Disclaimer: Esta historia está inspirada, en parte, en el universo de Harry Potter de J.K Rowling. Salvo algún que otro personaje de mi invención, todos los ambientes, personajes, argumentos, hechizos y todo lo reconocible pertenece a la autora, yo solo los tomo los mezclo y agrego cosas.

-o-

"Egipto te necesita. Haz del faraón tu herramienta, por su propio bien y por el de Egipto."

La casa de los sueños - Pauline Gedge

Capítulo 3: La rosa del Nilo - parte 2

Esa mañana habían desarmado el campamento en silencio y habían empacado todas las cosas en el morral de cuero que Draco llevaba consigo. A ellos no les agradaba demasiado la idea pero dada la enorme cantidad de barcazas que habían surcado el río, rumbo a la ciudad y las caravanas que habían llegado al amanecer, ellos pensaron que dejar abandonada la tienda sería peligroso.

Una vez que deshicieron los hechizos que rodeaban al antiguo sicomoro, Hermione y Draco se dirigieron a la ciudad para investigar que causaba tamaño alboroto. Nada más entrar supieron que ese día el faraón pasaría en su carro real junto a algunos miembros de su familia y luego se dirigiría al templo de Atón para realizar él mismo los rituales del día.

Los medjay del faraón recorrían la ciudad con enormes perros de ataque incentivando a los ciudadanos a dirigirse hacia la gran avenida de estatuas de piedra, sitio por dónde el rey haría su procesión más tarde. La elite policial que custodiaba a la familia real solo se desplegaba de esa forma cuando gran parte de ella estaría expuesta. Los medjay vivían y morían por proteger al faraón y su familia.

El mercado estaba más agitado que de costumbre. Decenas de vendedores regateaban con los potenciales clientes y aumentaban los costos de las ofrendas a medida que se acercaba la hora de la procesión de Akenatón.

Hermione había tenido que entregar una de sus pulseras a cambio de una ofrenda floral, luego de que uno de los medjay increpara a Draco por su descaro de no tener un buen tributo para el faraón. El vendedor había exigido que ella le diera al menos cuatro pulseras por la ofrenda pero Draco le había dejado entrever la daga que escondía entre los pliegues de su shenti y este había accedido, no de buena gana, a solo pedir una pulsera por el arreglo.

Ella no había estado de acuerdo con aquel método de coacción pero probablemente los medjay volverían a molestarlos si los volvían a ver sin una ofrenda para Akenatón.

Ahora que ellos habían descubierto que las pulseras eran una buena moneda de cambio, Hermione debería protegerlas y sacarles el mejor provecho posible. Seguramente esas pulseras se delatarían como falsas en poco tiempo pero ellos esperaban estar muy lejos cuando eso ocurriera. Era una estafa, lo sabían, pero tiempos desesperados requerían medidas desesperadas.

Para protegerse del inclemente sol, Draco decidió que ellos aguardarían el paso de la procesión amparados bajo la sombra que el Per Ankh proyectaba a medida que el sol hacia su recorrido por el cielo. La casa de la vida era el edificio más alto después del palacio y el templo de Atón, así que ellos podrían ver todo desde la fresca comodidad que la sombra de este proporcionaba.

Ese día Hermione llevaba un Kalasiris de lino que se anudaba en su cuello y dejaba toda su espalda descubierta. Otra vez ella había ensanchado las tiras mágicamente para que sus pechos estuviesen cubiertos y había colocado algo de kohl azul en sus ojos.

El kohl eran como las gafas de sol de la antigüedad, pero Draco no había querido entrar en razones así que solo se dedicaba a quejarse de lo brillante que era todo en la ciudad. Una cosa era que él hubiese admitido las ventajas del protector solar y otra muy distinta era que él se dejase maquillar.

Mientras esperaban a que iniciara la procesión, Hermione ató su cabello usando una tira de cuero y eso le dio a Draco la oportunidad de ver el pequeño tatuaje muggle que ella lucía en su espalda. Por lo que sabía, el glamour lo cubriría de los ojos de los demás pero no de los suyos. El pequeño trisquel en la parte baja de su nuca, justo por debajo del nudo del Kalasiris, se veía bastante bien. Incluso sexy, según su opinión.

Por lo que Draco sabía, el trisquel era el símbolo supremo de los druidas, según la cultura celta, y para ellos representaba el aprendizaje, el pasado, el presente y el futuro. Él realmente no necesitaba preguntar por qué ella había elegido aquel símbolo para que lo dibujaran en su piel. Aunque sí sintió curiosidad de saber que otros símbolos tendría ella escondidos por allí.

Cuando cayó en cuenta de hacia dónde se estaban dirigiendo sus pensamientos, Draco sacudió su cabeza con la intención de que sus neuronas comenzara a trabajar adecuadamente. Era evidente que el sol del medio día egipcio lo estaba volviendo tonto.

-Allí viene…

Lo primero que Hermione vio fueron los caballos blancos que tiraban del amplio carro hecho de electrum, una aleación de oro y plata, adornado con piedras de lapislázuli y coral. Sobre el majestuoso carro un hombre de mediana estatura, caderas anchas, mandíbula prominente y pecho enjuto, mantenía las riendas de manera firme. A su lado, una niña de unos trece años saludaba al pueblo.

Bajo la orden de los medjay, los asistentes a la procesión arrojaban las ofrendas florales para que el carro recorriera la avenida sobre ellas.

Quedaban solo unos metros para que el faraón y la princesa Ankesenpaatón llegaran a donde ellos estaban y Hermione había comenzado a inclinarse para arrojar la ofrenda cuando oyó un grito que la obligó a mantenerse inclinada y buscar refugio de forma urgente.

Ante el grito de Draco, los caballos del carro real se encabritaron y por muy poco no arrojaron al faraón y su hija al pavimento. Como era de esperarse, los medjay se arrojaron sobre él como si fueran buitres que habían encontrado carroña fresca.

Hermione aún estaba desorientada y no entendía qué estaba sucediendo. En un momento Draco había gritado la palabra flecha y al siguiente intentaba zafarse del agarre de los soldados reales.

-¡Suéltenlo!, ¡Suéltenlo he dicho! El rey del alto y el bajo Egipto lo ordena.

Los guardias soltaron inmediatamente a Draco y Hermione logró expulsar el aire que había estado conteniendo en sus pulmones.

-el hombre intentan apresar ahora es quien ha salvado la vida de vuestro rey, y ustedes se arrojan sobre él como chacales, en vez de ir tras quien ha osado atentar contra la vida del bien amado de Atón y una princesa real.

Hermione aún estaba maravillada por el efecto del hechizo Omnilingua. Ella lograba entender cada palabra que el faraón decía y al parecer él había logrado comprender lo que Draco le había gritado.

Akenatón se bajó del carro de un salto y luego de extraerla del sitio donde se había alojado, enarboló la flecha. Hermione se horrorizó al notar lo cerca suyo que esta había caído.

-Sin la oportuna advertencia de este muchacho yo no hubiese frenado el carro y está flecha que aquí ven, hubiese acabado con la vida de la princesa o con la mía propia, pero el gran Atón ha dotado de la sabiduría suficiente a este muchacho para salvarnos.

La verdad sea dicha, Draco no había gritado para advertir al faraón. Él lo había hecho para que Hermione no fuese herida. A último momento había desviado su mirada del tatuaje en el cuello de su compañera y en vez de mirar el carro real, él había mirado hacia la cima del Per Ankh justo a tiempo para ver a un hombre sosteniendo un arco listo para disparar la flecha que ahora sostenía el rey.

Completamente avergonzado, el jefe de los medjay se arrojó a los pies del faraón y suplicó perdón mientras que los demás hombres se desplegaban por la ciudad en busca de aquel que había intentado asesinar al rey.

Draco estaba bastante alejado de Hermione cuando los medjay lo liberaron. Él rápidamente intentó acercaste pero fue interrumpido por el jefe de los soldados haciendo un patético intento de suplicar por su vida.

-Levántate Horemheb es voluntad de Atón que hoy nadie muera.

Cuando ambos se vieron liberados, intentaron poner la mayor distancia entre ellos y el faraón pero no llegaron demasiado lejos. En un par de zancadas Akenatón había llegado hasta ellos y había puesto su mano en el hombro de Draco para detenerlo.

-¿A dónde vas muchacho?

Malfoy bajo la mirada en un gesto servicial igual que Hermione. No conocían exactamente los protocolos pero estaban seguros de que mirar a los ojos al faraón debía ser algo ofensivo. Confiando plenamente en el hechizo Omnilingua, Draco intentó buscar la manera de huir sin ofender al faraón.

-Mi hermana y yo debemos seguir nuestro viaje, majestad. Mehet y yo vinimos desde Siria a presentar nuestros respetos a "aquel que se regocija en el horizonte".

Hermione había tenido tiempo de instruir a Draco en algunos términos y tradiciones amarnienses, así que él podía hacer todo un despliegue de su carisma pero con las palabras adecuadas.

-adoran a Atón- Draco asintió. -¿y cuál es tu nombre?

-Anhur.

Akenatón se giró hacía el comandante de los medjay.

-¡Horemheb!

-¿en qué puedo servir al señor de las dos tierras?

-lleva a Anhur y a su hermana Mehet al palacio. Que se acondicione una habitación para el muchacho en el edificio de la guardia y que le den aposentos adecuados a su hermana en el Harén.

Draco miró a Hermione buscando instrucciones pero ella solo cerró sus ojos de forma lenta y deliberada para hacerle entender que no debía contradecir la orden del faraón.

-Que sean atendidos como corresponde. En tres amaneceres la celebración del dios único terminará y haremos una fiesta en honor Anhur, por haber salvado mí vida este día. ¡Haz que traigan la litera real y ejecuta la orden de inmediato!

El jefe de los medjay no solo estaba sorprendido por la orden del faraón, sino que también estaba bastante envidioso. Akenatón acababa de conocer al muchacho y bien podría ser una treta para que el faraón permitiera la entrada de enemigos encubiertos al palacio.

A regañadientes Horemheb hizo una reverencia al faraón y llamó a un esclavo para que corriera hacia el palacio y trajeran la litera. Un par de minutos después cuatro esclavos nubios llegaron junto a ellos, cargando una litera de oro con pesados cortinados de lino.

Si bien el plan era investigar por qué el Alphwyn los había llevado precisamente a ese lugar y tiempo, Draco no se sentía demasiado cómodo codeándose con la realeza Egipcia. Tenía mucho sentido que la fuente mágica se hallara cerca de las élites más poderosas de ese tiempo pero seguramente sería bastante peligroso intentar dar con ella.

Una vez subidos a la litera, Hermione cerró las pesadas cortinas y se acercó a Draco tanto como pudo para que al hablar nadie pudiese oírlos. Era obvio que nadie entendería su idioma nativo pero tampoco quería ser oída y que algún supersticioso creyese que hablaban el idioma de algún ser maligno.

-Granger, ¿Ahora qué hacemos? Dime que con esto no arruiné la historia.

Hermione se rió, no solo de las palabras de Draco sino de su gesto compungido. El incluso se veía algo tierno cuando se sentía culpable.

-Tranquilo Malfoy. Según la historia Akenatón reina durante tres años más. Así que no, no arruinaste la historia. Supongo que la flecha jamás daba en el blanco. Que otro advertía al faraón o que por alguna especie de paradoja, estaba escrito que debíamos venir a este sitio.

-¿Sabes que eso no me deja tranquilo, no?

-si quieres que te mienta, dilo antes.

Ella comenzó a reír y la extraña sensación de culpabilidad en su estómago se disolvió un poco. Puede que su advertencia del ataque no fuera un daño a la línea de tiempo después de todo.

-tengo una duda. ¿Por qué el faraón tiene esa apariencia tan… femenina? A falta de otro adjetivo mejor.

-endogamia.

Draco elevó una ceja y miró a Hermione esperando una mejor explicación.

-los faraones egipcios creían que descendían directamente de los dioses y la única forma de mantener puro el linaje era casándose con sus hermanas, madres, tías e incluso hijas. Tras tantas generaciones de incesto ellos comienzan a mostrar ese tipo de características. Caderas redondeadas, mentones prominentes y una larga lista de etcéteras.

Por un momento él se quedó pensando en lo que ella había dicho. La historia le parecía extremadamente familiar y por alguna razón lo aterraba.

-¿Crees que los magos…?

- sí. Si tu pregunta es si creo que los sangre pura terminarán de la misma manera, la respuesta es sí. Todos ustedes, los sagrados 28, son primos. Tarde o temprano estarán tan emparentados que no solo la locura será un rasgo que hereden a sus hijos.

Él tragó grueso. Daphne era su prima segunda y sabía muy bien que sus padres también tenían cierto grado de parentesco. Su tía Bellatrix estaba loca y no era la primera de la familia que había tenido su mente dañada. Era cuestión de tiempo para que todos terminasen igual y él no estaba seguro de que fuese una buena idea tener hijos con tantas posibilidades de parecerse a Akenatón. Ni siquiera él era tan supremacista como para arriesgar la salud de su descendencia. O quizá él ya estuviera tan dañado mentalmente que su idea de no tener hijos fuera un síntoma de su locura.

Seguramente su padre tendría una apoplejía cuando se enterase de que acababa de decidir que no tendría hijos, una vez que se casara con Daphne. Lucius vivía para esperar el día que Draco lo convirtiera en abuelo, asegurando el linaje puro de los Malfoy. Probablemente fuera desheredado por eso pero, desde su punto de vista, la pobreza era mejor que un futuro de enfermedad para su descendencia.

-Malfoy… ¿me estás escuchando? - Draco asintió aunque no fuera cierto. - por tradición nos separaran al llegar al palacio. Yo estaré en el Harén y me dedicaré a buscar la fuente mágica entre las mujeres. ¿Tú que harás?

-¿Para ser sincero?, No tengo idea. No me gusta esto.

-a mí tampoco. Pero creo que debes seguir la corriente del faraón y proteger tu vida.

Hermione se quedó pensando en algún plan y nada venía a su mente. Odiaba improvisar pero no tenían más opciones.

- Es poco probable que se me permitan salir del Harén hasta la celebración. Yo me quedaré con el morral y trataremos de reunirnos los más pronto posible. Recuerda que debemos renovar el glamour cada dos días o pueden descubrirnos.

Draco asintió y extrajo dos galeones falsos del fondo del morral.

-si encuentro la forma de verte te lo avisaré mediante esto. De la misma forma tú lo harás. Si las cosas se ponen feas, y no podemos reencontrarnos, huye y espérame en el sicomoro. No encontraré la tienda pero sé cómo llegar al sitio. ¿Entendido?

Hermione no tuvo tiempo de asentir, ambos tuvieron que sostenerse de las agarraderas de oro porque la litera estaba siendo depositada en el suelo y el movimiento que los esclavos nubios hacían era bastante brusco.

Cuando abrieron las cortinas, dos ancianos les dieron la bienvenida y fue la mujer de piel morena con una recargada peluca de crin y joyas, la que se adelantó para tomar la mano de Hermione y ayudarla a descender de los almohadones de lino en los que estuvo recostada durante el trayecto desde el Per Ankh hasta el palacio.

-Saludos. Soy la dama Tiya. Jefa de las siervas del Harén, nodriza de nuestro faraón y guardiana de sus princesas. Él es mi esposo, Ty, consejero del rey Akenatón y ayudante de cámara. Bienvenidos al palacio del Sol naciente. Sean bienvenidos al centro del universo.

Draco hizo una pequeña reverencia ante ambos ancianos y respondió en un dialecto perfecto.

-Mi nombre es Anhur, ella es mi hermana Mehet. Somos comerciantes de las afueras de Nínive, en Asiria.

-Lo sabemos. Has salvado la vida del Toro Potente de Atón del ataque de sus enemigos y has hecho que el maat se mantenga.

Draco tuvo que reprimir las ganas de decir que esperaba que el maat no se viera afectado. Hermione le había dicho que el maat, entre muchas definiciones posibles, era el equilibrio cósmico y era algo que no debían perturbar. En lugar de decir lo que pensaba, Draco solo dio las gracias y sonrío amablemente de la misma forma que ellos y Hermione hacían.

Luego de un par de palabras más, Ty le mostró el camino para llegar a su habitación a la vez que Tiya se llevaba a Hermione en la dirección opuesta. Draco solo esperaba poder volver a verla o la misión terminaría prácticamente antes de haber empezado.

-o-

Durante los últimos tres días Hermione se había dedicado casi de lleno a experimentar lo que las damas egipcias vivían día a día en el Harén real. Por alguna razón la dama Tiya había dispuesto que sus aposentos sean unos de los más opulentos de todo el palacio de las mujeres y había tomado la responsabilidad de atenderla en todo momento.

Al amanecer era Tiya quien abría las esterillas de su ventana y quien acercaba a su cama un delicioso desayuno que consistía en las frutas y platos más exóticos que jamás había probado. Luego de eso una tina de oro era traída a su habitación y unas cuantas esclavas la llenaban de agua exquisitamente templada y pétalos de flores. Al finalizar su baño, Tiya y una asistente masajeaban sus músculos con aromáticos aceites traídos de los confines del continente y luego se dedicaba a holgazanear por horas, junto a otras mujeres del Harén, bajo una palmera datilera que había a escasos metros de sus habitaciones.

Si bien ella sentía la gran necesidad de ayudar a las esclavas con su situación, sabía que era inútil darles esperanza siquiera. Ella no podía interferir en la vida de ninguna de las siervas porque sus vidas estarían en peligro o peor, la historia podía verse alterada. Así que como había hecho con la p.e.d.d.o y los elfos domésticos, Hermione decidió apartarlo de su mente y no pensar demasiado en ello para no agobiarse con algo que no podría cambiar aunque quisiera.

Durante las tardes de chismorreo, ella había averiguado que Nefertiti ya no vivía en el Harén y que ahora la gran esposa real era Meritatón, la hija mayor de Akenatón y la antigua reina. Si bien Hermione sabia aquello desde antes de llegar a ese tiempo, ver con sus propios ojos que el faraón ya había desposado a su hija de dieciséis años seguía siendo algo que causaba cierto shock.

Ella solo había visto a Draco una vez en esos días y ese tiempo solo lo habían usado para saber que el otro se encontraba bien y lanzarse los hechizos de glamour mutuamente. Se suponía que Anhur no debía estar nervioso por el bienestar de su hermana Mehet ya que nadie podría hacerle daño mientras estuviera en las dependencias del Harén real, pero ellos no eran precisamente hermanos y Draco solo estaba nervioso porque no podía mantener el control de su entorno como le gustaría.

Se suponía que esa noche se llevaría a cabo el banquete que Akenatón había prometido a Draco y el plan era marcharse apenas pudieran hacerlo. Permanecer más tiempo en el palacio era peligroso, ellos no confiaban en que los tiempos descritos por Harvey y Christopher fueran correctos. Medir el tiempo cuando no posees calendarios o relojes era difícil y según sus propias palabras, ellos habían tenido más de una borrachera con la cerveza egipcia así que tranquilamente podrían haber perdido días completos sumidos en el estupor alcohólico.

Era exactamente medio día y el calor era casi insoportable. Tiya se había quitado su Kalasiris y descansaba en su jergón junto a la cama de Hermione. En cambio ella no podía dormir. No estaba acostumbrada a tomar siestas y odiaba con pasión el calor que hacía en ese lugar. Ella ni siquiera podía lanzarse a sí misma un hechizo refrescante o aplicar un conjuro refrigerante a la habitación porque Tiya se había convertido prácticamente en su sombra.

Pensaba en que estaría haciendo Draco en ese momento cuando el galeón falso comenzó a calentarse entre sus pechos. Ella había creado una especie de amuleto con él y eso evitaba que alguien intentase apartarla del único medio de comunicación que tenia con su compañero de trabajo. Era cierto que ambos estaban en el mismo palacio pero verse era tan complicado que bien podrían estar en puntos distantes del planeta.

"debemos vernos. Es urgente."

Las letras en el galeón parpadearon varias veces antes de que el mensaje desapareciera y ella comenzó a pensar a toda velocidad como haría para encontrarse con Draco sin que nadie lo supiese. Ella era una mera invitada en el Harén. No había forma de que saliese de allí sin levantar sospechas y tampoco Draco podría entrar. Ningún hombre podía hacerlo, salvo el faraón o los eunucos que a veces realizaban tareas pesadas dentro del palacio de las mujeres.

-¿Tiya?, ¿Tiya estás dormida?

- no, mi señora. – dijo la vieja levantándose trabajosamente y ofreciéndole una pequeña reverencia. - ¿en qué puedo ser útil?

- Quiero ver a mi hermano. ¿Sabes de qué forma podría hacerlo?

-en la fiesta de esta noche, mi señora.

-no, no. tiene que ser ahora, Tiya. Es urgente.

La vieja le ofreció una mirada picara y se marchó. Hermione no entendía que sucedía pero confiaba en que la vieja no estaría yendo a buscar a un guardia real para que la apresaran. En esos días la anciana había sido paciente y servicial, esperaba que no fuera a traicionarla ahora que la necesitaba.

Luego de unos minutos Tiya apareció nuevamente pero esta vez traía un canasto con telas de lino.

- he mandado a que prepararan el baño caliente para usted mi señora. El vapor hará que su piel se vea radiante esta noche.

- pero Tiya…

La anciana no permitió que Hermione continuase hablando y en contra de su costumbre, ella la interrumpió.

-le aseguro que allí podrá relajarse mi señora. Me he asegurado que nadie más que usted use los baños de vapor. Una esclava de mi confianza estará tras la puerta que da al palacio real y yo custodiaré la entrada que da al Harén. Nadie podrá entrar y todo lo que allí suceda será un secreto que las piedras de las paredes guardarán hasta el fin de los tiempos.

Hermione comprendió que Tiya había encontrado la forma de que ella se encontrara con Draco y no protestó cuando comenzó a desanudar su Kalasiris. Con el pasar de los días ella se había acostumbrado a no usar ropa interior. Estando rodeada de otras mujeres, en las mismas condiciones, y con la imposibilidad de explicar que era esa extraña prenda que ella usaba, Hermione se había resignado a no usar bragas.

Una vez desnuda, Tiya envolvió apretadamente el fino lino alrededor de su cuerpo creando una especie de vestido que cubría sus senos y apenas llegaba por debajo de su trasero. Al salir de la habitación, Hermione pudo ver que había varias concubinas bajo las palmeras o nadando en la piscina y todas ellas la observaban con curiosidad. Todas sabían que era una huésped de honor en el Harén pero ninguna entendía por qué Tiya le brindaba tantos cuidados.

Una vez en el cuarto de vapor, Tiya le indicó que le daría unos cuantos minutos de privacidad y que luego entraría a darle un masaje para comenzar a prepararla para la fiesta de la noche. Hermione asintió e ingresó a un recinto triangular de piedra rojiza, iluminado con lámparas de aceite perfumado y lleno de vapor de agua. En el centro del baño había una pequeña hoguera cuyo fuego hacia hervir una gran tina de oro que contenía el agua y las hiervas que producían el vapor que inundaba aquella habitación.

-Eso fue rápido.

-dijiste que era urgente.

Draco se movió para que las antorchas lo iluminaran. Él había cambiado su habitual tono pálido por uno mucho más dorado y saludable. Alguien había pintado sus ojos con kohl y su shenti tenía bordados de oro. Se notaba que alguien lo había estado mimando casi tanto como a ella.

-creo que se qué nos trajo hasta aquí.

Hermione, que se había mantenido en la penumbra de la habitación, dio un paso hacia la luz y se dejó ver. Ella estaba bastante apenada por su escases de ropa pero la misión era más importante que su pudor, o eso era lo que se repetía cada vez que recordaba que no estaba usando ropa interior.

-dime. ¿Qué averiguaste?

-Nefertiti, es una bruja. Ella y Horemheb mueven los hilos del faraón. No hay tal Atón, Granger. Mantienen al faraón bajo alguna especie de hechizo y le hacen creer que el dios habla con él. Esta ciudad, las grandes ofrendas, todo el dinero que desaparece de las arcas, los sacrificios, todo es en honor a la reina y su amante. Ellos gobiernan Ajetatón en realidad.

-¿me estás diciendo que la reina es una bruja oscura?

-aun no logro saber cuál es el motivo real. Ellos dicen que la reina se fue del palacio y dedica su vida a adorar al dios en soledad pero he visto a Horemheb entrando al recinto sagrado donde ella supuestamente está enclaustrada.

-¿y por eso crees que es una bruja?

Draco comenzó a jalar sus cabellos mientras caminaba alrededor de la hoguera. En esos días Ty le había dejado ver cosas extrañas dentro del palacio y él más de una vez había sentido ganas de vomitar al comprender que la humanidad jamás había sido distinta a lo que él conocía.

Ty, el ayudante de cámara del faraón, había dividido su tiempo entre atender a Draco y a su rey. Él le había mostrado cada rincón del palacio y le había enseñado los remedios que la misma reina preparaba para Akenatón. Su sorpresa, al descubrir algo muy parecido a la amortentia entre las pociones, había sido mayúscula. Nefertiti había estado nublando los sentidos del rey todo ese tiempo.

Luego de descubrir la amortentia, Draco había comenzado a buscar más pruebas de su teoría y había sido esa mañana cuando Ty le había dado la pieza que completaba el rompecabezas. El ayudante de cámara lo había llevado, al amanecer, a presenciar uno de los rituales privados que la reina realizaba en honor al dios y para mantener su belleza intacta a pesar del paso del tiempo.

Su estomago se había revuelto al ver a la reina sacrificar una niña pequeña en un altar y recoger su sangre para realizar magia roja con ella. Había sentido ganas de arrojarse contra aquella bruja y maldecirla hasta el hartazgo pero eso habría sido un suicidio.

- está matando niños, Hermione. Niños inocentes y pequeños. Ty me dijo que la reina luego los hace arrojar a una fosa común sin ninguna marca. ¿Sabes lo que eso significa para un egipcio?

- les prohíbe la entrada al mas allá…

Hermione estaba estupefacta. Todos habían dicho que la belleza de la reina era sobrenatural y que el tiempo no parecía estar pasando por su rostro. Además, todos sabían que el comportamiento del faraón era extraño si se lo comparaba con todos sus antepasados.

-debemos hacer algo. Tenemos que hacer algo, Granger.

- no, Malfoy. Sabes que no podemos hacerlo. Si desenmascaramos a Nefertiti la historia cambiaria. En nuestro tiempo ella solo es la mujer más hermosa de la historia. No hay registros de ella haciendo rituales de sangre o siendo una bruja. ¿Te imaginas el cambio que produciría en la historia si hacemos algo?

Draco golpeó una pared con furia. La mirada de la pequeña niña, al descubrir que moriría, aun permanecía impresa en su mente. No tenía idea de por qué Ty le había mostrado todo aquello. Estaba seguro de que él no podría volver a dormir otra vez. Le había costado mucho tiempo olvidar los horrores de la guerra y de Voldemort. Descubrir que en el pasado habían existido cosas peores que él, era mucho mas traumático aun.

- ¿entonces debo dejar que la historia siga su curso?, ¿debo cargar con la culpa de saber que hay niños muriendo culpa de una bruja que realiza magia con motivos que no logro comprender?

Al ver la desesperación en sus ojos, Hermione envolvió sus brazos alrededor del cuello de Draco y lo atrajo para darle un abrazo. Ella también se sentía desolada pero sabía que ambos estaban atados de manos en cuanto a eso. Los crímenes de Nefertiti serian impunes por el resto de la historia y probablemente solo ellos lo sabrían y también ese secreto moriría con ellos algún día.

- nuestra misión es solo ver la historia, Draco. No podemos modificarla. Me aterra pensar que podría sucedernos si alteramos la línea temporal.

Él envolvió los brazos alrededor de la cintura de Hermione y la atrajo un poco más hacia su pecho. En ese momento sentía dolor por esos niños que habían nacido miles de años antes que él y que habían muerto por el simple capricho de alguien más poderoso. Él había necesitado viajar en el tiempo para terminar de comprender algunas cosas que no había entendido durante la guerra.

Un silencio incomodo de instaló entre ambos al darse cuenta que estaban compartiendo un abrazo demasiado apretado. Ellos apenas podían considerarse buenos conocidos y aquel abrazo era, quizá, demasiado amistoso como para que estuviera bien. Afortunadamente no tuvieron tiempo de intercambiar más palabras porque Tiya ingresó a la habitación como un vendaval.

- lo siento mi señor pero debe irse. Es momento de que mi señora se prepare para la fiesta de la noche. Vaya en paz, ella está en buenas manos y prometo que se verá radiante para usted.

Draco salió de la habitación un poco atontado. El vapor y el calor, sumado a las palabras de la vieja, habían logrado que su mente entrase en una especie de piloto automático y él solo pudo dirigirse a sus habitaciones y tenderse en su cama a esperar que la noche llegase.

-o-

Hermione se quedó muy quieta al oír las palabras de Tiya, al igual que Draco. Ella había reforzado el hechizo Omnilingua más temprano y estaba completamente segura de que había comprendido lo que la vieja había dicho. ¿Sería posible que la anciana supiera que ellos realmente no eran quienes decían ser?

Tiya esperó pacientemente a que Draco saliese del cuarto de vapor y luego se giró a Hermione sosteniendo ungüentos y una delicada esponja en sus manos.

- si mi señora lo permite, voy a exfoliar su piel ahora.

- ¿Qué fue eso Tiya?

-no comprendo señora.

- lo que le dijiste a mi hermano. ¿Por qué Anhur me querría radiante esta noche?

Tiya no miró a Hermione mientras buscaba las palabras correctas para hablar sin ofender a su señora. Un paso en falso y podría ponerla furiosa. Ella sabía que la dama que estaba enfrente suyo era dulce y amorosa pero no dejaba de tener poderes más allá de su entendimiento.

- se quién es usted, mi señora. Al fin Ra ha oído mis ruegos y los ha enviado para ayudar al pueblo.

Hermione estaba asustada. No comprendía de qué estaba hablando Tiya.

-explícate.

-el buen dios me ha dado, desde muy niña, el poder de ver las verdaderas formas de los seres. Yo he sabido ocultar mi don. Mi padre siempre decía que las personas especiales como yo no son apreciadas. Algunos me querrían usar como herramienta y otros intentarían eliminarme por miedo a que los descubra. Pero usted no es como los demás. Es usted la encarnación del amor y la alegría.

Hermione seguía sin entender de qué hablaba Tiya pero no se atrevía a interrumpirla. Cuando ella terminase de hablar decidiría si era o no necesario lanzar un Obliviate a la anciana.

- Como la consorte de Horus, el de cabellos dorados como el sol, es usted la única capaz de convencerlo de que debe perdonarnos. Sé que ambos han venido para observar al pueblo que adora a un dios falso y decidir si debemos ser eliminados o no. Por favor señora Hathor. Gran leona del desierto, perdone la vida de los infieles de esta ciudad. El despliegue de poder del faraón y la reina los ha obnubilado y olvidaron que solo los dioses antiguos pueden proteger a Egipto.

¿Hathor?, ¿la anciana la había confundido con una diosa? Hermione quería reír por la ironía de aquel suceso pero puede que seguir el juego de Tiya fuera su única oportunidad de salir con vida de aquel sitio.

- mi esposo se ha encargado de que al buen señor de la guerra no le falte nada. Cuando le he dicho que era nuestro trabajo servir al dios y a su consorte él ha entrado en pánico pero Horus ha sido magnánimo con mi tonto Ty. ¿Han decidido ya lo que sucederá con el pueblo mi señora?

Hermione comenzó a pensar. Ella simplemente no podía romper la ilusión de la anciana ni podía develar su verdadera identidad. La vieja podía ver a través de los hechizos de glamour y de nada servía inventar una nueva historia cuando Tiya ya había inventado una muy buena. Ella tomó las manos de la anciana y la miró a los ojos tratando de sonar lo más confiada posible.

- hemos visto y hemos oído. Mi señor y yo llevaremos toda esta información ante el tribunal de dioses y abogaremos por el pueblo. Es de vital importancia que nuestra presencia jamás sea revelada o la furia de los dioses descendería sobre Ajetatón y sus habitantes. ¿Has comprendido Tiya?

La anciana se postró ante Hermione y besó sus pies mientras juraba que nadie jamás sabría que Horus y Hathor habían caminado entre mortales durante esos días.

- levántate, Tiya. Por favor, no debes hacer eso.

Luego de sonreírle cálidamente, Hermione dejó que Tiya siguiera con sus labores. Más de una vez había intentado evitar que Tiya quisiera servirla pero ahora comprendía que ella la creía una diosa y contradecir sus costumbres podría hacer que sospechara que en realidad no lo era.

Luego de exfoliar su piel, Tiya untó el cuerpo desnudo de Hermione con un ungüento a base de jazmín. Impregnó cada parcela de piel, dándole un masaje que suavizó el escozor de la exfoliación previa. Hermione se relajó bajo las manos hábiles de la anciana y no protestó cuando esta le indicó que era hora de regresar a sus habitaciones.

Una vez que estuvieron en los aposentos que habían destinado para Hermione el primer día, Tiya buscó los polvos de oro que mantenía dentro de un frasco de alabastro que guardaba en un cofre de madera de cedro, con cuatro patas y de un rojo profundo, rodeado de un friso de signos mágicos que garantizaban belleza y fortuna a quien lo usase.

Aprovechando que la piel de Hermione seguía untuosa debido a los aceites que le había colocado antes, Tiya esparció polvo de oro por todas las partes que el Kalasiris dejaría visible durante la fiesta. Luego de eso pintó las palmas de sus pies y manos con alheña y usó ocre en sus labios.

La anciana había dicho que los rizos de la diosa eran demasiado bellos para esconderlos bajo una peluca así que ella misma se encargó de trenzar algunos de ellos con amuletos y cuentas de turquesa y otras piedras preciosas.

Para los ojos, Tiya eligió un kohl verde brillante que hacía que los tonos verdosos de la mirada color avellana de Hermione resaltasen. El Kalasiris que usaría esa noche seria tradicional y a regañadientes la bruja tuvo que acceder a que Tiya usara henna en sus pezones.

El sol comenzaba su descenso final cuando el maquillaje fue dado por concluido. Todo ese tiempo Hermione apenas había podido cubrir su intimidad con un trozo de lino. Para ella resultaba extremadamente difícil sentirse cómoda estando desnuda frente a otras personas.

De otro cofre de madera, esta vez de sicomoro, la anciana extrajo un hermoso Kalasiris de lino plisado que había sido teñido de un azul profundo y lo anudo con destreza bajo los pechos de Hermione. Después, ajustó en su talle un cinturón también de lino que tenia preciosos bordados de oro. De un cofre cubierto con láminas de turquesa, sacó un collar de cuentas de lapislázuli que adornó el cuello de quien ella pensaba que era una diosa. Puso en sus tobillos y muñecas brazaletes de plata y, por fin, levantó los pies de Hermione para calzarle unas sandalias de cuero tachonadas de perlas y oro.

Cuando Hermione pudo verse en el espejo de cobre pulido casi no pudo reconocerse. Frente ella había una criatura exótica, de mirada profunda y labios carnosos. Su piel lanzaba destellos brillantes al moverse, como si toda ella estuviese hecha del algún metal precioso. Su cabello relucía debido al fuego de las antorchas y el Kalasiris azul traslucía sus piernas e insinuaba la curva de sus caderas.Se sentía hermosa.

- Parece magia…

- No es magia mi señora. Cualquier cosmetóloga competente puede hacer lo que yo hice. No son el kohl o los polvos de oro, es su belleza la que puede observar en ese reflejo. Un loto seguirá siendo un loto aunque el limo del Nilo lo cubra.

Afuera ya era noche cerrada cuando Hermione estuvo lista para asistir a la fiesta. Al salir de sus habitaciones pudo ver como los sirvientes iban y venían cargando lámparas de aceite encendido, con la intención de rechazar la inminente oscuridad.

En la puerta del Harén, el guardián de las concubinas realizó una pequeña genuflexión ante Hermione y luego dejó que ella pasara seguida de Tiya. Ambas caminaron por un largo pasillo con paredes adornadas con dibujos de la vida cotidiana en el Harén y al llegar a una escalera de piedra giraron hacia la derecha. Allí el pasillo se ensanchaba para formar un majestuoso vestíbulo de mosaicos azules de lapislázuli y techo salpicado de cientos de estrellas de piedras brillantes.

Adelantándose a Hermione, Tiya llamó a unas imponentes puertas de cedro que se encontraban en un extremo del vestíbulo y un esclavo les abrió. Del interior del salón surgió una súbita oleada de conversación masculina, una marejada de calor perfumado y una potente luz.

Con cada paso que Hermione daba, los abalorios de su cabello tintineaban y las diminutas piezas de turquesa en sus brazaletes lanzaban destellos de luz. De pronto once pares de ojos se habían posado sobre ella y la conversación se había detenido por completo.

Hasta ella llegó el general Horemheb y tomó su mano para depositar un beso sobre sus nudillos. Del amplio pecho del general colgaba un pectoral que lucía mandriles de plata y un disco solar en el centro. En sus muñecas había ceñidos anchos brazaletes de plata y en su shenti tenía cientos de pliegues y bordados de hilos de oro.

- Eres la mujer más encantadora de todo Ajetatón, Mehet.

Hermione intentó mostrar una sonrisa cálida pero la repulsión que sentía hacia Horemheb, debido a lo que Draco le había contado esa mañana, hizo que solo pudiese formar una mueca que el general interpretó como timidez.

En el fondo del salón, a la derecha del faraón, Draco había dejado a medio camino de sus labios la copa de alabastro pulido, al ver a Hermione entrando. Había oído fuerte y claro el comentario del general y la ira había comenzado a crecer en su pecho. El amante de la reina asesina tenía el descaro de coquetear con una simple muchacha ante toda la corte.

Cuando sus ojos se cruzaron con los de Hermione ella le sonrió y él solo elevó una ceja y desvió su mirada. No quería que ella supiera que los colores en sus mejillas no se debían al vino que había bebido antes de su llegada, sino a la deslumbrante apariencia que ella poseía aquella noche.

-o-

N.a: Fin del capítulo cuatro. Perdón por la demora, estuve de viaje y fue casi imposible escribir durante la semana. Espero que les haya gustado este capítulo y que me lo hagan saber. Gracias por todos los comentarios los adoro.

Dato: a la flor de loto también se le dice la rosa del Nilo.

Ahora sí, ¡Hasta la próxima!