Disclaimer: Saint Seiya pertenece a Masami Kurumada.
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Se está muriendo.
El cielo de agua ondula sobre sus cabezas, agitándose con salvajismo cuando los pilares han sido completamente destruidos y ya no hay nada que pueda mantener de pie el Templo de Poseidón. En medio del caos, Kanon entrecierra los ojos, pero su vista no logra aclararse. La influencia de la Escama ha mejorado sus ojos lo suficiente como para poder ver en la vasta oscuridad de los océanos, pero la pérdida de sangre los está deteriorando a un nivel alarmantemente rápido.
Un gemido escapa de su garganta y la boca se le llena de hierro. En otras circunstancias, le preocuparía, pero ahora sólo está entumecido y no hay manera de que pueda importarle lo que suceda con él a continuación...
Unas manos ajenas sacuden sus hombros.
—Oye, oye, has llegado muy lejos para morir aquí —los ojos de Ikki, el niño al que no hace mucho se dio el regocijo de estrangular, lo miran con dureza—. Has hecho lo correcto, Kanon. Me sorprendiste —su voz suena distante, o quizás sean sus propios sentidos desapareciendo.
Con toda la fuerza que puede reunir, Kanon lo empuja a un lado. Athena y los otros Santos de Bronce se han ido, pues no siente sus cosmos en el lugar, así que no entiende qué diablos hace Ikki aún en la zona. El arrepentimiento es instantáneo cuando el dolor lo atraviesa como una espada. Los huesos del tórax están astillados y sus pulmones inundados de sangre.
Duele, profundamente.
—Perdóname —su voz suena temblorosa, al momento en que Ikki vuelve sujetarlo. No sabe a quién está dirigida la disculpa, si a Athena, a las vidas que se perdieron o al niño frente a él.
Ikki lo agarra bruscamente del mentón, obligándolo a verlo. Sus ojos contienen el fuego del ave inmortal en sus profundidades, pero no luce particularmente satisfecho por el resultado de las cosas. Tiene a Kanon completamente desvaído y cubierto de sangre, pero ni siquiera eso ha logrado que intente terminar el trabajo de Poseidón.
—Dañaste a muchos, Kanon. Provocaste una guerra, la muerte de miles de personas inocentes e incluso la de tus propios camaradas; intentaste asesinar Athena y Poseidón y luego tú... te detuviste —el niño suspira—. Me he vuelto tan blando como Shun, y parece que tú también, Kanon... Qué blandos...
Abre la boca para decirle a Ikki que se calle y se largue de una buena vez, pero es interrumpido por su propia sangre siendo expulsada de su aliento como un pequeño géiser. El peto de la Armadura del Fénix se tiñe de rojo y él aprieta la mandíbula, un dolor agudo taladrando su pecho como si el tridente de Poseidón aún estuviera alojado, provocando daños irreparables a sus huesos y órganos.
¿Es ésto lo que puede causar el arma de un dios?
—¡Levántate, Kanon! Puedo llevarte a un médico...
Kanon se estremece. Hay puntos negros nadando en su visión y, por lo que sabe, Ikki no tiene la capacidad para respirar bajo el agua, y a él no le queda mucho tiempo.
—Eres... un mocoso exasperante —dice con dificultad.
Fénix ni siquiera alcanza a responder cuando las distorsiones cósmicas de la Otra Dimensión le dan la bienvenida, llevándolo a tierra firme.
Y si todavía existe algo remotamente humano en su interior, Kanon lo usa para salvar al niño mientras se permite colapsar junto con los océanos.
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Gracias por leer :)
