Capítulo Dos
Lady Elvira Creel
En el Consejo Mágico de Guanajuato, Julián Cárdenas interrumpió una reunión que la nueva jefa había tenido con los miembros de la seguridad mágica. Elvira Creel estaba enojada por tal interrupción pero por otro lado, la mujer necesitaba conversar con el squib.
Elvira Creel era una mujer de alrededor de 39 años, con la piel ligeramente morena y los ojos de color verde gris. El cabello era negro que llevaba amarrado a un moño en la nuca, sin ningún pelo fuera de su lugar. Era alta y esbelta, los dedos largos como de pianista y uñas pintadas de color rojo. La bruja estaba vestida en un fino vestido de color negro con bordados de oro.
En su mano derecha llevaba su varita de madera de ébano, con núcleo de colmillo de serpiente de cascabel y la longitud de 32 cm. Siempre levantaba la varita en señal de ataque, amenazando a todo aquel que la desobedeciera. En este caso, Julián la había interrumpido en un asunto de suma importancia.
De todas maneras, Elvira dejó que Julián pasara a su oficina, sin siquiera contener de mirarlo como si fuese un insecto. Era el sentimiento mutuo que Julián sentía hacia Elvira, después de todo la familia de la mujer apoyaba los ideales de los ahora difuntos Voldemort y Sartana, además no se le escapaba la posibilidad de que Elvira todavía estaba en el camino de las Artes Oscuras.
— ¿A qué ha venido, Cárdenas? Le recuerdo que a un squib como usted no le permiten la entrada — dijo la bruja con desprecio.
— Tengo el mismo derecho que un mago de estar aquí, Doña Elvira — dijo Julián con firmeza. — Aunque no haya tenido magia, sigo siendo parte del mundo mágico.
— Cómo sea, ¿Cuál es el motivo de su visita?
— El motivo de mi visita es que usted nos deje de estar hostigando con que le demos las escrituras del hospicio — dijo Julián. — Ese hospicio ha estado bajo mi autoría por años, ha albergado a cientos de magos y brujas y squibs que han sido rechazados por gente como usted.
— Ay, Cárdenas, ese hospicio puede convertirse en algo mejor — dijo Elvira con una sonrisa maliciosa. — Si tan solo deja que el Consejo Mágico invierta en mejorar algunas condiciones del edificio.
— No quiero su maldito dinero, lo que quiero es que nos deje en paz — dijo Julián firmemente. — No le interesa ayudarnos, solo quiere el lugar para usted, es una egoísta.
Elvira se rió con crueldad.
— Por favor, Cárdenas, solo estoy haciendo lo que es correcto — dijo la mujer mientras movía su varita con despreocupación. — Ese lugar ya debe estar cayéndose a pedazos y si deja que intervenga, se podrá mejorar.
— No le creo nada, no me inspira confianza. Frente a las cámaras y al mundo será una persona intachable y que se preocupa por el pueblo, pero detrás es un ser despreciable… Una vil mortífaga.
Elvira lo atacó con el maleficio Cruciatus, Julián gritaba de dolor al sentir las chispas rojas lastimarlo en todo el cuerpo.
— Usted me dará las escrituras del hospicio, por las buenas o por las malas — dijo la mujer con frialdad. — Tiene dos días para dármelas.
La mujer levantó el maleficio y Julián recuperó el aliento. El hombre se levantó y miró a la mujer con odio, retirándose del lugar lo más pronto posible.
En la noche, Julián comentó lo sucedido con Elvira durante la cena, estaba furioso con la mujer que deseaba matarla cuánto antes.
— Estamos al borde de la ruina, Elvira va a querer esas escrituras a la fuerza — dijo Julián. — Nos dió dos días como límite.
— Esa mujer es un demonio, ya ni Sartana era tan despiadada.
— No, esa mujer era el mismo Diablo en persona — dijo Mary. — Hasta la muy mendiga me torturaba cuando tenía oportunidad, me tenía como esclava y lo peor fue que el ahora difunto Marco Valenzuela violó a mi prima.
— ¿Valenzuela? ¿El abogado de quinta que casi las saca de su casa? ¿Se unió a Sartana? — preguntó Julián confundido.
— Sí y gracias a Merlin que Bellatrix Lestrange le dió el tiro de gracia — dijo Mary con una sonrisa. — Quién por cierto está de nuestro lado.
— Tantas cosas han pasado en Inglaterra y ahora está pelirroja se volvió heroína de guerra — dijo una anciana bruja que traía una playera de luchadores, su nombre era Doña Leonor Rivas. — ¡Y lo más chingón es que es amiga del mero mero! De Harry Potter
— ¿Eres amiga de Harry Potter? — preguntó un niño de ocho años de edad, con el cabello castaño oscuro y los ojos de un tono de café más claro. Él se llamaba Andrés Ruíz.
— Sí, no solo de él, también de las hermanas Hardbroom y de Ron Weasley.
— ¿Es verdad que te enfrentaste a Quién-Tu-Sabes? — preguntó una niña de siete años, que tenía el cabello negro en dos trenzas largas. Ella se llama Olivia Romero, ella y Andrés quedaron huérfanos tras la Segunda Guerra Mágica.
— Llámalo Voldemort, nariz de tomacorriente, serpiente moribunda y si, me enfrenté a él — dijo Mary con una sonrisa burlona.
— Lo bueno es que está muerto y ahora los sangre pura dejarán de chingarle la vida a los mestizos y nacidos de muggles — dijo Lorenza. — Bueno, aún quedan algunas familias que siguen con esa ideología, como Creel.
— Ay sí, o sea es un dolor de muelas — dijo una voz que Mary reconoció a la perfección. La pelirroja vió que Theresa Villavicencio estaba en el espejo del comedor. — Ay no puede ser, la naca que ahora es heroína de guerra, Mary Cortés.
— Que onda, Theresa — dijo Mary con una sonrisa. — ¿Cómo van las cosas en Inglaterra?
— Ash, o sea todo bien — dijo Theresa pomposamente. — Ahora que Snape y Valentina van a tener otro niño, o sea ojalá no salga igualito al papá.
— No seas así con ellos, ¿Cómo están los demás?
— Bien, Hermione está en el Ministerio, Mildred está en una universidad de arte y Once trabaja con Harry como Auror. En cuanto a Connie y Hecate y su zarrapastrosa prima, están en Hogwarts. Así que la casa es toda mía.
— ¡¿Cuál toda tuya?! — preguntó Chabela acercándose al espejo. — Las patronas se fueron a la ceremonia de gala para nombrar algunos miembros de la Órden con altos honores y solo nos encargaron la casa. ¡Hola, Mary!
— Hola, Chabelita — dijo la pelirroja. — Oigan, si ven a las hermanas Hardbroom, díganles que necesito de su ayuda sobre Elvira Creel.
— Nueva aventura, ¿eh? No te preocupes, niña Mary, te ayudaremos.
— O sea hello, ya tuve suficiente de aventuras, con Sartana ya tuve suficiente — dijo Theresa rodando los ojos. — Lo bueno es que esa víbora asquerosa se está pudriendo en el infierno.
— Eso sí, nos vemos
— Nos vemos.
La llamada de espejo se había terminado y Mary volvió a cenar, tenía la ansiedad de que sus amigos le dieran la ayuda necesaria para este nuevo reto. ¿Qué podría salir mal?
