Beso pendiente


Episodio 3: Repercusiones.

Él no cedió a su suplica, los ojos de cervatilla asustada no funcionarían esta ocasión —Por supuesto que quiero oírte, pero no me apetecen todas esas explicaciones que pretendes. Me gustaría más oírte suspirar contra mi oído, ronronear de placer mientras entro en ti una y otra y otra vez— susurró, enviando su aliento caliente desde su oreja hasta el cuello, estremeciéndola —Esa es mi condición fierecita. Si quieres que oiga todo tu sofisma, duerme conmigo una última vez, igual que en los viejos tiempos. Déjame darte un orgasmo tan duro, como para que te quedes en celibato el resto de tu vida.

Akane pudo visualizar algo en su mente, sin poder frenarlo. El Ranma de veintiún años era apenas la mitad del Ranma de veintiocho y el de diecinueve no era nada en comparación. Pero las veladas salvajes-romanticas que tuvo con este hombre sumergieron su cerebro en un montón de fantasías donde mezclaba esas caricias con su apariencia actual, haciéndola preguntarse ¿Qué se sentiría?

Agitó la cabeza.

No, no estaba aquí para acostarse con Ranma. Quería hablar apropiadamente con él, explicarle el motivo de su egoísmo y si no era imposible, quería entablar una amistad con él. Sabía que a estas alturas la odiaba pero no podía evitar sentir un cosquilleo en el estómago dada su cercanía.

Inconsciente buscó los ojos masculinos, deseando no haberlo hecho. Tras identificar la burla, el desprecio en ese par de orbes color azul, sintió una sensación de frío, desterrando cualquier deseo o sueño formándose dentro de su cabeza. Una vez más repuesta, lo volvió a empujar logrando al menos acrecentar distancia —Ranma. Soy completamente honesta. Ya sé que lo del pasado es… Muy difícil de entender, pero no quiero que te quedes en la oscuridad. No espero que me perdones. Mi único motivo es decirte la verdad.

—¿Es así?— él cuestionó poniendo una de sus manos en su propia cadera, cambiando a una postura intimidante —Entonces me buscaste en el sitio equivocado. A-ka-ne— habló en sílabas, hace mucho, mucho tiempo, que no pronunciaba ese nombre. Se deslizó de su boca con un rastro de melancolía, de pasión y rabia. No podía creer que después de todos esos años ella aún creara lava en su interior.

Sin embargo se obligó a empujar ese sentimiento hasta su punto más bajo. La conocía, como la palma de su mano y sabía que ante su "petición" no podía hacer nada. Ella no se iba a meter a su cama por varias razones. No le interesaba indagar cuales, más, sintió que este era un buen momento para poner un alto a todo. Le iba a demostrar lo desagradable que podía ser un Saotome cuando no lo dejaban en paz —Tu dices ¿Quieres comenzar ahora?— preguntó volviendo a bajar su rostro a la altura de su cuello, hundiendo su nariz entre sus cabellos, jadeando seductoramente su tibio aliento cada vez más caliente.

Ella se quedó de piedra aterrorizada por sus propios sentimientos. Expectante de lo que haría.

Era una mujer, después de todo; y el hombre que le respiraba en el cuello era el mismo que amaba. Estuvo tentada a abrazarlo por el cuello y sentirlo verdaderamente cerca, esa piel dorada que brillaba igual que el cofre de un tesoro. Si no sonaba su celular, habría perdido toda reserva. Afortunadamente, el aparato comenzó a titilar en su mano trayendola de vuelta al presente. A estas alturas, su rostro se había calentado tanto, poniendo coloradas sus mejillas y las puntas de las orejas.

Salvada por la campana.

De inmediato se escabulló del agarre masculino respondiendo a toda prisa —¿S-Sí? ¿Qué sucede hermana?— recibió la contestación mientras intentaba regular su pulso cardiaco —Claro, ya voy para allá, no te preocupes— la línea se cortó. Cuando se dio la vuelta, Ranma ya no estaba en la entrada, decidiendo escapar a máxima velocidad. Sin embargo, cuando la puerta estuvo abierta, apretó el pomo mirándolo directamente a los ojos —No me voy a rendir hasta que me escuches— dio su ultimátum con convicción.

Él se rio desde lo profundo de su garganta, sin abrir la boca. El sonido era fascinante y varonil —Ya te dije fierecita, no pienso escucharte hasta que hagas el amor conmigo— contraatacó cruzándose de brazos, marcando sus poderosos bíceps. Akane tragó saliva cuando su sonrojo medio controlado de nuevo estalló en sus mejillas blanquecinas. Sin querer rendirse, salió con un portazo

Caminando con pasos largos, se alejó de esa cabaña hasta que estuvo bastante lejos, entonces su marcha se ralentizó, su rostro seguía rojo, pero una estúpida sonrisa le adornaba dejando al descubierto sus hoyuelos, le había gustado… Esa última frase.

Hacer el amor.

Su corazón todavía se aceleraba por esas palabras. Así que no lo consideraba un mero acto de venganza después de todo. Él lo había llamado amor, no un simple revolcón de una noche.

Repentinamente se dio cuenta de que casi comenzaba a flotar y emanar corazoncitos de emoción, se palmeó el rostro con ambas manos tratando de controlarse. Hablar, era más importante. Si, eso.

De nuevo reanudó su camino para encontrarse con Nabiki viendo en todas direcciones para no ser descubierta.

En la cabaña, Ranma se había retrancado de espaldas contra la puerta, deslizándose hasta el piso con pesadez.

¡Maldición!

Nunca pensó ser víctima de su propio juego sucio. A lo sumo, quería ahuyentarla, pero había caído en el error de mirar sus ojos, el dorado que recordaba a fuego seguía igual, además pudo verla con las pupilas dilatadas, seguramente su imaginación se puso a trabajar a toda marcha, tanto como la de él. Se talló la cara con su palma para luego revolverse el cabello. Sintiendo con claridad las repercusiones alzándose entre sus piernas.

Quería burlarse de si mismo, del hecho de que su delicado olor lo pusiera duro todavía. Apretó los ojos, era como un precoz adolescente conociendo al sexo opuesto por primera vez. Un mensaje llegó a su móvil, decidiendo abrirlo para distraerse, encontró lo siguiente.

La inauguración está por comenzar, prepárate para venir al bar.

Ya ni siquiera sentía molestia con Shampoo, ahora todo su enfoque se había girado en la dirección de Akane —Despierta Saotome— recitó por lo alto. No debía, no quería volver a ese agujero de espinas. Hacer que lo despreciara era lo mejor, alejarse, porque si veía un solo indicio de amor en ella, un atisbo por insignificante que fuera querría aferrarse otra vez y eso no le funcionó muy bien antes. De hecho, fue todo lo contrario.

Dame un par de minutos. Respondió.

Levantándose del piso eligió tomar una dicha fría antes de ir y pararse en medio de tanta gente, no podía caminar por ahí, con el «pequeño» Ranma saludando al mundo.

Frente al bar, se reunieron al menos unas cuarenta personas, entre modelos y algunos empleados; el evento era una verdadera tradición, el jueves se utilizaba para recibirlos a todos además de la inauguración, el viernes y sábado se utilizaban para competencias amistosas entre los asistentes mientras el domingo se dejaba libre.

—Hola, hola a todos, me permiten su atención— Shampoo como anfitriona, tenía un micrófono inalámbrico en la mano parándose justo frente a la barra. Tenía un bikini a dos piezas color rosa y su cabello atado en un moño burdo que dejaba caer mechones de forma descuidada —Bienvenidos todos a una reunión más de Wonderful— la gente estaba animada, muchos de los presentes ya habían venido a uno de estos eventos —Como saben, la empresa nos brinda unas lindas vacaciones cada año y por ocasión especial, tenemos como invitadas a la socia mayoritaria ¡Nabiki Kuno!— elogios, palabras de agradecimiento y aplausos bañaron a la mujer castaña, ella sonrió un poco saludando de forma simple. Desde que era joven, había querido manejar su propia empresa, cuando comenzó apenas era una inversionista minoritaria, pero ahora poseía el noventa por ciento de acciones convirtiéndola prácticamente en la dueña. Tenía una poderosa aura de negociadora sagaz, sus habilidades en la bolsa y astucia para generar ingresos no debían tomarse a la ligera.

Aunque poseía acciones en otras empresas, su negocio favorito siempre fueron los modelos. Desde joven aprendió que se ganaba bien vendiendo la belleza de otras personas.

—También nos acompaña nuestra Wonder woman ¡Akane Tendo!— continuó Shampoo señalando a Akane esta vez. Aplausos comenzaron a resonar acompañados de silbidos masculinos.

Akane estaba parada en la primera fila de todos junto a su hermana, sonriendo amable al tiempo que saludaba aquí y allá, levantando la mano. Ella poseía un nombre junto con el contrato más poderoso de entre todas las modelos, miradas de lujuria, envidia, admiración y respeto cayeron sobre su persona por igual, algunas mezclas de los mismos sentimientos.

En el pasado, Wonderful era una empresa de modelos únicamente femeninas, cuando postuló para ingresar a su equipo, el director era otra persona; quien había acuñado el título para el rostro de la empresa. Wonder woman fue la modelo que representaba en totalidad el sello. Igual a una abeja reina. Pero la sombra de ese nombre era sinónimo de sufrimiento.

Al menos, hasta antes de que su hermana comprara el setenta por ciento de los activos empresariales. La agencia atravesó una profunda bancarrota hace ocho o nueve años arrinconando al dueño por aquel entonces, muchos inversionistas abandonaron la causa terminando sus contratos o patrocinios, los pocos socios restantes intentaron atraer nuevos socios y una de esas personas resultó ser Nabiki. Debido a la desesperación del dueño, las acciones fueron prácticamente rematadas, con sus ahorros la castaña compró el veinticinco por ciento del total, más, no esperaba encontrarse con cosas tan turbias, ni con su hermana menor enredada en algo tan peligroso.

A estas alturas Ranma se unía al lote animado perdiéndose toda a introducción previa, traía una camisa verde menta con los primeros tres botones abiertos, un bermuda color arena y el pelo húmedo debido al baño exprés de antes. Miró al frente donde su amiga seguía sosteniendo el micrófono, diciendo —Este año también se integra nuestra nueva compañera, Lychee— introdujo. La aludida apareció por un costado haciendo leves reverencias. Era la nueva recluta contratada personalmente por Nabiki.

—Bienvenida, bienvenida— los presentes la recibieron cálidamente, viendo su delicada figura. Tenia los ojos verdes bajo pestañas largas. Su cabello era de un naranja muy particular y esponjoso como un panquecito. Completamente tierno.

—Bueno, ya que hay rostros nuevos por aquí, hemos organizado una barbacoa para la cena, para que conversen— dijo la de cabello púrpura —Así que pasen al frente del restaurante a disfrutar— sonrió la chica dejando el micrófono en la barra.

El contingente se movió entre charlas de conocidos, un grupo rodeó a Akane de inmediato cuestionándole todo tipo de cosas. Ella respondía tanto como podía, preguntaron por su trabajo, por su siguiente meta, por su vida en Suiza, más no respondió honestamente a todos. No mintió, sin embargo tampoco pudo revelar mucho.

Enfrente del restaurante ya estaban las largas mesas con carne asada, aderezos vegetales a la parrilla y cerveza. El barman comenzó a recibir sus pedidos tan pronto como aparecieron y la música inundó el espacio. La mayoría se encontraba de pie, como si de turnaran para saludar.

—¡Akane!— una joven de pelo largo color marrón corrió a su encuentro con los brazos abiertos. La estrujó balanceándose de izquierda a derecha —Mírate, estás igual que antes— habló tomándole los hombros.

—¿Cómo has estado Ukyo?— preguntó entre sonrisas. Ukyo no era modelo a pesar de tener toda la madera para desempeñar la actividad, pero le gustaba más estar detrás del lente, por lo tanto era fotógrafa, habían asistido juntas a la facultad de Artes Visuales queriendo ser fotógrafas, aunque la de pelo azulado abandonó la carrera.

—He estado de maravilla. Gracias a tu hermana por siempre darnos este escape— sonrió de forma muy bonita. Ella era una mujer alta, de piernas esbeltas y cintura ajustada, llevaba un bikini tipo leotardo sin mangas color negro, acentuando cada uno de sus encantos —Cuando me dijeron que habías llegado no podía creerlo— ambas se enfrascaron en una charla de anécdotas universitarias, riendo por algunos eventos hilarantes de su pre adultez.

La carcajada de Akane era melodía para la mayoría de hombres presentes, a excepción de algunos que mantenían relaciones clandestinas ya fuera con modelos u otras empleadas de manera seria. Nadie quedó fuera del hechizo. Ni siquiera Ranma que estaba sentado en una de las mesas más lejanas a la barra, cenando unas costillas y cerveza.

Se había quedado al margen porque sus compañeros no hablaban de nada más que Akane.

Cuando le dijo a ella que era la fantasía erótica de los hombres aquí, no exageró, en realidad la habían encerrado en un círculo esperando turno para hablar con ella, como lobos famélicos dispuestos a devorarla.

Entonces sonrió. Imbéciles. Ilusos. Por más tipos que ella pudiera encontrar, no podía borrar el hecho de que él fue el primer hombre en su vida, de que él había recorrido cada rincón de su cuerpo con su lengua y probado cada sabor, percibido cada olor sobre su piel después de hacer el amor, desde los diecinueve. Nadie podía arrebatarle ese tesoro tercamente arraigado en su memoria. Ni siquiera él mismo.

Suspiró dándole un trago a su cerveza, eligiendo concentrar toda su atención en la comida del plato. Al menos hasta terminar, después se largaría a dormir. Engulló algunos pimientos asados y cebollines dulces cuando alguien se sentó al otro extremo de la mesa, justo enfrente —Tranquilo, que nadie te la arrebata— bromeó Shampoo, Ranma no sabía si se refería a la comida oa cierta invitada. Le envió una mirada de advertencia limpiando su boca con una servilleta de papel, la hizo bollo con odio sacándole una sonrisa a su acompañante —Joder, Ranma, eres una contradicción completa. Primero te asusta, después te la quieres tirar y ahora quieres asesinar a alguien. Sabes tengo la impresión de que ella solo tiene ojos para ti dentro de toda esta gente.

—Shampoo. Deja de decir estupideces— Una de las cualidades de la aludida, era su capacidad para ser tremendamente certera con sus conjeturas.

—Oh, vamos. Cuando la viste corriste igual que un niño de cinco años pensando que te contagiaría gérmenes, luego llegas aquí después de encontrarte en privado con ella teniendo el pelo húmedo. Sé lo que pasa por tu cabeza Saotome, no me engañas— puntualizó sorbiendo su cóctel a través de un popote —Pronto va a empezar el baile de parejas ¿Por qué no la invitas? Así tienes una excusa para pegarte a ella.

Ranma entonces casi tronaba la boquilla de su cerveza entre sus dedos con esas palabras. Intentó relajarse sin querer caer ante su juego —Creo que es poco inteligente de tu parte mandar al hombre que te gusta con otra— se burló de vuelta.

—Cálmate ¿Quieres? Me gustabas porque eras como un héroe, habías golpeado a mi estúpido ex y me protegiste. Cualquier chica se sentiría atraída por su salvador. Pero luego descubrí que estabas enamorado de alguien y me pareció más inteligente no ahondar mis sentimientos. Tenía suficiente del corazón roto con una vez. Ofendes mi sabiduría.

Era cierto. Shampoo lo había perseguido como un chicle en su zapato diciéndole que le gustaba, pero de alguna manera había notado la ausencia en sus ojos, no le costó mucho descubrir que estaba enamorado de alguien y se apartó sabiamente del camino. Eso lo agradeció, porque el lugar de ignorarlo le ofreció su amistad.

—Hablando de héroes, no he visto al cuatro ojos por aquí— habló él después de una pausa.

—¿Mousse? Llega hasta mañana tal vez. Si es que su empleador no tiene más demandas ridículas.

—Claro— rodó los ojos. Él conocía de clientes con peticiones absurdas.

Para su fortuna la conversación tuvo un rumbo completamente alejado de su dolor de cabeza, comenzando a disfrutar del ambiente se sumaron algunos más a la conversación haciéndolo olvidar el tiempo.

Ya estaba completamente oscuro cuando el grupo de música en vivo apareció sobre un escenario bajo, anunciando el inicio del baile en pareja. Rápidamente los dúos de conformaron iniciando una danza lenta sobre la improvisada pista. Ranma estaba a punto de pedirle bailar a su amiga, no obstante, una mano blanquecina se posó en su hombro haciéndolo voltear —Ranma ¿Te gustaría bailar conmigo?— Akane tenía esa maldita manía de preguntar cosas desagradables con sonrisas amistosas llenas de inocencia. Él quiso decirle no, pero con tantos ojos encima, un desplante como ese levantaría sospechas, no necesitaba a nadie sobre ellos intentando averiguar si tenían algo. Mucho menos averiguando el pasado. También utilizó la mejor fachada de amabilidad accediendo.

—Bien— muchos de los que estaban a su alrededor se dieron codazos dándole miradas celosas, Hiroshi y Daisuke parecían hablar con los ojos, un claro mensaje: "Te lo dijimos"

Ranma tomó la mano de Akane guiándola hasta la pista, ahí se acomodaron en el centro, ella rodeó su cuello con los brazos mientras él le sujetó la cintura. De fondo sonaba una pieza suave y melancólica, con pronunciaciones en inglés a veces inentendibles. Se empezaron a balancear de forma tranquila, siguiendo el tempo lento mirándose a la cara. Después de un minuto en silencio Ranma se puso ansioso por su prolongado escrutinio —¿Qué? ¿Aceptaste mi oferta?— indagó para distraerla.

Ella casi perdía la compostura, a pesar de no poder evitar el sonrojo, pudo manejar la expresión para no llamar la atención de todos, de por sí les tenían el ojo encima como un águila. Siguió con la sonrisa respondiendo —No, no pienso aceptar tu oferta.

—Entonces ¿Por qué me pides bailar? Pensé que era un preludio. Ya sabes, para sentirnos cerca, recordarle a nuestros cuerpos lo bien que se amoldaban juntos, sin un espacio entre ellos— Por segunda vez pudo ver sus labios rosa sandía crisparse. Le encantaba ver esas reacciones minuciosas aunque detestara admitirlo.

—Para nada. Te pedí bailar porque sé que no intentarás nada en medio de toda esta gente— respondió con toda seriedad. Antes la había tomado con la guardia baja y sola. Estaba segura de que él la escucharía si le revelaba parte de la historia mientras bailaban. Pero resultó que había sido muy optimista con aquella teoría.

—Eres una aguafiestas Akane. Ya te dije cual es mi condición para oir tus disparates— argumentó sin piedad, acorralando su paciencia —Piénsalo, imagínate nuestra piel desnuda y caliente tocándose, imagina tu vientre junto al mío. O tal vez deba decirte recuérdalo. Tu pezón debe seguir teniendo el tamaño perfecto para mi boca…— ella le dedicó una mirada furiosa sin dejarlo continuar.

La pista musical tenía un límite, después de todo. Cuando la música se acabó ella no pudo mencionar nada sobre sus preocupaciones entre todas esas palabras satirizantes. Sintió un nudo formándose en su estómago mientras lo miraba llena de frustración ¡Qué hombre más imposible! Esta vez incluso se las arregló para estropear sus planes.

Sin darse cuenta, su vieja -y verdadera- personalidad estaba a punto de salir a flote. Se separaron cuando él, galante se despidió entre sonrisas. Como si no hubiera pasado nada. Pero sintiendo los estragos de sus propias estupideces hacer efecto. Fue él quien terminó recordando nuevamente todos esos momentos mágicos.

Sintiendo su control quebrarse, decidió desaparecer lo antes posible. Ya tenía su baile, no había más motivos para permanecer ahí.

Akane se quedó medio aturdida a mitad de la pista, recuperando sus sentidos volvió hasta su asiento pidiendo su primera bebida con licor en todo el día. Le tomó algún tiempo reprogramar su cerebro antes de decidir ir tras él, no tenía muchos días para contarle las cosas, tuvo que enfrentarse a sus actos sucios porque era de vital importancia.

Regresó a la cabaña donde compartían habitación sin encontrarlo. Suspiró sintiendo una punzada en la cabeza. Decidió llamar a Kasumi, tenía algo pendiente y no quería perderse la hora por nada del mundo, así que charlando con su hermana mayor, preparó la tina del baño dispuesta a olvidarse del mundo por unos minutos.

Cuando estaba secando su cabello, Ranma fue a entrar en la habitación sorprendiéndose de verla ahí. Tenía el rostro ligeramente rojo y le costaba un poco coordinar sus pasos. Sin duda comenzaba a ponerse borracho —¿Cambiaste de parecer?— cuestionó arrastrando sus palabras. Ella negó desde su sitio, luego se puso en pie para ayudarlo a sentarse, le arrebató la cerveza de la mano dejándola en el buró —¿Entonces qué haces aquí?

—También es mi habitación.

Él se rio —¿Estás segura de que no lo haces a propósito? Mira a tu alrededor— incitó, ella paseó su visita pero no encontró nada fuera de lo normal —Joder— sin previo aviso llegó hasta ella, sentada al borde del colchón le bastó un simple empujón para tenderla en la cama, su cabello enredado por la toalla se asomó relatando su humedad. Ranma se montó sobre su forma aprisionándola —Te acabas de dar una ducha, aquí no hay otra cama para dormir y compartir la alcoba fue tu plan desde el principio ¿No? Entonces, dime ¿Qué esperabas que pensara? No planeo dormir en el suelo.

Ella tragó duro. Había estado tan concentrada en su propósito como para notar que efectivamente, solo había una cama queen size en la habitación. Se quedó muy quieta bajo su cuerpo, sin querer mover un músculo. Ya estaba sensible por el acecho de la tarde, podía sentir su piel calentarse conforme pasaban los segundos.

Él aprovechó su aturdimiento para tirar de las cintas atadas del albornoz, cuyas tapas cayeron a los lados revelando su pijama de seda color perla, consistía en unos shorts que apenas podían cubrirle el trasero y una camiseta de tiras en corte v. Su respiración profunda hacía subir y bajar sus pechos como si pudieran huir del sostén y la camiseta. Invitándolo. No pudo contenerse cuando descendió posando sus labios en la clavícula femenina.

Ahí donde besó fue como soltar una brasa ardiente, los estímulos del cuerpo femenino reaccionaron al instante, reconociendo sus labios. Ranma comenzó a repartir besos a lo largo de su clavícula, dejando un rastro de humedad caliente, sofocante.

Se dirigió con lentitud a través de su cuello hasta su boca, rosando sus labios con los femeninos —Dime Akane, dime que también te quemas, que deseas hacer el amor conmigo tanto como yo contigo. Dime…— susurró dispuesto a comérsela entera.

No obstante, su aliento a alcohol le recordó su ebriedad, neutralizando cualquier calor o sensación de sed —No, no Ranma.

—Maldita sea ¿Por qué?— a él pareció dolerle esa respuesta.

—Estás borracho

—¿Y?

—Y no quiero— tomó su oportunidad en cuanto lo vio titubear para huir de su alcance, se sujetó el albornoz abriendo la puerta, pero Ranma ya estaba de pie empujando la madera con fuerza hasta cerrarla de golpe.

Sus ojos azules estaban más oscuros y dilatados, sus labios temblaban mientras jadeaba —Te lo advierto Akane. Si vuelves a entrar por esta puerta, no me contendré ¿Entiendes?— luego él mismo abrió invitándola a salir.

Continuará…