Si al despertar aquella mañana alguien le hubiera dicho que iba a dejar que Eddie Munson la acompañara a casa en su furgoneta, sin la compañía de nadie más, Chrissy Cunningham hubiera pensado que la falta de sueño de las últimas semanas le estaba pasando factura.

Incluso referirse al inicio de aquel día como "despertar" era un eufemismo. Nunca había sido de esas personas que duermen mucho, cuando era pequeña tenía muchas pesadillas y se ponía nerviosa al ver que el cielo se oscurecía y que con dicha oscuridad llegaba la hora de irse a la cama. Así, la niña Chrissy permanecía aferrada a su peluche favorito, con la mirada fija en una lamparita de noche que ojalá su madre le permitiera tener encendida y deseando con todas sus fuerzas que el sueño llegara pronto.

Pues bien, lo que experimentaba desde hacía unas semanas, desde que su madre le dijera, tras mirarla de arriba a abajo, que estaba loca si creía que iba a entrar en ningún vestido de graduación de los que había seleccionado para ella sin saltarse el desayuno, era puro terror. Incluso había rescatado a su viejo peluche de la infancia de la estantería, teniendo cuidado de volver a ponerlo en su sitio nada más amanecer, y se abrazaba a él cerrando los ojos, procurando respirar hondo y dejar la mente en blanco.

Entonces aparecía esa voz.

Recordaba la primera madrugada que la había escuchado, apenas un cruel susurro en medio del silencio nocturno pero lo bastante claro para hacerle abrir los ojos de par en par, escudriñando la habitación. Al principio había pensado que quizás se había dejado la radio encendida, aunque ninguna de sus emisoras preferidas contaba con un locutor con una voz como aquella, delicada como un secreto y profunda como si llegara a ella desde las profundidades de la Tierra.

Nunca había escuchado una voz como aquella, siempre acompañada por el tic tac de un reloj, y ojalá no lo hubiera hecho nunca.

Lo que más la aterrorizaba era que, si bien a quién pertenecía esa voz era un misterio para ella, las palabras que pronunciaba eran un eco de las que le dedicaba su madre, solo que esta vez conferidas de un nuevo nivel de crueldad y desprecio hacia ella que no hubiera creído posible. Comentarios sobre lo asquerosamente gorda que se estaba poniendo, lo que debían decir los chicos entre risas disimuladas al verla recorrer los pasillos del instituto Hawkins, cómo todas sus compañeras del equipo de animadoras se daban cuenta de que el uniforme ya no le favorecía nada pero optaban por no decirle nada para poder lucirse ellas mientras Chrissy seguía pensando que era bonita…

Palabras que hacían que estrechara a su peluche con más fuerza contra su pecho, apretando los párpados y deseando que la noche terminara lo antes posible. Esa horrible voz, por alguna razón, desaparecía con la llegada de un nuevo día.

Al menos así había sido al principio.

Hacía unas semanas que, con la llegada de la aurora, la voz no se había marchado, sino que se había hecho más fuerte, acompañándola mientras se preparaba para ir al instituto, sin dejarla escuchar las palabras de Jason de camino al mismo y negándole el poder enterarse de lo que decían los profesores en clase.

Había empezado a ir al despacho de Mrs. Kelley, después de pasar por delante de su puerta muchas veces sin atreverse a llamar, pero mucho se temía que no la entendía y Chrissy había empezado a pensar que se estaba volviendo loca. Pensó que quizás esa voz era la de su conciencia, que quizás si comía menos o se provocaba el vómito después, se iría, pero no.

Parecía destinada a estar siempre ahí, susurrando en su oído con la malévola dulzura de un amigo traicionero.

Era por ello que le había sorprendido tanto que esa voz se desvaneciera al toparse con Eddie Munson en esa vieja mesa de picnic que había en el bosque que rodeaba el instituto Hawkins. No iba a mentir, le había dado un vuelco el corazón al encontrar al chico allí: buscaba estar sola para sentirse a salvo y se había topado con el compañero que peor fama tenía de todo el instituto. Y, sin embargo, bastaron dos palabras para cambiarlo todo.

- ¿Estás bien? - había dicho el joven, al darse cuenta de lo sobresaltada que estaba.

Le sorprendió la sinceridad que halló en esas dos meras palabras y, sin estar segura de no estar cometiendo un error, le preguntó si tenía algo que pudiera ayudarla a relajarse. Una cosa había llevado a la otra, incluso habían hablado del viejo concurso de talentos de cuando aún estaban en la escuela. Chrissy no podía creer que hubiera olvidado un nombre como el de "Corroded Coffin" y se sorprendió al ver que Eddie Munson no era lo que le habían dicho.

Sí, podía resultar amenazante a primera vista, pero era divertido y parecía que quería ayudarla de verdad.

Se sentía segura a su lado, aunque aquella misma mañana tal pensamiento le hubiera parecido una locura.

Así que ahí estaba, dormitando en el asiento del copiloto de la furgoneta de Eddie Munson.

Y, por primera vez en semanas, sentía que descansaba.

La brisa primaveral que entraba por la ventanilla acariciaba su rostro y hacía danzar sus cabellos. Todo estaba bien, en un lugar inesperado en la canción del atardecer.

Estaba a punto de dormirse cuando le rugieron las tripas, demasiado ruidosas en la calma del viaje. Chrissy abrió los ojos y se llevó la mano al abdomen, avergonzada, a la vez que dedicaba una mirada de disculpa a Eddie, quien había separado los ojos de la carretera un momento para mirarla.

- ¿Estás bien? - se interesó el chico.

- Sí - se apresuró a contestar Chrissy, dejando escapar una suave risa. No quería darle al asunto más importancia de la que tenía. - A veces me pasa, deben ser nervios o algo así…

¿Nervios o algo así?

La animadora cerró los ojos por un momento, deseando poder borrar esas palabras. Se sentía cómoda con Eddie, no quería que pensara que se sentía nerviosa a su lado ni nada por el estilo. La chica negó con la cabeza y se encogió de hombros.

- He pasado la hora del almuerzo en el despacho de Mrs. Kelley - se sinceró Chrissy.

Eddie asintió lentamente para sí. La animadora temió que la mirara raro o que hiciera más preguntas de las que ella se sentía cómoda contestando, pero no sucedió ninguna de esas dos cosas.

- ¿Sabes? - comenzó a hablar Eddie Munson con su desparpajo habitual. - No muy lejos de aquí hay una hamburguesería que debería aparecer en todas y cada una de las guías de Indiana: merece la pena vivir en Hawkins solo por poder ir, mi tío y yo vamos muchas veces…

El corazón de Chrissy se había acelerado en el momento en que Eddie mencionó la palabra "hamburguesería" y su cerebro trataba de buscar una salida desesperada. El chico se estaba portando tan bien con ella, todo estaba yendo también, no quería que se diera cuenta de que había algo raro en ella. No lo soportaría.

- …O, si lo prefieres, puedo llevarte a casa, no tengo ningún problema - oyó la animadora decir al líder de Corroded Coffin. - De hecho, podría dejarte un par de manzanas antes de llegar para que no tengas problemas con tus…

- No quiero ir a casa, quiero quedarme contigo - las palabras escaparon de los labios de Chrissy sin que apenas pudiera ser consciente de ello.

Miró a Eddie Munson y esbozó una breve sonrisa al ver la expresión de su rostro. El chico había vuelto la mirada hacia la carretera, pero Chrissy podía atisbar a ver una sonrisa mal disimulada que le resultó muy tierna. Imaginaba que, debido a su cuestionable reputación, Eddie no debía haber escuchado muchas veces que alguien quería estar con él.

Era extraño, pero también maravilloso lo que había sucedido en esa mesa de picnic en medio del bosque. La animadora había echado a andar a zancadas en un mero intento por dejar atrás esa dichosa voz que la hacía sentir una desesperación sin fin, pero nunca, ni en un millón de años, hubiera esperado encontrar comprensión y consuelo en alguien como Eddie Munson.

No era lo que había esperado y, ni mucho menos, era lo que había oído decir de él.

- Vale, descartamos la hamburguesería - dijo Eddie haciendo un gesto de desdén con la mano, provocando una nueva risa de Chrissy. - ¿Quién sabe? A lo mejor el secreto de Mr. Price es que usa un tipo diferente de carne, eso explicaría por qué los gatos no se acercan a su restaurante…

- ¡Eddie! - rió Chrissy, revolviéndose en su asiento y cubriéndose las mejillas con las manos. - ¡Eso es asqueroso!

- Lo sé, lo sé, me he pasado - contestó Eddie alzando las manos del volante por un momento en señal de tregua. - Debería saber mejor que nadie que no hay que hacer caso de todo lo que se oye por ahí…

- Desde luego - respondió la animadora, no solo por Eddie sino también por ella: sabía que, a ojos de sus compañeros, su vida era envidiable y peleaban por tener una similar, pero no tenían ni idea de lo que ocurría de puertas para adentro.

- ¿Sabes? Podríamos ir al lago que hay no muy lejos de aquí, solo tendría que desviarme en la siguiente salida - propuso el chico. - No es ninguna maravilla, ya sabes, Hawkins… Pero es tranquilo, a estas horas no suele haber muchos pescadores y la sombra de los árboles es…

- ¿Te refieres a Lover's Lake? - quiso cerciorarse Chrissy.

El propio Eddie Munson pareció darse cuenta de cómo sonaba su propuesta, puesto que tomó parte de sus cabellos ondulados y se ocultó los labios con ellos, como ya había hecho en su primer encuentro en el claro del bosque. No iba a mentir, a Chrissy le había parecido un gesto adorable, uno que no hubiera esperado ver en el líder de Corroded Coffin, quien siempre le había transmitido una confianza en sí mismo y una poca importancia a lo que los demás pudieran pensar de él que siempre había envidiado.

Chrissy esbozó una sonrisa para sí: en cualquier otro momento, esa propuesta le hubiera hecho saltar todas las alarmas, más aún tratándose de Eddie Munson. Pero…

- Me encantaría - dijo Chrissy cuando Eddie ya había separado los labios para disculparse por si había sonado raro.

El chico giró el rostro hacia ella, asegurándose de que Chrissy hablaba en serio, y una suave sonrisa se esbozó en sus labios a la vez que asentía con la cabeza. La animadora sintió una caricia en el corazón que coloreó sus mejillas, así que apartó un poco el rostro para que Eddie no pudiera darse cuenta. No sabía qué le pasaba, pero nunca se había sentido tan cómoda con nadie, a veces ni siquiera con Jason. Algo dentro de ella le decía que no tenía nada que temer, que junto a Eddie estaría bien, a salvo.

No era de él de quien tenía que huir.

Y había algo encantador en lo nervioso que se había puesto al darse cuenta de que le había propuesto ir a Lover's Lake.

La furgoneta pasó sobre un pequeño bache, haciendo que el vehículo se sacudiera. Eddie ya había comenzado a pronunciar una maldición cuando el aparato de música se encendió de golpe, algo que no extrañó a Chrissy ya que el viejo coche de su padre solía hacer algo similar. Al momento, el silencio que reinaba en el interior de la furgoneta salió despedido por las ventanillas abiertas cuando empezó a sonar un solo de guitarra eléctrica a un volumen tan fuerte que Chrissy no pudo evitar dejar escapar un grito de sorpresa.

- ¡Una vez más, lo siento! - gritó Eddie haciéndose oír por encima del sonido de la música y pulsando todos los botones que encontraba en el aparato de radio, algo que arrancó una carcajada de los labios de Chrissy.

- No, está bien, déjalo - continuó riendo Chrissy mientras Eddie dejaba de pulsar los botones de su aparato de radio. No esperaba otro tipo de canción en la furgoneta de un chico que llama a su grupo "Corroded Coffin". - Nunca he oído nada parecido…

- Ni lo harás, es una maldita maravilla - contestó Eddie entusiasmado al momento.

La chica volvió a reír, animada al ver la pasión con la que su nuevo amigo hablaba. No pudo evitar pensar que se expresaba de una forma muy distinta a Jason. Nunca se lo había dicho, pero no le gustaba que hablara con desprecio de prácticamente cualquier tema de conversación que pudieran tener: esa película que ella había elegido no tenía los suficientes disparos, esa canción que le había enseñado era demasiado ñoña, su número de animadora no tenía por qué incluir tantos saltos…

Escuchar a Eddie Munson hablar con el entusiasmo de un niño pequeño de las cosas que para él eran importantes suponía una brisa de aire fresco.

- ¿De quién es? - preguntó Chrissy, haciéndose oír por encima de la canción.

- ¡Metallica! - exclamó Eddie sacando la lengua y sujetando el volante con una mano mientras que con la otra hacía el signo de los cuernos, provocando una vez más la risa de Chrissy. - ¡Su último álbum salió a principio de este mes y es una verdadera pasada!

La animadora sonrió al ver cómo Eddie se tomaba su tiempo para pronunciar esas tres últimas palabras, como si no pudiera encontrar las que hacían justicia a todo lo que ese tema o ese grupo significaban para él. De nuevo, una actitud refrescante, era imposible no contagiarse de su entusiasmo, a pesar de que el tipo de música que Chrissy escuchaba era muy diferente.

Hubo otra cosa que le sorprendió: a medida que escuchaba la letra de la canción, le sorprendía lo mucho que podía identificarse con ella. Estaba acostumbrada a escuchar canciones sobre amores desde la niñez y amistades que duran para siempre, pero aquella canción estaba hablando de autodestrucción, de miedo recorriendo las venas… Justo lo que sentía que le estaba pasando a ella y, el oír hablar - o mejor dicho, cantar - sobre ello, hizo que se sintiera menos sola.

Quizás no eran tan distintos como ella había imaginado en un principio.

Solamente hablaban de las mismas cosas en idiomas diferentes.

- ¿Cómo se llama la canción? - se interesó Chrissy, inclinándose un poco hacia adelante.

- Master of Puppets - contestó Eddie, sin poder disimular una sonrisa al ver el interés de Chrissy. - Verás… Todavía no se lo he dicho a nadie, pero estoy tratando de aprendérmela para el próximo concierto de mi grupo…

- ¿De veras? - se sorprendió la animadora: no entendía mucho de música, pero por lo que había oído sabía que debía de ser una canción muy complicada.

- Sí, pero es una sorpresa, que esto quede entre tú y yo, Cunningham - dijo el chico llevándose un dedo a los labios. - A veces se me resiste como una condenada, pero estoy decidido a interpretarla…

- Pues si lo haces, puede que vaya a verte… - afirmó Chrissy.

Eddie la miró con los ojos como platos, haciéndola reír de nuevo. Era enternecedor ver cómo en sus ojos oscuros la sorpresa y la ilusión se reflejaban a partes iguales. Él, con su mera presencia y encantadora forma de ser, estaba haciendo mucho por ella esa tarde y ella también quería hacer algo por él. El muchacho no pudo responder de otra manera que alzando un pulgar, mientras volvía la mirada a la carretera, ocultando la emoción que le delataba.

Chrissy sonrió y volvió el rostro hacia la ventanilla, dejando que el viento jugueteara con sus cabellos a la vez que tomaban el camino arbolado que llevaba a Lover's Lake.


Chrissy Cunningham nunca había estado en Lover's Lake al atardecer.

Cuando era muy pequeña, recordaba algún picnic con su padre a las orillas del lago, mientras su madre se quedaba en casa terminando de coser el vestido de turno para algún concurso de talentos o de belleza infantil en el que se hubiera fijado en aquella ocasión. Ya en el instituto, Jason insistía en llevarla allí en su coche una vez que había anochecido para darse el lote en los asientos traseros.

Lo cierto era que Chrissy nunca se había preguntado si realmente le apetecía ir o no, aunque siempre acababa accediendo. Era algo que todas sus amigas hacían y de lo que hablaban emocionadas entre susurros en los cambios de clase, y Chrissy no quería quedarse atrás pero mentiría si dijera que para ella la experiencia era tan increíble lo como parecía ser para sus amigas. Lo único que le gustaba era poder escaparse por la ventana de su habitación bajo el amparo de la noche, con el canto de los grillos como único testigo de su rebeldía.

Pero Lover's Lake al atardecer era muy distinto.

La superficie del agua estaba tranquila, como de costumbre, y sobre la misma danzaban miles de puntos de luz que el sol que se marchaba dejaba sobre las aguas. La brisa recorría el lugar entre los árboles, llenando todo del perfume de los pinos. Chrissy cerró los ojos e inspiró con fuerza, olvidando las noches en vela, dejando a un lado esa voz dentro de su cabeza que la asustaba hasta las lágrimas… No, todo cuanto necesitaba estaba ahí, en ese momento que ojalá pudiera durar para siempre. Sintió un veloz escalofrío, pero esta vez no tenía nada que ver con los temores que habían hecho presa de ella las últimas semanas, sino con una ráfaga de aire inesperado.

Aún así, Chrissy no quiso abrir los ojos, negándose a que aquel hechizo de paz en el que se encontraba inmersa se disolviera en un futuro cercano. Junto a ella escuchó pisadas que hacían crujir las agujas de pino que habían caído sobre la tierra y no tardó demasiado en notar cómo posaban una chaqueta sobre sus hombros. Chrissy abrió los ojos justo a tiempo de ver cómo Eddie daba un paso a atrás, encogiéndose de hombros.

- Aquí puede correr mucho el aire, Cunningham. No abriga gran cosa, pero tampoco quiero que cojas un resfriado

La chica echó un vistazo a la chaqueta vaquera de Eddie, plagada de chapas con nombres de distintos grupos musicales y se sorprendió queriendo saber más sobre ellos, las letras que escribían, si acaso todas hablaban de demonios internos como lo hacía "Master of Puppets", si hacían que la gente que las escuchaba se sintiera menos sola… Aceptó con una sonrisa la mano que Eddie le tendía y ambos se sentaron a la orilla del lago, uno al lado del otro, protegidos bajo la sombra de los árboles.

Durante un rato, ninguno de los dos dijo nada y Chrissy se sorprendió al ver que tampoco sentía la necesidad de hacerlo. Estaba cómoda en su compañía, incluso sin pronunciar palabra, algo que no solía pasarle a menudo. La animadora miró a Eddie de reojo, satisfecha de ver que no se había equivocado con respecto a él. No creía que aquellos terroríficos episodios que estaba atravesando que le fueran a traer nada que no fuera que su vida se convirtiera en un infierno, pero ahí estaba Eddie Munson mostrándole un lado de él que sentía que muy poca gente conocía.

O había tenido interés en conocer.

- ¿Sabes? Cuando era un crío mi tío solía traerme aquí, sobre todo en verano - comenzó a explicar Eddie. - Adoraba este sitio, recuerdo que solía zambullirme en el agua, imaginando que era Bardo, el arquero de "El Hobbit"…

- Conozco ese libro - interrumpió Chrissy con una sonrisa ante la explicación de Eddie. - Por favor, continúa…

- Bueno, imaginando que era Bardo y que iba a defender mi hogar, Ciudad del Lago, del inminente ataque del dragón Smaug…

Nada más terminar de hablar, Eddie estiró los brazos imitando a un arquero que tensa la cuerda de su arco y finalmente deja escapar la flecha. El chico dejó caer los brazos a los lados, el fantasma de una sonrisa dibujado en sus labios, perdido por un momento en ese recuerdo feliz de su infancia.

- ¿Y tus padres? - se interesó Chrissy.

El rostro de Eddie pareció nublarse y la chica lamentó haber preguntado. Sin embargo, el guitarrista de "Corroded Coffin" se limitó a encogerse de hombros, a la vez que dibujaba un círculo en la tierra con el dedo.

- Supongo que hay gente a la que lo de ser padre le viene grande…

A Chrissy le entristecieron esas palabras, ya que no quería que su nuevo amigo hubiera tenido esa experiencia tan fea en algo tan importante como lo son los padres, pero no podía decir que no entendiera exactamente a lo que se refería.

- Lo sé… - murmuró Chrissy.

Al escucharla, Eddie volvió el rostro hacia ella sin decir nada: ni ojos abiertos de par en par debido a la sorpresa, ni preguntas que no hubiera querido contestar… Solo esa conexión que parecía hacerse más grande cuanto más se miraban a los ojos.

- Créeme, lo sé - asintió la animadora. - Verás… He empezado a ir al despacho de Mrs. Kelley no hace mucho. Mi madre siempre ha estado muy preocupada por mi físico, por cómo puedo aprovecharlo de la mejor manera para abrirme camino en la vida, pero últimamente… Parece que nada es suficiente. Se enfada cuando me termino todo el plato, dice que voy a acabar convirtiéndome en un cerdo, que no voy a caber en mi vestido de graduación…

A Chrissy se le quebró la voz mientras hablaba y agachó el rostro, dejando escapar un sollozo e inspirando con cuidado. No podía evitar sentirse un poco tonta, no por estar compartiendo esas cosas con Eddie, al que apenas conocía, sino porque sentía que sus problemas no eran problemas al lado de los que había podido conocer Eddie a lo largo de vida. Sin embargo, notó cómo el chico se deslizaba sobre las agujas de pino hasta quedar sentado justo a su lado, pasándole la mano por los hombros tratando de reconfortarla.

Era un gesto que no le era desconocido ya que Jason solía hacerlo mucho cuando quedaban con sus amigos, pero era la primera vez que le parecía genuino.

Sentía que le importaba de verdad a Eddie Munson y eso la hacía sentir a salvo de todo lo demás.

Incluso se sentía como si aquella horripilante voz en el interior de su cabeza no pudiera volver a alcanzarla nunca.

- Quizás es tu madre la que necesita que le venda algo, Chrissy - habló el joven Munson, provocando una nueva risa de la chica. - Es de no estar bien de la cabeza decir eso de la futura reina del baile, eres con diferencia la chica más guapa del instituto Hawkins…

Aunque había oído muchas veces esas mismas palabras, aquella fue la primera que la hicieron sonrojar. Incluso el propio Eddie parecía algo turbado al darse cuenta de lo que había dicho, pero aquella vez no trató de ocultar el rostro tras sus bucles oscuros. Estando tan cerca, en aquel paraje tranquilo, y sin poder dejar de mirarle a los ojos, Chrissy sintió ganas de besar a Eddie Munson.

Una vez más, un sentimiento con el que no había contado al despertarse esa mañana.

Permanecieron unos momentos mirándose, sintió mariposas en el estómago al darse cuenta de que Eddie la miraba como si quisiera saber si estaba sintiendo lo mismo que él en esos momentos. Pero, finalmente, la chica decidió no hacerlo. Es decir, se moría de ganas pero al mismo tiempo no quería que las cosas fueran tan rápido por temor a que se estropearan. Estaba empezando a conocerle y tampoco podía hacerle eso a Jason, pero tenía claro que aquella no era la única tarde que quería pasar junto a Eddie Munson.

De repente, tenía una nueva ilusión, algo por lo que esperar emocionada el día de mañana.

Y, por la sonrisa mal disimulada en el rostro de Eddie, sabía que él lo sentía de la misma manera.

Dejando caer sus defensas, Chrissy apoyó la cabeza en el hombro de Eddie y respiró hondo, aspirando con cuidado su perfume. No pasó demasiado hasta que notó la mejilla de Eddie contra su pelo, a la vez que le pasaba la mano por la espalda con cuidado.

Por fin Chrissy Cunningham se sentía a salvo.

Y ojalá hubiera durado para siempre.

En aquellos momentos, mientras el sol de Hawkins se ocultaba tras la silueta del bosque, sus últimos rayos naranja reflejándose en la tranquila superficie del lago, ni Eddie Munson ni Chrissy Cunningham podían imaginar que, solo unas horas más tarde, Eddie volvería a ese lugar en circunstancias completamente distintas.

Ya no habría el menor rastro de sol, sino que el líder de "Corroded Coffin" se abriría camino entre los árboles a toda velocidad, apartando a duras penas las ramas bajas que le golpeaban las mejillas y se enredaban en sus cabellos. Su corazón le latiría acelerado como si se le quisiera escapar del pecho, todo él bañado en sudor frío provocado por puro horror.

Y ya no estaría Chrissy.

Chrissy Cunningham yacería sin vida en su vieja caravana y Eddie Munson, sin dejar de correr ni por un solo instante, se preguntaría qué demonios había ocurrido. No lograría entender cómo una chica dulce, cuya sonrisa se resistía a abandonar su rostro pese a todo lo que llevaba a las espaldas, podía convertirse en… Eso.

La pena y el horror inundarían su pecho a partes iguales mientras se escondía entre los árboles, sin darle tregua para poder dar respuesta a todas las preguntas que habían nacido dentro de él a lo largo de la tarde.

Y él estaría ahí, de madrugada sentado a la orilla del lago, sin Chrissy, sin saber qué hacer con todo lo que había sentido por ella unas horas antes en la canción del atardecer.


Notas de Autora: La canción y el tono del fic en general están inspirados por la canción "Afternoon" del musical "Alice by Heart", incluyendo los preciosos lyrics "And who knew what to do with all I felt for you in the song of the afternoon?".

Me encanta escribir a personajes tan distintos como lo son Eddie Munson y Chrissy Cunningham, es una pena que hayamos podido ver tan poco de ellos en la serie, pero agradezco mucho todo el entusiasmo con el que tanto Joseph Quinn como Grace van Dien hablan de sus personajes y de la dinámica que comparten.

Quería que Chrissy hubiera llegado a escuchar "Master of Puppets" a lo largo de aquella tarde y que hubiera expresado su deseo de poder escuchar a Eddie interpretando esa canción, enlazándolo así con la famosa escena de "Chrissy, this is for you". Creo que hay una historia previa entre ellos que me encantaría que se explorara más de forma oficial, ya sea en forma de novela o algo así (soñar es gratis XD).

Espero que os haya gustado este fic :D.