Prologo

El día que te fuiste

Kamisato Ayaka, la princesa garza, celebre de la ciudad de Inazuma; junto a su hermano mayor, Kamisato Ayato. Herederos del prestigioso clan Kamisato tras la partida de sus padres.

Ayaka era una muchacha ligeramente más pequeña que la media de mujeres de Inazuma. Presumía de un largo y sedoso cabello azul celeste, el cual lleva cuidadosamente atado en una coleta con un hermoso tocado decorado en dorado. Le permitía a su flequillo caer libremente por sobre su frente en un corte horizontal perfecto, así mismo, dos mechones de su cabello caían por los bordes de su rostro, para ser atados delicadamente con lazos de color rosado en forma de pétalos de tres hojas.

Su brillante y delicada piel podría recordarte a un campo de rosas tras el roció matutino del primer amanecer del invierno. Un rosa pálido que contrastaba a la perfección con sus ojos color gris azulado, símil al cielo en sus días más nublados, pero aun así llenos de vida; unos hermosos ojos acompañados de gruesas y largas pestañas. Por el cual debajo del ojo izquierdo, hacía acto de presencia, como la Luna en el cielo nocturno, un rebelde lunar que decoraba su ya de por si bello rostro.

Su vestimenta le hacia justicia a su honorífico de princesa, compuesta principalmente de una falda azul plateado decorada en una variedad de patrones y adornos hasta sus rodillas. Pese a la naturaleza y fin de una coraza, Ayaka usaba una con un gran escudo de color dorado sobre su pecho de la cual también caían dos placas de armadura sobre su falda, haciendo juego con la misma. Debajo del mismo usaba una camiseta holgada hasta sus codos degradando entre azul y blanco, siendo de un tono azul marino en su cuello y puños, en los cuales existía una variedad de rayas doradas. Debajo de esta camiseta, lleva mangas negras, las cuales, colgaban de su dedo medio cubriendo sus pulgares.

En la parte posterior de su atuendo, usaba un gran lazo de color morado, el cual era atado por su visión Cryo. Aquella visión que obtuvo durante un enfrentamiento de práctica con su hermano mayor, la cual la ha llevado a tomar papeles importantes dentro de su clan y de la comisión Yashiro. Finalmente, unas sandalias de color negro junto a sus largos calcetines blancos, decorados con lazos rosas en su parte posterior, terminaban su atuendo usual.

Ayaka era una muchacha muy meliflua. Dulce, de buen corazón con un temperamento agradable para los demás, los cuales siempre trataba con cortesía. Aprecia a toda la gente de Inazuma. A veces haciendo todo lo posible para ayudarlos. Este comportamiento conmueve a la gente, gente la cual le otorgó su honorífico de "princesa garza".

O al menos así era usualmente.

Ese día había sido diferente, y no porque se tratara de su cumpleaños, el cual caía en el día 28 de septiembre, si no por una serie de acontecimientos que nos llevaba a la lúgubre imagen que podríamos apreciar reflejada en ella. En esos momentos estaba sentada apoyando sus brazos sobre la mesa donde constantemente tomaba el té, pero no era la misma Ayaka.

Su cabello estaba suelto pero muy alborotado, quizá de tanto tocarse la cabeza buscando respuestas a la misma pregunta que ya había estado haciendo toda esa tarde, "por qué". Su cuerpo era cubierto solamente por su pijama, el cual era compuesto de una blusa y un pantalón de color celeste.

El dolor se podía ver en sus ya enrojecidos ojos, de los cuales ya no podría soltar ninguna lágrima más, pero que pese a eso el sendero que recorrieron estaba marcado en sus mejillas, como si de un río que se queda seco se tratase. La impotencia que sentía se veía reflejada en sus puños, los cuales apretaba con rabia y tristeza.

Sus sirvientes, más especialmente Thoma, estaban realmente preocupados por ella. Aun así, ella les exigió que quería estar sola, amenazando incluso con despedir a quien se atreviera a molestarla. Ese comportamiento nunca antes lo habían visto en ella, una clara prueba de que su querida princesa garza y amiga, no estaba para nada bien.

"Señorita…". Eran los pensamientos que tenía Thoma, quien se escondía tras la puerta de la habitación de su ama en caso de que necesitara algo. El chico no le tenía miedo a perder su trabajo, su fidelidad a la chica y a su clan eran aún mayores.

Más de una vez quiso entrar a abrazarla y decirle que todo estaría bien, pero no lo hizo. Pese al llanto desgarrador que había estado escuchando, pese a los leves gritos que daba ella debes en cuando en frustración, pese a escuchar más de una cosa rompiéndose dentro del cuarto. Él sabía que la muchacha necesitaba desahogarse, así que la dejo estar mientras pensaba como se solucionaría este aprieto.

¿Pero que había sucedido? Ayaka ese día había despertado como cualquier otro día. Dándoles los buenos días a todos sus empleados y sonriéndole a todo aquel que se cruzara con ella. Pese a que era su cumpleaños, siguió ayudando a quien necesitara ayuda esa mañana. Y de un momento a otro todo se había ido al diablo. Y todo era por "él".

Thoma siempre supo que Ayaka estaba enamorada de Kazuha, Kaedehara Kazuha, pero ella nunca reunió el valor suficiente para declarársele. Igualmente, las responsabilidades y deberes de la muchacha no le permitían darse el lujo de tener una relación, mucho menos con un chico de un clan agonizante.

Kazuha y Ayaka habían sido amigos desde muy pequeños, prácticamente crecieron juntos, conocieron la belleza del mundo juntos, jugaron juntos, rieron y lloraron juntos. Ayato estaba feliz de ver a su hermana tan feliz junto a ese chico, incluso Thoma fue quien le dijo que su hermanita estaba enamorada de él. Todo parecía ir bien, pero fue cuando su madre falleció y Ayaka tuvo que tomar un papel más serio dentro de su familia, que ya no podía ver tan seguido al chico. Lo mismo pasó del lado de Kazuha, quien veía poco a poco como se derrumbaban los cimientos de lo que fue alguna vez el clan Kaedehara.

"Ayato… ¿Qué puedo hacer en esta situación?". Suspiraba Thoma mientras las imágenes de aquella tarde venían a sus ojos.


Aquella tarde…

"¿Entonces todo esta listo para el festival de Irodori?". Preguntaba Thoma a la chica que caminaba junto a él.

"Así es. Este año contamos con el privilegio de tener un gran pintor de la tierra de Mondstadt. Al igual que una serie de invitados, juegos y puestos de comida". Contestó elegantemente Ayaka quien caminaba saludando a los civiles con los que cruzaba miradas.

"Sé que fue usted quien quiso salir a dar un paseo, ¿pero no creé que debería estar esperando a su hermano para celebrar su cumpleaños?". Thoma se detuvo mientras miraba preocupado a su ama. "A estado demasiado ocupada estos días, ¿no quiere descansar? Yo puedo encargarme de los detalles finales del festival.

"No te preocupes Thoma", sonrió Ayaka. "Sabes, Cuando era niña, mi madre solía llevarme a largos paseos por esta hermosa tierra en el día de mi cumpleaños. Supongo que viejas tradiciones nunca mueren.

"Si usted lo dice".

Thoma se rindió ante los deseos de su ama y siguió caminando junto a ella. Lo que él no sabía, es que algo pasaría e interrumpiría el trayecto de su paseo.

En otro lugar

Un joven de cabello rubio cenizo, con un pequeño mechón de color rojo en el mismo; rojo que combinaba a la perfección con sus ojos. Caminaba lentamente por la ciudad de Inazuma con destino final la isla Narukami. Su rostro era cubierto por un sombrero de paja y su vestimenta era la de todos los días; Hojas de arce el sello de ser un samurái errante que había perdido su nombre.

Se trataba de Kazuha, quien iba en camino a encontrarse con una de sus viejas amigas de Inazuma, Naganohara Yoimiya, quien le había llamado para entregarle algo que, según ella, le ayudaría a enfrentar los problemas que ha estado enfrentado estos días.

Durante todo el camino fue en guardia y atento a cualquier problema que apareciera. Hace unos meses que la Shogun Raiden habida impuesto el decreto de captura de visiones, y él estaba en la mira. Era muy común que tuviera que pelear con soldados dispuestos a arrestarlo, pero siempre conseguía escapar de ahí, aunque siempre con una que otra herida en su cuerpo.

Durante uno de estos escapes fue que se reencontró con Yoimiya, bueno, realmente fue Yoimiya quien le "encontró". Ese día Yoimiya había salido a pasear y quizá prender una que otra bengala en la orilla de la playa, ya que no podía dormir. Mientras veía extinguirse su última bengala, un sonido proveniente de entre las piedras en la orilla del mar llamó su atención.

Pese a que no tenía su fiel arco en esos momentos, Yoimiya no se consideraba indefensa, había entrenado artes marciales básicas y defensa personal con su padre; por lo que no sé sentía intimidada. Lentamente se acercó pensando que quizá se tratara de una ardilla y muy en las malas de un ladrón o acosador. Sorpresa fue para ella ver algo que inmediatamente la hizo correr ante "eso".

Era un chico, de su edad aproximadamente, el cual se veía muy herido. Presentaba cortes en su abdomen y brazos y sangre en su cabeza. Aun así, estaba sentado como si estuviese descansando.

Yoimiya se acercó hasta él deseando que no fuera lo que ella pensaba. Esos días era muy común ver gente morir en lugares escondidos por querer evitar que les despojaran de su visión. La chica colocó cuidadosamente sus dedos en el cuello del chico para comprobar su pulso, y para su alivio, estaba vivo, aunque con fiebre y pulso lento.

Lentamente levantó el rostro del chico para mirarlo mejor y fue ahí que se dio cuenta de quien se trataba. Era Kazuha, uno de sus dos mejores amigos de la infancia junto con Kamisato Ayaka.

"Oh no… Tengo que ir a buscar a mi padre rápido y llevarte a un lugar para tratar tus heridas". Fue lo que dijo Yoimiya para ella misma, aunque cuando se disponía a irse, fue tomada del brazo por el chico.

"No… me quitaran mi visión…". Fue lo único que dijo antes de volver a quedar inconsciente.

Ese día Yoimiya pensó que Kazuha era un tonto por preferir la muerte antes de perder su visión. Hasta que se puso en su lugar y ella realmente tampoco le gustaría que le quitaran su visión pyro. Así fue como le llevó a su casa y lo trató ella misma con los pocos conocimientos que tenía de medicina, una disciplina que no todas las personas usan, pues preferían de un sacerdote para ser sanados. Así después surgió una nueva amistad entre ellos dos.

"Veo que finalmente llegas". Sonrió Yoimiya quien esperaba a su amigo en la puerta de su casa.

La muchacha era unos pocos centímetros más pequeña que Kazuha. Su cabello era como ver el anaranjado atardecer del cielo, como el sol ocultándose en el lejano mar fuera; un rubio intenso. Le gustaba llevar su cabello atado en una coleta, al igual que decorarlo con temas de festivales, además dejaba a un mechón del mismo caer por el lado izquierdo de su rostro. Sus ojos anaranjados eran claro reflejo de su personalidad extrovertida, sus pestañas largas eran definida con un delineador naranja y su piel de muñeca le hacían ser una de las muchachas más hermosas de todo Inazuma.

Su atuendo consistía en un corto kimono de color rojo. Solo la manga derecha del mismo cubría su cuerpo, pues la mitad izquierda la llevaba atada a su cintura. A pesar de que su atuendo mostraba de más, a ella realmente no le importaba. De todas formas, acostumbraba usar un sarashi para cubrir su pecho, al igual que su antebrazo izquierdo.

"Vine lo más rápido que pude. ¿Qué era eso que querías entregarme?". Preguntó Kazuha mientras seguía atento a los alrededores.

"Mira". Yoimiya le mostró una serie de pequeñas esferas de lo que parecía ser pólvora mezclada con otras cosas.

"¿Qué estoy mirando?". Preguntó Kazuha extrañado de lo que veía.

"Fu, Fu, fu". Rio Yoimiya mientras cerraba sus ojos y negaba con su dedo. "Se trata de petardos ninja. Así es, yo misma le puse el nombre. Lindo, ¿no?".

"¿Petardos ninja?". Preguntó Kazuha mientras tomaba dichas esferas.

"Sé muy bien que has estado peleando de nuevo Kazuha". Mencionó Yoimiya un poco más seria. "Sé que esta es tu batalla, pero no me gustaría tener que volver a salvarte la vida o encontrarte en un basurero de nuevo". Entonces Yoimiya se sonrojó. "Me importas Kazuha…".

Kazuha le miró muy extrañado de esa reacción. Para ser un samurái errante que es capaz de escuchar hasta el burbujeo de un cangrejo, Kazuha era pésimo para notar los sentimientos de una mujer.

"Vaya… gracias Yoimiya. Te debo mucho". Agradeció mientras guardaba las esferas en su bolsillo.

"Solo no te mueras". Bromeó Yoimiya hasta que fueron interrumpidos por un ajetreo en la calle principal.

"¡Rápido debemos presentarnos en Tenshukaku! ¡Un idiota desafío a Sara a un duelo por el trono en nombre de beelzebul!". Fue el grito de uno de los cazadores de visión que había dado alarmando a algunos presentes y siendo seguido por soldados al nombre de Baal.

Yoimiya suspiró y miró al suelo para luego mirar de nuevo a Kazuha.

"Sé que estás pensando… ten cuidado". Dijo Yoimiya mientras le daba un ligero golpe en el hombro.

"Gracias Yoimiya". Entonces Kazuha uso sus habilidades como samurái y comenzó a correr por el bosque, la cual era la ruta más rápida hasta Tenshukaku.

Yoimiya le vio irse y una sola palabra salió de sus labios, "idiota" …

En otro lugar.

"¡Rápido presentarse en Tenshukaku ahora mismo!". Gritó un soldado que pasaba cerca de donde estaba Ayaka y Thoma descansando.

"¡Debemos ir!". Rápidamente Ayaka se puso de pie dispuesta a ir en persona a ver que sucedía.

"Señorita, sabe que usted no puede hacer nada en esos casos". Dijo Thoma preocupado.

"Eso no lo sabré, hasta que lo intente". Dijo Ayaka antes de comenzar a correr hasta el lugar.

Su corazón le dolía, sentía que algo estaba mal, que algo horrible estaría por pasar.

En Tenshukaku

Kujou Sara, una Tengu encargada de resguardar la seguridad de Inazuma, a través de la comisión Tenryou, teniendo el puesto de general. Cumplía de su deber con orgullo y mano firme, siendo una orgullosa defensora de la voluntad de la Shogun Raiden. Es por esto que no podía darse el lujo de perder ante el chico que tenía enfrente. Chico que amenazaba la seguridad de la Inazuma que tanto amaba.

Con Kazuha.

El chico corría muy alterado, tenía un muy mal presentimiento. Uno que no se aliviaba al recordar dicha conversación que tuvo con su amigo unos días atrás.

Unos días atrás

Dos chicos, uno ligeramente más alto que el otro. Estaban descansando en un puesto de comida hasta que el más alto preguntó.

"Dime Kazuha, ¿alguna vez has oído hablar del "filo del pensamiento de vacío"?".

"No conozco mucho sobre él. Solo sé que se puede presenciar solamente durante un castigo divino. Parece ser una de las habilidades de la Shogun Raiden. Ya sabes, su símbolo de poder supremo".

"Ya veo… me gusta creer que siempre habrá alguien que se atreverá a desafiar ese estúpido resplandor de rayo".

De vuelta con Kazuha.

"Tomo… espero que no se trate de ti". Dijo Kazuha mientras aceleraba el paso.

Con Ayaka

Ayaka había llegado junto a Thoma para presenciar el pináculo de la batalla entre ambos guerreros. La victoria había sido para Kujou Sara, quien logró partir a la mitad la Katana de su rival, aun así, parecía estar muy cansada, ese chico era muy hábil.

"El ganador esta decidido. Según las normas de nuestro enfrentamiento, debo tomar tu vida". Dijo fríamente la chica para apuntar una de sus flechas al corazón de su rival, rival el cual solo sonreía a pesar de la situación en la que estaba.

"Recuerda mis palabras". Rio. "Hoy caeré, pero siempre habrá valientes como yo que se impondrán ante la tiranía de su gobierno. Personas que sueñan con volver a caminar por las tranquilas calles del Inazuma en el que crecí…".

"Lo recordaré". Y entonces disparó.

"¡Espera!". Había gritado Ayaka, aunque era muy tarde.

Kazuha había llegado solo para presenciar como su amigo era asesinado sin ningún tipo de piedad. Presenciar esto le había hecho hervir la sangre, apretó fuertemente los dientes al momento que activaba su visión anemo y rápidamente tomaba la visión agonizante de su amigo.

Tanto Kujou Sara como Ayaka, al igual que los testigos, no se esperaron algo así.

"¡Ciudadano de Inazuma, entrega esa visión al igual que la tuya antes de que tengamos que atacarte!". Fue lo que gritó Sara mientras le apuntaba con su arco, acción que imitaron los demás arqueros del lugar.

Kazuha estaba rodeado, aun temblando apretando con firmeza la visión de su amigo, visión la cual le estaba quemando la mano derecha. Alzó la mirada desafiante mientras procedía a ponerse en guardia. Cabe destacar que hace mucho había perdido su sombrero de paja.

"¡Kazuha espera!". Fue el grito de Ayaka desde la multitud, la cual los soldados intentaban dispersar.

"¡Tú no hables!". Kazuha le gritó mientras afilaba su mirada, la cual le dolió ver a Ayaka "Tú… ¡no hiciste nada! Lo sabía… eres igual a ellos… Para alguien tan rica como tú nosotros no significamos nada…". Kazuha escupía con veneno en sus palabras. Algo que no era común en él. Tampoco es que la situación en la que estaba era común.

Ayaka le miró con los ojos muy abiertos mientras las primeras lágrimas cayeron, aun así, no pudo decir nada al chico, pues comenzaron a atacarlo. Thoma inmediatamente tomó a su ama y se la llevó a la fuerza hasta un lugar seguro.

"¡Suéltame Thoma!". Gritaba mientras pataleaba la segunda líder del clan Kamisato.

"No puedo hacerlo, es peligroso".

Thoma seguía corriendo con la chica en su hombro, pero Ayaka de verdad debía presenciar lo que estaba por pasar. Así que muy a su pesar, activó su visión Cryo para que Thoma le soltara.

"Lo siento". se disculpó para luego proceder a congelar los pies de Thoma y volver al campo de batalla.

"Señorita espere!". Thoma uso de su visión Pyro para derretir el hielo y correr tras su ama.

Ayaka llegó solo para ver algo horrible. Kazuha estaba arrodillado, con algunos soldados en el suelo, pareciera que él los había matado, una flecha estaba clavada en su hombro izquierdo y su mano derecha estaba quemada.

"Perdiste". Kujou Sara dijo fríamente mientras caminaba lentamente ante él. "Sugiero que entregues la visión que tomaste, al igual que la tuya.

Kazuha apretó sus dientes en frustración. Cómo salía de esta situación. Así fue como recordó los petardos que Yoimiya le había regalado.

"No me explicaste como funcionan". Dijo Kazuha entre dientes para luego tomar algunos cuantos. "Tan torpe como siempre".

Kazuha entonces los lanzó al suelo con fuerza, lo que los detonó provocando un ligero resplandor de luz que aprovechó para usar su visión Anemo y salir corriendo de ahí.

Ayaka estaba parada en shock. Un shock que terminó cuando Thoma le tomó de los hombros. Pensaba regañar a la chica, pero esta le abrazó mientras lloraba como una niña pequeña. Thoma aprovechó que los soldados estaban distraídos con seguir el camino que tomó Kazuha para irse de ahí antes de meterse en problemas.


En la actualidad

Con Thoma

Thoma suspiró antes de ponerse de pie y caminar hasta a la entrada del recinto. Ayato había llegado.

Con Kazuha.

El chico había logrado correr hasta llegar a una pequeña embarcación, la cual robó para poder escapar de Inazuma, lo que él no contó, fue que la noticia de su escape molestaría la Shogun Raiden; lo que desencadenó una tormenta. El chico intentaba no perder el control del pequeño navío, pero la batalla, la perdida de sangre y el estrés, hicieron que se desmayara siendo llevado por el mar hasta un lugar desconocido.

Con Yoimiya

La chica había llegado hasta Tenshukaku solo para ver que no había nadie ahí. Para algunas personas no había mucho que destacar del lugar, pero Yoimiya vio algo que le hizo entender que había pasado. Los restos de los petardos que le había dado a Kazuha.

"Kazuha…". Suspiró mientras se agachaba notando la sangre en el suelo. "Me lo prometiste…".

Con Ayaka.

"¿Quién se cree que es para hablarme en ese tono? Soy una Kamisato, debió tratarme con respeto. Pero no era su culpa, la situación le ganó… aun así… ¡no quiero verlo nunca más! Quizá debí interferir… no hubieras podido hacer nada… ¡Kazuha eres un idiota! Pero amas a ese idiota…". Ayaka discutía con ella misma antes de volver a estallar en llanto.

Fin prologo.

Notas de autor.

Hola, ¿cómo están? La verdad cuando empecé a escribir esto tenia una idea muy diferente, pero durante la marcha llegaron nuevas ideas y que no podía desperdiciar.

El ship de Kazuha x Ayaka es uno de mis favoritos de todo Genshin Impact, Así que quise escribir algo relacionado con eso, pero no quería escribir un cliché genérico y mucho menos un romance apresurado sin argumento.

Así que me hice ciertas preguntas, ¿Qué pasaría si Kazuha y Ayaka estuvieran enojados entre ellos? ¿Qué pasaría si dos chicas al mismo tiempo presentaran sentimientos por el chico? ¿Cómo cambiaria a Kazuha ver morir a su amigo a pesar de ver a su querida amiga de la infancia presente? Y muchas otras preguntas.

Cabe decir que esta historia no es para nada Canon, aunque si respetaré la personalidad de los personajes y su psicología de pensamiento. En este primer capitulo quise colocarlos en un ambiente donde no podrían evitar romperse y sufrir un poco.

Esta no es una historia "harem". Más bien me gustaría hacer un Kazuha x Ayaka v/s Kazuha x Yoimiya. El ganador no está decidido, me gustaría ver como progresan con el seguir de los capítulos y las situaciones que presentaré.

Aun así, este capitulo es una prueba por decirlo de algún modo, ya que nunca he escrito nada de Genshin y quiero ver como lo tomaría su comunidad.

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