Es probable que ninguno lo previó, que esto era inesperado. O al menos Sakura lo pensó así, que esto era sorpresivo.
Pero tal vez, esto pudo haber estado destinado a pasar en cualquier momento. Tarde o temprano.
Los latidos de su corazón no hacían más que incrementar con cada minuto que pasaba y al ser consciente de la posición en la que se encontraban. Yanagi estando sobre ella, sobre la cama, mirándose a los ojos como si estuviesen en trance.
En un hechizo, donde el verde no podía escapar del rosa.
Si bien la situación en la que se encontraban era por un accidente, donde Yanagi se resbaló al pisar mal (y porque él solía ser un poco torpe en ocasiones) siendo su cama el lugar donde iba a caer; y hubiera estado bien, de no ser porque ella estaba sentada ahí, en la orilla donde Akane fue a parar.
Fue un accidente, era un pensamiento que rondaba por su mente, es un accidente. No había intenciones ocultas ni nada por lo parecido, sólo se estaba poniendo nerviosa por nada.
Súbitamente salió de sus pensamientos al sentir el tacto suave en su mejilla y una breve caricia en esta, enrojeciendo su rostro y aumentando sus nervios. La mirada de Akane tornándose suave y, hasta cariñosa.
O tal vez eran imaginaciones suyas.
– Linda.
Sus latidos no hicieron más que empeorar, haciéndola apretar los labios. Sintiendo la vergüenza y alegría por partes iguales; sintiéndose, especial un momento.
La habían llamado linda cuando ella nunca se vio a sí misma como tal. Pero, que Yanagi lo dijera…
– ¿Y-yo? ¿S-soy linda?
– Kouno-san siempre me ha parecido genial – una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios al mismo tiempo que el rojo teñía sus pómulos –, pero también, linda. Como ahora…
Fue inevitable tragar saliva ante el repentino nudo en su garganta, ante este sentimiento agridulce y el temor que le abordaba de a poco. Porque, a pesar de no haber quedado en malos términos con Tooru; ella en el fondo, temía ante un nuevo rechazo.
(Porque nunca era ella, sino alguien más).
Aunque lo mismo podía decirse de Yanagi, quien también fue rechazado. Pero él a diferencia suya, tomó mejor el rechazo y, no lloró.
Tal vez le dolió, pero no al mismo grado que a ella.
– Yanagi-kun, ¿Qué…? ¿Qué pensarías…? ¿Qué pensarías si a mí… me gustaras?
(Pero había que intentarlo, otra vez. No quería cerrarse.
Otra vez, se arriesgaría.
Otra vez).
La sorpresa se dibujó en las facciones de Akane, mientras que el rojo y la silenciosa expectación se hacían presentes en Sakura, quien desvió la mirada a cualquier parte de la habitación del chico. Con quien empezó su amistad a raíz de un manga shounen semanal.
Una risita suave salió de los labios de Akane, llamando la atención de Sakura quien sólo ayudó ternura en esa mirada de cuarzo rosa.
– Sería feliz… mucho – sonrió –. Porque a mí también me gusta Kouno-san.
– Gustar… ¿en un sentido romántico?
– Sí… en un sentido romántico.
Sakura finalmente sonrió, acunando con timidez una de las mejillas del chico antes de soltar una risita de dicha.
¿Así se sentía ser correspondido? ¿Así se sentía ser querido?
– Ummm, sé que esto es raro, Kouno-san pero… ¿Puedo besarte?
Y nuevamente, sus mejillas ardieron pero no por ello retrocedió.
– E-está bien.
Estaba claro que ninguno contaba con experiencia, pero intentarlo no estaba de más. Alzó ligeramente la cabeza, sintiendo como Akane acortaba la distancia entre sus rostros y juntaba con suavidad sus labios.
Un ligero escalofrío recorrió su espalda haciéndola apretar los labios y fruncir el ceño, nerviosa y ansiosa ante las nuevas sensaciones. Comprobando así, que los besos eran placenteros.
Se separaron brevemente antes de volver a intentar un segundo beso, aprendiendo y amoldándose al otro. Yendo con calma, aprendiendo y buscando al otro.
En algún punto, Sakura había pasado sus brazos alrededor de su cuello y Akane, se había acomodado mejor entre sus piernas. Mientras sus lenguas se acariciaban, se enroscaban y exploraban la boca del otro; suspirando y gimiendo levemente ante la satisfacción hallada.
– Podemos detenernos aquí si quieres, Kouno-san… No hay prisa para hacerlo.
– Gracias, Yanagi-kun… pero… a-a mí, no molestaría.
Akane la miró a los ojos, preocupado porque estuviera presionándose. Siendo este sentimiento borrado por un beso en la punta de su nariz.
