Capítulo 01.

El pitido incesante de la alarma rompió el silencio absoluto de aquel espacio. A tientas buscó la terminal, y tras teclear su código de seguridad, el sosiego volvió a reinar. Aún con las luces apagadas, caminó tranquilamente hasta la habitación del final y fue ahí cuándo accionó el interruptor. La lámpara se encendió iluminando la pieza, arrojó su bolsa sobre la cama y se dirigió al cuarto del baño. Se miró al espejo y soltó un suspiro, tomando varias toallitas faciales y el desmaquillante comenzó a desprenderse del pesado maquillaje que cubría su rostro. Después batalló un poco para retirarse los pupilentes revelando el verdadero color de sus ojos. El rostro que ahora le devolvía la mirada en el espejo era uno totalmente diferente al del principio.

Declinando el tomar un baño, se enfundó en una cómoda pijama de franela y se lanzó sobre la cama. Del bolso que había arrojado antes, sacó unos gruesos lentes y se los colocó. Ahora sí volvía a ser completamente ella. Con el control remoto encendió el televisor y comenzó a buscar algo interesante para ver, tras unos minutos se decidió por una película que recién iniciaba. Una vez más se puso de pie y se dirigió a la pequeña cocina a buscar algo para comer. Momentos después regresaba a la cama con una botella de jugo y una charola de comida congelada, que había calentado en el microondas. Había dado un par de bocados cuándo su celular sonó, era un mensaje notificándole la conclusión de su misión con éxito. Una sonrisa afloró en sus labios.

-¡Yey! ¡Por fin podré solicitar mis vacaciones!

Continuó comiéndo con más ánimos y cuándo la película hubo terminado, se acomodó para dormír. Recordó las palabras de su madre "No te recuestes cuándo acabas de comer", definitivamente ahora se ganaría una buena reprimenda, pero necesitaba una buena noche de descanso después de tantas semanas de trabajo intenso. No tardó en quedar profundamente dormida, por lo que no oyó la nueva notificación que había llegado a su celular.

Al día siguiente, tras tomar una ducha muy a su pesar se vistió con un traje negro y camisa blanca, se recogió el cabello en un apretado moño y se dirigió a sus oficinas. Durante el camino, echó un vistazo a su celular y encontró un mensaje sin sentido alguno, era una serie de letras y números al azar proveniente de un número desconocido, decidió ignorarlo y continuar. En la entrada, el guardia la saludó cordialmente, lo mismo que algunos compañeros que se topó camino al despacho de su jefe. Una vez allí, se detuvo frente a la gran puerta de madera y tocó.

-Adelante. -Se escuchó una voz fuerte y clara.

La puerta se abrió con un pequeño chirrido dejando ver una amplia habitación decorada en tonos sobrios. Las paredes se encontraban cubiertas por un par de libreros llenos de grandes volúmenes, y tras un enorme escritorio se encontraba sentado un hombre joven. Vestía un traje verde oscuro y su pelo rubio estaba peinado pulcramente. Levantó sus ojos azules y señaló el asiento frente a él.

-Bienvenida de vuelta, Hange.

-Muchas gracias Erwin. Recién voy a empezar a hacer el reporte de la misión, pero también quería hablarte sobre mis vacaciones pospuestas.

El rubio escuchó atentamente todo lo que su compañera le decía. Pensaba en lo increíblemente favorable que había sido el trasladarla del área forense al de campo, su personalidad deshinibida le ayudaba a infiltrarse con suma facilidad.

-Claro, agente Zoë. En cuanto me haga entrega de su reporte puede considerarse de licencia por vacaciones. -La seriedad en sus palabras era contrastada por una sonrisa en su rostro.

-Le agradezco su amabilidad comandante Smith. Y si ya no soy requerida en su presencia, me retiraré para elaborar mi reporte. -Le respondió en el mismo tono austero mientras hacía el ademán de una reverencia.

Ambos solían bromear de esa manera sobre sus puestos, debido a que tenían una muy buena relación de jefe-subordinada.

La castaña salió de la oficina y se dirigió hacía los cubículos que ella y los demás agentes ocupaban cuándo no estaban de misión. Antes de llegar al suyo, vió una mata de cabello color paja asomarse entre los paneles. Corrió hacía allí y literalmente se abalanzó sobre la persona que estaba sentada en el pequeño escritorio.

-¡Mike! ¡No tienes idea lo mucho que te extrañé!

-Yo también Hange, yo también. -El hombre acarició los cabellos de la joven, que seguía fuertemente abrazada a su cuello.

-Vamos a celebrar el término de mi misión. Yo invito ésta noche.

-Claro, pero supongo que primero deberás de ponerte al día con todo tu papeleo. Si terminas antes de que finalice el día, yo te invitaré un trago a ti.

-Trato hecho compañero. -La castaña soltó su agarre y se dirigió hacía su lugar de trabajo.

Tras mirar sus efectos personales, los cuáles seguían exactamente dónde los había dejado semanas atrás, encendió la pantalla de su PC y comenzó a redactar el dichoso informe. Debía terminarlo pronto si quería salvar su cartera del despilfarro nocturno que se avecinaba.

Horas después, y tras una sobredosis de café y galletas de mantequilla, Hange se paraba nuevamente en la oficina de su superior para entregar el reporte de sus actividades.

-Comandante Erwin Smith, la agente Hange Zoe hace entrega del informe de la misión asignada. -Con una voz totalmente sería le extendió la carpeta.

-Hange, lo siento, ahora no puedo...

La castaña notó el tono tenso con el que su superior le hablaba, así que dejó de lado las bromas.

-¿Qué es lo que pasa? -Preguntó.

-Siéntate. -Con un gesto de la mano le indicó uno de los asientos frente a si.

La joven hizo lo indicado y miró fijamente al rubio.

-Por favor, no comentes con nadie lo que voy a decirte. Hemos perdido contacto con la agente Zacharius.

-¿Nanaba ha desaparecido? ¿Mike ya lo sabe?

-No, aún no. Primero necesito que me confirmen los últimos registros que tuvimos de ella. Es posible que se trate de un problema con la comunicación, pero hay algo que no me deja tranquilo.

-No, no creo que sea eso. Ella nunca se demoraría en dar señales, sabe que eso nos haría preocupar y más a su esposo.

El sonido de la puerta abriéndose los interrumpió.

-Señor Smith, le traigo los últimos reportes. -Un chico rubio con corte de hongo y un par de lentes tras sus ojos azules le tendió al mayor un sobre. -Hemos revisado minuciosamente todos los equipos de rastreo y comunicación, todos funcionan correctamente a excepción de los corporales.

-¿Los corporales están fallando?

-Más que eso… -El joven dudó un par de segundos. -Han sido destruidos.

-¿Estás completamente seguro Armin?

-Sí señor. Yo mismo lo verifique varias veces para evitar falsos positivos.

Erwin se llevó las manos al rostro en señal de impotencia. Sabía que si Armin Arlert lo decía debía ser cierto, ya que pese a su juventud era un verdadero genio en el área informática.

-Muchas gracias, te puedes retirar.

La castaña había permanecido en completo silencio mientras analizaba lo que estaba sucediendo.

-¿Me permites echarle un ojo? -Preguntó mientras tomaba el sobre. Ante el asentimiento de su superior lo abrió y comenzó a leerlo. -Lo sabía.

-¿El qué?

-Anoche recibí un mensaje, pero ya estaba dormida y lo ví hasta hoy por la mañana. Al momento no le di importancia porque no le entendí, sin embargo estoy segura que el emisor es el número que le asignaron a Nanaba.

-¿Aún lo tienes?

-Sí, voy por el celular y te lo muestro.

-Por favor, también llama a Mike. Debo informarle lo que está sucediendo y me gustaría que estés presente para apoyarlo.

Momentos después Erwin ponía al corriente al joven. Hange tuvo que sujetarlo de la silla para evitar que se desplomara, la impresión de saber a su esposa desaparecida y en problemas había sido muy grande.

Tras un momento de conmoción, la ira tomó su lugar y exigió que lo dejasen ir en su búsqueda.

-Contrólate Mike, ahora mismo necesitamos pensar con la cabeza fría.

-Dime Erwin. ¿Tú podrías mantener la cabeza fría sí algo le pasará a Marie?

El aludido no supo que responder y sólo permaneció en silencio.

-El tema no es qué haría Erwin o alguien más, si no qué podemos hacer para ayudar a Nanaba, y la mejor forma de hacerlo es analizar detenidamente los sucesos para determinar la mejor manera de actuar. -Hange intervino antes de que se desatara una discusión entre ambos hombres. -Anoche recibí un mensaje, y ahora estoy segura que fue enviado por ella.

-¿Un mensaje? ¿Qué dice? -Preguntó con ansiedad el más alto.

-Decir cómo tal no, ya que parece estar encriptado o haber sido escrito al azar. Aunque dada la disposición de las letras y números me inclino más por la primera opción. -Comentó mientras les entregaba el celular.

-"012.345.678.901 LNLO 21:00M18 L.A" No parece tener ningún sentido. -El pesar en la voz de Erwin era palpable.

-Mira, los primeros dígitos podrían ser coordenadas, los siguientes tal vez son latitud y longitud, después una hora quizá y por último unas iniciales.

-¿Los Angeles? -Preguntó Mike.

-No, creó más bien que son las iniciales del nombre de alguien. ¿Algún informante?

-Suena lógico, pero es muy arriesgado aventurarse a tomar esa interpretación. Lo mejor sería enviar esto para que traten de decifrarlo.

-Primero déjame corroborar algo.

-No Hange, ni tú ni yo y mucho menos Mike nos involucraremos en este caso. Los tres tenemos conflictos personales y emocionales que podrían poner en riesgo el cumplimiento de la misión y la vida de la agente. Así que a partir de hoy, ambos están cesados de sus actividades hasta nuevo aviso.

-¡No puedes hacerme esto! ¡Ella es mi esposa! -Mike se levantó furioso y haciendo valer su decena de centímetros de más, tomó a Erwin del cuello y lo sujetó contra la pared.

-¡Mike, basta ya! -Hange se apresuró a detenerlo al tiempo que varios agentes ingresaban por la puerta.

Habían acudido al oír el escándalo, y entre todos lograron someterlo.

-Debido a ésta insubordinación, desde hoy el agente Mike Zacharius queda bajo detención. Y usted agente Zoë, será mejor que se retire antes de que la mandé detener también. -La voz de Erwin no dejaba lugar a réplica por lo que todos se retiraron.

La castaña recogió su bolso y se marchó de ahí en dirección a su casa. Una vez allí, abrió su computadora portátil y escribió la serie se números que había visto en el mensaje. Las coordenadas arrojaron una dirección local, era un bar al que había acudido un par de veces durante sus misiones. Miró su reloj, aún le quedaban un par de horas para la indicada, así que se dirigió a su habitación y rebuscó en el armario hasta dar con una cobija y una almohada, guardó ambas en una bolsa y se dirigió hacía un restaurante cercano. Minutos después volvía a las oficinas y en la entrada le indicó al velador que quería ir a las celdas de detención. Ya dentro, ubicó dónde estaba su compañero y le hizo entrega de las cosas.

-Te traje esto para que duermas un poco cómodo, y también te traje algo de comer.

-Muchas gracias. -El rubio la miró fijamente y acercándose a ella, la olfateo. -¿Qué estás tramando? Hueles a problemas.

-Mira quién lo dice. No tramo nada, sólo voy a ir a un bar, del que escuché hace poco, a tomarme algo.

-Las coordenadas eran un bar, es eso ¿cierto?

-Al parecer, solo quiero ir a comprobar.

-Ok, mantenme informado por favor. Y cuídate mucho.

Hange sonrió a modo de despedida y se retiró. Afortunadamente el bar no quedaba tan lejos, así que se dirigió allí caminando.

Ésta vez no había podido solicitar un cambio de imagen para pasar de incógnito, así que debía tomar más precauciones que de costumbre. Antes de entrar al establecimiento, se soltó un par de botones de su blusa y se aflojó el apretado moño de su cabello dejando sueltos un par de mechones. De esa manera parecía más una oficinista que terminaba su jornada laboral. Con determinación ingresó al lugar y buscó un asiento en la barra, desde dónde tenía una vista en general. Ordenó un trago y disimuladamente comenzó a observar a cada uno de los que se encontraban allí. En más de una ocasión tuvo que entablar conversación con algunos tipos que se acercaban a ella, fingiendo sonrisas tontas y dando respuestas evasivas lograba mostrar su desinterés y alejarlos en poco tiempo.

Pasado un tiempo sintió una mirada fija sobre ella y al buscar la fuente se topó con un sujeto que la miraba fijamente desde unas mesas más al fondo. Al momento sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo, por lo que se preguntó si él había podido ver a través de su fachada despreocupada. Pidió otra cerveza y tomando ambas botellas decidió ir a enfrentarlo.

Fingiendo estar algo ebria se acercó hacia dónde él estaba. Notó que en su mesa había una taza de té ¿Qué clase de persona venía a un bar a beber té? Trastabilló un par de veces para hacer tiempo y mirar al rededor. Pudo verlo mejor, su cabello negro estaba peinado hacía los lados y aquellos ojos inquisitivos eran de un azul intenso, su piel era blanca (mucho más que la suya). Compuso la sonrisa más tonta que pudo y se acercó a él.

-Buenas noches guapo. -Le guiñó un ojo mientras dejaba una cerveza. -Ésta va por mi cuenta.

Él no respondió, y sólo se limitó a empujar la botella con el dorso de su mano mientras tomaba la taza.

-Vamos, estoy segura que no veniste aquí sólo para tomar esa agua de hierbas. Bebe algo conmigo.

Continuó ignorando sus comentarios hasta que un joven castaño se acercó y le susurró algo al oído. Sin decir nada se levantó y colocando un billete sobre la mesa se marchó dejando a Hange parada ahí. Dado su total y completo fracaso, iba a recoger la cerveza despreciada pero el chico que momentos antes había interrumpido la tomó antes.

-Lo lamento, me la llevaré. Muchas gracias señorita.

Corrió tras el pelinegro y cuándo lo hubo alcanzado éste le habló.

-Erd, ya sabes qué hacer. Quiero todo, nombre, edad, dirección, ocupación, absolutamente todo.

-Sí señor.

Hange volvió a su asiento anterior y se dispuso a continuar con su observación. Pasó el tiempo y no ocurrió nada relevante. Miró su reloj y vió que la supuesta hora ya había pasado por lo que decidió marcharse. Suponía que su teoría era falsa después de todo. Con una sonrisa tensa le pidió la cuenta al barman.

-Señorita, su cuenta ya ha sido liquidada.

-¿Cómo? ¿Quién…? -Al instante pensó en alguno de esos tipos que habían intentado flirtear con ella.

-El señor Ackerman nos ha indicado que carguemos su cuenta a la suya y también ha dejado esto para usted.

El hombre le entregó un sobre sellado con cera, cómo en los viejos tiempos. Ella lo tomó y tras darle las gracias se retiró. Llamó a un taxi y durante el breve viaje miró detenidamente aquel sobre. Sin saber el porqué, el tomarlo le había producido una sensación de nerviosismo y ansiedad, por lo que se obligó a esperar estar en la seguridad de su hogar para descubrir de qué se trataba. Una vez allí, se encerró en su habitación y tras cerrar las ventanas se dispuso a abrirlo. El leve crujir de la cera al romperse fue seguido por el sonido del papel al desdoblarse. Una caligrafía bastante elegante plasmaba unas pocas palabras sobre aquella hoja

"Jueves 7:30 pm. Hotel Sina. Salón A. Mesa 104.

L. A"

¡L. A! ¡Las mismas letras que Nanaba había escrito en aquel mensaje! Era demasiada coincidencia para que ser mera casualidad, además que su instinto le decía que había dado con algo importante. Lo que ignoraba era que había encontrado el inicio de una madeja mucho más enmarañada de lo que ella creía.