Tu bronceado, mi pecado
Los personajes no me pertenecen, son de la gran Rumiko Takahashi. Esto es sin fines de lucro, solo diversión por y para los fans.
Participando de la invitación de Agosto para la dinámica de verano de Mundo Fanfic Inuyasha y Ranma.
Mi historia será OoC y por supuesto en un universo completamente alterno. No apto para menores, contenido maduro. Si no es de tu agrado, favor de no continuar en la lectura.
—O—
Era mi tercer verano en aquella deliciosa playa de Okinawa, una escapada de días festivos había sido la oportunidad precisa para broncearme un poco, respirar aire marino y por supuesto un buen chapuzón. Solo necesitaba mi toalla, mis gafas de sol y mi botella de bronceador porque con este cuerpo solo debía aceitarme un poco y brillar esperando a que alguna chica linda me pidiera el número de teléfono, y quizás con un poco de suerte antes de regresar a la capital tener algún encuentro ardiente.
La reposadera estaba muy bien ubicada, con mi toalla sobre esta y mis pies hundidos en la arena eché una mirada rápida al vasto mar. La playa no estaba repleta y lo agradecí porque menos es más.
Me acomodé, busqué entre el morral la botella que necesitaba y no estaba. Por ninguna parte encontré mi bronceador ¡maldición! ¿Cómo voy a tomar sol sin mi aceite especial? Miré a todos lados esperando ver algún negocio pero nada, además de la gente y uno que otro vendedor de dulces no existía nada cerca que pudiera suplir mi urgente necesidad. Fue entonces que vi un bolso playero del cual asomaba la misma marca que solía usar, la única persona a su lado era una mujer que estaba de espalda al sol con su bikini y las amarras sueltas para que no le quedara nada sin broncear a la altura de su espalda, la otra diminuta pieza cubría con suerte la división de sus bonitas y redondas nalgas.
Me puse de pie y caminé despacio a ver si tenía la gentileza de prestarme o más bien convidar un poco de su bronceador, su cabello corto en tono negro azulado brillaba con fuerza un tanto alborotado por la brisa marina, entonces noté un bonito tatuaje que partía justo detrás de su nuca y abarcaba parte de su cuello hasta el hombro; el símbolo del infinito rodeado de rosas junto a un mensaje que decía "jódete" fue así como solté una risita que no creo percibió pues ni se inmutó, no pude evitar seguir mirándola.
La mujer tenía un cuerpo muy bien dotado, menuda pero se notaba que ejercitaba, sus muslos bien torneados, sus benditas caderas y esa diminuta cintura. Era completamente mi estilo, no podía descartar invitarla a cenar si ella accedía a darme un poco de su bronceador. Iba a hablarle cuando su voz me asustó de súbito…
—¿Cuánto tiempo te quedarás ahí, eh? —Abrí los ojos como plato para disculparme —Vamos, no pierdas tiempo pensé que ya no venías —agregó.
—Lo siento —alcancé a decir.
—Solo échalo ¿quieres? Está en mi bolso, necesito que esté parejo para esta noche —decía.
—¿El bronceador? —pregunté tontamente siguiéndole la corriente.
—Claro que sí, solo úntalo de una buena vez —pidió.
Fruncí los labios, tomé la botella me eché en las manos y…
—Debes estar confundida —hablé justo antes de tocar su piel.
—Deja la bobería, solo hazlo que pronto será medio día —insistió, me encogí de hombros y finalmente comencé a esparcir el aceite por toda su piel.
Masajeaba de arriba abajo, luego en forma circular hasta que quedó todo impregnado, comenzaba hacer calor y no era solo por el sol pegándome de frente, tocarla encendía otras partes de mi cuerpo. Así es que me detuve para irme pero ella sujetó mi tobillo haciendo que perdiera el equilibrio cayendo de culo sobre la arena, ella alzó su rostro y entonces vi sus hermosos ojos llenos de sorpresa.
—¡¿Tú?! —exclamamos al mismo tiempo.
Resultaba ser que ella y yo éramos compañeros de trabajo, sí, Akane Tendo era abogada en la misma firma en la cual laboraba, solo que ella veía más casos familiares como el divorcio y yo me abocaba a litigios empresariales.
—¡Pero qué carajos! —chilló seguido volteándose sujetando apenas la parte superior para no dejar expuestas sus… bueno, sus senos planos ¿no?
—Yo solo pasaba por aquí —bufé viendo hacia otro lado.
—Seguro… —murmuró.
—¿Qué significa eso? —le enfrenté no pudiendo evitar notar que de plano no tenía nada.
—Era la presa perfecta para ti ¿no?
—Solo quería que me dieras un poco de bronceador, cómo iba a saber que eras tú Tendo ni que estuviera loco —esbocé una sonrisa burlona y ella tomó la botella que estaba sobre su toalla y la presionó tirándome el líquido en la cara.
—Ahí tienes un poco, eres tan caballero Saotome. Agradezco tus "manos rápidas" —escupió molesta mientras me sacaba el aceite de la cara.
—Siempre tan majadera…
—Aprovechado.
Y los dos nos volteamos enojados dándonos la espalda, la verdad era que ninguno tenía muy buena aura. Éramos muy competitivos incluso fuera del horario laboral, aunque los dos veíamos áreas completamente diferentes.
—Bueno pero ¿qué haces aquí? —pregunté volteando a verla y ella estaba de nuevo sobre su toalla esta vez mirando hacia el sol, solo que ya había atado los tirantes de su brasier.
—Lo mismo que tú supongo —respondió abriendo un solo ojo —disfrutando unos días libres.
—¿Y a quién esperabas? —pregunté curioso, porque obviamente no era yo.
—Un amigo ¿por qué preguntas tanto? ¿Viniste solo? — señaló abriendo sus dos ojos esta vez. Quedé prendado al ver lo bonita que se veía sin esos trajes formales que solíamos usar, bueno el bikini era sexy y ella… —¡Hey Saotome, tus ojos al frente! —exclamó al notar que la veía de pies a cabeza.
—Solo relájate Tendo, no estamos en el trabajo —contesté rodando los ojos.
—Me tocaste toda la espalda, y casi te pido me eches en otras zonas y estabas bien calladito Saotome.
—Solo ayudaba a una dama a broncearse —repliqué.
—Qué divertido eres, en el trabajo solo hablas para sobresalir y ahora te las das de galán —mencionó entre cerrando sus ojos, sus largas y espesas pestañas parecían un bonito abanico que la hacía verse muy provocativa.
—Es que estoy relajado, solo es eso —me crucé de brazos pero ella arremetió.
—Lo que pasa es que te gusto ¿cierto? —ladee la cabeza como un bobo ¿gustar? No lo sé, recién notaba sus bien preciados atributos físicos, aunque ella era muy profesional y capaz en cada uno de sus casos —Solo bromeo Ranma —chilló golpeando suavemente mi brazo y creo que era la primera vez que me llamaba por mi nombre.
Su sonrisa me cautivó, quizás nunca la había visto sonreír conmigo.
—Ya te dejo —musité —no quiero arruinar tu cita —agregué pero ella tomó mi muñeca delicadamente.
—Mi cita ya no llegó, ¿quieres compañía este fin de semana? —preguntó dejándome boquiabierto.
—Podemos nadar, broncearnos y comer algo delicioso. Luego de tanto trabajo en la ciudad, nos lo merecemos ¿no crees?
Me vio con cara coqueta y yo imaginándome muchas perversiones junto a ella, mi mente no hacía más que enredarme entre sus piernas y claro, ella solo quería nadar o comer; que iluso.
—No lo sé Tendo, me pareces aburrida —solté con el único propósito de molestarla.
Ella chasqueó su lengua y miró indignada hacia el cielo levantando su pequeña y respingada nariz.
—Solo bromeo Tendo, vamos échame un poco de bronceador ¿quieres? —Me senté a su lado y ella me vio un tanto incómoda por la cercanía —Solo aprovéchame, podrás tocarme en casi todo el cuerpo ¿qué dices? —comenté levantando las cejas.
—Qué fanfarrón —soltó escurriendo un poco de bronceador en mi espalda, el contacto con sus suaves manos, el aceite y mi piel me hicieron estremecer.
—Debes aplicarlo en todas partes Tendo, no quiero manchones, este cuerpo es perfecto ¿comprendes?
Entonces ella continuó esparciéndolo por toda mi ancha espalda, mis brazos y de pronto se levantó y se puso delante de mí.
—¿Qué haces? —pregunté con la guardia baja, su movimiento había sido demasiado rápido y su frontis estaba aproximándose con peligrosidad.
—Solo relájate Saotome, no muerdo —guiñó un ojo y me empujó haciendo que mi espalda tocara la toalla, se acomodó ahorcajadas sobre mí y comenzó a aplicar el bendito bronceador sobre mi pecho y vientre.
—Eres rápida, ¿qué otra sorpresa me darás, eh Tendo? Porque estamos en un lugar público y soy de mente abierta pero…
La menuda chica se inclinó hacia mí apoyando cada mano a un lado de mi cabeza quedando con sus rojos labios a milímetros de los míos, tragué duro porque la posición era muy poco decorosa.
—Ya quisieras Ranma, ya quisieras —susurró para luego sonreír, se levantó haciendo que mi corazón quedara como caballo desbocado dentro de mi pecho.
La colega comenzó a aplicar el aceite en el resto de su cuerpo, apoyé mis codos quedándome encandilado, ¿en qué momento no vi este diamante? Me pregunté varias veces ¿tendrá novio? ¿A quién esperaba en realidad? Porque si le iba a pedir que le untara aceite era porque tenía la suficiente confianza para hacerlo. Esto no me lo esperaba, pasar varios días con ella quizás no sería tan malo después de todo.
En los siguientes minutos ella se acomodó en mi reposadera y yo en su toalla, cada treinta minutos nos volteamos para broncearnos de forma pareja.
—Tengo hambre —musitó ella.
—También yo ¿qué comemos? —pregunté.
—Mariscos, estamos en la costa se me antoja un "jardín de mariscos"
—¿Vino blanco? —pregunté serio.
—Me leíste la mente —sonrió poniéndose de pie.
Decidimos rentar un coche para movilizarnos, siempre había de esos servicios a un costado de la playa pues era temporada turística.
—¿Dónde te alojas? —preguntó ella.
—En una cabaña tipo hostal —respondí al tiempo que entraba una llamada a mi móvil.
Luego de cinco minutos de estar en el teléfono mi rostro se desencajó y Tendo obviamente lo notó.
—¿Todo bien?
—Sí —respondí como un robot, subimos al coche y la dejé en la entrada principal del lujoso hotel en el que se hospedaba.
—Te veo en media hora, no tardes —comentó justo antes de bajar, pude ver cómo sus sensuales caderas se contoneaban detrás de ese pareo que las cubría. Y también observé como los hombres alrededor volteaban a verla con descaro, y cómo no, si la mujer estaba de infarto.
Regresando a mi realidad conduje rápidamente hasta mi cabaña, después de discutir con la dependienta y el reembolso total de mi estadía fui a tomar la pequeña maleta que había llevado. Una ducha rápida, un cambio de vestuario y con mis cosas dentro del carro regresé a buscar a mi acompañante.
Unos minutos después estábamos compartiendo un delicioso aperitivo antes de que llegase el vino blanco junto a los mariscos.
—Qué tanto ves ese teléfono ¿es un cliente? —pregunté curioso ya que lo vio seguidamente en la playa y ahora también lo hacía.
—Lo siento, es que esperaba un mensaje…
—Del tipo que te plantó —concluí, ella asintió —Que mal compañera, pero ha de ser un idiota —escupí llevando la copa de licor a mis labios.
—¿Por qué piensas eso si ni siquiera lo conoces?
—Yo jamás te hubiera dejado esperando —respondí.
—Vaya Saotome, era verdad que tenías un lado amable —sostuvo risueña.
—No es amabilidad, soy honesto —repliqué.
—Bueno señor honesto, ¿qué planes tienes para esta noche? —preguntó alzando una ceja.
—¿Por qué? ¿Vas invitarme a algún lado?
—Puede ser, pregunto porque no sé si tú ibas a ver a alguien más —mencionó.
—Mi plan era solo relajarme.
—Y flirtear —esbozó justo cuando llegaba el mesero con la comida y el vino.
Comimos cambiando de tema, pero no fue por incomodidad sino que salió de forma natural. Nos reímos contando anécdotas del trabajo, y también algunas de niñez, fue grato saber que teníamos varios temas en común. Al finalizar el almuerzo ella recibió una llamada y mientras la veía platicar desde la ventana concluí que la había juzgado mal. Akane Tendo era fascinante, hermosa e inteligente. El partido perfecto no solo para mí, para cualquier tipo con un mínimo de inteligencia. Por eso no comprendía por qué la había dejado clavada el susodicho, pero sin duda alguna debido a eso estaba disfrutando de su compañía.
Cuando regresó pude notar su semblante ensombrecido, pedí un postre para ver si el dulce le quitaba el desamino después de esa llamada.
—Tu novio no vendrá ¿cierto? —ella negó.
—No tengo novio Saotome, pero creí que pasaría un fin de semana en compañía de él.
—Ah, ya veo… ¿te gusta mucho?
—Un poco, pero ya ves que no soy tan importante.
—No digas eso, quizás tuvo algo urgente que atender —respondí como idiota, por qué lo excusaba si no lo conocía.
—Eso dice, pero no importa al menos disfrutaré del sol, de la playa y de la comida —repuso optimista probando el pastel de queso que le pedí.
Cuando salimos del restaurant acordamos dormir un poco y vernos a las ocho, Akane tenía unas entradas para una fiesta en un lujoso yate y la verdad me entusiasmaba mucho solo que cuando llegamos a su hotel ella dio cuenta de mi maleta...
—¿Y eso?
—Nada, debo cambiar el hospedaje —respondí no dándole mucha importancia.
—Pero es festivo y todo estará reservado ¿qué sucedió?
—La dueña tuvo un conflicto con otra reserva y me tuve que ir.
—Que fastidio, cómo pudo dejarte sin solución —respondió ella viéndome fijamente.
—Lo sé —susurré —Te veo al rato —agregué.
—¿De qué hablas? Ven conmigo —aseveró tocando mi brazo derecho.
—No, encontraré algo y…
—No seas ridículo, sabes que no habrá nada ¿Qué pretendes, dormir en el coche?
Tenía razón, no habría nada disponible por la fecha y la hora. Estaba acabado, mis mini vacaciones estaban siendo arruinadas por una dependienta muy mal organizada.
Akane bajó del coche y abrió la puerta trasera para bajar mi equipaje, la seguí para quitárselo cuando personal del hotel me solicitó la llave del coche y se lo llevó.
—No es necesario Akane —sostuve y ella me vio sorprendida.
—Vaya… es la primera vez que me llamas por mi nombre —esbozó.
Un ligero calor subió por mi vientre, tenía razón hasta ahora no salíamos de los apellidos y de palabras alusivas como "compañera" y "colega".
—No te pongas tan serio Saotome, reservé un cuarto enorme, y lo mejor es la vista porque la cama aún no la pruebo —sonrió coqueta haciendo que le devolviera el gesto entre nervios, sí, la mujer me estaba colocando en aprietos.
De pronto su bonita y cautivadora sonrisa se borró, miraba fijamente hacia el hall principal justo en la recepción, seguí su mirada y pude identificar a Shinnosuke, ese tipo trabajaba en el departamento de contabilidad. Estaba muy bien acompañado y coqueteaba de forma deliberada con la fémina a su lado.
—No me digas…
—Sí —respondió ella en seco.
—Vaya, además de imbécil mentiroso —escupí un tanto molesto.
Ella giró para ir tras el elevador pero la detuve.
—¿Qué haces? —preguntó cabizbaja.
—No te marches ignorándolo.
—No haré escenas, no es mi estilo además, no éramos nada serio.
—Aun así, te mintió —insistí —¡Vamos Tendo eres bellísima, solo úsame a tu antojo! —exclamé animado, ella sonrió divertida por mis palabras.
—Bien, abrázame —sonó a orden e inmediatamente le obedecí —más cerca, como si fuésemos novios —agregó.
Puse una mano alrededor de su cintura y la otra sobre su espalda, ella enredó sus brazos a mi cuello y se acercó hasta mi oído.
—Quizás te bese —susurró poniéndome en alerta —está a punto de verme —agregó —Ya me vio, y viene hacia acá —dijo casi rosando sus labios en la piel de mi oreja.
—¡Akane! —escuché claramente, era la voz del contador.
La aludida se alejó tan solo un poco y tomó mi mano para arrastrarme hasta el elevador, ignorando por completo el llamado del sujeto. Sin embargo, él nos alcanzó en el ascensor.
—Akane —volvió a decir, ella no dejaba de verme y lentamente fue alzando la vista sin soltarme la mano, por alguna razón la presioné levemente, quizás le daría valor.
—Oh, pensé que era mi imaginación —habló —se supone que estás en Tokio muy ocupado —sostuvo, el tipo no dejaba de ver nuestras manos entrelazadas.
—¿Podemos hablar? —preguntó deteniendo que la puerta se cerrara.
—Claro que no, vengo acompañada ¿no ves?
—¿Dónde lo conseguiste? Hace un rato hablamos por teléfono y no sonabas acompañada —arremetió serio y con tono molesto.
—Bueno, las circunstancias cambian —respondió Akane finalizando la plática.
—¿Eso quieres? —cuestionó el tipo pero ella se giró a verme, no lo decía pero era momento de representar mi papel.
—Estamos algo apurados —solté carraspeando la garganta.
El tipo subió dejando que las puertas se cerraran, Akane presionó el botón número nueve en donde estaba su habitación y él no dejaba de vernos incrédulo y evidentemente molesto.
—¿La conociste en la playa? —preguntó de la nada sin verme siquiera.
Bajamos del ascensor con él detrás de nosotros. Mi nueva "novia" caminaba a mi lado, pasé mi mano por su cintura y caminamos sin darle atención, podíamos oír sus pasos detrás. Akane iba algo nerviosa pero lo disimulaba muy bien, mi mano fue bajando con plena intención del que el tipo viera de lo que se perdería por haberla dejado plantada, y sí, puse toda mi palma sobre una de sus bonitas y bien ponderadas nalgas, miré hacia atrás y levanté mis cejas dedicándole una mirada de "loser" el hombre vio como entrábamos a la habitación dejándolo fuera.
—Buena jugada esa eh Saotome…
—Quería dejarle una excelente impresión —sostuve.
—Sí, tu mano en mi trasero no lo olvidará y yo tampoco —replicó yendo directo al baño.
Suspiré profundamente y eché una mirada alrededor, y vaya la habitación estaba de lujo. La vista era sublime, los espacios estupendos, el mini bar, los colores, y por supuesto la cama.
Fui y me senté en un sofá a pensar que lo mejor sería irme mientras ella se duchaba y así no hay explicaciones ni nada de por medio pero de pronto la puerta se abrió y tras una breve cortina de vapor apareció ella envuelta en una toalla blanca dejando muy poco a la imaginación, su cuerpo mojado y su cabello húmedo junto a esos labios rosa me estaban perturbando en demasía.
—¿Qué miras? —preguntó viéndome curiosa.
—Debería irme —respondí casi en un hilo de voz, ella se acercó despacio dejando de buscar la ropa que imagino elegiría.
—¿Qué pasa? ¿Hace cuánto no ves a una mujer en toalla?
—No es eso…
—¿Seguro? Te noto tenso Saotome —replicó divertida de mi evidente tensión.
—Hey, no soy de fierro —espeté sintiendo un leve dolor en mi entrepierna, ¡no puede ser!
Akane se inclinó hasta mí, sonrió perversamente y tomó mi mentón con la yema de sus dedos.
—¿Quieres dormir conmigo? —Preguntó de sopetón haciendo que un leve jadeo saliera por mi boca —Antes de irnos a la fiesta —agregó echando agua fría en mí ya notoria calentura.
—Sí, estoy cansado —contesté como un robot.
Ella se fue alejando tomó una enorme playera y se la llevó hasta el baño, solo cinco minutos después salió con esa cosa puesta, cepilló su cabello y se echó sobre la mullida cama.
—Ya deja la timidez Saotome, te dije que no muerdo —esbozó palmeando un lado de la cama para que fuese con ella.
Me levanté más aliviado, mi hombría se había relajado en esos cinco minutos pero no lo suficiente. Me senté casi en la orilla y despacio fui acomodándome hasta quedar viendo el cielo de la habitación al igual que ella.
—Shinno es un idiota —escupió de pronto.
—¿Muy decepcionada?
—Un poco, no era nada formal pero habíamos planificado este fin de semana.
—Ya olvídalo, es un imbécil —repliqué.
—Tienes razón, gracias por…
—Ni que lo digas, yo finjo ser algo más y tú me das alojamiento, estamos a mano —sostuve convencido.
—¡Es cierto! —de pronto se giró a verme pero no quise verla y continué mirando el cielo pintado de blanco.
—Me agrada tu compañía Saotome, te juzgué mal, esta noche lo pasaremos increíble —dijo más animada —ahora solo duerme un poco —agregó con voz suave como si estuviese quedándose dormida.
Luego de unos minutos y de oír su respiración acompasada, voltee a verla y estaba completamente dormida, se veía preciosa incluso sin maquillaje, mientras su cabeza descansaba sobre la almohada su brazo izquierdo se cruzaba por sobre mi vientre e incluso una de sus piernas rosaba suavemente la mía.
Y no sé cómo pero logré conciliar el sueño con ella casi sobre mí.
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Desperté con ánimo, estaba decidida a pasarla estupendamente en la fiesta sobre ese yate, solo que mis manos estaban sobre algo bastante duro, parpadee ligeramente notando que estaba abrazando a mi colega, jadee algo asustada recordando que Saotome era mi compañero este fin de semana, fui moviéndome despacio solo que mis ojos se clavaron en sus pantalones; vaya el hombre estaba de maravilla y dormía profundamente teniendo una potente erección. Llevé una de mis manos a mis labios para ocultar la risita que salía, me puse de pie para ir a cambiarme cuando este se despertó un poco aletargado.
—¿Cómo dormiste? —preguntó.
—Bien
—Yo también —repuso.
—Se nota, ¿con quién soñabas? —cuestioné y este abrió sus ojos sorprendido.
—Los sueños son privados —respondió haciendo un mohín.
—Claro, como digas —solté una risotada y le lancé un cojín para que tapase su bulto, este notó mi indiscreción y se giró con el cojín.
—¡Tendo eres una pervertida! —bufó dándome la espalda, riendo a más no poder me alejé hasta desaparecer tras la puerta del baño
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La provocativa mujer me tenía al límite que rompe el deseo, estábamos a una distancia tan corta y solo bastaba con entrar tomarla y hacerla mía pero la verdad es que no sabía si ella sentía la misma atracción. Entonces levanté un poco el cojín y rodé los ojos entre molesto y avergonzado, había tratado todo el día de que no notara cierta parte de mi cuerpo pero solo tuve que dormirme y todo se descontroló.
De pronto salió tal y como entró, seguía en esa playera enorme que se le caía de un hombro y dejaba mostrar sus largas piernas.
—Bien, usa el baño yo tardaré un poco y cuando estés listo espera en el bar del hotel ¿te parece? —algo sorprendido por su bien meticuloso plan solo asentí, tomé mi maleta y ella negó con la cabeza — Es una fiesta en un yate Saotome, ¿crees tener algo para ese tipo de evento?
—Solo traje ropa informal —repuse.
Akane se movió hasta el gigante closet que había justo detrás de ella, la puerta era de corredera y sacó un elegante traje y me lo entregó.
—¡Úsalo! —dijo casi como una orden.
—Esta cosa no era para mí —comenté ya que su acompañante iba a ser otro —quizás no me quede, y no lo sé…
—Deja las tonterías, es verdad lo alquilé para otro pero tienen la misma altura si no me equivoco.
—No me compares con ese tipo —espeté fastidiado.
—No seas celoso Ranma —wow, era la segunda vez en el día que me llamaba por mi nombre —estoy segura de que se verá muy bien en ti —agregó.
—Está bien —lo cogí a regañadientes —y no soy celoso, pero de una cosa estoy seguro; yo no te hubiese dejado plantada este fin de semana.
La abogada Tendo me quedó viendo algo seria, pero no quise seguir diciéndole todo lo que pensaba del nefasto ese, así es que me di la vuelta con el traje en la mano y fui hasta el baño por una ducha y prepararme para la dichosa fiesta.
Mientras el agua caía por mi cuerpo recordé cuando la vi esta mañana en la playa, su piel y por supuesto el bendito bronceador entre mis manos masajeando su espalda, todavía dormí con ella sin siquiera tocarle un pelo ¡oh por Kami creo que estoy perdiendo el toque! Susurré viéndome las manos y entonces de nuevo mi cuerpo reaccionaba ante el caluroso recuerdo. No era momento para una placentera satisfacción personal, cerré el agua caliente y abrí la del agua fría para apagar el fuego que crecía en mi glande.
Una vez listo salí del shower door y después de secarme comencé a vestirme. Tendo tenía un ojo preciso, el maldito traje me quedaba perfecto, pantalón de color marrón una camisa blanca y el saco era de un marengo bien oscuro, no había corbata sí zapatos de cuero en color caramel.
En cuanto salí ella vino directo hasta mí, me miraba de pies a cabeza como inspeccionándome, de un momento a otro puso sus manos en mi cintura justo a la altura de la pretina del pantalón.
—¿Qué haces? —pregunté medio impávido.
—Un cinturón hace falta, ¡te ves guapísimo! —soltó viéndome a los ojos con sinceridad.
—Lo sé, con esta percha cualquier cosa se me ve así —comenté y ella sonrió pasando sus manos por mis hombros como despejando cualquier pelusa que estuviese allí.
—Me encanta tu actitud Saotome, la idea es verse genial y pasarla bien.
—¿Cómo conseguiste esas invitaciones?
—Un cliente me las dio cuando le comenté que pasaría el fin de semana en la playa, fue muy amable, me dijo que era una fiesta algo loca pero que no me arrepentiría.
—Así es que recibes regalos ¿Tendo?
—A veces, tu cabello…. —comenzó a decir ignorando mis palabras —déjalo suelto —me acompañó hasta la puerta y voltee a verla —te ves sexy —hizo u n guiño y acto seguido me palmeó una nalga dejándome boqui abierto.
—¡Hey! —exclamé.
—Ahora estamos a mano —replicó cerrando la puerta dejándome como un bobo parado en el pasillo.
Bajé la mirada para sonreír, la mujer me gustaba, sí debía ser honesto. En el trabajo siempre competía con ella, pero al estar aquí en otra circunstancia podía ver otra faceta, más relajada quizás, sin demandas y torres de papeles por cubrir de por medio.
Comencé a caminar y tomé el elevador hasta el bar que ella indicó la esperara, pedí un brandi y me senté en la barra a ojear el móvil, rodé los ojos cuando noté la bandeja de entrada de mi correo laboral con unos cincuenta email que tendría que contestar el lunes regresando a Tokio.
De la nada una voz grave me habló…
—¿Hace cuánto que la conoces? —miré hacia al lado y era el sujeto en cuestión, Shinnosuke.
—Disculpa, creo que no te conozco —respondí.
—Yo tampoco, al principio no te reconocí pero luego supe quién eres Saotome Ranma —concluyó.
—¿Sí? Y qué más sabes — dije llevando el vaso del delicioso licor a mis labios.
—Que trabajas en la misma firma que ella, eres abogado.
—Y si sabes que somos colegas ¿por qué preguntas estupideces? —me vio con cara de idiota.
—Solo quiero saber si viajaste con ella o no —soltó en seco.
—No tengo por qué contestar a tu pregunta, tus conclusiones están basadas en suposiciones y como abogado solo me limito a pruebas.
El tipo me quedó viendo con deseos de golpearme, pero era todo un descarado. Si en el hotel estaba acompañado, aquí también ya que podía ver a la morena que lo miraba expectante desde una mesa más allá, había dos tragos sobre esta y era lógico que fuese de él.
—Ella me buscará en cuanto se aburra de ti, así es Akane —mencionó de forma despreciable, como si en verdad la conociera.
—Te diré una sola cosa hombre contador…
—¡Shinnosuke! —espetó.
—Akane y yo tendremos un fin de semana inolvidable, y la noche recién comienza —el sujeto golpeó la mesa y lo vi con mucha tranquilidad —Lo que ella decida hacer después de estar conmigo, es su asunto y lo respetaré porque yo sí soy un caballero.
—¡Óyeme! —gruñó casi chocando su frente con la mía.
La voz melodiosa de una fémina nos sacó de nuestro encabritado encuentro, en cuanto ambos volteamos la mandíbula se me fue hasta el suelo, ese vestido se le veía precioso.
—¿Qué hacen? —preguntó seria al vernos tan juntos.
Todavía no salía de mis cavilaciones, su piel blanca se veía sedosa en ese vestido negro y ceñido lleno de puntitos brillantes, sus hombros estaban expuestos, no tenía escote en su frontis pero bien resaltaban sus montes perfectos bajo la tela, su cabello corto brillaba tanto como su vestido, sus ojos grandes esperando una respuesta y esos carnosos labios ligeramente fruncidos ¡por Kami estaba al borde de pecar!
—¿Ranma? —ella decía mi nombre con total naturalidad, sin honoríficos ni guardando distancia, mi ego se enaltecía y deseaba de forma ferviente oírla gritar mientras la hacía ver estrellas.
—Nada, el hombre contador vino a presentarse dice que se llama Shinnosuke —solté y ella sonrió por mi evidente burla.
—Te agradecería que no molestes a mi acompañante —aseveró Akane —¿vamos? —ella alzaba su mano para que la cogiera, tomé el último trago de mi brandi y por supuesto que la tomé.
Nos fuimos de allí con la mirada del hombre clavada en nuestras espaldas, cuando salimos pude notar que éramos muy observados, ella soltó mi mano en cuanto llegamos al frontis del Hotel y entonces mi corazón sufrió un micro infarto, el escote de su espalda llegaba justo al inicio de su cola, piel ligeramente bronceada y perfecta gracias a mis untuosos masajes le daban un tono divino, ahora comprendía por qué exigía que fuese parejo.
—Mujer si querías causar sensación ya lo hiciste —solté y ella sonrió complacida.
—Ayúdame con esto —pidió con una pañoleta que le hacía juego y la cubriría un poco de la brisa marina.
Subimos a un coche con conductor designado, ella también se había encargado de eso.
—Vamos a pasarla genial —sostuvo en cuanto llegamos a la zona en donde subiríamos a un lujoso yate y vaya que era prominente.
—¿Cuántas personas seremos?
—Unas cien aproximadamente —respondió.
Ella mostró las dos invitaciones, el hombre que las recibía nos saludó con notable amabilidad y entonces subimos a cubierta; la música estaba algo estridente, esta no era una velada con vals incluido, el alcohol abundaba, la buena comida y hombres junto a mujeres bailaban y reían a la vez.
El ambiente era muy animado, justo sobre un tarima había un dj colocando música y haciendo mezclas que te invitaban a moverte sí o sí. Akane me sonrió tomando dos copas de champagne de un mesero que pasaba frente a nosotros, bebimos de una sola vez y nos sonreímos ampliamente para ponernos a bailar, porque no me iría de allí sin hacerlo.
Akane se movía de forma frenética junto a la música, sus brazos iban de un lado a otro, mientras yo hacía lo mismo dejándonos llevar por la animada fiesta, ella colocaba sus manos sobre mis hombros y se volvía alejar como si fuese un juego de nunca parar mientras la voz de la mujer que cantaba decía una y otra vez "destination" entonces mis manos la envolvieron rosando sin evitar la piel de su espalda, ella sonreía contenta y yo me olvidé de todo lo que nos esperaría el lunes regresando a la capital.
De pronto entre el tumulto el espacio se redujo y es que todos querían bailar, un leve empujón hizo que Akane chocara con mi pecho, un segundo movimiento provocó que sus labios rosaran con los míos quedando ambos un poco sorprendidos, quise decirle algo pero estoy casi seguro de que no me oyó porque el tercer acto fue ella atrayéndome hasta su boca. Nos besamos un tanto impetuosos, sus manos se enredaban en mi cabello suelto como si pudiera soltar el encuentro cuando estuve fantaseando con besarla desde que usé el dichoso bronceador en la playa esta mañana.
Sus labios sabían a miel y su lengua jugueteaba con la mía dando pequeñas estocadas que fueron subiendo de nivel, no solo nos degustábamos nos comíamos con hambre de más.
De pronto el yate comenzó a moverse y eso nos hizo separarnos, ella cogió mi mano y me arrastró hacia el borde, estaba oscuro, la luna se reflejaba tan hermosa como ella sobre el mar, el cielo estaba despejado y las estrellas adornaban maravillosamente.
—¿A dónde vamos? —pregunté más para mí.
—¡Qué importa! —Chilló entusiasta —Solo disfrútalo —agregó encandilada viendo como nos alejábamos de la orilla.
Akane tomó entre sus manos un Martini que estaba sobre la mesa, lo bebió disfrutándolo y al final cogió la aceituna del mondadientes y la puso entre sus labios tomando mi rostro me volvió a besar pasando el fruto a mi boca.
Era definitivo, no había que decirlo lo podía sentir en sus labios al besarme, nos gustábamos y no solo era eso codiciábamos un poco más, mucho más.
El sonido estrepitoso de fuegos artificiales lanzados desde la parte norte del yate nos separó, vimos alucinados la gama de colores estallando en los cielos. Akane giró hacia otra dirección y la seguí como si se tratase de un imán, se movía con soltura entre los asistentes, mis ojos solo podían verla a ella, el sabor de su boca en la mía aún persistía y su aroma a rosas blancas mezclada con chocolate también.
Sus piernas, sus caderas, esa pequeña cintura junto a la fina línea de su espalda desnuda dejando ver el seductor y atrevido tatuaje que bajaba por su cuello, era una invitación a poseerla con locura.
Su andar paró justo frente a una puerta, ella entró sin siquiera tocar y la seguí.
—¿Qué tal una velada erótica? —preguntó en cuanto volteó a verme.
No tenía que preguntarlo, casi me abalancé sobre ella envolviéndola entre mis largos brazos, era nuestro tercer beso de esa noche solo que ahora teníamos la privacidad que afuera no había. Akane pasó sus manos por detrás de mí cuello al tiempo que subía sus piernas hasta mis caderas, era ligera y con la otra mano que me quedaba libre acaricié su terso muslo muy despacio disfrutando el contacto hasta llegar a su trasero; el mini vestido subía ayudándome en mi perverso cometido.
Ella de forma ágil deslizo el saco que traía hasta el suelo, sin dejar de besarme desabotonó por completo la elegante camisa dejando mi pecho al descubierto, se separó unos segundos me observó y lo acarició, se acercó hasta mi cuello para hacer una gran succión clavando sus uñas en mis hombros, entonces aproveché de acariciar sutil su intimidad, la zona estaba cálida y en cuanto mis juguetones dedos corrieron la diminuta braga exploraron sus tibias y húmedas paredes. Instantáneamente ella jadeo cerca de mi oído y eso me alborotó por completo, quería corromperla hasta al amanecer. Mi bulto comenzaba a doler, apoyé sus nalgas sobre la única mesa que había allí, sin dejar mi excitante acción ella ya había bajado la cremallera del pantalón, presionó por encima de la tela de mi ropa interior y pronto terminó liberando mi glande.
Quería sentirlo dentro de ella, pero el preámbulo estaba en su máximo apogeo. Akane no se quedó atrás y lo acarició a complacencia pudiendo mojar sus manos con el líquido que comenzaba a salir.
—Ranma… —jadeo volviéndome loco seguido de un "ah" cuando toqué su clítoris.
Saqué mis dos dedos para saborear la dulce victoria, sus jugos eran ambrosía que me concedían los dioses, y con ella viéndome introduje cada extremidad a mi boca.
Estábamos en llamas, no había nada ni nadie que pudiera detenernos en ese momento. La única forma de apagar ese incendio era uniendo nuestros cuerpos hasta llegar al éxtasis. Mis manos se clavaron en su culo atrayéndola hasta mí, su cuerpo bajó engullendo mi falo, ambos gemimos al unísono.
—No seas caballero Ranma —susurró al tiempo que comenzaba a moverme dentro de ella.
Estaba tan húmeda y estrecha que la fricción en mi miembro causaba un placer descontrolado, deseaba dárselo pero también quería verla caer de agotamiento. Sus cremosos hombros eran la tentación de mis labios y mientras cogíamos desbocados ella pasaba su tibia lengua por mi cuello.
—Nos está viendo…—susurró entre jadeos y es que mi espalda daba a la puerta, con mis pantalones por el suelo la follaba con vehemencia, ¿quién nos veía? Me pregunté —No te detengas —suplicó mordiendo el lóbulo de mi oreja.
¿Y cómo hacerlo? Aumenté la velocidad casi por instinto y entonces ella gimió por lo alto, escuchamos la puerta rechinar y pensé quién sea que fuese que bueno que se había largado, continué mi deliciosa labor cada embestida era mejor que la anterior, sus jadeos cerca de mi oído me enloquecían, podía sentir mi cabello enredarse entre sus dedos dando pequeños tirones.
Estreché el abrazo aún más, su vestido todavía estorbaba pero ya tendría tiempo de quitárselo por completo, mi glande llegaba cada vez más profundo y eso la hacía enterrar sus uñas en mi espalda.
—Me correré —susurró al tiempo que oía sus "ah" "oh" "más, más"
Entonces la tensión de sus piernas aflojó, Akane llegaba al orgasmo y yo también. Nuestros sexos empapados el uno por el otro sellamos ese primer encuentro con un beso suave y casi sin aliento de nuestras bocas.
Lentamente salí de su interior, ella bajó su vestido y apuntó hacia la puerta. Apenas y subía mi cremallera cuando noté que nos veían desde afuera.
—¡Pero qué carajos! —grité enojado caminando hacia la puerta, en cuanto la abrí el idiota ese, sí el dichoso contador estaba ahí parado con cara de pocos amigos —¡Estás loco! ¿Tienes algún tipo de fetiche, por qué nos veías? —espeté empujándolo.
—Akane —habló pero ella no asomaba y este comenzó a gritar, le partí la boca de un solo golpe.
—No seas patético, acabamos de tener sexo ¿crees que quiere estar contigo? —cuestioné molesto, entonces la aludida apareció.
—¿Así terminará todo? —preguntó Shinnosuke viéndola fijamente.
—¿Terminar qué? tú y yo no somos nada ¿cómo llegaste aquí, acaso nos seguiste? —increpó la fémina.
—Estoy seguro de que pensabas en mí mientras…
La risotada de Akane fue tan fuerte que me quedé viéndola sorprendido. Se le acercó hasta el oído y algo le susurró que este cambió su rostro y se ensombreció de súbito. Ella giró para tomarme de la mano y volver al camarote en el que estuvimos recién, esta vez cerró la puerta pasando el pestillo.
—¿Qué le dijiste? —pregunté curioso.
—Eso es secreto —mencionó poniendo uno de sus dedos sobre sus labios.
—¿Y ahora qué? —volví a preguntar verificando que la puerta estaba realmente cerrada.
Lo único que sentí fueron sus manos envolverme por detrás, sus manos volvían a desabotonar la camisa, la quitó para dejar besos húmedos en mi espalda. Me arrastraba hasta la cama solo que ella seguía justo detrás de mí, bajó la cremallera y me empujó sobre la cama haciendo que cayera boca abajo ¡qué rayos planeaba! Del borde de mis piernas arrancó el pantalón y luego el bóxer, se inclinó sobre mí nalgueándome fuertemente, quise voltearme cuando sentí sus dientes clavarse en una de mis nalgas.
—¡Hey! —protesté, pero ella tenía otro plan.
Su risita coqueta me conquistó y por fin pude girar, bajaba el corto cierre de su vestido dejándolo caer a sus pies, y ¡oh por Kami! sus pechos firmes y erguidos me hipnotizaron totalmente, se puso en cuatro sobre mí sin dejar de verme.
—Ranma —habló.
—¿Sí?
—¿Te gusto, verdad? —sonreí por su divertida pregunta.
—Claro que sí, no lo habría hecho si no —contesté.
Depositó un beso fugaz en mis labios, mientras sus pechos rosaban el mío. Solo que ahora tenía un enorme problema entre mis piernas rosando su vientre.
La sensual mujer besó mi mentón, cuello, clavícula, pecho, vientre para luego engullir mi hinchado glande.
—¡Ah! —sonoro salió de mi garganta.
Sus succiones me excitaban a niveles insospechados, sus delgados dedos se hundían en mi punto G, y no paraba de gemir, nunca nadie me había llevado al mismísimo delirio; mis manos apretujaban la colcha deseando que su vehemente acción no parara, sus dientes apretaban cada tanto y eso provocaba una corriente eléctrica que me subía por la columna extendiéndose por todo mi cuerpo, por cada extremidad.
La vi lamiendo el borde de mi falo, y de pronto se levantó pudiendo deleitarme en toda su hermosa y curvilínea retaguardia, cogió mi falo como si fuese una palanca de cambio y se dejó caer dentro de una buena vez.
—¡Ranma! —chilló junto al gemido, eso quería que gritara mi nombre mientras follábamos hasta quedar sin aliento.
Me senté de forma instantánea, mis manos amasaron sus pechos mientras ella subía y bajaba engullendo completamente mi endurecido miembro, me había dejado a punto de explotar y ahora sería una revancha, besé su espalda, torcí sus pezones a complacencia sin dejar de sentirnos dentro el uno del otro, quedé prendado de su tatuaje y de esa frase "jódete" estaba perdidamente jodido por ella, la mujer no solo era buena, era demasiado buena en el arte de amar. De pronto puso sus manos sobre las mías invitándome a tocarla más, bajaron sutiles por sus pechos hasta su vientre, luego a su nuboso monte, estaba suave y acto seguido a su sexo. Mi erección se vestía de ella, y mis dedos ayudaban en el pecaminoso cometido. Giró su cabeza para verme, tenía sus mejillas enrojecidas, la frente ligeramente perlada y su boca hinchada por tantos besos apasionados, la devoré con premura, ahogando nuestros jadeos, la posición era sublime y soñaba con hacerla mía en todas las poses posibles, quizás la noche no alcanzaría.
—Dámelo todo —susurró entre húmedos besos.
Sus hermosos pechos resonaban al subir y bajar, nuestros sexos no se despegaban sino que se impregnaban cada vez más. Cogí sus benditas caderas para hacer de la penetración más certera y aumentar la fricción que ya de por sí nos tenía alucinados, ella alzó sus brazos cogiendo mi cabeza y fui moviéndola más y más fuerte hasta corrernos por segunda vez esa noche, sí, otra vez juntos.
Mi barbilla descansó en su espalda por un minuto aproximadamente, luego de aquello ella se levantó y fue hasta el baño que había dentro del camarote, estaba sobre la cama recuperando el aire cuando apareció para cogerme de la mano y arrastrarme al baño.
—Duchémonos —pidió mordiendo su labio inferior.
No pude ni contestar, ella abrió la llave del shower door y me jaló dentro. No podía negarme, verla desnuda y con tanta confianza encendía mis instintos más bajos.
Esa noche sería larga, pero sin duda inolvidable porque todo comenzó con un descanso en las playas de Okinawa y una simple botella de bronceador.
Nota del autor
Estimado lector, he aquí otra de mis locas ideas, espero les haya gustado. Tenía otra idea en mente pero conforme escribía se me fue ocurriendo algo más elaborado. Ese par competían en todo, pero las vueltas de la vida los hizo compartir un fin de semana en las playas de Okinawa. Y Akane tan solita necesitaba de un buen acompañante ¿no creen?
Agradecimientos
Primero que todo, a ustedes por leer y acompañarme en cada de mis historias, también a la invitación de la página de Mundo Fanfic Inuyasha y Ranma quienes siempre me consideran para sus dinámicas; gracias por fomentar y animarnos a escribir entretenidas historias. Y por último y no menos importante a mi gran amiga Benani, quien siempre pero siempre está con una palabra de aliento y echándome porras para escribir, te quiero nena.
En mi país estamos en pleno invierno, pero escribir esta historia playera sin lugar a dudas me dio el calor que necesitaba.
Si deseas dejar tu valioso review, estaré feliz de leerte.
Desde Chile una fan más de Ranma.
¡Que nunca muera el fandom!
Sweetsimphony._
Pd: La canción que escuché mientras ellos bailaban es "Destination Calabria" de Alex Gaudino y Crystal Waters; invitados a buscarla y oírla.
