Sean bienvenidos a mi primer intento de lemon en años y listo para cumplir el reto del Dia Riko del grupo Senku & Kohaku de Facebook, espero y les guste.
Disclaimer: Dr. Stone pertenece a Riichiro Inagaki y Boichi, así como Shūeisha, esta historia solo tiene como objetivo entretener y se hace sin ánimos de lucro.
Xeno no podía creerlo.
Era inaudito. ¿Cómo era posible que su mejor científico estaba desaparecido por casi tres días?
Inadmisible y poco elegante, pensó el estadounidense mientras él junto a Suika, Chrome y Stanley —quien se auto invito—, se pararon en la puerta de la vivienda Ishigami en búsqueda del mejor científico de la edad de piedra después de él —con toda humildad.
—Te aseguro que su esposa lo mato, Xeno. Seguramente por algo que hizo —comento con sorna el antiguo operador de fuerzas especiales.
—Estoy muy seguro que la gorila no mataría a Senku, le tiene demasiado aprecio, creo —rebatió Chrome, aunque inseguro.
—Suika piensa lo mismo, pero por favor Chrome, no le digas gorila a Kohaku —agrego la chica rubia algo molesta por el apodo. El castaño de pronto sintió un escalofrió al pensar en que ahora Suika usaría la fuerza para reprenderlo.
—Sea lo que sea Stanley, la maquina del tiempo no puede continuar sin Senku. Perderte tres días de trabajo es algo falto de elegancia —contesto el Dr. Xeno con ligera molestia.
Para el estadounidense, los días perdidos sin Senku en el laboratorio eran difíciles de cubrir. Sobre todo, cuando los otros científicos, los más viejos, estaban presionándolo en sacar a Senku del proyecto, argumentando su poco compromiso, cosa completamente fuera de la realidad; si había alguien más comprometido a la maquina del tiempo ese era Senku. La realidad era que muchos científicos desconfiaban del joven Ishigami, además estaba la estúpida y vulgar competencia por llevarse el crédito y la "gloria" de un proyecto tan importante.
Eso mismo les había impulsado a desistir en la búsqueda de Senku hacia tres años. Malditos ancianos, es el mejor proyecto de toda la historia humana y están como carroñeros esperando un festín de cadáveres, que poca elegancia, pensó mientras toco la puerta tres veces.
Al principio nadie atendió el llamado, disminuyendo aún más la poca paciencia del antiguo científico de la NASA. El hombre se disponía a tocar la puerta de nueva cuenta, cuando Stanley hizo tres azotes sobre la pobre madera, dejando tres marcas visibles sobre la superficie. El peliblanco dirigió su mirada de indignación hacia el piloto, quien chasqueo la lengua al tiempo que jugaba con el cigarrillo en su boca.
—¿Qué? No tengo paciencia —se excusó levantando los hombros.
Xeno iba a reprenderlo cuando la puerta se abrió, dejando ver a Kohaku con una mala cara al tiempo que tenia una mano sobre el mango de su katana. Los tres científicos se erizaron viendo el aura asesina de la cazadora, mientras Stanley solo sonrió de lado desafiante.
Al ver quienes eran las personas frete a su vivienda, Ishigami Kohaku se sonrojo de inmediato, haciendo que el piloto y el científico estadounidense arquearan una ceja, mientras Suika se marcaba una sonrisa tierna para pedirle a Kohaku información sobre Senku.
—¿Senku? ¡Ja! Esta ahí atrás descansando —señalo la mujer al tiempo que permitió el paso del grupo hacia su casa.
Xeno debía decirlo, el interior era maravilloso. La vivienda era el producto de los mejores artesanos, carpinteros y científicos de la nueva edad moderna, se notaba la mano de Kaseki en los bellos pilares de madera y los muebles, la pericia de Yuzuriha en la fina tapicería y el trabajo duro de Senku en los electrodomésticos que adornaban la casa; el conjunto le daba un aire rustico, pero ciertamente elegante. Diez millones de puntos en elegancia, Senku, pensó el científico sonriendo con suficiencia.
El grupo siguió a la rubia, quien los guio al patio de la casa, un pequeño jardín descubierto bajo un claro, donde ahí, estaba Ishigami Senku. Todos se sorprendieron al ver el estado del científico peliverde, parecía haber corrido tres maratones, sin descanso, estaba fatigado, con la cara demacrada y hasta con los mechones de su cabello antes desafiantes a la gravedad, listos para caer ante esta. En otras palabras…
—Te ves hecho una mierda, Ishigami —acoto Stanley al pobre Dr. Stone que estaba desparramado sobre una silla de madera intentando recuperar el aliento. —¿Qué demonios hiciste para estar así?
El científico al identificar a sus interlocutores, rodo los ojos con evidente fastidio, para luego centrar su mirada en Xeno.
—¿De nuevo los viejos, Xeno? —el estadounidense asintió generando que Senku chasqueara la lengua. Que problemáticos, pensó el peliverde.
—Así es, y no ayuda que cierto científico se pierda tres días sin aviso. ¿Dónde diablos estabas Senku?
Senku recordó entonces los tres días en que su esposa lo mantuvo dentro de su dormitorio.
Sin descansar.
Dicha esposa que ahora estaba desviando su atención en Suika evitando mirarle porque eso desencadenaría un potente sonrojo que haría que los estadounidenses terminaran por burlarse de ellos.
Lo peor —o mejor dependiendo como decidiera mas tarde— fue que era enteramente su "culpa".
Había pasado un año luego de que, para sorpresa de todos, Senku y Kohaku decidieran casarse. Luego de tanta tensión sexual entre ellos y demasiados dolores de cabeza —y del corazón según Kohaku— ambos decidieron dejarse de rodeos y empezar una relación. Que rápidamente los llevo a casarse, en especial, luego de cierto evento en la cocina de la casa del viejo jefe de la aldea que involucraba ropa interior y al científico siendo sorprendido con ella puesta.
Tres días antes de su desaparición, Senku decidió regresar a su hogar luego de dos semanas de ausencia, estaba agotado física y mentalmente, además que deseaba saber sobre su esposa, más aún después de que un murciélago y un capitán le comentaron un chisme sobre un pequeño estorbo intentando coquetear con la Leona.
Al entrar a su hogar, Senku se encontró con su mujer sentada sobre el sofá, vistiendo una camiseta sin mangas blanca y unos shorts de mezclilla —cortesía de Yuzuriha— mientras alrededor de su cuello tenía una toalla, su cabello estaba revuelto, rebelde; y las gotas de agua, producto de una recién obtenida ducha, caían por su cuerpo.
El peliverde sintió su cerebro apagarse por un momento, al tiempo que su agotamiento se fue corriendo por la ventana. Acercándose al motivo de sus recién descubiertos problemas, Senku volvió a recomponerse antes de que Kohaku lo descubriera actuando como un pervertido —que lo era, pero tenia una reputación que mantener.
—Ya llegué —carraspeo Senku como si estuviera sediento, la mujer al identificarlo le mostro la mejor de las sonrisas al mismo tiempo que se levantó del sofá. Maldita sea Kohaku, pensó el científico sintiendo el calor dentro de la habitación intensificarse.
—Bienvenido Senku —saludo la mujer mientras se acercaba a paso veloz, antes de que su marido pudiera reaccionar presiono sus labios contra los de él, para luego juntar sus brazos alrededor de su cintura y poner su cabeza en su pecho, aspirando su aroma. —Te extrañe.
—Sigue intentando Leona, algún día, lograras ese sonrojo —rio ligeramente el Ishigami mientras absorbía el aroma de su mujer. Madera, sudor, tierra, vainilla, cerezos y ¿Canela? Senku recordó de pronto el regalo de bodas por parte de Minami, sales de baño. Deben ser de ahí, pensó.
La rubia por su parte logro captar su olor tan característico a madera, humo, gasolina, metal fundido y sudor de su camisa de laboratorio, lo había extrañado, fueron dos tortuosas semanas separados y estaba completamente necesitada de él.
Levantando la mirada, la mujer poso sus ojos aguamarina en sus ojos rojos, a la vez que subió los brazos a su cuello, tirando ligeramente de él hasta que sus labios se conectaron de nuevo.
—Te amo Senku —dijo ella al separarse. El hombre por su parte estaba desarmado, tenía las hormonas trabajando a toda máquina y con su libido a punto de hacer un golpe de estado a su cerebro. Un cerebro enamorado es lo más ilógico ¿eh? pensó con ironía. Descaradamente poso sus ásperas manos en el trasero de la cazadora, apretando las nalgas por encima de la ropa y aprisionando sus labios de una manera mas salvaje.
—Senku… —la rubia deliraba, el olor y las atenciones de su esposo la estaban llevando a la locura. Lo necesitaba, sus camisas, su lado de la cama, nada era suficiente para Kohaku, necesitaba a Senku.
'Grrrrr Brrrr'
Pero tal parecía que la suerte de ambos no estaba de su lado, ya que el estomago de la Leona, ignorante de todo el baile de hormonas entre los dos, declaro abiertamente sus intenciones, dejando a la rubia sonrojada, excitada y avergonzada.
—Intuyo que no has cenado, ¿Eh Leona? —comento Senku con sorna, aunque por dentro quería tomarla de una vez y hacerla suya en el sofá, estaba adorable, vulnerable y majestuosa.
—No me digas Leona, bastardo. —Kohaku solo pudo rebatir en voz baja mientras se separaba de su marido, por dentro maldecía su apetito. —No, pensé en salir a cenar.
—Podríamos salir, o podríamos hacer algo comestible con lo que sea que tengas en el refrigerador, ¿Qué dices? —propuso el hombre deseando que ella aceptara la segunda opción.
—Estoy acostumbrada a no ser muy exigente y… —la rubia se acerco de nueva cuenta, esta vez siendo mas asertiva, mordiendo su lóbulo derecho ligeramente y susurro—… sinceramente te deseo hoy, Senku.
—Bien, no deseo demorarnos mas tiempo, quiero a mi esposa en mi cama —el científico rio de lado para luego guiar a la rubia hacia la cocina.
Para ambos fue un martirio.
Senku no podía dejar de mirarla. Su trasero, su escote, su abdomen plano, sus piernas, estaba siendo una completa escoria, un pervertido de primera, pero ya no le importaba, Kohaku siempre le pareció atractiva, pero hoy parecía un maldito animal en celo olfateando a una posible pareja.
Kohaku tampoco estaba tan bien, podía sentir la mirada de Senku sobre ella, y ciertamente eso le hacía delirar. Antes, había pensado en que, comparado con otras mujeres, ella no era tan bonita, esto producto de su personalidad aguerrida y menos femenina. A comparación de Ruri, las hermanas Ruby, Garnet y Sapphire en un principio, y de Yuzuriha, Minami y Luna más adelante, ella sentía que no era hermosa, pero fue Senku, alguien a quien no le importaba quien estuviera frente a él, este jamás perdería la compostura, estaba a su lado devorándola con la mirada, eso le excitaba y por lo tanto apenas y ponía atención a sus instrucciones.
Ambos estaban seguros que hacer ramen había sido un error.
Mientras los fideos se cocían, Senku se dirigió hacia el refrigerador buscando ingredientes, encontrando para su nula sorpresa que no había rastro de carne alguna. Abriendo el congelador, encontró un pequeño paquete, era un regalo de Ryusui de su primer aniversario de bodas hacia un par de semanas atrás.
—¿Afrodisiacos? —pregunto Kohaku al leer la etiqueta del pequeño paquete que contenía almejas, camarones y demás mariscos.
—Ese capitán idiota, los afrodisiacos son un mito. —Senku rodo los ojos con fastidio, había olvidado tirar el "regalo" del avaro de Ryusui, luego de que este se los diera mientras reía como desquiciado.
—¿En serio? Recuerdo que dentro de las cien historias hay una sobre ellos. —comento incrédula la rubia, ciertamente nunca había podido escuchar esa historia, Ruri le había comentado que cuando se casara, ella tenía la obligación de contársela, pero antes de eso no, por lo cual no se la había contado.
Senku solo pudo levantar la ceja al escuchar esto, ¿Qué demonios pensaba Byakuya al enseñar sobre este tipo de cosas?
Posiblemente es una historia hecha para joderme o hacer que, de alguna forma, cuando me despetrifiquen, le engendre nietos. Viejo, en serio, pensó el peliverde mientras se imaginaba la cara burlona de su padre producto de la broma.
—Sí, ni en el siglo XXI hubo alguna evidencia concluyente de que estos fueran efectivos. En realidad, estas sustancias tienen un efecto placebo, la gente que los usa, quieren creer que funciona, lo que acondiciona su mente a obtener el efecto deseado —expuso el científico.
—Pues si no tienen nada extraño usémoslos —propuso Kohaku, el hombre viendo que no traían nada malo y estaban comestibles se encogió de hombros y hecho los mariscos al caldo.
—Bueno, un ramen de mariscos no viene mal.
Senku debió prever que su suerte le jugaría una mala pasada.
Porque antes de que pudiera analizar su situación, estaba comiéndose a besos con su esposa en el comedor, con ambos tazones de ramen a medio terminar.
Algo no andaba bien, vale que ambos estaban necesitados, pero esta sensación de excitación sexual no era normal. No era como si Senku quisiera hacerle el amor a su mujer, quería follarsela y no iba a esperar.
Su mente era un revoltijo, ¿Maquina de que? ¿Unidad de que? ¿Ciencia que? No, él no tenia tiempo para pensar en otra cosa que no sea el tomar a la rubia frente a él y hundirse en ella.
—Kohaku… —el científico hablo de forma gutural, casi animalesco, a la par que iniciaba un nuevo ataque sobre los labios de su esposa, quien gustosa lo recibía.
Por su parte, Kohaku estaba mareada y completamente excitada, lo que sea que hayan comido no le importaba, tenía a su marido —el hombre más difícil de seducir del mundo— como un animal en celo frente a ella y a ella misma con una mano en los pantalones de él masajeándolo por encima de la ropa. No es suficiente, lo necesito… lo necesito ¡Ya! Pensó desesperada.
Por lo que, separando a Senku de ella, tomo su mano y lo guio al dormitorio, dejando un camino de prendas por toda la casa, quedando desnudos por completo al frente de la cama.
Maldita Leona ilógica, pensó Senku mientras sentía la lengua de la rubia colarse sin avisar por su boca, retando la suya a una intensa batalla, en tanto que apretaba el trasero de ella con total fuerza, era redondo, suave y firme, además de que no sabía porque le daban tantas ganas de azotarlo; al mismo tiempo su mujer le masturbaba, estaba duro, caliente y las manos suaves de ella lo estaban llevando a la locura.
Sentándose en la orilla de la cama, Kohaku siguió atendiendo su erección, a la par que el peliverde centro su atención en sus muslos, recorriéndolos lentamente, poco a poco hasta llegar a la cara interior de estos y así subir hasta llegar a su sexo. Estaba caliente, empapada e hinchada, sin pensar, acaricio con suavidad la hendidura generando suspiros en su amante y dándole valentía para deslizar un dedo adentro de ella.
La cazadora soltó un coro de gemidos que casi le hicieron llegar al nirvana, era música para sus oídos.
—¡Senku!... ¡Senku!... ¡SENKU! —la chica solo podía responder aumentando la velocidad de sus atenciones sobre su falo, lo que lo llevaba al límite, lo sabía, ambos estaban cerca del orgasmo.
—¡Maldita sea, Kohaku! —Senku sintió sus caderas contraerse al tiempo que sus sentidos explotaban, su semilla salió disparada sobre la alfombra del dormitorio arruinándolas por completo.
Pero el peliverde no estaba dispuesto caer tan fácil, por lo que aun con los sentidos embotados, deslizo un segundo dedo por la hendidura de su sexo aumentando el ritmo de las estocadas, mientras su pulgar con maestría y a traición ataco su clítoris, una tormenta de sensaciones que hizo que su esposa llegara a su primer orgasmo.
—¡Senku! —Kohaku chillo, soltando el miembro de su amante y arqueándose sobre la orilla de la cama, tenía la lengua de fuera, casi como una poseída.
Pero para él no era suficiente, no, su esposa debía caer en la locura, debía perder su nombre y la razón. Por lo que, sin dar tregua, siguió el ritmo demencial con sus dedos y castigando su clítoris, hasta que en sus atenciones encontró su punto, presionándolo y haciendo que la Leona experimentara su segundo y tercer orgasmo.
—¡SEEENKU! —el cuerpo de la chica cayó como plomo sobre el colchón, tenía la respiración agitada, estaba sin fuerzas e indefensa, su cabello estaba revuelto sobre las ahora arruinadas sabanas.
Y normalmente seria en estos momentos en que Senku le besaría con cariño, le daría tiempo para tranquilizarse y continuarían de la manera mas suave posible, pero el Senku de ese momento, no tenía el mínimo interés en ello.
En un solo movimiento se poso arriba de ella, besándola con fiereza, tomando sus piernas y poniéndolas alrededor de su cintura, Kohaku aun confundida sintió a Senku entrar en ella, completamente duro y caliente.
—¡Ohhh Senku! —los gemidos de la bella rubia le daban animo para ir completamente intenso desde el primer momento, estaba tan duro, pero ella tan caliente y apretada que estaba seguro que moriría y eso no le importaría.
—¡Leo-Kohaku! ¡Kohaku! —La chica nunca había escuchado a Senku gritar su nombre, por lo que valiente, recobro la fuerza sobre sus piernas y las acomodo sobre las caderas del científico, a la vez que posaba sus brazos sobre su cuello, acercando su cuerpo mucho más a el de su marido, haciendo que sus pezones duros se frotaran contra su pecho, para luego mover sus caderas al mismo ritmo intenso que él.
Era un ritmo demencial, el colchón sufría, pero eso les daba completamente igual, ambos se estaban entregando de una forma de la cual jamás habían experimentado y les encantaba.
Separándose un momento de los labios de la rubia, Senku ataco sus pechos, mordiendo sin pensar los pezones duros, lo que hizo que un nuevo orgasmo se produjera en la rubia.
—¡Ah! ¡Senkuu! —Senku tuvo que usar toda forma posible de autocontrol para no correrse en ese momento, fue difícil, pero le fue suficiente para continuar con la faena. Una vez recobrado el peliverde continuo el ataque sobre los pechos de su esposa, esta vez chupando en el contorno de estos hasta llegar de nueva cuenta a sus rosadas areolas, haciendo pequeñas marcas con sus dientes. El hombre esperaba que nadie descubriera las marcas que dejaría, o de lo contrario les traería problemas a ambos, aunque la imagen de su esposa caminando con las marcas hechas por él, lo ponía mucho mas duro.
La rubia, al sentir los labios de Senku sobre su piel busco su cuello, encontrando las venas y las arterias pulsar por el intenso ejercicio, sin más espera comenzó un pequeño camino de besos que pronto se transformaron en mordiscos, le encantaba morder su manzana de adán, recorrer con su lengua su quijada, y enterrar sus dientes en su clavícula, eran sus marcas, Senku era suyo y de nadie más. Al sentir su orgasmo construirse de nueva cuenta, soltó las manos sobre la nuca del científico y las enterró en su espalda, formando caminos de sangre en la piel sudorosa de Senku para luego apretar con fuerza su trasero.
Ambos estaban tan cerca, lo sabían, el peliverde de pronto tomo a su amante de la cintura, separándola ligeramente de la cama, sus embestidas se tornaron cada vez más erráticas, había una ley universal en la física que decía que dos cuerpos no pueden compartir el mismo lugar al mismo tiempo, pero para los dos, llegar a lo más cercano era suficiente.
—¡Senku! ¡Voy a…!
—Yo también, Kohaku.
Estando tan cerca ambos posaron sus cabezas aun lado del otro, dejando escuchar su final.
—¡Senku te amooooooo! ¡Senkuuu!
—¡Mierda, Kohaku!
Primero fue Kohaku quien el orgasmo la llevo a la gloria, sintiendo su espalda arquearse hasta el punto de perder el aliento, su visión se nublo y su cuerpo se sentía tan ligero que parecía flotar —y quizás sí lo era, porque su marido la deposito con cuidado aun lado de la cama con total suavidad luego del acto—, se sentía completamente viva.
El peliverde llego al orgasmo momentos después, sin pensar disparo su simiente en el interior de su esposa, sentía cada musculo del cuerpo contraerse con violencia, entretanto su percepción del tiempo se volvía cada vez más lento, el hombre sentía hasta perder la mente y caer rendido por completo al placer, ¿Quién era y como se llamaba? Eso no importaba. Con su ultimo atisbo de fuerza, deposito a la rubia en el colchón con suavidad, para a continuación besarle la frente y dejarse caer a un lado de ella, su respiración era errática, pero eso no le impidió acercarse a su oído y decirle unas simples palabras.
—Te amo, Kohaku. —fue un pequeño susurro, algo que ni cuerdo podría decir sin sentirse falso, pero en ese momento y en esas circunstancias era lo mínimo que debía decirle, estaba loco, pero en ese momento era el hombre más feliz del mundo.
Y aquí deberían haber terminado, con ese hechizo entre ambos, pero nada es para siempre y ciertamente Ishigami Senku tenía una pésima suerte, ya que, sin dar tregua, la Leona atrajo sus labios y lo metió en un frenético beso francés, lista para otro asalto con su amante.
No había forma de defenderse ni de parar el embate de la rubia, quien ni corta ni perezosa comenzó a masturbarle de nueva cuenta, a fin de dejarlo duro.
Iba a morir, lo sabía.
Horas mas tarde, sus sospechas se hicieron realidad al ver que estaba al borde de la inconsciencia, pero sinceramente a Senku no le importaba en lo mas mínimo, en especial cuando sintió la boquita húmeda y caliente de Kohaku practicarle sexo oral por primera vez, él sentía que podía morir sin problemas.
Total, no había nada que se necesitara hacer, ¿Verdad?
Tres días después y gracias a un milagro pudo salir con vida de la habitación.
El lugar era un desastre, una autentica leonera —ironicamente. Tanto Senku como Kohaku estaban asqueados, avergonzados, pero absolutamente satisfechos.
Al diez mil millones por ciento.
—¿Y bien Senku? —preguntó de nueva cuenta Xeno, había perdido la paciencia y Senku no contestaba.
—Estuvimos construyendo algo dentro de la casa y perdimos el tiempo. —respondió Senku con seguridad, esperaba que eso fuera suficiente para sacarle al estadounidense de encima.
—¿Es una especie de código para decir que estuvieron follando como animales tres días? —Soltó Stanley en voz alta.
Senku casi se atraganta con su propia saliva al escuchar ese comentario, por fortuna su afilada mente pudo mantener las apariencias, evitando sonrojarse ante la desagradable —y acertada— expresión del piloto. Xeno estaba decepcionado profundamente de los dos.
—Stanley…
Pero antes de que Xeno pudiera reprenderlo, Stanley rio con fuerza para señalar el potente sonrojo de Kohaku quien luego de escuchar el comentario del antiguo operador de fuerzas especiales, se agacho esperando que la tierra la tragase.
—Te lo dije Xeno, tu alumno casi se muere producto de su esposa, y seguramente por algo que el hizo.
Xeno solo quería irse, pero no al laboratorio, ni a Estados Unidos, quería irse en un cohete directo al Sol y de paso llevarse a Stanley con él.
Senku solo esperaba recuperarse, prometiéndose pasar en casa mucho más seguido, valía mucho la pena, diez mil millones por ciento. Aunque sentía que algo se le estaba olvidando… algo importante.
No importa, luego lo recordare. Primero debo encontrar al avaro de Ryusui para que me diga dónde demonios saco esos mariscos, deben ser destruidos, por supuesto. Luego lo mato, posiblemente en un baño de ácido.
En algún lugar en el mar, un capitán reía como desquiciado.
Y terminamos.
Esta ha sido una historia muy difícil de escribir no les voy a mentir, el tema del lemon es complicado y hacerlo sin llegar a ser extremo siempre se me dificulta, así que pido disculpas si no ha sido de su agrado, quizás con el tema del día riko de meses posteriores pueda mejorar mucho mas, jejeje.
Ahora, las referencias, de nuevo, doy muchas gracias al grupo Senku & Kohaku por la inspiración mas que nada con los memes de Ben Affleck siendo exprimido en vida (pobre hombre, mucha fuerza y energía para vos) que luego elegantemente extrapolaron hacia nuestros amados personajes. Y fíjense, yo si me creo que la relación de estos dos sea tal que uno siendo mas descarado que otro (Senku) tengan toda esa tensión entre ellos que los haga explotar como locos.
Así que usando el tema del mes "Afrodisiacos" cree esta pequeña historia de como Senku esta al borde del colapso mientras su mujer esta como sin nada.
Espero y les haya gustado.
La siguiente ocasión que nos veamos posiblemente será para la Senhaku week que estoy muy interesado en escribir sobre ella.
De nuevo agradezco haber leído esta historia y sobre todo les mando un gran saludo.
- Caius.
