Disclaimer: Todos los derechos de autor de la presente obra, le pertenecer a Roxie Ray. Yo sólo la adapto a los personajes de Crepúsculo de Stephanie Meyer, con fines exclusivamente lúdicos o de entretenimiento.


Capítulo 14

Bella

Y en nuestro último día en Denalia, por un momento, pareció que tendría que hacerlo.

-¿Estás seguro de que este vestido no me hace lucir mmm… como una puta?

Bee-lah giró en círculo frente al espejo justo afuera del gran comedor en el palacio de la reina Tanya. Sus faldas, una vez más en el dorado y morado de la Casa Cullen, eran largas y anchas, Pero su blusa estaba una vez más deliciosamente escotada y recortada para mostrar su delicada caja torácica y su pequeña cintura.

-¿Qué es sigfica "Pu-thee"? – Ronroneé al verla. Era impresionante, con el pelo recogido en una gruesa trenza sobre un hombro y atravesado por enredaderas doradas.

Para mi deleite, Bee-lah se sonrojó.

-Es alguien, que adora llamar la atención de los hombres, mostrando su cuerpo. Que busca sexo.

-No te ves como una prostituta, vringna -Le aseguré- Pareces un premio.

Le ofrecí mi brazo y ella lo tomó con cautela.

-Bueno. Eso, puedo lidiar con eso. No estoy acostumbrada a mostrar tanta piel, supongo.

El comedor se quedó en silencio cuando entramos. Rosalie y mis guerreros ya estaban dentro, junto con la reina Tanya y todo su harén. Para mi molestia, ella no había invitado a ninguna mujer Denaliaa al evento; para mantener los ojos de su harén enfocados en sí misma, estaba seguro. Pero con la repentina presencia de Bee-lah, Tanya también había fallado en esto. Tan pronto como entró en el pasillo, Bee-lah robó la mirada de todos los hombres de la habitación.

-Tampoco estoy acostumbrada, a que me miren a si –Menciono Bee –lah.

Sonreí y le di unas palmaditas en la mano que descansaba sobre mi brazo.

-Tranquila, cariño. No pueden evitar mirar, pero te mantendré a salvo. Mirar es todo lo que harán.

Cuando nos sentamos y comenzamos la comida, por un momento pensé que quizás Tanya había encontrado una manera de contener sus celos por Bee-lah. Apenas nos habló, en su lugar eligió despertar los celos de los miembros de su harén predilectos haciéndoles competir sobre cuál de ellos podría comer fruta de sus dedos. Pero para mi consternación, Tanya se aburrió de esto rápidamente. Para cuando llegó el plato de postres, pasteles de miel con polvo dulce y grasa de leche coagulada, Tanya había desterrado a sus tres hombres favoritos de la mesa por molestarla y, en cambio, me dirigió su atención.

Yo era un hombre de guerra. Aunque no podía oler ningún olor a rabia procedente de Tanya, conocía bien la sensación de peligro en el aire. Había estado preparado para este ataque desde que aterrizamos aquí en Denalia, pero desafortunadamente, el ataque no iba contra mí.

Iba contra mi pareja.

-Edward, todavía estoy encantada por la amabilidad con que estás hospedando a tu pequeña mascota terrestre -Los labios rojos de Tanya se curvaron en una sonrisa cruel-Dime, ¿debes llevarla a tus jardines con una correa, o ha sido entrenada para usar la caja de arena en su lugar?

Mi rabia se elevó dentro de mí rápidamente. Abrí la boca para gruñirle a Tanya, pero antes de que pudiera, Bee-lah me robó las palabras de la boca.

-Oh, estoy muy bien entrenada, Su Alteza -Dijo Bee-lah de manera casual.

Le dio a Tanya una sonrisa aún más dulce y rígida.

-Me encantan las tortas de miel. Es una pena que no se pueda decir lo mismo de ti. Edward, deberías haberme advertido que las mujeres Denalias defecan por la boca.

Ociosamente, Bee-lah lamió la miel de sus dedos mientras miraba a Tanya hacia abajo.

-Que embarazoso.

Los labios de Tanya se abrieron horrorizados. Obviamente, no se había preparado para ser insultada en su propia cena y, por un momento, pareció incapaz de pronunciar palabras.

Sin embargo, solo pude sonreír con orgullo. Bee-lah tenía más fuego en ella que cualquier mujer que hubiera conocido. Mi corazón se hinchó al saber que ella era tan inteligente, y tan, tan mía.

-Entonces, ella habla -Respondió finalmente Tanya. Su voz era como el hielo- En ese caso debes decirme, humana, ¿cómo te sentirás cuando Edward te descarte, hmm? Como un pañuelo de papel usado, tirado todavía pegajoso con su semilla.

Un gruñido subió a mi garganta. Nuevamente, me moví para hablar. Pero de nuevo, Bee-lah no necesitaba que lo hiciera.

-Es gracioso -Dijo Bee-lah, sacudiendo las migas de su servilleta- Me preguntaba por qué no la había follado todavía, Su Alteza. Con tan pocas mujeres lunarianos para todos, seguramente alguien tan hermoso como tú no tendría ningún problema en ser llevada a la cama.

Bee-lah se volvió hacia mí con el ceño fruncido por la confusión.

-¿Es la cosa de cagar la boca? No puedo imaginar que sea agradable despertarse por la mañana, con eso.

-¿Cómo te atreves, pequeña puta de cerebro débil, y útero débil?

Ahora la rabia se derramaba sobre Tanya como una ola de calor.

Pero a pesar de lo orgulloso que estaba de Bee-lah por defenderse a sí misma, no podía dejar que ese insulto en particular se fuera sin respuesta.

-No es una puta, Tanya. Ojalá pudiera decir lo mismo de los hombres de tu harén.

Le enseñé los dientes mientras me levantaba y me enderezaba, ofreciéndole mi mano a Bee-lah.

-Nos iremos ahora. No toleraré esta falta de respeto hacia mi pareja.

-¿Tu pareja? Qué ridículo, Edward. ¿Eliges a esta humana repugnante para que sea tuya? Mi orgullo se recuperará, pero pobre Jane, debe estar absolutamente desconsolada.

-¿Jane? -Bee-lah me miró con verdadera confusión esta vez mientras estaba de pie- Edward, quien…

La interrumpí con un rugido en dirección a Tanya. Pero Tanya ni siquiera se inmutó.

-Oh, no lo creo -Ronroneó Tanya, moviendo un mechón de cabello rojo sobre su hombro- Parece que he tocado un nervio.

No podía dejar que esto quedara impune. Tanya estaba intentando jugar con la cabeza de Bee-lah, y sus anteriores insultos a Bee-lah eran más que in-perdonables. Si no podía hacer que se encogiera de miedo en mi furia, sabía que tendría que lastimarla de alguna otra manera.

-Rosalie -Llamé a la mesa donde estaba sentada mi prima- Prepara nuestro barco y avisa a todos los lunarianos de Denalia que lo aborden.

-Por supuesto, general.

Rosalie asintió y luego se levantó de la mesa para hacer los preparativos.

-¿Te vas tan pronto, Edward? Una pena.

Tanya se humedeció los labios, luciendo satisfecha. Sin embargo, no se vería así por mucho tiempo.

-Rosalie -Llamé después de mi prima- Yo me refería a todos los lunarianos. Nuestro acuerdo comercial con Denalia ha terminado. Liberaremos a los esclavos que hemos intercambiado aquí antes de partir. Todos los guerreros estacionados aquí regresarán a Lunaria con nosotros.

-Por supuesto, general -Repitió Rosalie, aunque esta vez no parecía tan segura del orden.

La cara de Tanya también se había desplomado.

-Edward, no puedes hablar en serio. Sin tu hueste de guerreros, Denalia estará indefensa, ¿y en medio del conflicto entre los ruthariano y nuestros aliados, nada menos?

Se puso de pie abruptamente, extendiendo las manos en señal de rendición.

-Puedo admitir que mis palabras fueron… demasiado duras. Pero recuerda que tu gente también necesita a nuestros esclavos reproductores, Edward. ¿Vale realmente la pena poner en peligro el bien de nuestros dos pueblos por una humana inútil?

-Ella no es inútil, Tanya -Puse mi brazo alrededor de la cintura de Bee-lah y la acerqué a mí mientras le gritaba a la reina de Denalia.

-Ella es mi tesoro, mi mayor posesión, mi pareja. Con ella a mi lado, ya no necesito a tus esclavos reproductores.

Me volví hacia Bee-lah, acariciando mi mano contra su pálida mejilla para tratar de aliviar la confusión de su frente.

-No me detendré ante nada para mantenerla feliz y segura.

Con eso, dejamos a Tanya en el comedor con su harén. Mis guerreros nos siguieron. Pero durante todo el viaje de regreso al barco, Bee-lah siguió pareciendo preocupado.

-Edward, no necesitas hacer eso en mi nombre. Estuvo bien. Ella era solo una perra. No tenías que poner fin a todo tu comercio… por eso.

Me reí entre dientes ante la elección de palabras de Bee-lah. Conocía esta palabra, el término para las criadoras de animales, bastante bien, pero nunca antes había escuchado que se usara para referirse a un sensible.

-Ella te faltó el respeto, Bee-lah. Si me hubiera atacado, habría sido otro asunto, pero no permitiré que ninguna perra hable mal de ti.

-¿Querías decir lo que dijiste? ¿Sobre mí siendo tu mayor tesoro o lo que sea? -Bee-lah se sonrojó de nuevo.

Cuando moví las yemas de mis dedos de regreso a su mejilla, su piel ardió con mi toque.

-Cada palabra, vringna -Le aseguré, robando un beso mientras volamos sobre los campos de Denaliaa en la parte trasera de nuestro aerodeslizador- Cada palabra.