Capítulo Veintiuno
La Estrella Más Brillante
El mes de marzo había llegado y la nieve empezaba a desaparecer, la primavera ya se acercaba pero eso no quitaba lo desolador que el ambiente se volvía conforme la Guerra Mágica avanzaba. La Mansión Malfoy seguía con su sombría apariencia, uno que otro prisionero era torturado pero la mayoría acababan muertos. Los hermanos Malfoy, Shauna, Felicity y María se encontraban en Hogwarts, en la segunda parte del año escolar, pero tenían más misiones de mortífagos (a excepción de Shauna y Derek) que otras cosas.
Los demás estaban trabajando en diferentes actividades, manteniendo el perfil bajo de su asociación secreta. Mary y su prima habían regresado del pueblo a comprar la despensa para la comida del mes, viendo a Doña Refugio y Chabela ponerse en marcha con la comida. Las primas Snape se encargaban de la limpieza y el lavado de la ropa, cosa que les dió más humillaciones por parte de los mortífagos.
Ese día, el 10 de marzo de 1998, no fue del todo normal; había sido un día bastante ajetreado para los demás miembros de la Corte de Atenea.
Era el atardecer, Mary y los demás estaban descansando en la cocina, Doña Refugio les había hecho una merienda aunque tuvo que soportar la insistencia de Chávez de que le diera alcohol. Estaban discutiendo sobre el siguiente plan a acatar; habían tenido el éxito cuando lograron salvar a Pepeto y su sobrino de que se los llevaran los carroñeros. Cuando se rieron de la ocurrencia que Chabela decía, un grito atrajo la atención del grupo.
— ¡Ay Dios! — dijo Doña Refugio con una mano en el pecho. — ¿Ahora qué pasó?
— ¿No será la patrona? — preguntó Chávez. — Dijo, porque la voz se parece mucho a la de ella y como dicen que está…. ¡Ay Dios santo!
— ¿Qué? — preguntó Bellatrix confundida. — Mi prima está en labor de parto … ¿Y?
— Por nada del mundo….
En ese momento, Arantza entró corriendo y jaló frenéticamente a Mary.
— ¿Pues qué pasó, norteñita? — preguntó Mary confundida.
— Pos la patrona requiere de tu presencia — dijo Arantza. — ¡Vamos al chisme!
Los demás siguieron a Arantza y Mary hasta el piso de arriba, donde los gritos se hacían cada vez más fuertes. Antonieta tenía en sus brazos al niño Cygnus, quién estaba próximo a cumplir un año de edad.
— Ay, es ese pequeño monstruo de nuevo — dijo Chávez escondiéndose detrás de Lucius, éste había rodado los ojos.
— Que patético que le tengas miedo a un inocente niñito — dijo Antonieta jugando con el niño, quién se reía divertido. — ¿No es adorable? Ay siii, eres tan tierno, querido…. Serás igual de guapo que tu padre.
— Para mí, no.
— Y tú sangre sucia, entra — dijo Antonieta como Mary entró en la habitación y Antonieta cerró la puerta, mirando con frialdad a los demás.
— O sea, qué es lo que pasa — dijo Theresa. — Ay no me digas, que tú amiguis miguis no te dejó entrar.
— Más bien no deja entrar a fresitas de barrio, las empalaga mucho.
— Tu cállate que apestas a pescado — dijo Theresa enojada.
— ¡Y tú apestas a un mixiote de barbacoa de tres días!
— ¡Medina, Antonieta me está molestando!
— No la molestes, Antonieta que no estamos para tus bromas — dijo Rafa molesto. — ¿A poco el Mortifaducho y mi prima van a tener otro niño?
— Así es, Medina — dijo Antonieta con malicia. — Y qué pena que ya no estás en posición para repudiarlos de la familia, ahora que Marco es el nuevo Lord Black….
— ¡¿QUÉ?!
Antonieta arrulló a Cygnus, el niño empezó a llorar cuando Medina había gritado. El niño se volvió a dormir en los brazos de la mortifaga.
— ¿Cómo que Valenzuela es Lord Black? — preguntó Alejandra incrédula. — Mi marido lo es por derecho.
— Así es, Valenzuela no tiene sangre Black como Medina, eso no procede — dijo Bellatrix enojada. — De seguro usaron el maleficio Imperius para eso, ¿verdad?
— Solo te diré que esa acción fue 100% legal, digo Marco usó varias técnicas para lograrlo — dijo la mexicana con frialdad. — Lástima, Medina, siempre estarás un paso por detrás de Marco… Ay licenciada, debió de quedarse con él en vez de este despreciable squib de tres pesos.
Alejandra le propinó una buena cachetada a Antonieta, no le importó que el niño estuviera en sus brazos.
— ¡Nadie insulta a mi marido, ni siquiera una maldita mortifaga que se cree la gran cosa! — dijo Alejandra con enojo.
— Muy valiente — dijo Antonieta cómo le encargó a Yahir que cargara al niño. — Vamos a ver si sigues de valiente cuando te someta a tortura. ¡Cru…!
— ¡Ya nació!
Los demás voltearon a ver a Arantza con miradas de shock y una que otra de molestia.
— ¿Qué fue?
— Una niña, fue una niña — dijo Arantza con una sonrisa. — ¡Vengan!
El grupo entró pero Antonieta se le quedó mirando con furia a Alejandra. Las hermanas Black y Rafa vieron a Sartana en la cama, tenía en sus brazos a la niña que acababa de dar a luz. No podían negar que la niña era muy hermosa; a diferencia de su hermano mayor, la niña tenía el cabello castaño claro de Valenzuela y los ojos azul gris de Sartana, además que parecía una copia exacta de su madre salvo por los ojos.
— ¿Qué opinas, Medina? — preguntó Valenzuela con burla. — Hasta cuándo tú y Alejandra tendrán hijos, ya se tardaron mucho ¿no? Don Jorge espera que le den nietos, que pena que lo están decepcionando.
El hombre se rió en voz baja y miró a Bellatrix y Rodolphus. En ese momento, Sartana se había levantado de la cama para estar al lado de su ahora esposo.
— Los más decepcionantes son ustedes dos, no han tenido ni un solo hijo — dijo Valenzuela cruzándose de brazos. — Y aún así quieren mantener la pureza de sangre.
— Mira quién lo dice, maldito sangre sucia — dijo Bellatrix señalándole con el dedo. — Tu manchaste la sangre pura que los Broomhead han tratado de mantener por siglos. Pero bueno, de todos modos sabemos que la culpa es tuya, Sartana.
— Como digas, Bella — dijo su prima restándole importancia.
— ¿Cómo se va a llamar la niña? — preguntó Chávez con nervios, todavía estaba detrás de Lucius, como si él fuera su escudo.
— Hemos decidido llamarla Carina — dijo Marco arrogantemente. — Ya que al ser yo el nuevo Lord Black, queremos seguir la tradición de nombrarla en honor a la estrella más brillante.
— Puesto que tú me quitaste, desgraciado — dijo Rafa agarrándolo del cuello de su camisa pero Lucius y Rodolphus lo alejaron. — ¡Tú y Sartana no debieron arruinarnos la vida!
— ¡Te lo dije, Alejandra! ¡Debiste haberte quedado conmigo y no con este perdedor! Desgraciadamente, Don Jorge y Rosario ya no sabrán que pagaste tu error tan caro
— ¿Qué quieres decir?
Yahir y su cuñado, Orlando, habían traído una caja de color negro. Los Salazar, Valenzuela y Sartana sonreían con maldad mientras Alejandra abría la caja y gritó de terror.
Dentro de la caja, estaban las cabezas de Jorge y Rosario, además de un dedo de sus manos. Alejandra volteó para otro lado mientras lloraba de dolor, Rafa estaba tan enojado que él abofeteó a Sartana, todos estaban en shock.
La mujer no se inmutó por el golpe, en cambio rió como si estuviera poseída. Ella y Valenzuela apuntaron hacia Medina y lo torturaron.
— ¡Déjalo! ¡Déjalo! — gritó Narcissa con miedo. — ¡Ya déjalo!
Constanza intentó detener el maleficio con magia no verbal, pero Antonieta logró detenerla. Después de varios minutos, la tortura había cesado y Rafa se quedó mirando hacia un lado de la habitación, tenía la mirada pérdida.
— Toda acción tiene una consecuencia, Alejandra y esto lo provocaste — dijo Sartana con malicia. — Pero debo agradecerte por esto, no pensaba estar al lado de mi ex-esposo por mucho tiempo.
— Eres una desgraciada, maldita zorra — dijo Alejandra con molestia. — Tú, Valenzuela, me las vas a pagar y muy caro.
— Cómo digas, Alejandra — dijo Valenzuela riéndose maliciosamente.
El grupo se retiró del lugar, no soportaban ver a Sartana y Valenzuela en esa habitación. Lucius y Rodolphus llevaban a Rafa hacia el cuarto de los sirvientes, dónde lo recostaron en su cama.
— Rafita…. Rafita, amor — dijo Alejandra mirando a su esposo con tristeza. — Soy yo, Alejandra, acuérdate de mí….. Por favor, no te olvides de mí, de los momentos que hemos tenido…. Cuando ocurrió ese accidente, tú me llevaste al hospital…. Y ahí empezó todo nuestro amor…. Eran gritos y quejas pero… tú me hiciste ver las cosas de una manera diferente.
Rafa seguía mirándola fijamente, Alejandra empezó a derramar lágrimas conforme cantaba la canción que ella y Rafa cantaron en la plaza de Cheshire hace cinco años.
Alejandra:
Amor déjame amarte como tú lo estas queriendo te lo suplico con el corazón abierto que se desangra de tristeza y de dolor
En ese momento, Rafa empezó a cantar la otra parte de la canción.
Rafa:
Perdón por esas noches de desvelo que te he dejado sola y sin mi amor, por todos mis errores y defectos perdóname por ser tal como soy
Rafa y Alejandra:
Dime mi amor que puedo hacer y demostrarte que eres tu toda mi vida dime mi amor que puedo hacer y acariciarte el corazón todos los dias dime mi amor si todavia tengo esperanzas de que sigas siendo mía.
— Rafita….
— ¿Cómo crees que te voy a olvidar, mi licenciada? — preguntó Rafa con una sonrisa burlona. — Eres inolvidable.
Alejandra lo besó y lo abrazó, Rafa la envolvió en sus brazos. Alejandra empezó a llorar con tristeza cuando cayó en la cuenta de que su padre y su tía estaban muertos, asesinados por Valenzuela y por los Salazar.
— No te preocupes, amor — dijo Rafa. — Ese par de desgraciados se arrepentirán de haberse metido con la Noble y Ancestral Casa de Black, con nuestra familia.
Alejandra abrazó más a Rafa mientras los demás miraban con lástima la escena.
Debido a los rumores surgidos en la Mansión Malfoy, Voldemort fue a reclamarle a Sartana si eran ciertos pero no esperaba que su mujer le respondiera con la verdad de manera descarada.
Voldemort la abofeteó y le agarró con fuerza la barbilla, Sartana lo miró de manera desafiante.
— Tú eres mi mujer y debiste serme fiel desde el primer día — dijo el mago tenebroso con amenaza. — Escúchame bien, o dejas a ese inútil de Valenzuela o te juro que tus hijos se mueren.
Eso hizo que la mujer lo mirara con miedo, por primera vez en su vida. No le importaba que a Shauna le pasara algo, pero a Cygnus y Carina… Eso jamás lo permitiría, por primera vez Sartana estaba entre la varita y la pared.
— No te preocupes, amor — dijo Sartana con voz gélida. — Yo me encargo de eso.
Voldemort la soltó y se largó de la habitación, azotando la puerta. Sartana se puso a caminar en su habitación y al estar frustrada, aventó una vasija al espejo que tenía frente a ella y se sentó en una silla. Sartana no sabía qué hacer ahora, la vida de sus hijos y Valenzuela estaba en riesgo, no quería perderlos por nada del mundo.
Por primera vez, Sartana estaba feliz de estar con el hombre que amaba de verdad y que su amor hizo que tuviera a dos hermosos niños, los cuales haría que se volvieran igual de poderosos que ella y Marco. Voldemort era capaz de cumplir con su promesa, dejar a Valenzuela o ver a sus hijos morir.
No le quedaba de otra…. Tenía que buscar a alguien que cuidara a sus hijos en lo que ella se encargaba de asesinar a Voldemort, solo esperaba que la profecía se cumpliera y por fin, su plan maestro empezara a completarse.
— Casilda Villalobos, ven ahora — susurró Sartana al presionar su dedo índice sobre la marca tenebrosa, para convocar a la bruja española a su habitación.
