Beso pendiente
Episodio 2: Shampoo, estás en problemas.
—Por cierto ¿Ya viste a Akane?
Ante la mención de ese nombre, Ranma casi perdió su capacidad para tragar, pudo sentir su garganta apretarse impidiendo el paso del líquido estacionado en su boca. Si no fuera por todos los años de frío autocontrol, pudo empezar a ahogarse de inmediato.
Akane, Akane Tendo ¿Cierto? ¿De quién más podría estar hablando?
Su mente se transportó doce años al pasado, cuando recién la conoció en la preparatoria, llevando un uniforme azul que revoloteaba coquetamente con la brisa, de ojos grandes, brillantes, una boquita preciosa; con alrededor de un metro cincuenta y tres de altura…
¡Basta!
Se exigió, finalmente pasándose la amarga bebida. Y el recuerdo.
Kodachi no lo veía a la cara, perdiéndose su reacción, dio un gran trago al refresco frunciendo la cara debido al gas, una vez pasó el efecto prosiguió —Llegó esta mañana junto a su hermana Nabiki. Debiste ver las expresiones de todos ¿Te acuerdas de ella? ¿Hace cuanto que no la veíamos en carne y hueso? ¿Seis, cinco años?
Siete, para ser más exactos. Dijo él internamente.
—Incluso yo me sorprendí, sigue viéndose exactamente igual.
El azabache evitó la mirada de Kodachi observando el oleaje del mar, sintiendo como la marea del recuerdo comenzaba hacer mella en su cerebro amenazando con ahogarlo en su memoria. Apretó los labios utilizando toda su fuerza de voluntad para mantener el cofre de esos tiempos cerrado.
No.
Él no se acordaba de Akane Tendo.
No quería acordarse de esa pre-adulta imagen suya como tan bien lo hacían sus manos, sus sentidos, el latido de su corazón. No podía permitirse ese latido desbocado, lo había frenado con el paso del tiempo hasta controlarlo a cada mención de su nombre. No podía perder todo ese esfuerzo tan patéticamente hoy. Ni porque estuviera presente.
Kodachi parloteó algunas cosas más, pero Ranma ya se encontraba disociando lejos de la realidad. Cuando la mujer se dio cuenta de que no le estaban prestando un atisbo de atención, le pasó la mano por delante de la cara diciendo —Vaya, parece que no te afecta ni un poco que Akane esté por aquí como al resto— habló objetiva. Sorprendida porque alguien de la compañía no hubiera caído en el encanto almendrado, como solían llamarle.
El joven se encogió de hombros como si fuera lo más natural del mundo; a pesar de hacer un esfuerzo sobrehumano para no maldecir en voz alta y regresarse a Tokio por donde vino. Estaba a punto de hacer un comentario casual hasta que un par de hombres se acercaron a la barra donde estaban ellos —Oh ¡Ranma!— se emocionó el de cabello castaño rojizo —Amigo, pensé que no ibas a venir y Shampoo otra vez estaba alardeando con traerte a las rastras— se rio tomando asiento en el taburete de la izquierda —Hola Kodachi
—Hola— respondió ella después de una bonita carcajada debido a su chiste.
El azabache rodó los ojos —Ya quisiera— menospreció meneando el contenido restante de su ampolleta —Hola Daisuke— saludó entonces al otro chico quien permaneció de pie —Parece que tienes algo que decir— hizo notorias las expresiones de su boca.
—Bueno, hermano, no pudiste elegir mejor momento para venir a una de estas reuniones ¡Debes ser el favorito de los dioses!— exageró —¿Sabes quién ha llegado?— preguntó aunque no le dio tiempo para responderle cuando ya estaba hablando de nuevo —¡Akane Tendo!— enfatizó con expresión soñadora sacudiéndolo por los hombros.
Ranma se mordió el labio inferior sin querer expresar sus verdaderos pensamientos, en cambio fingió indiferencia cuestionando —Y ¿Eso cómo me convierte en el favorito de los dioses?
Ante la pregunta, incluso Hiroshi tomándose un cóctel se atragantó —Parece que no tienes idea de tu fortuna Ranma. Estamos hablando de Akane Tendo en una de las fiestas de verano que organiza Wonderful ¿No tienes un indicio? O… ¿Ya sabías que venía y por eso apareciste también?
Ranma casi estranguló al hombre ¿Qué idioteces estaba escupiendo? —No es la gran cosa— minimizó indispuesto a ser arrastrado a ese agujero negro.
Entonces su camarada de pelo más oscuro de indignó —¿Quién no es la gran cosa? Ella es la mujer más exitosa que he conocido de cerca. Tiene varios premios ganados por su belleza e incluso un galardón como embajadora de cultura en Suiza, hace bastantes proyectos altruistas y de beneficencia que su corazón debe ser el más puro sobre esta tierra— dijo juntando las manos a la altura de su pecho —Sin mencionar que ha sido el rostro más rentable a nivel internacional desde hace cinco años, tiene una carita angelical que promete el paraíso, pero un cuerpo…— sus ojos se pusieron en blanco mientras apretaba los puños y estrujaba el aire contra su cuerpo, como si pudiera atrapar a la susodicha dentro de sus pensamientos.
Aquello Ranma lo encontró por demás desagradable. No estaba dispuesto a ver a Akane y mucho menos a sus admiradores haciendo un río de baba tras sus pasos. Aunque en el pasado, él pudo haber liderado el lote de tarados hipnotizados por esos ojos almendra pardos. Que centellaban dorado cuando la luz solar los iluminaba.
Maldijo otra vez para sus adentros, de nuevo había perdido el control de sus cavilaciones, enfadado sobre todo por hacerlo con una mujer casada. Volvió a prestar atención a Daisuke quien seguía con su perorata igual a un estúpido adulador —Es simplemente perfecta. Pero por supuesto, no podemos competir contra Ranma Saotome por ella, sin duda te escogerá. Eres un suertudo— volvió a enfatizar dándole una fuerte palmada en el hombro. En los ojos de todos, Ranma era el único partido adecuado para Akane.
Eso sin duda fue lo más irrisorio ¿Akane había venido de Suiza después de siete años solo para acostarse con él? ¿Eso era lo que creían? Siguiendo la lógica de sus compañeros y si los dioses conocían sus pensamientos, entonces debería ser el menos favorito del universo entero. De haber sabido que Akane se presentaría, jamás hubiera accedido a venir incluso si le costaba el trabajo.
Kodachi finalmente había captado el rastro de rabia que escapaba de sus ojos azules encontrando esto ligeramente incómodo —Son un par de degenerados— masculló la mujer intentando llevar la conversación por otro rumbo —Dejen de tener fantasías a plena luz de el día, son patéticos— recriminó pidiendo que rellenaran su vaso con más soda.
—Kodachi, no te pongas celosa. Tú también eres bellísima, pero Akane no ha vuelto desde hace años y estamos emocionados— suspiró Hiroshi. A estas alturas, Ranma ya no podía ocultar a la perfección su molestia, azotó la botella de vidrio vacía en la barra excusándose para terminar esta absurda plática.
Pero el cosmos se había alineado perfectamente para obstaculizar su camino el día de hoy, porque la responsable de su pecho sofocado hacía acto de presencia con un montón de gente siguiéndola, similar a un séquito de insectos pululando alrededor. Se vieron de frente sin otra opción, desatando un torrente de imágenes en su cabeza. Sentimientos que creía lo suficientemente enterrados para darlos por muertos.
Sin poder evitar escanear con su mirada la apariencia de ella, destacando igual que siempre, su prolongada estadía en un país donde rara vez se bronceada había convertido su piel en una nivea superficie tersa como los pétalos de un ciruelo floreciente, en especial a mitad de todas las demás modelos con un tono más tostado de piel, el recuerdo de su último encuentro se fusionó con el presente, delimitando las diferencias del entonces y hoy. Porque claramente ella había cambiado, su pelo había crecido hasta la espalda baja mientras lo llevó corto al mentón durante toda su adolescencia. También pudo ser conciente de que ahora sus pechos eran más grandes asomándose en el esconde de ese vestido cóctel con tirantes, el mismo que le ayudó a definir sus caderas más anchas cuando el viento sopló impregnando la tela contra sus curvas.
Y no lo hizo a propósito, más, los recuerdos de sus noches juntos lo asaltaron, porque eran imborrables, eran los vestigios más vividos de su estrepitosa relación. Dos segundos se volvieron un ínterin casi infinito.
—¡Aiya! Ranma, ya llegaste— dijo Shampoo quien venía con las invitadas. Al oir su nombre, él parpadeó saliendo de la ensoñación —Pensé que me ibas a avisar cuando lo hicieras— continuó ella con una gran sonrisa. En respuesta, le enviaron una mirada penetrante llena de advertencia. Pero Shampoo estaba acostumbrada a esas miradas hostiles cada vez que le mencionaba el tema de Akane, ya era inmune —Akane y Nabiki se unen este año también. Apenas han llegado hoy de Suiza— anunció alegremente dando un brinquito emocionado.
Ambas sonrieron, de todos los presentes, al único que no habían saludado era a él. Nabiki levantó la mano cordialmente para luego irse a la barra donde ordenó un mojito, dejandole sola para enfrentarlo. Akane se restregó las manos en el vestido, jugando con su cabello de forma nerviosa —Hola Ranma, ha pasado tiempo— habló con una sonrisa torpe -y linda, cabía decir- casi derritiendo sus barreras de acero. Él permaneció con el semblante en blanco, devolviendo la cortesía antes de volver a caminar —¿Ya te ibas?— cuestionó ella a toda prisa.
—Si, tengo que ir al sanitario— respondió autómata, con expresión anodina, deteniéndose por una fracción de segundo únicamente.
Akane sintió un nudo en la garganta al verlo irse para evitarla. Aferró sus manos al vestido ocultando toda su tristeza bajo una mirada comprensiva, luego se unió a su hermana mayor en la barra solicitando agua mineral. Observó a la multitud para asegurarse de que nadie le diera importancia a la incomodidad en su escaso intercambio de palabras, suspirando aliviada cuando parecieron no notarlo.
Después de unos minutos, Shampoo sintió el vibrar de su móvil anunciando una insistente llamada. Sin poder evitar la catástrofe, respondió alejándose del resto. Como era de esperarse, Ranma la estaba citando en la zona de camastros para reclamarle. Por lo que, en cuanto llegó, él soltó de forma brusca —Shampoo, estás en problemas ¿Por qué demonios no me dijiste que ella estaba aquí?
Shampoo no le prestó atención a su indignado tono, con parsimonia se sentó en una de las reclinadoras para sol, encogiendo los hombros —Yo tampoco lo sabía, simplemente llegaron ¿Qué iba a hacer? ¿Ahuyentar a una de las accionistas y a nuestra wonder woman? No quiero perder mi empleo por eso
—Pudiste no obligarme a venir— refutó frustrado.
—Necesitas asistir a este evento al menos unas veces mientras trabajas. No exageres— desestimó agitando la mano con calma. Aunque ella sabía que las hermanas Tendo venían a la reunión, tampoco mintió del todo; le habían avisado con un día y medio de anticipación, tampoco era algo que hubiera planeado por meses. Simplemente vio una valiosa oportunidad de reunirlos. Eso era todo.
Shampoo valoraba a Ranma como uno de sus amigos más cercanos, habían sido prácticamente inseparables desde su debut como modelos, además él la había salvado una vez de su ex novio agresivo. Quería devolverle el favor de alguna manera.
Ranma bufó. Sintiendo su estómago resolverse —Pero ¿No podías perdonarme por esta vez?— Ella negó con la cabeza. Ranma abrió y cerró la boca varias veces sin poder ordenar su oración adecuadamente impidiéndole articular más allá de algunos pujidos frustrados.
—Es solo Akane ¿A qué le tienes tanto miedo?— interrogó con burla y seriedad al mismo tiempo.
El joven entonces adoptó una expresión de mayor agravio ¿Miedo?
Si, para ser justos, no era simple miedo. Era terror, de que a pesar de las cicatrices no hubiera aprendido nada, no hubiera superado todas esas promesas alguna vez pactadas con Tendo. Tenía miedo de que con una mirada, ella pudiera reclamarlo como suyo otra vez. La última ocasión fue extremadamente doloroso, no se quería pasando las penas idénticas en una segunda ronda.
Aunque ese sentimiento era arcano, por supuesto negó la acusación con sátira —¿Miedo de Akane? Por favor, lo único que me causa es asco— dijo categóricamente. Sin mentir, porque de todos, era el único que conocía la verdadera naturaleza despiadada de esa mujer. Era malvada más allá de toda descripción.
Su iniquidad le destrozó el corazón ¿Por qué Shampoo no lo entendía? Era la única confidente a la cual le contó su tristeza. Y ahora servía como el hada de la paz reuniéndolos en el mismo sitio ¡Absurdo! —Dile a todos que me surgió un problema con las fotos de la motocicleta y debo regresar a Tokio. Me voy.
Antes de que pudieran responderle, alguien interrumpió —Señorita Xiao, han llegado todos los invitados— anunció su asistente, ella asintió indicándole marcharse.
—Ya sabes qué hacer— rectificó el muchacho dispuesto a irse.
Shampoo lo dejó hacer su demostración de fuerza soltando una sola palabra —Cobarde— luego se encaminó al bar sin explicar o pedir nada.
Ranma se sorprendió, pero tampoco cayó ante el reto. Con más convicción fue hasta su hospedaje dispuesto a rehacer la maleta y largarse en ese preciso momento. No obstante, lo último que esperaba de ver a Akane entrar en la habitación, con una llave idéntica a la suya y una valija de llantitas.
¡Maldita Shampoo! ¡Les había dado el mismo cuarto!
¿Qué "no sabía"? ¿Qué "simplemente llegaron"? Esto era una descarada conspiración.
Trató de ignorar su presencia concentrándose en echar su poco equipaje a la maleta.
—¿Te vas?— preguntó ella con voz delicada.
Joder.
¿Por qué no lo podía dejar en paz? ¿No era evidente?
—Ranma…
—¿Te importa?— la cortó bruscamente. Pero no pudo ocultar su curiosidad por mucho autocontrol que intentara usar —¿Qué haces aquí?— habló sin voltear a verle.
Ella se mordió el labio inferior con fuerza —Me dieron esta habitación también. Yo…
—Sabes que no me refiero a eso.
—Lo sé— dijo contrita —La verdad es que venía para hablar contigo.
—¿Hablar conmigo? ¿Se le acabaron los temas de conversación a Tatewaki?— así es, ella se había casado con el hermano de Kodachi: Tatewaki Kuno. No debía olvidarlo nunca. No podría hacerlo jamás.
—No estoy casada con él— dijo de pronto haciéndolo voltear la cabeza con velocidad, haciéndola sentir incluso dolor por su bien —En realidad…
—Calla— suplicó Ranma apretando la camisa entre sus manos. No le interesaba, no le importaba. Se repitió idéntico a los mantras de relajación.
—Pero…
—Akane ¿Sabes? Eres la fantasía erótica de todo el mundo aquí. Todos los hombres allá afuera desean poder acostarse contigo al menos una vez. Así que, si te divorciaste de Kuno porque es impotente, no es necesario venir a buscarme para una noche alocada.
Ante su comentario, ella se comenzó a ofender. Había hecho un gran esfuerzo para llenarse de coraje y volar desde su establecida vida fuera de Japón para finalmente enfrentar el pasado tormentoso de sus veintiún años. Pero Ranma no se lo estaba poniendo fácil. Claro que no pensó en ser recibida con fanfarrias y flores, era consciente del daño descomunal en el azabache después de esa oscura época, sin embargo la conversación se estaba volviendo desagradable, era lo último para desear —Por favor, estoy hablando en serio.
Una risotada emergió de la garganta masculina —Por favor— bufó negando con la cabeza —Akane, ciertamente ¿Qué es lo que quieres de mí?— cuestionó arqueando una de sus gruesas cejas.
Akane dudó antes de hablar tímida —Quiero que seamos amigos— fue sincera en su petición, añadiendo —Te debo una explicación.
Entonces Ranma si que se rio a carcajada limpia. Hilarante ¡Que buena broma! Por desgracia, en su interior no lo encontraba para nada divertido —Lo único que quedó entre nosotros fue ese beso pendiente— recordó, ella entendería —Y créeme, no lo quiero ni lo necesito, tus besos, son ciertamente baratos.
¡Pah!
No supo cuando se movió, el hecho fue el impacto de fuerza bruta estampándose contra su cara. A sabiendas de que le tocó el último nervio decidió otorgarle una sonrisa socarrona llena de desprecio.
Akane no quería admitirlo, más, era imposible cuando él se ponía pesado hasta tal punto. Ranma tenía un talento natural para sacarla de sus casillas, la hacía vulnerable, le ponía los nervios de punta y jugaba con sus sentimientos a niveles insospechados.
—Veo que aún no pierdo el don— se burló descaradamente dando un paso hacía ella, aminorando distancia —Aún saco a relucir la bestia dentro de ti. Interesante.
Akane sintió opresión, debido a la cercanía, su característico olor masculino la envolvió trayendo viejas sensaciones a su piel, poniéndole los vellos de punta —Lo… Lo siento, no quería— intentó excusar la acción mientras daba un paso hacia atrás, pero por cada paso que retrocedía, Ranma se encargaba de ponerse al corriente. Al final no estaba muy lejos de la puerta, donde fue acorralada sin consideración.
Saotome entonces posó su mano sobre la madera a la altura de su sien, le sacaba al menos veinte centímetros permitiendo envolver su forma menuda entre su sombra —Me has hecho cambiar de opinión, fierecita, no debiste tentarme— luego su otra mano escaló hasta su pendiente de perla, jugando con su lóbulo —Aún no me olvido, de ti, de todas esas noches ¿Las recuerdas? Cuando juraste amarme para siempre— aunque su acecho era una caricia sensual, todavía podía decirle palabras crueles.
Ella intentó empujarlo sin éxito, en otras circunstancias ya lo habria mandado a volar con una buena patada, pero ahora le temblaban las piernas amenazando con ceder en cualquier instante. Ranma Saotome era una estrella de la desgracia para Akane. Su talón de Aquiles y el delirio de mil noches extrañando sus manos paseándose a través de cada rincón existente en ella. Podía admitir abiertamente que todavía lo amaba, nuca lo dejó de amar ni por un segundo de estos siete años. Pero había sido una chica asustada, frágil. No había podido soportar el peso de las sombras sobre ella buscando refugio en alguien poderoso. Ese fue Tatewaki, no obstante, había una larga historia a desentrañar antes de poder reconocer sus sentimientos. Además de una gran verdad.
Por eso no pudo ceder al impulso a pesar de tener el rostro casi enterrado en sus pectorales. Aspiró hondo, ignorando el aroma a colonia exquisito, contando mentalmente hasta diez, reforzando su decisión —Ranma, de verdad tengo algo que explicarte ¿Por qué no quieres oírme?
Él no cedió a su suplica, los ojos de cervatilla asustada no funcionarían esta ocasión —Por supuesto que quiero oírte, pero no me apetecen todas esas explicaciones que pretendes. Me gustaría más oírte suspirar contra mi oído, ronronear de placer mientras entro en ti una y otra y otra vez— susurró, enviando su aliento caliente desde su oreja hasta el cuello, estremeciéndola —Esa es mi condición fierecita. Si quieres que oiga todo tu sofisma, duerme conmigo una última vez, igual que en los viejos tiempos. Déjame darte un orgasmo tan duro, como para que te quedes en celibato el resto de tu vida.
Continuará…
