Bienvenido tú, el que está leyendo, a un fic de Little Witch Academia, anime del cual todavía espero ilusionado una continuación de sus aventuras, porque existe mucho material aún por explotar aunque lo hayan dado por concluido. (¿Por qué me haces sufrir, Studio Trigger?)

Hace mucho, creé algo pensado en Shiny Chariot. Ahora es el momento para Croix, en un concepto muy alejado (demasiado) del sentimiento LWA, incluso doy más importancia a un concepto y personajes inspirados en un libro (y otras franquicias igual). Si deseas saber cuales son, puedes preguntarme. Y si lo descubres, te respeto por eso.

Antes de comenzar, lamento mucho la partida del gran compositor Vangelis, ocurrida en mayo de este año. Al igual que Ennio Morricone, fue responsable de soundtracks icónicos en el cine, como Blade Runner y Chariots Of Fire, además de otros temas muy reconocibles en la cultura pop. Curiosamente, LWA también hizo un guiño a su obra. Este fanfic será mi homenaje al gran compositor proveniente de Grecia.
Suficiente charla, comencemos con la historia. Espero lo disfruten.


1

El viaje hacia Grecia fue largo, pero reconfortante para aquella mujer de cabello púrpura corto con mechón a su lado izquierdo y ojos verdosos. Lo primero que hizo, al llegar a la capital de Atenas, fue degustar un mocaccino[1] en una cafetería para observar a la gente y los vehículos pasar.

Aquella mujer decidió vacacionar de su trabajo como escritora, pretendía viajar por toda Europa con tal de recuperar fuerzas y, sobre todo, olvidar por fin su oscuro pasado, algo lejos de lo que el ojo público creería. En algún momento de su vida, ella fue una hechicera, una de las mejores, una a la que la comunidad mágica tuvo que excluir de por vida.

Sus colegas brujos la llamaban Croix Meridies.

Durante mucho tiempo, Croix estudió en la academia para pequeñas brujas Luna Nova. Desde sus inicios mostró talento para la magia, tal así que fue la mejor de su promoción. Se sentía muy orgullosa de su capacidad, todo hasta la llegada de una chica despreocupada e igual de talentosa, llamada Chariot du Nord, quien se volvería su mejor amiga. Su relación fue muy amena, hasta el momento en que Chariot encontró un legendario báculo, llamado el Chaiom Solais. Desde entonces, todo cambió.

Dicho objeto, nombrado Vara Brillante por Chariot, contenía el secreto para liberar la magia del mundo, protegida por el sello conocido como el Gran Triskelion, lo que molestó a Croix al no ser ella la poseedora de tal honor. Trataba de sentirse a gusto, sin embargo, la envidia era demasiada e hizo cosas que le hicieron mucho daño a su amiga, a tal grado que le hizo perder la vara legendaria.

Por su complejo de superioridad, trató de cambiar el destino buscando métodos de liberar esa magia sin necesidad del Chaiom Solais. No obstante, detuvo su investigación cuando llegó a sus oídos la noticia de que una nueva elegida obtuvo la vara legendaria. Esa envidia volvió a renacer, sobre todo al conocer que aquella joven era la protegida de su examiga.

Como provocación, Croix se postuló como profesora, aprovechando el desconocimiento de sus colegas sobre sus verdaderas y malévolas intenciones. Tuvo la oportunidad de analizar la vara con sus máquinas y usó lo aprendido para su gran plan. Sacó provecho para dejar daños emocionales en Chariot y su protegida Akko. Para su desgracia, cuando trató de dar marcha a su plan, provocó un desastre que comprometió a la humanidad entera. Fue ahí que, luego de ver a sus adversarias más unidas que nunca, se arrepintió de sus actos y se unió a Chariot y sus alumnas para evitar el apocalipsis. El evento fue transmitido en todo el mundo y fue llamado el «vuelo de las 7 brujas blancas», en honor a las alumnas de ambas, quienes fueron las salvadoras del mundo.

Para el lamento de Croix, su ayuda no fue suficiente para evitar su inmediata expulsión de la comunidad mágica. Al hacer las paces, le prometió un favor a su amiga Chariot, pero con la limitación no lograría pagar su deuda, no sin cargar una gran dificultad sobre su espalda. Ya no podía participar en nada relacionado a la magia y se vio obligada a subsistir a través de su lado matemático para involucrarse en materias de tecnología convencional. Trató de llenar su vida escribiendo libros de ingeniería, asesorando a científicos y viajando por el mundo. Pero nada le satisfacía de la misma forma como practicar la magia una vez más.

Aunque intentaba quitarlos de su mente, esos pensamientos siempre volvían a atormentarla, incluso mientras degustaba el sabor del mocaccino en su mano. No obstante, logró esfumarlos por un momento gracias a que alguien le dijo con voz aniñada:

—¡Mamá, papá! ¡Miren, es una bruja!

—¡Anya, no trates así a la dama!

Croix llevó su mirada hacia una pequeña de cabello rosa y 2 «cuernos» negros en su cabeza. Junto a su joven madre de cabello negro y ojos rojos, que aparentaba tener menor edad que ella. La exbruja sonrió, aunque fue vetada de la magia, nunca abandonó su llamativa vestimenta ceremonial: una enorme capa roja con cubre nuca, la cual ocultaba a la perfección su top negro con blanco, complementado con cubrebrazos blancos separados. Además, usaba pantalón negro, enormes botas de tacón rojo y un bolso de cuero en el lado izquierdo de su cintura. Más de una vez llamó la atención de la gente.

—Descuiden —respondió Croix—. Para mí, eso es un halago.

—Disculpe a nuestra hija, por favor —dijo un enorme y bien vestido hombre de cabello rubio y apariencia atlética.

Croix solo sonrió, mientras observaba a los padres alejarse con su hija, tomados de las manos, mientras terminaba su degustación con la calma que necesitaba.

2

La exbruja continuó su recorrido por el centro de la capital. La caminata le ayudaba a despejar sus pensamientos un poco, incluso contemplaba comprar algo de ropa por simple capricho. Después de todo, su gusto por la moda era nulo.

Fue en aquel instante que un leve y repetitivo sonido, similar al golpeteo de un xilófono, se oyó en su bolso. Le era familiar, pero no lo había escuchado desde hace mucho tiempo. Al meter su mano, sacó un tótem de madera con la forma de un búho, el cual emitía un brillo verde acompañando aquel sonido. Los tótems tenían distintas funciones, la principal era la comunicación entre hechiceros a través de un medio de transmisión mágico llamado Leyline. Pero el tótem de Croix fue creado para detectar poder mágico cerca. El que brillase en aquel instante solo significaba una cosa.

—¿Una fuente de magia por acá?

Croix sabía que Grecia no era un país con predilección en la magia, como sí lo eran otros en el continente. Era sumamente raro encontrar indicios dentro del país, por esa razón se extrañó cuando su tótem se activó. Otro aspecto que llamó su atención fue la intermitencia de la luz.

—No es una piedra filosofal o algún objeto mágico. Debe haber un practicante de magia cerca.

La curiosidad pudo con ella. Observó hacia todas partes, con tal de encontrar a esa persona o criatura que generaba tal poder. No sabía cómo reaccionaría si lo viese cara a cara, la prohibición se lo impedía y recibiría sanciones graves si la comunidad mágica descubría su falta.

Sin embargo, dejó de pensar cuando llegó a un pasaje casi vacío y vio acercarse, con toda prisa, a una mujer algo más joven que ella, de piel trigueña, delgada, cabello alargado de color negro y una particular vestimenta negra, consistente en una falda hasta el tobillo con 4 cintas de diversos colores en horizontal, blusa gris de manga corta, una manta corta color negro que cubría sus hombros y una cinta que cubría su frente y se ocultaba en su cabello. A su lado derecho, traía de la mano a un joven un poco más alto, vestido de camisa celeste y jeans sueltos, su cabello era rubio ondulado y sus facciones —en especial, su nariz fina y carente de relieves— lo delataba como un habitante común de Grecia. Además, alcanzó a ver un animal aleteando trinando con sonoridad junto a ellos, una enorme ave de color miel y cola negra, muy atípico en Grecia.

Croix se concentró en las expresiones de sus rostros, muestra de una inquietante mezcla entre fatiga y temor. Toda duda inicial se esfumó cuando vio a alguien detrás de ellos: un anciano de traje negro. No logró distinguir mayor detalle en él por la lejanía y por concentrarse más en un gesto sospechoso del anciano con su mano. Sacó algo de su bolsillo, algo que provocaba miedo en los fugitivos.

La bruja de pelo púrpura pensó un segundo en las sanciones por emplear magia, pero sabía que había vidas en riesgo. No dudó más y sacó una varita mágica, oculta en la parte interna de su capa, cuyo diseño era parte de del instituto Luna Nova. Corrió frente al trio, los pasó de costado ante sus miradas alteradas y levantó su varita. En ello, una especie de neblina oscura se formó frente a Croix, formando una especie de barrera. Se trataban de un enorme cúmulo de cubos negros, del tamaño de un dado, creados con magia para resistir fuertes embestidas. Tuvo suerte al generarla, porque sintió potentes golpes en la barrera. Ya todo era evidente: la persona que los perseguía tenía un arma de fuego y estaba dispuesto a matarlos.

—¡Huyan! —gritó Croix.

—¡No sabes a quién te enfrentas! —gritó la mujer fugitiva.

De pronto, Croix notó que todo su alrededor se oscurecía. Entre tanta oscuridad, apreció a una persona en frente de ella, un anciano vestido con terno para funeral, de contextura delgada, bigotes blancos finos y puntiagudos, marcadas arrugas en su rostro y un sombrero redondo negro sobre su cabeza. Con una mirada penetrante y ojos de color dorado, dijo:

—¿Te atreves a interferir en mi misión?

—Esto… no es real… —contestó Croix, con espasmo.

La exbruja estaba consciente que le rodeaba era una ilusión, había experimentado cosas así antes, lo sentía como un sueño lúcido. Sabía que su barrera aún estaba frente a ella y que el atacante le disparaba. Pero no podía despertar.

Para su fortuna, aquella oscuridad se desvaneció con rapidez, en cuanto sintió una mano tomar su muñeca para ser arrastrada. Se trataba del chico de rasgos griegos, quien la incitó a huir.

—¡Mantente cerca de nosotros! —dijo la mujer de negro, quien las seguía.

La de pelo púrpura por fin observó el entorno real, por lo que volvió a concentrarse en la barrera de cubos, hasta alejarse del punto de conflicto. Miró de reojo al atacante mientras desvanecían sus cubos, quien se trataba del anciano que vio en su alucinación. Con una sonrisa sicótica, el atacante quedó inmóvil, observando cómo sus víctimas se alejaban de él.

Cuando doblaron en un par de calles, Croix mentalizó durante su huida: «Imposible. Oí antes sobre telépatas, pero nunca uno tan poderoso como él». Los hechiceros de alto nivel estaban entrenados para contrarrestar poderes síquicos, como telequinesis y telepatía, incluso si llevaban tiempo sin practicar magia. Pero el hecho de que cayese de manera tan fácil le perturbó de sobremanera.

Luego de perder de vista al anciano, se detuvieron en una esquina para recuperar el aliento. La mujer de negro y su acompañante sintieron tal alivio que inspiraron una enorme cantidad de aire y lo soltaron a través de un nada disimulado suspiro. Croix los miraba con calma, aunque atenta a cualquier movimiento de su parte.

La mujer de rasgos latinos miró a los ojos de Croix y, luego de estirar sus comisuras, le dijo:

—Gracias por salvarnos.

3

Se alejaron casi un kilómetro del punto donde vieron al anciano. Miraron a todos lados para saber si el peligro persistía, pero luego de unos minutos de calma, se relajaron un poco y respiraron profundo. En ello, la mujer de negro acarició al ave que los acompañaba y dijo:

—Me sentiría agradecida por conocer el nombre de nuestra salvadora.

Luego de sacudirse un poco los muslos y meditar un momento sobre las palabras de la mujer, la bruja de cabello púrpura respondió:

—Mi nombre es Croix.

La fugitiva que acababa de conocer se pasmó, para después mostrar una jovial sonrisa ante la mirada tímida de su acompañante.

—¿Croix? ¿Croix Meridies? ¡Guau, debí suponerlo! ¿Oíste, Tito? ¡Tenemos a la famosa Croix Meridies con nosotros…! Ah, claro, tú no sabes quién es…

La aludida se pasmó por la emoción de la mujer, con el solo hecho de conocer su nombre dedujo que era una colega de la comunidad mágica. No obstante, por sus acciones del pasado, esperaba más un resentimiento que una muestra de fervor.

»Disculpa mi emoción, es que se habla mucho de ti. Yo me llamo Josefina Mondragón y quien me acompaña es Tito Apostos.

—Ho-hola— dijo el joven, con una tímida sonrisa.

—Encantada. Así que también eres una bruja, ¿verdad? ¿El ave en tus manos es tu familiar?

Josefina mostró una sonrisa de emoción al ver a su ave.

—¿Se nota que lo soy? Mi familiar es un zanate muy particular, se llama Isidoro, pero suelo decirle más Isi.

—Me lo imaginaba.

Croix recordó su tótem, lo sacó del bolsillo y lo acercó al ave, el cual emitió un estruendoso sonido.

—¿Usaste magia con él?

—Es que —dijo Josefina, con recelo— es un quiscal del Lerma, un animal extinto… que reviví por accidente…

—Ahora veo, tu familiar es la fuente de magia que activó mi tótem. Me sorprende que la comunidad mágica no te castigase por resurrección.

Tanto Croix como Josefina sabían muy bien que traer a una criatura —en especial, seres pensantes— de vuelta a la vida, era un acto prohibido por la comunidad mágica. Aquel delito recibía sanciones intermedias a severas según el caso.

—Pues, ya pagué el precio…

—Je… Ya me lo intuía, eres una bruja vetada, como yo. Habrías huido en una escoba si no lo fueses.

—¿Entonces pueden volar, doña Josefa? —interrumpió Tito.

—Eh… por supuesto que podemos… —dijo Josefina, con algo de recelo.

—Pero si las brujas vetadas lo hacemos —agregó Croix—, seríamos detectadas de inmediato por la comunidad mágica y seríamos sancionadas con las peores penas. También existe una ruta de acceso exclusiva para hechiceros que es el Leyline, pero tampoco podemos usarla por las mismas razones.

Josefina se pasmaba por tanta sinceridad de la exbruja, no había revelado a Tito que era una hechicera ilegal con tal de ganarse su confianza. La de rasgos latinos ya observaba la preocupación que Tito emitía en su rostro.

—Me es curioso que uses magia aun con la prohibición, Josefina.

—Unas palabras no me detendrán a realizar lo que más quiero… mientras no sepan que lo hago…

—Quisiera tener tu entusiasmo —continuó Croix—. Aunque me sorprende que te hayan vetado solo por revivir una criatura, siendo que existieron casos más severos y aun así quedaron en castigos más leves.

Josefina emitió un enorme suspiro.

—Pues, la verdad… hice peores cosas para ser destituida. Intenté reclutar gente fuera de la comunidad mágica, aún con las advertencias de mis pares. Aún con todo, lo sigo haciendo.

—Je, debiste esperar al evento de las 7 brujas blancas. Desde lo ocurrido, las normas por revelar la magia al mundo se volvieron menos severas.

—Ja ja, de haberlo sabido… ¿Quién hubiese pensado que las 7 brujas provendrían de Luna Nova, la misma institución en la que yo estudié.

—¿En serio estudiaste en Luna Nova?

—Así es. Tengo entendido que tú hiciste clases allá. Pues creo que te sorprenderá saber que mi mentora fue la mismísima Chariot Du Nord, de quien se dice fueron grandes colegas tú y ella.

Croix se sorprendió al escuchar el nombre de Chariot, en labios de una persona que apenas conocía. En su interior brotaban muchos sentimientos encontrados.

—Pues… esa si es una sorpresa. —Miró directo a los ojos de Tito—. Y tú, ¿también practicas magia?

—Eh… no, yo no… Conocí a doña Josefa hace un par de semanas… Nos comunicamos por chat.

—Tito es una persona muy especial —interrumpió Josefina—, lo busqué a él y a otros por años y es la razón por la que nos persiguen.

Por sus palabras, la de cabello púrpura supuso que se trataba de un chico con potencial en la magia. Cruzó sus brazos y miró con duda a los ojos al último, quien dijo con timidez:

—Yo… no tuve muchas opciones. Nos perseguían y doña Josefa me salvó de la muerte. Le debo mi vida.

—Lo persiguen porque es un inerciador —dijo Josefina.

—¿Inerciador? —preguntó Croix, con una ceja levantada—. Jamás había escuchado esa palabra antes.

—Mi asistente, en Estados Unidos, inventó ese nombre. Así le decimos a la gente con la capacidad de anular poderes de otras personas.

Croix quedó pensativa a las palabras de Josefina, para luego mostrarle incredulidad mientras soltaba sus brazos.

—¿Cómo? ¿Anular poderes?

—Así es… Sé que es algo difícil de creer, hasta para nosotras las brujas. Pero debes escucharme.

Croix silenció por unos segundos. Jamás había visto un poder semejante a lo expresado por Josefina, lo que le causaba aún más incredulidad.

—¿Cómo supiste que existen los… inerciadores?

—Técnicamente, lo descubrió una niña que conocí en Estados Unidos. Tenía un potencial enorme para la magia y deseaba convertirla en mi alumna. Je, lo irónico de todo es que yo terminé decepcionándola con mis acciones y se alejó. Espero que ese potencial no se pierda en el tiempo.

»El punto es que me habló de su hermano, quien decía era capaz de bloquear su magia. Su historia me pareció extraña y casi no le creí, hasta que tiempo después escuché sobre una mujer en Canadá, una escéptica que no creía en la existencia de fantasmas. Mucha gente veía apariciones en una mansión, excepto ella. Yo estuve en esa mansión y doy por hecho que la energía espiritual en su interior era enorme.

—¿Ok?

—Logré ponerme en contacto con aquella mujer, hasta hablamos por chat y acordamos reunirnos un día en la mansión. Por desgracia…

Josefina calló de manera repentina, para luego suspirar son tristeza.

—¿Y qué pasó? —preguntó Croix.

—Desapareció… 2 semanas antes de nuestra reunión acordada…

Un prolongado silencio se formó entre ellas, sumado a la mirada triste de Josefina. Croix no encontró palabras para continuar la conversación, por lo su colega concluyó:

—Mejor continuemos.

Solo ahí la mujer de cabello púrpura y enorme capa pudo hablar:

—¿Por cierto, a dónde deben llegar?

—Teníamos pensado reunirnos en Atenas con nuestro contacto —respondió Josefina—, pero apareció ese telépata y nos emboscó. El celular que me entregaron se estropeó y solo llevó un GPS dañado. Así que decidimos ir por nuestra cuenta al Peloponeso, a Gálatas. El barco de nuestro transportista nos espera para volver a los Estados Unidos.

—Sé poco de Grecia, pero desde acá es un viaje demasiado largo.

—34 horas a pie… —Interrumpió Tito, quien se ganó las miradas de Croix y Josefina —. Eh… lo vi en mi celular, antes de romperse.

—Deberíamos viajar en bote —sugirió Croix.

—Lo intentamos —dijo Josefina—. Pero ese anciano no dejó de perseguirnos.

Mientras pensaban, apareció frente a ellos un humilde autobús de color celeste y café. Sobre la ventana frontal decía: RUTA A GALATAS. Croix dijo con una sonrisa:

—¿Y si usamos el autobús?


[1] El mocaccino, también llamado café moca, es una bebida que se sirve caliente, hecha con leche, café y chocolate.