Severus Snape se encontraba degustando con parsimonia el whisky doble que había pedido apenas llegar a bar.

Sus ojos vagaban despreocupadamente por el lugar, permitiéndose admirar la cantidad de muggles que asistían a aquellos rincones en busca de un poco de diversión.

Se permitió lanzar un bufido de fastidio por haber aceptado asistir a semejante lugar a encontrarse con su ahijado.

Dirigió una mirada a la entrada del lugar, preguntándose, porque había decidido acudir antes de la hora acordada, a un lugar lleno de muggles.

–Disculpe, ¿Puedo sentarme?

Una delicada voz se hizo notar por encima de las notas de jazz que sonaban en el lugar. Severus volteo el rostro observando a una morena de largo cabello castaño oscuro, sus ojos chocolate lo observaban con curiosidad y el solo asintió regresando su mirada a la puerta del lugar.

La joven mujer tomo asiento a su lado, manteniendo una distancia prudencial del hombre de imponente mirada azabache, los pantalones de vestir negros y aquella camisa del mismo color cubierta por un abrigo largo del mismo negro color le hacía ver imponente.

Se sentía impresionada e intimidada por su presencia, fue por ese mismo motivo que había decidido preguntarle al hombre si podría compartir asiento en aquella mesa a su lado, era mucho mejor estar al lado de un hombre que emitía una clara señal de peligro, que mantenerse sola en la barra a merced de cualquier estúpido que quisiera intentar llevársela a la cama esa noche.

Desafortunadamente, abundaban los idiotas en el mundo.

–¿Puedo ofrecerle algo, señorita?

Un camarero apareció en la mesa con una libreta, sonriendo a la mujer que sonrió en respuesta. Severus apenas dedico una mirada a los acontecimientos.

– Cavernet, por favor.

– ¿Desea la botella?

–Una copa bastará, muchas gracias.

–¿Y para el caballero?

El hombre giro el rostro al camarero y señalo su vaso.

–Una botella de whisky y más hielo.

–Vuelvo enseguida.

Se mantuvieron en silencio, escuchando el suave sonido de la música jazz flotar en el ambiente, no se hablaban y tampoco se miraban, eran compañeros de mesa pero no por ello buscaban crear un ambiente de comodidad para el otro. Cada quien sumido en sus pensamientos, hasta que el camarero regreso con el correspondiente pedido de cada uno, trayendo un extra con él.

–Para la dama. – Dijo entregándole una rosa y colocando en la mesa una copa de champan. – El caballero de la barra pregunta si podría concederle un baile.

La mujer no lo noto, pero era observada por el hombre oscuro que era su compañero de mesa, aquel que sonreía divertido por la cara de fastidio que había colocado al escuchar aquello.

–No pedí el champan, retíralo de mi vista.

–Pero…

–Y asegúrate de mencionarle al remedo de hombre que intento hacer este patético intento de coqueteo que la próxima vez puede ahorrarse sus baratos intentos de conquista y deje a los demás disfrutar de una velada tranquila.

–Como la dama ordene.

La mujer vio al camarero retirarse siguiendo sus indicaciones, observo como la cara del hombre en la barra se distorsionaba en una mueca de molestia al mirarla nuevamente, ella solo tomo su copa agitándola antes de dar un pequeño sorbo con una sonrisa cínica en su dirección.

–Pedante pedazo de mierda…

Severus escucho el murmullo de aquella mujer permitiéndose una mirada divertida por la situación.

No solía gustarle salir fuera de su casa a encontrarse con sus conocidos en cualquier parte, usualmente se encontraba en su casa de la hilandera, visitando a los Malfoy o en algún lugar discreto del mundo mágico.

Después de haber sobrevivido a dos guerras mágicas lo único que le quedaba era disfrutar con dignidad de la solitaria vida que le quedaba, solo asistiendo a las ocasionales reuniones realizadas por el hijo de la mujer que había amad en el pasado.

Pero admitía que era refrescante salir un momento de las viejas costumbres, aquel bar era calmado, la bebida era buena, y aunque no lo había planeado… La compañía que se había presentado a su mesa no era desagradable.

La mujer vestía pantalones negros pegados al cuerpo, unas botas de tacón grueso hasta los tobillos y una camisa manga larga cuello de tortuga que aunque cubría su cuerpo, dejaba a la vista sus curvas de mujer.

Era sugerente sin ser vulgar, pero la energía que ella irradiaba era de completa indiferencia.

La observo degustar de a sorbos su vino, mirando a la banda de jazz en el escenario de manera distraída, casi como si no prestara atención a nada a su alrededor.

–No todas las damas rechazan tan abiertamente las proposiciones de un caballero.

Su gruesa y sedosa voz se escuchó, haciendo sobresaltar a la mujer que lo miro perpleja ante su comentario, para luego solo dar una pequeña sonrisa y jugar con el contenido de su copa, dispuesta a seguir con la conversación.

–No disfruto de las invitaciones de vulgares neandertales que solo piensan con aquello que les cuelga entre las piernas, señor.

El hombre asintió a sus palabras, disfrutando disfrutar como aquella mujer usaba palabras similares a las que él había utilizado muchas veces con sus incompetentes estudiantes.

–Una mujer como usted parece sabia, al no dejarse influenciar por esos burdos avances.

–Eso es gracias a que poseo un cerebro capaz de pensar por sí mismo, no como la gran mayoría de los idiotas que se encuentran en este bar, disfruto de venir aquí después del trabajo para relajarme, por cierto… Me llamo Isabel Vance, profesor Snape.

El hombre la miro con asombro, observando el rostro divertido de la joven frente a él.

–¿Me conoce?

–Es imposible no conocer a uno de los héroes del mundo mágico, sin embargo, a diferencia de muchos, lo que me agrada de su persona es que no espera que el mundo entero le esté besando el trasero… Aunque tenga más derecho que nadie a solicitarlo.

La mujer tomo lo que quedaba de su copa, haciendo una señal a la barra para pedir un nuevo trago.

–No me parece conocerla.

–Eso es porque no soy una sabelotodo engreída que buscara de la atención de los profesores, mi principal meta era graduarme con notas sobresalientes y dejar un buen precedente de mi conducta, no atormentar a mis profesores con mi presencia.

La mujer apoyo su cabeza en sus manos mirándolo casi con dulzura, Severus tuvo que admitir, que le agradaba poder conversar de aquella manera con una mujer, esa platica casual con un pequeño toque a la defensiva, le resultaba un contraste de su acostumbrada vida monótona.

–Señorita Vance, me sorprende.

–No más de lo que me sorprende a mi verlo en este lugar. Sin embargo, aquí estamos, debo decir que espero no se moleste, me aproveche de usted, sabia que nadie se atrevería a acercarse a esta mesa si usted estaba aquí… Me encanta este lugar pero, ya estoy harta de los estúpidos sin cerebro.

Severus miro las mejillas sonrojadas de la mujer, sus labios rosados y su rostro sin maquillaje mostraban una apariencia relajada en contraste con su atuendo sencillo, realmente se veía aliviada, le dio un asentimiento como respuesta, preguntándose cuando llegaría su ahijado y sintiéndose un poco disgustado ante el pensamiento de irse de aquel lugar.

–No tiene que preocuparse, me alegra saber que una mujer como usted, tiene pensamientos más importantes que hacer caso de una panda de centauros en celo.

Ella rio sin poder evitarlo.

Se miraron por un momento, dejando que el sonido de la música los envolviera, otra copa fue depositada en la mesa y ella la tomo con calma, observando con tranquilidad el líquido de aquella copa de cristal, movió el contenido, olio profundamente el vino y luego dio un sorbo sonriendo y lamiendo sus labios.

Realmente parecía estar disfrutando el momento.

–Debo decir, que pese a que no fue un profesor fácil, eso no quita que sus métodos me ayudaran a mejorar mi rendimiento académico, debo agradecerle que alimentara esa… Necesidad de probarme a mi misma lo que era capaz de lograr. No me malentienda, se le notaba que no deseaba enseñarnos, su pasión radica en los calderos, pero la enseñanza no creo sea algo que le agrade.

–No se lo puedo negar, realmente no es de mi agrado un montón de jóvenes incapaces de seguir correctamente el procedimiento para la elaboración de una simple poción, pero saber que hay estudiantes como usted, que realmente supieron aprovechar el tiempo, me resulta gratificante.

–Lo tomaré como un cumplido.

El hombre miro aquella sonrisa dulce aparecer en sus labios y se sintió extraño de recibir tal muestra de afecto de alguien que había sido su estudiante, la verdad sea dicha, muy pocas personas le habían proporcionado afecto, nunca, ni siquiera en su juventud, había sido receptor de aquellos gestos, pero no deseaba ser desagradable, o cruel con una mujer que simplemente había deseado compartir un asiento a su lado.

Pensó por un momento en su vida, allí en ese bar mientras la miraba regresar su atención a la banda en el escenario.

¿Realmente había valido la pena el entregar su vida a una mujer que no lo amaba? ¿A una mujer que había amado a otro?

No, no había valido la pena, era un desafortunado suceso que si bien demostraba su capacidad de lealtad, de fidelidad y compromiso, al no ser correspondido solo quedaba como un trágico mártir, un hombre dedicado a la soledad.

¿Qué hubiera pasado, si no hubiera sido de ese modo? Se imaginó joven nuevamente, compartiendo aquel momento con veinte años menos, intentando de alguna manera saber lo que hubiera hecho en aquellas circunstancias de encontrarse nuevamente en ese lugar pero con una versión más joven de sí mismo.

Se encontré deseando haber actuado, haber tenido las agallas de hablar con normalidad con cualquier mujer que fuera capaz de cautivarle o provocarle algún sentimiento de calidez como el que había sentido hoy. Deseo haber conocido a alguien que se hubiera interesado lo suficiente en el como para impedirle sellar su destino a una mujer.

Una mujer que ya no amaba

Una mujer por la que había dado todo, pero que había abandonado su corazón en cuanto tuvo tiempo de pensar seriamente en todo lo que tenía.

Era un hombre de cuarenta y seis años, libre de cualquier atadura y con la estampa de héroe de guerra, con una vida por delante…

En soledad.

– ¿No le parece hermoso? – Le saco la joven de sus pensamientos. –La música, el cómo transporta el ama y la lleva a otro universo, es casi como hacer magia… Es casi como si se escucharan los anhelos de quienes tocan los instrumentos…

Observo a la mujer cerrar los ojos al ritmo de la música, dejando que su cuerpo se dejara llevar por aquella melodía suave.

Lo anhelaba, realmente anhelaba la oportunidad que nunca se permitió tener, aquella oportunidad que dejo perder, que relego al olvido junto con sus años de juventud.

¿Era demasiado tarde?

–No suelo disfrutar mucho de estos lugares como para saberlo.

– ¿No? Es una pena… Debería salir más, profesor. Ya no hay una guerra que se lo impida, es libre de vivir la vida que desee, de hacer lo que le plazca, por favor… No se relegue a vivir en soledad, ahogando sus penas bebiendo solo por la esperanza de existir diariamente.

La joven tomo un sorbo de vino, mostrando sus ojos al hombre de mirada oscura, encontrándose con una mirada derrotada.

–No creo que me encuentre en edad de hacer lo que dice, señorita Vance.

– ¿Sabe algo? Mi padre conoció a mi madre cuanto tenia cincuenta señor, y cada vez que habla sobre ello, dice que fue gracias a ella que comenzó a vivir realmente. Por lo cual no ponga de excusa a su edad, somos magos, nuestra vida es más larga que la de un muggle normal, no deberíamos arrepentirnos, o dejar que los demás nos controlen solo por temor de lo que dirán de nosotros.

La mujer lo miraba con curiosidad, como si esperara que de verdad no se dejara influenciar por motivos inexistentes, que realmente se preocupara por vivir.

Y él pensaba hacerlo.

–¿Puedo pedirle su asistencia?

–¿Disculpe?

–No conozco muchos lugares con buena música, no tuve tiempo de pasear demasiado, si pudiera guiarme, tal vez incluso ayudarme…

La mujer sonrió, sintiéndose un poco sonrojada por la idea, la verdad era que siempre había sentido cierta atracción hacia su profesor de pociones, su apariencia oscura, esa aura de peligro parecía llamarla cual canto de sirena.

Lo suficiente como para robarle el aliento ante semejante oportunidad.

Asintió, intentando ocultar la sonrisa que se formaba en sus labios.

–Supongo que podríamos unir esfuerzos, no suelo acudir a muchos lugares, me resulta intimidante encontrarme rodeada de asquerosos chupasangres que parecen listos para saltarme a la yugular.

–Será un honor para mi escoltarla.

–¿Sabe bailar?

La repentina pregunta lo tomo por sorpresa, pero asintió.

–No puedo decir que domino todos los estilos pero, siempre he sido un buen bailarín ¿Puedo preguntar el por qué la pregunta?

–Algunos de los lugares que conozco siempre evito visitarlos por ese pequeño detalle.

El hombre asintió comprendiendo las palabras de la joven frente a él, sonriendo con condescendencia.

–Si le apetece y llegamos a encontrar la oportunidad, nuevamente, sera un honor escoltarla.

–Nunca imagine que el profesor Snape, terror de las mazmorras pudiera actuar con mucha más caballerosidad que la panda de tarados que habitan en esta tierra, sin embargo… Es una grata sorpresa.

La joven lo miraba con un brillo divertido en los ojos antes de verse interrumpida por una tercera voz.

–Padrino.

Draco llegaba y los miraba a ambos con una ceja alzada, miraba a Severus con un indicio de sonrisa en sus labios, causándole a Severus unas tremendas ganas de lanzarle un petrificus.

–Bueno, me temo que debo retirarme, fue un placer gozar de su compañía profesor Snape, espero repetirlo en otra oportunidad, Malfoy.

Con una rápida despedida, tomo su copa y se alejó a la barra, donde pago la cuenta de todo lo que habían tomado ella y el profesor, y sin mirar atrás, salió del lugar.

Severus se volteo a Draco, con una mirada decidida.

– ¿Qué sabes de Isabel Vance?

Draco lo miro sorprendido.

–Eh… La familia Vance no es tan conocida entre las familias del Londres mágico, pero goza de un buen nombre entre la comunidad de Sudamérica y Canadá. Según tengo entendido, Isabel Vance es sangre pura. No sé más que eso. ¿Por qué?

El hombre miro a la entrada del bar, por donde la joven mujer había desaparecido.

–Creo que tengo derecho de darme una oportunidad.

–¿Estás seguro? Isabel Vance nunca mostro interés por ningún chico en su estancia durante Hogwarts, prefería pasar sus tardes sentada cerca del bosque prohibido, escribiendo o leyendo algún libro, nunca tuvo demasiados amigos y según entiendo, era bastante callada y reservada, lo suficiente como para apenas ser notada.

–No es algo usual para mí hacer esto… ¿Sabes en que pensaba mientras te esperaba? Que pude haber vivido un poco más cuando era joven ¿Qué me lo impedía? Justo ahora me doy cuenta de que si bien ser fiel y leal es una cualidad que cualquier persona valora, no sirve de nada si la persona a quien soy fiel no esta conmigo. Desperdicie mi vida a una mujer que amaba a otro ¿Para ser infeliz? Y ahora sigo vivo después de la mayor guerra mágica, de pelear en dos frentes jugándome el pellejo a cada segundo. ¿Tengo que pasar mi vida en solitario?

Draco lo miro con cuidado, su padrino se veía cansado, extenuado, harto de tener que vivir constantemente con el fantasma de su pasado, cargándolo como lastre. Asintió con gravedad.

– Encontrare todo lo que pueda sobre ella.

–No quiero que se entere, se discreto.

Draco sonrió.

–No te preocupes padrino, tendre toda la información posible antes de lo que piensas.

El hombre asintió, viendo como el chico tomaba asiento a su lado.

Sintiendo su corazón latir desbocado, término de un solo trago el contenido de su vaso, el whisky pasó por su garganta pero realmente no lo había sentido.

El nudo en la garganta por lo que estaba a punto de hacer, era demasiado grande como para pasarlo con un trago tan ligero.

Necesitaría algo más fuerte.

¡Hola mis amores! Regreso de nuevo como escritora a la plataforma, realizare una serie de one-shots sobre Severus, la verdad sea dicha, todavía me duele de sobremanera no solo su muerte, también la de Alan.

Este año regreso repotenciada, pienso terminar un proyecto personal y aparte planeo editar y retomar los proyectos que por motivos personales no pude terminar en el momento, todavía no comenzare con la edición de mis fics y no se realmente cuando pueda tener tiempo.

Muchas gracias a las que me leen, dejen sus comentarios y recuerden que si quieren ver más de mi trabajo y no solo fics, siempre pueden seguirme en Instagram o Wattpad buscándome como rosabeila

En Facebook como Rosabeila Biselie Arocha, agradezco mucho su apoyo este año espero poder colocarme de lleno a tener mucha más presencia online para conseguir algunos objetivos que deseo.

¡Voy a por todo!