¡Arrancamos!
El nerd que nunca tendré.
Sinopsis: En la preparatoria todo es estatus, Sakura lo sabe bien, pues hizo hasta lo impensable para estar donde está.
Su corazón es bueno, pero no sabe confiar, se deja llevar por lo que dirán los demás y no cree que eso vaya a cambiar.
Hasta que un día llega un chico muy diferente a los demás que sin realmente intentarlo se le mete debajo de la piel.
¿Cambiar, seguir el guión, dejarse llevar?
Puede que cada decisión la aleje de lo que más anhela y le haga ver que la vida no se trata sobre apariencias.
Todas sus mañanas eran lo más cliché y repetitivo que podía existir.
Casi recién bañada, con la ropa más moderna y el perfume más sutil, pero atrayente, caminaba por el mar de estudiantes que se abría como si fuera Moisés frente al Mar Rojo para que pasara junto a sus amigas.
Era como la escena épica de "Mean girls", con la diferencia de que ella no era la recién llegada que caía en un bote de basura.
Sin embargo, su subida a la cima fue dolorosa y un tanto perversa.
Casi no pensaba en eso, en esos tristes años de sexto y séptimo, le gustaba concentrarse en el presente, en la mirada de admiración que provocaba en algunas féminas de su escuela.
Y es que su piel blanca y perfecta, hacía un perfecto contraste con sus ojos verdes, labios rosados, mejillas ligeramente coloradas, cabello castaño claro junto a un cuerpo esbelto y perfecto que casi le costó un ida al hospital.
Bajar veinticinco kilos, en tres meses, casi la lleva al cementerio. Pero lo valió, la talla tres de sus jeans eran prueba de ello.
Todo para estar en ese lugar donde alguna vez estuvo la rubia que caminaba a su izquierda, mientras abrazaba al loser número tres del semestre.
Llegó a su locker y lo abrió, se revisó el muy ligero maquillaje que llevaba y luego recordó las materias del día.
La otra chica a su lado derecho, sacó una liga de su casillero y con ella sostuvo en alto su larga y sedosa cabellera negra, para después buscar el libro de matemáticas avanzadas que tenía al fondo.
Si algo admiraba de su otra amiga, era que no solo era hermosa a nivel modelo, también cargaba con el título de ser la chica más inteligente de toda la escuela.
—¿Escucharon que hay un alumno de intercambio? —preguntó la rubia a su izquierda al sacar su libro de literatura—. Dicen que es chino.
—¿Ya le echaste el ojo, querida amiga? —cuestionó de regreso la pelinegra mientras revisaba unas notas—. Llevas una semana con Kaito...
La otra bufó y entornó los ojos con hastío.
—No soy una zorra, Tomoyo, solo les comento el chisme del día —farfulló.
—Eso te dices a ti misma, Akiho querida —murmuró la aludida al sacar su celular.
La que escuchó todo el intercambio evitó sonreír, no era novedad para nadie que sus dos amigas se soportaban porque la tenían a ella en común, pero no podía negar que Tomoyo tenía razón, Akiho no tenía la mejor de las reputaciones.
—Lo comento porque aquí, nuestra querida Sakura, necesita quién le dé cariño; tú con Eriol y yo con mi Kaito... Me siento un poco mal.
Iris verdes miraron hacia arriba antes de sacar del fondo la lista de materias extras que debía llevar si quería entrar a la universidad de sus sueños. Akiho intentaba con todo su ser no aventar veneno en su dirección, pero desde que le ganó la presidencia estudiantil y la corona en el baile de invierno, esa tarea se volvió cada vez más titánica.
Guardó sus libros y cuadernos antes de mirar a los expectantes ojos azules que la veían con ironía, le dio la sonrisa más amable que pudo y suspiró en aparente frustración.
—No te preocupes por mí, Akiho, los libros son buena compañía. Mejor cuida de tu relación —dijo y señaló a espaldas de la rubia dónde Kaito estaba hablando muy de cerca con la líder de las porristas—. No todas las relaciones son fuertes como la de Tomoyo y Eriol —concluyó en un susurro antes de que la mencionada la viera con las cejas levantadas y volteara para soltar un leve quejido.
Sakura no esperó, se dio la vuelta y junto con Tomoyo se dirigió a su salón de clases. Su amiga, obviamente, iba riendo como si le hubieran contando el mejor chiste.
—Eso fue bajo —señaló entre risas la de cabello negro y ojos amatistas.
Sakura se escogió de hombros antes de detenerse en la puerta de su aula.
—Si sigue de perra solo logrará que la saque del equipo de biología, no ha hecho ni la portada y es por nuestra amistad que no digo nada.
Tomoyo soltó un silbido y entornó los ojos.
—Esa amistad es unilateral, Sakura, pero no lo quieres aceptar. —Negó y sacó su celular —. ¿Nos vemos en el receso?
Sakura sacó un libro de su mochila mientras respondía—: Si prometes no comerte a Eriol frente a mí...
Su amiga soltó una sonora carcajada y movió la cabeza de lado a lado.
—Trataré.
Dicho esto, se despidieron y cada quien se dirigió a su respectiva aula con la promesa de otro día largo y aburrido en la preparatoria Tomoeda.
Horas después, Sakura hizo una fina línea con los labios cuando leyó el mensaje que Akiho le envió. Ella entendía que a la chica le valieran tres pepinos sus calificaciones, pues no todos tenían unos padres adinerados que podían pagar cualquier matrícula.
Pero ella era diferente, no quería entrar a la universidad por palancas ni presionar a su padre con una alta colegiatura. No cuando todo lo que el hombre hacía era trabajar para darle un buen nivel de vida.
Así que leer que la rubia pensaba saltarse la clase de biología, le llenó el estómago de acidez.
Tenían que trabajar en su proyecto, debían entregar avances y había un experimento pendiente... Y la desgraciada quería irse a toquetear con Kaito a algún lugar de la escuela.
Ojalá la atraparan, de nuevo.
Estaba escribiendo un mensaje lleno de odio hacia Akiho, pero con destino al celular de Tomoyo, cuando vagamente escuchó la puerta abrirse y un intercambio entre tres personas.
No volteó, estaba buscando el sticker de Elmo en llamas para hacer más énfasis en el: "espero los atrapen con los pantalones abajo"
—¿La distraigo, señorita Kinomoto?
Levantó la cabeza con la boca medio abierta, luego sintió sus mejillas llenarse de calor al ver al director en la puerta con una mirada de pocos amigos; negó y rápidamente guardó su teléfono. Todo sin prestar atención al chico en medio de sus autoridades escolares.
—Bien, joven Li, el único lugar libre es junto a la señorita Kinomoto; por favor toma ese.
Hasta oír eso, fue que se fijó en el recién llegado que con pasos titubeantes se acercó.
Era alto, mucho más que ella, con cabello de color castaño oscuro, pero peinado con tanto gel que seguro aguantaría una roca. Usaba unos enormes lentes de botella y unos zapatos ortopédicos de suela gruesa.
Llevaba la polo de su vestimenta metida en el pantalón perfectamente bien planchado, junto a una mochila café, cuadrada, que parecía del año del caldo.
Con razón las chicas de su salón no hicieron alboroto, era un nerd en toda la extensión de la palabra.
Una vez que tomó asiento, se puso a sacar sus cosas mientras Sakura lo miraba de reojo. Sus movimientos eran un tanto torpes, estaba nervioso en extremo y se le notaba. Cuando tiró su cuaderno y lápiz, ella se inclinó para ayudarlo.
—Perdón, gracias —dijo él atropellando las palabras.
Bueno, hasta tenía brackets el pobre chico.
Ella asintió de regreso y retomó su lugar, se sintió un poco mal por el nuevo que se veía más perdido que un alien, así que después de pensarlo un poco, lo miró de soslayo.
—En mi primer día incendié la última mesa del laboratorio —susurró.
El joven la miró con las cejas levantadas y la boca entreabierta. Sakura se encogió de hombros y luego apoyo la mejilla en la palma de su mano para después pretender que ponía atención a lo que la maestra indicaba.
Pero cuando notó el ligero sonrojo en las mejillas del nuevo, no pudo evitar sonreír, divertida, al provocar algo así de tierno en un chico tan diferente a todos los que había.
NA: ¿Qué les pareció la intro?
Otra vez usaré a Akiho como antagonista jejejeje, pero los villanos en esta historia serán los mismos protas, créanme ;)
No sé qué tan largos serán los capítulos, este originalmente tenía 600 palabras, pero añadí la segunda escena, de una vez echamos la carne al asador.
¡Nos vemos en una semana!
