Tenía tiempo de haber pensado en esta idea pero solo logré la concentración suficiente para terminarlo ayer, a las 2:17 de la madrugada.

Disclaimer: Inazuma Eleven Orion no Kokuin no me pertenece.


Manos arriba (y donde pueda verlas)

Por Blue-Salamon.


Li Hao tiene esta costumbre graciosa. Es. Todo sonrisas y todo confianzas; cuando se acerca a Zhou Xing y sin muchas premeditaciones le pone las manos donde bien pudiera (en el brazo, en el hombro, la espalda, espalda baja en ocasiones incluso) a la hora de demostrarle su apoyo.

Zhou Xing entiende esto al poco rato de entablar amistades con él. Entiende que Li Hao está acostumbrado al contacto físico y que es y puede llegar a ser bastante afectuoso (o al menos así lo parece, Wan Tanmeo y Li Hao suelen estarse colgando uno al cuello del otro no solo con bastante frecuencia sino que también con total casualidad) y que eso es parte de su forma de interactuar con sus compañeros, sus amigos y seres queridos.

Y al principio, lo toma desprevenido: Zhou Xing no está acostumbrado a que lo toquen; mucho menos con tanta familiaridad. Entre Los Gatos, criados y educados en cunas de oro y plata, tienen este grado de educación tan conservador en que omiten todas las muestras de cariño que parezcan excesivas (a Che Lin y a Chao Mao se les nota que quieren repartir y compartir abrazos por doquier, pero que de todas maneras se controlan). Y por más amigos de la infancia que fueran entre algunos de ellos, seguía habiendo una brecha de contacto (si acaso a Che Lin lo había atrapado dándole un abrazo apretado pero concreto a Shuu Chuna por su cumpleaños e incluso había visto a Tao Lu, no tan afectuosa, recargarse en el hombro de Xiao Rau, todavía menos adepta al contacto, cuando es hora de descansar y ambas se entretienen viendo cada una sus cosas en sus teléfonos celulares).

Li Hao, por otro lado, comienza por ponerle la mano en el hombro y se la deja en este por un largo, largo, rato (en lo que se asoma a comprobar las anotaciones del entrenador para el menú de entrenamiento del día o a analizar junto a Zhou Xing las estadísticas de todo el equipo); durante los partidos pasa a darle un ligero empujón desde la media espalda luego de que acuerdan las estrategias a seguir y no duda en cogerlo de la muñeca si lo que necesita es hablar con él de cualquier cosa que empiece por solo involucrarlos a ambos. Y, si bien aquello pasa por resultarle extraño al inicio, pronto deja de sentirlo así y Zhou Xing se acostumbra y acomoda al calor de las manos de Li Hao sobre su cuerpo (las manos de Li Hao son pequeñas y cálidas y tiernas y, no hay absolutamente nada de malo con eso, ¿cierto?).

Eso, hasta que ocurre la separación. Un nuevo mundial se acerca y con la información que les ha filtrado el entrenador Zhao Jinyun tras el sabotaje del Fútbol Frontera Internacional anterior en las clasificatorias asiáticas (del que casi que salieron enteros por puro milagro), se ven en la obligación de partir caminos: Li Hao viaja a Japón bajo la guarda del entrenador con dobles intenciones de espionaje; el resto de la tropa se concentra en su entrenamiento espartano esperando conseguir el nivel necesario para poder rescatar a algunos de sus amigos, antiguos integrantes de los Rojiura, que habían acabado en las garras de Orión.

Es una separación de algo así como un poco más de un mes. Y cuando finalmente la tropa se reúne en tierras niponas, Zhou Xing se encuentra a sí mismo, más que nunca antes, lleno de un desasosiego inexplicable cuando los Rojiura se lanzan de una sola sobre Li Hao y a partir de ello todos tienen su turno para ser apretados entre los brazos del pequeño goleador estrella (Yuchen la más beneficiada, por supuesto).

No logra discernirlo al inicio, si es intranquilidad por querer recibir el mismo trato o si es intranquilidad por no querer recibirlo.

A ratos, siente que lo quiere. Siente que hay una ansiedad tortuosa apretándose en sus entrañas por recibir el cariño y las atenciones de Li Hao (y sus manos tiernas y cálidas).

A ratos, siente que lo teme. Siente que si se deja llevar podría acabar perdiendo el corazón, como si este estuviera luchando por salírsele del pecho cada que Li Hao parece estar a punto de lanzarse a abrazarlo.

Por alguna extraña razón, eso no ocurre de inmediato: Li Hao se toma su tiempo aún cuando desde el primer momento en que sus miradas se cruzan en el aeropuerto parece tener una resolución firme de ir a abrazarlo. Es una interrupción, tanto ajena como propia, y de repente Li Hao cambia de parecer y le da un ligero puño en alguno de los brazos, una palmada en la espalda, o un jalón por la esquina de su camiseta de deporte.

Los primeros días tras su reunión se siente como si la distancia fuera aún mayor a cuando estaban en distintos países, teniendo noticias diarias uno del otro por mensajería y llamadas alarmantes en las que Li Hao saltaba en pánico pidiéndole ayuda a Zhou Xing aún en la distancia.

—Gracias, otra vez…

Zhou Xing parpadea cuando aprovechando el oportuno momento en que el resto del equipo se ha metido a las duchas al fin, Li Hao se retrasa a propósito mientras él termina de secarse luego de verse obligado a salir antes del partido por cubrir a Li Hao cuando el juego sucio del otro equipo casi logra que su estrella sea expulsada del campo. Zhou Xing quisiera estar todavía enfadado con Li Hao por dejarse llevar por la situación pero al mismo tiempo en que lo ve ahí, encogido sobre sí mismo con una expresión de pena y arrepentimiento, aún cuando lo que hace primero es agradecerle y no disculparse, no puede evitar comprenderlo y que una sonrisa pequeña le crezca en la boca: —no tienes nada que agradecer, como capitán del equipo asegurarme de que nuestra estrella pueda jugar todo el partido es también parte de mi trabajo.

Li Hao abre la boca una vez antes de volver a cerrarla y luego de pensarlo bien, que una risa y una sonrisa adorables se le escapen: —eso es, capitán, de verdad que estás hecho para el trabajo, ni siquiera necesitas estar dentro de la cancha para que los demás te sigan todavía… —Li Hao parece dudar, pero al final sí que da un paso adelante y parece volver a encogerse, su sonrisa temblorosa un tanto como melancólica también—. Pero, ahora no solo hablaba de esto que has hecho por mi hoy; hablo de todo, Zhou Xing, todo lo que has hecho por mí en estos meses que estuve aquí con el jefe y me estuviste ayudando por teléfono y mensajería. Desde que llegaron al aeropuerto quise agradecértelo en persona pero por una u otra razón siempre acababa sin poder hacerlo y…

Entonces, ocurre: Li Hao lo está viendo a los ojos y está genuinamente avergonzado, pero por nada del mundo se detiene a pensarlo más e importándole poco que aún no lleve puesta una camiseta, que solo esté vestido de la cintura para abajo y aún hayan gotas de agua escurriéndole del cabello, se lanza a abrazarlo tal y como parecía querer hacerlo desde hace tiempo. Zhou Xing se congela al instante, sin verse capaz de corresponder al abrazo; su corazón incluso parece detenerse de pronto mientras la respiración de Li Hao alcanza a acariciarle la nuca y sus manos tibias tan solo se aprietan en sus omóplatos unos momentos antes de irlo a soltar. Es un abrazo concreto y apretado, tal como aquel que ha visto a Che Lin darle a Shuu Chuna, parecido al que Li Hao le ha dado también a Wan Tanmeo y a su hermana. Agradecido, cariñoso. Adorable…

Apenas está terminando de procesarlo cuando Li Hao deja de abrazarlo y con una única sonrisa, le dice que tiene que ir a bañarse. Un último apretón en los hombros y se marcha, por lo que parece, bastante satisfecho. Contento.

Zhou Xing baja la cabeza, sus manos se aprietan en su regazo, sobre sus rodillas que parece que se le mueven, de pronto, casi que con consciencia propia, inquietas y nerviosas; tiene los vellos de punta y los latidos del corazón le van un poco rápidos; siente la sangre burbujeándole en las venas y acumulándose, caliente, en sus mejillas y hay un cosquilleo en la nuca, bajando por su cuello…

Se lleva la mano ahí, hacia la parte posterior del cuello y respira, profundo, pausado y cuidadoso, ¿siempre se había sentido así cuando Li Hao lo tocaba? No, espera, ¿Li Hao lo había abrazado así alguna vez antes?

Cuando niños… ¿tal vez cuando niños sí…? Recuerda haberse despedido de él, antes, muy raudo, ni un abrazo intercambiado aunque, en retrospectiva, un abrazo para despedirse no habría estado para nada mal…

El corazón le va más rápido al terminar de enterarse del tono en el que se pinta la última parte de tal pensamiento y cuando quiere darse cuenta ya ha metido el rostro entre sus manos y está quejándose consigo mismo porque ahora no logra sentirse de otro modo más que avergonzado. Li Hao…

Pero, hmmm. Las manos de Li Hao seguían sintiéndose cálidas, tiernas…

Ayy…

—Viejo, ¿qué te pasó en la cara? —llega a preguntarle Tan Tanmin que junto con Wan Tanmeo lo ven fascinados, sendas sonrisas hinchándoseles en las caras, porque para cuando los otros miembros de la tropa vuelven a los vestidores, las mejillas de Zhou Xing resaltan con las marcas rojas de sus propias palmas y este lo único que puede decir al respecto es: —me estaba quedando dormido y sin querer me golpee con más fuerza de la necesaria…

Li Hao va entrando justo a tiempo para escuchar tal explicación y arqueando las cejas, los ojos bien abiertos, se le queda mirando antes de que Zhou Xing sienta su mirada y se la devuelva. Sus miradas se encuentran y una sonrisa divertida tira de las comisuras de los labios de Li Hao hacia arriba en automático. Zhou Xing voltea la cara hacia cualquier otra parte con un pequeño sobresalto; su rostro termina de completar una tonalidad rojiza que solo consigue sacarle una risa espontánea a todos los que lo presencian. Pero ni Li Hao ni nadie sospecha que si Zhou Xing se da media vuelta y se marcha, bastante avergonzado y afectado, tiene más que ver con Li Hao, su sonrisa burlona (y el hecho de que todavía no se ha puesto la camiseta encima...) antes que por lo que parece ser una tontería mal calculada propia.

Tras aquel abrazo, las cosas parecen volver a lo que solían ser con Li Hao poniéndole las manos encima a la más mínima oportunidad. Solo una pequeña diferencia puntual que Zhou Xing tarda en procesar del todo, pero es que cada que el tacto tibio de sus manos se presenta, una oleada de sensaciones nuevas lo asaltan. Y sus reacciones son tan notorias que incluso Li Hao comienza a tener que avisarle, de alguna manera, de cuando está a punto de ponerle las manos encima (se acerca primero y se asegura de que Zhou Xing sepa que está cerca para que no lo tome tan desprevenido cuando una de sus manos se ponga en su hombro, en su espalda o use su hombro como un descanso particular para su barbilla).

Zhou Xing se sobre salta de cualquier manera, sin embargo; el rostro se le comienza a poner rojo en medio de la cercanía y su respiración parece que se le empieza a dificultar. Las manos le sudan y de repente tartamudea… pero lo peor del asunto no es eso; lo peor del asunto es la revoltura de su estómago, su corazón corriendo como desquiciado y sus estúpidas y espontáneas ganas de plantarle besos a Li Hao en cualquier parte de la cara. Comienza a sentir que no puede controlarse y está a nada de lanzársele encima cuando por sí mismo decide que no pueden seguir por ese camino.

—¿Qué estamos viendo ahora, capitán?

A veces, Li Hao se olvida de eso de tratar de no tomarlo por sorpresa. Cuando lo hace ocurre que su gesto parece más deliberado que accidental, cuando Li Hao tan solo le pone ambas manos en la cintura e intenta estirarse sobre su hombro para ver sobre este o cuando pone sus dos manos en los hombros de Zhou Xing para solo unos momentos después comenzar a masajeárselos sin consultarle primero.

Esta vez, sentado en la mesa con el detalle de las tácticas a practicar ese día, Zhou Xing siente las manos de Li Hao apoyándose en su espalda primero y luego yendo a deslizarse con cuidado hacia abajo donde luego se apoyan a la altura de sus costillas, un poco por encima de su cintura y…

Li Hao…

Zhou Xing deja que la pequeña pizarra se le resbale de las manos y, rígido como una tabla, toma una respiración larga buscando reprimir el escalofrío que está a nada de sacudirlo entero. Una vez logrado, dirige sus manos a las de Li Hao y nada más tomarlas las separa de su cuerpo y, sin darle espacio de tiempo a reaccionar, se da la vuelta y en un impulso le coge las manos al aire y se las sostiene, con las suyas, tirando un poco de Li Hao hacia él también, quien, de la sorpresa, por poco y pierde el equilibrio y se le va viniendo encima a Zhou Xing.

Entre los dos logran atajarse pero eso solo los hace quedar en una posición un poco comprometedora, los dedos de sus manos entrelazadas, Li Hao un poco demasiado cerca de Zhou Xing y este tan solo con un espacio entre las piernas en el que presiona entre ellas a las de Li Hao, todavía de pie mientras el sigue en su silla.

Ah…

Li Hao parpadea, un poco perdido en el poco espacio que lo separa de Zhou Xing y en la sensación de sus manos unidas pegadas hacia su pecho. Zhou Xing se apresura a deshacer aquella unión tan íntima de manos, endereza a Li Hao (sosteniéndolo con manos que hacen todo por tocarlo lo menos y el menor tiempo posible) y echa su silla lo poco que puede hacia atrás antes de volver estirar sus manos y cogerle las suyas por los dedos a Li Hao una vez más. —Discúlpame, yo no pretendía- yo no quería- yo no-

Zhou Xing se apresura a tratar de explicarse pero ahora está tan nervioso que no consigue hacer más que balbuceos. Li Hao solo puede quedarse mirándolo mientras sus manos se sienten acogidas con tal delicadeza y tanto mimo que lo único que logra hacer después de momentos de contemplar el gesto es apretárselo de vuelta y. Zhou Xing logra detenerse en ello y pausar, él también, observando con cuidado a la forma en que le toma las manos a Li Hao.

—… Tienes que dejar de hacer eso.

Logra decir, entonces, luego de tragar saliva y hacer el ademán de ir a soltarle las manos al mismo tiempo en que Li Hao lo detiene y hace que devuelva su mirada a su cara. Se sostienen la mirada. Li Hao parpadea, luego abre la boca. Luego la cierra una vez más y vuelve a parpadear, para entonces decir: —¿hacer qué?

Inclina la cabeza, y sus ojos confundidos tan solo se confunden más cuando ve a Zhou Xing bajar la mirada hacia sus manos otra vez. A Li Hao le da entonces un asalto de vergüenza, que de repente suelta las manos de Zhou Xing y se aleja de ellas como si estas quemaran.

—¡Ah-m… ¡perdón! ¡no sé qué estaba pensando- ¡eso solo-

Zhou Xing suelta una risita nerviosa. —No, uhm, no estaba hablando de eso… digo, yo fui quien lo empezó así que sería extraño que me quejara… —acaba tocándose la mejilla en un gesto ansioso antes de devolver la mirada a Li Hao—, como sea, yo me refería a- tus- eeeh- necesito que tus manos dejen de, de… de tocar-… de tocarme, pues…

Y no puede evitarlo. Es bochornoso por el doble sentido que sus palabras pueden tomar y no le extraña sentirse enrojecer hasta las orejas.

Li Hao parpadea, perdido por completo. —¿Mis…?

Se mira las manos como esperando a encontrar explicaciones a de lo que Zhou Xing le está hablando. Zhou Xing logra adelantarse y no lo deja ni terminar de preguntar cuando ya ese está explicando por su propia cuenta: —sí, es que- mira, escucha- entiendo que eres alguien de mucho, eh, contacto físico y no sé si te habrás dado cuenta de esto en todos estos años que nos conocemos peeero, yo, yo no, yo no lo soy y tú siempre me… pones las manos encima, por cualquier cosa…

Li Hao abre la boca una vez más como para replicar, luego vuelve a cerrarla y de pronto parece considerarlo. —Y… ¿eso te molesta? ¿Te he estado molestando todo este tiempo cada que-

Li Hao comienza a parecer horrorizado y a Zhou Xing como que se le contagia que de inmediato interrumpe:

—Qué- no, ¡no! No, no, no, NO. No, Li Hao. No me has molestado, te lo aseguro. De hecho, antes no me importaba mucho pero-

—¿Antes de qué?

Zhou Xing se queda callado. De repente, sin saber qué contestarle. Acaba por encoger los hombros, yéndose a morder los labios. —Antes de que te vinieras a Japón, creo…

Li Hao arquea una ceja. —¿Crees?

—¡No sé!

Zhou Xing responde a la defensiva y Li Hao no puede evitar que sus brazos se crucen sobre su pecho, de pronto malhumorado: —… pero ahora sí te molesta… —masculla, encogiéndose un poco en lo que parece ser un especie de berrinche y un mohín adorable incluso se le forma en la boca.

Zhou Xing no consigue controlarse y aclara: —¡no me molesta!

—¿¡Y entonces de qué te quejas?!

—¡De nada! ¡Solo te estoy pidiendo un favor!

El gesto de Li Hao se tuerce en una mueca que Zhou Xing no consigue interpretar bien, así que, bajando la mirada otra vez, el que ahora parece encogerse es él, se lleva de nuevo la mano a la nuca, —no sé porqué pero ahora me siento raro cada vez que me tocas…

Li Hao parpadea a consciencia una vez más. Abre la boca y respira largo antes de suspirar igual.

—Vale, trataré de no tocarte por "cualquier cosa", si es lo que quieres…

Y aunque Li Hao parece estarlo diciendo a regañadientes, también se le nota sincero, incluso un poco culpable (aunque Zhou Xing no llega a entender bien eso). Y Zhou Xing agradece enormemente el que no haga más preguntas (ni indague más al respecto sobre lo raro que lo hace sentir, porque él mismo no está seguro todavía de eso que le pasa con Li Hao).

Incluso llega a tener un impulso extraño por ir a abrazarlo pero eso tan solo se le queda en una mirada de adoración del tipo que un cachorro tiene con su dueño (a lo que Li Hao vuelve a quedarse en silencio apretando los labios y el entrecejo sin llegar a decirle nada más).

Y los días siguientes pasan con Li Hao manteniendo su promesa. Pasa uno. Pasan dos. Pasan tres y poco después, Li Hao vuelve a ponerle una mano en la media espalda, vuelve a sostenerse de su hombro sin rastro de duda y cuando quiere llamar su atención lo coge por una esquina de la camiseta (lo último, a pesar de lo esquivo del contacto, agitándole el corazón con todavía más fuerza cuando Li Hao lo mira con ojos de cordero a punto de ser degollado).

—Dijiste que no te molestaba…

Cuando vuelve a enfrentarlo por eso, Li Hao responde, resuelto, a la defensiva y con una cara de culpabilidad al mismo tiempo que intenta sacarle provecho a su dulce y tierna carita de niño que no rompe ni un plato a propósito sino que solo por accidente, por lo que debía de ser perdonado y dejársele escapar sin ningún castigo.

Zhou Xing siente que la piel le hormiguea con la mano de Li Hao en su antebrazo (una de las pocas veces que lo hace, aunque lo ha tanteado como a un toro antes con eso de agarrarlo por el borde de la camiseta). Siente que el estómago se le aprieta en nudos que se le hacen y deshacen como si tuviera consciencia propia. Siente que como Li Hao siga mirándolo así va a lanzarse de una sola al vacío y tan solo le estampara la boca en los- la- ¡la frente!

—Y tú dijiste que ibas a tratar de no tocarme por cualquier cosa…

—¡Y traté! —Li Hao suena hasta ofendido cuando recalca, primero, con el ceño fruncido, luego bajando la mirada y empezando por apretar la boca, pasando a morderse el labio—. De verdad que traté…

Acaba dirigiéndole una mirada atiborrada de culpabilidad y, al final deja ir su brazo con una expresión puntual desconsolada. Zhou Xing quiere hacer hasta lo imposible para consolarlo.

—Pero es que, no entiendo —reniega con la cabeza y mientras la mueve de un lado a otro sin saber bien por qué, pero sin poder estarse quieto—. Si no te molesta no debería de haber ningún problema con que lo haga. Quiero decir- eres mi mejor amigo y no puedo no intentar alcanzarte aunque sea un poco digo- es que- ¿qué es lo que tanto te molesta de que te toque, Zhou Xing? ¿Qué ha cambiado en este tiempo que estuvimos lejos? Dijiste que solo ha empezado a molestarte desde que me vine a Japón con el jefe, ¿es que ya no te agrado, Zhou Xing? ¿Es que ya no me, me…?

Gradualmente, los ojos se le empiezan a llenar de lágrimas a Li Hao y la voz empieza a temblarle. Y Zhou Xing siente que se le parte el corazón y se siente con un verdadero hijo de perra porque se sabe responsable de ese llanto que Li Hao está esforzándose por contener y detener (Li Hao respira por la boca y se lleva las manos hechas puños a los ojos, tallándoselos entre con los nudillos y con el dorso para desprender un poco del cúmulo de agua en estos).

—No- No seas tonto, ya te dije que no es que me moleste- no me molestas, ¡tampoco me desagradas! ¡Li Hao!

Zhou Xing coge las manos de Li Hao hechas puño y obliga a apartarlas de sus ojos para poder mirarlo a estos, que, entonces se fija en que los tiene rojos y los tiene aguados y hay un rubor creciente en su nariz y Li Hao se ve terriblemente adorable aunque el que esté llorando le parta el alma.

—Te molesté mucho, ¿verdad? Fue porque estuve llamándote mucho mientras estaba aquí solo con el jefe, ¿verdad?

A Li Hao le tiembla la voz y le tiemblan las manos y le tiembla el pecho y la respiración la tiene agitada. Y sus ojitos tiernos le gotean en lágrimas.

—No, no, no, no, por supuesto que no, Li Hao, por supuesto que no, Li Hao.

De repente, a Zhou Xing se le olvida todo lo demás respecto a sus sensaciones. De repente, lo único que tiene claro es que necesita que Li Hao deje de llorar, tiene que lograr que Li Hao deje de llorar y tiene que hacerlo del modo que sea, así que, sin dudarlo un segundo más pega su frente a la de Li Hao mientras sus manos le sostienen el rostro por las mejillas y su pulgares limpian una tras otra las lágrimas que va derramando.

—Perdóname, Zhou Xing…

—No hay nada que perdonar, ¿bien? No es nada eso, ya te lo he dicho, no me molestas, Li Hao, Li Hao, entiende, por favor, que no se trata de nada de eso…

—Pero… —Li Hao se sorbe los mocos al intentar volver a respirar por la nariz y es un sonido terrible que a Zhou Xing le saca una automática mueca de asco y a Li Hao una sonrisa y risa temblorosa—, lo siento, ahora estoy hecho un asco…

Zhou Xing se apresura a negar y separándose entonces, se revisa en los bolsillos en búsqueda de algún pañuelo o algo con lo que ayudarle a sonarse: —ven aquí —indica, en cuanto lo único que logra conseguir es una toalla pequeña para el sudor que no duda en ir apretándole en la nariz—, anda, sopla…

Li Hao hace como le pide y Zhou Xing da unos pocos apretones intercalados antes de que Li Hao aleje su mano con la toalla de su propia cara.

—Así está bien, gracias…

Suena menos nasal y Zhou Xing inclina la cabeza y una sonrisa tierna se le escapa. Tiene unas terribles ganas de volver a acercarse a Li Hao, apoyar sus frentes juntas, dejar que las puntas de sus narices se rocen y entrelazar los dedos de sus manos. Su corazón responde tal y como lo hace siempre que pensamientos fortuitos como aquel se le pasan por la cabeza y siente que se acalora, pero es entonces que Li Hao continúa: —pero, si no se trata de eso, ¿entonces qué te molesta tanto de mí, Zhou Xing?

—¡Ya te dije que no me- —sin pretenderlo, incluso comienza por alzar la voz y a medio camino se da cuenta de que eso no está para nada ayudando a dejar en claro su punto y mirando a Li Hao siente que este tan solo está manipulándolo para conseguir tener la razón, incluso cuando esta pareciera estarle doliendo tanto—; no me molestas, Li Hao. Te lo he dicho mucho y necesito que lo entiendas, ¿por favor?

Li Hao le dedica una larga mirada a la que un suspiro pesado y un asentimiento, más dado a la fuerza, acaban por ponerle fin.

—Pero entonces…

A Li Hao se le vuelven a aguar los ojos y se muerde el labio y parpadea mucho para intentar no volver a echarse a llorar.

—No es que no me agrades más ni que me hayas molestado ni nada parecido —Zhou Xing interviene con premura, sintiendo la ansiedad trepándose por la garganta en forma de nudo al verle los ojos así otra vez a Li Hao—. De hecho, siempre esperaba tus llamadas aunque también esperaba que esta vez no estuvieras tan abrumado como la anterior. Estaba muy dispuesto a ayudarte y saber que todavía contabas conmigo incluso estando lejos me hacia sentir, uhm, especial…

Sin darse cuenta, Zhou Xing comienza a sonreír.

—Y me hacía feliz saber de ti porque también mientras no sabía no podía dejar de pensar en ti y preocuparme por lo último que me habías dicho- digo, no es que no confiara en ti, pero siempre lograbas despedirte de una forma en que me dejabas preocupado…

Robando una mirada hacia Li Hao, Zhou Xing se lo encuentra, apenado, sonriendo mientras se mira las manos también.

—… lo siento.

Zhou Xing suspira, se siente tonto mientras sonríe pero no le importa.

—Como digo, está bien —estira su mano y con las falanges de su dedo índice alcanza a hacerle una pequeña caricia en la mejilla a Li Hao—. Y no creo que el problema sea que me desagrades porque, no lo haces, ¿bien? Nunca podrías desagradarme Li Hao…

Necesita que Li Hao lo mire, necesita que Li Hao lo entienda. Es por eso que se inclina y sin pensárselo mucho toma la barbilla de Li Hao para levantarle el rostro. Y eso... Eso se siente como mágico. Demasiado extraño.

—Quizá el problema sea en realidad todo lo contrario…

Li Hao lo cuestiona con la mirada y Zhou Xing deja caer su mano y echa la cara al otro lado. —Que es más posible que sea porque me agradas demasiado que estoy comenzando a sentirme… raro…

Echa un vistazo rápido hacia Li Hao y alcanza a verlo con su boca abierta en una perfecta o.

—Zhou Xing…

La mano de Li Hao se pone en su mejilla y desde ahí, Li Hao consigue voltearle el rostro en su dirección de nueva cuenta.

—Entonces, no te molesta, pero, te hace sentir… raro que te toque… ¿verdad?

Zhou Xing siente un rayo de luz y esperanza al fin dentro de aquella tormenta. Por lo que no duda ni un momento en afirmar. Si Li Hao lo entiende al fin, entonces quizá dejaría de ponerlo en aprietos y entonces de verdad intentaría dejar de ponerle las manos encima-

—Entonces, ya que no te molesta, seguiré haciéndolo. ¿Vale?

Li Hao es todo sonrisas cuando declara y Zhou Xing siente que le va a dar algo.

—¡Li Hao…!

—¿Ahora qué?

Li Hao le frunce el ceño y Zhou Xing no termina de creer lo indignado que parece (¡si el indignado tendría que ser él!).

—No- ¿no entiendes lo que te digo? ¡Te estoy diciendo que cuando me tocas me haces sentir raro! ¿Acaso quieres que me sienta raro? ¿No te importa que me sienta así?

Li Hao le dedica una mirada, como evaluándolo. —Pero es que ya dijiste que no es que te moleste, me importaría si te molestara pero como no es el caso…

No está entendiendo. No, Li Hao no lo está entiendo.

—¡No me estás entendiendo! ¡Si me tocas empiezo a ponerme raro! ¡Me haces cosquillas y el corazón se me agita y me cuesta respirar con normalidad! ¡Y eso no es lo peor de todo!

—Y qué es lo peor de todo, Zhou Xing.

Zhou Xing se detiene abruptamente. No le agrada el tono petulante de Li Hao. Normalmente, suele admirarse de aquella muestra natural de confianza aún cuando esta provocara alguno que otro problema con personas igual de confiadas. Suele divertirle, sí, porque después de haber perdido ese primer encuentro con las Ratas Callejeras de Shanghai, había pasado por dejarse de sentir el rey del mundo frente a Li Hao, así que tendía a respetar y tomar en cuenta sus opiniones muy por encima de las de los demás. Y por lo general, Li Hao es imprudente pero sensato. Pero en esa ocasión tan solo le veía lo imprudente y.

—Lo peor de todo, Li Hao, es que si tú continúas tocándome así yo…

—Tú…

Y Zhou Xing podría ser todo lo líder nato que se le diera pero.

—… no puedo asegurarte, que sea capaz de controlarme…

Pero también podía ser muy manso y solo sabía bien ladrar pero casi no morder. Contrario a Li Hao.

Teniendo lugar tal intercambio, Li Hao no había dejado de provocarlo desde su declaración oficial. Había pasado de apuntar al pecho de Zhou Xing con un dedo picudo a ponerle una mano entera en el pecho y ahora mismo tenía a las dos puestas en ambos pectorales, sin rastro de duda, ni un poco de vergüenza. Aunque, sigue mirando derecho y para poder mirar a Zhou Xing a los ojos Li Hao necesita alzar la barbilla debido a su diferencia de alturas.

—¿Controlarte?

Desliza las sílabas de la palabra con cuidado paladeándolas antes de dejarlas caer de su boca y. Entonces sí alza la mirada a Zhou Xing, que apenas puede mantener la respiración y a su corazón bajo control.

Las manos de Li Hao se sostienen de su camiseta y Zhou Xing sigue mirándolo estupefacto, atraído y atrapado, sus ojos se deslizan a la boca de Li Hao en lo que este se la repasa con ligereza.

—No creo que sea necesario que te controles…

Zhou Xing puede escuchar los latidos de su corazón retumbarle en los oídos.

—¿No lo es…?

Li Hao larga una sonrisa divertida, burlona.

—No… lo tuyo se trata de una cuestión de que te atrevas.

Al final, Li Hao usa el apoyo de sus manos para dar un pequeño empujón y al mismo tiempo en que estira los brazos también da un paso hacia atrás. Se retira, deja de agarrar su camiseta. Lo vuelve a provocar, esta vez, tomando distancia y escondiendo sus manos detrás de su espalda, como un niño travieso atrapado haciendo una travesura.

No se lo dice en voz alta, pero Zhou Xing logra entenderlo.

Y estoy esperándolo con ansias.

Li Hao siempre consigue dársele a entender con una sola mirada.