Perfecta.
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Que es esta historia… pues algo que se me ocurrió estando en mi trabajo de 24 horas, así que para no dormir, aquí me tienen trabajando, advierto que en esta historia ahí violación, futanari y suicidio así que están advertidos!
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El sonido de las cadenas le molestaba, trato de acomodarse pero no pudo, su cuello le estaba matando, no poder apoyarse en nada ya estaba pasando factura, sus hombros espalda y nuevamente su cuello crujía de dolor.
Era extraño el cómo, las marcas que tenía en la espalda de algún enfermizo modo habían calmado el dolor de sus articulaciones inmóviles, Tanya entro y empezó a discursear sobre la caída de su reino y su futuro con el que seguía discutiendo con Mileena, si venderla como esclava o volverla prostituta.
En realidad Kitana no había escuchado nada, lo que pasara de aquí en adelante ya no le importaba, que más iba a perder, su madre era un monstruo, el amor de su vida muerto, su aliados perdidos o desaparecidos, si se ponía sincera consigo misma si no hubiera caído en las garros de Mileena, sabe el Dios de turno en manos de quien hubiera caído.
Cuando Tanya se percató de que Kitana simplemente la estaba ignorando, rasgo las ropas de campesina que se le había dado, por su traje de guerra, ya desnuda el sonido del látigo rompiendo el aire sonó con fuerza antes de chocar contra su espalda.
Ya habían pasado días de eso y desde entonces… nada, alguien misterioso venia cada tanto para alimentarla y darle agua, pero nunca le quitaron los grilletes, había silencio y pronto sus mente se quedó sin pensamientos, no se imaginó que sería tan aburrido y solitario este castigo.
En algún momento el sueño pudo con ella.
…
El sonido de la pesada puerta abriéndose saco a la antigua princesa de su sueño, maldiciendo suavemente por el dolor de sus extremidades estiradas.
Un peculiar olor inundo su nariz, solo para darse cuenta de que se había orinado encima, lo que resulto ser tan humillante, Kitana solo pudo sonreír y someterse a lo que le fuera ser esta abominación.
-Buenos días hermanita-, Dijo Mileena entrando en la habitación, Kitana permaneció en silencio, eso era todo lo que podía hacer.
Mileena miro con fascinación la imagen delante de ella, una hermosa mujer, suspendida en el aire por cadenas, con una espalda llena de laceraciones, delgada por la desnutrición a la que había sido sometida y coronando la imagen ver que se había ensuciado encima.
Pero aun así… a sus ojos seguía siendo perfecta.
-¿No vas a hablarme hermanita?-, Pregunto Mileena sin recibir respuesta alguna.
-Debería ordenar que te dieran más agua-, Agrego sin obtener ninguna reacción, Mileena entonces se acercó un poco a ella y con mucho cuidado toco su pierna derecha, provocando un calosfrió en Kitana pero Mileena no se dio cuenta de esto.
-Siempre me gustaron tus piernas-, Dijo de repente Mileena olfateando nuevamente el olor, -Le dije a Tanya que no te hiciera nada-, Ahora tomo la pierna izquierda, Kitana no quería admitirlo pero estaba asustada, esté engendro podía arrancarle las piernas a mordidas, por que podía.
Entonces Mileena se quitó la máscara, revelando su boca tarkatana y procedió a lamer la pierna que aún tenía orina, esto asqueó a Kitana, pero no debía sorprenderla.
-¿Quiero proponerte algo hermanita?-, Dijo Mileena separándose un poco de ella, sintiendo las manos de Mileena subir y bajar por sus muslos.
Kitana no dijo nada, aunque le llamo la atención lo que quería proponerle, además ¿Qué más podría perder? Fue entonces que Kitana por fin hablo;
-¿Qué tienes que proponer?-, Le pregunto con su voz firme como se le había enseñado, pero en realidad no estaba preparada para nada.
-Necesito un vientre fértil para mis futuros herederos y quiero que tu vientre sea el lugar donde pueda plantar mi semilla-, Dijo Mileena dando un fuerte apretón a los muslos.
El estómago de Kitana se revolvió, joder, quería tenerla pariendo hijos, las caricias que Mileena le había estado dando hasta ahora se hicieron más tétricas y macabras.
-Si aceptas ser solo un medio para crear una nueva raza, se te permitirá vivir en el palacio, tendrás cierta libertad, incluso te dejare viajar, solo serás mi concubina y tendras que parir a mis hijos-, Mileena entonces coloco un beso en su otra pierna, -¿Qué opinas?-
Joder, la solo pregunta en si era repugnante.
Este monstruo la quería para crear una raza de abominaciones, planeaba violarla, que quedara preñada, parir el hijo y volver a ser violada.
En su mente ella era su hermana, la llamaba así y quería tenerla como… su puta personal… pariendo sus hijos…
-Puedes reusarte-, Dijo Mileena rompiendo los pensamientos de Kitana, se separó de ella y camino hasta la puerta, -Veremos a ver que dicen tus amigas-, Agrego Mileena al notar la negativa de su… "hermana" al negarse a hablar.
-¡Espera!-, El grito de Kitana sorprendió un poco a Mileena, parece que al fin toco la fibra sensible de su "hermanita".
-¿Qué quieres que espere?-, Pregunto Mileena sin mirarla, -Ahora que soy reina, estoy muy ocupado-, Agrego Mileena.
-¿A qué te refieres con "amigas"?-, Pregunto Kitana molesta, joder no sabía que había atrapado a más, pero tampoco podía creerle así de fácil.
Mileena entonces se volteo la miro por un momento, antes de sacar algo de un pequeño bolso y tirarlo cerca de los pies de Kitana, que no tardo en reconocer que eran los emblemas de Cassie y Jacqui –Aun no me crees hermanita-, Dijo Mileena sonriendo con suficiencia, ante el horror que se mostró en el rostro de su querida "hermana".
-Sabes… el sexo forzado no es divertido… me gusta más… persuadir o dar incentivos-, Mileena entonces camino al otro lado de la celda para poder bajar a Kitana, -Y ya que tu no quieres, le preguntare a tus amigas si aceotan mi oferta, no me gustaría tener que forzarlas… pero podría hacer una excepción con ellas-, Dijo esto a la par que Kitana caía al suelo.
En otras instancias hubiera gemido de alivio al ya no estar suspendida en el aire, pero lo que estaba oyendo bloqueo todo sentimiento de alivio.
-Una raza Tarkatana, Edoniana y humana… puedes imaginártelo, mis hijos colonizando el reino humano de manera pacífica-, Dijo esto soltando una risa demoniaca, imaginándose el hecho de una invasión pacífica.
-¡Quiero verlas!, Gruño Kitana molesta, ante las palabras de Mileena, en respuesta Mileena se acercó y le dio una patada en el estómago.
-¡Como te atravez a exigir algo!-, Grito Mileena con ira, -Tú no tienes nada, ni a nadie-, Dijo colocándose encima de la ex-princesa de Edonia, -Voy a usarte como yo quiera y cuando yo quiera-, Mileena entonces desabotono sus pantalones, liberando lo que después sabría que es, un miembro masculino artificial.
Un fuerte escupitajo se escuchó en la habitación y luego Kitana sintió una invasión en su interior.
Gruño con dolor, al sentir la penetración de Mileena entrando en ella.
Si hubiera podido lucharía, joder sabía que debía tener cuidado de ella, que haría algo así pero no se imaginó que fuera a ser tan repugnante.
Mileena estaba en éxtasis, era completamente diferente, no era como las zorras o sirvientas, ni se acercaba a Tanya, tal vez era por el morbo de que era su hermana o que alguna vez fue una princesa.
-Entonces, Princesa Kitana de Edonia, ¿Aceptas el trato?-, Le pregunto Mileena mientras aumentaba el movimiento de sus embestidas.
Kitana sentía como aumentaban los movimientos, cada vez más rápido y frenético, antes de sentir como Mileena liberaba una especie de semilla en su interior.
Mileena estuvo en su interior por un momento, antes de pararse y acomodar sus prendas le dio una mirada con asco, -Pareces una prostituta después de un largo día de trabajo-, Agrego Mileena con desprecio, camino con dirección a la puerta nuevamente, antes de agregar –Voy a hacerle una visita a tu amiga Cassie, sé que ella se va a sacrificar por ti-, Dijo lo último cerrando la puerta de golpe.
-¡No te atrevas a tocarlas! ¡No lo hagas!-, Grito Kitana al fin logrando encontrar su voz.
…
No se sabe cuánto tiempo estuvo gritando, solo recuerda el haberse desmayado en algún momento, pero el sonido de la puerta abriéndose la volvió a despertar.
Era Mileena solo que esta vez, traía consigo a Cassie encadenada y en un cepo, la sangre de Kitana volvió a hervir de ira, en medio de la oscuridad, pudo ver la cara y el cuerpo de esta… niña, la había torturado, marcas, cortadas y mordidas.
-¡Maldito monstruo!-, Grito Kitana molesta al ver tan horrible imagen delante de ella, -Maldito monstruo-, Dijo a la vez que Mileena se acercaba a ella.
-¿Te gustaría verme torturarla?-, Le pregunto sin más, esperando a ver qué respuesta le daba.
Kitana apretó con fuerza los labios, mierda, mierda, mierda… -Acepto tu trato-, Dijo suavemente, casi en un susurro.
-¿Perdón hermanita, no te entiendo?-, Le pregunto Mileena casi riendo.
-Acepto tu trato-, Dijo Kitana ya más fuerte, Cassie simplemente cerro los ojos, evitando llorar, sabía bien que le iba a pasar.
Mileena simplemente comenzó a reír, satisfecha de al fin terminar con el reinado de Edonia.
…
Mileena tomo en brazos a Kitana, la cargo y sonrió satisfactoriamente, escuchar su sollozos la reconfortaba, cuando llegaron al baño, una gran tina de agua caliente las estaba esperando.
El agua caliente de la tina calma los músculos estresados y rígidos de la princesa, pero no calmo su corazón, se había rendido y sometido, a este monstruo, Kitana al fin había comenzado a llorar, justo después de que se llevaran a Cassie.
Con mucho cuidado Mileena lavo el cabello y la espalda de Kitana, la trato con delicadeza, una delicadeza tan perversa, a sabiendas de los que esperaba…
Muchos años después y cansada de la vida que tenía, Kitana una noche fue hasta el laboratorio de Tanya, busco los venenos y simplemente comenzó a beber todos los frascos que pudo tomar, antes de desplomarse en el suelo.
La muerte si fue una libertad, prefería desaparecer en la historia, y volver al inframundo que ser recordada como una jodida perra que solo pare los engendros de Mileena.
A lo largo de la vida de Kitana como concubina, tuvo alrededor de 17 niñas y 14 niños con rasgos tarkatan, ya casi era un mito que en ese castillo vivió una princesa Edoniana, su imagen de princesa se desvaneció en la historia, solo quedaba el vago recuerdo de la concubina que acompañaba a la reina Mileena.
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