"¿Qué es lo que había hecho?"

Se repetía una acelerada Rin recordando de camino a su casa lo que le había escrito en el brazo, y como había salido literalmente corriendo al ser incapaz de mirarle a la cara tras aquello.

Se sentía como en un sueño donde todo le iba bien, hacia cosas de quinceañera y dentro de una semana volvería a ver a sus padres, si después de tres largos meses y escasas llamadas, ayer recibió las mejores noticias que podría recibir.

El señor Naraku, el padre de Rin, llamó para avisar a su querida hija que dentro de siete días volverían a casa y al menos podrían estar un mes entero con ella antes del próximo viaje de negocios.

El señor Naraku y la señora Kikyo eran socios en una empresa farmacéutica que buscaba darse a conocer en otras capitales aparte de Tokio, y aquello implicaba muchos viajes y sin fin de reuniones.

Aparte también eran marido y mujer y Rin se trataba de su única hija a la cuál lamentaban dejarla tanto tiempo sola en estos últimos dos años. A pesar de esto, la pequeña siempre ha mantenido buenos recuerdos de sus padres y comprende su situación, por eso esperaba con ansias su regreso y comenzaba a planificar si darles alguna sorpresa como bienvenida o simplemente un recibimiento normal pero lleno de afecto.

Estaba tan concentrada en sus pensamientos que ni siquiera se dio cuenta que alguien la estaba siguiendo hace varios kilómetros.

X X X

Parecía que todo se había vuelto en su contra, el trabajo a media jornada con el que ganaba lo suficiente para sobrevivir ahora le exigía pasar más tiempo, junto a varios problemas familiares que habían hecho que descuidara asuntos de vital importancia, como por qué su novia había preferido acostarse con uno cualquiera, y halla pasado de él después de las innumerables muestras de que su amor era sincero y que nadie le querría tanto como la quiere él.

Sin embargo, si ella quería tirar aquella hermosa relación a la basura por ser el capricho pasajero de aquel hombre no había ningún problema, es más ya le había echado el ojo a otra chica, sin embargo, aún tenía una conversación pendiente con su Rin, tenía que enseñarle que con Inuzuka Koga no se juega.

Pasaron apenas unos minutos desde que Rin llegó a su casa, cuando escuchó que alguien llamaba a la puerta.

Ciertamente era algo sospechoso ya que no esperaba a nadie, pero su curiosidad era mayor que las sospechas y no dudó en abrir la puerta sin imaginarse quien era y a lo que venía.

—¡Oh Rin estas bien! Que alegría verte pensé que te habría ocurrido algo al irte sola aquella noche y estar sin saber de ti tanto tiempo—

Exclamaba el moreno fingiendo preocupación mientras abrazaba a Rin.

—k.…koga... ¿Qué haces aquí? —

Preguntaba con un hilo de voz sin creerse lo que ocurría y mucho menos que Koga estuviese preocupado después de un mes sin dar señales de vida.

—Oh ~ ¿Acaso no es obvio? He venido a verte, no puedes estar tanto tiempo solo aquí sin tus padres, ahora que por fin he conseguido escapar de la rutina lo primero que quería hacer era verte—

Contestaba sin preocupaciones mientras tomaba el control de la situación, y mientras hablaba se llevó a Rin hasta el salón de su casa.

Rin apenas reaccionaba y se preguntaba a sí misma una y otra vez por qué había abierto la puerta, llegando a estar a punto de llorar por solo este pensamiento.

Sabía que cada rasgo de preocupación o de felicidad por verla eran falsos y lo que vendría ahora seguramente fuera la mayor bronca que habrían tenido nunca.

A pesar de esto ella estaba decidida a dejarle las cosas claras, ya no le tenía miedo, quizás parecía que ese momento podía ahorrárselo en su vida, pero no, para seguir avanzando tenía que pasar por esto, tenía que quitarse del medio su último gran obstáculo, aquella relación tóxica.

—Rin... ¿Me estas escuchando? —

Preguntaba el mayor al notar como esta desde que se sentaron en el sofá no reaccionaba a nada de lo que le decía.

—S...sí, Koga tenemos que hablar—

Salía de sus pensamientos al llamarla, estando ya más tranquila y segura.

—Claro que tenemos que hablar sabes, pensaba que después de todo lo que habíamos pasado y superado, que ya era el momento de dar un paso más en nuestra relación, sin embargo, me rechazaste de aquella manera tan cruel—

Hacía una pequeña pausa antes de continuar sin dejar hablar a Rin.

—creía que aún no estabas lista y podía haberlo entendido hasta que...te vi con él, dime ¿¡Qué tiene él que no tenga yo!?¿¡Acaso crees que no sé qué pasaste toda la noche con él!?

Estuve como un gilipollas buscándote y esperándote toda la noche mientras tú te divertías—

Sus palabras empezaban a subir de tono dejando ver sus verdaderos sentimientos, mientras agarraba a Rin de las muñecas para tenerla cerca y sin posibilidades de escapar.

La morena se había quedado en shock al saber que de todas las personas que la podían haber visto la había visto el peor.

En ese momento volvió el miedo junto a un horrible sentimiento que le hacía ver como su vida escapaba de sus manos, viéndose condenada a estar junto a aquella persona que la podría tenerla amenazada con aquella noche toda su vida.

Este sentimiento le quemaba por dentro haciendo que se escaparan algunas lágrimas sin poder decir nada para defenderse ni para responder sus preguntas.

—Oh Rin no llores, quizás me he pasado un poco, pero...entiende que este enfadado, por desgracia después de ver aquello entendí que no podíamos seguir juntos, solo quería hablar contigo antes de finalizar nuestra relación...pero antes de irme ¡Quiero probar lo que era mío por derecho! —

En ese instante Rin se rompió, Koga no la había soltado en ningún momento por lo que no podía huir, y solo se complicó más cuando estuvo encima de ella.

Cada grito o forcejeo fue silenciado con un golpe, estando bajo la amenaza de que como ya no era nada suyo no le importaba lo que le ocurriera, así que si no quería acabar peor sería mejor que se calmara.

Ciertamente aquello hizo que la morena temiera por su vida, aunque en ese momento no sabía que podía ser peor que sentir las sucias manos de Koga desnudarla con agresividad, aunque solo lo justo para su propia satisfacción.

Su cuerpo temblaba y sentía la repulsión de ser tocado por él, sobre todo cuando su lengua bajo hasta su ombligo para después volver a subir para dejar feroces marcas para que, "recordara por quién iba a ser sometida".

Cada una de sus palabras y acciones destruían la nueva realidad que Rin había conseguido, quedando solo el recuerdo de su héroe, de Sesshomaru, al que hubiera llamado a todo pulmón si su cuerpo no tuviese miedo a ser golpeado de nuevo.

La pequeña Rin intentaba centrarse en la imagen del albino como una vía de escape a aquella situación, y a las risas burlonas de Koga al ver como está ahora solo lloraba sin poner mucha resistencia.

Sin embargo, lo peor aún estaba por llegar, cuando hubo marcado y usado su cuerpo hasta estar satisfecho, procedió a lo que tanto había esperado y sin aviso ni delicadeza profanó su interior llegando a hacerle mucho daño, hasta tal punto que cada embestida la hacía retorcerse de dolor.

Para mantenerla silenciada esta vez el mayor optó por algo más severo y subió ambas manos hasta el cuello de Rin, para así apretar con la suficiente fuerza hasta que no pudiese respirar, soltando a veces levemente para que pudiera respirar y no perdiera el conocimiento, quería que fuera consciente de cada segundo que durara aquello.

.

.

.

No sabía decir cuánto tiempo estuvo ni cuando se fue, la pequeña Rin ahora solo podía sentir dolor en cada parte de su cuerpo.

Su mirada estaba perdida en la nada, ya ni siquiera estaba Sesshomaru ahora solo estaba la oscuridad que la envolvía sin dejarle ver salida alguna del vacío al que había caído.