El hogar que construimos con esfuerzo está lleno de alegría y amor aunque sólo somos él y yo.

Nos despedimos por teléfono del amor más grande que hemos sentido tanto Ranma como yo. Nuestro primogénito se marchó este año a la Universidad y la casa donde criamos nuestros sueños se ha convertido en nuestro parque de diversiones privado.

-Ranma, no me hagas más cosquillas!-le grito entre risas ahogadas

- Lo siento-Me responde y se acuesta junto a mí, con el rostro apoyado en su brazo izquierdo, mirándome fijamente.

- Qué?-pregunto tontamente sonrojada, perdida en su mirada, igual que el día en que le confesé mi amor, hace ya 30 años.

-Eres muy linda Akane-me responde y me da un beso que me hace temblar, como la primera vez que lo hizo.

-Linda? En unos meses más cumpliré 50 años, Ranma-Me separo de él ante tal absurdo. Tengo que admitir que sus ojos azules son la cosa más hermosa que he visto en mi vida.

- No sé de que hablas-me responde y me guiña un ojo-aun eres una niña boba.