Proximidad
Escrito para el concurso "Fujofiction" de Latam BL Day.
Con el tema: beso.
A veces a Lan Sizhui le resulta muy difícil no sucumbir a las enormes ganas que tiene de besar a Jin Ling, pero nunca tanto como en esos instantes cuando el rostro de su amigo está apenas a unos centímetros del suyo. Y no solo su rostro, sino todo Jin Ling está cerca de él, demasiado cerca, si se mueve un poco incluso estarían tocándose. Y el solo pensarlo hace que tema por su pobre corazón, que ya de por si latiendo tan fuerte que está seguro de que su amigo escucha a la perfección.
—Inténtalo de nuevo —dice Jin Ling con voz ronca de tanto gritar pidiendo ayuda.
El tono hace que a Lan Sizhui le recorra una sensación deliciosa en todo el cuerpo. Y, tratando de ocultar su sonrojo que delata todo lo que está sintiendo, se concentra para mandar la energía a sus manos para intentar romper las paredes. Llevan horas haciendo eso, ya que no se atreven a sacar sus espadas, la cercanía entre ambos hace que cualquier maniobra pudiera resultar en un corte accidental. Pero el resultado es el mismo, ni una pequeña grieta se hace en ellas.
—Cuando salgamos de aquí voy a asesinar a Lan Jingyi.
Lan Sizhui asiente, para indicar que piensa hacer lo mismo, y suspira. Le duelen las manos y los brazos por intentar salir y las piernas de tanto estar de pie en una misma posición, pero eso no es lo preocupante, sino que con cada segundo que pasa es más difícil controlarse. Trata de no ver a Jin Ling la cara, sus mirada yéndose cada vez a sus labios o a sus ojos; ambos le provocan demasiadas ganas de besarlo, de inclinarse los cinco centímetros que le saca y extender su brazo para rodear su cintura para estar aún más cerca. Sí que va a matar a Lan Jingyi.
Los cuatro juniors (Lan Jingyi, Ouyang Zizhen, Jin Ling y él) habían ido a investigar unas ruinas donde, según los locales, habían desaparecido un grupo de niños. Las ruinas eran de un palacio que, según las historias, había pertenecido a un noble que se había interesado por las artes oscuras, decía que demonios le indicaban cómo construir su casa, por lo que más que un palacio era una especie de laberinto, con cientos de habitaciones, puertas secretas, escaleras que daban a ninguna parte y puertas al vacío. Su locura había ido alejando a toda su familia, menos a su hijo más pequeño, quien fue el que lo encontró muerto en su despacho, rodeado de pergaminos y con dibujos de sangre en el piso. Quién sabe qué ritual estaba intentando llevar a cabo. El hijo se fue apenas arregló los servicios funerarios de su padre y la casa quedó en el abandono. A veces los niños se retaban a entrar, pero no pasaban de las primeras salas, pues se asustaban y antes nunca se había perdido nadie en su interior. Hasta ahora.
Desde que entraron a ese lugar sintieron que efectivamente había cosas ahí. Cautelosos habían ido marcando las paredes para evitar perderse en los pasillos enredosos y las sombrías habitaciones, atentos a cualquier peligro y también a cualquier pista que los llevara con los niños.
Y luego empezaron a encontrar las trampas. Por qué alguien pondría trampas en su casa era algo que se escapaba del entendimiento de todos, al menos no eran mortales. Pero luego de evitar caer en algunas de ellas lo más lógico es que no tiraras de una palanca en medio del muro, excepto que para Lan Jingyi no había sido tan lógico y había hecho justo eso, activando una puerta secreta de la cual habían salido cinco marionetas que los atacaron.
—¡Son los niños! —gritó Lan Sizhui, para advertir que tuvieran cuidado al enfrentarlos de no lastimar sus cuerpos, mientras que esquivaba uno y apretaba un punto en su cuello para dejarlo inconsciente, al no obtener resultado complementó—. Algo debe estarlos controlando.
Lan Jingyi miró hacia donde habían salido los niños y señaló. Contra él estaban dos de los niños, que intentaban lastimarlo.
—Hay unos símbolos ahí, eso debe ser.
Lan Sizhui y Jin Ling se lanzaron al mismo tiempo hacia la habitación y justo alcanzaron a voltear para ver si los seguían sus otros dos amigos cuando vieron que los dos niños se habían aferrado de las piernas de Lan Jingyi y que lo hacían perder el equilibrio, haciéndolo caer justo contra la palanca, sellando la puerta y dejando a los dos ahí. La habitación no tenía otra puerta, pero no se preocuparon pues asumieron que los sacarían de ahí.
Mientras eso ocurría revisaron los trazos en la pared, Lan Sizhui se río al darse cuenta de que era un arreglo muy sencillo que permitía hacer posesiones. Lo borró con la manga de su túnica y trazó otras líneas para contradecirlo.
—Lan Jingyi, ¿tanto te está costando enfrentarte a unos niños? —gritó Jin Ling cuando terminaron.
Tuvo silencio como respuesta.
—¡Lan Jingyi!
Esta vez sí ocurrió algo, pero no se abrió la puerta, sino que las paredes comenzaron a moverse. Los dos se acercaron, espalda con espalda en el centro del cuarto mientras que veían cómo el espacio se iba reduciendo.
—Nos va a aplastar. ¡Lan Jingyi lo que sea que estés haciendo ábrenos!
No los aplastó, pero los dejó atrapados en un espacio en el que apenas cabían los dos de pie.
—Espero que no les haya pasado nada —dice Lan Sizhui para romper el silencio que cada vez lo ahoga más, distraerse del deseo que va creciendo y de la sensación de mariposas revoloteando por su estómago y sus venas por la cercanía.
—Yo espero que nos saquen de aquí —Jin Ling se recarga contra la pared y cierra los ojos.
Solo entonces Lan Sizhui se permite mirar a su amigo con tranquilidad, sin miedo a que su expresión lo delatara. Admira su rostro, el perfil semi iluminado por los pequeños orificios en la esquina de arriba del muro —habían intentado gritar por ahí o golpear ahí, no era más frágil el muro en esa parte—, la mandíbula perfecta y el cuello delgado. Jin Ling se lame los labios y Lan Sizhui hace lo mismo, se mordisquea el labio inferior para tratar de dominarse. Escucha su corazón en los oídos y no deja de pensar «bésalo, bésalo, bésalo, bésalo».
No puede soportarlo más.
Se inclina hacia adelante y coloca una mano justo arriba de la cabeza de su amigo, para sostenerse, y con la otra mano acaricia la mejilla de Jin Ling, quien abre los ojos asustado y se sonroja de inmediato.
—Lan Sizhui, ¿qué…?
Lo calla con su boca. Besándolo con más ímpetu del que planeaba. Jin Ling se tarda unos segundos, pero pronto comienza a devolver el beso. Lan Sizhui abre los ojos, pues los había cerrado al besarlo, sorprendido porque se esperaba ser rechazado, sonríe sin dejar de besarlo y, envalentonado, profundiza el beso, introduciendo su lengua. Una descarga de placer lo recorre de pies a cabeza.
La mano con la que lo sostenía bajó hasta deslizarla por detrás de la cabeza de Jin Ling, encontrando su hogar en la nuca del chico, cuyas manos se aferran a la espalda de Lan Sizhui, sosteniéndose como si temiera que las piernas le dejaran de responder. O al menos eso piensa él, pues se siente derretirse ante el calor que siente en esos momentos.
Recorre su mano acariciando el cuello de Jin Ling, y traza con su pulgar la clavícula. Esto provoca un jadeo del otro y Lan Sizhui siente que podría morirse en ese instante y lo haría feliz.
En ese instante los muros comienzan a moverse de nuevo. Lan Sizhui alcanza a sostener de la cintura a Jin Ling para que no caiga hacia atrás y aprovecha para estrecharlo contra sí. Se miran entre avergonzados y excitados, aliviados también pues esperan eso significa que saldrán de ahí.
La puerta abriéndose hace que decidan separarse, tratar de aparentar que no ocurrió nada. Lan Jingyi y Ouyang Zizhen los esperaban junto con los niños, que lucían terriblemente espantados e incluso uno lloraba, pero al menos ilesos.
—Estúpido Lan Jingyi. ¿Por qué tardaron tanto?
Explicaron que el tropezón había roto la palanca. Al poco los niños volvieron en sí, gracias a que habían revertido el arreglo, pero no hallaban la forma de abrirles, y los golpes y espadazos no hacían nada. Buscando eso encontraron un ladrillo que se hundía, pero no hacía nada (en realidad sí, hico que los muros se achicaran, pero desde afuera ellos no lo notaron). Buscaron en otros cuartos y al no encontrar nada, volvieron a intentar con la palanca, tras muchos intentos lograron moverla y, así, liberarlos.
Claro que nunca iban a reconocerlo, pero ambos estaban agradecidos por el accidente. Ahora el problema era que habiendo probado lo que era besar a Jin Ling le costaba resistirse a hacerlo todo el tiempo. Más cuando Jin Ling le sonreía así cuando sus amigos no los veían.
Notas:
Es la segunda vez que escribo de estos dos a quienes adoro. Y en realidad no fue mi primer idea para el concurso, pero lo que estaba haciendo se salió tantitito de control y va a necesitar se más largo (no mucho más) del límite de palabras, así que algún día, ya que lo acabe existirá. Mientras hice esto en el que saco a relucir mi gusto por los espacios reducidos y los besos robados en los fics. Espero les haya gustado.
Ah, y chequen las actividades que tendrá Latam BL Day, porque la neta está bien bonito que organicen un evento así en español, más en latinoamérica, en honor del BL, porque ¡larga vida a nuestras ships gays!
Ahora sí, gracias por leer y byeee~
