Capítulo Veintidós

A Tomar Turnos

Casilda Villalobos había aparecido en la habitación de Sartana y le hizo una reverencia, Valenzuela estaba presente; había llegado unos cuantos minutos antes. La mujer le contó a la española la situación que estaba ocurriendo, le estaba pidiendo que cuidara a sus hijos como su madrina, en lo que ella busca acabar con Voldemort.

Al principio, Marco estaba indeciso y discutió con su esposa, pero hubo varios puntos en los que él no pudo contraacatar; si sus hijos seguían en la Mansión Malfoy, no seguirían vivos y él jamás se perdonaría si ellos y su mujer pagaran con su sangre el pecado de haberse enamorado.

Marco terminó por aceptar la propuesta de Sartana, todo por el bien de sus hijos. Los dos esposos nombraron a Casilda como madrina de los niños y esa misma noche, ella partió de la Mansión Malfoy con Cygnus y Carina, no sin antes que Marco y Sartana se despidieran de ellos por última vez, aunque tenían la idea de que estarían vivos. Casilda era muy astuta y al igual que las serpientes, sabía escabullirse muy bien y pasar desapercibida.

Marco notó que Sartana intentaba mantenerse fuerte pero una lágrima solitaria rodó por su mejilla. El hombre la abrazó, entendía lo que ella sentía; no pudo evitar sentir un fuerte deseo de matar a Voldemort con sus propias manos pero al parecer el mago tenebroso tenía una manera para evitar morir, pero no por mucho tiempo.

Por el momento, debían mantener su romance en secreto, en las sombras.


La siguiente semana de Marzo fue frustrante para los miembros de la Corte de Atenea, una vez que Draco y los demás habían regresado de Hogwarts para las vacaciones de Semana Santa. La Corte de Atenea, especialmente los Malfoy, no soportaban que los mortifagos que se quedaban en su mansión no cooperaran en algo, solo acabarían convirtiendo el lugar en una carnicería.

Aprovechando que estaban los Salazar, Arantza, Valenzuela, los Ortiz y Sartana en la sala de reuniones, fueron a decirle la verdad frente a ellos, aunque eso les costaría la cabeza ya que Sartana estaba más enojada que nunca. Fue un terrible error, ya que la anteriormente mencionada estuvo a punto de matar a Lucius a golpes.

— A ver ya, solamente veníamos a proponerle una cosa — dijo Mary mirando a Sartana con algo de miedo. — Es que la neta del planeta, ustedes ni cooperan en algo y solamente nos traen de mandaderos.

— Pero si cooperamos, traemos indeseables aquí para torturarlos — dijo Yahir inocentemente.

— Eso no es cooperar, eso más bien es allanamiento de morada — dijo Victoria con una mirada fría.

— ¡Eso sí es cierto! Eso que ustedes están haciendo es allanamiento de morada, entraron a la Mansión Malfoy en contra de la voluntad del Señor Lucius y su mujer — dijo Chávez mirando con miedo a Valenzuela y Sartana, los dos le lanzaban dagas con la mirada. — Y también robo.

— No nos robamos nada — dijo Sartana rodando los ojos.

— ¡No te hagas la santa, prima, que tú fuiste la que empezó robándole a los Malfoy su fortuna! — dijo Rafa con enojo.

— ¿Y si mejor hacen turnos? — preguntó Chávez poniéndose entre Sartana y Rafa.

— ¿Qué? — preguntaron los dos.

— Si, que unos se queden afuera de la Mansión Malfoy y otros aquí — dijo Chávez nerviosamente.

— Y se lo tienes que decir frente a ella — dijo Crystal rodando los ojos. — ¿No te das cuenta que es capaz de voltearnos el juego?

— No creo, Crystalita — dijo Chávez.

— ¡Que no me llames Crystalita!

— Pues no está nada mal — dijo Antonieta maliciosamente.

— ¿Qué la llamen Crystalita, corazón? — preguntó Yahir.

— No, escorpionsito, sino la idea de tomar turnos — dijo Antonieta. — Así el aire puede dejar de estar contaminado por la presencia de sangre sucias y squibs como éstos.

— Vamos a ver, quién se va y quién se queda — dijo Alejandra. — Y espero que sean ustedes.

— Eso ya lo veremos, licenciada — dijo Sartana cruelmente.


Para la tarde noche, el grupo volvió a reunirse después de unas horas de reflexión y acatar un plan para que Sartana y sus aliados no les cambiaran las reglas del juego. Estaban en la sala de reuniones, Antonieta tenía unos palos de madera en su mano, unos largos y otros cortos.

— A ver, si uno toma el palillo más corto, se va a quedar afuera — dijo Antonieta maliciosamente. — Espero que sea la sangre sucia.

— Soledad, tu primero, querida — dijo Sartana con una macabra sonrisa.

— ¡¿Y dónde me voy a dormir, Sartana?!

— En el panteón ya desocuparon un hueco, ahí te puedes acomodar, comadrita — dijo Arantza con burla.

— Estoy hablando con la dueña del circo no con la payasa — dijo Soledad regresando el insulto, sus primas intentaban no reírse. — Bueno, para el caso es lo mismo.

Soledad agarró un palillo, para su suerte fue largo.

— ¡ES LARGO! ¡JAJAJAJA! ¡EN TU CARA, NORTEÑA! — gritó Soledad de felicidad.

— Si si, cómo sea — dijo Valenzuela rodando los ojos. — A ver, Medina, tu turno.

Rafa se acercó a Antonieta y agarró un palillo, que era de longitud larga.

— ¡Ja! ¡Es largo!

Pero Sartana se lo arrebató y lo partió a la mitad.

— Awwww que pena, querido primo, te tocó corto — se rió Sartana maliciosamente.

— ¡Eso es trampa!

— Lo siento, Medina, que mala suerte tienes — dijo Valenzuela con crueldad.

— Pues para hacerlo más justo, a ver qué pase uno de ustedes — dijo Hecate molesta.

— Arantza, pasa querida.

Arantza se le quedó mirando a Sartana pero ella la agarró del brazo con fuerza. La norteña agarró un palillo y le tocó largo.

— Es largo, eso estuvo…

Theresa se lo arrebató y partió el palillo a la mitad.

— Oops, es corto — dijo Theresa con burla.

— ¡Pinche chamaca del demonio! — dijo Arantza con enojo pero Crystal la detuvo. — No te salvas, fresa de barrio.

— A ver mi turno — dijo Yahir sacando un palillo con los ojos cerrados, le había tocado largo — Jajaja, en su cara, idiotas.

— Ay no creo que sea tan difícil — dijo Chávez sacando un palito pero por desgracia, era corto. — ¡Me lleva el chanfle!

El siguiente fue Lucius pero le había tocado corto, las burlas de los demás mortifagos estallaron en ese momento.

— ¡Ora si no se la acaban!

Draco tropezó e hizo que Antonieta cayera al suelo con todos los palitos.

— ¡Estúpido mocoso! — gritó Antonieta furiosa. — ¡Mira lo que hiciste!

Narcissa ayudó a levantar a su hijo mientras Yahir ayudaba a levantar a su esposa.

— Pues cómo Draco revolvió los palitos, se queda así — dijo Antonieta. — Medina, Lucius, Chávez y Arantza se quedan afuera.

Los demás se rieron, nadie defendió a la pobre Arantza.

— ¡Un minuto! Si mi Lucius duerme afuera, yo me voy con él — dijo Narcissa decidida.

— ¡Un minuto! Si Rafita duerme afuera, yo también me voy con él — dijo Alejandra tomando de la mano a su esposo.

— ¡Esperen! Si Chávez duerme allá afuera…. Yo me quedo más cómoda — dijo Crystal descaradamente.

— ¡Crystalita!

— Ay, es por el bien de los niños y no pueden dormir solos — dijo Crystal inocentemente.

— Pero si ya no somos…

— ¡Cállate!


En el patio de afuera, los que se iban a quedar a dormir en el jardín tuvieron que usar casas de campaña, el aire estaba frío por lo que se quedaron en las tiendas de campaña que habían puesto con magia.

— Ay, esto me recuerda cuando me iba a acampar con mis papás — dijo Arantza. — Bueno, nos íbamos allá al desierto…. Creo que a la zona del silencio y el cielo estrellado era lo mejor.

— ¿La Zona del Silencio? — preguntó Lucius curiosamente. — ¿Qué tiene de especial ese lugar?

— Ahí es como estar perdido en el tiempo, según aparecen situaciones paranormales o de otro universo — dijo Arantza misteriosamente. — Ay es buen lugar para dejar a los sangre sucia que se mueren en la tortura.

— ¿Todavía respetas a la patrona? — preguntó Chávez.

— Siempre lo he hecho, ¿por? — preguntó Arantza con una ceja arqueada. — Digo, tiene su carácter y hay veces que se desquita con nosotros pero…. se le tiene respeto.

— Una cosa es tenerle respeto y la otra es temerle — dijo Alejandra. — Y Sartana lo que hace es que ustedes le teman, no pueden decidir por ustedes mismos o contradecirla.

— ¿Usted cree que es fácil desertar, licenciada? — preguntó Arantza mirando a la mujer con gélido enojo. — Ni un maldito mortífago ha salido vivo cuando intenta desertar de los patrones, los Salazar y Valenzuela están muy bien enterados.

— ¿Y tú prefieres seguir siendo sirvienta de ellos o desertar? — preguntó Rafa. — Porque eso es lo que son ustedes, sirvientes.

— Tu qué vas a saber, Medina — dijo Arantza mirándolo fijamente. — No actúes como si fueras Malverde, que te falta mucho para serlo.

— Solo te diré algo, Arantza, tarde o temprano verás que esto no te llevará a nada bueno — dijo Rafa con seriedad. — Por más promesas que te hagan esos tipos, por más reconocimiento que mi prima te dé, no te da alegría alguna. ¿Quieres seguir en esa banda de criminales que siguen una estúpida ideología o desertar de ellos y buscar tu verdadero motivo de vivir?

Arantza se le quedó mirando, no sabía que responderle ni siquiera insultar. La mujer miró hacia la luna que estaba en el cielo, se quedó callada reflexionando en lo que Rafa le había comentado.

— Ay compadre, tiene la razón — dijo Arantza quitándose su sombrero ranchero de color negro. — Fui una tonta al unirme a esos cabrones, solo quería enorgullecer a mi familia. Lo único que hice fue perder a mi hermano, de seguro no quiere verme ni en pintura.

— Estoy segura que él intentará darte una oportunidad — dijo Narcissa. — Lo que puedes hacer es unirte a nosotros, aunque tardaremos en confiar en ti.

— Gracias, Doña Malfoy.

Mientras tanto, en la cocina de la Mansión Malfoy, las cosas iban tensas y muy tristes. Theresa era la única que estaba feliz porque no tenía que soportar a los Medina y a Chávez, pero Constanza la hizo arrepentirse de lo que dijo con una mirada severa.

— Oigan, creo que eso de tomar turnos no fue buena idea — dijo Mary. — Además, Luna Lovegood decía que eso no llevaría a buenos resultados.

— Sabía que esos nos iban a cambiar las reglas del juego — dijo Chabela. — En fin, ¿En qué tanto piensas, niña Victoria?

— Pues que ya voy a cumplir 16 años pero no he tenido una fiesta de XV años — dijo Victoria. — Y me gustaría tenerla, aunque fuera a cumplir 16.

— Pues es buena idea, mijita pero con qué ojos — dijo Doña Refugio. — La única que tiene dinero es la patrona y dudo mucho en que nos quiera prestar.

— Si cierto, pero vamos a cumplir tu sueño de tener tu fiesta de XV años — dijo Mary con una sonrisa. — Nada más deja pensar como le decimos a la patrona para que nos preste dinero.

— ¿Decimos? O sea, eso me olió a manifestación — dijo Theresa. — Mejor dile tú.

— ¿Yo? ¿Y yo porqué?

— Porque eres su sirvienta, naquita — dijo Theresa rodando los ojos. — Además tu eres prima de esta zarrapastrosa de Gryffindor.

— Mejor dile tú, eres sangre pura — dijo Mary.

— Pero no quiero arruinar mi perfecto maquillaje que me ha llevado HORAS hacerlo.

— Está bien, voy a hablar con la patrona — dijo Mary. — Pero si no salgo viva, mi última voluntad es que Victoria tenga su fiesta.


Mary tragó saliva y se fue hacia donde se encontraría Sartana, repasando una y otra vez como decirle a la mujer sobre un préstamo de dinero. Afuera de la habitación de reuniones, Mary estaba repasando por enésima vez lo que le diría a la bruja sin que saliera faltando un dedo.

Mary llamó a la puerta.

— Doña Sartana, ¿está ahí? — preguntó Mary. — Necesito hablar con usted, ¿se puede pasar?

— ¿Qué quieres?

Mary volteó para ver a la mujer detrás de ella y se sobresaltó. La pelirroja tenía la mano en el pecho.

— No me espante así, un día me va a matar de un susto — dijo Mary. — Que bueno que la encuentro, necesito decirle algo.

— Bueno, vamos a otro lugar privado — dijo Sartana agarrando a Mary del brazo y desaparecieron.

Las dos reaparecieron en la habitación de Sartana, afortunadamente Valenzuela estaba con los Salazar, torturando a uno que otro prisionero. La mujer le hizo un gesto a Mary de que se sentara, la pelirroja obedeció a la primera.

— ¿De qué quieres hablar, sangre sucia? — preguntó la mujer con frialdad. — Si es para que éstos vuelvan dentro de la mansión, pierdes el tiempo.

— No es eso, lo que le quiero decir es que el cumpleaños de Victoria ya se acerca y pues estaba pensando si usted nos pudiera ayudar para hacerle su fiesta de XV años.

— ¿Fiesta de XV años?

— Sí, en México es una tradición tanto en el mundo muggle como en el mundo mágico — dijo Mary jugueteando con uno de sus collares. — Mi prima siempre ha soñado con tener una fiesta de XV años, creo que fue cuando una de mis primas… La Jennifer tuvo su fiesta de XV años… fíjese, le montaron el vals, el baile moderno, el mambo…. Y hasta la cargada de fantasía.

Sartana la miró con frialdad.

— Ay andele, no sea malvada — dijo Mary. — Es para una buena causa, mi prima quiere su fiesta de XV años, es la ilusión de toda chica… Bueno casi….

— Ay Cortés, ¿crees que te voy a ayudar a hacer la fiesta de tu primita así de buena fé? — dijo Sartana con malicia. — Sabes que siempre hay un precio que se debe pagar.

¡Pinche vieja culera! pensó Mary. ¡¿Ahora qué quiere?! Calma, Mary, a lo mejor no es nada malo, ¿qué puede salir mal?

— ¿De cuánto estamos hablando?

Sartana le sonrió de manera macabra.

— No es dinero, niña — dijo la mujer. — No creo que te alcance para pagarlo.

Y encima se burla de mi humilde origen. pensó la pelirroja. ¡Mendiga Theresa! Ora si no te salvas de la golpiza que te voy a dar.

— Bueno…. ¿Entonces qué quiere a cambio?

— Si voy a aportar para esa fiesta, lo más lógico es que tú me nombres como su madrina — dijo Sartana.

¡Puta madre! ¡Ya salió el peine! ¡¿Ahora qué quiere?! ¡¿Que baile con ella ese día?! pensó Mary furiosa.

— Yo que tú no me comportaría de manera tan grosera, Cortés y con lo del baile, más bien que tu prima baile con Marco — dijo la bruja con una risa malvada. — A menos que tu prima viva desilusionada porque tú no quisiste aceptar mi trato por ser tan cobarde…. No es muy Gryffindor de tu parte, ¿no es así, Cortés?

La mujer se rió en voz baja.

¡Maldición! ¡Me tiene entre la varita y la pared! ¿Ahora qué? pensó Mary frustrada. Chale, si no acepto, Victoria estará muy triste pero si acepto, al menos tendrá lo que siempre quiso pero Sartana siendo su madrina…. ¡Ay Santísima Virgen del Piso del Metro Hidalgo! ¡Ay Cristo de Iztapalapa! ¿Ahora qué?

— ¿Qué dices, Cortés? ¿Aceptas o no? No tenemos toda la noche — dijo Sartana cruelmente.

¡Ay ya ni modo! Perdóname, Vic….

Mary estrechó la mano de Sartana.

— Trato hecho.

Sartana hizo aparecer una bolsa de galeones, perfecta para la fiesta. La pelirroja vió que era mucho dinero pero era suficiente para lo demás.

— Ya te puedes retirar, sangre sucia.


Mary se fue rápidamente hacia la cocina, para contarles la noticia a los demás pero también de la mala noticia de que Sartana ahora era la madrina de Victoria. La reacción era la que se esperaba; con la buena noticia todo era alegría pero con la mala fue enojo.

— ¡¿Cómo se te ocurrió hacer un trato con esa mujer?! — preguntó Doña Refugio sorprendida.

— ¡Fue un accidente, Jefecita! — dijo Mary. — Esa tipa me puso entre la varita y la pared, además era la fiesta de Victoria y quería que fuera feliz.

— Ay primita, al menos tenemos el dinero — dijo Victoria. — Solo será una noche, Mary.

— Ya sé, pero sentí que estaba haciendo un pacto con el Diablo, bueno prácticamente es lo mismo.

— Ya ni modo, Mary — dijo Draco. — En fin, suerte con la fiesta.

— Nada de eso, tu vas a ser su chambelán y tú también Derek — dijo Mary.

— ¡¿Qué?!

— Lo que oyeron, también vamos a necesitar más chambelanes — dijo Mary pensativa. — Don Malfoy, Snape, los dos Lestrange.

— Yo también, Mary — dijo Rafa con una sonrisa.

— Ya están los chambelanes: Rafita, Don Malfoy, los dos Lestrange, Snape, Draco y Derek — dijo la pelirroja. — Bien, mañana comenzaremos a planear la más grande fiesta de XV años que hayan visto, será una fiesta de barrio, al estilo del barrio de Tepito.

— Así se habla, prima.