[Advertencia de escenas explícitas. Por favor mantenga la discreción]


Beso pendiente.


Episodio 6: Borroso – Nítido.

Su lengua recorrió dejando un rastro húmedo a lo largo de su clavícula, la presión que ejercía le hizo ser más consciente de la pasión en él. Algo duro se empujaba contra su entrepierna emanando un calor casi insoportable. Sin pensar sus acciones fue directa atacando su cuello, lo succionó con cuidado abrazándolo más fuerte, apretando sus pechos contra él aún con las manos masculinas sobre ellos. Suspiro. Un suspiro lleno de excitación.

Ranma con cuidado zafó una de sus manos de la prisión entre su pecho y el de ella llevándola hasta la barbilla de Akane, levantó con cuidado su mentón para besarle los labios, se regodeó mordiéndolos, jugando como incontables veces la provocó hasta ceder. La joven se entusiasmó ante la acción enredando sus dedos en a base de su cabello trenzado. Emitiendo gemidos ahogados. Desde que se fue jamás había vuelto a tener intimidad con nadie. Se había olvidado de lo sensacional que era besar incluso.

De lo fantástico que era besar a Ranma en específico.

Siguiendo esos pensamientos sintió un terror de separarse de él, le urgió a comerle la boca con más ímpetu incluso dificultando su respiración. A estas alturas había arrojado toda la precaución por la ventana, en algún momento ambos necesitaron distancia para recuperar un poco el aliento, viéndose a los ojos, más oscuros de lo habitual, con un aspecto vidrioso. Akane que jadeaba seguía teniendo roces con los labios de Ranma mientras su cuerpo respondía automáticamente empezando a levantar los bordes de su camiseta.

En su intento, fue consciente de que algo le recorría la espalda, algo no muy agradable. Recuperando de a poco la cordura notó los movimiento indistintos sobre su piel. Como arañazos pequeños, muy livianos.

Ranma no había notado el desconcierto en su rostro continuando con la tarea de levantar la prenda, sin embargo Akane no pudo permanecer quieta después de esa extraña sensación —Espera, espera— lo detuvo haciendo amago por poner los pies en la tierra. Se removió bajando sus piernas mientras se alejaba de la vieja pared. Ranma se sintió repentinamente rechazado. No obstante sus pies reaccionaron por inercia retrocediendo cuando lo empujaron.

Con espacio disponible Akane volteó para ver donde estaba aprisionada hallando algo que le dio un escalofrío. Ranma finalmente notó sus acciones virando la vista en la misma dirección, entonces comprendió por qué se detuvo.

Un camino de hormigas desfilaba a través de la superficie.

Akane sudó frío. Entonces, en su espalda…

—¡Ah!— un grito agudo resonó cuando de forma histérica comenzó a tirar de su camiseta hasta sacarla de su torso. La arrojó lejos sacudiéndose la espalda con las manos para asegurarse de que no se quedó ningún insecto pegado a ella.

El muchacho observó todo alejándose también. El calor no había desaparecido pero no pudo hacer más que esperar a un lado. Akane se alejó al menos tres metros de su camisa con una expresión de miedo. No temia a los pequeños animales como tal, le temía a su mordida. Después de experimentar el dolor por una vez, nunca quiso volver a sentirlo.

Se había olvidado de Ranma hasta que una risa comprimida la devolvió a la realidad. A estas alturas el chico no sabía si reírse de él o de ella. Había estado a un paso de perderlo todo, afortunadamente algo como esto había sucedido en su lugar. Akane lo miró con advertencia, como solía hacerlo en la preparatoria, cuando él lanzaba un mal chiste en medio de una situación tensa.

Pero esta vez Ranma no se disculpó, sin tapujos lanzó una gran carcajada al punto de sacudir sus hombros y sostener su estómago por el dolor de su risa fuerte y prolongada. Que en gran medida disipó la tensión en su cuerpo, dejándolo tomarse las cosas con más calma. Si no se hubiera detenido, en verdad habría olvidado que estaba a mitad de un bosque. Siguió riéndose tendido provocando el agravio en la joven.

¿Qué era tan gracioso?

Akane se indignó por su reacción, a pesar de en el fondo agradecer este incidente para detener los avances, la vertiginosa velocidad de su encuentro le nubló la cabeza. Sin embargo no pudo evitar la molestia cuando se cruzó de brazos, dándole la espalda infló las mejillas mientras sus cejas temblaban, intentando juntarse a la mitad de su frente.

Ranma que tenía los ojos cerrados, se limpió los restos de lagrimillas de la comisura, lentamente abrió los párpados congelándose en un instante.

Esto…

Tragó saliva involuntariamente.

Sus risas cesaron por completo, trayendo un torrente de pensamientos, atropellándose unos con otros, el calor antes sofocado reapareció pero esta vez con motivos de vergüenza. No podía ser eso ¿Verdad? Se llevó una palma a la boca sin poder articular palabras. Intentando amortiguar el grito amenazando con salir de sus cuerdas vocales.

Akane notó de pronto su comportamiento extraño. Primero se burlaba a sus costillas como si no hubiera mañana y luego se quedaba callado como si ya no estuviera. Con incertidumbre se dio la vuelta para encararlo, encontrándose con su expresión atónita. Arrugó el entrecejo sin comprender ¿Le dio pena repentinamente después de lo que hicieron? No parecía muy plausible.

Entonces se enfocó en la línea de visión de sus ojos, siguiendo el mismo trayecto se dio cuenta de que le observaba sin disimulo, buscando su espalda. Se observó a sí misma ¿Qué había de raro? Llevaba un bikini por debajo de los shorts y la camiseta, uno deportivo para su propia comodidad.

Aún si su cerebro crecía de tamaño no podía comprender su actual actitud.

Repasó los hechos con velocidad en su mente para encontrar algo tan impactante entre todo. Luego su raciocinio se encendió de inmediato ¡Se quitó la camiseta! Estaba tan concentrada en alejarse de las hormigas, olvidando por completo lo que llevaba ocultando desde el primer día de vacaciones.

La vergüenza brilló en sus ojos, elevando tres tonos el rubor de sus mejillas e incluso sus orejas comenzaron a quemar. Demasiado descuidada.

Ranma todavía no podía salir del asombro. Sus pupilas temblaban debido al shock, comenzando a sentir su propia emoción incrementar. Hubo una vez, en su alocada relación, Akane apostó con el acerca de un competencia de la cual no recordaba su propósito. El punto focal fue que ella perdió y prometió tatuarse su nombre de manera temporal.

Si sus ojos no le mentían, en su espalda baja, cerca de la base de su columna rezaba "Ranma" El letras transliteradas. Algo que los occidentales solían llamar cursiva.

Pasaron un par de minutos antes de que pudiera hablar o siquiera respirar apropiadamente. El tiempo se escurrió hasta que un gran "boom" resonó a la distancia. Un petardo había sido lanzado al aire anunciando que una pareja había llevado de vuelta la bandera. De esa forma ambos salieron del letargo comenzando a balbucear incoherencias. De nuevo se callaron intentando entender las palabras del otro.

—Eh…— Ranma carraspeó tres ocasiones antes de entonar —Deberíamos volver.

—Tienes razón— Akane no demoró en estar de acuerdo. Se acercó lentamente a su camiseta tirada intentando por todos los medios no darle la espalda al hombre, sintiéndose completamente avergonzada. Con cuidado la removió intentando comprobar que todos los insectos estuvieran fuera.

Ranma se mantuvo al margen a pesar de que sus ojos no paraban de dirigirse a ella por mucho que intentara evitarlo. La miró revolviendo la tela con una ramita decidiendo acortar el tiempo a permanecer juntos. Se acercó levantando la tela, sacudiéndola con fuerza, después de asegurarse de que no había hormigas, se la tendió tartamudeando un poco —Da… Date prisa y póntela.

Akane se concentró en regresar la prenda a su lugar mientras él recogía el listón antes olvidado. Ambos emprendieron el camino de vuelta, ni demasiado rápido ni demasiado lento.

Aunque ahora estaba yendo con cierta calma, Akane no encontró valor para contarle nada, lo mismo para Ranma, incluso había olvidado toda hostilidad mientras dilucidaba sobre aquel tatuaje. La realización fue inmediata. Akane no usaba traje de baño porque no quería mostrarlo, no sabía si estaba más decepcionado o agradecido. Al final hubiera tenido que dar una larga explicación por aquel nombre en la espalda de ella.

Suspiró.

Pero Akane no sabía cómo interpretarlo. Tuvo la necesidad de estirar su mano hasta sujetar el dobladillo de su camisa para decirle que ella no se arrepentía, más, al final terminó reprimiendo su impulso.

Cuando llegaron al campamento, el resto de parejas ya estaba de vuelta, ninguno de los dos quiso hacer contacto visual con nadie, virando la vista en direcciones opuestas. El sonrojo de ambos fue adjudicado al esfuerzo físico terminando cualquier especulación.

Shampoo que estaba charlando animadamente con un hombre alto, de cabellera larga y gafas de sol, giró hacía ellos tan pronto los vio a menos de diez pasos —Ustedes ¿Por qué vienen desatados?— obvió lo que nadie había notado.

Bajo el escrutinio de todos, Ranma casi quiso ir allá y darle un zape.

Shampoo no estaba siendo mal intencionada, solamente estaba preocupada por ver la aura tensa a su alrededor ¿Akane le contó? ¿Tuvo una mala reacción? No podía hacer esas preguntas en público, así que fue prudente sólo mencionando el listón. Akane sonrió con amargura respondiendo —Tuvimos un accidente y por eso lo desatamos, disculpa— luego se acercó para saludar al muchacho —Hola Mousse.

—Hola Tendo— sonrió elevando su cerveza, complementando el saludo. Mousse corría un despacho de abogados, siendo el representante legal de Wonderful ellos se veían con demasiada frecuencia, además era amigo íntimo de Shampoo. La de cabello azul le dio una sonrisa reconfortante a la joven china antes de excusarse para regresar a las cabañas.

Había desperdiciado la mejor oportunidad de hablar con Ranma e incluso fue descubierta. No tenía espíritu para continuar ahí.

Ranma la observó marcharse, queriendo detenerla pero al mismo tiempo sintiéndose abrumado por los sentimientos recorriendo sus entrañas. Se sentó en la arena bajo la gran carpa proporcionando sombra y cerró los ojos. A todos los efectos, parecía decepcionado por no ganar la competencia a pesar de ser el más veloz en el inicio de la carrera.

Shampoo se levantó de su sitio continuando con el evento, le proporcionó los listones y mapas a las parejas restantes, recordó las reglas dejándolos partir. Ahora los que ya habían hecho el ejercicio se podían relajar, varios se marcharon al bar para tomar algo antes de regresar a conocer los resultados. Entonces Shampoo aprovechó para indagar —¿Sucedió algo?— dijo con cautela. Sin burla o intenciones dobles. Ranma jugaba a enredar el listón entre sus dedos con clama, parecía no haber escuchado la pregunta en absoluto. Ella se mordió el labio inferior probando por segunda vez —¿Te dijo algo? ¿Qué clase de accidente tuvieron?— esta vez se agachó para encontrar su rostro oculto por el flequillo, sin embargo descubrió ligeras marcas de besos en la clavícula del joven haciéndola abrir los ojos.

No era una chica ignorante o que se asustara fácil con un simple intercambio apasionado de besos. Pero la persona que los tenía guardaba un rencor profundo con quien los dejó. No se atrevió a cuestionar más después de ver los rojizos chupetones.

—Estoy cansado, voy a dormir— oró el joven levantándose de la arena.

—Claro, ve con cuidado— despidió sintiéndose ansiosa. No sabía cómo se desarrollaron los hechos, sin embargo estaba segura de que la joven Tendo ni siquiera pudo mencionar una palabra de sus importantes asuntos. Quiso intervenir, darle un indicio de lo que Akane quería hablar.

Pero no pudo, ella era consciente de que no era su derecho intermediar con algo tan serio. Aún así no pudo evitar su propia pena, Akane además de venir para hablar con Ranma, lo hacía como parte de una despedida. Su contrato con Wonderful había finalizado y ella eligió no renovarlo. Además tenía planeado establecerse permanentemente en Suiza.

No sabía como ayudarlos ¿Los podría encerrar hasta el amanecer después de la cena? Tal vez esa era una opción.

El joven azabache volvió a su cuarto, se arrojó boca arriba sobre el mullido colchón sin sentirse reconfortado en absoluto. Giró noventa grados encogiéndose como una oruga asustada tratando en vano de detener sus pensamientos.

¿Por qué Akane volvió? ¿Qué quería decirle? ¿Por qué mantenía el tatuaje que supuestamente era temporal?

Se arrepintió profundamente de haber iniciado un juego tan estúpido para asustarla. Al final, despertó todas esas emociones encerradas ahora corriendo sin frenos a través de él. Tal vez si tuviera el valor de encararla desde el principio, no tendrías que sentirse así. Tendrían una charla, luego le dejaría en claro que no estaban relacionados nunca más y terminaría ese episodio de su vida.

No pudo permanecer quieto más de quince minutos cuando ya se estaba preparando para ir a nadar. Necesitaba descargar esa explosión de energía aún palpitando en su abdomen. Se puso un traje de baño saliendo al mar dispuesto a ahogar todas sus incertidumbres con un buen ejercicio.

Cerca del crepúsculo, Nabiki entró a su hospedaje encontrándose con la deprimida Akane, enterrando el rostro en los cojines del sofá. Suspiró, algo que había parecido fácil, al final no fue tan sencillo —¿No le dijiste nada?

La joven sepultada en las almohadas sacudió la cabeza como negación.

La mayor no pudo reprimir el suspiro en su pecho —Dejando todo hasta el final. Si quieres que tus planes salgan como los has trazado, debes decírselo— recordó yéndose a dar una ducha.

Akane levantó un poco el rostro para ver su celular. Abriendo su galería observó el rostro sonriente de su hijo, cuando sólo tenía un año. Sus ojos azules y la forma de su rostro eran idénticos a los de Ranma, apostaba a que él se habría visto igual cuando era un bebé. Ladeó la cabeza apretando los labios.

No importaba cuanta vergüenza tuviera que afrontar. Mañana era un día libre en el que todos los visitantes podrían hacer lo que quieran, si él decidía encerrarse en su habitación o incluso marcharse, no tendría otra oportunidad. Por supuesto podría buscarlo en Tokio, pero no quiso ir al centro de la ciudad, no había pisado ese lugar en años y probablemente no sería capaz aún. Levantándose con valor, se preparó para ir al hospedaje del azabache dispuesta a ser escuchada.

Ranma acababa de darse un baño, después de agotar sus energías acumuladas decidió cenar para dormir temprano, mañana de iría a primera hora para ya no tener que soportar todo esta incertidumbre. Lo que no te importa no puede hacerte daño. Repitió varias veces en su cabeza.

Frotando su cabello con una toalla revisó su celular cargando sobre el buró, faltaban al menos veinte minutos para el bufet, dándole un margen de tiempo para relajarse. No obstante, los llamados a su puerta le anunciaron a un nuevo visitante ¿Quién? La única persona que lo buscó incesante durante este fin de semana fue Akane, pero seguro estaba tan avergonzada como para venir ahora. Su otra opción fue Shampoo, ella tal vez quería transmitir un mensaje.

Sin darle más vueltas se dirigió a la entrada, de nada sirvió adivinar cuando podría abrir y echar un vistazo. Claro que pensó en alucinaciones cuando vió dos ojos almendra pardos buscándolo. Traía un plato lleno de bocadillos, ante la expresión perpleja del muchacho, ella saludó ocultando su rostro con la cabeza baja —Hola— a pesar de hablar, no levantó el rostro, observando las puntas de sus pies que se movían dentro del zapato —Ya que no pude hablar contigo esta tarde, pensé que podríamos cenar juntos y charlar un poco.

Ranma la observó con un tipo de dolor agónico. No la entendía en absoluto —Akane…— Ella inmediatamente levantó la vista, encontrándose con sus ojos azules —Quiero preguntarte algo

—Adelante

—Acaso… Soy yo… ¿El único que se siente de esta manera?— no podía expresarlo con otras palabras. Quería saber si era el único que se sentía abrumado por las emociones, los deseos reprimidos. No entendía porqué ella podía buscarlo con tanta calma para "charlar" No después de lo que pasó en el bosque.

Akane planeaba fingir demencia, más encontró la acción completamente desalmada. Podía decir de un vistazo a que clase de sentimiento se refería. Apretó los labios entre sus dientes sin saber cómo responderle.

Ante su mutismo, el azabache decidió no atormentarlos a ambos. Se aclaró la garganta pronunciando —Deberías volver, te… Te aseguro que mañana voy a escucharte ¿Está bien? No tienes que procurarte.

A la joven se le iluminaron los ojos de expectativa —¿En serio?— Él asintió lentamente —Promételo— solicitó alzando su mano derecha, destacando el meñique para sellar su promesa rosa.

El chico observó su mano sin atreverse a tocarla —Lo prometo, así que…— estaba a punto de rechazarla cuando se topó con esos ojos suplicantes, se sintió impotente, implorando —Akane… Por favor, no quiero hacerte daño. Debes irte antes de que te lastime— No podía continuar viéndola sin ceder al impulso. Comenzó a cerrar la puerta dispuesto a soportar, hasta que ella entremetió un pie obstruyendo el trayecto de la madera —¿Akane?

Ella sacudió la cabeza, su mano izquierda empujó la hoja abriéndose otra vez —Nunca me has hecho daño— aseguró viéndolo a los ojos. Ya no quería correr, ocultarse o fingir. Ella había decidido que jamás se arrepentirá de lo que ocurriera. Su segundo nombre debería ser «Imprudencia» tal vez.

Ranma la observó a contra luz, los agonizantes rayos de sol ocultándose ensombrecieron sus rasgos dándole un aire de misticismo. Y terminó rendido. Cayó redondo envolviendo uno de sus musculosos brazos a la cintura menuda de ella mientras la otra mano se encargó de sujetar la mejilla sonrojada. Le devoró los labios, su tacto pareció reaccionar a un recuerdo pendiente cuando el choque se produjo. No hubo introducciones tibias, el beso fue estrambótico desde el principio. Sacudiendo los cimientos de la racionalidad a un punto de quiebre.

Inconforme, él se alejó para retomar la posición de la mañana, la contuvo contra la puerta colocándose entre sus piernas, Akane literalmente perdió el suelo, abandonando el plato de bocadillos en un mueble cercano. Ella respondió sus avances acariciando con cuidado los tensos músculos, metiendo sus sedosas manos por debajo de la bata, oliendo el fresco aroma de su piel recién bañada. Enredó sus dedos en el pelo húmedo, apartándolo de sus hombros junto la toalla para mordisquear su piel. El calor que guardó parecía dispararse en un torrente interminable.

Balanceados entre la cordura y la lliberación Ranma la sostuvo por los muslos, caminando hasta el borde de la cama donde cayeron el uno sobre el otro. El beso desesperado se calmó gradual hasta convertirse en un rose tembloroso de labios. Ella tenía una camiseta enorme como los últimos días permitiéndole desnudar hasta su hombro por la abertura del cuello. Con hambre bajó dándole mordiscos, arrastrando los dientes y lengua, sensibilizando el cuello femenino.

Akane sostuvo la parte posterior de la cabeza masculina, arqueándose contra él, lo único en lo que pensaba era en dejarlo hacer, entregarse ella misma. Envolvió sus piernas alrededor de las caderas de Ranma, obligándolo a bajar. Se acurrucó contra su oreja, respirando aire caliente como una danza sobre sus nervios. Volviéndolo casi un lunático. Deslizó las manos buscando el nudo de la bata, tirando de la cinta para destapar su cuerpo.

Él se separó con brusquedad dejándola tendida, su respiración profunda e irregular subía y bajaba, con el rostro sonrojado le observó deslizar el albornoz por sus bíceps hasta el suelo, revelando su físico fornido, lleno de fuerza ilimitada. Los abdominales perfectamente marcados, con delicados signos de sudor. La ropa interior contenía la pronunciada reacción de su sangre acumulada, una visión abrumadora incluso oculta.

Sus músculos se contrajeron cuando se movió para sentarla, le ayudó a deshacerse de la camiseta, sin embargo, antes de que pudiera estar completamente fuera enrolló la tela como prisión para las muñecas femeninas, se echó adelante presionandola a su vez, sus manos quedaron hacia arriba dejándole una vista espectacular de sus senos. Con su mano disponible arrastró las yemas por el abdomen endurecido de Akane. Cosquillando con el trazo de sus dedos.

Ella se removió inquieta, mordiéndose el labio para reprimir un gemido. Habían pasado tantos años y no podía creer que Ranma fuera incluso mejor para despertarle cada tramo de ser, hasta sentir el palpitar de su corazón entre las piernas.

Jugó con el tirante de su sostén, jalándolo con delicadeza. Descendió por la copa arrastrando la prenda hasta liberar uno de sus turgentes montículos de cúspide rosada. Jadeando, acercó su boca a la corona del mismo, probando su dureza con la punta de la lengua. Akane tembló involuntariamente, contrajo las piernas y dobló los codos intentando liberarse de su prisión. Demasiado insoportable, demasiado placentero.

Satisfecho con su reacción, abrió más los labios hasta tener toda la aréola dentro de su cavidad bucal, la succionó lentamente empapándola, acunó su palma dándole atención a su otro pecho también, masajeando con precisión. El harbar de la garganta mujeril resonó hasta los oídos de él, provocando una respuesta más rápida con sus acciones.

Atrapó el pezón entre sus dientes con sumo cuidado, dejando que su humedecida lengua paseara en círculos minuciosos sobre la punta. Enviándola al frenesí. Los sutiles quejidos se volvieron más fuertes, emitiendo vibraciones a través de su laringe, apretando los puños hasta clavar las uñas en sus palmas.

Akane se retorció, contrayéndose entre la bruma que se volvió su mente. El muchacho se separó para contemplarla, encantado con su boca temblorosa, dejando un par de besos en sus labios antes de atender su otro pecho. Lo que pareció una tortura interminable.

Ella estaba enloqueciendo, pero eso parecía no afectarlo a él. Inconforme con la situación, luchó para zafar sus manos de la camiseta enrollada, el despertar de su libido se volvió rotundo. Lo empujó hasta dejarlo de espaldas sobre las sabanas, se montó en las caderas masculinas aprisionado su miembro endurecido entre las capas de ropa. Se restregó lentamente, recordándole porqué la había llamado fierecita en primera instancia. Ella jugaba inclusive mejor que él.

Las pequeñas manos de la chica acariciaron con parsimonia todos sus abdominales, deslizándose en los surcos de sus músculos, sus dedos paseaban lentamente con las uñas largas dejando sensaciones al rastro. Ranma no pudo resistirse cuando la vió sobre su pelvis, estiró uno de sus brazos alcanzando la goma elástica de cabello, la arrebató liberando las hebras que cayeron en cascada, dando ligeros rebotes contra sus hombros. Luego esbozó un camino desde la nuca hasta el broche del sujetador, con dos "clic" la banda spandex se relajó provocando que los tirantes aflojaran cayendo a lado de los hombros.

Ella se encargó de arrojar la prenda al pie de la cama, dejándole ver su majestuosa figura de reloj de arena. No había alucinado, sus pechos y sus caderas realmente se volvieron más voluminosos. El sudor rezumando por sus poros se acumuló convirtiéndose en gotas, descendiendo por el níveo cutis. La apariencia salvaje que le dieron los mordiscos en su clavícula, el cabello despeinado y sus labios ligeramente hinchados le enviaron un estímulo de sangre a su vientre bajo, queriendo terminar con todo el dolor de una vez. Sin embargo ella no lo permitió.

Sin ningún esfuerzo aprisionó sus brazos contra el colchón, enterrando la cara en el hueco de su hombro. Lo lamió a gusto, sin dejar de friccionar sus palpitantes sexos. Arañando con los dientes su bronceado uniforme, sintiendo claramente cuanta presión ejercían toda la musculatura. Se dirigió a besar su garganta, enamorada de esa manzana de Adán, provocándole tragar saliva mientras se deleitaba con ese subir y bajar de la misma. Retrajo el cuerpo hasta quedar en sus piernas.

Resbalando la boca por los pectorales, los abdominales, hasta el triángulo de su abdomen bajo, donde las venas y tendones se alzaban por debajo de la piel, delatando toda rigidez concentrada ahí. La ensoñación de su escondida intimidad la impulsó para tirar de los boxer, descendiendo, descubrió el tupido vello rizado. Continuó hasta excarcelar su virilidad firme, de caminos palpitantes trazados en toda su longitud.

La ropa interior se retiró desde los muslos hasta los tobillos, dejándolo abrir las piernas para mayor comodidad, entonces Akane se acercó acariciándolo entre sus dedos. El simple roce fue suficiente para hacerlo gruñir, levantó las caderas para luego caer pesadamente otra vez.

Se aferró a las sabanas cuando ella comenzó a deslizar su mano por la piel suave y caliente, cubriendo y descubriendo esa cresta rojiza con cada subida o bajada. Ella sonrió con malicia aumentando la velocidad, alongando desde su base. Lo apretó provocando una reacción gutural desde la garganta masculina. De voz ronca, llena de excitación.

Lentamente se levantó de sus muslos ayudándolo a sentarse, Ranma estaba desorientado observando cada movimiento, cuando estuvo firme, ella se agachó quedando de rodillas entre sus piernas abiertas, sostuvo su masculinidad dándole un ligero beso en la punta, probando su inherente esencia salada a pesar del reciente baño. Estremeciendo sus nervios. No podía soportarlo.

Desde abajo la mirada traviesa en esos ojos color almendra se escondió bajo los párpados cuando introdujo su miembro a la humedad de su boca. Él gimió alto, temblando de pies a cabeza —Joder— jadeó al contacto, el incitante calor abrasador disminuyó su dolor gradualmente. Akane se acomodó para mover la cabeza; arriba, abajo, arriba, abajo. Acariciándolo con la mano también. Sentía que en cualquier momento podía explotar. Sus manos respondieron solas, enredándose en el cabello azulado, apartándolo de su rostro para verla embeber.

Los esfuerzos de ella no se desperdiciaron cuando un liquido viscoso traslúcido, se escurrió desde su lengua por las comisuras de sus labios. Bañando también el miembro del joven. Ranma tenía los ojos cerrados con fuerza, apretando los dientes desde la mandíbula. Su caricia había superado las expectativas dejándolo sin palabras.

Akane se limpió los restos de líquido preseminal con los dedos, sonriendo orgullosa. El chico abrió los ojos, dejándolos encapuchados, observando la expresión triunfal de ella. La excitación le infló las venas de inmediato. Sosteniendo su brazo la impulsó a levantarse, dejándola caer de espaldas a la cama, con toda su forma sobre la esponjosa superficie; ya había jugado con él, ahora era su turno.

La mujer parpadeó, estaba lista para lo siguiente. Pensó.

Pero Ranma se arrodilló al borde del colchón tomando una de sus piernas estiradas. Desconcertada, intentó hablarle —¿Ran…?— no terminó la pronunciación antes de que él depositara un beso en su tobillo. Diseñando un sendero de rocío por la pantorrilla, cruzando hasta la cara interna de su muslo. No, ella no estaba lista para lo siguiente.

El joven exhaló una gran cantidad de vaho en su intimidad, dejándole vulnerable. Quiso apartarlo por puro instinto, él nunca la había complacido de esa manera. Era algo completamente nuevo.

Ranma le besó el vientre, desde el ombligo hasta el borde de los shorts, retirando con lentitud la prenda, la parte inferior de bikini quedó expuesta, donde superpuso los labios en la mancha de humedad dejada por su excitación aún sobre la tela. Akane encogió los dedos de los pies con fuerza. Caliente, muy caliente. Aferrada a las sabanas no supo como reaccionar además de las vibraciones en todo su ser.

El muchacho se deleitó observándola, dirigió su pulgar hacia el centro, donde masajeó con suavidad, presionando aquel punto mil veces más sensible.

¡Por todo lo divino!

Una exclamación de agonía escapó de Akane quien apretó las piernas involuntariamente. Encerrando la cabeza del joven ahí. Sorprendido detuvo los movimientos, él tampoco sabía cómo hacerlo correctamente, por eso era extra cuidadoso —¿Te duele?— cuestionó.

Incapaz de articular palabras, ella sólo negó con la cabeza. Se cubrió la boca con el dorso de la mano entre respiraciones irregulares, apretando los párpados.

—Abre las piernas— solicitó entonces. Como hipnosis, hizo caso a su voz, separando las rodillas. La fragancia de su cuerpo lo hizo aspirar con fuerza, el almizclado aroma fue similar a un afrodisíaco recorriendo su torrente sanguíneo, llenándose de un olor imborrable. La ayudó con las bragas revelando su delicada zona privada. Maravillado por el panorama se encorvó lo suficiente para enterrar el rostro en su entrepierna, de manera sutil beso el monte de venus terso, comenzando despacio.

Desplegó su recorrido más hacia el centro, añadiendo su lengua en la trayectoria. El mojado calor de su trazo provocó un espasmo rígido, contrayendo los músculos alrededor. Abriendo la boca para alongar su lengua, acarició delicadamente los pliegues apretados. Frotó hacia arriba y abajo, igual que una piruleta, provocando una filtración mayor entre las capas pulsantes.

Akane se agitó, llevando las uñas hasta los hombros de Ranma. Suspiró con gran sentimiento, dejando salir todos los sonidos desde el fondo de su alma. Cómodo. Más allá de toda descripción —Sí— gimió, por reflejo abrió las piernas aún más. Invitándolo a invadir cada fibra de su ternura.

El joven añadió uno de sus dígitos a su entrada, comprobando el fluido humectante antes de introducirlo a lentitud. Cuidando todas las reacciones de ella. Su lengua se concentró en la parte englobada de sus comisuras rosadas, un botón rígido por mucho tiempo. Estimulando con la rapidez de sus lamidas concisas.

El progreso creció, los espasmos se volvieron un trepidar, sacudiendo cada músculo de Akane hasta que sintió el río de su orgasmo deslizándose desde su interior, cubriendo su estrecho pasaje, como el rocío lento en los pétalos de una flor. Suavemente lubricó dejándola en el punto.

Lamiendo sus propios labios, el joven se enderezó para verla, adoptando una postura firme, acercando su erección para que sintiera su ardor. Ella aún se removía producto de su placer, entre inhalaciones profundas, tratando de recuperarse. Sintiéndose ansiosa, lo guió ella misma hasta la entrada. Lista para recibirlo.

En este punto crítico, Ranma aspiró adentrándose en Akane. De inmediato su calor abrasivo lo envolvió, le ciñó el miembro con placer, cambiando por completo su dolor por hambre. Adoptó una postura agazapada sobre la joven, besando sus labios apasionadamente. La locura consumió toda a mecha cuando el desliz de su virilidad se volvió contundente, como las olas del mar chocando contra las rocas de la orilla. Avasallante.

Akane estuvo encantada con el avance, no quería que todo fuera como algodón de azúcar, suave y esponjoso. Quería sentirlo, saber que era tan real como sus sentimientos por él. El hender de su masculinidad la abrumó, al punto que le apretó aún más con las piernas. Cruzó los tobillos a la altura de sus nalgas para no dejarlo huir. Encajonado en su nido, Ranma la acarició por todas partes, jugando con sus pechos sensibles, dejando marcas de besos que desaparecerían en algunas horas. Dejando que su frente sudorosa mojara el hueco de su cuello. Gimiendo en alto con cada embestida vigorosa.

Desde su posición podía verla sudar, exclamar su nombre entrecortado por las constantes olas de gusto, sintiéndose pleno. Tal como lo recordaba, ella era fantástica. Mejor que eso. La memoria nítida se sostuvo fogosa.

Akane lo abrazó, haciendo amago por ir arriba de él. La sostuvo por los omóplatos, cargándola hasta darle la vuelta, entonces quedó completamente montada, esa posición la llenó por completo. Comenzando a deslizarse a lo largo del viril joven, entrando y saliendo con vertiginosa rapidez, remeneando las caderas para aumentar el contacto, El de ojos azules la sujetó por la cintura para ajustar su ritmo, lo cabalgó con fiereza echando la cabeza hacia atrás. Akane llevó las palmas a las rodillas masculinas donde se sujetó fuertemente. Arqueó el abdomen hacia adelante dejándole una fascinante vista de sus senos brincando al compás de los embates.

Arremetiendo con rapidez, la hizo saltar entre espasmos, emitiendo clamores agudos, roncos. Se detuvo abandonando el cuerpo femenino, llevándola a una nueva postura. Ambos se arrodillaron sobre la sabana, Akane pegó su espalda al pecho de Ranma mientras él la tomaba desde este ángulo. Se infiltró en ella con fuerza, acometió chocando la pelvis contra su redondeado trasero, emitiendo sonidos indistintos de su humedad colisionando.

La mano varonil creció inquieta hasta su sensible botón, acariciando en círculos rápidos, obteniendo sollozos de agonía placentera. Su pasaje se contrajo alrededor de su miembro y en pocos segundos, como si se tratara de la espuma marina en la costa, la blancura de su semilla se mezcló con el néctar de Akane derramándose desde su unión pulsátil. También fue el momento en el que las lágrimas en los ojos almendra recorrieron sus mejillas sonrojadas, goteando hasta la cama.

Ranma captó esos vestigios, sintiéndose sorprendido, clarificando su visión borrosa, volviendo nítida cada rasgo de ella. ¿Se arrepentía?

No.

No quería escuchar algo como "No debimos" O "Fue un error" Sin embargo las palabras de ella lo llevaron en expreso al cielo. Con voz ahogada, admitió —Te amo Ranma. Te he amado toda mi vida y jamás dejaré de hacerlo.

Los dos cayeron exhaustos, intentando recobrar el resuello con los ojos cerrados pero sin separarse. Abrazados. Si esto era un sueño, él deseaba que nunca tuviera fin. Su corazón estaba teniendo una taquicardia después de oírla decir «Te amo» entre lágrimas. La consoló con tiernos besos, le acarició y cubrió con el edredón dejándola descansar. Agotado por los sucesos, también se rindió ante la magia de Morfeo aferrándose a ella con un brazo de hierro.

Continuará…