Aclaración: Este fanfic se desarrolla en un universo alterno en donde no existen los quirks. Lo único que he conservado de los personajes que aparecen es la idea general del desarrollo de sus arcos.


Perfidia.

¿Puede haber impulso más grande que el amor verdadero? Si se lo hubieran preguntado a Toya Todoroki, él habría respondido que sí, que estaba el deseo de salvar a las demás personas, pero el amor verdadero bien podría encontrarse en un punto muy cercano a esto.

Tras haber sufrido durante años por culpa de ese accidente fatal que casi le cuesta la vida, ésta por fin había comenzado a mejorar. Cuando tenía nueve años, quedó atrapado en un incendio que se salió rápidamente de control, ocurrido en una montaña a la que había ido a acampar con su familia y que quemó un gran porcentaje de su cuerpo, además de acabar con la vida de su madre. Su padre y sus tres hermanos salieron indemnes, pero Toya tuvo que pasar los años de su infancia y de su adolescencia en Unidades de Atención a Quemados, recibiendo injertos de piel y sometiéndose a múltiples cirugías que lo ayudarían a recuperar la movilidad de su cuerpo. La Medicina estaba lo suficientemente avanzada para darle alguna esperanza, pero aun así era imposible saber qué sucedería con él a futuro. Por más que intentara conservar el optimismo, para Toya era imposible mantener una fe ciega en su futuro, sobre todo cuando sus hermanos menores tenían vidas normales y felices, con cuerpos que no estaban ni estarían jamás marcados por cicatrices y que nunca serían torturados con dolores indecibles. Además, por mucho que Toya tuviera el apoyo de su familia, era evidente que para su padre, un reconocido héroe de guerra, se había convertido en una carga. No era secreto para nadie que Enji Todoroki, el hombre que lo había engendrado, era del tipo de personas que menospreciaba a todo aquello que fuese débil o defectuoso y Toya era ambas cosas. No importaba lo mucho que él se esforzara por dar lo mejor de sí, para su padre sería un lisiado toda la vida, un peso muerto al que cargar. Fuyumi, su hermana, constantemente le decía que su padre sí lo quería, que simplemente era un hombre que no mostraba sus emociones, pero Toya no estaba seguro de esto. Aun así, él sí apreciaba y admiraba a su padre, secretamente le habría gustado ser como él y quizás así habría sido de no haber sufrido ese accidente.

¿Habría para él un lugar en el mundo, un sitio al cual pudiera pertenecer? Debido a sus lesiones, Toya tuvo que dejar de lado su sueño de ser militar como su padre y se resignó a ver cómo su hermano más pequeño tomaba ese relevo y se ganaba el puesto de favorito de la familia. Quizás el rencor hubiera crecido en Toya, agobiado como estaba por el peso de sus dolencias y el daño que le causaban los desaires de su padre, sino hubiese viajado a Francia en busca de un tratamiento revolucionario y hubiera conocido ahí al amor de su vida. Uno de sus médicos en Japón le habló de una cura novedosa que estaban desarrollando un grupo de médicos franceses y le sugirió a Toya que probara ser admitido en los estudios de investigación, pues quizás podría beneficiarse de ello. El joven aceptó gustoso la idea y se mudó a Francia en busca de una oportunidad que le permitiera ser normal; Toya estaba listo para darle un reinicio a su vida, tras el fracaso que, según sus creencias, representó para su padre el haber sobrevivido a ese incendio (tenía que reconocerse a sí mismo que incluso él estaba acorde con ese pensamiento casi todos los días), con la esperanza de volver convertido en un hombre más fuerte. Y, haciendo un balance justo de cuentas, en Francia sí obtuvo lo que buscaba e incluso mucho más.

Toya era un candidato perfecto para la cura revolucionaria que ofrecían los doctores franceses y se sometió a ella con la paciencia y el rigor que caracterizaban a los que portaban su apellido. En Francia, lejos de su padre, él endureció su personalidad y mejoró su confianza, lo que le permitió soñar con un futuro en donde pudiera dedicarse a salvar a los demás; quizás la carrera militar ya estaba fuera de su alcance de manera definitiva, pero podría convertirse en detective o incluso en policía, ahora que había descubierto que tenía habilidades para ello. Fuyumi, con quien hablaba todas las semanas, se sentía aliviada ahora que Toya al fin parecía haber encontrado su lugar en el mundo; si bien era cierto que su relación con su hermana no era precisamente la más fuerte, Toya creía que ella se merecía todo el amor que alguien pudiera darle por el simple hecho de haber soportado la tormenta detrás de su accidente y sus malos ratos de humor. En cualquier caso, no sólo el futuro del mayor de los Todoroki fue impulsado hasta las nubes, también su corazón se curó gracias a una chica a la que conoció en la Ciudad Luz.

Esta joven que habría de cambiar su mundo formaba parte del equipo médico que se encargaba de su tratamiento, aunque Toya la conoció junto a la torre Eiffel, un día de mucho viento, cuando él le entregó la boina que ella había perdido a causa del viento. Fue una agradable casualidad que él pudiera verla de nuevo en el hospital y lo tomó como una señal del destino. No tardaron en enamorarse, cuando ambos descubrieron que eran productos de matrimonios arreglados que los orillaron a ser emocionalmente inestables; además, así como Toya había perdido a su madre, ella perdió a su padre y en sus pérdidas ambos supieron encontrarse. El hallar a otra alma tan solitaria y atormentada como la suya fue lo que hizo que Toya al fin acabara de aceptarse a sí mismo y empezara a creer en el futuro. El tratamiento estaba funcionándole a las maravillas y, con la rehabilitación adecuada, en un par de años sería casi tan fuerte como cualquiera de sus hermanos. Sí, la vida por fin era perfecta y hermosa para él.

Tres años después, cuando concluyó su tratamiento, Toya volvió a casa en compañía de su ahora prometida y se la presentó a su familia con la seguridad del hombre que sabe que se ha encontrado de frente con su futuro y lo ha hecho suyo. El único que no se mostró impresionado por la novia extranjera fue el mismo Enji, pero Toya no estaba dispuesto a dejar que su padre minara su felicidad, él ya no tenía el poder de hacerlo sentirse inferior. Había superado los obstáculos y el dolor, había conseguido entrar en la academia de policía y estaba por casarse con la mujer que lo había ayudado a superar su trago amargo, ¿qué motivos podría tener Toya para continuar creyendo que era un lastre, un ser débil y defectuoso? Al fin estaba en la posición de confrontar a su padre y echarle a la cara que había sido capaz de derrotar sus prejuicios y superar las secuelas del accidente sin su ayuda, a partir de ese momento Toya estaba en las mejores condiciones para llevar con orgullo el apellido Todoroki, sin importarle si Enji estaba de acuerdo o no.

Y entonces, un día llegó a casa más temprano que de costumbre y encontró a su padre besándose con su prometida. Tras el impacto inicial, el primero en reaccionar fue Enji.

– ¡Toya! –exclamó, angustiado–. ¡No es lo que piensas!

– ¡Puedo explicártelo! –gimió ella, a su vez.

Pero realmente no había nada qué explicar.

Tras mirar a uno y luego a otro, Toya comprobó que eso no había sido un hecho fortuito ni algo obligado por parte de Enji, sino un acto consensuado que llevaba tiempo repitiéndose cuando él no estaba en casa y su padre se quedaba a solas con su prometida. Toya no sabía cuánto tiempo le había tomado a Enji arrebatarle lo único que podía considerar como verdaderamente suyo, pero tuvo que resignarse a la idea de que, por fin, la oscuridad había encontrado la manera de abrirse paso en él.

Fin.


Notas:

– Los personajes de Boku no Hero Academia pertenecen a Kohei Horikoshi ©.

– Este one-shot está basado en un drabble de 400 palabras que escribí hace algunos años con personajes de otro anime y que acabé convirtiendo en un fanfic largo, dejando la versión drabble en el olvido. Hace algunos días me acordé de dicho drabble y se me ocurrió que podría adaptarlo con Enji y Toya en un universo alterno de BnHA; sin embargo, aunque mi idea era sólo cambiar los nombres y dejar el resto sin alteraciones, al final terminé por reescribirlo casi por completo. Toya no es uno de mis personajes favoritos, pero es el que mejor se adapta a la trama. La novia extranjera, por cierto, no es un personaje en específico, sólo está para ocupar el espacio.