Disclaimer: Esta historia está inspirada, en parte, en el universo de Harry Potter de J.K Rowling. Salvo algún que otro personaje de mi invención, todos los ambientes, personajes, argumentos, hechizos y todo lo reconocible pertenece a la autora, yo solo los tomo los mezclo y agrego cosas.
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"Cuando se juega al juego de tronos sólo se puede ganar o morir."
Juego de tronos - George R. R. Martin.
Capítulo 5: La rosa del Nilo - parte 3
Horemheb guió a Hermione hasta los almohadones, donde la mayoría de los presentes estaban recostados bebiendo vino y conversando unos con otros.
-Esta es tu mesa, dulce Mehet- indicó con voz suave, guiándola hacia ella.- entre la de tu hermano Anhur y la mía.
Ante un chasquido de sus dedos apareció un joven esclavo desnudo, que puso una taza de vino en su mano y le entrego un ramillete de flores frescas para que el aroma inundara sus sentidos. Con cuidado de que el Kalasiris no se abriera demasiado, Hermione se sentó sobre los almohadones tal y como había visto hacer a las damas del harén. En todo el proceso ella ignoró a Draco tal y como él había hecho antes.
En ese momento el faraón le comentaba a Draco algo sobre los sacerdotes tebanos y este fingía estar prestando atención, aunque en realidad él no podía hacerlo. Hermione se estaba comportando como toda una dama egipcia y coqueteaba con Horemheb a pesar de todo lo que él le había contado más temprano. La abogada de las causas imposibles parecía estar muy a gusto con uno de los villanos.
-Este, preciosa Mehet, es Paibekatón, administrador general del faraón. Disenk, es el escriba real del harén, y Hui, es el escriba de la Casa de la Vida.
Todos ellos saludaron a Hermione con una reverencia pero sin dirigirle la palabra. Ellos solo estaban allí por mandato del faraón y tenían poco interés por la hermana de un muchacho cualquiera cuyo único mérito para estar allí era haber salvado la vida del rey por casualidad. Ella a su vez les respondió con un murmullo cortés mientras se instalaba en los almohadones, frente a la mesa, dejando las flores en la superficie para luego tomar un sorbo de vino.
Como faraón, Akenatón podría decidir tomar a Hermione como concubina pero por suerte él parecía no tener ojos para otra mujer que no fuera Nefertiti. Si bien él había desposado a su hija Meritatón, solo lo había hecho para que la niña pudiera cumplir las funciones de sacerdotisa de Atón que su madre había abandonado. Cuando Tiya le había explicado aquello, Hermione había comenzado a relajarse en el palacio. En principio ella había estado aterrada de que el faraón quisiera algo más y no había querido salir de sus habitaciones.
Luego de la impresionante entrada de Hermione, la conversación había reanudado entre los hombres y pronto el faraón se distrajo con el administrador del tesoro real, dejando a Draco libre para inclinarse hacia Hermione y hablar con ella de forma discreta.
-¿buscando esposo entre los señores de Egipto, Granger?
Hermione había estado distraída observando a las bailarinas que danzaban al son del arpa y los sistros, y se sobresaltó al sentir el cálido aliento de Draco en su oreja. No dispuesta a caer en la pulla de Malfoy, Hermione bebió un poco más de vino y habló sin dejar de observar a las bailarinas pero sonriendo de forma sínica.
-No soy yo quien parece tener al faraón comiendo de su mano. No importa la época, ¿no? Siempre habrá un Malfoy intentando meter sus manos en el poder…
-Eso ha dolido, Granger. Parece ser que el pequeño escorpión ahora si tiene ponzoña…
En ese momento Hermione giro su rostro y sonrío sardónicamente hacia Malfoy que tenía su cara a escasos centímetros de la suya.
-ten cuidado con lo que dices, Malfoy. Recuerda que una vez rompí tu nariz y esta vez podría decidir ir por algo que dolería aun más…
Ella lanzó una fugaz mirada hacia su shenti y Draco alzó sus manos en un gesto de paz. Luego esbozó su sonrisa más encantadora, aunque no se alejó de ella. Él era un maestro en ese tipo de juego y por Merlín que no perdería contra Granger.
-y tu recuerda que debes comportarte como una dama, hermanita. No deseas que te entregue como esposa a un simple campesino.
Consciente de que ambos estaban a un aliento de distancia, Hermione no se amilano. El vino le estaba dando el coraje suficiente para no retroceder ante el sarcasmo de Draco y aún sonriendo imprimió toda la arrogancia que pudo en su respuesta.
-Eso es lo que hago, hermano mío. Y no te preocupes por conseguir marido para mí. Si lo deseara estoy segura que yo sola podría poner al faraón a mis pies…
La música se detuvo y todos comenzaron a aplaudir a las bailarinas. Hermione, que estaba hambrienta, pensó que por fin traerían la comida pero volvió a equivocarse. En lugar de que el banquete diera inicio, la arpista comenzó a tocar una nueva canción con un ritmo más acelerado.
-Anhur, amigo. ¿Por qué no le dices a tu hermana que nos deleite con una danza? He oído que las niñas de Nínive son instruidas para el baile desde muy pequeñas.
Cuando el faraón habló, Draco mostró su sonrisa de un millón de galeones y Hermione sintió ganas de borrarla de su rostro con un golpe. Ella no tenía idea de cómo bailaban las mujeres de Nínive y siempre había considerado que ella misma tenía dos pies izquierdos. Quizá provocar a Malfoy con sus palabras no había sido una buena idea después de todo.
-Estoy seguro de que nuestra Mehet no privará de su arte al bien amado de Atón. Anda hermana, muestra al faraón tus dotes para la danza…
Cuando Draco dijo aquello, una de las esclavas se acercó a Hermione y la ayudó a ponerse de pie para luego entregarle un sistro y guiarla hasta el centro del salón. Mientras esto sucedía, ella mascullaba los insultos más floridos que él alguna vez había escuchado.
Por suerte Hermione había observado a las concubinas ensayando sus pasos de baile en el patio del harén y esperaba poder imitarlas ahora que todos estarían mirándola fijamente esperando a ver, lo que ella creía que era, su nulo talento para la danza.
Los instrumentos comenzaron a sonar en un ritmo alegre y bastante sensual. Hermione se había negado a quitarse el Kalasiris para bailar, aunque las bailarinas habían insistido en que lo haga. Como era la costumbre, todas ellas habían estado desnudas y solo usaban joyas y maquillaje, pero Hermione no estaba dispuesta a imitarlas en ese sentido.
Cuando el ritmo se volvió constante, Hermione comenzó a mover su cadera en un vaivén que hacía que el sistro en sus manos sonase y que sus pechos expuestos de movieran imitando la cadencia de la música. El faraón y los hombres de estado la observaban de forma indiferente y eso hacía que fuera bastante fácil ignorarlos.
Lo difícil no era seguir el ritmo de la música o dejar de pensar que había hombres observando sus movimientos, lo complicado era ignorar la mirada punzante que Draco le estaba dirigiendo. Ella intentaba por todos los medios que sus ojos no se encontraran pero aún así ella podía sentir que su piel casi quemaba ahí donde Malfoy estaba mirando. Sentirse observada de esa forma era más embriagante que el vino que había bebido antes.
En los días que habían estado en el antiguo Egipto, Draco se había acostumbrado a ver mujeres desnudas o semidesnudas en todos lados. Debido al calor la gente solía usar la menor cantidad de prendas posibles, así que el asombro y curiosidad inicial habían pasado rápidamente. En ese tiempo solo Granger había estado envuelta casi como una momia. Pero ahora, adelante de los altos mandos del imperio, ella no solo estaba semi desnuda sino que bailaba como si toda la vida lo hubiera hecho.
Unos días antes él había llegado a la conclusión de que Granger era medianamente atractiva pero ahora que la veía bailando, con sus senos pintados con alheña y su piel brillando como si fuera de oro, podía comprender por qué Ty y Tiya creían que ella era una diosa. La belleza de Granger opacaba a la de las otras mujeres que se encontraban a su alrededor y eso resultaba casi insoportable.
Quizá fuera el vino, quizá el cansancio del día, el tiempo que llevaba sin tocar a una mujer o un mosquito finalmente le había contagiado de malaria. Draco no sabía por qué, pero ver los demenciales movimientos de Granger estaba haciendo estragos en él.
Tenía la boca seca y su sangre parecía lava ardiente que extrañamente viajaba demasiado rápido hacia el sur de su cuerpo. Tenía que salir de allí y tomar un poco de aire antes de que se delatara a sí mismo. El Shenti no tenía la suficiente cantidad de pliegues como para esconder cualquier accidente que él tuviera.
Cuando la danza de Hermione terminó, los señores de Egipto la aplaudieron y Horemheb volvió a escoltarla hacia su lugar entre los almohadones. Ella no tuvo tiempo de preguntar dónde se había ido Draco pues la comida comenzó a llegar y todo el mundo se centró en el banquete, incluso ella.
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Draco comenzó a caminar por el jardín aprovechando la frescura de la noche. La suave briza despeinaba sus cabellos dorados y traía hasta él el aroma de los nenúfares que crecían en un estanque artificial que estaba a escasos metros de su posición, debajo de un bosquecillo de palmeras cargadas de dátiles.
El shenti que Ty le había dado para que usara esa noche era suave y fresco. Él prácticamente comenzaba a acostumbrarse a solo usar prendas en la parte inferior de su cuerpo. En su tiempo usaba solo túnicas de mago o el traje de inefable que lo cubrían por completo, haciendo que su piel jamás se expusiera a los elementos. Fue realmente agradable descubrir que exponiéndose al sol, él no tenía una palidez tan enfermiza.
-Joven Anhur…
Había estado tan consternado por su reacción visceral ante la apariencia y el baile de Hermione que no oyó los pasos de la mujer que ahora le cerraba el paso. Si ella hubiese querido matarlo, él ahora seria simple alimento para los buitres.
Parada junto a él, Nefertiti era casi una cabeza completa más baja y su piel oscura contrastaba de forma drástica con la suya, aunque él ya no fuera tan pálido como antes. Allí donde Draco era músculo duro, ella era suave y curvilínea. Y, al contrario de los suyos, los ojos de Nefertiti eran tan negros que causaba escalofríos verlos.
La reina era bella pero de un modo siniestro. Bella como esas serpientes cuyos colores y formas te avisan que tan mortíferas pueden ser. Draco había descubierto esa mañana que Nefertiti era una bruja oscura y algo le decía que su visita se debía a ese hecho. "Despídete Malfoy, estás muerto pero aun no lo sabes." pensó.
-Reina Nefertiti…
Draco hizo una pronunciada genuflexión hacia la reina y aprovecho para poner su mano sobre la funda que escondía su varita entre los pliegues del shenti. Ella era una bruja y si había descubierto que él sabía lo que era, no dudaría en atacarlo. Si tenía que morir al menos no se lo dejaría tan fácil. Era una cuestión de honor
-así que tu eres el jovencito que advirtió a mí marido sobre la flecha que iba dirigida a él.
-así es, mí señora.
Nefertiti comenzó a caminar en círculos alrededor de Draco y usó una de sus largas uñas para arañar su pecho desnudo.
-¿Sabes una cosa, Anhur?, No me gusta que me espíen y mucho menos que se interpongan en mí camino... Si tú no hubieras aparecido aquel día, mis planes se estarían llevando a cabo en este instante. Sería la reina regente y mí hijastro, Tut, el faraón títere de turno…
-no sé a qué se refiere, mí señora.
Draco hablaba sin observar a Nefertiti pero calculaba que tan lejos podría llegar antes de que ella diera la voz de alarma que lanzara a los soldados sobre él. Claramente las posibilidades estaban en su contra.
-vamos Anhur, se que el viejo Ty sospecha de mis intenciones hace años y que tu llegada le ha dado la esperanza de conseguir a alguien que influya en Akenatón. Mi esposo ya no confía en él y espera que tú hagas lo que él no puede.
Draco decidió no responder ni levantar su mirada hacia la reina pero cuando ella usó sus uñas para clavarlas en su garganta, intentando que él la mirase, tuvo que hacerlo. El tiempo que Voldemort había vivido en su casa le había servido como entrenamiento para esa ocasión; así que cuando Nefertiti intentó leer su mente solo encontró escenas vagas de los últimos días en el palacio, y rápidamente abandonó su búsqueda. Afortunadamente ella parecía no haber descubierto que él era un mago o que se encontraba bajo un hechizo de glamour.
-la doble corona prácticamente es mía, Anhur. El rey vive aun porque ha tenido suerte y porque así lo he querido. Dime, entonces, querido Anhur ¿Que me impide acusarte de algún crimen y hacer que te ejecuten de forma inmediata?
Él miró el suelo e intentó sonar sumiso.
-su benevolencia, mí señora.
Nefertiti se rió.
-Tienes una lengua sagaz para ser un comerciante de las afueras de Nínive. El faraón tendría en ti un consejero útil. Eso es obvio… Es una lástima que tú vayas a negarte de forma vehementemente a cada propuesta que él te haga.
Draco no contestó. Para ser alguien tan pequeña, Nefertiti imponía tal respeto que acobardaría a cualquiera en su lugar. Bellatrix seguramente la hubiese admirado.
-El faraón se siente solo y se aferra a tu presencia creyendo que permitiré que te quedes con él. Pobre iluso…
Nefertiti había enredado a Akenatón en su telaraña de mentiras al punto tal que lo había convencido de trasladar la capital del imperio lejos de la influencia de los sacerdotes y castas gobernantes que residían en Tebas. Llevando lejos la capital, ella seria quien reinaría al susurrar las órdenes en los oídos incautos de Akenatón.
-Cuando vuelvas a entrar al salón, fingirás que solo te ocupabas de tus necesidades biológicas y anunciaras que al amanecer tú hermana y tú partirán hacia Asiria sin demora.
-Si mí señora.
Dijo Draco con seguridad. Él no necesitaba el estímulo de Nefertiti para desear marcharse de ese palacio, pero no era algo que fuera a decirle a ella.
-Soy la reina, pequeño Anhur. Si osas contradecir mí orden, haré que tu hermana sea abandonada en medio del desierto para que los chacales se sirvan de su tierna carne. Por supuesto que aquello será luego de que los soldados tomen turnos para divertirse con ella. Tú me entiendes…
Él sintió un escalofrío subiendo por su columna. Voldemort había sido un inocente niño junto a la bruja que tenía enfrente.
-Y si por algún motivo alguien sabe de esta conversación, usaré tu corazón como ofrenda votiva. ¿Me has entendido? Sé que pudiste ver lo que soy capaz, mi querido Anhur.
Nefertiti miró sus uñas con arrogancia.
-y ten en cuenta que eso que viste solo fue un ritual común para mantener la lozanía de mí piel. Imagina lo que podría hacerte si en verdad me enojase contigo…
Draco asintió y la reina puso una mano en su cuello para obligarlo a inclinarse. Cuando estuvo a su altura, ella posó sus labios sobre los suyos y le dio un tórrido beso que heló la sangre en sus venas, luego palmeó su mejilla como si fuera un niño pequeño.
-Ahora ve a cenar. Diviértete y por el bien de Mehet, espero que tu presencia sea solo un mal recuerdo en este palacio.
Draco comenzó a irse pero Nefertiti puso una mano en su brazo para detenerlo y darle una última advertencia.
-Recuerda, Anhur, si alguien se entera de nuestro pequeño encuentro no te creerá. - Nefertiti se encogió de hombros. - después de todo, ¿quien podría creerle a un comerciante enloquecido por la repentina muerte de su hermana?
La reina giro sobre sus pies y desapareció entre las sombras. Draco tragó grueso y tuvo que respirar profundo varias veces para hacer que su corazón dejase de latir desbocado. Nefertiti era aterradora.
La cena casi terminaba cuando Draco volvió a entrar. Él estaba pálido y sus ojos se veían bastante desorbitados. Sin dudas algo grave había ocurrido durante su ausencia. Hermione se prometió que averiguaría que pasaba una vez que la fiesta llegara a su fin.
-Anhur, muchacho. Ven aquí. El general Horemheb y yo hablábamos de lo útil que sería tu presencia en la corte. Tu experiencia en el comercio y el conocimiento de la cultura de nuestros hermanos asirios sería inestimable. ¿Te quedarías si lo pidiera?
Horemheb lo observó de hito a hito con una mirada que prometía dolor si él aceptaba la sugerencia del faraón. Draco estaba seguro de que el general estaba al tanto de su conversación con la reina Nefertiti.
-Lo siento mí señor pero debo declinar su oferta. Debo llevar a mí hermana a casa. Ella ha permanecido demasiado tiempo lejos de nuestro hogar en Nínive y es hora de que me dedique a buscarle un buen esposo.
-Patrañas, si lo que te preocupa es que la hermosa Mehet no consiga esposo, solo dilo. Estoy seguro de que hay muchos nobles que estarían felices de agregarla a sus harenes. Ella aun está en la flor de su edad y estoy seguro de que traerá al mundo gran cantidad de niños, si Atón lo quiere.
Sintió un nuevo escalofrío recorrer su espalda. Hermione había permanecido muy quieta y en silencio pero él sabía que ella estaba temblando en ese momento. Ella quizá estuviera temiendo que él la vendiera o algo parecido, pero nada más lejano a eso. Él solo estaba intentando salvar el pellejo de ambos. Draco sinceramente estaba comenzando a hartarse de la forma en la que todos se referían a las mujeres como si fueran objetos, incubadoras o monedas de cambio. Era extraño pero incluso él se sentía incomodo al oír la forma en la que los hombres de esa época se expresaban.
-lo siento mí señor. Es usted generoso en su oferta y estos días que hemos pasado en su palacio serán por siempre atesorados en mí memoria pero me temo que no podemos quedarnos. Mi hogar es Nínive y es el deseo de mí corazón regresar a ese lugar.
Akenatón se rió y chasqueo sus dedos para que un esclavo le diera más vino.
-ya veo. ¿Hay en Nínive alguna preciosa muchacha que estás esperando desposar?
Akenatón parecía ser un romántico empedernido y Draco creyó que seguir la corriente y hablar de un interés amoroso sería útil para que le permitiera marchar. Así que simplemente sonrió con complicidad, esperando que fuera suficiente.
-¿Soy tan obvio majestad?
Akenatón suspiró.
-aah, el amor joven. Recuerdo ese tiempo en que mi adorada Nefertiti y yo no podíamos alejarnos el uno del otro.
El faraón golpeó su pierna y rió un poco.
- Creo que nuestras seis hijas son prueba suficiente de ese amor…
Todos los presentes asintieron y sonrieron teatralmente ante la broma del faraón y rápidamente retomaron la seriedad de instantes antes.
-Por supuesto que eres obvio mí querido amigo. Sufriré cuando los vea marchar pero no me opondré. No soy quien para interponerme entre un muchacho y el deseo de su corazón. Ahora ven, siéntate a mí lado y comamos antes de que finalmente te permita partir.
Una vez sentado, Draco se inclinó hacia Hermione y susurró con urgencia.
-En cuanto la fiesta termine busca el morral y espérame en la puerta del palacio. Nos iremos de aquí cuanto antes.
El tono sombrío de Draco no le dio lugar a replica. Él prácticamente había lanzado una orden y ella no estaba dispuesta a contradecirlo. El ambiente estaba realmente caldeado y solo Akenatón parecía no notarlo, pues comía y bebía como si aquello realmente fuera una fiesta y no un circo político armado para que él estuviera contento.
Luego de la cena y varios postres deliciosos que Hermione apenas pudo disfrutar, se excusó diciendo que no se sentía bien y cuando Akenatón lo permitió, prácticamente corrió hacia el Harén con Tiya pegada a sus talones. Una vez en sus habitaciones, Hermione no perdió tiempo escondiéndose de Tiya para hacer magia y extrajo del morral uno de sus Kalasiris y las sandalias que había usado el día que llegaron. Después de toda la vieja creía que era una diosa y no se sorprendería de que tuviera poderes poco comunes.
-Tiya, necesito que hagas algo por mí.
Tiya enseguida se puso a la orden y prácticamente corrió hacia las cocinas en busca de pan de cebada, frutas y vejigas llenas de agua. La señora Hathor le había pedido alimentos para una pequeña travesía y no la defraudaría. En el tiempo que la vieja demoró en traer las provisiones, Hermione cambió sus ropas y trenzo su cabello con la intención de que este no moleste si necesitaban huir.
Cuando Tiya volvió, lo hizo con la noticia de que algunos nobles comenzaban a irse, la fiesta estaba llegando a su fin. Como Hermione estaba en el Harén, ir hacia la entrada del palacio sería casi imposible y no se animaba a usar la aparición porque podría equivocar el camino o aparecer frente a muggles. Así que nuevamente acudió a Tiya y fue la vieja quien ideó un plan de escape.
Cubriéndola de pies a cabeza con una prenda de lana basta, como una esclava que cumplía un castigo, Tiya guió a Hermione por las cocinas mientras vociferaba que un tiempo en las pocilgas harían que sus malos comportamientos fueran historia.
Casi amanecía cuando llegaron a la entrada y se sorprendió al encontrar a Draco sosteniendo la rienda de un camello y a Ty parado junto a él. Cuando estuvieron frente a frente, Draco urgió a Hermione para que subiera al camello y luego montó tras ella. Rodeándola con sus brazos para sostener las riendas.
Hermione no tuvo tiempo de despedirse de Tiya, Draco estaba nervioso y no tenía tiempo para sentimentalismos con personas que llevarían dos mil quinientos años muertos para cuando ellos nacieran.
Galopando a toda velocidad ellos bordearon Ajetatón en dirección al norte, hacia Nínive, y solo cuando el camello comenzó a mostrar signos de agotamiento, se detuvieron y desmontaron. En las seis horas seguidas que habían viajado en dirección al norte, Draco nos había emitido sonido y Hermione tampoco había intentado preguntar por qué huían de aquella forma.
Cuando desmontaron, no tuvieron tiempo de conversar porque una tormenta de arena se acercaba a toda velocidad por el desierto y ellos tenían que buscar un refugio de forma urgente. Armar la tienda no era opción, así que Draco hizo que el camello se sentara y extrajo una tela gruesa del morral que usó para protegerse de la arena a sí mismo, a Hermione y a la cabeza del camello. Para cuando la tormenta pasó, Hermione llevaba cerca de media hora dormida apoyando su cabeza en el hombro de Draco y su espalda contra el lomo del camello.
-Granger, Granger despierta.
Draco la agitó con violencia haciendo que se despierte sobresaltada. La tormenta había pasado ya y el cielo volvía a ser de un azul diáfano. Solo la especie de duna de arena que se había formado a su alrededor era prueba de que habían soportado un feroz temporal.
Cuando se dio cuenta que había estado usando a su compañero como almohada, ella se levantó de un salto y trató de orientarse pero no lo logró. Todo era un inmenso mar de arena que se extendía más allá de lo que sus ojos podían observar.
-¿y ahora?, ¿Por qué huimos de aquella manera?, ¿A dónde estamos yendo?
Él recordó que no había tenido tiempo de comentarle sobre su encuentro con Nefertiti, así que se dispuso a hacerlo con máximo detalle. Lo único que él omitió fue el motivo por el cual había salido del salón en primera instancia. Draco no veía la razón por la cual debería contarle a Granger cuánto lo había turbado su presencia.
-¿Entonces crees que enviará asesinos por nosotros de igual forma?
-Es lo más lógico. Si fuera ella también lo haría.
-pero… hemos estado viajando en dirección al norte por muchas horas. ¿No es eso lo que ella espera?
-Absolutamente. Nefertiti enviara asesinos que intentarán dar con nosotros en el camino hacia Nínive. Es astuta, no dejará que alguien se escape sabiendo sus secretos.
Por primera vez Hermione no lograba ver más allá y no entendía por qué Draco se veía tan satisfecho mientras hablaba.
-Pero estamos haciendo exactamente lo que ella quiere. ¿No es eso ponerse prácticamente en la mira?
-lo es, dije que Nefertiti es astuta, pero yo lo soy más. En cuanto dejes de hacer preguntas tontas, nos apareceremos junto al sicomoro y montaremos nuevamente nuestro campamento. Dejaremos que los asesinos de la reina enloquezcan revisando el desierto palmo a palmo mientras que nosotros estaremos escondidos bajo la nariz de la reina.
Hermione boqueo al comprender las intenciones de Draco. Él había huido hacia el norte para dejar rastros y hacerle creer a Nefertiti que ellos verdaderamente volverían a Nínive, pero no lo harían. Ellos pasarían los próximos días en la fresca comodidad que las orillas del Nilo y la sombra del enorme sicomoro les brindaban.
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Se había cumplido el día veinticuatro desde que habían llegado al Antiguo Egipto y quince días desde que habían huido del palacio. En ese tiempo Hermione y Draco habían ido a la ciudad de manera esporádica con sus verdaderas apariencias pero usando prendas que ocultaban sus cabellos y valiéndose del maquillaje para disimular sus rasgos. Ellos lo habían hecho para averiguar qué había sucedido luego de su escape y para intercambiar peces del rio por frutas frescas y otros alimentos que necesitaban.
En Ajetatón había rumores de que la pareja que salvó al faraón había huido con parte del tesoro real y que la reina había exigido que los medjay peinaran el desierto buscándolos. Durante cinco días completos las patrullas partían al amanecer y volvían al caer la noche, rendidos y solo para ser castigados por no haber encontrado a los ladrones.
Al sexto día una patrulla había vuelto con uno de los camellos sementales del faraón y habían traído prendas cubiertas de sangre. La vendedora de pescado les había contado que probablemente los ladrones habían equivocado el camino y habían caído del camello, o los animales del desierto los habían atrapado y despedazado.
Draco había necesitado de todo su autocontrol para no estallar en risas allí mismo. El toque macabro que Hermione le había dado a las ruinas donde habían abandonado al camello había sido algo muy Slytherin desde su punto de vista. Ella había hecho un pequeño corte en su dedo y valiéndose de algún hechizo que él desconocía, obtuvo una obscena cantidad de sangre con la que manchó las paredes y algunas prendas de repuesto que también desgarró. Ella incluso había lanzado un par de hechizos que dejaron marcas en la roca, dando la sensación de que una bestia enorme hubiese afilado sus garras allí.
Ese día ambas varitas habían avisado que el Alphwyn se activaría en algunas horas, así que habían desmontado la tienda de campaña y dejando solo los elementos necesarios para estar cómodos hasta que fuera tiempo de avanzar hacia la siguiente ventana.
Sentada en una de las raíces aéreas del sicomoro, Hermione miraba el atardecer sobre las dunas del desierto para darle algo de privacidad a su compañero. Draco había decido darse un último chapuzón antes de cambiar su ropa a una que coincidiera con la siguiente ventana y ella ya había hecho lo propio.
-¿Extrañando a la comadreja y a cara-rajada?
Ella no respondió cuando Draco se sentó a su lado con su cabello mojado y su rostro cubierto de pequeñas gotitas de agua de rio. Para ser realmente sincera, ella no había pensando en Ron ni una sola vez en casi todo el mes que llevaban en esa misión. Había pensando en Harry una vez y a menudo en sus padres, pero no había pensado en la persona con quien se suponía ella había estado a punto de casarse.
-no tengo por qué responder eso. ¿Tú piensas en Daphne?
-una vez.
Hermione elevó una ceja y se giró para verlo de frente. De repente la conversación era más interesante que el atardecer en el desierto.
-¿solo una vez?
- sí, cuando el faraón me llevó a ver el tesoro real. Ella enloquecería al ver tantas joyas.
Tenía que darle crédito. Aquella era mucha más información sobre su vida privada de la que le había dado en todo el mes que llevaban trabajando juntos.
- pensé que dirías algo mas romántico. Daphne es tu prometida después de todo.
- El romance está sobrevalorado, Granger. Soy un sangre pura. Debemos considerarnos afortunados si las esposas, que nuestros padres eligen, no intentan envenenarnos o matarnos mientras dormimos.
Ella no respondió.
- tú no eres como yo y sin embargo tampoco te he visto suspirar por los huesos de Weasley. ¿Qué sucedió?, ¿hay nubes negras en el paraíso?
- lo hemos dejado.
- ¿te diste cuenta que es un idiota?, ¿o la perspectiva de convertirte gradualmente en Molly Weasley te asustó?
- no voy a responder a eso tampoco, Malfoy.
- en mi opinión, has tomado una excelente decisión. Ser la mamá de tu marido es algo complejo cuando tienes este trabajo.
Ella comenzó a montar en cólera. No le agradaba que Malfoy hablara así de Ronald. Ellos habían tenido una convivencia más o menos pacifica hasta ahora y eso se debía a que nunca habían tocado temas tan personales mientras conversaban.
- ¿y a ti eso que te importa?, ¿desde cuándo te importa lo que haga o deje de hacer con mi vida?
Draco se puso de pie.
- solo quería hacer algo de conversación mientras esperamos que el Alphwyn se active. O quizá un estúpido mosquito me dio malaria al fin…
Ella lo imitó y al ponerse de pie se dio cuenta que no era lo más conveniente. Draco aun le sacaba una buena cabeza altura y si bien nunca le había molestado eso con Ron, la exasperaba con Malfoy. Tenerlo siempre mirándola desde arriba era irritante.
-Hay cientos de temas de conversación o cosas para hacer mientras esperamos, Malfoy. ¿Justo tenias que hablar de nuestras vidas privadas?
Él elevó sus manos con las palmas para arriba mostrándose poco dispuesto para discutir.
-voto por que el mosquito haya aflojado mi lengua. – se rió pero a Hermione no pareció hacerle gracia. - Solo olvídalo, Granger, ¿si?
-eres un idiota.
- lo sé, tú lo sabes. Y sin embargo estas atascada conmigo en esta misión. Vete acostumbrando, ¿o piensas en renunciar?... Algo me dice que estas planeando renunciar a tu empleo al regresar, ¿Tengo razón?, ¿eres así de cobarde?
Esa había sido la gota que rebalsó el vaso. Hermione no soportó más y se fue contra Draco empujándolo con todas sus fuerzas. Al contrario que en tercer año, él había estado preparado para recibir el envite de Granger. Atrapó sus manos, antes de que pudiese empujarlo por segunda vez, y la obligó a ponerlas detrás de su espalda, inmovilizándola.
- no estamos en tercer año, Granger. Golpearme no servirá para que me intimides y no olvides que ahora soy tu superior… siempre lo fui, pero ahora es oficial.
Hermione re removió furiosa mientras lo miraba a los ojos buscando las palabras que le sirvieran para rebatir las suyas. Tener las manos tras la espalda la dejaba indefensa y, para su desgracia, hacia que su pecho estuviese pegado al de Draco.
-Sigues siendo una sucia y apestosa cucaracha.
Acercó aun más su rostro al de ella y esbozó una sonrisa burlona.
- díselo a quien le importe, Granger.
No supieron como sucedió, pero en un instante estaban discutiendo violentamente y al siguiente Hermione tenía sus brazos en el cuello de Draco. Él había puesto sus manos en la cintura de ella y estaban compartiendo un beso apasionado. Ninguno tuvo tiempo de reflexionar sobre lo que había sucedido cuando se separaron. Sus mentes estaban demasiado confusas como para hacerlo y además el Alphwyn se había encendido anunciando que el viaje debía continuar.
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N.a: fin del quinto capítulo. La aventura en el Antiguo Egipto ha llegado a su fin. Gracias por todos los comentarios que recibí esta semana, me encantan y siempre los espero con ansias.
Esta semana use mucha música árabe de fondo para escribir y la escena final surgió gracias a Casual sex de My Darkest Days, canción que probablemente siga apareciendo por allí en los próximos capítulos. Ahora sí, ¡hasta la próxima!
