Capítulo 05

Hange se encontraba recostada sobre el pecho de Levi, cuidando de no recargarse demasiado sobre la zona lastimada, mientras esté rozaba con la punta de sus dedos la espalda de la joven. Él se sentía demasiado incómodo ante el repentino mutismo de su compañera, sea lo que sea que estuviera pensando la tenía absorta.

-¿Te arrepientes de lo que sucedió?

-¿Eh? No, para nada.

-Entonces, ¿en qué piensas?

-En nada, sólo me estoy recordando a mi misma todas y cada una de las razones por las que no debo enamorarme de ti.

Esa respuesta lo tomó completamente desprevenido, ella notando su turbación intentó corregir lo que había dicho.

-Lo siento, no quise decir eso, yo…

-No, tienes razón. Y estoy de acuerdo contigo. No debes enamorarme de alguien cómo yo. No soy un buen partido.

-Levi yo no…

-Tanquila, no pienses que me he ofendido o algo por eso estilo. De hecho me quita muchas preocupaciones el hecho de que pienses así. No quiero lastimarte Hange, sabes lo que soy y ésto es todo lo que puedo ofrecerte. Me encantaría que quisieras aceptarlo, pero de lo contrario podemos fingir que nada de esto sucedió y continuar cómo antes.

Ella no respondió, sólo se limitó a ocultar su rostro en su pecho. Ambos volvieron a guardar silencio.

A la mañana siguiente, la joven se despertó cuándo el sol le dió de lleno sobre la cara, incorporándose sobre la cama miró el reloj que yacía en el buró, las nueve y media. Ya era un poco tarde, pero considerando que hace un par de horas nuevamente habían repetido lo de anoche, era lógico que durmieran hasta bien entrada la mañana. Miró el rostro de su compañero, que aún dormía, se veía más pálido que ayer y un mal presentimiento la hizo levantarse de la cama. Enfundada en una bata, se agachó para revisar la herida, había una mancha rojiza sobre la gasa blanca, tras retirarla vió con horror que unos puntos parecían haberse abierto nuevamente. Temiendo que la dehiscencia se complicará aún más, desinfectó nuevamente el área y le volvió a colocar los puntos. Minutos más tarde Levi se despertaba.

-Hange.

-Aquí estoy, ¿cómo te sientes?

-Mareado, ¿qué pasó?

-La sutura se te abrió y sangró un poco. Ya te cambié los vendajes, por precaución voy a aplicarte un antibiótico. ¿Te duele?

-Un poco.

-Es mi culpa, no debí hacerte caso. Se supone que la responsable de tu salud soy yo y mira lo que he provocado por mi inconsciencia.

-Oi, la culpa no es tuya, soy un adulto y tomó mis propias decisiones. Además no es nada grave y tú eres un excelente médico. Aunque… -Hizo una pausa mientras la jalaba a su lado.

-¿Aunque?

-Aunque nunca creí ser atendido por un forense y vivir para contarlo.

-Esa fue una broma horrible. -Comentó entre risas.

-Lo sé. -La estrechó fuertemente entre sus brazos y permanecieron así por varios minutos, hasta que Hange sintió la respiración pesada del joven, señal inequívoca de que se había dormido.

Afortunadamente la deshiscencia no fue nada de cuidado y en un par de días más la herida volvía a lucir cerrada. La castaña se había vuelto muy quisquillosa respecto a los cuidados de su paciente y entre las nuevas atenciones que implementó estaba la de restringir la movilidad del convaleciente y brindarle una dieta alta en proteínas, poniendo énfasis en el desayuno. Si bien al principio Levi se mostró reacio a acatar las órdenes de su cuidadora terminó cediendo ante la férrea voluntad de ella, a cambio de compartir la cama con él. Había descubierto el sencillo placer de sentir su calidez a su lado.

Una mañana tras haber terminado el desayuno, Hange se entretenía moldeando la pasta flexible que ella misma había preparado en tanto que Levi permanecía absorto en la computadora portátil. Tras unos minutos, levantó la vista de la pantalla y se enderezó estirando los músculos de sus brazos.

-He cambiado mis contraseñas.

-¿Todas? -La castaña preguntó curiosa dejando a un lado los pingüinos que estaba formando. Ante el asentimiento de su compañero, continuó. -Al menos me vas a decir cuál es la de la computadora, ¿verdad?

-Es tu fecha de nacimiento.

-¿En serio? ¿Por qué?

-Quería algo que fuera fácil de recordar para los dos. Es la misma contraseña para todo.

-¿Inclusive para tus cuentas bancarias?

-Inclusive.

-No tienes miedo de que me robe todo lo que tienes y luego huya muy lejos.

-Házlo, no me importa. Porque incluso al mismo infierno iría a buscarte.

-¿A sí? A ver, sé honesto. ¿Qué te importaría más, todo tu dinero o yo?

-Hmmm, obviamente… Mi dinero. He ahorrado cada centavo desde que tengo uso de razón y ninguna Cuatro Ojos anormal va a venir a robármelo.

-Eres un bribón. ¿Y para qué tanto has ahorrado?

Levi guardó silencio un momento antes de responder.

-¿Nunca has pensado qué sería de tu vida si hubieras elegido otra forma de vivir? O si pudieras dejar atrás todo, ¿Qué te gustaría hacer en el futuro? Yo sí, y mi sueño siempre ha sido tener una tienda de té.

-Y has ahorrado para eso.

-Sí, aún espero encontrar una manera de alejarme para siempre del viejo, de Kenny y de todo esto.

-Vaya. La verdad yo nunca he pensado en algo así. Supongo que me gustaría ejercer en algún hospital, o dar clases en la universidad.

-¿Por qué elegiste medicina legal?

-Verás, primeramente había decidido neurología. Siempre me han apasionado todos los misterios del cerebro, pero me decepcioné un poco por la limitación que hay respecto a la investigación. No es cómo que puedas seccionar y estudiar una masa encefálica viva. Entonces me dí cuenta de que la única área donde te permitían tener material de estudio ilimitado era en la forense. Y aunque el sistema nervioso no puede ser analizado en un cadáver, otros órganos y sistemas sí, y es así cómo se aprenden cosas nuevas sobre el cuerpo humano y sus enfermedades.

-Entonces eres una maníaca que disfruta del experimentar con cadáveres.

-Je~ algo así. ¿Y tú, estudiaste algo?

-Sí, administración. A Kenny le pareció conveniente para el negocio familiar.

-¿Ellos son tus únicos familiares?

-Él y el viejo. Mis padres murieron en un accidente cuándo yo era niño.

-¿El viejo es tu abuelo?

-Bisabuelo. Es abuelo de Kenny y de mi mamá.

-Entonces tú llevas el apellido de tu madre.

-Sí, en el orfanato usaba otro pero cuándo Kenny me encontró me registro cómo Ackerman.

-Ya veo. Debió ser horrible para ti el perder a tus padres y ser enviado a un lugar así. ¿Los recuerdas?

-No, era muy pequeño y no tengo ninguna fotografía suya. Kenny dice que me parezco a ella, supongo que debo creerle. Lo único que conservo es su anillo de bodas, la policía me permitió quedármelo.

-No sabes cuánto lo siento. -Se sentó a su lado en la cama y lo rodeó con los brazos.

-No importa, pasó hace mucho tiempo. -Se permitió perderse en el suave olor y la calidez de su cuerpo. Era algo demasiado adictivo.

Días después, Levi se encontraba despierto desde muy temprano. Si bien, desde que podía recordar, siempre había tenido problemas de insomnio las últimas semanas pudo dormir mucho mejor gracias a la presencia de Hange. Tal cómo ahora mismo, se podía pasar horas contemplando el rostro dormido de la joven. El sonido de su celular lo obligó a apartar la mirada, y tomando el aparato respondió a la llamada.

-Diga.

-Hey Levi, ¿Cómo sigues de tu herida?

-¿Qué demonios quieres Zeke?

-Tranquilo, sólo hablaba para saludarte y preguntar por tu estado de salud. Ah, también para comentarte algo.

-Escúpelo de una vez.

-Verás, hace unas semanas me pareció ver a alguien conocido en la calle. Y me preguntaba si podría tratarse de aquella encantadora señorita que te acompañaba en la fiesta, pero recordé que Kenny me comentó la tragedia.

El pelinegro sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo. Definitivamente Zeke había visto a Hange cuándo ella fue a su departamento y a la farmacia.

-Y también recordé que no te había presentado mi pésame por lo sucedido con la señorita. Así que me gustaría que nos viéramos para hacerlo personalmente.

-Dónde y cuándo.

-Mañana al amanecer en la vieja fábrica. Recuerda no comentar ésto con nadie, o me veré en la penosa necesidad de hablar con Kenny.

Sin esperar más cortó la llamada, tenía que pensar en algo para callar a Zeke. Rápidamente se vistió y antes de salir de la habitación miró a la joven que dormía platicando sobre la cama, ajena a la tormenta de pensamientos que lo embargaban en ese momento. Trató de no hacer ruido al cerrar la puerta y se marchó apresuradamente, tenía muchas cosas que preparar antes de su cita con el rubio.

Hange se despertó horas después, y lo primero que hizo al abrir los ojos fue buscar a Levi, regularmente siempre lo encontraba sentado en el sillón bebiendo una taza de té, pero ésta mañana no estaba ahí. Tras revisar el baño y encontrarlo vacío el pánico se empezó a apoderar de ella. Era evidente que había salido, pero ¿a dónde? La herida podía parecer completamente cerrada por fuera, pero internamente aún estaba abierta. ¿Y si nuevamente se involucraba en alguna confrontación? ¿Sería capaz de defenderse estando aún herido?

La desesperación la hizo tomar la decisión de salir en su búsqueda, sin embargo antes de cerrar la puerta tras de sí una duda la detuvo. Levi le había pedido expresamente que se mantuviera dentro de la habitación y quizá si lo encontraba su presencia sólo le causaría problemas.

-Debo de confíar en él. -Con ese pensamiento se obligó a volver dentro y a esperarlo pacientemente.

Los minutos se le hicieron horas, y las horas eternas. Estaba a punto de anochecer cuándo la puerta se abrió y Levi entró dentro. La joven corrió y lo abrazó liberando la montaña de sentimientos que había estado reprimiendo durante horas.

-¿Qué pasó? Hange, dime qué pasó.

-¿A dónde fuiste? -Respondió entre sollozos. -Estaba muy preocupada por ti.

-Ya tranquila, estoy aquí.

La abrazó durante un par de minutos hasta que se sosegó.

-¿Por qué no me dijiste que saldrías? Temí lo peor.

-Lo siento. No pensé que demoraría tanto y no quise despertarte. Salí a arreglar algunos asuntos pendientes.

-¿Algo de cuidado?

-Nada, nimiedades. ¿Ya cenaste?

-No, aún no. Te estaba esperando.

-Entonces pidamos algo y luego vamos a la cama.

Momentos más tarde ambos se encontraban sentados alrededor de la mesa, los platos sobre ésta ya estaban vacíos. Conversaban tranquilamente sobre asuntos triviales, cuándo de pronto el pelinegro interrumpió la plática.

-Hay algo que debo preguntarte.

-¿Qué cosa? -La seriedad en su voz la había puesto en alerta.

-Sé que las circunstancias en las que nos relacionamos no fueron las más adecuadas, sin embargo así sucedieron. Y sé que yo mismo fui quién dijo que ésto que sucede entre nosotros no podía ir más allá dado que es todo lo que puedo ofrecerte. Sin embargo ahora mismo quiero ser egoísta y pretender obtener más.

Él salvó la distancia que los separaba y tomando las manos de ella, se inclinó al frente mientras la miraba fijamente.

-Hange, cásate conmigo.

La castaña se quedó sin palabras al oír la petición de su compañero, su mente no había sido capaz de procesar bien desde que él empezó a hablar.

-No tienes que responder ahora. -Exclamó al ver la turbación de la joven. -Sólo piénsalo.

-Es que… no sé que decir.

-No importa, tranquilízate. Ven aquí. -Ambos se sentaron en la cama y él le acariciaba el rostro mientras intentaba calmarla.

Un momento después se estaban besando y de a poco se dejaron arrastrar por sus emociones. Cada roce se los labios masculinos sobre la piel femenina estaba cargada de devoción, cómo si quisiera atesorar el más mínimo detalles suyo. En determinado momento, y cómo parte de aquel juego de seducción en el que ambos estaban inmersos, Levi instó a la joven a externar sus deseos.

-¿Qué es lo que quieres?

Hange sabía perfectamente a lo que su amante se refería, sin embargo no pudo conseguir que las palabras que salieran de su boca fuesen las que ella siempre respondía en ésta situación.

-Quiero… quiero casarme contigo.

-Repite lo que has dicho. -Sin darle tiempo a retractarse, le pidió confirmar lo que había oído mientras la torturaba con sus dedos.

-Quiero casarme contigo. -Su respiración era demasiado agitada. -Quiero ser tu esposa.

Sin poder contenerse más, Levi unió su cuerpo al de su ahora prometida, quien lo estrechó firmemente al tiempo que se perdía entre las sensaciones que le provocaba.

-Hange, te amo. -Confesó segundos antes de dejarse arrastrar por el clímax arrollador.

Momentos más tarde ambos se recuperan de la explosión de placer que los había envuelto. El pelinegro acariciaba suavemente el brazo de la joven y tomando su mano depositó un delicado beso sobre ésta.

-Cuándo todo ésto termine, te daré un anillo y haré la petición cómo es debido.

Ella no respondió, se encontraba aún demasiada embotada de tanta dicha que era incapaz de moverse siquiera, un delicioso adormecimiento de había apoderado de su cuerpo. Solo atinó a recargar su cabeza en el pecho masculino y se dejó arrullar por ese aroma que tanto la hipnotizaba. Quedó tan profundamente dormida que no sintió cuándo su compañero abandonó la cama, ni tampoco el momento en el que salío de la habitación.

Al amparo de la oscuridad, Levi se marchó del hotel. Iba en camino cuándo hizo una llamada, espero a que del otro lado de la línea una voz adormilada le respondiera.

-Soy yo, Levi. Necesito pedirte un favor.

Un par de golpeteos a la puerta la despertaron bruscamente. Se despertó bastante desorientada, sentía que recién había cerrado sus ojos, miró el reloj y vió que ya había pasado un par de horas desde que se durmió. Le sorprendió encontrarse nuevamente a solas en el cuarto y más aún que alguien llamará a su puerta a esa hora de la madrugada.

-Hange, abre. Soy yo Erwin.

Sin poder creer que estaba escuchando la voz de su superior en el pasillo, se vistió con una bata y fue a abrir. En efecto era él.

-Tienes que recoger tus cosas y vestirte, rápido.

-Espera, ¿cómo es que estás aquí?

-Te lo explico más tarde. Ahora, cámbiate y guarda todo lo que sea importante.

Al escuchar el apremio en su voz, hizo lo que le indicó y tras vestirse con un chandal guardó las pocas pertenencias personales que Levi le había obsequiado. Fue entonces cuándo vió una pequeña llave junto a una nota, al instante reconoció la elegante caligrafía del pelinegro, así que discretamente las colocó dentro de su bolso y se giró para encontrarse con el rubio.

-Estoy lista.

No pudo contestar, ya que en ese mismo instante un grupo de agentes armados ingresó a la habitación.

-Doctora Hange Zoë, desde éste momento queda usted bajo el programa de protección de la Agencia Nacional de Investigaciones.

-¿Qué? ¿Programa de protección, por qué?

-Ha sido una solicitud directa del agente Ackerman.

Hange sintió cómo su alma caía al frío piso.

-¿Agente Ackerman? ¿Levi Ackerman?

-Sí, más tarde el coronel le explicará a detalle la situación, ahora debemos sacarla de aquí.

No pudo ninguna resistencia, su mente estaba absorta ante la terrible revelación que había tenido. Levi era un agente al igual que ella, por eso la había ayudado. Una parte de su ser se sentía aliviada al saber que no se había relacionado con un delincuente, otra parte de ella se sentí engañada y traicionada, pero en el fondo se sentía terriblemente miserable, lo había rechazado desde el principio creyéndole un criminal. Levi era un agente.

Dehiscencia: una complicación quirúrgica en el que la herida se separa o se abre repentinamente.