UN FUTURO JUNTOS
--
—¡Listo! ¡Va hacia ti, Inuyasha! —Grito Miroku a lo alto después de haber lanzado un pergamino sagrado hacia aquel monstruo.
Había un cielo nubífero y un viento frío pero muy fresco. Era un excelente día para exterminar monstruos, ¿no?
Inuyasha sacó a colmillo de acero acudiendo al llamado del monje.
—¡Viento... cortante!
Así, con un solo movimiento de su espada dirigido hacia aquel ciempiés enorme causante de algunos desastres en una aldea por la que pasábamos, se hizo trizas.
—¡Bien hecho, Inuyasha! —Replique junto a Miroku y Sango.
Después de recibir los agradecimientos de los aldeanos junto a unos pequeños regalos, regresamos a la Aldea para tomar un descanso en la casa de la anciana Kaede. Cuatro días habían pasado ya y no sabíamos nada, absolutamente nada del paradero de Naraku o de alguno de los fragmentos de la perla de Shikon. Lo mejor sería regresar.
Buscaba unos libros dentro de mi mochila y cuando los saqué, de uno de ellos salió una un pequeño pedazo de papel amarillento, tenía una fecha escrita.
—¡Oh, no puede ser! —Mi grito llamó la atención de los demás. Tal vez exagere un poco.
—¿Ocurre algo, señorita Aome? —Preguntó Miroku con preocupación en su voz.
—No, no es nada grave. —Titubeo. —Pero verán... —Lo último que dije llamo la mirada curiosa del colmilludo.
—¿Qué sucede, Aome? --Preguntó alzando una ceja, sentándose a mi lado.
—Tengo un par de exámenes estos días y no he estudiado nada. Tengo que irme. Ya. Ahora. —Presione los ojos esperando sus reclamos, y como lo supuse.
—¿¡Qué!? ¡Ni creas que vas a regresar!
—Por favor, Inuyasha. Regresaré pasado mañana después de haber terminado. —Suavice mi voz tratando de convencerlo y conservar la calma. Aunque tratándose de él, estar en calma era difícil.
—¡No seas tonta! ¡Te necesitamos para saber dónde están los...
—¿¡Qué!? ¿¡Los fragmentos de Shikon!? —De verdad odiaba que Inuyasha cada que podía me recalcara en la cara que solo me necesitaba porque solo yo podía sentir la presencia de los fragmentos de Shikon. A veces odiaba tener este don, pero no podía quejarme. —¡Abajo! ¡Abajo! ¡Abajo! ¡Abajo!
Termine de guardar mis cosas antes de que Inuyasha pudiera levantarse del suelo y me causara más problemas. Salí de la choza no sin antes haberme despedido de los demás y me dirigí al pozo.
Llegue a mi época y lo primero que hice fue comer algo de la deliciosa comida que mamá había preparado para después tomar un baño de agua caliente. Completamente refrescante. Me vestí con una minifalda y un suéter. ¡Por fin, ropa limpia! Me senté en mi escritorio y comencé a revisar los libros que tenía al frente.
—¡No entiendo nada! —Solte un sollozo. ¡Por más que leía no entendía!
Escuche que llamaron a la puerta. Mi abuelo me notificó que eran mis amigas junto a Hoyo.
《Que bueno que hoy decidí regresar.》 Solté una risa nerviosa.
—¿¡Mañana irás a la escuela!? Tú abuelo dijo que estabas muy enferma.
—Él siempre suele exagerar un poco... —Sacudi la mano. Al parecer mi abuelo había inventado una nueva enfermedad para justificar mis inasistencias al colegio y vinieron a visitarme para asegurarse de que estuviera bien...
Hubiera preferido estudiar en silencio pero al verme sentada en el escritorio se ofrecieron a ayudarme, Hoyo me explicó los problemas de matemáticas. Son los que más se me dificultaban. Odio las matemáticas. ¿Esta fórmula me serviría para el futuro? No lo creo...
No podía negar que estar de vuelta era genial, pero más genial era tener amigos que se preocuparan por mi y trataran de ayudarme, y no solo me refiero a las chicas y a Hoyo, sino que en el otro mundo tampoco estoy sola. Viajando con Inuyasha conocí nuevas personas, jamás creí que algo así me pasaria, es muy reconfortante tenerlos cerca. Sin ninguno de ellos a mi lado estaría totalmente perdida.
Pasaron un par de horas, las chicas ya se habían ido y Hoyo mencionó que acompañaría a su abuela al médico. Me quedé sola.
—¡Pan comido! —No tenía idea de como se resolvían estas ecuaciones pero gracias a Hoyo, ahora puedo resolverlas. Contesté algunos problemas de mi libro sin dificultad alguna, aunque lo más probable sería que al estar sentada frente al examen, todo lo que había comprendido hasta el momento, sería borrado de mi memoria.
Pasaron unos minutos y sin darme cuenta me quedé profundamente dormida sobre el escritorio. Desperté cuando sentí la brisa helada recorrer mi rostro. Había dejado la ventana abierta, sin embargo, una manta estaba cubriendo mi cuerpo. Al girar noté al peliplata sentado en mi cama.
—¿Dormir es tu forma de prepararte para el examen de mañana, eh? —Preguntó sarcásticamente.
—Inu...yasha, ¿qué haces aquí? ¿Vienes por mí? Te dije que no regresaría hasta pasado mañana.
—Niña tonta, no vengo por ti. —Apartó la mirada.
—¿Entonces...? —Replique.
—¡Ahhh! -Se quejó, —haces muchas preguntas, mejor sigue "estudiando" como sueles decir o hacer. Lo que sea. -Cerro sus ojos e hizo una mueca. —Solo vine a apoyarte con tu dichoso "examen". —Seguía sin mirarme.
¿Apoyarme? ¿Se refiere a darme ánimos?
Decidí ignorarlo y continuar con lo mío pero su silencio era algo que me incomodaba, no podía concentrarme así. Había tensión y no era fácil de ocultarse.
—Aome... —Susurro, —¿sigues enojada por lo de esta mañana?
Había olvidado que estaba molesta con él... Siempre fue mi decisión ayudarlo o no, y a pesar de todas las peleas que hemos tenido, por más insignificantes que sean, sigo con él. No me gusta que siga desconfiando de mí.
—No lo estoy.
Me puse de pie y me recargue en la ventana. Mantenía su mirada fija en mí.
—¿Pasa algo?
—¿Podemos ir arriba?
Inuyasha entendió, me tomó en sus brazos con delicadeza y subió a la ventana para dar así un gran salto y aterrizar sobre el techo. Nos sentamos uno a lado del otro. Pude recibir el aire frío y fresco directo en mi rostro. Inuyasha se quitó su haori rojo para colocarlo sobre mí.
—Gracias.
[...]
Él híbrido miraba el perfil de la chica, podía notar su cabello undivago con el viento, su nariz bien definida y sus mejillas sonrojadas por el frio, incluso el brillo que se había colocado en los labios de un tono rosa muy tenue.
"Hay que ser un completo idiota para no darse cuenta de que Aome es muy bella." Recordó las palabras que Shippo dijo cuando lo encontraron por primera vez y lo ayudaron a vengar la muerte de su padre venciendo a los hermanos trueno.
Al caer en su realidad en un movimiento brusco apartó la mirada y esta ya estaba en total sonrojo.
[...]
—Inuyasha... Lo lamento. —Respondió con su rostro confuso. -Por haberte dejado así esta mañana.
—¿Te refieres a los "abajo"? No te preocupes, Aome. Ya me estoy acostumbrando...
—¡No me refería a eso! —Seguia sin saber de que hablaba. -Sino a que...
Suspiró y negó con la cabeza. —Entendi varias cosas...
—¿Qué cosas? —Pregunté curiosa pero en lugar de contestarme solo se quedo mirando al cielo como si estuviera recordando algo.
[...]
Momentos antes...
—Si serás tonto, Inuyasha. —Mencionó Shippo.
—¡Callate! —Le dio un golpe en la cabeza. -¿De verdad tenía que irse? —Preguntó el peliplata quien se encontraba sentado en el techo de la casa de Kaede.
—Hasta yo que soy un niño, puedo entender que Aome no solo tiene compromisos en este mundo. No solo tiene compromisos contigo o con nosotros. —A veces el pequeño zorro llegaba a sorprender, comprendía mejor las cosas.
—Lo que dice Shippo es verdad, Inuyasha. -Se unió Miroku a la conversación. —La señorita Aome no tiene ninguna obligación con nosotros, si ella quisiera podría regresar a su mundo y no volver nunca más... Sin embargo, ella ha estado con nosotros sin importarle los problemas que pueda tener o los peligros que nos esperan más adelante. Deberías confiar más en ella.
—¡Así es! Si sigues enfadandola así, puede que un día ya no regrese. ¡Y jamás te lo perdonaría! —El pequeño zorro soltó un sollozo.
—¡Callense¡ ¡Ustedes no lo entienden! —Exclamó. —Cada vez que ella se va... Cada vez que cruza ese pozo tengo miedo de que ya no vaya a regresar, miedo a no volver a verla... —Susurro y soltó un suspiro melancólico.
—¡No seas tonto! Sus exámenes siempre han sido importantes para ella. Dice que de eso depende su futuro, aunque la verdad no logro terminar de comprender ese punto. —Rasco su oreja. —Aún así, No importa que tan difícil haya sido, siempre regresa como una vencedora. —Cruzó los brazos y negó con la cabeza.
—¿Su futuro...?
—Así es. Lo único que podemos hacer es esperarla ya apoyarla como ella lo ha hecho por nosotros... ¿Verdad, Miroku? —Dijo Shippo mientras extendía sus brazos y el monje asentía.
—Ella te apoya cuando estás en combate. Y tú has dicho que ella habla del "examen" como un oponente difícil de vencer. Tal vez, tú también deberías intentar apoyarla.
Inuyasha odiaba tener que escuchar los sermones de los demás, pero esta vez aceptaba que había cometido un error. Su error no había sido negarse ante lanoetecion de Aome que quere volver, sino que, su error fue haber desconfiado de ella. Dio un salto alejándose de ahí, dejando a sus compañeros atrás hasta llegar al pozo y lanzarse a él.
[...]
—Aome, yo... -Susurro dejando su oración al aire, pues éste fue interrumpido por la azabache.
—¿Sabes...? No creí que fuera a extrañar el cielo de tú mundo. —Mire fijamente el cielo nocturno que se nos presentaba. A comparación del cielo en la época antigua, puedo decir que no tienen nada que ver.
—¿De mi mundo? —Volvía a sentirse confundido.
—Asi es, adoro perderme entre las estrellas y nubes que veo cuando estoy en el japon antiguo. ¡En tú mundo el cielo suele estar nubífero y... —Fui interrumpida.
—¿Nubífero? ¿Qué es eso?
Lo mire de reojo y note que realmente le interesaba saber. —Nubífero significa que suele estar cargado o lleno de nubes. —Levante la mano y eleve el dedo índice con entusiasmo señalando al cielo. —Y por ejemplo, cuando algo suele estar lleno de estrellas, podemos decirle "astrófero", aunque estrellado suena más sencillo.
—Sabes muchas cosas, Aome. —Recalco.
—No son tantas... —Rei con nervios, me sentí halagada. Esas cosas no se oían de Inuyasha tan constantemente. -Son palabras que aprendí en el colegio y que solo guarde en mi memoria al pensar que para su significado tan simple, son palabras hermosas y un poco difíciles. —Suspire. —Aunque para ser sincera... No sé en que me pueda ayudar esto en mi futuro. Como aquellas fórmulas de matemáticas.
—¿Tú... futuro? —Lo oí susurrar. -Aome, ¿cómo te ves en el futuro? -No entendía lo que me quería preguntar. -Shippo, Miroku y Sango... ¿están en él? -Apartó la vista.
—Eh... —He llegado a pensar que en algún momento tendría que escoger entre el actual y el antiguo Japón. —Para ser honesta... Todavía no tengo idea. —Pase un mechón de mi cabello hacia atrás de la oreja y comencé a sacudir mi mano con nervios al sentirme incomoda. ¡Inuyasha no decía nada más, me ponía aún más nerviosa su silencio! Solo había soltado un suspiro. —Aun así, creo que todavía es muy pronto para hablar de eso... —No quiero que el día en el que tenga que escoger llegue pronto.
—Hmm... Aome, —sentí como jalo de la muñeca de mi mano y acercó mi cuerpo a el suyo quedando nuestros rostros mirándose fijamente y solo un par de centímetros lejos. Mis mejillas se tornaron carmesí al ver de cerca esos grandes ojos que se habían robado mi corazón. Amaba ver sus iris doradas y noté que tenía las pupilas dilatadas -Seré más claro... ¿Yo aparezco en tú futuro?
—Yo... —No sabía que contestar. Una de las razones por las que no quería que el día en el que fuera a escoger llegara, era porque si él decidía vivir junto a Kikyo, yo no podría verlo más. Pero... —Una vez en el pasado te dije que lo único que quería era permanecer a tú lado, Inuyasha... Incluso, si no me quieres cerca, me iría feliz al saber que ahora no estás solo. —Acerco más su rostro al mío, tanto que podía sentir su respiración. Jadeando pregunté —¿Y yo... aparezco en el tuyo?
—Niña tonta... —Gruño. —¿Esto te lo responde? —Siguió acercando su rostro hasta que nuestros labios se unieron mientras me abrazaba suavemente.
Y seamos honestos... ¡Nunca me imagine un futuro sin él!
