Enséñame a amar

Los personajes no me pertenecen, son de la gran Rumiko Takahashi. Esto es sin fines de lucro, solo diversión por y para los fans.

Advertencia: esta historia es OoC, desarrollada en un universo alterno. Contenido maduro, si no es de tu agrado favor de abstenerse de leer.

Segunda historia que realizo para la dinámica de verano Mundo Fanfic Inuyasha y Ranma.

O—

Ultimo día de vacaciones en esta preciosa isla llamada Miyako, una semana bien merecida de panza al sol relajada y recargando pilas para el regreso a la apabullada ciudad, mi mejor amiga había sido una excelente compañera de viaje; restaurantes de buena comida, el alojamiento, paseos en lancha, broncearnos en la maravillosa playa, buena plática y por supuesto muchas fotografías. Y es que Akari era buenísima tomando el mejor ángulo de mi cuerpo, pero todo lo grandioso se derrumbó el viernes por la noche; estábamos bebiendo unos excelentes daikiris cuando recibió una llamada telefónica familiar, su madre iría a visitarla de improvisto y mi querida amiga no había dado luces hace días, nadie sabía de su escapada conmigo y con cara de perrito mojado se deshizo en disculpas por tener que abandonarme antes y no poder regresar juntas.

—Debería irme contigo ¿cierto? —cuestioné mientras ella echaba sus últimos bártulos a la maleta.

—Nada de eso, ni siquiera pudimos coger con ese par que nos coqueteaba en el bar.

—¡Qué tiene que ver eso con irnos juntas! —chillé rodando los ojos.

—Que al menos una de las dos debe regresar renovada, tú me entiendes.

—Akari sabes bien que no vine con ese fin, es solo que me da pena quedarme sola…

—Lo sé, pero todavía queda mañana y el domingo tienes el vuelo además tuve suerte de que la aerolínea me cambiara el ticket para hoy —decía ella muy nerviosa y es que si bien se iba fastidiada por su mamá, también sabía que si no la encontraba en el apartamento tendría graves problemas.

—No es justo —susurré cruzándome de brazos —Dime ¿qué haré, aquí sola y abandonada? —alcé los brazos para exagerar, mi amiga dejó de guardar sus cosas y me abrazó fuerte.

—Lo siento tanto, te debo una salida con todo pagado cuando llegues a Tokio ¿sí? —ahora me veía con cara de cachorro arrepentido —Pero esto no debe aguar los ánimos, ahora tendrás esta habitación para ti sola —agregó separándose de mí —Quiero verte fresca, mira nada más esas caderas Akane y ese bronceado perfecto —me nalgueó haciéndome un guiño.

—¡Ya vete antes de que te siga! —respondí no muy conforme y apenas resignada.

En parte ella tenía razón, habíamos comprado un paquete completo el cual incluía, hotel, comida, viaje. Desperdiciarlo no era opción, y si no fuera por la inoportuna madre de mi mejor amiga estaríamos pasándola divino.

Bajamos desde la habitación hasta la entrada principal, el taxi aguardaba para llevarla directo al aeropuerto.

—Te quiero amiga, te llamaré apenas toque la capital —musitó mientras subía, alcé mi mano en despedida y suspiré en cuanto se alejó.

Me crucé de brazos, hacía un hermoso día soleado y estaba sola sin saber qué rayos hacer. Por lo pronto regresaría a la habitación y ahí pensaría cómo comenzaría mi sábado. Anduve entre las personas que iban y venían dentro del hotel, fui hacia el elevador en donde había un grupo de chicos esperándolo también, se reían de no sé qué pero se notaban muy animados, vi a cuatro hombres y dos chicas bien voluptuosas quienes exhibían parte de sus bonitos bikinis.

Cuando el elevador llegó todos entramos, solo que más gente se sumaba y fui a dar al final de este arrinconada literalmente por uno tipo alto y fornido de cabello color negro cobalto completamente suelto, su melena caía por sobre esos anchos hombros, me sonrió al notar lo inevitablemente cerca que habíamos quedado. Algo incómoda por su proximidad tragué saliva, solo recién las puertas se cerraban y este comenzaba a ascender.

De pronto un leve rose hizo que su pecho tocase el mío, la playera roja sin mangas que llevaba puesta no ocultaba su bien trabajado cuerpo.

—Lo siento —esbozó sutil en un hilo de voz el cual pude oír con toda claridad, solo moví mi rostro comprendiendo la situación.

Llegando al tercer piso al fin el hombre de mirada profunda me dio el espacio que solo segundos antes compartíamos. Fue así que noté que venía con el grupo de amigos que vi hace un momento, todos seguían riendo de algo y solo me limité a mirar el número en la pantalla para poder bajar.

El número ocho marcaba claramente el visor, y el grupito seguía conmigo dentro. Apenas las puertas se abrieron todos salieron quedando últimos el guapo chico y yo, ¿esperen acaso dije "guapo"? este abrió su palma esperando a que saliera como todo un caballero. Le regalé media sonrisa, sí, solo media porque debía ser cordial ¿no? Entonces recordé a Akari quien de seguro estaría diciéndome "no estamos en la oficina Akane, deja las malditas formalidades, ¡solo coge mujer!" caminé por el pasillo en dirección a mi puerta, podía sentir sus pasos cerca de mí y a sus amigos ir solo un poco más adelante, las féminas entraron a una habitación mientras que los varones a otra pero él no, él seguía detrás de mí.

Me detuve un poco y él también, lo miré de soslayo y abrió sus ojos algo sorprendido. Y ¡vaya que ojazos! Brillaban cual zafiros en una noche de verano.

—Solo no quise adelantar, esa es mi habitación —indicó como si le estuviese pidiendo explicaciones, apuntaba unas tres puertas más allá.

Lo sabía, porque cuando lo vi bien recordé haberlo visto hace unos tres días atrás y también anoche en el bar, o sea que el sujeto no estaba acosándome ni nada, solo era otro pasajero más en el bendito hotel.

No pude responderle nada, solo atiné a sonreír divertida por su reacción algo infantil, puse la tarjeta sobre el sensor de la puerta de mi habitación y finalmente entré.

Una vez dentro lo primero que vino a mi mente fue ¿Una de esas voluptuosas chicas será su novia? Ninguna le tomó la mano o se dirigió a él mientras subíamos por el elevador, tampoco lo esperaron al entrar a sus respectivas habitaciones; concluí rascándome el mentón. Pero por qué pienso en esas cosas, él está con sus amigos y yo sola. Me estiré sobre la cama desechando tales ideas y me rodé aburrida, no podía quedarme allí, debía disfrutar mi último día de vacaciones.

De un solo brinco me puse de pie, fui por aquella pieza de bikini que Akari insistió tanto en que comprara en una liquidación, de color azul con amarras detrás de mí cuello y cómodamente en la parte inferior hacía lucir mi ejercitado trasero de forma fenomenal. Un short de jeans, una playera holgada de color blanco y mis sandalias favoritas; en mi bolsa playera llevaba mi toalla, gafas, bronceador y por supuesto un sombrero en caso de necesitarlo.

Desde la ventana de mi habitación podía ver las olas reventar en la orilla, el sol pegaba en lo alto del cielo azul. No perdería más tiempo, mi buena amiga tenía razón, debía disfrutar mi último día aunque no se diera ninguna cita y con eso en mente tomé mi bolsa de playa y salí rumbo a esta para gozar de mis bien merecidas vacaciones.

El elevador aguardaba por mí completamente vacío, bajé hasta el primer piso y de ahí era una caminata de ocho minutos a la playa, en cuanto puse mis pies sobre la arena tomé una gran bocanada de aire marino y me relajé, maravillosa obra de la naturaleza pensé.

Acomodé la toalla dejando a un costado mis sandalias y me quité la playera blanca sintiendo la mirada no de uno sino de varios sobre mí, giré un poco la cabeza ante el evidente murmullo y a tan solo unos cuantos metros más allá estaban esos chicos, sí, los del hotel solo que dos de ellos me veían con cierto descaro incluido el guapo de ojos color cielo. Ignoré sus miradas y bueno yo también a veces lo hacía, así es que continué con el short el cual se deslizó por mis largas piernas hasta mis pies, me senté en la toalla y apliqué un poco de bronceador para luego estirarme y tomar un cálido baño de sol.

Con mis gafas de sol puestas porque si no los ojos se ponían rojos como un conejo, estuve recostada unos veinte minutos cuando el grito ensordecedor de mujeres llamó mi atención, pero si eran las chicas que vi antes, corrían con un par de tablas de surf en dirección al mar y detrás el séquito que las acompañaba, rodé los ojos y volví a mi paz interior cuando una sombra me perturbó.

Mis gafas eran realmente oscuras, con los ojos cerrados pude sentir el cambio de temperatura en mi piel.

—¿Quieres intentarlo? —preguntaba una voz masculina, vi sus piernas, su traje de baño mojado y pegado a su cuerpo, su vientre bien marcado cual barra de chocolate y su rostro, era el guapo, otra vez.

Definitivamente esto ya no era coincidencia.

—¿Disculpa?

—Ir al mar, con la tabla —decía indicando con su dedo hacia el fondo del mar.

—Lo siento yo no…

—No sabes ¿nadar?

—No es eso, es que nunca lo he intentado —respondí honestamente.

—Ah… me llamo Ranma, estoy con unos amigos y como te vi en el hotel sola pensé que —le interrumpí.

—¿Estás invitándome a usar tu tabla?

—Sí —respondió animadamente, no le vi nada de malo, quizás sociabilizar un poco no me haría mal considerando que estaba sola.

—Está bien —respondí poniéndome de pie.

—¿Cómo te llamas? —preguntó curioso.

—Akane —contesté.

—Qué bonito nombre, no seas tímida Akane solo llámame Ranma —pidió afablemente.

Sonreí por lo que dijo y no es que fuese tímida, es solo que no acostumbraba a interactuar tan fácilmente con un completo desconocido. Sin embargo qué podía pasar ¿no? Finalmente era de día, el lugar era público, mis vacaciones aún no terminaban.

—Mis amigos andan surfeando, son todos muy amigables ¿vienes sola a Miyako? —preguntó iniciando la conversación.

—En realidad no —repuse.

—Oh, ¿tienes novio? No quiero causar problemas —se apresuró a decir, sonreí ante su errónea suposición.

—Vine con una amiga —respondí llegando al borde del mar, mis pies comenzaban a mojarse, hacía mucho calor y el agua estaba deliciosa.

—¿Y por qué estabas sola? —cuestionó.

—Qué curioso eres Ranma —sostuve entrando un poco más. Este se avergonzó un poco y llevó su mano libre hasta su nuca.

—Tuvo que regresar a casa hace un rato y me quedé aquí —respondí.

—Ah… ya veo —susurró.

Mar adentro este acomodó la tabla la cual flotaba y comenzó una notable instrucción, lo escuchaba atentamente.

—¿Entiendes? —Asentí —Bien Akane, ahora solo déjate llevar —comentó una vez me senté en ella para moverme con ayuda de mis brazos, la verdad que hasta ahí era muy divertido.

No sé por qué nunca lo intenté antes.

—Eres muy buena, aprendes rápido —mencionó sujetando desde una punta la tabla.

—Es que explicas muy bien —sostuve.

—Qué tal si te paras sobre ella ahora —soltó poniéndome nerviosa.

—No creo que pueda —repliqué.

—Te ayudaré —señaló tomando mi mano, su rose me sorprendió ¿era muy atrevido? Bueno el surf es un deporte de rose ¿no?

Con algo de desconfianza realicé el primer intento el cual falló, lo miré con expresión de "esto no es lo mío" pero él no soltó mi mano y lo volví a intentar zambulléndome en el agua, este me alzó de un solo jalón chocando mi frente con su pecho por segunda vez ese día.

—Sigue intentándolo —pedía con una sonrisa de marca de dentífrico.

—No logro ponerme de pie ¿qué te hace creer que pueda mantener el equilibrio?

—Bien, permite que te ayude ¿sí? —insistió posicionándose detrás de mí.

Su piel tocaba mi espalda y quise voltear pero este no me dejó, puso sus manos en mis caderas y me alzó dejándome sobre la tabla, la cual se movía sobre el agua de forma natural, intentaba sostenerme pero el movimiento ondulante del mar provocó que cayera otra vez, Ranma me volvió a jalar y mientras me limpiaba el agua del rostro este reía divertido.

—¿Qué es tan gracioso? —pregunté palmeando su pecho, de pronto noté que estaba literalmente entre sus brazos.

—Tú lo eres Akane, pero te ves tierna cada vez que te caes —respondió.

—Creo que la clase de surf ya terminó —repliqué alejándome un poco, este cambió su rostro a uno confundido.

—¿Estás enojada? —preguntó.

—No, pero ya llevo un buen rato aquí, quiero ir por mis cosas y almorzar algo.

—Ah…

Comencé a caminar para salir del agua, no lo sentía cerca y sabía que estaba en el mismo lugar viéndome el trasero, aun así no voltee y continué mi andar hasta salir del agua y llegar hasta mi toalla. La iba tomar para secarme un poco cuando oí un ¡cuidado! Apenas giré a ver una sombra se cruzaba delante de mí haciendo que cayera de espaldas sobre la misma toalla, su cuerpo pesado estaba sobre el mío.

—¿Estás bien? —preguntó, ¿bien? De qué habla si no sé por qué se lanzó sobre mí.

—Sí —esbocé suavemente cuando un sonido detrás de su cabeza hizo que sus labios chocaran con los míos, estábamos con los ojos bien abiertos, al parecer un pelotazo le dio justo por detrás de la cabeza.

Ranma se levantó de inmediato y se marchó gritándoles a unos adolescentes quienes le dieron con todo a esa pelota colorida de playa justo en su mollera.

Algo estupefacta asimilaba el beso accidental de hace segundos, fruncí los labios y me levanté para marcharme, quería llamar a Akari para contarle pero ¡qué carajos me pasaba! No era una quinceañera hormonal, ya estaba en mis treinta y me alborotaba un simple beso, yo no era así ¿desde cuándo me volví tan insípida? Mientras caminaba de regreso al hotel más razón le daba a mi amiga, lo que me hacía falta era tener una relación, un poco más y ya casi me convertía en puritana. No es que fuese una inocente en ese tipo de situaciones, con mis tres décadas tenía cierta experiencia quizás no de las mejores pero la tenía.

Una vez dentro de la habitación fui por una ducha y luego pedí almuerzo pero con servicio al cuarto; mientras comía un delicioso trozo de salmón a la mantequilla Akari me escribió, había llegado bien y por supuesto que preguntó cómo iba mi día; le describí brevemente lo sucedido y casi estalló en emojis para que tuviera una cita con Ranma.

Vaya ahora que lo pienso solo sé su nombre, ni siquiera sé a qué se dedica aunque él tampoco me lo preguntó… no hay tanto interés ¿quizás?

M tendí sobre la cama y cerré los ojos para una breve siesta, desperté por el toque en mi puerta pero apenas habían pasado veinte minutos. Fui hasta la puerta a regañadientes, tenía un poco de sueño todavía y abrí pensando que era personal del hotel para ofrecer alguna cosa pero sorpresa fue ver a Ranma esperando fuera.

—Akane —comenzó a decir —¿Cómo estás?

—Bien ¿vienes solo? —cuestioné tontamente.

—Sí, mis amigos se están preparando para la noche…

Nos quedamos en silencio unos dos segundos.

—¿Tienes planes esta noche? —preguntó sin más.

—En realidad… no, pensaba ir al bar —respondí porque eso haría.

—Haremos una fogata esta noche en la playa, habrá música y licor ¿quieres venir conmigo?

Su pregunta fue sin ningún tipo de rodeo, el hombre era directo y me veía fijamente ¿en verdad le gustaba? Si no ¿por qué me invitaba?

—¿Quieres una cita conmigo? —pregunté seria, él sonrió muy galán.

—Sí, la quiero —repuso.

—¿Y tus amigos… esto es algo más grupal, no?

—Lo es, pero quiero que seas mi acompañante —replicó.

—Lo haces porque te dije que estaba ¿sola? —su expresión cambió, más serio negando rotundamente.

—Bueno, lo pasamos bien en el mar ¿no? Me gustaría pasar tiempo contigo, antes de que las vacaciones acaben —sostuvo.

—Entiendo, lo pensaré —respondí escueta.

Quise cerrar la puerta pero puso su pie, le dediqué una mirada de reprimenda y este dio dos pasos dentro sin ser invitado.

—¿Qué haces?

—Nada que no quieras —aseveró —Me gustas, vine aquí porque ese beso de hace un rato no fue suficiente —agregó tomando mi rostro entre sus manos.

—¡Estás loco! —chillé divertida —apenas nos conocemos.

—¿Y qué? no le hacemos daño a nadie, un beso es solo eso un beso, pero dos besos quizás sea algo más —musitó tan cerca que su cálido aliento pegaba cerca de mi boca.

—Ranma

—¿Uhm? —susurró casi en un hilo de voz.

Cierto era que no tenía intenciones de alejarme, el guapo me gustaba, incluso ya lo había visto antes, sí, mucho antes de nuestro encuentro en el elevador. Su mirada penetrante estuvo aquella noche en el bar, mientras bebía con Akari y otros dos tipos coqueteaban pero nada se concretó. Quizás esto no era una coincidencia ¿verdad?

Sin dejar de verle me besó, su boca se abrió con tanta naturalidad para acariciar los míos que le correspondían suave y lentamente, mis manos arrugaban la blusa larga que traía puesta, estaba inmersa en su sabor y en los latidos de mi corazón cuando se fue alejando cortando así el dulce encuentro.

—Paso por ti a las ocho —hizo un guiño dejándome en absoluto silencio, se marchó sin más.

Las siguientes horas me la pasé debatiendo en qué carajos usar esta noche, el clima era calor y más calor y no podía sacarme de la mente la imagen de él besándome.

¡Maldición si solo será esta noche! Exclamé, no lo volveré a ver. ¿Qué podría salir mal?

Fui hasta mi maleta y no encontraba nada, estaba nerviosa, qué se yo quería verme bien, no, más que bien quería verme como una diosa.

Recordé que Akari dejó en el closet algo de su ropa por si yo la necesitaba y tenía que ser franca, mi buena amiga era más atrevida a la hora de vestirse. Sin embargo esto era una fiesta casual y ligera en la playa, una fogata por lo que no requería de un vestido ni de formales tacones a los cuales estaba acostumbrada. Pero para mí buena suerte, encontré una bonita falda de color negro corta junto a una blusa de tirantes que pasaban por detrás del cuello en color verde olivo, un par de sandalias y algo de maquillaje nada sobre cargado.

Tomé una chalina en caso de que pasara frío y mientras terminaba de acomodar mi cabello la puerta sonó en un característico "toc - toc" fui abrir y mi pareja de fogata esperaba presto, me vio con cierto descaro de pies a cabeza antes de soltar un…

—¡Wow, te ve preciosa! —sonreí satisfecha.

—¿Y tus amigos? —pregunté al verlo solo y es que hasta ahora nunca me los presentó solo los veía desde cierta distancia.

—Ya se fueron —repuso —Te quería solo para mí —agregó inclinándose para robarme un beso fugaz.

—¡Hey! —exclamé.

—En vez de adularme preguntas por mis amigos Akane —negó en una evidente reprimenda.

—Solo pensé que íbamos todos juntos —respondí.

—Ellos ya se fueron, si quieres me dejas pasar y… —lo detuve antes de que diera otro paso.

—Vámonos ya —dije saliendo de la habitación cerrando la puerta, caminamos en silencio hasta el elevador.

—¿Qué pasa? ¿No quieres que nos quedemos a solas? —preguntó de pronto mientras el elevador comenzaba a descender.

—La invitación era para una fogata en la playa, no en donde duermo ¿o sí?

—Creí que me correspondías —replicó haciendo un mohín, como un adolescente.

—¿De qué hablas?

—Nos besamos más temprano y dos veces —sostuvo alzando su voz, no íbamos solos y las personas alrededor nos miraron algo feo.

Jalé de su camisa un poco molesta por lo desubicado de su contestación.

—¿A qué viene todo esto, eh? —pregunté más serena una vez fuera del hotel.

—Ya olvídalo, ¿caminemos? —agregó ignorándome y algo dubitativa asentí.

No obstante mientras caminábamos había una tensión entre los dos, es cómo si todo el encanto de "me gustas, esto es divertido" se esfumara. Pensé en devolverme pero ¡qué demonios, ya no ando para pendejadas! Así es que me comportaré como la adulta que soy y compartiré un rato para luego irme a dormir.

Cuando llegamos conocí oficialmente al resto de sus amigos; todos platicaban armando recién la fogata, las chicas traían las bebidas y algo de comer. El ambiente era alegre y relajado y eso me ayudó a olvidar lo que sucedió minutos atrás con Ranma en el hotel.

—Ranma se prendó de ti de hace días —decía una de las chicas codeándome, el aludido bebía de una cerveza y reía un poco más allá con sus otros amigos.

—¿Ah sí? —Ella asintió —No lo sé, es algo mal genio —repuse.

—¿Ranma? —Cuestionó la otra —Bueno sí, tiene un carácter algo pesado cuando algo le importa, pero solo relájate Akane ¡estamos en esta maravillosa playa llamada Miyako!

Había pasado una hora desde que llegamos, el atardecer fue precioso, los chicos cantaban hasta que uno de ellos sacó una guitarra y las mujeres coreábamos algunos temas. Lo estaba pasando bien, pero mi acompañante ya no me hablaba.

Luego de cantar, reír y comer los chicos querían jugar, rodé los ojos ante su infantil ocurrencia.

—Vamos Akane, solo una vez ¿sí? —preguntaba la más parlanchina para que participase del "verdad o mentira" solo que si mentía debía beber.

Una ronda completa de preguntas divertidas, otras insufribles y poco decorosas, estuve invicta hasta que me tocó.

—¿Te gusta Ranma? —preguntó la otra chica, así nada más, sin delicadeza.

La noche era cálida, la fogata aún más y todos esperaban una respuesta sobre todo él, que me veía desde en frente fijamente.

—Es la segunda vez que comparto con él, cómo podría decir algo así —respondí.

Todos gritaron un "OH" al unísono.

—No, no, no Akane eso no sirve en este juego, solo es sí o no. Si notamos que mientes debes beber —hizo aquel gesto con la mano.

—Pues no —repliqué cruzándome de brazos.

Todos gritaron ¡Miente! Y me quedé impávida ante su rápida conclusión.

—Qué saben ustedes —musité divertida, pero él sonreía como si no le importase saber mi respuesta ahora.

—Ok, ok otra pregunta pero primero bebe —comentó otro chico.

¿Por qué bebería, no puede gustarme tanto? ¿O sí? Tomé la botella de cerveza y bebí un buen trago.

—¿Se besaron? —preguntó la misma chica de la primera pregunta, entonces escupí mi cerveza de pura impresión.

Todos gritaron "SE BESARON" y me puse de pie yéndome hacia el mar, alejándome del bullicio y de sus niñerías.

Escuchaba sus risotadas desde lejos, mojé mis pies y miré el fondo del infinito mar, justo donde se unía con el oscuro cielo hermosamente estrellado.

Si Akari estuviera aquí… (Pero no lo está) decía la voz de mi conciencia.

—¿Te molestó lo que dijeron mis amigos? —preguntó Ranma quien estaba justo detrás de mí, no lo oí venir.

—Claro que no —respondí sin mirarle.

—¿Y por qué te fuiste? —preguntó otra vez.

—Ya deja de hablarme… solo quería ver el mar —repliqué.

—Estás enfadada —aseguró.

—No lo estoy Ranma, es solo que no acostumbro a esta clase de juegos, llevo una vida más seria ¿comprendes?

—Ah… ya veo.

De pronto se movió y se puso a mi lado.

—La noche está perfecta, ¿no crees?

—Lo es —contesté —Me dan ganas de nadar un poco —agregué.

Entonces noté que se sacaba la camisa y la lanzaba lejos, luego la playera sin mangas que traía…

—¿Qué haces?

—Vamos a nadar —contestó sacándose las bermudas, dejó toda su ropa en la parte seca de la arena.

—¡Estás loco! No tenemos traje de baño y…

Mis ojos no creían lo que veía, se estaba bajando el bóxer quedando completamente desnudo delante de mí.

—¿Vienes o no vienes? —preguntó poniéndose delante de mí, la verdad es que no había nadie cerca, nadie podría verle su imponente… bueno a excepción de mí.

Mi cerebro decía, regresa al hotel y duerme, mi corazón palpitaba como loco deseando entrar junto a él.

Bajé la vista por su pecho y este tomó mi mentón suavemente.

—Vista arriba, solo vamos a nadar Akane —repuso.

—Está bien —contesté obedientemente.

Deslicé mi falda por las piernas junto a la bonita blusa quedando en ropa interior, agradecí haberme puesto un conjunto a tono, pero este negó con la cabeza, toda mi acción había sido vista atentamente por él.

—Quítate todo —abrí los ojos como plato y este giró entrando al mar dándome la espalda pudiendo ver sus bien redondas y firmes nalgas a la luz de la luna.

Eché otro vistazo alrededor y retiré el brasier junto a las bragas, repitiéndome "solo vamos a nadar" una y otra vez, entré al mar y cuando el agua cubrió mi desnudez me sentí algo más libre.

Lo miré de soslayo cuando llegué a su lado, las olas no dejaban de pasar atravesando nuestros cuerpos desnudos. Sin siquiera pensarlo tomamos la siguiente ola para hundirnos y nadar, cuando salí a flote saqué un poco de agua de mi rostro y miré a todos lados pero no lo veía, iba a llamarlo un tanto alarmada cuando salió justo por enfrente de mí, poniéndose de pie era bastante alto.

—Me he zambullido en el mar miles de veces, pero es la primera vez que lo hago… —sin pensarlo mucho lo besé interrumpiendo lo que iba a decir, apenas me incliné este atrapó mi boca como si estuviese esperando el preciso momento.

Poco a poco nuestros cuerpo se acercaron hasta rosar por completo nuestra piel desnuda, mis manos pasaron por detrás de su cuello y este me abrazó aferrándose a mi cintura, era nuestro tercer beso y no se comparaba a los anteriores. Este beso era puro deseo suprimido, apenas abrí un poco la boca su lengua pasó sin titubeos. Estábamos mojados pero tenía un calor emergiendo desde el centro de mi vientre que estaba segura el agua era una cálida tinaja termal.

Sus manos fueron acariciando la fina línea de mi espalda, desde mi nuca hasta llegar a mis nalgas me impulsó haciendo que mis piernas se aferraran a sus caderas, el único bulto entre su vientre y el mío era su potente erección.

—Solo dime que lo quieres Akane —susurró entre besos húmedos.

Tomé su rostro entre mis manos separándonos por un breve instante para verle a los ojos. Mi respiración estaba acelerada, mi sexo reclamaba por acallar el fuego que ardía cual incendio. Me acerqué hasta su oído mordisquee el lóbulo de su oreja y le susurré un contundente " SÍ" no había que hablar más, mi cuerpo se deslizó al tiempo que mi centro engullía su hinchado y duro miembro haciéndonos gemir de puro gusto.

Estábamos de pie, bueno él, conmigo inserta en su glande en medio del mar en una paradisiaca playa en una noche preciosa la cual recordaría sin dudar.

Sus movimientos eran sensuales, debía mantener el equilibrio de no caer ya que el agua nos podía botar, mis pechos estaban pegados al suyo y de mi garganta salían breves jadeos que lo ponían más bravo a la hora de penetrar.

Mis sentidos olvidaron las formalidades, los porqué, y daba paso a que mi cuerpo disfrutara cada una de sus embestidas, jalé de su cabello al sentirlo cada vez más profundo, sus manos aferradas a mis caderas me alzaron tan solo un poco para luego dejarme caer con ímpetu, lo besé gustosa, oía sus gruñidos ahogados y eso m excitaba más.

Estaba a punto de correrme, creo que lo presintió y cuando el pálpito en mi centro explotó me dejé caer plenamente satisfecha, sin embargo él no dejaba de moverse y me levantó para que mis piernas tocaran el suelo marino, me volteó de una sola vez, todavía no me recuperaba pero si estaba excitada. Su miembro encontró otro refugio y sus manos amasaron mis pechos corrompiendo mi espíritu solo gemí fuerte.

Su pelvis estaba anclada a mis nalgas penetrándome con vigor, para ese momento mi cabeza estaba en completo estupor, gemía más y más fuerte, el hombre era bueno y me sentía tan complacida que solo quedaba disfrutar del candente encuentro.

Ranma estrujaba mis rosados pezones, pasaba su lengua por mi espalda y gruñía cada que entraba y salía de mí, la fricción era un deleite y quería más, siempre más. No sabía si lo volvería a ver, pero una vez probado no me iría de Miyako sin haberlo cogido hasta el amanecer.

Un pequeño impulso en su hombría me decía que acaba de correrse, gruñó por lo alto. Estaba en llamas, voltee a verle gustosa y lo entendió.

—Vamos al hotel —musitó con voz grave y sensual que me paró los vellos del cuerpo.

De la mano salimos del mar a buscar nuestras ropas, notamos hacia el fondo y no había nadie, estábamos solos.

—No puedo —repuse.

—¿Qué no puedes? Contestó inquieto.

—Esperar —contesté empujándolo hacia la arena, cayó sin alegar.

Me monté sobre él, besé sus labios, su cuello, su pecho y esos chocolates que tenía en el vientre. Soltó una risita divertida cuando tomé su miembro entre mis manos que poco a poco volvía a endurecer. Dejé un tímido beso sobre él, reaccionó de inmediato y luego lo lamí de punta a punta para posteriormente engullirlo como si fuese una golosina.

"Ah" "Akane" y otro "ah"

Decía como música para mis oídos, esto era mera inspección, debía probar su carne en todos los aspectos posibles y mientras más jadeaba más prendía mi deseo por devorarlo.

Unas succiones más y lo sujeté para sentirlo todo dentro, pequeños respingos de su miembro eran toda una dulzura. En la vida podía ser muy reservada pero cuando de sexo se trataba las formalidades sobraban, era momento de ser sucios y gozar.

Me moví con soltura, sus manos se aferraban a mis caderas y gemía con cada una de mis embestidas, subía y bajaba sin cesar, mi lívido estaba a niveles insospechados. Mis pechos rebotaban y nuestros sexos sonaban en medio de la natural humedad.

¿Seguiríamos en el hotel? Esa era la pregunta, y la única respuesta era un rotundo "sí" follaríamos hasta el cansancio por qué suprimir lo que nuestros cuerpos deseaban a gritos.

Esta vez llegamos al orgasmo al mismo tiempo, me derrumbé sobre su pecho algo agitada.

Nos vestimos a regañadientes, lo siguiente fue un ¿te cuidas? De parte de él, y solo lo miré como si hablara con una pendeja que no lo hiciese. Claro que me cuidaba, ser madre no estaba en mis planes, menos por un poco de sexo casual.

Por lo general usaba ampollas además de preservativos, pero esta ocasión había sido sin duda especial; además luego de probarlo al natural no tenía intención de usarlos.

Caminamos tan rápido que la arena en mi trasero comenzaba a molestar, bueno habíamos cogido en plena playa qué más podía tener entre mis nalgas ¿no? Además de su bien dotado…

—Quiero verte mañana también —soltó mientras subíamos por el elevador del hotel.

—Eso ya lo veremos, no sé si resistas esta noche —contesté saliendo de este para corretear por el pasillo hasta mi puerta.

Una vez dentro se desató toda clase de deseos lujuriosos, sí, follamos en cada rincón de aquella habitación hasta el amanecer, cuando quedamos exhaustos y dormidos sobre la cama quien había sido testigo de mis más grandes perversiones.

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Seis horas después me levanté algo dolorida, Ranma dormía profundamente cuando llegó un mensaje a mi celular; debía irme.

Tomé una ducha, me vestí y salí de la habitación junto a mi maleta.

Jamás olvidaría a ese hombre, ni tampoco esta magnífica playa. Mi vuelo estaba reprogramado y pronto volvería a mi realidad, en Tokio.

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Una semana después, estaba en la hora de almuerzo y Akari juntaba sus palmas pidiéndome un gran favor.

—Necesito de tu ayuda, es que mi madre conoce a esta persona y yo no puedo.

—Es muy reciente Akari, debo ver si tengo reunión o junta —respondí.

—Lo sé, lo sé, pero es que si no me ayudas mi madre estará respirándome en la nuca. ¡Por favor, ayúdame!

Sus ojitos de cachorro asustado me conmovieron, no podía decirle que no a mi mejor amiga.

—Está bien —respondí con resignación, ella besó efusiva mi mejilla abrazándome.

—No te vas arrepentir, esta persona pagará por el servicio muy bien, el dinero no te viene mal sobre todo para que pagues la cuota de tu coche nuevo ¿no crees?

—Tienes razón —repuse.

—Bien amiga, te envío la dirección al celular, te quiero cuídate —gritó yéndose rápidamente.

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Unas horas más tarde miraba la dirección en la pantalla de mi GPS, conduje con cuidado hasta una villa en la parte rica de la capital, nunca había estado allí. Era una especie de condominio pero sin rejas, había seguridad y las casas eran gigantes mansiones.

El ama de casa, una señora de bastante edad me recibió muy gentil, me llevo hasta una biblioteca de lujo, me entretuve viendo los libros y todo alrededor.

—No era necesario —escuché susurros afuera, era la voz de un hombre.

—Ya sabes que tu padre es muy exigente, quiere lo mejor para mi niño —decía la viejecita.

Entonces la puerta se abrió, entendí que el aludido era a quien debía prestarle mi servicio de tutoría, efectivamente, era maestra en una universidad junto a mi amiga, solo que cuando el hombre se mostró ante mí quedé de una pieza.

Pensamientos fugaces y ardientes pasaron por mi mente, Ranma estaba de pie delante de mí, vestía ropa de diseñador, el sitio era de otro mundo, sí, el mismo hombre con el que cogí una noche completa.

—¿Akane? —fue lo primero que salió de sus labios, algo incrédulo. Luego sonrió triunfal.

—¿Quién eres? —pregunté alterada pero tratando de que no se me notara.

—Soy Ranma Saotome, tu nuevo alumno —respondió dando dos pasos hasta mí.

—¿Alumno dices? —Pregunté más para mí — ¿Qué podría enseñarte? —pregunté otra vez.

Este se inclinó hacia mí, sí, porque estaba sentada sobre una silla lo cual agradecí para no irme de culo en cuanto lo vi.

Ranma tomó mi mentón con suavidad, sin dejar de verme se acercó hasta mi oído y susurró…

Enséñame a amar.


Nota del autor

Estimado lector, es mi segunda participación para la dinámica de verano de Mundo Fanfic Inuyasha y Ranma. Inspiración, deseos de escribir y buscando tiempo pude terminarla para ustedes. Espero les haya gustado esta idea, no quise darles mucha información pero que Akane fuese mayor que Ranma era tentador ¿no creen?

Agradecimientos

Primero que todo a ustedes por leer, por apoyar con sus animosos comentarios, por sus fallow y recomendaciones. También a la página por invitarme y por fomentar la lectura y la escritura independiente de la experiencia que tengas. Y por último a mi querida Benani que apenas le conté mi idea me dijo "ya la quiero leer" (abrazos para ti)

Desde Chile una fan más de Ranma.

¡Que nunca muera el fandom!

Sweetsimphony._