Llega un momento en la noche donde comienza a aburrirse de manera increible. Es cuando Ranpo desaparece sin avisar y pronto solo queda él apoyado en la barra con una bebida transpirando en su mano. Da un suspiro mientras busca en el bolsillo de su camisa el atado de cigarrillos, lo siente liviano, lo agita y escucha el pequeño golpe de dos solitarios palitos dando contra el cartón. Le sigue al primero un segundo suspiro, esta vez frustrado con la pobre caja más que con Ranpo, como si ella tuviera la culpa de que olvidó el fuego en su casa antes de salir.

Gira su bebida, el vaso repiquetea sin escucharse bajo el constante latido de la música tecno en el fondo. Tenía un nombre extraño cuando la pidió, aunque claro que apenas la tuvo en sus manos Ranpo la arruinó diciéndole que es solo vodka con naranja, que debería llevar otra bebida pero no la tiene y acaban de timarlo como a tantos. A él no le importa, se ve bonito con su color amarillo fluorescente bajo las luces danzantes en matices rosas, violetas y celestes.

Aunque se queje de él, realmente le gusta pasar tiempo con Ranpo, es gracioso verlo desglosar todo y dejar gente en ridículo. Lástima que tenga que hablar tanto de su ex, Edgar… uno creería que un ex debe ser olvidado, no referenciado cada media hora.

- Harvey Wallbanger - Dice en voz baja.

El nombre de la bebida vuelve a él y siente la necesidad de decirlo para que no se le vuelva a esfumar.

El club se encuentra concurrida, más de lo que acostumbra, mucho asalariado disfrutando pero hay, esta vez, un mayor volumen de policías en descanso. Se ha hecho una costumbre de hace rato, él ya conoce toda su rutina, a que bares van y cuantos son. Es importante conocerlos, siempre terminan dando datos importantes a los gritos una vez que están entonados gracias a la magia del alcohol. Se les nota a distancia por sus camisas baratas, su colonia aún más ordinaria y la multitud de anteojos negros emulando un mal programa de televisión ochentero.

Se agolpan en lo más profundo del lugar, en el segundo piso sobre la cabina del DJ. Los ve de lejos y comienza a acercarse, abriéndose paso entre los cuerpos tambaleantes a un ritmo ya lento de descanso entre temas agitados.

- ¿Tienes fuego? - Le pregunta a Ranpo cuando lo cruza, habla con dos extraños quienes parecen interesados al mismo tiempo que algo espantados.

- No, Tanizaki, tu olvidaste el tuyo -

Aprieta sus dientes, la sonrisa fanfarrona con la que lo dice es chocante.

- ¿Yosano? -

- Creo que fue al baño - El joven de saco marrón frunce el ceño, sus pequeños ojos parecen estar cerrados - Al de hombres… acompañada -

- Pobre diablo -

Hacen un pequeño silencio, en honor a quien haya sido arrastrado de manera inesperada y de quien no volverán a oír jamás (por unos días). Da una palmadita a su compañero quien ya ha vuelto a su modo verborragico con extraños y continua su camino.

Baja a la pista, sigue el ritmo con su cabeza pero la atraviesa y termina acercándose a la escalera, visible gracias a las luce rosa que atraviesan los escalones de manera horizontal. Una vez arriba se siente menos el calor de tanto baile agolpado en una pista relativamente chica, logra ver el grupo de polis, los usuales salvo por algunas caras nuevas consternadas que deben de ser novatos siendo obligados a pagar. Uno de estos se encuentra alejado del resto, el perfecto objetivo para divertirse un rato.

Tanizaki no podría llamarse detective privado si no fuese capaz de reconocer lo más simple de la personalidad de alguien con solo una mirada. Lo tiene descifrado, eso dice su ego, es posible que sea algo más complejo que eso pero si Ranpo puede hacerlo ¿Por qué no él?

El muchachito jorobado se endereza al notarlo tomando asiento en el mismo banco. Tanizaki lo hace de una manera un tanto brusca, se golpea la cabeza con la pared pero lo disimula muy bien. Comienza una canción más natural, menos llena de sonidos sintéticos, agradable voz femenina que dirige al grupo de gente a la pista con su eco como si de una sirena se tratara. El chico nervioso mira a quienes, seguro, son compañeros suyos bajando a la pista dejándolo solo con un extraño.

- ¿Fuego? - Levanta la cajetilla por si no se escucha su voz.

- Sí… - El chico busca en el bolsillo de su camisa, se inclina hacia él de manera torpe.

La llama se prende y el cigarrillo con ella. Prácticamente podría tocar su frente si moviera su rostro unos centímetros más adelante, al menos su colonia no es tan barata. El chico parece notar que el gesto fue innecesario y retrocede con un ligero tinte en las mejillas que se pierde entre tanto brillo nocturno.

Tanizaki queda algo confundido por el gesto, pero enseguida sabe por qué es. Cortesía para quedar bien con sus superiores, probablemente el pobre chico ni fuma y solo compró un encendedor para ser útil.

Le ofrece un cigarro, el único que le queda, el chico niega con la cabeza.

Entonces tenía razón…

- No vienes aquí seguido - Le dice de repente, vuelve a tensarse todo.

- No… ¿Es tan obvio? -

- Muy -

El chico suspira y su joroba reaparece. Levanta una mano temblorosa para volver su encendedor al bolsillo, donde descansa su billetera, la mira con ojos prácticamente llorosos comunicando perfectamente la razón por la que no le gusta estar allí.

- Soy Junichiro Tanizaki - Le dice el joven detective, el chico se recupera de su depresión momentánea.

El chico responde alzando una mano para saludar pero, antes de poder decir su nombre, la esconde avergonzado. Tanizaki no lo menciona pero lo ve directo, detenidamente.

Su mano se encontraba golpeada, sin una señal de que sean cortes propios, son heridas ocultas pertenecientes a alguien que ha peleado. Una pelea reciente, importante si es que ha golpeado con tanta fuerza… y si ha sido una pelea reciente entonces el hecho de que el chico no tiene una sola marca en su cara es indicador de que ha ganado perfectamente.

- Soy Atsushi Nakajima - Dice, pidiendo perdón con su mirada temblorosa - Trabajo en la comisaría local… Ah pero… no preguntaste eso -

¿Quién es este niño de apariencia frágil y manos manchadas con violencia?

De repente la noche le trajo un enigma por resolver… y Tanizaki no puede evitar sonreír.


The less I know the better - Tame Impala


Una idea fugaz sin mucha forma, inspirada en música, descontroles personales (y ajenos) y el misterio que esconden las luces brillantes. Gracias por leer.