Después de mi treceavo cumpleaños siendo su prometida, nuestra mente, corazón y cuerpo finalmente se han puesto de acuerdo.

Aunque hemos andado entre espinas y piedras hirientes que nos dejaron heridos al pasarlas, son cicatrices que nos recuerdan lo grande que es el sentimiento que compartimos.

Ya no somos esos chiquillos tercos, negándose por miedo a ser rechazados.

Mientras camino del brazo de mi padre al altar, sé que al soltar su mano tomaré la del hombre que amo y él nunca va ha separarse de mi lado.

-Subiste de peso, Akane?-Ranma me susurra estas "tiernas" palabras en el altar y yo le atino un golpe en las costillas. Él sonríe.

Mi vestido de novia se ajusta un poco pues ya estoy en mi cuarto mes de embarazo.

Ranma y yo seguimos siendo como adolescentes.