CAPÍTULO ÚNICO:
La familia Odinson esconde un secreto que, cada vez que es casi descubierto, ellos escapan. Son la familia que más mudanzas ha hecho, sin importarles el gasto económico que eso les resultaba.
La madre Frigga, el padre Odín, eran ya dos ancianos con el tiempo dejando huellas sobre sus pieles. Frigga era una madre amorosa, tal vez por eso sufría más en noches solitarias, rogando a los dioses por un perdón. En cambio, Odín era todo lo contrario; mostraba favoritismo sobre sus hijos, y a pesar de amarlos como cualquier padre también les maldecía.
Y es que tenían dos hijos: Thor, el mayor; y Loki, el menor. Y ambos hermanos, según estos, se amaban, y según los padres, practicaban el mayor pecado de todos: el incesto.
Thor y Loki eran ya lo bastante grandes, adultos en realidad, para vivir por cuenta propia, tal vez huir uno del otro y olvidar ese sentimiento que habían creado a la edad de quince años, o también para escapar juntos y dar por hecho que no eran hermanos, sino esposos y vivir sin tener que esconderse como en ese momento.
Mas la traición, la decepción causada a sus padres los mantiene encadenados a ellos.
—Berlín, nuevo hogar por los siguientes qué, ¿seis, tres meses? —reprochó Loki, dejando caer el equipaje en el patio de la nueva casa que habitarían.
Ni Thor ni Loki observaron la casa ni sus alrededores. No les importaba. Encariñarse con lugares o personas era solo una mala idea.
Frigga hizo caso omiso, obligando a sus hijos a tomar rápidamente un baño y luego la acompañaran al mercado y empezar a reestablecerse prontamente.
—Además mañana Thor cumple años, asegurémonos comprar un pastel —sonrió la anciana.
Mañana. ¡Mañana! Thor quiso llorar por la edad que cumpliría, recordándole que el tiempo acababa. Cuarenta y cinco años, más dos décadas sin poder deshacerse de sus padres y escapar con Loki. Era una tortura para ambos verse a los ojos, hablar sobre sus sentimientos sin sentirse terriblemente mal por dentro, pensando en el dolor que le causaban a sus padres.
Si tan solo uno de ellos decidía irse, alejarse, podría probablemente ser feliz; formar una familia, mientras el otro cuidaba de los ancianos. Quisieron hacerlo hace quince años. Una farsa. El verdadero plan era reencontrarse y huir juntos. Pero los padres se enteraron y los ataron a una maldición.
Es por eso que solo uno de los hermanos tenía esa libertad de escapar y hacer su vida, pero ni Thor ni Loki estaban dispuestos a abandonarse.
—Envejecemos junto a ustedes, ¿orgullosos? —se burló Loki, con la voz dolida y el odio bañando sus hermosos ojos verdes.
Frigga hizo más que echarse a llorar, mirando a ambos hijos con una profunda tristeza. A veces, Thor y Loki estaban seguros, ella quería decirles algo, pero cuando abría la boca era solo para disculparse.
Por otro lado, Odín apretaba la mandíbula del enojo. Esta vez no dijo algo hiriente sino llevar a su esposa a un lugar tranquilo.
Los nuevos vecinos hicieron aparición con un montón de preguntas después de brindar hospitalidad en el nuevo barrio.
—Sus hijos son ya bastante adultos —una vecina observó, insinuando si ellos ya eran casados.
—Loki es viudo —contestó Frigga, actuando de una manera asombrosa para quien la viera, e irritante para los hermanos. —La pérdida lo enfermó, padece delirios por lo que vive con nosotros. Y Thor, su hermano —lo señaló —él no comprende mucho de algunas cosas. Nació con una discapacidad, es decir…
Loki y Thor ya sabían de memoria lo que seguía: Thor un retrasado mental, con una grave enfermedad en la cabeza. Cierto, un tumor maligno. Era sí como la familia Odinson intentaba apagar la curiosidad de la gente del porqué dos hijos vivirían con sus padres hasta la vejez.
Pero cuando la gente los observara mejor, se darían cuenta que todo era mentira y que algo extraño pasaba con la familia Odinson. En especial con los hermanos.
Cuando llegó la noche, Thor y Loki subieron a su habitación después de cenar. Aunque sus padres estuvieran en desacuerdo, había cosas que ya no podían prohibirles como dormir juntos y que se respetara su intimidad.
Tantos años jugando a ser una familia normal, no podía no ser estresante.
—Mañana cumples cuarenta y cinco. Ya te haces viejito —sonrió Loki, dejando salir ese lado tierno y juguetón que solo Thor podía ver a puertas cerradas.
—En dos años tú también tendrás la misma edad —ronroneó Thor abrazándolo por detrás.
—Pero tú ya estarás más viejito.
Loki se dio la vuelta aún con los brazos de Thor rodeándolo, se miraron a los ojos con tristeza y sonrieron, porque solo en esos momentos podían ser realmente solo ellos.
—Te amo.
—Yo también te amo, Loki.
Entonces se abrazaron con fuerza, como si no hubiese un después. Tenían tanto miedo de cómo terminaría todo eso.
Antes, Loki había entrado en un estado depresivo, no comía, tenía taquicardias. Incluso había intentado asesinar a su padre. Quizá por esto sus padres los dejaron amarse a puertas cerradas en una habitación propia, porque fue eso lo que calmó a la menta más joven de la familia.
Incompletos. Así se sentían. Podrían besarse, hacer el amor, con toda la pasión para al final sentirse incompletos y terriblemente culpables.
Como el día del cumpleaños de Thor, ambos hermanos… ambos amantes pelearon, pero con las bocas, mientras se besaban con hambre. Aunque el amor que se tenían era puro y sincero, sobre todo correspondido, había una gran espina de la vergüenza y culpa que los rodeaba. Mientras Thor se hundía en el estrecho agujero de Loki con embestidas cada vez más fuerte y precisas, ninguno podía realmente gemir en alto, ni decirse algo dulce. Solo esperar a terminar, besarse una última vez y fundirse un abrazo.
Seguro era medianoche, no estaban seguros, mientras trataban de relajar sus cuerpos después de una unión sexual intensa, escucharon los pasos de sus padres. Loki cerró con fuerza sus ojos, a pesar de la oscuridad esperaba no ver ni escuchar nada.
Siempre era lo mismo, la chapa de la puerta se movió sin abrir la puerta, porque Thor y Loki lo aseguraban siempre. Otro intento de abrirlo con fuerza, y Loki se aferró más al cuerpo de Thor.
—Dios los aborrece. Pecadores. Pecadores —susurró Odín para no llamar la atención a los vecinos con sus gritos. —Dios Padre, perdónalos. Padre nuestro, que estás en los cielos. Santificado sea tu nombre…
Odín empezó a rezar, sin saber cómo ambos hermanos empezaban a llorar en silencio, abrazándose vulnerables. No había forma de que ellos pudieran dejarse de amar, ya era demasiado tarde, y muy doloroso. Sabían que lo que hacían estaba mal… no sabían cómo es que sus padres sabían las noches que ambos hermanos tendrían relaciones sexuales. Eran silenciosos, justamente por sus padres…
—Se irán al infierno, nos arrastrarán ahí —otra vez Odín les habló en susurros. —Malditos hijos, he sido maldito por tenerlos.
Un golpe, y otro resonaron en la habitación. Pero pronto pararía, logrando haber destruido una noche más a dos amantes que en verdad sí tenían el derecho de ser felices. Al que cruelmente los estaban culpando de algo que no era en realidad un gran pecado.
El llanto de Frigga adornaba cada rincón de la casa, sufriendo en silencio la desgracia. Ella había soñado que un día sus hijos traerían una novia, y llenarían la familia con muchos niños que la llamarían abuela…
Al día siguiente, las cosas no cambiaron; miradas reprobadoras de los ancianos y los hijos ignorándolos. Y antes del almuerzo escuchando cómo el viejo Odín leía la biblia para bendecir los alimentos y pedir misericordia por los pecados que sus hijos habían puesto incluso encima de sus hombros.
—Dios debe estar cansado de escuchar siempre lo mismo —Loki jugó con la comida, sin apetito. Extrañamente lo de anoche lo afectó, como si fuera la primera vez que pasara. —Dios, perdona a mis hijos. Dios, ¿qué hice mal? —imitó la voz de su padre con estupidez.
Thor sonrió, dejando en claro que afirmaba lo dicho por su hermano.
En solo una semana, Loki ya quería iniciar con el plan de mudarse otra vez dando a los vecinos algo de qué hablar. Thor no estaba muy convencido, porque su trato era que al menos pasaran dos meses antes de mostrarse cariñosos delante de los vecinos.
—Odio este lugar. Odio el idioma.
—Pero Loki… —Thor trataba de hacerlo razonar. — Podríamos aprender algo nuevo.
Loki lo miró y no dijo nada, desviando su mirada hacia la calle que regalaba la ventana de su habitación. Parecía tan pensativo que Thor temía no saber cómo detenerlo. Estaba de acuerdo con Loki de hacer que los vecinos descubrieran su relación para castigar a sus padres, pero también se mostraba mal por hacer sufrirlos siendo ya tan ancianos.
—Quiero tomar la… —Loki no pudo terminar de decirlo sin lanzar un pequeño sollozo. —Me iré, Thor. Ya no los soporto.
—¿Qué quieres decir? —Thor se puso de pie ante la alarma que su cerebro le señaló.
—Buscaré mi vida, o vete tú. Solo hagamos lo que tanto desean. Y no nos lastimarán… nunca más.
Loki lloró, cuando Thor lo tomó de la mano, sintió como el cuerpo de su hermano temblaba. Retuvo sus lágrimas, sin decir nada, solo mirando hacia afuera, recordando cómo las amenazas de sus padres eran claras: si ellos escapaban juntos, revelarían al mundo entero que eran hermanos, destrozando la vida falsa que intentaran llevar.
—Le diré a mamá, primero a mamá.
Estaba decidido: Loki se iría.
El equipaje de Loki no era mucho. De hecho, la familia no tenía nada valioso que llevar de un lugar a otro a excepción de los papeles familiares. Ni siquiera había fotografías, tal vez un par que Thor y Loki escondían después de que sus padres en momentos de rabia los habían quemado todos.
El tiempo hacía ya eco sobre los viejos, y luego seguirían los hijos. Loki no podía permitirse marchitar junto a ellos.
—Espero que en la siguiente vida podamos estar juntos, hermano —Loki soltó un suspiro tembloroso al momento de despedirse solo de Thor.
Frigga echaba un montón de lágrimas por todo su rostro. Tal vez el favoritismo que Odín había mostrado fuera para Thor, Frigga lo tenía para Loki. Misteriosamente, ella apretó con fuerza el bolsillo de su vestido, mirando con tanta tristeza a ambos hijos, y con súplica a su esposo.
Lo acompañaron al aeropuerto, Loki con su pequeña maleta, mirando perdido alrededor, claramente nervioso por el viaje solo que haría desde ese día.
Thor tenía tan solo minutos para estar con Loki antes de que los altavoces pidieran a los viajeros con destino a América se dirigieran al punto correspondiente. Minutos. No le importó ya nada, y lo tomó de la mano provocando a Loki un estremecimiento. Se estrecharon con fuerza, mirándose una última vez hasta que escucharon cómo Frigga le pedía a Odín que dijera la verdad.
—Díselos, por favor. ¿Por qué castigarlos por tus tontos prejuicios? Ya ha sido suficiente. — Frigga hipeaba, limpiándose las lágrimas con la punta de su vestido. Sus manos temblaban, pero quien lo viera diría que era más por la edad que por el llanto.
Loki dibujó una expresión de fastidio en su hermoso rostro, cuando se giró hacia sus padres. Esperando escuchar algo completamente tonto e hiriente. Pero lo que ambos no esperaban era una verdad tan fuerte.
Frigga les entregó un arrugado y viejo papel doblado en muchas formas, y Loki lo leyó superficialmente mientras Frigga contaba una historia. Odín se dio la vuelta, les dio la espalda para que no lo vieran llorar.
A nadie le importó si el anciano lloraba, lo que a todos les llamó la atención fue cómo el hombre pelinegro gritaba del dolor, cayendo de rodillas.
La homosexualidad no era mal vista, ya no más. Pero aún existían mentes muy conservadoras como la de Odín. Cuando se enteró que sus hijos practicaban sodomía, le dolió que fueran homosexuales, lo de hermanos no era tan importante.
Cuando Loki se derrumbó en los pasillos del aeropuerto, dejando a extraños con un nudo en la garganta, Thor miró a sus padres con verdadero odio. Ayudó a Loki a ponerse de pie para salir de ahí, ignorando el grito de su madre que le rogaba volvieran a casa.
—Nos mintieron. —Loki leía una y otra vez el papel de adopción que tenía en sus manos. —Mira lo que nos han hecho.
Thor no quiso deshacerse en llanto como Loki, porque no podrían reponerse si ambos caían así que se mantuvo fuerte, sin poder creer realmente todo lo que estaba pasando.
Los padres de Loki eran amigos cercanos de sus padres, cuando murieron ellos adoptaron a Loki sin pensarlo dos veces. Lo amaron como a su hijo propio, hasta que…
Tomaron el último vuelo a América, con los corazones destrozados por sus propios padres, con la vida consumida como en una prisión por una mentira que les hicieron creer, condenándolos al infierno después de la muerte. Pero de algo estaban seguros, que ellos sanarían juntos, vivirían la vida que debieron haberlo hecho hace mucho.
La familia Odinson escondía un secreto, ahora que todos lo saben, los ancianos son repudiados.
FIN
