Disclaimer: Los personajes pertenecen a la excelente escritora JK Rowling, yo solo juego con ellos ;) .

Summary: OneShot: El precio de la libertad: Un beso.


Juegas sucio, Malfoy

Capítulo único:

Juegas sucio, Malfoy.

"Imposible no es un hecho, es una opinión"

.

Hermione salió con pasos lentos, pero decididos, a través del retrato de la Dama Gorda para encontrarse cara a cara con su némesis, Draco Malfoy. Aquella noche le tocaba hacer ronda de prefectos con el rubio.

Fantástico.

El chico estaba esperándole apoyado en la baranda de las escaleras con gesto despreocupado. Cuando Hermione llegó a su altura, frunció el ceño en dirección al objeto que portaba.

– ¿Para qué es la escoba?.

– Para barrer. Siento empatía por los elfos doméstico y pensé en ayudarlos a limpiar el castillo. – Respondió sarcástico.

La castaña le envió una mirada envenenada.

– Las escobas voladoras son un objeto muy importante en el Mundo Mágico, Granger. Cumplen función de transporte y además, es utilizada en el deporte más importante a nivel mundial, el Quidditch. – Le explicó el chico como si fuera estúpida.

– No te hagas el sabiondo conmigo, Malfoy. – Siseó con irritación. – Sabes perfectamente a que me he referido cuando te he preguntado.

El joven sonrió con suficiencia, le encantaba sacarla de quicio.

– Me han dado un chivatazo. – Comenzó hablar. – Unos alumnos de cuarto año de Hufflepuff, han comprado whisky de fuego y pretenden beber esta noche al pie del lago donde vive el calamar gigante.

– Sigo sin entender que pinta en todo esto tu escoba. – Dijo la Gryffindor sin inmutarse.

– ¿Y tú eres la bruja más inteligente de nuestra generación?. – Comentó con mofa el rubio. La castaña torció los ojos con disgusto. – Vamos a ir a corroborar si es cierta la información, Granger. Y sí lo es... le quitaremos unos buenos merecidos puntos a su casa. – Concluyó como si fuera obvio.

– ¿En escoba?. – Puntualizó Hermione cruzando los brazos.

– Sí. – Respondió el chico imitando su postura.

– ¿Tú y yo?. – Volvió a preguntar.

– Claro. – Sonrió con falsa dulzura.

No.

Un no rotundo que hizo desaparecer la sonrisa del rostro del rubio de un plomazo. Draco le miró desconcertado por unos segundos, aunque se recuperó con rapidez adoptando su típico gesto déspota.

– ¿Cómo qué no?. – Dijo indignado.

Hermione alzó su mano derecha enseñando su dedo anular.

– Primero: No pienso sobrevolar Hogwarts de noche, sin permiso y menos aún, contigo.

– Solo estamos cumpliendo nuestra función como prefectos. No necesitamos el permiso y puedo asegurarte, que es seguro volar conmigo. – Rebatió el rubio.

La chica lo ignoró y levantó su dedo corazón.

– Segundo: Sí es verdad lo que me has contado sobre los alumnos de Hufflepuff, avisemos a algún profesor para que se haga cargo del asunto y cumplida la misión.

– Los profesores harán preguntas y no pienso desvelar el nombre de mi fuente. – Añadió.

Hermione subió con esfuerzo un tercer dedo.

– Tercero y más importante: Le tengo verdadero pánico a volar. – Confesó a regañadientes.

Se le habían acabado las excusas. La castaña pensó que quizás se apiadaría de ella y no la obligaría acompañarlo.

El rubio alzó su ceja izquierda incrédulo.

¿Había escuchado bien?.

– Haber si te he entendido. . Hermione Sabelotodo Granger. Amiga de San Potter y la Comadreja. La chica que durante su estancia en el castillo se ha enfrentado a situaciones verdaderamente peligrosas. La que se enorgullece de pertenecer a la casa de los valientes... ¿Tiene miedo a volar?. – Preguntó estupefacto. Hermione hizo una mueca de disgusto. – ¿Te estás burlando de mí, Granger?.

– No, idiota. – Masculló. – Las escobas no son seguras. No me siento cómoda en ellas... ¿Contento?.

Draco sonrió divertido.

– No temas, Granger. No te dejaré caer. Lo juro. – Dijo teatralmente llevándose una mano al corazón.

Hermione suspiró frustrada.

– ¿Por qué no simplemente vamos hasta el lago andando?. – Preguntó.

Tenía que intentar con todas sus posibilidades.

– No podemos poner en riesgo el factor sorpresa, Ganger. Si llegamos andando podrían percatarse de nuestra presencia y huirían sin castigo. – Refutó el chico. – Llegar volando hasta allí nos servirá para pillarlos infraganti.

La castaña se estaba desesperando por momentos. No quería tener que montarse en una escoba y mucho menos en la escoba de Malfoy. Lo había visto jugar al Quidditch y era muy temerario.

– Pues ve tú solo. Yo me quedaré aquí para cubrirte las espaldas. – Dijo la castaña sonriente.

Esa si era una buena excusa.

– ¿Saltándote tus deberes como prefecta?. – Preguntó con falso asombro – Ni lo pienses. Esto tenemos que hacerlo los dos juntos.

– ¡Por Merlín, Malfoy!. – Gritó exasperada. – ¡No me hagas ir!.

Sin previo aviso, el rubio agarró de la muñeca a la castaña y la llevó hacia el retrato de la Dama Gorda. La castaña sonrió satisfecha al creer que Draco la dejaría marchar, pero que equivocada estaba.

Hermione dijo la contraseña bien bajito para que el Slytherin no la oyera y el pasadizo para entrar a la torre Gryffindor apareció. La chica se giró para despedirse del rubio cuando el chico, ignorando por completo a la castaña, ingresó a la sala común con pasos decididos. La leona lo miraba incrédula.

– ¿Dónde está tu habitación, Granger?. – Preguntó Draco sin mirarla.

– ¿Mi habitación?. –Preguntó sin entender.

– Sí. Utilizaremos tu ventana para salir a los terrenos de Hogwarts.

– ¿Qué?. ¡Yo no pienso ir a ningún sitio, Malfoy!. – Vociferó.

Draco fue hacia ella y le tapó la boca con su mano.

– Deja de gritar. ¿O prefieres que todos tus compañeros se enteren de que has colado a un Slytherin en la torre?. – Comentó con malicia.

Hermione le mordió la mano con fuerza haciendo que siseara de dolor y la apartara con rapidez.

– Eres una leona de cuidado. – Masculló molesto.

La castaña sonrió encantada.

– Sígueme. – Dijo antes de encaminarse hacia las escaleras que llevaban a su habitación.

No le quedaba otra. Sabía que Malfoy no se marcharía de allí si no era por la ventana y sinceramente, él tenía razón. ¿Qué pensarían sus amigos si vieran al Slytherin en su sala común?.

Hermione no quiso saber la respuesta.

La chica tenía una habitación para ella sola por ser Premio Anual, por lo que suspiró aliviada una vez estuvieron los dos dentro de ella.

Nadie los había visto.

– Bien. Ahí tienes la ventana. – Comentó la chica señalándole un gran ventanal – Puedes tirarte de ella con escoba o sin ella, a mí me da lo mismo. Me voy a dormir, buenas noches y suerte.

La castaña no dio ni dos pasos cuando el chico volvió agarrarle de la muñeca.

– ¿A dónde crees que vas?. Tú vienes conmigo. – Ordenó.

La chica se deshizo de la mano con fuerza y golpeó el suelo con su pie en un arrebato infantil que hizo sonreír al rubio.

– ¡Maldición, Malfoy!. He dicho que no iré y no iré. – Farfulló.

– Si no quiere venir por las buenas, será por las malas. – Agregó el chico cortante.

– ¿Y qué vas hacer?. – Preguntó burlona.

Cinco minutos después, Hermione se encontraba sentada en la escoba y atada a la cintura del rubio por una cuerda mágica. Draco sonrió divertido al ver el rostro malhumorado de la Gryffindor.

– Me has obligado, Granger. – Comentó. – Mira el lado positivo. Ahora que estamos unidos, tendré más cuidado de que no te pase nada.

Hermione bufó molesta.

– Prométeme que no correrás. – Dijo mordaz la chica.

– Lo prometo, Granger. Ahora, agárrate con fuerza a mi cintura. – Ordenó el chico.

– Yo no acepto tus órd...

Hermione nunca terminó su frase, porque sin previo aviso el chico dio una patada al suelo y salieron disparados por la ventana. La castaña se agarró con fuerza al pecho del chico y ahogó un grito en su espalda. Draco comenzó carcajearse. La chica le dio un golpe en el pecho con sus manos y gritó 'imbécil' en voz alta para que le oyera.

Estuvieron volando por lo que le pareció una eternidad a la castaña. Podía sentir el aire frío golpearla sin contemplaciones, por lo que se había resguardado en la espalda del chico. Sentía en las palmas de sus manos el corazón del rubio bombear con fuerza, al igual que el suyo estaría rebotando en la espalda de él. Pero por motivos muy diferentes, obviamente. Él disfrutaba con el vuelo. Ella estaba asustada y no veía el momento de tocar con sus pies el suelo.

De pronto, Draco frenó y se quedaron suspendidos en el aire.

– Ya puedes abrir los ojos, Granger.

¿Cómo sabía que los mantenía cerrados?.

La castaña los abrió con suspicacia, para ver que se encontraban a poco distancia del suelo y cerca del lago donde vivía el calamar gigante.

– También te agradecería que no me agarraras con tanta fuerza. Me cuesta respirar. – Agregó el rubio.

Hermione apartó sus manos rápidamente del rubio como si quemara. Para luego agarrarse con fuerza al palo de la escoba.

– ¡Me prometiste que no correrías!. – Gritó en cuanto se aseguró de estar bien agarrada a ella.

– Me gusta sentir tus pechos aplastados contra mi espalda. – Moduló con tono seductor.

A Hermione se le encendieron las mejillas.

– Estúpido desvergonzado. – Profirió tras golpearle con unos de sus puños en la espalda.

– Guarda las garras para la intimidad – Se burló.

Hermione se puso a un más colorada y masculló cosas inteligibles por lo bajo haciendo reír al chico.

– Bueno. ¿Y dónde se suponen que están los alumnos fiesteros?. – Preguntó cortante mirando a su alrededor. Quería acabar cuanto antes y marcharse de allí.

– No existen. – Respondió con indiferencia.

Hermione sintió su corazón acelerarse. No tardó más de dos segundos en entender lo que pasaba allí.

– ¡Me has engañado!. – Siseó.

– Yo no diría engañar, más bien te he persuadido para que me acompañaras. – Dijo encogiéndose de hombros.

Hermione no podía verle la cara, pero podría apostar todos sus Excelentes a que el muy maldito estaba divirtiéndose con la situación.

– ¡No he venido por propia voluntad. Me has secuestrado!. – Gritó la chica a todo pulmón. – ¡Incluso me has atado!.

Draco deshizo con un movimiento de varita el lazo que unía su cuerpo al de la castaña, y con un movimiento rápido y preciso, se giró en su escoba quedando ahora car a cara con Hermione. Ésta le miraba entre malhumorada y preocupada. Él sonrió de lado por el nerviosismo de la chica.

– Dame un beso. – Habló en ese tono autoritario que tanto le gustaba asombrando a la castaña.

De todas las cosas que se había imaginado la retorcida cabeza de la castaña, como por ejemplo, la posibilidad de que Draco quisiera matarla sin dejar pruebas, que él le pidiera un beso, era lo último que esperaba.

¡Qué digo lo último!. Ni si quiera estaba en la lista.

– ¿A qué estás jugando, Malfoy?.

– Ya me has oído, Granger. Dame un beso. – Volvió a ordenar con una sonrisa bailando en sus finos labios.

Hermione vio el brillo de diversión en los metálicos ojos del rubio.

¡El muy maldito se estaba riendo a su costa!

– Tienes un sentido del humor muy retorcido. No pienso hacerlo, hurón. – Aseguró estupefacta.

– Entonces yo no pienso dejarte volver al castillo, comelibros. – Puntualiz – Así de sencillo.

Hermione achicó los ojos en su dirección con lo que esperaba que fuera una mirada intimidadora, aunque el rubio no dio señales de sentirse en lo más mínimo intimidado. El muy bastardo seguía sonriendo.

– ¿Este era tu plan desde el principio, Malfoy?. Engañarme para que te acompañara para luego forzarme a besarte.

Forzar es una palabra muy fea, Granger. Digamos, que sería el pago por tu libertad. – Resolvió enarcando sus cejas divertido.

Maldita serpiente astuta.

– ¡Vamos, déjame en el suelo!. – Pidió.

– Primero, págame como me merezco.

– ¡Tú no quieres besarme! – Chilló ofuscada – ¡Y yo tampoco! – Añadió por si fuera necesario.

– Comienza hacer frío aquí fuera – Comentó deslizándose sobre la escoba hasta rozar las rodillas de la chica.

Hermione bufó exasperada apartándose de él. No pensaba besarle. Ya fuera el último hombre en la tierra. La castaña se quedó en silenció mirando sus manos que se agarraban con fuerza alrededor del palo de la escoba.

Ojala fuera el cuello de Malfoy.

– ¿En qué piensas?. – Preguntó curioso.

– ¿Yo?.

– ¿Quién, si no?. Aquí estamos solo tú y yo. – Aclaró innecesariamente el rubio.

– En qué se sentiría al tener mis manos presionando tu garganta. – Se sinceró la chica.

– No creo que en tu expediente quede bien el asesinato al mago más apuesto del Mundo Mágico.

Engreído.

– ¿Hasta cuándo va a durar esta tontería?. – Preguntó desesperada.

– Ya sabes lo que tienes que hacer.

Tras unos segundos de silencio, suspiró resignada.

– Está bien. Lo haré.

Draco sonrió satisfecho por las palabras de la castaña.

– Ves como hablando se entiende la gente, Granger.

Hermione le regaló una falsa sonrisa antes de acercar su rostro lentamente al del chico. Draco no apartaba su mirada de los penetrantes ojos castaños de la leona. Sus labios estaban a un palmo de tocarse, pero antes de que eso sucediera, Hermione movió su cabeza para depositar un casto beso en la pálida mejilla del rubio. Luego se separó con la misma lentitud con la que se había acercado. No quería caer de la escoba.

El rubio le miró con los ojos muy abiertos.

¡Maldita sabelotodo!.

– ¡No me has besado!. – Dijo indignado.

– Sí te he besado. Era lo que querías y he cumplido. Ahora, llévame al castillo. – Pidió con falsa amabilidad.

– Besaste mi mejilla.

– Nunca especificaste dónde querías el beso. – Sonrió arrogante la castaña. – A este juego podemos jugar los dos, Malfoy.

Repentinamente, el rubio hizo girar la escoba a gran velocidad. Hermione soltó un grito asustada y por acto reflejo, se enganchó al rubio como si fuera una boa constrictor. Enlazó sus manos tras el cuello del chico con fuerza y con sus piernas abarcó su cintura hundiendo la cabeza en el hueco de su cuello.

El rubio rodeó con uno de sus brazos la cintura de la chica para estabilizarse y con la otra, agarró firmemente la escoba. Se estaba divirtiendo.

– A este juego podemos jugar los dos, Granger – Susurró imitándola.

Hermione sintió escalofríos al oír su voz tan cerca. Poco a poco fue separando su rostro del cuerpo del chico para mirarle a la cara. Estaban demasiado cerca. La castaña respiró con dificultad antes de hablar.

Juegas sucio, Malfoy.

El chico sonrió deslumbrando a la Gryffindor, que estando tan cerca de su rostro podía apreciar con mayor exactitud los perfectos dientes del joven, además de sus apetecibles labios.

¿Apetecibles?. ¡Arg!.

– Tu mirada me dice que quieres que te bese. – Dijo sacando a la castaña de sus pensamientos.

– Sandeces.

Intentó deshacer su abrazo mortal del cuerpo de Draco, pero el rubio no se lo permitió afianzando el brazo en la cintura de la chica.

– No me digas que no. – Dijo antes de rozar sus labios con los de la chica. Hermione se sintió abrumada por el revoltijo de mariposas que sintió en su estómago tras ese simple roce y se quedó paralizada. – Tus labios no mienten. Deseas esto tanto como yo. – Susurró antes de atacar la boca de la castaña como si fuera el mejor manjar.

Draco devoraba su gruesos labios con devoción. La leona gimió y abrió sus labios para que el chico pudiera introducir su lengua. El beso se tornó salvaje y desesperado. El rubio apretaba el cuerpo de la chica con fuerza y Hermione agarraba sin contemplaciones el cabello de la nuca del chico.

El rubio estaba tan concentrado en el beso que perdió el equilibrio de la escoba y comenzaron a caer. Hermione gritó y se agarró con todas sus fuerzas al cuerpo de Draco, éste atinó a proteger a la joven con su cuerpo para llevarse él todo el impacto cuando tocaran tierra.

La castaña levantó con rapidez su cabeza del pecho del rubio, y abarcando su rostro entre sus manos, gritó preocupada.

– ¡Malfoy!. ¿Estás bien?. ¿Te has hecho daño?. – Preguntó escaneándole con la mirada. A simple vista no pareció ver nada extraño. – ¿Puedes moverte?.

Solo mis labios. – Murmuró con una sonrisa coqueta.

La castaña lo golpeó suavemente en el hombro y sonrió involuntariamente.

– Genial. Espero que con ellos tengas suficiente para volver al castillo. – Respondió poniéndose en pie ante la atenta mirada del rubio, quien tenía sus cejas enarcadas como era habitual en él. – Por cierto, 100 puntos menos para Slytherin, por engaño y secuestro a una prefecta.

Draco le miró estupefacto. La leona agrandó su sonrisa.

Dulce venganza.


Fin.


¡Buenas, buenas!

Este oneshot, fue publicado en 2012 en mi antigua cuenta de FF 'Eishel'. Años más tarde, quise volver al mundo de los fanfics pero olvidé mi correo... así que, ahí fue cuando nació mi nueva cuenta 'Eishel Panakos'. Llevo tiempo queriendo volver a publicarlo en mi perfil actual, a lo mejor es una tontearía... pero me altera el zen tener las cosas desordenadas jajajaja me gustaría tener mis fics todos juntos en una misma cuenta, así que aquí estoy cumpliendo con ello.

Para las antiguas y nuevas lectoras, bienvenidas a esta pequeña historia. Para quién ya lo leyera en un pasado, no alteré la trama (aunque me hubiese gustado cambiar algunas cosas) he querido serle fiel a mi yo de 19 años y dejarla tal y como lo escribí.

¡Espero que aún así lo disfruten!

Amaría saber que piensan sobre él, yo personalmente, disfruté muchísimo releyéndolo.

Un abrazo,

Eishel Panakos.