. Según ella, él solo había llegado primero porque su sofá estaba a menor distancia del baño. Habían estado tan inmersos en la discusión que ninguno notó que estaban en pijamas y Stone los observaba divertido.
- Christopher… no te oí.
- Eso es algo que pude deducir por mí cuenta, Hermione. Lo bueno es que no volverán a discutir por el baño durante el viaje.
Draco y Hermione lo observaron con gesto contrariado y Stone comenzó a reír.
- Están a punto de descubrir que en la antigüedad no había baños como tal. Verán que en la primera ventana no pelearán por la ducha, pues el río Nilo tiene cientos de kilómetros de largo y es lo suficientemente caudaloso para ambos.
Ante el sonrojo de ambos, Stone decidió que ya se había burlado bastante de ellos y extrajo el Alphwyn de su bolsillo.
- Les presento a la Roca del Tiempo. ¿Están listos, inefables?
Stone miró a Draco y le enseñó la roca.
- Nací listo…
- ¿Y tú, Hermione?
- Absolutamente.
- Genial, entonces vayan a cambiarse para comenzar con el viaje.
Hermione asintió y tomó las prendas de lino que había dejado apartadas para ponerse antes de viajar. No tenían idea de si se encontrarían con alguien al llegar así que preferían viajar vestidos según la época correspondiente. Es decir, comenzarían la misión vestidos como dos típicos campesinos del antiguo Egipto.
Por alguna razón, que aún desconocían, la roca no creaba paradojas temporales. Y según Mackinnon y Stone, ellos jamás se habían encontrado con antiguos usuarios de la roca y mucho menos con sus dobles cada vez que la usaban. Así que ellos estaban seguros de que no se encontrarían consigo mismos una vez que cruzaran el portal, pero no sabían con que podían encontrarse una vez que estuvieran allí.
Antes de empezar a vestirse, Hermione se colocó las sandalias de cuero y ató a sus tobillos las tiras lo mejor que pudo. Luego de eso comenzó a colocarse el Kalasiris que era una falda larga y con la cintura muy alta, como un vestido largo y ceñido, que se sujetaba a su cuello mediante unas tiras que ella había ensanchado para que pudiesen cubrir algo más que sus pezones.
Usualmente las mujeres de clase trabajadora no cubrían sus senos o incluso solían andar desnudas pero ella no seguiría completamente esa regla, no era tan osada. También había leído que las mujeres de noble cuna solían pintar sus pechos con alheña o henna roja para hacerlos más atractivos pero ella tampoco haría eso, le parecía ridículo. Ella incluso se había negado a dejar de usar bragas. Se adaptaría a la época pero no abandonaría completamente el confort de la modernidad.
Luchaba para asegurar las tiras del Kalasiris sobre sus senos cuando se dio cuenta que Draco y Stone conversaban. Usualmente ignoraría cualquier conversación que estuviera ocurriendo y no la involucrara pero al estar a punto de salir en una misión, temía que Malfoy estuviera tramando algo.
"- Dime, Draco. ¿Qué era eso urgente que debías decirme?"
"- Más que decirte es pedirte. Necesito que hagas algo por mí,
Stone."
"- Me estás asustando muchacho. Dime ya."
"- Verás, las posibilidades de que esa cosa no nos traiga otra vez o que quede atrapado en el pasado por alguna razón son muchas, y si eso pasa quiero que hables con mi madre."
"- Debes tener fe Draco. Ambos volverán sanos y salvos. Harvey y yo lo hicimos muchas veces"
"- Lo sé, tengo fe. Pero en caso de que algo salga mal, quiero que le digas a mí madre que morí en la misión. No importa que en realidad siga vivo pero fuera del radar. Si no puedo volver es mejor que piense que morí. Que haga su duelo y siga adelante."
"- Draco, eso sería demasiado duro…"
"- Christopher debes hacerlo. La certeza de la muerte es preferible a la incertidumbre de la posible existencia inalcanzable. Si no vuelvo, solo dile que he muerto. ¿Entiendes?"
El corazón de Hermione comenzó a latir fuerte. Ella no había pensado en la posibilidad de quedar atrapada en una época a la que no pertenecía y mucho menos en que les dirían a Harry y Ronald, si no volvía. No, ella debía volver. A como diera lugar ella regresaría a casa.
Cuando Hermione salió del baño, Draco la observó con detenimiento. El vestido de lino que ella traía resultaría atrevido en cualquier sitio moderno al que fuera pero teniendo en cuenta que la mayoría de las egipcias no cubrían sus pechos o incluso andaban desnudas, ella podría considerarse casi recatada.
Podía notar en ella cierta incomodidad. El vestido le sentaba como un guante y la amplia abertura del costado le daba libertad de movimiento pero ella claramente no acostumbraba a mostrar tanta piel. Él en cambio se sentía bastante cómodo con su ropa, salvo por la cosa que debería usar en su cabeza por si el hechizo de glamour fallaba y la excesiva cantidad nudos que debía hacer para sostener el taparrabos que usaría como ropa interior.
Hermione desvió su mirada rápidamente al ver la piel pálida de Draco y todas las cicatrices que él tenía en su pecho desnudo. Ella no podía decir que él fuera del tipo musculoso como Charlie Weasley o Ron. Draco más bien tenía una complexión atlética y magra en los sitios adecuados. Seguramente aquello fuera producto de los entrenamientos para ser inefable o los de la liga de Quidditch interdepartamental.
El shenti que Draco usaba era una tela rectangular de lino que tenía un leve plisado y giraba varias veces entorno a sus caderas antes de ser anudado al frente y ceñido con un cinturón de cuero. Los hombres de las clases populares solían usar solo el taparrabos pero él se había negado rotundamente a estar tan expuesto. Todavía tenía algo de dignidad.
- ¿por qué parece que uso falda mientras que tú te ves como uno de los dibujos de las sacerdotisas del libro?
- Porque así son las cosas, Malfoy…
Draco se giró hacia el espejo y observó que el shenti cubriera lo indispensable, se sentía cómodo pero no era un exhibicionista. Solo una cosa estaba mal y lo ponía nervioso. Él no tenía problemas con moverse de aquí para allá semi desnudo pero había algo que le molestaba. Cuando no había una camisa que la cubriera, la marca tenebrosa se hacía evidente recordándole cosas del pasado que él quería olvidar.
- Ten. Pensé que querrías cubrirla mientras estamos lejos.
Draco aceptó con alivio el brazalete de cuero que Hermione le tendía. La cosa era un trozo de cuero ancho con un largo cordón que él no supo cómo colocarse pero aceptó. Ella había pensado en el brazalete desde que había visto a Draco con las mangas de la camisa dobladas hacia arriba y que al probar el hechizo de glamour este no podía cubrirla. Malfoy había estado bastante molesto al descubrir que cosas como cicatrices y tatuajes mágicos eran inmunes a los hechizos de camuflaje.
Aceptó con gusto la ayuda que ella le ofrecía y se dejó amarrar el brazalete sobre la marca tenebrosa. Él no tenía que ser un erudito para saber que la enorme cantidad de pulseras que ella usaba era para tapar su propia cicatriz, aquella que Bellatrix había marcado en su brazo aquella sombría noche en Malfoy Manor.
Cuando estuvieron listos, Draco colocó el morral de cuero cruzado sobre el pecho y aceptó la roca que Christopher le tendía. El sostendría el Alphwyn y Hermione haría el hechizo, así lo habían acordado de antemano.
- Buena suerte muchachos.
- Hasta pronto Stone. Recuerda lo que hablamos.
- Lo haré, Draco. Hasta pronto…
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Ciudad Ajetatón, (Hoy: Tell el Amarna) - algún punto del año 1337 a. C., durante el reinado del faraón Akenatón.
La piedra los hizo aparecer justo en el centro de frondoso bosquecillo de papiros inundado por las aguas del Nilo crecido.
Sus sandalias de cuero estaban completamente cubiertas del limo del río y al llegar a tierra firme, Draco no pudo resistirse a lanzarse un fregotego. Hermione había estado, en principio, convencida de solo usar magia cuando fuera necesario pero no había más personas cerca así que imitó a Draco y también limpió sus pies.
- ¿Y ahora?, ¿Nos quedamos aquí a ver el amanecer y esperar que algún mosquito nos contagie de malaria?
Hermione se rió. El cielo estaba comenzando a aclararse y no debían perder más tiempo. Cuando amaneciera aumentarían las posibilidades de ser vistos por los habitantes de aquel lugar.
- No, nosotros lanzamos el hechizo de Inmanencia y luego montamos un campamento seguro. Después veremos cómo continuar.
- Si señora. ¿Quieres hacer los honores esta vez?
- no, hazlo tu.
Draco extrajo un cuenco del morral y con un aquamenti lo llenó. Luego vertió una unas cuantas gotas de la sangre de Mackinnon y una gota de su propia sangre. La magia roja o magia de sangre era algo de uso casi exclusivo de los inefables e incluso ellos debían pedir permiso para realizarla. Luego de hacer un complejo movimiento con su varita, bajo la atenta mirada de Granger, él susurró las palabras correctas y el hechizo surgió.
Por un instante la esclerótica y las pupilas grises de Draco desaparecieron, haciendo que sus ojos se volvieran de un alarmante negro que asustó a Hermione. Ella había visto a Malfoy ensayar el conjuro e incluso ella misma lo había realizado pero no tenía idea de que sucedería eso con sus ojos.
- Harvey estuvo aquí… acampó a unos cuantos metros hacia el sur y luego se marchó. Ya no está aquí.
Hermione se sintió un poco desilusionada pero no realmente sorprendida. Era obvio que Mackinnon no se había detenido en la primera ventana.
- Entonces no tenemos otra alternativa que seguir el plan. Acamparemos y decidiremos que hacer a continuación. ¿Te parece?
Draco asintió y tiró el agua del cuenco en la tierra.
- El sitio donde Mackinnon acampó es mucho más adecuado que este. Allí podríamos observar la ciudad y estar atentos a cualquiera que intentara acercarse.
A unos cuantos kilómetros al norte de dónde estaban se alzaba la imponente ciudad de Akenatón, el faraón que había declarado a Egipto como monoteísta y había trasladado la capital a una nueva ciudad ubicada muy alejada de Tebas, la antigua ciudad capital del imperio.
Las altas murallas de piedra caliza reflejaban los rayos del sol y podían oír los murmullos de la ciudad que comenzaba a despertar dispuesta a rendir tributo a su único dios, Atón.
Caminaron por algunos minutos alejándose de la ciudad hasta llegar al pie de un enorme sicomoro cuyas raíces casi tocaban el margen del rio. Allí Draco montó la tienda usando el grueso tronco del árbol como protección de la parte posterior de la tienda y el dosel de las ramas como resguardo del inclemente sol egipcio.
A la vez que Draco levantaba el campamento, Hermione comenzó a lanzar hechizos protectores y antimuggles para que su refugio no fuese descubierto en caso de que tuvieran que ausentarse por un momento.
Cuando terminaron de instalarse ya había amanecido completamente y barcazas de todo tipo comenzaron a circular por el crecido Nilo. Ellos incluso vieron la barcaza real pasar por delante del campamento. No pudieron divisar al faraón pero por la opulencia de la nave sabían que, si no era él, al menos alguien de la realeza se encontraba allí.
- ¿Granger, crees que aquí habrá magos como tú y como yo?
Hermione dejó lo que estaba haciendo, ante la pregunta de Draco, y observo la ciudad con mirada ausente.
- No lo sé, el estatuto del secreto se hizo casi dos mil años después de este día y si bien hay registros de hechiceros en la historia muggle, los magos no suelen tener su historia antigua tan bien documentada. Al menos yo no he leído nada de eso. Supongo que lo que sabemos es solo la historia en común y en esta época los magos no se esconden o son relativamente escasos.
Lo que ella decía tenía sentido para él así que se aseguró de averiguar cómo era la vida de los magos en esta época. Incluso en la era moderna los magos eran escasos y vivían en comunidades tan cerradas que, inevitablemente, tarde o temprano comenzarían a extinguirse por el afán de conservarse puros.
- ¿Quieres ir a explorar o tienes algún plan?
Hermione tomó un cuaderno donde había apuntado una lista de tareas para cada ventana y tildó como realizadas las dos primeras de ellas. Había hecho un riguroso itinerario de actividades para asegurarse de que nada se les olvidara al regresar. Se había prometido a si misma que ella no sería como Stone y Mackinnon. Sus informes si serian útiles en el futuro.
- Pienso que es una idea excelente. ¿Has hecho el hechizo de tiempo?
- por supuesto. Mí varita me avisará el día anterior a que el Alphwyn se active. No quiero arriesgarme a que se active con nosotros rodeados de personas o que Stone y Mackinnon hayan sido tan irresponsables que sus notas sobre la duración de cada ventana sea errónea.
- eso es lo más sensato. – dijo mientras lanzaba ella misma un hechizo de tiempo. - Vayamos a explorar entonces, pero antes de salir deberíamos lanzarnos el Omnilingua y el glamour. ¿No lo crees?
- sí, si lo creo.
- Y también debemos colocarnos el ungüento que nos protegerá de los daños solares. El sol aquí es cien veces más fuerte que en Londres.
Luego de negarse vehementemente a colocarse una poción cosmética, Draco se lanzó a sí mismo el hechizo Omnilingua, apuntando a su garganta con la varita y espero a que Hermione hiciera lo mismo. Luego ella ejecutó magistralmente el hechizo de glamour sobre su compañero y rogó por qué Draco también lo hiciera bien.
Cuando estuvieron listos, ambos repasaron los datos que debían dar si alguien insistía en que dieran información de sí mismos.
Debido a que en las épocas antiguas las mujeres no solían andar solas sin un hermano o su esposo, ellos fingirían ser hermanos que habían viajado desde Siria.
El hechizo de glamour étnico haría que sus interlocutores viesen a dos personas con facciones acordes a su historia y fingir ser extranjeros los ayudaría con el total desconocimiento de las costumbres de la ciudad y época.
Al acercarse al enorme portal de la ciudad, ellos vieron tallada la figura del faraón en la roca y bajo él una serie de jeroglíficos anunciaba el nombre de la ciudad, el de su rey y una plegaria al único dios que estaba permitido adorar, Atón.
- ¡No puedo creer que estemos aquí!, De pequeña estaba obsesionada con la historia de esta ciudad. Estamos en Amarna. ¡No puedo creerlo!
Draco rodó sus ojos y le pidió, no amablemente, que escondiese su emoción o los transeúntes comenzarían a sospechar. Se suponía que ellos estaban de visita y sabían realmente a donde se dirigían.
- Allí no dice Amarna, dice claramente que es la ciudad Ajetatón, construida por Akenatón para la gloria de su padre eterno, el dios Atón.
Él sonaba un tanto pedante pero Hermione podía notar un leve tono de sorpresa bajo esa forma tan característica que él tenía para hablar.
- Tell El Amarna es el nombre que los historiadores muggles le dan a la ciudad en nuestra época. Es una ciudad construida por quien se cree que fue el primer faraón en instalar una religión monoteísta. Akenatón estaba casado con Nefertiti, la mujer más hermosa de la antigüedad y es el predecesor de Tutankamon. El rey niño. La tumba de Tut fue una de las pocas que los arqueólogos descubrieron intacta, con todos sus tesoros.
- cinco puntos para Gryffindor por la pequeña lección de historia que Granger nos ha brindado y que absolutamente nadie ha pedido.
Ella solo se rió. Era la primera vez que Draco hacia algo parecido a una broma y tenía que admitir que su imitación de Snape era realmente fantástica.
- Hey, no hagas eso. Esto es muy emocionante y simplemente no puedo resistirme.
- ¿Tú realmente eres una enciclopedia andante, no? Apuesto que al regresar te las ingeniaras para contarle todo el mundo lo que aprendiste en este viaje.
Hermione se sonrojó, Draco había adivinado exactamente lo que ella estaba pensando en ese momento. Si no fuera porque ella no estaba manteniendo contacto visual con él, hubiera creído que había estado usando legeremancia.
Ambos caminaron por la ciudad del sol durante horas. Recorrieron el templo dedicado al dios Atón y presenciaron las ofrendas y sacrificios que los sacerdotes hacían diariamente. Luego espiaron disimuladamente a los embalsamadores en un taller ubicado al oeste de la ciudad.
Visitaron el gran mercado donde vieron objetos, especias de toda clase y alimentos que jamás habían imaginado conocer. Ellos no tenían nada con qué hacer un trueque así que deberían conformarse con el alimento que habían llevado desde el futuro y se quedarían con la curiosidad de saber a qué sabrían algunas de las cosas que vieron allí. En Ajetatón y en el Egipto antiguo en general, no existiría el dinero como forma de pago hasta muchos siglos después.
Habían caminado en silencio y tratando de no parecer turistas pero a Draco se le hizo difícil disimular cuando tuvo problemas para alejar a Hermione de la "Casa de la vida" o "Per Ankh". El Per Ankh era una especie de gran biblioteca y universidad donde los escribas y nobles estudiaban. Él realmente no había estado sorprendido cuando ella tomó su mano y tiró de él con urgencia para que caminase rumbo hacia el edificio circular que dominaba la vista por su imponencia.
Hermione había estado muy desilusionada cuando el guardia de la casa de la vida le había prohibido la entrada. Ella había estado salivando con la perspectiva de poner sus manos sobre papiros que seguramente nadie vivo en su tiempo podría leer. Pero había fracasado estrepitosamente.
Las mujeres de estratos sociales inferiores rara vez aprendían a leer y por lo tanto tenían la entrada vedada al Per Ankh. Ella no tenía forma de explicar que en realidad si sabía leer, al menos no sin generar un montón de preguntas que no podrían responder y no podía poner la misión en riesgo solo por su insana sed de conocimiento.
Cuando volvieron al campamento, el sol ya estaba muy alto en el cielo y el calor se había vuelto casi insoportable para ellos. Además, Draco podría tener el aspecto de un egipcio común, para cualquiera que lo mirara, pero su piel era extremadamente sensible al sol del desierto y eso no había pasado desapercibido para Hermione.
Draco prácticamente corrió los últimos metros antes de llegar a la tienda. Él sentía que su piel estaba casi ardiendo y necesitaba urgentemente guarecerse del implacable sol egipcio. Él jamás había experimentado algo así antes.
- Te dije que debías colocarte el ungüento para evitar las quemaduras solares…
- cállate.
Hermione quería seguir diciendo que ella se lo había advertido y mofarse un poco más de Draco pero el color insanamente rojo que él había tomado era una muestra de que seguramente su dolor fuera suficiente.
Quería llorar, el único sitio que no le ardía era el trasero. Al menos el Shenti había protegido sus partes más sensibles de la bola de fuego infernal que todos llamaban sol. Si Draco tuviera que describir lo que sentía en ese momento, diría que era como estar siendo sometido a un crucio que no terminaba jamás. Sabía que estaba siendo dramático pero ese dolor era algo realmente nuevo para él.
Sumergido en su propia miseria, Draco no se dio cuenta que Hermione había salido de la tienda y mucho menos se dio cuenta cuando regresó. Él gimió audiblemente cuando algo frío y maravillosamente calmante hizo contacto con su espalda aplacando el incesante ardor que había tenido hasta ese momento.
- Por Merlín, ¿qué es eso?, se siente maravilloso.
Hermione no respondió y siguió esparciendo el ungüento en la espalda de Draco mientras trataba de no reír con cada gemido ahogado que él lanzaba. Debería estarse burlando hasta el hartazgo pero ella conocía muy bien el sentimiento que Malfoy estaba experimentando. Quedarse dormida en la playa, jamás había sido una buena idea.
- ten, el resto puedes colocártelo tu.
Draco aceptó el cuenco que ella le tendía y observó fijamente la gelatina semitransparente que había adentro.
- Gracias, ¿Que es esta cosa?
- Es savia de Aloe. Hay una planta detrás del sicomoro. No hay necesidad de pociones muy elaboradas si tienes plantas a mano.
Draco usó el resto del gel que ella le había dado y casi de inmediato sintió alivio. Esa cosa era realmente mágica. ¿Cómo es que nunca había oído hablar de él?
- ¿Es una planta mágica?
- No en realidad. Es una planta con cientos de usos que los muggles conocen hace milenios. Incluso aquí el áloe es apreciado por sus propiedades.
Mientras Draco atendía sus quemaduras solares, Hermione buscó las provisiones que ellos habían llevado y comenzó a preparar algo para comer. Tarde o temprano ellos deberían salir a pescar pero no sería ahora. Al menos no mientras Draco estuviera prácticamente convaleciente.
Era casi medianoche cuando Hermione salió de la tienda y Dejo a Draco durmiendo en su litera. Luego de cenar, ella le había traído nuevamente hojas de áloe y le había enseñado a quitar la savia calmante para que siguiera tratando sus quemaduras. Gracias a eso él ahora podía tenderse sobre su espalda de forma relativamente cómoda.
Si bien ellos tenían hechizos refrigerantes en la tienda, el calor de la tarde había sido prácticamente insoportable y la única manera que ambos habían encontrado para soportarlo era durmiendo una pequeña siesta. Solo al atardecer ellos habían encontrado la energía suficiente para comenzar a escribir el registro de lo que habían visto ese día.
El sudor del día y la arena del desierto se habían pegado a su cuerpo y el Kalasiris blanco ya no lo era. Ella sabía que un fregotego haría que su problema quedase solucionado pero no sería lo mismo, así que decidió nadar un poco en el río para refrescarse. El agua era tibia y siempre que se mantuviera dentro de los límites seguros que los hechizos de protección le proporcionaban ella no tendría nada que temer.
Cuando se despertó, por culpa de un mosquito que insistía en cantar una sinfonía molesta en su oído, Draco tuvo problemas para recordar dónde estaba. Pero, luego de un instante de extrema confusión, el recordó que ya no se hallaba en Londres ni en el siglo veintiuno.
La vela mágica que habían prendido cuando oscureció, lanzaba destellos brillantes y generaba extraños patrones contra las paredes de la tienda. Si bien la luz era escasa, Draco pudo observar claramente que Hermione no estaba en su litera. ¿Donde se había metido la sabelotodo? ¿A caso había salido en plena noche para intentar colarse a la casa de la vida?
Vestido solo con el taparrabos, pues no tenía ganas de lidiar con los pliegues del shenti, Draco salió de la tienda varita en mano.
- ¿Granger?
Cuando ella no respondió de inmediato, él comenzó a ponerse inquieto. No llevaban ni veinticuatro horas de su primera misión y ya había perdido a su compañera. Menudo mentor estaba siendo.
- Maldita sea Granger, si te ha cenado un cocodrilo o un chacal juro que voy a estar furioso contigo.
Una inoportuna risa delató su ubicación y su momento de relajación terminó. Draco la había encontrado y sus intenciones de seguir nadando habían sido echadas por tierra.
- ¿Qué haces?
Hermione había pasado cerca de media hora observando el millar de estrellas sobre su cabeza y admirando lo mucho que la luna podía iluminar cuando los alumbrados muggles no producían contaminación lumínica.
- te diría algo sarcástico como "buscar al hermano del calamar gigante de Hogwarts", pero no lo haré. Estoy haciendo lo obvio, Malfoy, estoy tomando un baño.
- vamos, sal del agua antes de que algo decida usarte de mondadientes. Por lo que sé, allí podría estar el abuelo del calamar de Hogwarts.
Hermione nadó hacia la orilla y salió del agua. Ella había tenido la precaución de meterse al río usando el Kalasiris y eso había sido una buena idea. Los egipcios no tenían algo así como un traje de baño que ella pudiera usar para nadar.
Cuando Draco vio a Granger saliendo del agua, con la ropa mojada y pegada al cuerpo, se dio cuenta de que ella en realidad tenía una figura que más de una mujer envidiaría. No era excesivamente curvilínea ni demasiado flaca, su piel era color canela y el maldito Kalasiris se pegaba a ella como si estuviera unido con celo mágico haciendo sus pezones perfectamente distinguibles bajo el fino lino.
Para futuros episodios, él debía recordar no salir en busca de Granger mientras ella se daba un baño. Después de todo él era un hombre joven y heterosexual, y había cosas que su libido no podía ignorar por mucho que lo intentase. Era una pena que Granger fuera Granger. Si fuera cualquier otra mujer, él se le insinuaría sin pensarlo dos veces.
El aire fresco de la noche había hecho que su piel se erizara a causa de su reciente baño y el Kalasiris mojado hacia que tuviera frío.
- ¿Puedes darme una mano, Malfoy?
Draco mordió su lengua. El amplio repertorio de respuestas que él podría usar con cualquier otra mujer atractiva que le pidiera una mano se desperdiciaría esa noche.
- Dime, ¿Que quieres?
- ¿Podrías secar mí ropa?, He dejado mí varita en la tienda y olvidé las toallas. Si entro chorreando agua ensuciaré todo.
Mostrándose indiferente, él secó su ropa y su cabello a punta de hechizos. Quería terminar rápido con aquello para volver a la cama y olvidarse de aquella bizarra situación. Al menos Granger no había mencionado su taparrabos y había optado por no burlarse demasiado de él por parecer un cerdito rosado por culpa de las quemaduras del sol.
Pasaron tres días en aquella rutina que consistía en Hermione colocando áloe en la espalda quemada Draco cada pocas horas, ambos turnándose para preparar la comida y alguno de los dos secando la ropa del otro luego de darse un baño en el río al caer la noche.
Durante esos tres primeros días, la piel de Draco había estado tan maltratada que Hermione se había negado a seguir con la expedición. No solo porque sería doloroso para Malfoy, sino porque sabía que también sería peligroso salir sola.
Al cuarto día la piel había comenzado a sanar y a caerse en algunos sitios. Para ese entonces Draco casi no tenía molestias y había aceptado de buena gana la crema que Hermione le había ofrecido. Él no volvería a negarse a usar las pociones cosméticas que ella le ofrecía. Ya una vez lo había hecho y odiaría repetir la experiencia.
Fue recién al quinto día que ellos decidieron volver a salir de la tienda. Esa mañana Ajetatón estaba agitada. Todos los habitantes de la ciudad corrían de aquí para allí cargando flores y elementos de ofrenda. Al parecer Akenatón daría un paseo en el carro real y todos querían estar cerca para rendirle tributo al rey. Y Draco y Hermione no se perderían la oportunidad de ver al faraón del alto y bajo Egipto en persona.
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N.a: Fin del capítulo n° 3, ¡comenzó la aventura!. Muchas de las cosas que se nombran en este capítulo son reales. He estado haciendo algo de investigación para que la trama se desarrolle de la forma más "real" posible aunque puede que algunas cosas no sean completamente fieles a la historia antigua. Si hay en la sala alguien que sepa mucho del antiguo Egipto, imagine conmigo que las cosas sucedieron así. Aunque no me enojaría si quieren hacer algún comentario corrigiendo cualquier imprecisión histórica que encuentren. Cualquier comentario es siempre bien recibido y atesorado.
Esta semana usé Higher de Creed, Lifeline de Bad Wolves y Second Chance de Shinedown como musica de fondo del capítulo. Si bien no tienen mucho que ver con la trama, fueron catalizadores para algunas de las escenas arriba descritas. Sin más, ¡Hasta la próxima!
