꧁Marvel Spider Man: Pink Cobwebs!꧂
꧁Telaraña (Capítulo) I: El Arte de Ser Yo꧂
Markie había invitado a Penney a una salida juntos. Él creía que ambos estaban exhaustos de las clases de la Universidad y sus responsabilidades, aunque para su compañera, este no era su caso. Nunca parecía desganada de realizar o en ayudar a su mejor amigo en alguna asignatura, pues se comía los libros como si la sopa de letras le diera algún poder.
Para ella, la entrada en zonas muy pobladas de personas no era lo suyo, no estaba acostumbrada. Prefería la soledad, donde podía crear muchas pegatinas y accesorios para cada cosa que tuviese: mochilas, cuadernos, estampillas para la habitación, su gaveta… De cualquier forma, podría estar viendo series en su laptop o ver algún que otro contenido en sus redes antes que salir con frecuencia. Crafty Ostrich Beer Garden, más bien, parecía el lugar perfecto para otro tipo de personas. Personas que, por supuesto, no serían como Penney.
—¿Cuándo va a tardar Weber en venir? —Preguntó uno de aquellos en el bar mientras se cruzaba de brazos. Su cara estaba como si fuese aquello algo de mayor importancia que seguir con la vida alocada que había mantenido desde sus primeros meses en la Universidad.
Benjamin empezó siendo tan tímido como podría serlo Penney, pero su amor por la libertad emocional lo había conquistado por completo, tanto así, que pasó a convertirse después en otro tipo de persona; casi irreconocible, se podría decir.
¿Cuál es tu problema? —preguntó Sophie, con una voz femenina, pero igual de aterradora y oscura que su apariencia— Llegará cuando tenga que llegar. —Rodó los ojos en conjunto con la oración.
Pues yo me aburro —contestó, olvidándose de que había otros dos amigos suyos junto a él—. Me largo de aquí.
Ay, ya —Karen, una mujer tan femenina como podría ser posible en una mujer, añadió entre risas—, estás más desesperado que la última vez.
Sophie rodó los ojos, y Jimmy, de tez morena, se colocó la mano en el rostro, lamentándose y preguntándose a sí mismo "¿Por qué estoy aquí?" Él no se veía un propósito tan concreto para estar en un lugar al que no estaba tampoco acostumbrado. Todas esas luces en pleno día, las personas vistiendo escasamente, y por encima de ello, actitudes y comportamientos desagradables estaban a plena luz. Él, ni siquiera, era alguien que tomaba. Recordaba las veces aquellas en donde las cosas iban de bien a mejor.
Finalmente, Penney y Mark llegaron a la escena. Benjamín mirada con esmero todo lo que la figura insegura de la joven le podía ofrecer involuntariamente. Mientras que Jimmy tuvo que tomar acción golpeando su brazo con el codo para hacerle mantener la compostura.
—¡Ya entendí! —replicó, susurrando con la voz elevada.
A vista sencilla no podían denotarse cómo las pupilas de Penney se movían de un lado a otro por los finos y redondos anteojos que llevaba puestos. Las luces compaginaban lo suficiente como para cubrir sus muy rasgados ojos marrones. Observaba todo a su alrededor con una nerviosa mirada que encubría el resto de su rostro. Como si nada, su amigo le tomó del brazo, y le indicó el lugar donde se sentarían. Mientras se iban acercando, se detuvo unos momentos para analizar la situación.
¡No, espera! —exclamó con un vibrar en su voz. No parecía ser una persona que ocultara con facilidad sus emociones— No me dijiste que-
¡Tranquila, Pen! —corrigió Mark a la pelirroja, quien seguía con el ceño fruncido. Algo que, por cierta razón, a Benjamin le parecía atrayente.
¡Sí, pero no me dijiste que venías con ellos!
No pasará nada, te lo prometo. —Intentó, lo más calmado que pudo, tranquilizarla, pero el pánico parecía aprovecharse de ella, como una sanguijuela que chupaba con descaro lo poco que tenía de seguridad.
Las insistencias iban de aquí para allá, no para Penney porque fuese un mal amigo, sino porque solía estar acostumbrado a juntarse con personas que, no sentían tanto agrado por ella, al parecer. La gente bailando, los tragos, ese ambiente fiestero del cual nunca en su vida fue parte, le pareció extraño que, de todos los lugares a los que solían ir, él la invitara específicamente a este.
"¿Por qué me traes aquí?" murmuró la pelirroja, bajando la mirada y mostrando con más énfasis sus coletas que resaltaban la ondulación de sus cabellos, y una melena corta que parecía cubrir toda su frente.
Y se acercaron después a pasos lentos a la mesa en donde se encontraban Ben y sus "amigos", y este le miraba de pies a cabeza mientras esbozaba una sonrisa algo pícara. El cuerpo de Penney tenía cualidades para resaltar ante él. A pesar de ella andar cubierta con típicos suéteres y sudaderas, siempre se alzaban al menos en poca medida, esos dos bultos grandes que colgaban de su pecho; esa cintura marcada con caderas de un supuesto tamaño ideal, parecían rezar por libertad al ella mantenerlas en cautiverio bajo los pensamientos del universitario. Él debía hacer algo, sentía que tenía que hacer algo. Dejarla simplemente ser el tipo de "nerd" que ella fue, más lo que él ha sido, sería un despropósito, una oportunidad que él estaba dispuesto a aprovechar.
Penney se iba acercando a ellos con nerviosismo e intransigencia. Sus padres le habían guiado por mejores caminos, y definitivamente, no se sentía cómoda yendo a lugares que ella sabía que no aceptarían.
— ¡Markie, amigo! —dijo Ben con entusiasmo, haciendo gestos para que ambos se sentaran con el grupo— Vengan, siéntense.
Penney parecía estar más decidida a abandonar el lugar siendo posible, aunque el brazo de Mark alrededor de su hombro parecía impedirlo, otorgándole ella devuelta una sonrisa llena de miedo. Ben hizo una zona apartada de Sophie para Penney, sin embargo, terminó por sentarle al lado de Mark por más intentos que haya hecho por sentarla a su lado. Un momento lleno de desagrado, podría decirse.
La joven podía distinguir que todas las camareras llevaban uniforme apropiado, claro, eso era algo que le tranquilizaba dentro de todo la música y el baile en la pista. Las luminosas luces entre azul, morado y rosa, hacían sentir a los ojos marrones de Penney más que suficiente por la falta de costumbre. Extraño e irónico que, a pesar de todo, podía mantenerse a altas horas de la noche en una pantalla, escribiendo quién sabe qué cosas, o quizás leyendo, algo que explicaba su cansada vista.
La música estruendosa, los bailes, el ambiente, y por supuesto, el atrevimiento de aquellos en el lugar le parecía incómoda. No era su estilo, lo suyo. No sentía atracción por la numerosa cantidad de bebidas, ni por la alegría, y quizás, tampoco por las personas allí presentes. Cualquier cosa para ella sería mucho mejor. No veía la hora de marcharse, pensando y teniendo en mente cómo su familia ha de estar preocupada por ella. Faltó con ella su teléfono, pues siempre tenía miedo del mal o del peligro que asechaba la ciudad de Nueva York. Los asaltos, los abusos sexuales, la hostilidad, aparentaban ser algo que siempre repelía.
Estaba tan temerosa y ansiosa, que ni siquiera podía calmarse y mirar la lujosa zona donde estaba el Bartender. Esa meseta de mármol con patrones negro y marrones mezclados armoniosamente en un cubrir de vidrio no era suficiente para apaciguar las aguas de la ansiedad.
—¿Tú cómo has estado Penélope? —Benjamin preguntó, suponiendo con seguridad cómo Penney prefería ser llamada ante extraños. Algo exigente a su parecer, pero dada aquella naturaleza, "mientras más difíciles, mejor" — No se te ve mucho en la Universidad.
La joven no sabía cómo responder si llegar a ofender o enojar a otros. Quedó algo sorprendida, de cualquier forma, por el nombre extenso que se le había otorgado.
—Ah, me llamo Penney solamente—corrigió—. Y bueno, quizás no me veas, pero estoy siempre en las clases de ingeniería porque, eh, bueno, eso estudio— se ajustó los lentes al reír, algo que hizo a Benjamin levantar una de las comisuras de sus labios.
—Tranquila, Pei, no es para tanto—Mark interrumpió, pues era de esos miembros en el grupo que notaba la incomodidad—, es que la gente se equivoca a menudo y pues, tampoco hablas mucho con ellos, así que puede que-
¡No! —respondió interrumpiendo— No es eso, es que, yo, solo quería ayudar a que… ¡Aclarar las cosas, quiero decir!
¿Entonces de dónde eres? —preguntó Bejamin mientras ponía los codos en la mesa y hacía lo posible por observar a la pelirroja.
Enseguida, el joven de cabello castaño, comenzó a describir el origen de los conocidos que andaban con él. Jimmy tenía una familia y ascendencia que llevaba sus orígenes africanos con orgullo. Sophie provenía de Inglaterra, con un marcado acento que podía visualizarse a simple escucha; mientras que él mismo, tenía ascendencia rusa. No era algo que presumía con sumo gusto, pero quería darle una impresión a la chica, a pesar de no ver tan fácilmente su reacción por esos enormes lentes redondos y frágiles a la vista. De Mark y Karen, se podría decir que el primero sí era nativo, al menos de Ohio, aunque aún así, era algo que le parecía muy interesante a Penney, incluso cuando este creía que ser mixto y tener cualidades poco comunes llamaban más la atención. Karen, sencilla como podría ser ella, provenía de Washington DC.
—Una parte de mi familia es de China. —Penney parecía estar más tranquila, pero, en definitiva, tenía la mente bien puesta en regresar a su hogar.
No podía imaginar cuántas veces estaría su familia llamándole.
[***]
Un teléfono rosa, con una apariencia moderna, como de las más populares marcas presentes, se encontraba sonando sin parar. A cada minuto se juntaban las notificaciones de las llamadas mientras el dispositivo se veía cubierto por la oscuridad de la noche, donde solo un resplandor de luz de la habitación de al lado podía hacer acto de presencia.
El tiempo pasaba como si de una de esas conferencias de la universidad se trataba, de aquellas que seguían dándose con respecto a temas que no parecían interesarle nada más que a aquellos que sentían tener planeado un buen objetivo de vida, o a "ñoños" como Mark o Penney misma.
¿Qué habrá pasado con NíngNíng? —Preguntó una mujer de cuerpo redondeado, de gran volumen y rizos en su alargada cabellera— ¡No contesta las llamadas!
Aquella mujer pareciera que cuidaba su piel y peinado con suma delicadeza, mientras que su esposo, parecía estar ligeramente más descuidad en su aspecto. Era asiático, y parecía de trabajo humilde, encontrándose en el fondo, arreglando los problemas eléctricos de un departamento minimalista y sencillo.
—No lo sé —contestó con despreocupación aquel hombre que enmarcaba los años en su rostro—-. Pero no es muy tarde, debemos dejarla ser una vez. ¡Es toda una ingeniera!
—No exageres, Ping —la mujer volteó a mirarle, olvidándosele por completo aquellas experiencias adquiridas en sus mejores años para usar un acento brasileño en el regaño—. ¿Qué Ingeniera va a ser si no lleva ni tres semanas?
Pasaron unos breves segundos, donde se miraban mutuamente.
—Al menos yo puedo soñar un poco, ¿no?
—Ni siquiera creo que den clases a esta ahora.
Aquella mujer volvió a insistir en enumerar otra llamada a la lista de las ya perdidas.
[***]
Karen había hecho a partir de ayer, ciertos favores al propio Benjamin. Algo que fácilmente podría destacársele, sería entonces su compasión y capacidad de saber tratar con personas distintas, y con Penney, no sería la excepción.
—Osea, a ver si entendí bien. Osea, tu papá es de China, tu mamá es de Brasil, ¿pero tu mamá brasileña tiene familia pelirroja?
—Ah, supongo. —ella contestó, sintiéndose esta vez menos incómoda.
Estuvieron previamente centrados en el intercambio de conversación, aunque, sin embargo, Sophie no le dio mucha cabida al asunto. Cualquiera que le viese, pensaría que no quisiera estar allí, y no estaría tan equivocados. Mark había convencido a Penney a calmarse un poco. Se detonaba cómo el hecho de que se tranquilizara era primordial, y por confianza, le ofreció solo una bebida gaseosa. De vez en cuando le miraba y le animaba, pues pareciera que solo todo lo que hacía era mirar una conversación sobre sus vidas a un nivel explícito.
—¡Con razón tienes tan lindo cuerpo! —respondió Karen con exclamación— ¡Tu madre debe de ser divina!
¡No tienes que hablar de su cuerpo! —hizo Sophie una queja, dándole un leve empujón a Karen. Parecía ser la más seria en el grupo en cuanto a esto.
Karen, luego, hizo un ademán y sonido de silencio para intentar callarla, dejando un gesto de enojo en el rostro de Sophie.
¡Sshhh! Cállate, que de seguro no has tenido una experiencia en la vida. —Karen careció de completa seriedad ante la gótica, así que le ignoró. Al menos en una parte, pues se quedó quieta— ¡Ay! Hablando de experiencias, seguro tú has de tener algunas. Digo, no muchas, porque se te nota que quizás no hayas tenido taaantas —mientras hablaba, hacía más ademanes con algo de exageración—, pero, me imagino que alguna que otra habrás de tener. ¿O no?
Recuerdo la experiencia con la primera mujer—Benjamin se interpuso en la conversación, aunque no había tardado mucho en hacerlo con anterioridad—. No era lo mejor, pero uno va aprendiendo.
Él le miró entre subiendo una ceja un par de veces, con esa mirada sugerente que le daba cada cierto tiempo, y que, de no ser por Karen, podrían haber causado más incomodidad a los presentes.
—Bueno—él no era ajena a la sensación, por supuesto—, mucha charla y nada de baile. ¡Hagamos algo divertido!
— ¡Al fin, maldición! —Exclamó Jimmy, abriendo sus brazos tanto como pudo mientras parecía derretirse en el asiento. Mucha comodidad física le era pesada.
—Por esas cosas te dejan afuera. —le añadió Sophie a Jimmy, y tomó la mano de él para animarle a bailar. El chico se sonrojó un poco.
—¡Ay, Markie! —Karen se levantó, e intentó gentilmente como pudo tomar a Mark de la muñeca —Ven, ¡Es mi canción favorita!
Mark se iba alejando junto con aquella chica de pelo corto, dejando a Penney y a Benjamin solos, no sin antes mirar a la de pelos ondulados con cara de preocupación.
¿Quieres bailar? —Puso él sus codos en la mesa nuevamente. No veía la hora en la que el resto se fuera o se separara del camino.
¿Yo? Pero… —el nerviosismo nuevamente se hizo evidente. Él lo sabía.
Descuida, si no puedes, voy a entender. —miró a su alrededor unos segundos aquella noche, para luego volver su atención hacia ella, preguntándole de forma muy relajada si podía acercarse a ella, solo unos centímetros. Según él, para verle mejor.
No tardó Penney en tartamudear, hasta que sus miradas finalmente se encontraron.
