24.- Draco Malfoy: imbécil literal


Draco Malfoy y el mortificante calvario de enamorarse

"Draco Malfoy and the Mortifying Ordeal to Being in Love"

De Isthisselfcare

Beteado por Bet y Eva


Nota de la autora:

Tema pesado por naturaleza, aunque traté de mantenerlo legible y no demasiado técnico. ¡Muchas gracias a Anastraa por prestarme su experiencia en inmunología para este capítulo!

Se debe culpar/agradecer a NikitaJobson por la breve escena de Draco en la ducha, ¡ya que no puedo tener suficiente de sus Dracos en la ducha!


Granger, como siempre lo hacía, había enunciado perfectamente claro. Y, sin embargo, Draco se encontró procesando su oración con dificultad.

Pero ella aún no había terminado.

—La licantropía, para empezar, porque es ahí donde los resultados han sido mayormente prometedores. Pero, eventualmente, también podría ser el vampirismo. Y puede que sea capaz de revertir el Beso del Dementor en víctimas recientes.

Draco sintió cómo su boca se abría. La cerró inmediatamente.

Granger lo miró con aprensión:

—Así que… Tampoco es una panacea.

—Mierda, Granger.

—Bastante

—Explícate.

Granger parecía demasiado cansada como para asumir su habitual aire de profesora. Tomó una bocanada de aire y pareció ordenar sus pensamientos.

—Estas enfermedades han sido la bête noire de los sanadores durante siglos y siglos: son incurables y, a menudo, mortales. En las últimas décadas, la medicina muggle ha logrado increíbles avances en terapias dirigidas a sus propias enfermedades "incurables". Los médicos muggles han desarrollado algo llamado inmunoterapia, el cual utiliza al propio sistema inmunológico del paciente para combatir ciertas condiciones. De eso trató mi presentación en Oxford, ¿te acuerdas? Bueno, para simplificarlo, estoy aplicando ese concepto a las enfermedades mágicas. Mi tratamiento imitaría la acción de los anticuerpos, enfocándose en enfermedades mágicas específicas.

Granger miró los hilos dorados que todavía emanaban de la varita de Draco, para comprobar que seguía siendo seguro revelar los detalles.

—En pocas palabras, ayudaré al sistema inmune del paciente a crear su propia respuesta a las células infectadas. Será un largo tratamiento: dos o tres años de infusiones, cada quince días; pero, paulatinamente, el cuerpo del paciente aprenderá a combatir la enfermedad. Y, con suerte, erradicarlo por completo. Un día, habrá pacientes de licantropía en remisión. No más poción matalobos, no más transformaciones.

Draco se recostó y trató de mantener sus ojos en su cabeza. Granger estaba curando una condición que había plagado al mundo mágico durante siglos y siglos. Ella era brillante; sobresaliente; una leyenda absoluta. Estaba en el mismo nivel que Merlín, Cerridwen y Circe; debería estar en un cromo de rana de chocolate.

—Deberías estar en un cromo de rana de chocolate… —dijo Draco, ya que ése fue el menos ridículamente efusivo de sus pensamientos.

—Ya estoy en un cromo de rana de chocolate —dijo Granger.

—Es verdad. —Draco la miró fijamente—. Entonces, ¿a qué se debe todo este galimatías?

Granger lo estudió para calcular hasta qué punto necesitaría simplificarlo.

—El tratamiento se dirige a las células enfermas e interrumpe sus funciones para que pasen hambre o mueran. Pero se necesita una especie de suero para dárselo a las células y unirlas. Sanitatem fue una base perfecta para ese suero; también ayudará a proteger a los pacientes de algunos de los efectos secundarios más duros: el tratamiento es particularmente agresivo para el sistema endocrino y puede desencadenar tormentas de citoquinas. Sin embargo, el Sanitatem regular no era lo suficientemente poderoso por sí mismo. Hay una especie de… una especie de Proto-Sanitatem que he estado luchando por recrear durante el último año: son los mismos ingredientes, sólo que mil veces más potentes mágicamente. El agua del Pozo Verde en Imbolc en lugar de agua bendita; la sangre de un dragón antiguo recolectada en Ostara, en lugar de sangre normal de dragón; una reliquia osificada de una santa tomada durante el solsticio en lugar del hueso de un humano…

Granger movió sus manos todavía unidas para que descansaran sobre la mesa; su brazo debía haber estado cansado; esto significaba que estaban tomados de la mano sobre una mesa; lo cual estaba bien y no significaba absolutamente nada.

Draco volvió a enfocar su atención al juramento mágicamente exigente y a las palabras intelectualmente exigentes de Granger.

—El texto original con la fórmula del Proto-Sanitatem se perdió a lo largo de los siglos, pero existen referencias aquí y allá. Revelaciones contenía la mayoría de los fragmentos, pero eran terriblemente vagos: fue escrito por una herbolaria y filósofa que estaba transcribiendo lo que parecía ser una tercera versión a mano de otro lugar, y su enfoque estaba en la flora y los hongos de los lugares sagrados. Había muy poca descripción que me ayudara a identificarlos. De ahí mi travesía por todo el país: mis vacaciones en Mabon consistirán en visitar dólmenes que han registrado colonias de Agaricus aureum y Agaricus silvaticus, porque eso fue lo que más la intrigó… ¡bendita sea ella!

Granger terminó su tisana ahora fría.

—La luz está al final del túnel: sólo quedan Mabon y Samhain. Cuando haya sintetizado las primeras dosis del tratamiento, estaré lista para pasar a la fabricación. Ahí fue donde entraban Larsen y su laboratorio: produce medicamentos de inmunoterapia y tiene un excelente conocimiento sobre los bio-mecanismos de las enfermedades, y tiene las instalaciones para la producción en masa. Pero desapareció completamente del mapa. Tendré que buscar a otro colaborador con, ya sabes, los montones de tiempo libre que tengo. Creo que podría intentar sintetizarlo a menor escala en mi propio laboratorio, tal vez lo suficiente para los ensayos clínicos…

Granger se calló, observando el remolino de hilos dorados del Juramento entre sus manos.

—Creo… Creo que eso es todo —dijo ella, su mano temblaba contra la de Draco.

—Bien —contestó Draco. Miró a Granger medio aturdido por un momento y luego dijo—. Secretum Finitur.

Una cinta final de luz dorada emanó de su varita, envolviéndose alrededor de sus manos y luego viajó por el brazo de Draco, atravesando sus labios antes de desaparecer. Su lengua se sentía pesada y había una nueva sensación de restricción en sus manos. Se desvanecería en unas pocas horas, pero fue un recordatorio físico de que ahora estaba hechizado.

Dejó escapar un profundo suspiro y dejó su varita.

—Debes estar exhausto —dijo Granger, mirándolo—. Ese hechizo es difícil de mantener por mucho tiempo.

—Es un verdadero cabrón.

—¿Quieres una pócima de reabastecimiento?

—Está bien —dijo Draco, dejando a un lado la valentía. Parecía más sabio no estar mágicamente fatigado cuando Granger había sido un blanco activo hoy.

Ella hizo flotar un vial en sus manos desde un depósito de botellas escondido contra el salpicadero. Draco bebió la mezcla amarga de un solo trago.

Una vez que el primer impacto sobre descubrir la verdadera naturaleza de la empresa de investigación de Granger se estaba desvaneciendo, podía pasar a preocupaciones más apremiantes.

Ahora entendió, la mezcla de deleite y pánico de Shacklebolt y, en ese momento, ni siquiera habían tenido un resurgimiento de hombres lobo en proceso.

De repente, Draco ubicó la voz áspera que había escuchado en la memoria del intruso.

No la había escuchado en quince años.

Mierda —dijo, sentándose y pasándose una mano por el cabello—. Sé quién les dio instrucciones a esos hombres: es el maldito Fenrir.

Granger palideció.

—¿¡Greyback!?

—Sí.

—¡No! No… No puede ser. Ha estado muerto durante una década.

Presuntamente muerto. Tenemos informes de avistamientos ocasionales en Argentina, Bolivia, Perú… Sin fundamento. Pero era él, hoy, en la memoria de ese mago. Mierda… Y aquí hay más mierda sobre eso: ha habido un incremento en los ataques de hombres lobo en todo el Reino Unido. El DALM nos hizo mantenerlo en secreto mientras investigamos.

—¡¿Ha habido un qué?! —exclamó Granger saltando repentinamente de su asiento y chocando con las rodillas de él—. ¿Por cuánto tiempo ha estado sucediendo esto?

—¿Cuándo fue la luna de la cosecha? ¿Hace una semana? Y luego hubo esa ola de infecciones en infantes en el Distrito de los Lagos hace unos meses, pero atrapamos al individuo responsable. Al menos, pensamos que lo habíamos hecho.

Las manos de Granger estaban presionadas ansiosamente contra su boca.

—¿Estás pensando que Greyback ha regresado, y de alguna manera ha oído hablar de mi proyecto, y está infectando deliberadamente a más personas como una especie de contramedida? ¿Venganza? ¿Advertencia?

Draco se levantó y comenzó a caminar.

—Siempre ha tenido un placer enfermizo en propagar su enfermedad a tantos inocentes como sea posible. Si ese viejo idiota lobuno sospecha que estás trabajando en una cura de buena fe para la licantropía, y él está de vuelta en suelo inglés, tenemos un verdadero motivo de preocupación.

Con lo cual, quería decirle que estaba genuinamente, malditamente preocupado por el continuo bienestar de Granger.

Granger estaba pálida.

—¿Shacklebolt sabe sobre los ataques?

—Es el caso de Potter, pero creo que no. Robards, quien dirige el DALM, quería ver si se trataba de algo aislado, como el mordedor de niños en el Distrito de los Lagos. Shack se va a desmayar.

Granger gimió y presionó sus dedos en su frente.

—Lo hará. Ya estaba demasiado preocupado por mi seguridad cuando el tratamiento era hipotético y los hombres lobos eran una amenaza desorganizada e inexistente que no tenían idea de lo que estaban haciendo. Pero ahora lo saben, y… ¿Greyback está de regreso? Shacklebolt estará frenético, querrá medidas ridículas de protección… Me va a querer encerrar.

Su voz se había vuelto ansiosa y tensa. La mirada que le lanzó a Draco habló de un temor de hacía mucho tiempo y concluía en que él también la presionaría para encerrarla. Ahora comprendió su reticencia a decirle algo, porque los impulsos surgieron con este nuevo conocimiento sobre lo que estaba haciendo… Impulsos sobre obligarla a esconderse y, sí, de encerrarla: secuestrarla lejos, a kilómetros de aquí, a continentes de distancia y asegurarse de que Greyback nunca tendría la oportunidad de hacerle daño.

Mantenerla a salvo siempre había sido la finalidad, pero la importancia vital de eso ahora lo estrujaba como un dolor agonizante, como un miedo ineludible… Era enfermizo.

Los tres hombres en su laboratorio habían sido un mero anticipo de lo que estaba por venir. E incluso entonces, había estado cerca. ¿Y si hubiesen logrado romper las barreras, pensando que el laboratorio estaría vacío a medianoche y se encontraran con Granger ahí? ¿Con ese pendejo usando la maldición asesina a voluntad y ella, encerrada en esa pequeña oficina, sin ningún lugar a dónde escapar? Habría muerto en un segundo.

Sí. Draco también quería encerrarla.

Debió haber visto un destello de eso en sus ojos, porque se sentó y la ansiedad fue reemplazada por un repentino fuego.

—Encerrarme no es una opción. Debo terminar mi trabajo y me prometiste interrupciones mínimas.

—Sé lo que dije, pero tu seguridad es primero. No sabía que era el maldito Greyback.

—Si el objetivo de Greyback es contrarrestar mi cura con infecciones, debemos contrarrestar eso con el tratamiento. Debo continuar sin interrupciones. Me niego a priorizar mi seguridad en detrimento de potencialmente miles de inocentes. Me niego.

—Si mueres, están jodidos de todos modos.

Incluso Granger tuvo que reconocer la validez de ese argumento, lo cual afirmó con un suspiro, dejando caer su cabeza entre sus manos.

—¿Cuánto tiempo más tardarás para terminar de desarrollar tu tratamiento? —preguntó Draco.

—Si todo va de acuerdo con mis modelos predictivos, debería estar listo, para comenzar los ensayos clínicos, en diciembre.

—Son otras tres malditas lunas llenas —dijo Draco.

Granger se veía sombría.

—Eso es el valor de tres meses de organización para Greyback. Ya ves por qué no puedo posponer las cosas, no puedo dejarlo y esconderme hasta que lo atrapen. Podría hacer tanto daño…

—Lo comprendo —dijo Draco.

En este momento, él también quería suspirar y dejar caer la cabeza entre sus manos, porque habría sido mucho más sencillo llevarse muy lejos a Granger hasta que arrestaran a Fenrir y sus seguidores. Pero Granger tenía razón: posponer su proyecto hasta que atraparan a Greyback podría significar potencialmente docenas de lunas llenas. El hombre había evadido la captura durante quince años.

—Vamos a tener que decirle a Potter —dijo Draco—, y a Tonks.

—Estoy de acuerdo —dijo Granger, cada vez más seria—. Tonks me preocupa un poco, esto tocará bastante cerca para ella.

—¿Por Lupin?

—Sí, los licántropos corren un riesgo desproporcionado de mortalidad prematura y él no ha estado bien. Pero no quiero darle falsas esperanzas de que puedo ayudar a su marido. Ya sabes, los ensayos clínicos son ensayos por una razón. El fracaso es parte de todo eso. Mis datos sugieren éxito, pero esta es una nueva terapia: nadie ha combinado la inmunoterapia con métodos mágicos, ni la ha usado para tratar una enfermedad mágica. Este es un territorio totalmente desconocido, clínicamente hablando.

—Si alguien puede hacerlo, eres tú. No hay bruja o mago vivo con tu combinación de conocimientos mágicos y muggles. Eres… Eres… —Draco se interrumpió y se giró para mirar a través de la oscura ventana—. Maldita sea, no puedo creer que voy a vivir para ver curada la licantropía.

Si no hubiese estado alimentando ese Algo por Granger, Draco habría comenzado a tener un crush intelectual de todo corazón por ella, justo en ese momento.

Pero regresemos a asuntos más urgentes.

—Cuando los hombres de Greyback no regresen esta noche, sabrá que fueron atrapados —dijo Draco—. Un robo en el laboratorio no debería haber resultado en la detención de los tres, a menos que el laboratorio estuviese excepcionalmente bien protegido. ¿Y por qué iba a estar excepcionalmente bien protegido, si no es para ocultar algo excepcional? Greyback probablemente leerá esto como una confirmación de que estás haciendo lo que él cree que estás haciendo. Las cosas se pondrán peligrosas. Su principal objetivo será matarte.

Granger apretó los labios en una línea infeliz.

—¿Supongo que realmente no puedo quedarme aquí?

—Por esta noche está bien. No creo que intenten nada más. ¿Después? No. Alguien ya husmeó alrededor de tus protecciones una vez, probablemente fueron ellos. Deben haber decidido que tu laboratorio era un objetivo más digno. No es que vayan a encontrar nada ahí, gracias a tus nubes y esas cosas. Lo único real de valor ahí en un momento dado eres tú. Esta noche fue tu última noche allí sola. Y vas a tener que restringir tus movimientos en público.

—Pero tengo tantas cosas qué hacer —dijo Granger, presionando sus dedos contra sus mejillas en una especie de desesperación—. ¿Qué pasa con Mabon?

—Iré contigo.

—¿Y la enseñanza? ¿Urgencias? ¿Y todo lo demás?

Draco intentó ser tan mesurado como prometió y no decirle categóricamente que nunca volvería a estar sola.

—Hasta que atrapemos a Greyback y quienquiera que esté trabajando con él, puedes esperar a un Auror contigo en todas partes. Estoy de acuerdo con que tu trabajo debe continuar… —Granger pareció aliviada cuando Draco pronunció esas palabras—. Pero Greyback es despiadado. Tendrá una red completa de su antigua manada aquí y los enloquecerá. Preferiría morir antes que verte curar la licantropía. Probablemente se cagó encima cuando descubrió en qué estaba trabajando la grandiosa Granger. Dioses, me hubiera encantado ver su reacción…

¿Cómo se enteró? Eso es lo que quiero saber. ¿No crees que Shacklebolt…?

Draco negó con la cabeza.

—No. ¿Por qué habría insistido en la protección de Auror tan pronto? Y también lo vinculaste con un Juramento inquebrantable.

—¿A menos que uno de mis estudiantes…? Pero están trabajando en fragmentos de unos doce proyectos para mí. No conocen el panorama general. No puede haber sido.

—Las fugas ocurren. Intentaremos averiguar cómo y en dónde, pero mi preocupación inmediata es cómo los mantenemos seguros y capaces de seguir trabajando.

—¿Debería preocuparme por los vampiros? —preguntó Granger.

—Maldita sea —dijo Draco pasándose una mano por la cara—. No lo sé, nunca han sido tan expansionistas como los hombres lobo, están más interesados en alimentarse que en convertir. ¿Pero si se enteran de una cura? No sé cómo reaccionarían. Y dijiste… ¿¡Dementores!?

Granger se mordió el labio.

—Sí… Quizás… Si traen a la víctima lo suficientemente rápido.

—Sí, claro…

—Estoy hablando en serio.

—¿Cómo, por favor, se supone que la «inmunoterapia» restaura el alma?

Granger agitó la mano en un gesto de despedida.

—No hay succión del alma; eso es un mito mágico. Es muerte cerebral: el beso del Dementor transfiere una bacteria necrotizante agresiva a la víctima. Ataca tanto al cerebro como al cuerpo, es altamente tóxico.

—... ¿En serio?

—Sí —dijo Granger—. Deberías leer a Rasmussen y Vestergaard. —Ante la mirada inexpresiva de Draco, añadió—. ¿Los necrólogos daneses? ¿No? Supongo que no te mantienes al día con las revistas médicas. Han hecho avances impresionantes en el estudio de los dementores en la última década. La condición es una enfermedad mágica, como la licantropía y el vampirismo; provoca putrefacción en cuestión de minutos y pérdida irreversible de la función cerebral en cuestión de horas. De todos modos, hemos comenzado la detección de moléculas pequeñas de alto rendimiento en el laboratorio y hemos visto buenos resultados preliminares. Es potencialmente curable, si la víctima es traída rápidamente con nosotros.

Draco la miró fijamente.

Granger se movió en su asiento.

—Pero, de nuevo, esta es medicina en su forma más experimental. Ya sabes, estamos en los márgenes del mapa, en donde dice: «aquí hay monstruos», estamos en un terreno desconocido.

Esta bruja estaba volviendo loco a Draco.

—Lo que estás haciendo, si tienes éxito, será… será un auténtico tour de force. Totalmente revolucionario.

—Mmm, aceptaré ese término para esto, más que los Blocs.

—Bien. ¿Has terminado con estas revelaciones? No estoy seguro de poder soportar otra cosa.

—¿Te he sorprendido tan terriblemente? —preguntó Granger con una media sonrisa.

—Me has reducido a un cretino de ojos sorprendidos, y no finjas que no te has dado cuenta.

—Nada fuera del habitual parloteo, no.

—¿Cómo puedes ser tan cruel conmigo en mi frágil estado?

La media sonrisa de Granger se convirtió en una completa.

—Nos prepararé otra dosis de opimum.

—Merlín —murmuró Draco, volviendo a su asiento. Miró con ojos redondos la espalda de Granger.

Esta bruja era otra cosa.

Draco generalmente se consideraba mejor que quienes lo rodeaban, no es que hubiese nada malo con ellos, pero… ya sabes: él era Mejor, más inteligente, más rápido, más agudo, más guapo, más rico. Con Granger, siempre tenía el sentimiento de que estaba en presencia de un intelecto mucho mayor que el suyo. Pero ahora… Ahora se sentía en presencia de alguien que era mejor que él en demasiados niveles… En realidad, ella era demasiado buena para él.

Se sentó y sintió la agitación de algo extraño y desconocido, algo sofocante. Tan desconocido que le tomó un momento ubicarlo.

Era humildad.

No se había sentido tan humilde desde, rebuscó en sus recuerdos, ¡desde el verano de 1992!, cuando salieron los resultados de los exámenes de primer año y descubrió que una hija de muggles había sido la primera de su clase, por encima de él, en todas las materias de Hogwarts.

Bueno, ella lo hizo de nuevo. Sólo que ahora se había convertido en alguien Malditamente Importante.

Y él era su Auror. El peso de la responsabilidad lo presionó de una manera que todavía no había experimentado. Ella había pasado de ser una especie de cosita molesta a… A esto: a cambiar el mundo.

La responsabilidad pesó tanto sobre él que apenas pudo levantar la mano para aceptar la nueva taza de opimum que Granger le tendió.

—Ahí está —dijo Granger—. Una cura para la idiotez.

—Me gustaría llevarme algunas dosis. Hay idiotas a los que me gustaría administrar esto.

—¿Quiénes?

Draco hizo un gesto vago.

—Amigos, familia, colegas…

—¿Estás rodeado de tantos idiotas?

—Excepto por la compañía actual.

Granger se mordió el labio.

—No debes hacer eso, lo sabes.

—¿Hacer qué?

—Darme un cumplido. Se supone que debes estar vigilando infaliblemente mi ego.

—Esta noche te lo has ganado. Me dejaste boquiabierto, reanudaré mi vigilancia mañana.

Granger parecía satisfecha. Y se veía, en general, mejor… Sus mejillas habían recuperado su color y sus manos no temblaban mientras se movía hacia la despensa.

—No he comido nada desde el desayuno. Supongo que debería poner algo en mi estómago aparte de dos dosis de opimum. ¿Tienes hambre?

—Sí —dijo Draco, quien generalmente encontraba que el Quidditch y los duelos mortales eran excelentes estimulantes del apetito.

Le complació notar que los armarios estaban repletos de alimentos, aunque no estaba seguro si era por los propios esfuerzos de Granger o por los persistentes cuidados excesivos de unos celosos elfos.

—¿Qué tal una pequeña y descarada ensalada de cebolla? —preguntó Granger mientras hurgaba.

—Solo si viene con un prolapso como el que el Escreguto nos sirvió.

—Podemos arreglarlo.

Granger sirvió queso, galletas, hummus, y una bolsa marrón arrugada de rollitos de salchicha, que era lo más parecido a un prolapso que tenía a mano -estaban deliciosos-.

Se abstuvo de recrear la ensalada de cebolla del Escreguto, que fue lo mejor, porque el olor de las axilas de Draco ya estaba flotando por la habitación y no le gustaba la competencia.

Terminaron con un delicioso invento muggle llamado Maltesers.

Los momentos de tranquilidad con Granger eran pocos y esporádicos. Cuando terminó de comer, se levantó, agitó la varita para alejar la mayoría de las cosas y comenzó a moverse.

—¿Entonces te quedarás a pasar la noche?

—Sí. No dormiré mucho… Pero si lo hago, puedo tomar una siesta en tu sofá.

—Genial, déjame despejarlo.

Granger se trasladó a la sala de estar, donde se rodeó de un vórtice de libros y papeles, que se colocaron en pilas ordenadas.

Por supuesto que no cuestionaría su sugerencia del sofá. Por supuesto que no iba a hacer una contraoferta, ya sabes, para compartir su cama, que era absolutamente lo suficientemente grande para dos.

No es que Draco hubiera aceptado de todos modos. Él era un profesional.

Solo había sido un pensamiento. Él estaría mucho más cerca de ella, en caso de que sucediera algo.

Dejando de lado estas cavilaciones improductivas, Draco comenzó a quitarse el equipo de Quidditch, lo que le recordó que apestaba.

—¿Puedo usar tu ducha?

—Eh… Claro, está en el piso de arriba.

Granger lo vio luchar con las ataduras de cuero anudadas que sostenían su peto en su lugar.

—¿Estabas en medio de un juego?

—Sí, a centímetros de la Snitch, por supuesto.

—Lo siento.

Draco se encogió de hombros como el héroe despreocupado que era.

—Atrapar a los malos es un poco más emocionante.

Continuó luchando con la incómoda atadura bajo su axila, que se le resistía endiabladamente. Por supuesto, la única vez que tuvo una audiencia fue la única vez que mojó la cosa y luego la dejó secar, lo que resultó en un nudo espantosamente rígido. Por supuesto, nunca había tenido problemas para despojarse de su equipo de Quidditch literalmente en toda su vida, hasta este momento, cuando Granger estaba allí para presenciar su incompetencia.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó Granger.

—Lo tengo.

Granger lo observó mientras él continuaba Sin Tenerlo.

Ella se sentó, con las manos cruzadas sobre las rodillas, para observar sus esfuerzos.

—Bueno —escupió Draco un momento después, cuando toda la indiferencia se le esfumó—. Ayúdame. No lo cortes; es cuero de wyvern.

—Está bien —dijo Granger. Su rostro era grave pero sus labios estaban apretados de una manera que sugería la supresión de una risa.

En defensa de Draco, ella también luchó, y finalmente lo hizo con su varita, y repitió encantamientos desenredantes.

Luego lo ayudó a quitarse las placas del pecho y la espalda, muy parecido a una bella doncella que ayuda a su caballero después de una batalla. Claro, si las bellas doncellas fueran investigadoras incomparables y los caballeros fueran cretinos inútiles.

Granger lo condujo a la ducha y le entregó toallas.

—El espejo no habla —dijo Granger mientras Draco observaba su despeinado reflejo.

—Eso es bueno —dijo Draco—, no quiero su opinión en este preciso momento.

Granger salió del baño, cerró parcialmente la puerta y metió el brazo por el hueco.

—Pásame tu ropa. La pondré en la lavadora.

Desnudarse, con la mano de Granger justo ahí, era una sensación interesante. Había otras cosas que le hubiera gustado poner en su mano, pero esas partes olían mal y estaban sucias y también, por el amor de Dios, ella acababa de pasar por algo traumático. ¿Qué estaba mal con él?

Junto al fregadero, descubrió el nido de las horquillas de Granger en forma de un frasco lleno de cosas. Lanzó un hechizo de seguimiento en el lote.

Mientras se metía en la ducha, Draco colocó su varita al alcance de la mano. Estaba bastante preparado para salir corriendo y atacar desnudo a los hombres lobo, en caso de que se disparara una de las protecciones de la cabaña.

La ducha era todo lo que olía bien en Granger, destilado en botellas. Draco tardó un momento en identificar el jabón y el champú entre los muchos misteriosos productos femeninos que contenía: aceites, mascarillas para el cabello, jabones corporales y demás.

Se sintió «interesante–seductor–erótico» usar su jabón y champú.

Luego llegó el momento de Reprimir antes de que su pene decidiera despertarse. No se iba a masturbar en la ducha de Granger. Simplemente no lo haría.

De acuerdo, sí lo haría, pero sería rápido y sucio, y era debido a la adrenalina posterior a la pelea. Sólo fue para hacer el trabajo y sacar la lujuria de su sistema.

Saber que ella estaba en algún lugar al otro lado de la puerta mientras él se acariciaba era inexplicablemente excitante. Se inclinó contra sí, con una mano extendida contra el azulejo y la otra mano trabajando. El vapor y los olores de Granger lo llevaron a una de sus fantasías favoritas que involucraban a Granger y su boca, y sus delicadas manos acariciándolo de arriba hacia abajo y succionando…

Su mano se cerró en un puño contra la pared cuando terminó con un grito ahogado.

Apoyó la cabeza en el antebrazo, respirando con dificultad, aturdido, viendo cómo la evidencia se escurría por el desagüe.

Maldita sea.

Pero, todo estaba bien. Estaba hecho; fuera de su sistema.

Todo estaba bajo control.

Puso el agua fría en un esfuerzo por enfriar el rubor en su rostro y pecho.

La plomería muggle no tuvo problemas para lidiar con ello… Estaba helada. Los pensamientos sucios fueron reemplazados por estremecimientos cuando Draco recuperó el aliento.

Sí, él estaba bien.

Granger llamó a la puerta y lo sobresaltó.

¿Qué? —preguntó, irritado.

—¿Has terminado? —(Sí, lo había hecho, gracias)—. Has tardado una eternidad.

—Estaba muy sucio —(También muy cierto).

—Muy bien, tengo tu ropa.

Draco salió de la ducha y abrió la puerta lo suficiente para que Granger metiera su ropa recién lavada. Lástima que fuera tan eficiente; hubiera estado muy feliz de salir envuelto en una toalla, con fines meramente ostentosos.

—Un poco más rápido de lo que esperaba —dijo Draco.

—El lavado rápido sólo toma quince minutos en mi máquina. Y para el resto, unos encantamientos secantes. Me gustan tus calzoncillos.

Draco no recordaba qué calzoncillos se había puesto. Con aprehensión, los sacó de la pila: tenían pequeños dragones.

—Dioses —murmuró Draco.

—Está bien —dijo Granger. Ella cerró la puerta. Podía escuchar el gorjeo de una risita contenida a través—. Yo tengo unos con gatitos…

—Muéstramelos.

—Antes muerta.

Draco se rio mientras se ponía los calzoncillos. Luego se puso los pantalones negros holgados y una camisa de manga larga que usaba debajo de su equipo de Quidditch. Ahora su ropa también olía a Granger, al jabón que usaba en su máquina.

Se arregló el cabello en el espejo, excepcionalmente contento de que este no pudiera hablar e informarle a Granger lo que presenció.

Se encontró incapaz de mirarla a los ojos mientras salía del baño, pero fingió que era porque estaba mirando a través de las ventanas, por motivos importantes de seguridad de Aurores. Ella no necesitaba saber lo que él acababa de imaginarla haciéndole.

No iba a mirar su boca.

Mierda, eso fue excitante.

Bien.

Abajo, a Draco se le presentó su cama improvisada, que era el sofá, transfigurado en una especie de sofá cama. Al lado, dejó un vaso de agua y un paquete de galletas.

Granger estaba cansada y con justa razón, ya que eran casi las dos de la madrugada. Bostezó mientras convocaba almohadas y una manta, y las arrojaba sobre la cama.

Incluso creyó conveniente proporcionarle material de lectura para pasar las horas: una copia del artículo más reciente de Rasmussen y Vastergaard. Un vistazo a la horrible jerga científica en decasílabos hizo que sus ojos se pusieran vidriosos.

—¿Tienes algo más estimulante? —preguntó, antes que los daneses pudieran ponerlo a dormir.

—¿Más estimulante? —repitió Granger, luciendo ofendida, como si ella ya le hubiera dado el trabajo más estimulante escrito en toda la historia humana y él estuviera siendo quisquilloso al respecto.

—Sí. ¿Revistas porno o algo así? —preguntó Draco con un gesto general de la mano—. ¿Tienes algunos números anteriores de «Tetas Fantásticas y Dónde Encontrarlas»?

No es que necesitara revistas pornográficas para venir, no cuando tenía veinte escenarios que la involucraban, cuidadosamente reprimidos en la parte posterior de su cerebro. Sin embargo, fue divertido ver a Granger mirar pensativa las pilas de libros alrededor de la habitación.

—Mmm… Tengo el último tomo de la Revista de Salud Sexual y Reproductiva —Invocó un volumen de una de las pilas y lo hojeó hasta que encontró un diagrama—. Ooh, aquí hay una foto.

Draco lo miró y leyó la descripción.

—Fig. 11: Calibre luminal de pared oviductal anormal.

—¿Eso es suficiente para ti?

—No, mi semen se está cuajando.

Granger tomó el diario y pasó a otra página.

—Prueba este.

—Fig. 23 —leyó Draco—. Trompa de Falopio… Sección transversal de la luz tubárica. Obsérvese el estroma endometrial subepitelial.

—¿Es estimulante?

—Oh sí, los stromas endometriales subepiteliales son particularmente uno de mis fetiches.

—Estromas es el plural.

Draco le dirigió una larga y paciente mirada.

—Muy bien.

—Entonces tu entretenimiento está resuelto —Granger colocó el tomo en sus manos—. Me voy a la cama, tengo el presentimiento de que mañana será un día muy largo.

Granger apagó la iluminación muggle, dejándolo sólo con el fuego de la chimenea para iluminar la habitación.

Se detuvo al pie de las escaleras y se volvió hacia Draco.

—Gracias por todo lo que hiciste hoy.

Draco agitó la mano. Era incómodo recibir una inocente gratitud cuando él se había portado tan mal en su ducha.

—Sólo estoy haciendo mi trabajo.

—Sí —dijo Granger—. Bueno, lo haces bien y te lo agradezco. Probablemente me salvaste la vida.

—Vete a dormir —dijo Draco.

Granger parecía molesta por este desdeñoso despido, pero pareció decidir que Draco era Draco.

—Bien… Buenas noches.


Draco se había quedado dormido en algún momento de la noche. Un sonido ligero lo despertó, pero fue tan bajo que pudo haberlo soñado.

Agarró su varita, con una maldición lista, y giró la cabeza para ver al gato. Lo vio en el sofá al mismo tiempo.

Draco casi esperó que le siseara por atreverse a seguir en la casa de Granger después de una hora decente. En cambio, el gato trotó hacia él con la cola en alto y, con el infalible instinto de un gato para encontrar lugares cálidos, saltó sobre él y se acomodó en su pecho.

Draco movió una mano para intentar acariciar su cabeza, pero una gran pata encontró sus nudillos y mantuvo su mano abajo. Las garras estaban envainadas pero el mensaje era claro: Draco era una fuente de calor, y no debía ser presuntuoso, y pensar que era otra cosa.

Noli me tangere, ¿verdad? —murmuró Draco—. Entiendo. A mí tampoco me gusta que la gente me toque el cabello... Excepto ella, pero apuesto a que lo sabes.

El gato parpadeó sus ojos amarillos hacia él.

—Ella me advirtió sobre la asfixia, así que ni siquiera lo intentes —dijo Draco.

La mirada del gato le informó a Draco sin reservas que, si lo quisiera muerto, estaría muerto.

—Está bien —dijo Draco.

El gato bajó la cabeza y cerró los ojos. Hubo un cosquilleo de bigotes contra la barbilla de Draco y luego un ronroneo profundo.

Mientras yacía allí en la oscuridad, bajo el calor del gato que ronroneaba, su corazón todavía se estremecía con las réplicas del miedo que había sentido cuando Granger activó la baliza de socorro. No necesitaba un Boggart para decirle qué era lo que había temido ver.

Draco buscó los fragmentos de su autocontrol, que se había hecho añicos espectacularmente esa noche. Ocluyó y reunió su disciplina, su profesionalismo y su orgullo, y construyó la Gran Muralla de la Represión una vez más.

Era un ejercicio útil, en teoría.

En la práctica, todo se vio ensombrecido por un temor privado de que toda la frágil estructura se desmoronaría de nuevo, en la próxima vez que Granger le sonriera.


Arte NSFW en el que posiblemente se inspiró la autora para la escena de la ducha: "Wrong time, Wrong place" de Nikita Jobson y Lovesbitca8 archiveofourown works/ 26621266


¡Hola, hola! ¿Les gustó, les encantó Draco en la ducha? Ufff...

De nuevo, les agradezco todos sus comentarios, follows, favs y teorías , realmente me hace muy feliz el alcance que está teniendo la historia en el Dramione en español (y mucho más en FFNet, una plataforma que parece cada vez más vacía)

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¡Nos vemos el próximo sábado!

Paola